Otra vez, una colaboración de Beatriz Basenji me ha servido para subir un post, cuanto menos, extrañamente bello: por el bello y hermético poema de Beatriz que sirve de núcleo y leiv motif, y por los no menos herméticos y bellos tapices que le inspiraron tal poema. En efecto, late en la trama de estos hermosos tejidos un ambiente simbólico que en muchas ocasiones se escapa a la interpretación (de aquí el valor intrínseco del poema de Beatriz que intenta captar ese simbolismo preñando, a su vez, de símbolos su poema: "el Nunca Visto", "el que fuga por siempre del espejo", "...fluyen su asombro hasta los salmos / en voto azul": no dejan de ser emanaciones -si no elaboraciones- del impacto que en la psique de Beatriz causara la contemplación de estas esotéricas obras de arte, y en especial el tapiz correspondiente al sentido de la vista).
Vaya, pues, por anticipado, mi agradecimiento a nuestra querida colaboradora, y, esperando sea de su agrado el engaste con que aquí publico su poema, me encomiendo a todos cuantos vieren, entendieren, escucharen y sintieren los textos, las imágenes y la música que a textos e imágenes animan.
El tapiz -o más bien ciclo de tapices- de la Dama del unicornio (La Dame à la licorne), descubierto en 1841 por Prosper Mérimée en el castillo de Boussac, entonces bajo la subprefectura de Creuse, se convirtió de inmediato en una leyenda gracias a los escritos de George Sand. El mismo fue comprado por Edmond Du Sommerand en 1882 y ha sido desde entonces objeto de varios estudios que han permitido identificar el origen, la iconografía y el estilo de la obra.
Inspirados en una leyenda alemana del siglo XV, los tapices del ciclo de La Dama del Unicornio fueron tejidos en Flandes entre 1484 y 1500. El ciclo está compuesto por seis piezas. Cinco de ellas describen cada uno de los sentidos. La sexta "A mi único deseo" se destaca entre las demás por su tamaño y belleza . Varios animales fantásticos, un león y un unicornio, lucen las armas que han permitido identicar al benefactor Jean Le Viste, un poderoso personaje, cercano al rey Carlos VII. En el fondo de los tapices se observan varios animales domésticos, como conejos, pájaros y monos, creando un universo onírico.
"El gusto" : el león y el unicornio rodean a la Dama quien, con la mirada hacia el periquito que sostiene sobre su mano izquierda, está a punto de tomar un dulce que su sirvienta le ofrece en un recipiente lleno de almendras confitadas. Su perrito vigila con atención sus gestos, mientras que a sus pies, un mono de mirada burlona subraya el significado de la escena, mientras come una baya o una almendra confitada.
"La vista" : el unicornio, con una actitud familiar, ha posado sus patas delanteras sobre las rodillas de la dama y se mira en el espejo que ella sostiene.
"El tacto" : la Dama, magníficamente vestida, sostiene en una mano un estandarte, mientras que con la otra acaricia el cuerno del unicornio.
"El olfato" : la Dama trenza una corona de flores. Detrás de ella, se encuentra nuevamente el mono, que nos da la clave de esta alegoría: está a punto de oler el perfume de una rosa que ha sacado de una canasta.
"El oído" : La Dama toca un órgano portátil (o "positivo") que está colocado sobre una mesa cubierta con un tapiz turco. Un león y un unicornio enmarcan la escena, y también se ven como elementos decorativos sobre los soportes del órgano.