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Wiliam Etty: De lo Humano
...Ante el escándalo suscitado no les quedó más remedio. Lo mejor sería el alejamiento de aquellos ambientes que, según ellos -sus padres- habían provocado la corrupción del alma de su hijo. Es una tendencia natural de los progenitores exculpar a los hijos de la falta cometida, sobre todo si el delito se escapa a toda consideración por execrable. ¿Qué se puede considerar execrable? Depende. Es un concepto, como todos los morales, que se relaciona directamente con la cultura, con las costumbres más o menos permisivas de una determinada sociedad. La poligamia puede serlo en una comunidad cristiana, pero no lo es en muchas otras (las sociedades más evolucionadas no suelen admitirla, aunque fuera habitual en las arcaicas, o menos desarrrolladas; a veces es una mera cuestión de proporción entre hembras y machos). La usura debería serlo en todas, pero no lo es en una cuyo sistema económico y financiero esté basado en el libre mercado, entonces, en lugar de ser execrable se denomina interés de riesgo (en este caso se produce el proceso contrario al anterior: las sociedades más primitivas penalizaban severamente la usura, en cambio en las más desarrolladas recibe no solo el beneplácito del corpus legal sino que se les suele dar los nombres más pintorescos, verdaderas metáforas sarcásticas que dejarían en ridículo a Shylock)). El crimen suele serlo en todas, menos en tiempos de guerra, en los cuales está justificado, exculpado y santificado (cuando se trata de matar al enemigo, claro); incluso hay comunidades desarrolladas dentro de un mismo entorno ético, en las cuales es legal (la legitimidad es otra cosa) cometer asesinatos de estado, y nadie los tacha, en esas comunidades, de execrables, sino de necesarios pilares de la justicia. En fin, a lo que vamos: hubo culturas en que la homosexualidad no solo era admitida, sino moneda corriente, promovida incluso en las altas esferas (¿es preciso recordar que en la Grecia Clásica, no solo la de Homero, sino la de Pericles, Sócrates, Platón, o Alejandro Magno -que es la de Aristóteles-, era habitual que los nobles hombres maduros tuvieran a su cargo efebos de mismo rango, que, a su vez, continuarían la tradición una vez adultos? ¿O que en las cortes de las regiones hegemónicas -reinos- debieran residir los hijos adolescentes de los herederos al trono de las regiones sometidas (caso del padre de Alejandro, Filipo II de Macedonia, en la corte de Tebas. Costumbre que heredó y que sería, a la postre, causa de su perdición)?. En las sociedades cuya moral está regida por el culto a un dios único (cristianos, judíos, musulmanes), pero no solo, la homosexualidad suele estar estigmatizada, llegando incluso a ser, en los casos más extremos de su historia, reo de delito y muerte ignominiosa. Se tiene por entidad enfermiza, cuando no demoníaca. Considerándose, muchas veces, más una dolencia factible de terapéutica que una inclinación u opción natural. La moral es lo que tiene: pretende regular hasta lo que se escapa a su ámbito, como el reino de lo natural.
...Es fácil deducir ya que el sujeto elíptico (eludido y aludido) en las primeras frases del anterior prolegómeno no es otro que Philip Magnusson. Y que la oportunidad de los detalles expresados en él está justificada por el deseo de aportar luz a un hecho capital para entender qué y por qué sucediera lo que sucedió entre los dos estudiantes amigos, admiradores de Swedenborg, que diera lugar a una finalización abrupta -e inexplicable para casi todo el mundo- de la fructífera relación mantenida durante los dos últimos cursos en la universidad.
...Estamos en condiciones para deducir que la presencia de Philip en Salamanca se debía a alguna otra razón aún más poderosa que la terapéuica; o que, al menos, el fin terapéutico que se buscaba quizá fuera más allá de la resolución de sus males físicos. Digamos ya, sin entrar en turbios detalles (pues para volverlo diáfano deberíamos adoptar diferentes perspectivas y, en ese caso, esto daría lugar a otro relato de un tenor más ensayístico o erudito, de tintes psicológicos y trama multidisciplinar, que nos apartaría de lo que aquí se ha venido a contar), que el hijo de Sire Magnus Magnusson, coronel de caballería de su majestad el Rey de Suecia, derivado al servicio diplomático, y, a la sazón, embajador en Londres, se vio envuelto en un engorroso asunto a resultas del cual se produjo una muerte violenta: la de un amigo demasiado íntimo suyo que se agujereó el corazón de un pistoletazo. Unas cartas encontradas en el doble fondo de un cajoncito de su escritorio no dejaban lugar a dudas sobre el género de relación que mantenían y a cuál fuera el motivo de su suicidio. En aquella sociedad victoriana inglesa de finales del siglo XIX un hecho así, por más que se intentara tapar, al tener lugar entre las clases altas del stablishment no podía sino causar una momentánea conmoción (apenas, no obstante, una indigestión en un organismo social acostumbrado a digerir cosas mucho más indigestas). De todas formas, lo más conveniente para todos era alejar el mal: tras asumir la naturaleza de su hijo, Sire Magnussson y su devota, aunque no mojigata, esposa decidieron que lo mejor sería enviar a su hijo al Sur. La elección de España fue rápida: ya entonces era considerada como una reserva espiritual de occidente, severa y grave. El clima benigno sería un bálsamo para su enfermiza constitución; las austeras costumbres lo serían para su alma. Salamanca fue la opción, por su prestigio universitario, pero también por su carácter castellano contaminado hasta la médula de pietismo religioso. Lo enviaron a una residencia dependiente del obispado donde sería conveniente pero discretamente vigilado. Esta era la razón que explicaba su llegada a mitad de curso.
