miércoles, 4 de febrero de 2015

El Eterno Femenino en la Escultura (III) - GALERÍA: Escultura s. XIX-XX. Francia (3)





El Eterno Femenino en la Escultura

Reflexiones esculturales

Reflexión 2: La Presentación del hecho Escultórico
(I)

.....Hay varias maneras de contemplar el hecho escultórico. Me refiero a una posible taxonomía confeccionada desde el punto de vista del observador. Es bueno realizar este ejercicio (a pesar del cartesianismo inherente a toda labor analítica, que pudiera parecer reñido con el lúdico disfrute estético de una obra de arte en la que se pretende buscar, apreciar y gozar un tan refractario concepto a la mensurabilidad y el ordenamiento como es el de belleza); y es bueno porque nos ayudará a mejor determinar qué cosas (características, matices, motivos) son las que contribuyen de manera esencial a la satisfacción contemplativa, y, sabiéndolo, afrontar su disfrute bien orientados y enfocados. Cuanto más se sabe de algo, cuanto más se lo enfoca o se lo alumbra, mayor será su capacidad de influencia sobre nuestro conocimiento, y, en este caso que se trata de emociones, sobre nuestro sentimiento. 
.....Bueno es gozar de la belleza que se nos ofrece sin tener que realizar un esfuerzo interpretativo o analítico. De hecho casi toda la belleza que contemplamos no está sometida a ese atento esfuerzo. Simplemente nos llega, nos impacta y la disfrutamos. No nos preguntamos más (porque, como dice nuestro sabio refranero, a burro regalado no se le mira el diente). Y eso es válido, ante todo, en lo referente a la belleza natural que, urbi et orbe, como los rayos del sol en un día soleado, llega hasta nosotros. Pero no está de más, en el terreno del arte, realizar esa fructífera labor de acercamiento, no más sea porque, como ya se va apuntando repetidamente, la obra de arte se nos ofrece siempre más o menos codificada. Descodificarla supone una oportunidad añadida al disfrute, pues suele ser preceptivo que —me enroco en mi sostenida iteración— más se goza cuanto más se conoce. Enfocar es reconocer, y reconocer supone conocer, y conocer brinda un mayor campo a la posibilidad de disfrute. Esa es la razón que justifica ese pequeño esfuerzo que supone el análisis de la obra de arte que está ante nosotros con la intención de ofrecernos todo ese caudal de significación que late bajo la regalada, y siempre bienvenida, belleza aparente con que nos cautiva.

.....Dejando a un lado las cuestiones relativas a la técnica escultórica, que pueden ser consultadas en lugares más apropiados que este y desarrolladas por más sólidas autoridades que la que yo pueda poseer (si es que alguna me cabe), me centraré seguidamente en mis propias impresiones acerca de lo que me parece importante analizar cuando nos enfrentamos a una determinada escultura, cuando abordamos el hecho escultórico en base a su Presentación. Por ejemplo, atendiendo a la composición de la obra: ¿cómo se nos ofrece? ¿bajo qué referencias está concebida su estructura formal? ¿Qué busca el artista al ofrecerla de una manera u otra?; o bien, en cuanto a la expresión del/los personaje/s en el contexto de la obra, ¿qué códigos utiliza el artista para expresar emociones y cautivar la atención y conmover al observador?; o ¿qué estilo utiliza y por qué?; y, en fin, en cuanto a su relación con la realidad, ¿cómo se adecua a ella? ¿en qué grado se aproxima a lo natural o coquetea con lo imaginario?
.....Se trata de ordenar, en base a estas claves, las diversas posibilidades que se nos ofrecen, para, así, sin obviar la siempre bienvenida sorpresa, echar mano de una guía que nos lleve de la mano a la hora de contemplar y comprender el hecho artístico plástico que tengamos delante. No me atengo a ningún rigor académico en lo que sigue; la perspectiva será en todo momento exclusivamente la del punto de vista del mero observador atento y curioso. He de subrayar, así mismo, que las referencias que contemplo para realizar este ordenamiento son las más de trescientas obras manejadas y que aquí se adjuntarán. Es decir, me remito a las esculturas que tienen a lo femenino como monotema. Lo femenino que, desde la forma material sublimada en obra de arte, nos comunica un intenso y maravilloso sentimiento de eternidad.



En cuanto a la composición:

– Naturalidad.- El personaje o personajes están presentados y representados de forma natural. Su postura y gesto pertenecen a lo considerado como habitual y familiar. Tanto si hay dramatismo o exaltación, como si se trata de representar un hecho trivial, la composición presentará formas reconocibles y cercanas, ordinarias y de la vida corriente.

