El corazón se escribe con los dientes
en pergaminos rojos y aterrados
El incendio ha empezado. J.E. Cirlot
El incendio ha empezado. J.E. Cirlot
De pronto: un sueño
De pronto vi la luz y no era luz
era el sonido, Bronwyn, de tu nombre.
Acaeció como acaece el alma adentrándose en la noche, como el trino rebotado en la piedra sorda y estrellado contra la nube, como el llanto o la risa verdaderos: sin saber realmente por qué. ¿Fue mientras dormía? ¿O quizá fuera al despertar? Lo cierto es que vino anunciándose a toque de luz y perfiles asombrosos. Vino deslumbrando con un látigo de rayos dorados en la mano. Vino colmado de ojos oceánicos reverberando soles por nacer. Vino y se acomodó en mi piélago de acaso, su rubia cabellera flotando en mi asombro, sus labios derribando murallas interiores, sus brazos ciñendo perplejidades derrotadas, sus muslos precipitándose en níveas cascadas de pureza esplendorosa. Vino para quedarse o para llevarme prendido a sus ondas: mar de estremecientos. Aún estoy en ello: mosca obcecada contra el cristal de lo posible que aún no es...
Si estoy dormido o despierto es lo de menos. Lo esencial, lo decisivo, lo importante es que el sueño, soñado o vivido, me sueña o me vive: impera.
Acaeció como acaece el alma adentrándose en la noche, como el trino rebotado en la piedra sorda y estrellado contra la nube, como el llanto o la risa verdaderos: sin saber realmente por qué. ¿Fue mientras dormía? ¿O quizá fuera al despertar? Lo cierto es que vino anunciándose a toque de luz y perfiles asombrosos. Vino deslumbrando con un látigo de rayos dorados en la mano. Vino colmado de ojos oceánicos reverberando soles por nacer. Vino y se acomodó en mi piélago de acaso, su rubia cabellera flotando en mi asombro, sus labios derribando murallas interiores, sus brazos ciñendo perplejidades derrotadas, sus muslos precipitándose en níveas cascadas de pureza esplendorosa. Vino para quedarse o para llevarme prendido a sus ondas: mar de estremecientos. Aún estoy en ello: mosca obcecada contra el cristal de lo posible que aún no es...
Si estoy dormido o despierto es lo de menos. Lo esencial, lo decisivo, lo importante es que el sueño, soñado o vivido, me sueña o me vive: impera.
No sabría decir si ella es ella totalmente, porque a veces lo pienso, lo siento o se me aparece, como un él fundido a un la, aleado el seno a su secante, mezclados potencia y delicadeza en una ambigüedad que consterna. ¿Andrógino? puede ser; pero ese término no es acertadamente descriptivo. No podría describirla --esta entidad difusa y asexuada, acaso de origen solipsista-- ningún término al uso, sólo uno por mí inventado, ya que a mí solo me atañe. ¿Un símbolo? Pudiera intentar la aproximación simbólica, pues, en su apariencia, el cortejo de que se acompaña está lleno de ellos --estos sí, acuñados en cecas de experiencia. Pero ¿de qué serviría un símbolo subjetivo?, sería tanto como crear un código en un lenguaje desconocido, e imposible de descifrar (incluso para mí mismo). Si algo es el símbolo ello es: preñado cofre donde se guardan sentidos ocultos, quintaesencia destilada de reconocible materia original, néctar de flores ya no presentes en su viscosa naturaleza transformada.
Símbolo de un pálpito singular, el sueño que me vive posee la consistencia de una realidad celeste: plena de azules índigo y blancos argentinos, y soles reverberando en ojos azul-verdosos, y estrellas nimbando, rutilantes, pieles imposibles (tan traslúcidas que se puede ver a su través la nada en que me asiento), y animales fabulosos de frente circunspecta y gesto fiero o amoroso... Realidad celeste: marco sin límites, escena sin horizonte, donde ella-él funda futuro y conquista espacios sin tiempo. Dama, Hada, Musa, Mujer... Eternidad enlazada a mi presente. Me soy en ella, me sé en ella, y con ella (abrazado a su quizá voluptuoso y eterno) me elevo, o me sumerjo, o me entierro, profundamente en lo indescriptible de su advenimiento.
Fue para Cirlot, su Bronwyn, nada más alejado de una fantasía. Fue el toparse con un venero caudaloso que corría a los pies de su alma, bajo su piel curtida de cazador de sombras. Fue la aparición anhelada y presentida en poderosos latidos de inconsciente aturdimiento. Fue la luz resonando en un nombre con más poder evocador que las trompas que rindieran Jericó. Fue un sueño. El sueño querido que a todos nos habita y en pocos se manifiesta con la consistencia de una realidad. Sueño anunciado a redoble de Bron, y susurro de wyn: resplandor que ciega con atronador destello, relámpago que delata perfiles en la noche y los somete al imperio de su luz. Bron! estalla el trueno; wyn... se libera la luz con el temblor de una onda expansiva. Vibra el alma y desintegra las moléculas de hastío: se diluye en la luz lo gris, engullido por el prisma que wyn dibuja. Caja de resonancia, la mente encerrada en los estrechos límites de su abandono, propaga el Bron por una masa gris que se tornasola: se puebla de símbolos arcanos, multicolores, incisivos, disolventes... manchones de color que wyn alumbra y revela, desnudando los múltiples matices de su sentido.
