Apuntes sobre el Renacimiento en la pintura
y su influencia en la visión del Eterno Femenino
(2)
.....Entre las muchas lecturas que cabe hacer sobre lo que supuso el Renacimiento para el devenir de la cultura occidental, entre los muchos cambios que introdujo en unas sociedades por siglos (los siglos posteriores a la caída del Imperio Romano y la cristianización del orbe europeo) vueltas hacia lo numinoso, lo mágico o lo fantástico que una creencia en un más allá supuso (no otra cosa, al fin y al cabo, encierra el corpus doctrinal del Libro), éste fue el de devolver al ámbito terrenal una femineidad hasta ese momento sólo consentida si divinizada. La misma consideración del hecho Madonna, esa proliferación imparable de la representación de lo femenino cercano, terreno, en un ámbito mayoritaria y jerárquicamente masculino, pugnando con la representación hegemónica del martirologio en la cruz, se forja y desarrolla en el Renacimiento, incluso ya es anunciada en el proto-Renacimiento (aunque allí la representaciones in trono son aún las más utilizadas).
.....Las Madonnas llegan desde un cielo lejano, imaginario, improbable (si necesario), para quedarse en la tierra. La Madonna ya no es una divinización forzada de lo femenino (polo que faltaba en los primeros siglos de cristianismo, relegado a una posición subalterna, cuando no directamente a una demonización de su existencia), sino la representación de la divinidad que habita en la mujer. Una divinidad que posee el mismo rango (o casi) que la divinidad que reside en el hombre. Es más, ahora ya se reconoce (y se muestra gráficamente) que la divinidad de las divinidades —el Hijo del Padre—, sólo pudo hacerse posible a través de su polo femenino. No se dice en el corpus que María sea Dios (como lo es el Hijo, y, de otra forma, el Paráclito), pero, al elegirla Dios para su cometido (de redención), no hizo sino dotarla de un status divino, elevando su rango mortal al inmortal y eterno (algo así a lo sucedido antes, de una manera menos luctuosa y más festiva, en las Mitologías Griega, Romana o Nórdica, donde los dioses y diosas engendraban en mortales a seres inmortales, gozando ellos, los engendradores mortales, por ello mismo, habitualmente, del mismo trato eterno).
.....Devuelve el Renacimiento a la figura de la divinidad su cara más mundana y terrenal. recoge, así mismo, junto a la de la Madonna, la figura del santo y de la santa, es decir, terrenaliza la divinidad, pues no otra cosa supone la santidad que una especie de divinización de lo humano: la mujer, el hombre, gracias a su virtud, a su esfuerzo, a su postura y disposición en la vida, obtienen por meritaje el premio de alcanzar un nivel superior que sobrepuja el mortal: el día del juicio serán llamados al lado del Creador, con quien gozarán eternamente de su gloria. Pero esta divinización, a ojos del Renacimiento, ya no demandará la renuncia, la penitencia, la negación, sino que en esa decidida mirada retrospectiva al clasicismo lo que consigue es positivizar tanta negación, relativizar —cuando no cuestionar— tanta penitencia, colmar tanta renuncia. Los ojos de la conciencia renacentista desvían la mirada desde el interior donde permanecían abismados, para volver a contemplar el exterior, la vida alrededor, que recobrará, así, todo su valor (alcanzado en el momento cumbre del movimiento, con Leonardo, Miguel Ángel y Rafael).
.....Es el Renacimiento, pues, un movimiento pendular positivista, opuesto al movimiento negativista que supuso el medioevo (negativista de la existencia presente en detrimento de una prometida vida futura). Y en este positivismo la mujer, poco a poco, va consiguiendo un lugar más igualitario (aunque aún alejado de lo que con el tiempo llegará a obtener: en esas estamos aún). Pero para conseguir esa equiparación —con el hombre— antes deberá volver del cielo donde se la ascendió para hacerla digna (ante los ojos de Dios y de los hombres). Y de allí vendrá, ella, la Madonna, para redimir y rescatar a la mujer (como entidad ejemplar) de su posición inferior. Ella será quien proporcione los argumentos y las razones para dotar a toda mujer de una naturaleza en todo semejante a la del hombre (por más que aún se admita su ulterior creación a partir de una costilla del primer hombre), pero más completa y productiva (o, al menos, tanto).