– Originalidad.- El tratamiento compositivo incluye lo inesperado, lo novedoso, lo no habitual, incluso lo genial. Aquí las posibilidades, siendo más restringidas que en la pintura, no dejan de ofrecernos la singularidad del artista, su marchamo, su individualidad. Veremos que esta cualidad está muy ligada al estilo, y, obviamente, en los estilos naturalistas, ya sean clásicos o academicistas, poco margen hay para la diferenciación y la singularidad, pues que aquí se trata de representar el cuerpo humano (en este caso, el de la mujer) tal cual él es. No obstante vemos que es, precisamente, en la composición (en connivencia con la expresión) donde puede rastrearse la originalidad de una obra y, por tanto, su procedencia.

– Manierismo.- Con este término quiero expresar menos un particular estilo tardo renacentista o protobarroco que una forma de presentar las figuras en su soporte. Éstas ya no se limitarán a imitar situaciones, posturas, rasgos, naturales, sino que existirá un buscado forzamiento, un alejamiento de lo natural para dotar a la figura de connotaciones figuradas. En la forma —y por medio de la forma— se intentará añadir al natural significados que apelen al imaginario, alusiones y referencias analógicas. Se recarga la composición para epatar y conmover, se fuerza la naturalidad, se coquetea con lo fantástico o lo imaginario para dotar de fuerza suplementaria a la escultura. Este efecto es más fácil de aplicar —y conseguir— en los grupos escultóricos (que contiene varias figuras) o en aquellas obras que permiten la adicción de elementos complementarios a la figura protagonista.

– Idealización y Fantasía.- La presentación está totalmente alejada de la realidad. Se busca, intencionadamente, apelar al imaginario del observador. No se pretende imitar la naturaleza, ni ser original en su presentación, ni forzado en su puesta en escena; simplemente, y sin complejos, se quiere apelar a un mundo imaginario, no real (si por realidad nos ceñimos al concepto de lo material y aparente que nos rodea), perteneciente al imaginario colectivo, cultural, del observador. Con este tipo de composición se pretende, sencillamente, apelar a lo abstracto y conceptual (muchas de la representaciones mitológicas se englobarían en este tipo), apuntar al acervo cultural.


En cuanto a la Expresión:

– El Misterio.- Toda obra de arte, por el hecho de serlo, por definición, conlleva en su expresión una determinada proporción de misterio; un misterio que extrae su razón de ser de la intención del artista creador: en la obra estará, expresa e impresa, la impronta de su carácter y de su intencionalidad. Todo artista tiene su propio lenguaje —además de entenderse en el propio del común—, y ese lenguaje brota muchas veces de las más insondables profundidades de su ser, siempre en complicidad con su experiencia.¡Cómo no va a trasladar, cómo no va a proyectar, cómo no va a transferir a la obra, que es producto de su plétora creativa, todo ese bagaje de introspectiva mismidad e insoslayable singularidad? Deberíamos, en todo caso, clasificar las obras de arte por la cantidad de misterio que en ellas hallamos, para determinar hasta qué punto el artista creador se ha implicado, hasta qué punto ha sido honesto con su íntimo sentir. Y esto teniendo en cuenta que ha de ser mínimamente inteligible, pues un enigma en absoluto irresoluble deja ser de enigma para, simplemente, no ser. Misterio, sí, pero sugerente, evocador, atrayente como una luz que se filtra a través de la impenetrable cúpula de la jungla o de la invisible bóveda de una profunda gruta. Dime cuánto misterio posee una escultura y te diré cuán profundo o superficial es su autor.

La Sugerencia y la Insinuación.- Sugerir e insinuar, aludir en cualquier caso, además de plantear un determinado tema (un personaje, un episodio de su vida, una alegoría), es un recurso expresivo muy utilizado en el arte (no sólo en la escultura, y no sobre todo, pues en la pintura y —no digamos– en la literatura se utiliza con profusión). Es un recurso vinculado a lo que Boscán definiera admirablemente como agudezai. Por medio de la alusión (insinuación, sugerencia) el creador multiplica el significado de un concepto, expresión, forma o sonido, y lo multiplica por dos, tres o más sentidos diferentes, si el genio es vivo y la erudición mucha. En la escultura vendrá expresada por elementos complementarios (accesorios) o intrínsecos (propios o inherentes a la manera en que se presenta el personaje central). Aludir, insinuar, sugerir, abren el abanico de significación, enriquecen el sentido, dotan a la escultura de contexto más allá de la forma bella: fecundan la imaginación del observador.