Dicen que el Sueño Bronwyn no llegó solo a Cirlot, que vendría acompañado, intérprete necesario, de Ofelia, la desdichada virgen boreal. Dicen que solo después de contemplar el Hamlet en la pantalla (siempre la pantalla, a modo de escenario plagado de símbolos por descubrir) el ouroboros que amenazaba la cordura de Cirlot se mordió su cola, y que Bronwyn fue cuando reveló su verdadera, completa y mágica naturaleza. Fue una iluminación cargada del sonido susurrado de un eterno retorno, de un renacer tras la muerte, de una muerte habitada por la vida surgiendo del agua y resucitando flores y canciones, voz y color, y forma virgen, siempre virgen, dispuesta a disolverse --cumbre de luz y color-- en la grisura de un alma confundida con su sombra. Dicen --lo dice él, el primero-- que en Cirlot se fundieron todos los símbolos --Bronwyn-Ofelia, el atanor-- y que él no hizo sino rescatar de la colada los múltiples sentidos desvelados en ellos. Alquimia del alma, Dama de luz, Bronwyn: mitad sortilegio, mitad plegaria; mitad ensalmo, mitad cantar de los cantares... y Necronomicón, y trasunto cabalístico del alfa y el omega: ¡Mujer!.
De pronto, un sueño... de luz tejido al sonido de una melodía, Bronwyn, inacabable, provocará un surtidor de palabras fecundas, sorprendentes, regando los campos grises donde florecerán, emociones postergadas y aun desconocidas, rosas y narcisos, y lirios y azucenas, y margaritas y pensamientos, y siemprevivas y jazmines, con la feracidad de los anhelos inauditos, con la belleza de las flores imposibles y el poder de los filtros encantados.
"¡Habla, Cirlot!, ¡surte tu Bronwyn impensable, Friné inmaculada, de las ondas alucinadas de tu verbo!
Dicen que el Sueño Bronwyn no llegó solo a Cirlot, que vendría acompañado, intérprete necesario, de Ofelia, la desdichada virgen boreal. Dicen que solo después de contemplar el Hamlet en la pantalla (siempre la pantalla, a modo de escenario plagado de símbolos por descubrir) el ouroboros que amenazaba la cordura de Cirlot se mordió su cola, y que Bronwyn fue cuando reveló su verdadera, completa y mágica naturaleza. Fue una iluminación cargada del sonido susurrado de un eterno retorno, de un renacer tras la muerte, de una muerte habitada por la vida surgiendo del agua y resucitando flores y canciones, voz y color, y forma virgen, siempre virgen, dispuesta a disolverse --cumbre de luz y color-- en la grisura de un alma confundida con su sombra. Dicen --lo dice él, el primero-- que en Cirlot se fundieron todos los símbolos --Bronwyn-Ofelia, el atanor-- y que él no hizo sino rescatar de la colada los múltiples sentidos desvelados en ellos. Alquimia del alma, Dama de luz, Bronwyn: mitad sortilegio, mitad plegaria; mitad ensalmo, mitad cantar de los cantares... y Necronomicón, y trasunto cabalístico del alfa y el omega: ¡Mujer!.
De pronto, un sueño... de luz tejido al sonido de una melodía, Bronwyn, inacabable, provocará un surtidor de palabras fecundas, sorprendentes, regando los campos grises donde florecerán, emociones postergadas y aun desconocidas, rosas y narcisos, y lirios y azucenas, y margaritas y pensamientos, y siemprevivas y jazmines, con la feracidad de los anhelos inauditos, con la belleza de las flores imposibles y el poder de los filtros encantados.
"¡Habla, Cirlot!, ¡surte tu Bronwyn impensable, Friné inmaculada, de las ondas alucinadas de tu verbo!
.
-o-
TEXTOS AMIGOS
A la que renace de las aguas
(fragmento)
(Juan Eduardo Cirlot)
Las huellas de tus dedos
no se ven en las torres
no se ven en las torres
Pero yo leo sin descanso, en la soledad de la ermita junto
al mar
los antiguos signos en donde tú estuviste hacia el año mil,
por los bosques, los pantanos, las ramas y las hojas, la arcilla
pisada.
Dentro del corazón está la muerte
como una runa blanca de ceniza.
Acércate por el campo blanco o por el verde campo o por el
campo negro, pero ven.
Detente ante la tumba
donde los dos estamos.
...
Este sonido triste que solloza
es mi espada románica que piensa.
Mi corazón oscuro la acompaña.
...