.....¿Se ha pensado en algún momento que lo que realmente hace posible este milagro que llamamos vida, es un ordenado reparto de papeles entre potencialidades complementarias? El sexo surgió como una solución ingeniosa a la proliferación y diversificación de las formas de vida. En el plan del Creador tanto vale una forma como otra, una causa como otra, un medio como otro. Si ese plan es la vida inagotable, eternamente efímera, imparablemente repetida, nunca idéntica a sí misma, todos los medios son, no ya válidos, sino igualmente valiosos. Considerar preeminente uno de los sexos sobre el otro supone una ceguera del mismo calibre que la que se pretende exorcizar al pretender ordenar de forma jerárquica a los seres. El Renacimiento, al mirar hacia aquellos reinos en excelsas ruinas que fueron Grecia y Roma, lo que hizo fue lo mismo que haría Sidarta Gautama bajo la higuera: tocar tierra, para no ser enajenado de la existencia, para autoafirmarse en la misma: en esta existencia que conocemos y que hace posible la especulación sobre cualquier otra que se nos ocurra (o necesitemos barruntar). El renacentista es un ascético peregrino que decide no abandonar el mundo sino aferrarse a él, y aferrarse, además, asiendo la más noble de las tablas: la estética de un arte capaz de sacar del ser lo mejor que éste puede ofrecer, que no es otra cosa que la capacidad para imaginar mundos posibles tomando como referencia la belleza.
.....Las Madonnas llegan desde un cielo lejano, imaginario, improbable (si necesario), para quedarse en la tierra. La Madonna ya no es una divinización forzada de lo femenino (polo que faltaba en los primeros siglos de cristianismo, relegado a una posición subalterna, cuando no directamente a una demonización de su existencia), sino la representación de la divinidad que habita en la mujer. Una divinidad que posee el mismo rango (o casi) que la divinidad que reside en el hombre. Es más, ahora ya se reconoce (y se muestra gráficamente) que la divinidad de las divinidades —el Hijo del Padre—, sólo pudo hacerse posible a través de su polo femenino. No se dice en el corpus que María sea Dios (como lo es el Hijo, y, de otra forma, el Paráclito), pero, al elegirla Dios para su cometido (de redención), no hizo sino dotarla de un status divino, elevando su rango mortal al inmortal y eterno (algo así a lo sucedido antes, de una manera menos luctuosa y más festiva, en las Mitologías Griega, Romana o Nórdica, donde los dioses y diosas engendraban en mortales a seres inmortales, gozando ellos, los engendradores mortales, por ello mismo, habitualmente, del mismo trato eterno).
.....Devuelve el Renacimiento a la figura de la divinidad su cara más mundana y terrenal. recoge, así mismo, junto a la de la Madonna, la figura del santo y de la santa, es decir, terrenaliza la divinidad, pues no otra cosa supone la santidad que una especie de divinización de lo humano: la mujer, el hombre, gracias a su virtud, a su esfuerzo, a su postura y disposición en la vida, obtienen por meritaje el premio de alcanzar un nivel superior que sobrepuja el mortal: el día del juicio serán llamados al lado del Creador, con quien gozarán eternamente de su gloria. Pero esta divinización, a ojos del Renacimiento, ya no demandará la renuncia, la penitencia, la negación, sino que en esa decidida mirada retrospectiva al clasicismo lo que consigue es positivizar tanta negación, relativizar —cuando no cuestionar— tanta penitencia, colmar tanta renuncia. Los ojos de la conciencia renacentista desvían la mirada desde el interior donde permanecían abismados, para volver a contemplar el exterior, la vida alrededor, que recobrará, así, todo su valor (alcanzado en el momento cumbre del movimiento, con Leonardo, Miguel Ángel y Rafael).
.....Es el Renacimiento, pues, un movimiento pendular positivista, opuesto al movimiento negativista que supuso el medioevo (negativista de la existencia presente en detrimento de una prometida vida futura). Y en este positivismo la mujer, poco a poco, va consiguiendo un lugar más igualitario (aunque aún alejado de lo que con el tiempo llegará a obtener: en esas estamos aún). Pero para conseguir esa equiparación —con el hombre— antes deberá volver del cielo donde se la ascendió para hacerla digna (ante los ojos de Dios y de los hombres). Y de allí vendrá, ella, la Madonna, para redimir y rescatar a la mujer (como entidad ejemplar) de su posición inferior. Ella será quien proporcione los argumentos y las razones para dotar a toda mujer de una naturaleza en todo semejante a la del hombre (por más que aún se admita su ulterior creación a partir de una costilla del primer hombre), pero más completa y productiva (o, al menos, tanto).