– La Sutileza.- Decir las cosas, pero decirlas con elegancia. Presentar una figura rotunda, pero hacerlo con sutileza, con insinuante delicadeza, huyendo de lo ordinario y lo grosero, es uno de los recursos más indicados para el hecho escultórico. Quizás porque, al ser un arte tan proclive a lo mimético de lo real, es fácil caer en lo ordinario. La idealización, de forma evidente, es quien más tiende a esta sutileza, ya que la cualidad de lo sutil reside en la inteligencia, en la abstracción; apela directamente tanto a la agudeza del artista como a la del observador. De nada sirve ser sutil si nadie sabe apreciarlo; si nadie comprende los dobles sentidos y las insinuaciones de nada servirá ejecutar una obra que los contenga. Ser sutil (y Canova lo fue más que Bernini, y éste más que Miguel Ángel) es dotar a tu obra de alas más aleves, capaces de utilizar las más livianas corrientes de aire para elevarse sin esfuerzo (Canova). Los titanes no necesitan la sutileza: les basta su fuerza, su poderío, su dominio sobre los elementos (Bernini, Miguel Ángel) para asaltar el Olimpo.

– La Metáfora y la Alegoría.- Hijas del símil, las figuras retóricas que encubren mostrando, para así mostrar más de lo que encubren, la metáfora y la alegoría son recursos expresivos, que como la alusión, ejercen su función de forma transversal: implican diversos niveles y categorías de conocimiento, e, incluso, de emociones ligadas al comportamiento (a la actitud). Quizás no sea el recurso más empleado en la escultura (aquí también es más recurrente en la pintura y la literatura), pero tampoco le es ajeno (cuando a un personaje real se le presenta como otro de ficción, con sus determinadas cualidades/virtudes o defectos/vicios, se está aludiendo, metafóricamente, a ese personaje real en las virtudes del imaginario presentado). En mayor o menor medida toda representación escultórica conlleva un símil, hace referencia a un contexto cultural, pero sólo los más hábiles (geniales) son capaces de crear sublimes metáforas capaces de sugerir sobre un personaje mucho más que la presencia del personaje mismo.

– La Pureza.- Es la cualidad más difícil de expresar. No es sencillo, en un desnudo femenino, expresar el Eterno... sin caer en lo pretencioso o lo ridículo, o, al contrario, en lo ramplón, lo soez o lo obsceno. La forma pura exige contención, proporción, sublimación, honestidad, rigor. No se puede aspirar a lo divino desde lo infrahumano (aquello que se encuentra en la escala más baja de su cualidad), sino que el artista deberá hacer un esfuerzo para trascender la humanidad que le es propia para llevar a su obra la divinidad que él barrunta, siente y a la que aspira. Crear una emoción intensa, profunda, arrebatada o mística, con sólo la forma pura es la quintaesencia del escultor, su más ansiado anhelo, y la más alta cota de perfección en un arte (la Gioconda, con su enigmática sonrisa, es un ejemplo de esto en la pintura; la praxiteliana Venus de Cnido, o la posterior, alejandrina, de Milo, lo serían en la escultura).



2
La Mujer de Bronce

.....Tiene Roxana la piel bruñida por eones de sol y luna, y el alma forjada en atanores de pasión. Tiene la mirada salvaje de un felino y en su boca se adivinan, afilados, los colmillos de la seducción. Son garras de terciopelo las manos y de madreselva piernas y brazos cuando se entrega al amor. Toda ella es promesa de aventura, de ardientes ascensos a las sublimes cumbres de la ensoñación. Negra cascada la cabellera le cae torrencialmente sobre las turgentes laderas que en curvas se resuelven, de admirable proporción, y en valles nada apacibles donde el misterio está al cabo de cada turbadora depresión. Milagro de la naturaleza, la más sublime obra de su infinita evolución: forma perfecta surgida en el momento más feliz de la divina inspiración.

