La Historia la escriben
la suma de todas las voluntades
que en ella intervienen
y la firman las voluntades más fuertes.
Héctor Amado
Abbey Lincoln vivió 80 años (1930-2010). Era afro-americana. Mujer de piel negra, para entendernos, en un país que no admitió realmente la igualdad racial, reflejada y promulgada en su democrática constitución de 1787, hasta bien entrados los años setenta. Otra gran mujer del jazz, Nina Simone, se había exiliado voluntariamente de su democrático e igualitario país (EEUU) tras el asesinato de Luther King, a Europa, más concretamente a Francia, por este motivo.
A lo largo de los 80 años que vivió, la mujer nacida Anne Marie Wooldridge, Abbey Lincoln, derivó, de una ciudadana que se sentía marginada, hacia actitudes más comprometidas con la causa del Black Power: ya siguiendo los postulados moderados y pacifistas de Luther King, ya los más radicales de Malcom X. Todas las posturas críticas y combativas eran buenas con tal de luchar por los derechos de la Comunidad Negra -Afro Americana- de los EEUU, y, por ende, por los derechos de todos los seres humanos del mundo a la libertad, con especial hincapié en ese continente maltratado y olvidado que es África (hasta que recientes Copas del Mundo de fútbol lo han traído a la palestra mediática durante las tres semanas de duración del Campeonato -pero esas son otras razones).
Influenciada en sus orígenes -y siempre- por la que fue la más grande, Billie Holiday, Lady Day, de la que tomaría la característica dramatización vocal, en detrimento de una modulación más ortodoxa (Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Lena Horne, Carmen McRae, Dinah Washington) -y al igual que ocurriría con Nina Simone-, Abbey pronto se decantaría por una postura menos aséptica y profesional para volcarse en el activismo político, abandonando la música durante una década y dedicándose a escribir poemas y obras de teatro, entre otras obras de diversa índole, siempre enfocadas en la causa de los derechos civiles, tanto de la Comunidad Negra como de la Igualdad de la Mujer o las minorías marginadas.
Musicalmente fue una grande por derecho propio, autora de sus propias canciones -lo que no impidió que versioneara estandares jazzísticos, como Sophisticated Lady (tema de un próximo post)-, nunca se plegó a las modas y siempre procuró transmitir un mensaje en los temas que interpretaba, para lo que se sirvió de esa su particular interpretación vocal subrayando el sentido buscado por las letras.
Casada de 1962 a 1970 con el extraordinario percusionista Max Roach, firmó lo mejor de su obra musical durante esta época. Entre las producciones de este tiempo están la formidable Straight Ahead, y la que presento hoy aquí: We Insist! Max Roach's Freedom Now Suite, ejemplo de álbum eminentemente comprometido, y que aportó su granito de arena en la prosecución de esa igualdad de derechos perseguida y pretendida.
Imagino que Abbey Lincoln, como tantos otros, entre los que me incluyo, habrá sentido una íntima satisfacción -esas lágrimas del Reverendo Jesse Jackson, fantásticas de sentido: el río Congo fluyendo agradecidas por las mejillas de la negritud afro-americana- viendo que Barack Obama, un hombre negro, afro-americano, alcanzaba la más alta magistratura del país más poderoso de la Tierra, su país, EEUU, ganando holgadamente unas elecciones democráticas: el maleficio estaba roto, la democracia más grande el Planeta (avanzada me refiero, pues la India, que lo es -aunque muy singularmente- casi triplica en número de habitantes a USA) elegía, por primera vez en su historia, un Presidente afro-americano.
Imagino la íntima satisfacción de esta mujer luchadora, combativa, inconformista, al ver a un miembro de su Comunidad jurando -con anécdota incluida- el cargo más alto del gobierno de un país que había esclavizado y marginado a los de su raza durante casi doscientos años.
We Insist! Max Roach's Freedom Now Suite es un disco peculiar, pues está concebido con un guión, de forma secuencial, dramáticamente, con escenas que corresponden a los diversos momentos que hasta la fecha de producción se habían vivido por la Comunidad de Color. Son cinco temas, con una duración de 36:43 minutos, en los que se escucha la voz de un pueblo oprimido, antes esclavo, que busca, que persigue, que lucha por su libertad, y que la va consiguiendo, poco a poco, con sufrimiento, con sangre, con tesón, con fe, con muchos mártires y con algún villano (¿y quién sería capaz de recriminárselo? Siempre injusta, la violencia, a veces, está justificada).
Par ampliar una información que se me antoja valiosísima, existe un soberbio artículo en la web de elclubdejazz.com que adjunto, como siempre, al final de la entrada, en el apartado correspondiente a Links.
Álbum impresionante, experiencia siempre recomendable, disco imprescindible, tema aún vigente (ahí, todavía, África desangrada y desangrándose; y una igualdad real aún por conseguir íntegramente en la conciencia americana -de EEUU, obviamente). Modelo de obra musical comprometida y de calidad incontestable, su audición ha de ser necesariamente atenta, pues no es de escucha fácil. Hay, que escucharla como lo que es: un relato musical de una página aún sin pasar de nuestra historia. Por nuestra imaginación, durante la escucha, podemos deslizar cuantas imágenes se nos sugieran teniendo presente la intención reivindicativa de sus creadores.
Con ustedes: Abbey Lincoln, gran dama del jazz; Max Roach, prodigioso percusionista; Coleman Hawkins, saxo tenor maestro de maestros; y un grupo de excelentes músicos que les harán pasar un muy buen rato de jazz, interpelando, al mismo tiempo, a su conciencia sobre la necesidad de seguir luchando en el día a día, en cualquier foro, de cualquier humilde y sencilla manera, por los derechos de todos a la libertad, a la igualdad, al trabajo digno, a la educación,... y, en resumidas cuentas, a la felicidad. Que sean felices, al menos, durante estos algo más de 36 minutos.
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(Esta entrada debe su existencia a Musa, por avisar de la muerte de Abbey Lincoln, hace siete días)
Y a ella también estos tres temas que subo desde sus comentarios hasta aquí para que todos cuantos por aquí pasearen tuvieren una visión más panorámica de esta jazzwoman -los dos primeros: uno de composición propia y una hermosa versión de un estándar-; y sirva de homenaje y despedida -el tercero, a cargo del extraordinario Oscar Peterson-, de todos cuantos le agradecemos su aportación al jazz y al compromiso social.
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Y aquí, estos otros tres vídeos que nuestra especialista en jazz, la Musa de la Rire, tiene a bien adjuntar, incluyendo Blue Monk y Round About Midnight del gran Thelonius Monk, al que Abbey estuvo muy unida; y un tercer tema propio de Abbey Lincoln (que, como dice nuestra Musa: "yo conocí a Abbey con esta composición"), para ampliar esta discografía complementaria a vuela pluma. Gracias, Musa.
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Links de interés
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