.....¿Se ha pensado en algún momento que lo que realmente hace posible este milagro que llamamos vida, es un ordenado reparto de papeles entre potencialidades complementarias? El sexo surgió como una solución ingeniosa a la proliferación y diversificación de las formas de vida. En el plan del Creador tanto vale una forma como otra, una causa como otra, un medio como otro. Si ese plan es la vida inagotable, eternamente efímera, imparablemente repetida, nunca idéntica a sí misma, todos los medios son, no ya válidos, sino igualmente valiosos. Considerar preeminente uno de los sexos sobre el otro supone una ceguera del mismo calibre que la que se pretende exorcizar al pretender ordenar de forma jerárquica a los seres. El Renacimiento, al mirar hacia aquellos reinos en excelsas ruinas que fueron Grecia y Roma, lo que hizo fue lo mismo que haría Sidarta Gautama bajo la higuera: tocar tierra, para no ser enajenado de la existencia, para autoafirmarse en la misma: en esta existencia que conocemos y que hace posible la especulación sobre cualquier otra que se nos ocurra (o necesitemos barruntar). El renacentista es un ascético peregrino que decide no abandonar el mundo sino aferrarse a él, y aferrarse, además, asiendo la más noble de las tablas: la estética de un arte capaz de sacar del ser lo mejor que éste puede ofrecer, que no es otra cosa que la capacidad para imaginar mundos posibles tomando como referencia la belleza.
.....Esto tiene en mente el artista del Renacimiento cuando crea y recrea la realidad heredada del medievo: la vida merece la pena ser vivida, es posible imaginar un paraíso imbricado en la existencia cotidiana, el arte lo hace posible. Y es así como a partir del arte, que lo impregna todo, el ser renacentista se congracia con el mundo, exalta la carne y tutea sin miedo al demonio, con quien hará tan buenas migas que no lo considerará ya como el negativo de la vida sino uno de sus valedores (el concepto de un demonio Lucifer, hacedor de la luz, Ángel Caído de quien se servirá Dios para llevar a cabo su Plan, comienza a forjarse en el Renacimiento). El Arte será el medio; la autoafirmación de la humanidad, el fin. Todo en el Renacimiento, especialmente a partir del siglo XV, gira en torno del arte. Hasta la guerra (el otro gran pilar hacedor de civilizaciones) se hace artística. Existe un compadreo entre ambos: el poder de las armas supone un mayor vigor artístico: bien del vencedor por exaltación, bien del vencido como lenitivo de su derrota. Las naciones pugnan no sólo en los campos de batalla sino en sus colecciones de arte, que tendrán la categoría de verdaderos tesoros nacionales, escaparate de la magnificencia de sus propietarios.
.....En todo este estado de cosas, como parte beneficiada, la figura de la mujer, repetida ad ominem en toda aquella Europa de las naciones guerreras, por medio de su representación como Madonna, se revaloriza. La madre de Dios, es ahora, la madre; y la madre es la amante, la musa, la dispensadora. La madre de Dios viene a rescatar a la mujer del fango donde la ubicó una religión eminentemente masculina y masculinizante, la levanta y la coloca a la altura del hombre (en otro orden de cosas, de arte, los juglares harían lo propio en el ámbito literario). El Eterno Femenino ganaría con la figura de la Madonna una dimensión divina (divinizante) que no tenía, una dimensión que balanceaba la densidad terrena y humana tan vilipendiada a lo largo de la Edad Media. La Madonna, las madonnas, alcanzaron con Lippi, con Luini, con Perugino, con Raphael o Leonardo, la dimensión humana de la divinidad como nunca antes se había logrado: ellos coadyuvaron más a ese hecho que los sesudos tratados filosóficos o sociológicos posteriores.
.....Sublimación propiciada por el arte, por la pintura, que, a partir del Renacimiento sobre todo, impregnaría las conciencias, penetrando hasta el subconsciente, o el inconsciente colectivo jungiano, donde se constituiría en pilar fundamental sobre el que erigir esa figura que nos traemos entre manos desde hace ya varios posts, y que se ha dado en llamar Eterno Femenino.
...