.....Nació Roxana cuando el alba incendiaba el firmamento; cuando, desde el Oriente, los fogosos caballos del carro de Apolo levantaban chispas en el éter; cuando la noche, presurosa, huía perseguida por los dorados reflejos del cabello del dios Sol. La parió su madre en una líbica aldea de arcanas connotaciones, en cuyas inmediaciones, al abrigo de los pardos roquedales, antiquísimos ancestros dejaron las primeras huellas de su ser artístico; huellas rojas como la sangre y anaranjadas como el fuego eterno. Sangre y fuego que son la expresión de la vida, el símbolo de su insaciable ansia de ser. Nació Roxana como un epítome de lo femenino que latía en aquellas primigenias tierras donde se produciría el advenimiento de la humanidad. Y en ella, refundida, compendiada, toda la belleza desplegada hasta ese momento, síntesis de la femineidad. Ébano lustroso cuya piel emitía reflejos de carbón encendido, Roxana dispensó su primera sonrisa al oscuro botón que le ofrecía la blanca savia materna; y la segunda, mientras mamaba con fruición, a su hermanito de tres años que la miraba con ojos estelares, tan abiertos como un universo en expansión. Era esta segunda sonrisa suya una sonrisa provocadora y profética: la sonrisa que la hembra esboza al contemplar al macho, sabedora de su poder y privilegiada posición; una sonrisa alada, en cuyo vuelo pueden admirarse las plumas de la fascinación. Y así lo padeció de inmediato (sin comprender, de forma inconsciente) aquel germen de hombrecito, pues sintió encendérsele la cara con un fuego que le ascendía desde las entrañas. Succionaba Roxana la leche materna a grandes sorbos y, al mismo tiempo, embebía, divertida, complacida e insaciable, la mirada embelesada de su víctima.


.....Creció esbelta como un junco y grácil como una rama de sauce. Y su atractivo creció con ella. Broncínea, su epidermis apenas pudo contener el florecimiento de sus hormonas: abombándose por aquí, hinchándose por allá, combatiendo sin cuartel las líneas rectas, ganándole terreno a lo curvo, haciendo de lo esférico un destino, de lo cóncavo y lo convexo un juego de alternancias en feliz resolución: un cuerpo adolescente escultural que ni el más imaginativo de los creadores hubiese sido capaz de imaginar, un canto a la parábola, una alabanza a la razón de ser sinusoidal.
.....Fue descubierta por uno de esos fotógrafos adictos a la aventura. Aunque nunca podríamos negar que fuera ella quien descubriera la posibilidad de salir de aquella burbuja neolítica para penetrar en un mundo, quizás menos natural y franco, pero mucho más complejo, donde poder desarrollar todo el poder de significación y conquista que en ella tan prodigiosamente se concitaba. El fotógrafo fue su primera víctima extranjera, la de ese su corazón veleidoso y duro, forjado con fuego y deseo en la africana fragua. Ardería el desgraciado, consumiéndose de melancolía en un cuartucho del East End, cuando, una vez introducida en el mundillo del arte neoyorkino, ella lo abandonó para seguir su imparable ascensión hacia las cimas del éxito, llevada en volandas por otros ojos, por otras manos, por otras voluntades más poderosas que las de un freelance del tres al cuarto.
.....Ya en sazón, con veintidós años, la bella Ebony —que tal sería el nombre con que se la conocería en Occidente— era un ejemplar viviente de rara e irresistible perfección. Y también, a medida que su vida progresaba y se enriquecía, floreció su fama de seductora empedernida y despiadada. Siempre desde la más absoluta autoridad, desde el más soberano dominio, manejó a los hombres como una Circe haría: a base del embrujo y el hechizo inherente a su irresistible encanto.

.....No sólo era su soberbio cuerpo, dechado de rotunda anatomía femenina, sino su pícara y fácil sonrisa, su mirada cálida y salvaje, sus movimientos sugerentes, y todo ello, para más inri, gobernado por una ágil inteligencia y manifestado con ternura desinhibida y una gracia natural, libre de la menor afectación, capaz de derretir las meninges a un Pascal. Devoraba hombres con la facilidad, el gusto y casi con la misma frecuencia con que uno engulle las tostadas del desayuno con su mermelada preferida. Siempre fresca, siempre lozana, era proverbial su capacidad de recuperación tras sus constantes actividades cinegéticas; aunque hay quien dice que, en realidad, esa desbordante energía de que hacia gala con insultante prodigalidad, la obtenía de los hombres a los que absorbía toda la suya; como si de un trasunto más morigerado de la condesa Báthory se tratase (aquella tristemente famosa aristócrata húngara de la segunda mitad del siglo XVI, cuyo plan de rejuvenecimiento incluía periódicos baños en la sangre de doncellas vírgenes; y a la que se achacó ser la causa de más de 600 muertes).

.....Al cumplir los treinta años la celebridad de su incomparable belleza sólo era comparable a su fama como vampiresa. Ellos, los hombres, lejos de amedrentarse, pujaban por caer en sus redes; y desgraciado de aquél que no pudiese exhibir, cual si de una meritoria medalla al valor se tratase, siquiera un romance de una noche en la concurrida y revisitada cama de Roxana. Ésta, por otra parte, se dejaba querer, y amaba sin freno ni miramientos. Elegía y se dejaba elegir. A veces se sorprendía por hallar, en quien no sospechaba (alguien no elegido por ella, sino de quien ella era objeto de elección), mayor potencial de estímulo y excitación que en aquel en quien presumía hallarlo. Descubrió, no sin cierta perplejidad, que en numerosas ocasiones encontraba aún más placer y satisfacción al ser elegida que al elegir. La sorpresa y lo inesperado la proyectaban a íntimos, y siempre bienvenidos, espacios sensitivos aún por descubrir. Aprendió lo que significaba sentirse conquistada, y, con ello, a disfrutar de la gozosa experiencia que suponía experimentar sus sensaciones constantemente renovadas. Mas, a pesar del inevitable inicial desconcierto, nunca perdió su dominio, jamás dejaría de ejercer su control.