Yo soy un ser humano a pesar mío.
El espacio plateado de mi espíritu
penetra en el espacio gris del mundo
¿Hasta cuando?
...
Las hierbas son tan rubias como tú
lejos de la ceniza que me aleja
para siempre sin hierro.
La muerte es el pantano de las cruces,
Bronwyn.
...
Alucinante luz en que la luna
une la encina blanca desde el cieno
al cielo donde el hielo resplandece
azul en un silencio alucinado.
Bronwyn,
enciende la llanura con tu voz.
...
Que las orquestas ciegas del martirio
acaben con los bosques, y los fuegos
de este incendio final, sacramentario.
Bronwyn,
si no puedo ser tú, si no podemos
ser ángel
¿Por qué la niebla es gris sobre el mar gris?
...
Piedras como rodillas tibias,
hierbas como cabellos rubios,
cielos como brazos de cielos.
Nace el amanecer como lo negro.
En las miradas siempre vuela el nunca.
...
Las ruinas de las runas en la roca
hablan de que yo estuve en este mundo
donde el mar y la tierra de las nieblas
se funden y confunden.
La vida era una ausencia inagotable,
un laberinto de serpientes grises,
un pantano de rosas tenebrosas.
...
La cruz de las hogueras se ha deshecho,
las ruinas de las joyas se estremecen,
se acerca el cementerio con los ojos
inundados de lágrimas.
...
Toma mi oscuro anillo inmemorial.
Mi armadura deshecha se deshace
y de sus mallas muertas salen fuegos
azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan.
Tiro el guante de hierro, soy tu siervo.
El mar que me acompaña por un mar
de sombra se deshace en el vacío.
Estoy cansado de estar muerto y ser.
[sigue]
-o-
al mar
los antiguos signos en donde tú estuviste hacia el año mil,
por los bosques, los pantanos, las ramas y las hojas, la arcilla
pisada.
Dentro del corazón está la muerte
como una runa blanca de ceniza.
Acércate por el campo blanco o por el verde campo o por el
campo negro, pero ven.
Detente ante la tumba
donde los dos estamos.
...
Este sonido triste que solloza
es mi espada románica que piensa.
Mi corazón oscuro la acompaña.
...
Yo soy un ser humano a pesar mío.
El espacio plateado de mi espíritu
penetra en el espacio gris del mundo
¿Hasta cuando?
...
Las hierbas son tan rubias como tú
lejos de la ceniza que me aleja
para siempre sin hierro.
La muerte es el pantano de las cruces,
Bronwyn.
...
Alucinante luz en que la luna
une la encina blanca desde el cieno
al cielo donde el hielo resplandece
azul en un silencio alucinado.
Bronwyn,
enciende la llanura con tu voz.
...
Que las orquestas ciegas del martirio
acaben con los bosques, y los fuegos
de este incendio final, sacramentario.
Bronwyn,
si no puedo ser tú, si no podemos
ser ángel
¿Por qué la niebla es gris sobre el mar gris?
...
Piedras como rodillas tibias,
hierbas como cabellos rubios,
cielos como brazos de cielos.
Nace el amanecer como lo negro.
En las miradas siempre vuela el nunca.
...
Las ruinas de las runas en la roca
hablan de que yo estuve en este mundo
donde el mar y la tierra de las nieblas
se funden y confunden.
La vida era una ausencia inagotable,
un laberinto de serpientes grises,
un pantano de rosas tenebrosas.
...
La cruz de las hogueras se ha deshecho,
las ruinas de las joyas se estremecen,
se acerca el cementerio con los ojos
inundados de lágrimas.
...
Toma mi oscuro anillo inmemorial.
Mi armadura deshecha se deshace
y de sus mallas muertas salen fuegos
azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan.
Tiro el guante de hierro, soy tu siervo.
El mar que me acompaña por un mar
de sombra se deshace en el vacío.
Estoy cansado de estar muerto y ser.
[sigue]
-o-
GALERÍA
Gustave Moreau
(1823-1898)
.
Unicornios, Damas, Hadas, Sirenas, Musas, Poetas... ¿Sueños?
El Unicornio (1)
El Unicornio (2)
.
El Hada del Grifo (1)
.
El Hada del Grifo (2)
.
Hada con Grifos
.
Las Sirenas
.
Las Sirenas (2)
.
El Poeta y la Sirena
.
Inspiración
.
Poeta Árabe
.
El Poeta Errante
.
El Poeta y la Santa
.
Hesíodo y la Musa
.
Hesíodo y la Musa (2)
.
Hesíodo y las Musas
.
Apolo y las Nueve Musas
.
Las Nueve Musas despidiéndose de Apolo para ir a ilustrar al mundo
.
La muerte del Poeta transportada por un Centauro
.
Satiros
.
Safo en las rocas
.
Safo en el acantilado
.
Safo arrojándose al mar
.
La muerte de Safo (1)
.
La muerte de Safo (2)
.
-o-o-o-