.....Con esta tercera entrega del Eterno Femenino en la pintura doy por concluida la muestra de pintores italianos del Renacimiento que en su obra incluyen una significativa realización de Madonnas. Ni qué decir tiene que no he agotado completamente tal posibilidad, sobre todo teniendo en cuenta la difusa frontera que separa el Renacimiento propiamente dicho de esa transición hacia el barroco que fue el manierismo. De éste sólo he incluido algunos de sus representantes. No he querido embarcarme en la posibilidad de hacer su presencia exhaustiva porque tengo intención de hacerlo en otro lugar, es decir, que más adelante habrá propuesta manierista. La inclusión de algunos pintores manieristas ha tenido un objetivo más bien didáctico: la posibilidad de establecer un claro desarrollo del hecho artístico, desde el proto-Renacimiento hacia el barroco. Entre ambos extremos la tensión renacentista encuentra su razón de ser.
.....Sólo restará, pues, la cuarta propuesta, dedicada al Renacimiento Nórdico (flamenco-germano), para finalizar esta serie. Lo abrumador de los contenidos (que al final sobrepasarán las setecientas obras), constituido en frondoso bosque de belleza inmarcesible, espero que deje ver los diferentes árboles con la suficiente individualidad: merece la pena. Como es habitual, he intentado ofrecer la mejor versión, la mejor copia, que muestre una mayor fidelidad con los colores originales. No siempre ha sido posible, pero no habrá sido por falta de voluntad y esfuerzo, sino por no haberla hallado o no figurar con la suficiente calidad o tamaño.
.....La música que acompaña el presente post, siguiendo virginal el hilo conductor, está dedicado a tres manifestaciones diferentes de la forma Vespro de la Beata Vergine, composiciones dedicadas a la figura que encarna (pictóricamente) la Madonna. Vivaldi, Monteverdi y Porpora nos ofrecen su perspectiva musical de ese pilar fundamental del Eterno Femenino que es la mujer divinizada y que los italianos bautizaron con el nombre que aquí se ha constituido en motivo.
LOS PINTORES
Artistas que se adjuntan en el presente post:
MADONNAS
4 - Autores Italianos (4)
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Parri
Spinelli (1387-1453)
Piero
della Francesca (1415-1492)
Piero
di Cosimo (1462-1522)
Pietro
di Domenico da Montepulciano (1418-1427/32)
Pietro
Lorenzetti (1280/85-1348)
Pietro
Perugino (1448-1523)
Pinturicchio
(1452-1513)
Pontormo
(Jacopo Carrucci) (1494-1557)
Pordenone
(Giovanni Antonio de' Sacchis) (1484-1539)
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Raffaello
Sanzio (1483-1520)
Ridolfo
Guirlandaio (1483-1561)
Rosso
Fiorentino (1495-1540)
Sano
di Pietro (1405-1481)
Santi
di Tito (1536-1603)
Sebastiano
Mainardi (1460-1513)
Simone
Martini (1284-1344)
Taddeo
di Bartolo (1362-1422)
Tiziano
Vezellio (1488/90-1576)
Zanobi
di Jacopo di Piero Machiavelli (1418-1479)
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GALERÍA
MADONNAS 4
Autores Italianos (4)
Parri Spinelli
(1387-1453)
Madonna della Misericordia, 1435
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Madonna della Misericordia, 1435
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Madonna della Misericordia Trittico
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Piero della Francesca
(1415-1492)
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Madonna di Senigallia
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Madonna di Senigallia
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Madonna de Brera (Pala de Brera, Montefeltro)
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Madonna de Brera (Pala de Brera, Montefeltro)
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Polittico di San Antonio (Perugia)
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Polittico di San Antonio (Perugia)
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Madonna del Polittico di San Antonio
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Madonna del Polittico di San Antonio
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Piero di Cosimo
(1462-1522)
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Pietro di Domenico da Montepulciano
(1418-1427/32)
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Madonna and Child
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Madonna della Misericordia
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Madonna della Misericordia
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Pietro Lorenzetti
(1280/85-1348)
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Madonna and Child Enthroned with angels and donor
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Pietro Perugino
(1448-1523)
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Madonna and Child, 1501
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Madonna and Child, 1501 (detail)
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Madonna and Child with the young St John, 1497
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Madonna and Child Enthroned with Sts Rosa, Caterina of Alexandria and angels, 1490-92
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Apollonia e Giovanni Evangelista), 1495-96
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Pinturicchio
(1452-1513)
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Madonna col Bamnbino e San Giovannino orante
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Madonna col Bambino in trono e San Giovannino, detail (Pala di Santa Maria dei Fossi, Panel Central)
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Madonna dei Latte
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Madonna and Child, 1496-97
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Pontormo (Jacopo Carrucci)
(1494-1557)
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Pordenone (Giovanni Antonio de' Sacchis)
(1484-1539)
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Madonna and Child Enthroned
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Madonna and Child with saints
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Madonna della Misericordia (Pala de la Misericordia)
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Pordenone (Giovanni Antonio de' Sacchis)
(1484-1539)
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Raffaello Sanzio
(1483-1520)
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Madonna Bridgewater, 1507
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Madonna of the Pinks, 1506-07
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Madonna Connestabile, 1502-03
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Madonna and Child with a book (Madonna de Pasadena)
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Madonna and Child with a book (Madonna de Pasadena)
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Madonna Solly, 1500-04
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Madonna Granduca, 1505
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Madonna Tempi, 1508
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Madonna Tempi, 1508
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Madonna and Child, 1516 (¿?)
