Dicen, quienes caminan
por las antiguas sendas
de Soria, que aún se escucha
la lastimera voz de un alma en pena.
Dicen que no es el viento
ni el canto de la tierra
al paso quejumbrosa
de quien, al pisar, los suyos acierta.
Dicen que es la voz clara
de un querido poeta
que, leve de equipaje,
sembró de lírico encanto esas tierras.
Dicen que incluso han visto,
furtiva, una silueta
de una niña esconderse
tras los viejos olmos y las roquedas...
...Y dicen que la voz
clamando va tras de ella:
¡Leonor! ¡Leonor!, repite,
pero la niña, ay, no le contesta.
Dicen, quienes caminan
por sorianas veredas,
que aún se escuchan los ecos
de una voz que del amor se lamenta.
-o-