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...No se consideró que hubiere ningún riesgo en la amistad nacida entre Philip y Anselmo. A pesar de que se sabía del carácter rebelde de El Indómito Anselmo Bermúdez de la Gándara, no había motivos que hicieran sospechar nada anómalo sobre su adscripción sexual. Al contrario, comenzaba a correr el rumor de que el taciturno Anselmo tornaba el carácter en presencia del bello sexo, habiéndosele visto en situaciones bastantes embarazosas en barrios nada recomendables, aunque higiénicos, frecuentados por los estudiantes. Es propio de los dieciocho o veinte años aliviar la plétora hormonal y la tensión del intelecto sometido a un constante esfuerzo administrando periódicamente unas buenas dosis de terapia relajante, más o menos de choque, que contribuye a devolver el equilibrio comprometido. Anselmo, en esto, era tan adolescente como el que más, y la familia, lejos de abochornarse, no dejó de experimentar un indisimulado orgullo por cuanto de él se decía. Otra vez aquí sería bueno recordar que la falta de madre, de su cariño, de sus atenciones, pudieran ser motivo de su búsqueda en las mujeres anónimas que ofrecían consuelo con sus cuerpos, sí, pero también con su afecto, a aquella muchachada salaz, pletórica y potente. El caso es que Anselmo comenzó a generar una envidiable -y envidiada- fama de caballero en extremo galante y satisfactorio con las mujeres. El hecho de no prodigarse (a pesar de que había de entre aquellas fámulas del sexo quien no dudaba en concederle crédito ilimitado) contribuía a engrandecer su prestigio y aureola....Anselmo no perdió la cabeza. Su carácter eminentemente contemplativo, su paradójico sentimiento interior, que tan pronto se derramaba en la más pura y enajenadora contemplación del alma como en la no menos entregada y arrebatadora pasión de la carne, lo mantenían en un difícil pero estable equilibrio (más adelante, ya en el siglo XX, algún sesudo científico austríaco habría pronosticado un riesgo paranoico en tal estado de tensión bipolar). Para Anselmo, el soñador, descubrirse a sí mismo en el esplendor de la materia sublimada en el éxtasis, y que el proceso no escapaba a su control, que podía amar comprometiéndose por entero pero sin perderse un ápice, que podía escalar por su cuerpo -desde ese otro cuerpo, en alma ofrecido- hasta cimas nunca antes entrevistas, no pudo sino colmarlo de una dicha más completa que la sentida antes con sus solas experiencias místicas de abandono. La excitación en él lograba tal sutilidad que era capaz de experimentar emociones casi orgásmicas contemplando la belleza plasmada por otros. Así, su afición por el arte se vio estimulada y gratificada en la delectación que alcanzaba observando las obras en que el cuerpo humano (sobre todo el de la mujer) era bella, noble y sensualmente representado. Este sentimiento de intensidad gozosa, muy posiblemente fuera el culpable de la fama que adquiriera entre las damas. Eso ellas lo sentían, lo valoraban: aquel muchacho se comportaba con ellas como si fuesen diosas, Evas únicas en un Paraíso circunstancial cuyos límites eran las cuatro esquinas del lecho; con él no se sentían putas sino Liliths dichosas. Aquel joven (que les daba la sensación de ser un hombre en sazón) no las utilizaba, o si lo hacía, era para buscar en ellas algo que hubiese perdido en su propio interior, tal era el grado de profundidad y empeño con que las abordaba, las asaltaba y las conquistaba.