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Little Madonna Cowper
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Madonna Colonna, 1508
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Madonna Niccolini-Cowper, 1508
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Madonna de Orleans, 1505-07
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Alba Madonna, 1510
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Madonna d'Alba, 1510
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Madonna de la Casa de Alba, 1510
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Madonna Aldobrandini (Madonna Gavagh), 1509-10
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Madonna and Child with St John the Baptist (Belle Jardinière), 1507
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Madonna del Cardellino, 1507
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Madonna del Paseggio, 1516
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Madonna del Paseggio, 1516
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Madonna della Seggiola, 1513-14
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Madonna della Tenda, 1514
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Madonna della Tenda 1514
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Madonna Terranova, 1504-05
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Madonna del Prato (Madonna Belvedere, 1505-06)
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Madonna del Prato (Madonna Belvedere), 1505-06
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Madonna Aldobrandini, 1510
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Madonna del Velo (Madonna of Loreto), 1500-10
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The Holy Family with the Lamb (Private Collection), 1507
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La Sagrada Familia del Cordero (Museo del Prado), 1507
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La Sagrada Familia del Cordero (Museo del Prado), 1507
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Madonna della Rosa (Sacra Familglia con San Giovannino)
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The Holy Family with the beardless Joseph, c 1506
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Holy Family below the Oak, 1518
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La Perla (Madonna and Child with Sts Elizabeth and St John), 1518-20
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La Madonna del Divino amore (The Madonna of Divine Love)
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Madonna dell' Impannata, 1513-14
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The Holy Family Canigiani (Holy Family with Sts Elizabeth and infant John the Baptist), 1507-08
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Sacra Famiglia Canigiani, 1507-08
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The Holy Family with a Palm Tree, c 1506
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The Marriage of the Virgin
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The Sixtine Madonna, 1513-14
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Madonna di Foligno, 1511-12
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Madonna di Foligno (The Madonna of Foligno), 1511-12
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Ridolfo Guirlandaio
(1483-1561)
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Rosso Fiorentino
(1495-540)
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Sano di Pietro
(1405-1481)
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Madonna and Child between ST James the Major and St John the Evangelist
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Santi di Tito
(1536-1603)
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Sebastiano Mainardi
(1460-1513)
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Madonna and Child with two angels
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Simone Martini
(1284-1344)
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Madonna dell'Umiltà (with Goldfinch)
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Madonna dell'Umiltà (with Goldfinch)
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Madonna dell'Umiltà (con cardellino), particolare
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Madonna col Bambino (Madonna del Latte, Nursering Madonna)
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Madonna col Bambino (Madonna a Latte, Nursering Madonna)
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Madonna and Child (with goldfinch)
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Madonna dell'Annunciazione
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Madonna col Bambino (con cardellino)
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Madonna col Bambino e angeli musicanti
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Madonna and Child
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Madonna and Child with Sts Gerard, Andrew, Paul and Nicholas
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Madonna and Child between St John the Baptist and St Andrew
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Madonna col Bambino e angeli tra i santi Giovanni Battista e Girolamo
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Madonna col Bambino e angeli musicanti tra San Giovanni Battista e Antonio Abate
(Trittico Oratorio di San Pietro)
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Trittico dell'Assunta da Montepulciano
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Trittico dell'Assunta da Montepulciano
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Trittico dell'Assunta da Montepulciano (particolare)
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Trittico dell'Assunta da Montepulciano (particolare)
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Taddeo di Bartolo
(1362-1422)
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Madonna col Bambino (con cardellino)
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(Trittico Oratorio di San Pietro)
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Tiziano Vezellio
(1488/90-1576)
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Madonna delle Rose
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Asumption of the Virgin (Frari)
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Mater Dolorosa
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Zanobi di Jacopo di Piero Machiavelli
(1418-1479)
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Madonna in Adorazione dei Bambino
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