.....Ese alma forjada en atanores de pasión, fundida en broncínea apariencia, tras un intenso y exitoso periplo por un primer mundo volcado en el culto al cuerpo y la exaltación de la belleza, se retiraría, aún joven, a su aldea natal, donde, con los réditos obtenidos por años de explotar su imagen y de complacer y complacerse a y con la crême de la crême del mundo masculino, construyó un centro hospitalario y un colegio para cubrir las necesidades de la región, se edificó una casa biodinámica con vistas a la sabana y esperó, en total integración con la naturaleza, el día en que la vida decidiera dar por terminado su papel en la interminable representación de la existencia.

Fin



GALERÍA

EL ETERNO FEMENINO EN LA ESCULTURA
Último tercio del siglo XIX y primero del XX

.
FRANCIA (3)
.

PIERRE-ÉTIENNE-DANIEL CAMPAGNE
1851-1910
.
Phryne, 1885
.
Phryne (bronze)
.
Phryne (side view, left and right)
.
Phryne (back view)
.
Phryne (details, front and back)
.
Ondine





HENRI-HONORÉ PLÉ
1853-1922

Flore
.
Roses de Mai
.
L'Echo des bois (marbre)
.
L'Echo des bois (bronze)
.
 .
 .
.
 .

 .



PAUL ROUSSEL
1867-1895

Eve Tempted
.
Eve ou la Pomme

.
.
The Evening Star

Hippolyte Paul Roussel 1867-1928
.
.

Nonia, danseuse à Pompèi

 .
 .
....
 .
.
.
Paul ROUSSEL & SÈVRES 1907 grande sculpture Art Nouveau (H:72 cm) |.......Paul Roussel & SÈVRES 1907 Art Nouveau sculpture high (H: 72 cm) | ...
.
Paul ROUSSEL & SÈVRES 1907 grande sculpture Art Nouveau (H:72 cm) |...
.
Paul ROUSSEL & SÈVRES 1907 grande sculpture Art Nouveau (H:72 cm) |.......
.
.





ANTONIN CARLÈS
1851-1919
.
La Jeunesse (marbre)
.
La Jeunesse (marbre)
.
 La Jeunesse (bronze)
.
 La Jeunesse (bronze)
.
 La Jeunesse (bronze)
.
La Jeunesse (bronze)
.




GIOVANNI DUPRÉ
1817-1881

Mourning Sappho

.
.
.
.




JEAN-LÉON GERÔME

La Joueuse de Boules

 .
.
 .
  .




AIMÉ MILLET
1819-1891
.
Ariadne
.
.
.
.
.
.
.
.
Cassandra

 .
 .
 .
 .
 .
.
 .
 .
 ..




WORKSHOP OF LAURENT DELVAUX (1696-1778)
AND PETER SCHEEMAKERS (1691-1791)
.
Diana Reclining, c 1718-1728
Workshop of Laurent Delvaux (1696-1778) and Peter Scheeemakers (1691-1791)
.




EMMANUEL HANNAUX
1855-1934
.
La Source
.




JOSEPH LESCORNÉ
1799-1872
.
Clytie
.
Clytie
..



.
HIPPOLYTE-FRANÇOIS MOREAU
1832-1927
.
Naïade
.
Nymph with a Dove
.



SÉRAPHIN DENÉCHEAU
1831-1912
.
Diana couchée sur un croissant de Lune (marbre)
.
Diana couchée sur un croissant de Lune (bronze)
.



GEORGES-MARIE-VALENTIN BAREAU

L'Appel aux Armes
.
.
Diana riding on an Egale

 .

  .
 .
.


JOSEPH ANDRAU
1907-1987
.
Femme accroupie (Kneeling Woman), 1939
.




JOSEPH-ALEXANDRE RENOIR
1867-1928
.
La Reine Berenice consacre sa Chevelure
.



DESIRÉ-MAURICE FERRARY
1852-1904
.
Salammbo
..
.
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .
 .

Leda and the Swan

.
 .
 .
 .
 .
.
Junon au Paon.
.