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...La primera obra de William Etty en llegar a las manos de Anselmo fue una lámina que Philip tenía como marca-páginas en El Amor Conyugal de Swedenborg: Manlio arrojado desde la roca. En esta obra se representa la ejecución de la sentencia del senado romano contra Marco Manlio, cónsul de Roma durante el 392 a.d.C., salvador del Capitolio ante los galos, y reformador social en tiempos de la República; dicha sentencia consistía en arrojar al condeando desde lo alto de la Roca Tarpeya, lugar de ejecución para asesinos y traidores (como tal fue considerado Manlio al intentar controlar el poder del Senado en beneficio de la causa plebeya). Es una representación vigorosa de un desnudo masculino visto desde arriba mientras surca el vacío. Las líneas anatómicas y la perspectiva son extraordinariamene fieles, el carácter del cuadro es eminentemente miguelangelesco, con un tono muscular poderoso y preciso. Ante el interés de Anselmo, Philip lo puso en antecedentes, también sobre este pintor, sino muy dotado, sí, en ocasiones, felizmente inspirado. Famoso sobre todo por sus desnudos, tanto masculinos como femeninos. A Philip le gustaban más los masculinos; decía que eran más sensuales, que en ellos había más emoción que en aquellas, a veces, mal dibujadas mujeres de cuerpos orondos y líneas generosas. Eso sí, en el desnudo era un maestro de los torsos, los senos eran su especialidad, y a ellos dedicaba lo mejor de su genio. De todas formas destacó de él aquellas obras en que las mujeres representadas tenían una carga dramática añadida, incluso soluciones geniales e imaginativas (caso de The Deluge -el Diluvio- en que representa el cuerpo invertido de una hermosa mujer presumiblemente ahogada, mas de cuerpo aún sugerente de vida; o Reclining female nude, en que con ocasión de un desnudo femenino tumbado en las rocas frente al mar -acaso otra visión del mismo tema anterior, pues la laxitud de los brazos así lo indicaría- adopta una poco habitual perspectiva). En general, salvo valiosas excepciones (Andrómeda encadenada, Musidora), apuntó Philip, sus cuerpos acostados o reclinados gozabann de más feliz resolución que los erguidos, y las escenas mitológicas, rayando en ocasiones en lo pueril, alcanzaban gran alturas en algunas de ellas, incluso en meros estudios, como en el caso de una de las versiones de Las Tres Gracias....Anselmo, desde ese día, hizo todo lo posible para reunir todo el trabajo que fue capaz de aquel controvertido y dispar William Etty, emplazándose para un viaje a Inglaterra en compañía de su amigo para comprobar in situ y de primera mano, en vivo, las obras de este pintor. Poco sospechaba que ese pretendido proyecto nunca se realizaría, no, al menos, junto a Philip.
...Lo cierto es que mientras proseguía su amistosa relación y su afición confesa y convicta por Swedenborg y Etty, sus tiempos de charla y debate, la complicidad en tantas cosas que son prueba y fundamento de la amistad, en Philip, y sin poder evitarlo, fue arraigando la semilla de un sentimiento más profundo, un sentimiento tenido por prohibido (cuando era enfocado en el objetivo equivocado) en aquella pacata y falsamente virtuosa sociedad bienpensante cristiana decimonónica, y que había sido ya causa de desgracia y de su exilio. Sentimiento que debía batirse, además, con la imposibilidad y con el silencio. A Anselmo ya le resultó extraño que nunca quisiera acompañarlo a sus aventuras de búsqueda sensual. Philip siempre declinaba la invitación de seguirlo, por más que Anselmo le insistía: "Alguna vez ha de ser la primera, querido amigo; ya verás como después no te arrepentirás", "No solo de espíritu vive el hombre", le decía. Pero, por toda respuesta, Philip, mirándole a los ojos con una expresión indefinida (¿acaso doliente?), contestaba cosas como ésta: "Eso no está hecho para mí, amigo mío. Ve tú, disfruta tu naturaleza. Busca tu ser, ese que sólo puedes encontrar fuera de ti. Aunque no creo que lo halles allí donde vas, estoy convencido de que un día lo encontrarás... Sí, tras otros ojos, tras otra sonrisa, tras otra piel... allí estarás tú, esperándote a ti mismo desde el otro". Este tipo de contestaciones sumían a Anselmo en una especie de desconcierto tierno, hasta el punto de que ese día, cuando iba de visita tras dejarlo a él, su experiencia era aún más intensa, más abismal, más turbadora, como si el espíritu del amigo estuviese allí mismo incitándole a la búsqueda; o quizá buscando con él... en el mismo cuerpo así doblemente entregado (es posible que no fuese más que una fantasía -aquí tendría algo que decir ese científico austriaco antes aludido-, pero lo que era seguro es que su sensibilidad se extremaba aún más en esas ocasiones).
(continuará)
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GALERÍA
William Etty
(1787-1849)
Modelos... al desnudo
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Manlius hurled from the Tarpeya Rock (1)
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Desnudo académico masculino
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Prometheus
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Standing male nude
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Study for a Male Nude
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A man nude
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Study man nude
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Two Standing Male Nudes
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Male Nude Lying Down, raised left knee
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Seated Male Nude, head rsting against hand, left food resting on block (study)
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Male Warrior
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Study of a Male Nude
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Study of a Male Nude
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Male Nude Figure Holding a Jug
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David (Atribuido)
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The Bowman
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The Wrestlers
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A Swiss Papal Guard
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