La moda es una expresión de los tiempos; la elegancia es algo permanente
Horst P. Horst
Todo fotógrafo imprime su propia huella en aquello que fotografía;
por lo que, siguiendo a Horst P. Horst, puede decirse que
la imagen propuesta en una instantánea es una simbiosis
del objeto a retratar y del ojo-sujeto que lo retrata:
vemos, a través del ojo del fotógrafo, lo que él vio
en lo retratado; nos colocamos, por tanto, en su posición,
reviviendo su mirada a través de la nuestra al observar su obra.
De la mirada. Héctor Amado
Moda y Glamour
(A modo de corolario de Horst P. Horst)
....Si en un ámbito la palabra glamour encuentra un acomodo más identificativo ese es el de las más modernas artes gráficas —en las que incluyo el cine y la fotografía— y el de la moda. Aunque, a decir verdad, sea en el mundo de la moda —nada moderno por cierto, pues la moda es consustancial al ser humano desde que éste es más o menos civilizado— donde el glamour despliega sus elegantes alas con más soltura y propiedad. El término glamour nace precisamente en este doble mundillo, en origen tan próximo el uno al otro, de la moda y la cinematografía (una especie de extensión natural donde el glamour de la moda encontraría su mejor acomodo), donde una y otra se promovieron mutuamente: Una época especialmente predispuesta a la elegancia y la extravagancia como lo fue el primer tercio del siglo XX: época de vanguardias artísticas, de art decó, de gusto por la belle vie y la dolce vita, de un sentido estético extraordinariamente dimensionado, de estrellas rutilantes trazando su esplendorosa órbita a ras de suelo.
.....El glamour, como elegancia sofisticada que sugiere un cierto estilo o actitud en la vida, comunica sensación de voluptuosidad estética y de un lujo no sólo material sino emocional. Aristocracia del espíritu que se derrama sobre la materia empapándola de clase y ornato. Casi siempre ligado a una situación económica boyante, (condición casi sine quanon) no sometida a la esclavitud de la necesidad, y no por el hecho en sí de una prosecución interesada en acumular riqueza, sino de poseerla para darle salida en forma de vida excelsa; una vida cercana a la imaginada para los dioses paganos, la de estos dioses olímpicos de andar por casa... de campo de la Toscana o la Provenza, o, mejor, por decadente palacio veneciano o nobiliaria mansión de campiña inglesa. El glamour nació como planta exclusiva en esos ámbitos, se propagó por ellos con el carácter de una plaga selectiva, una plaga a la que el común miraba con ojos embelesados y envidia más o menos insana (¿quien no anhelaba verse en esos ámbitos, entre esas exclusivas flores, padecer tal patología de elegante sofisticación?).
.....El Glamour prefiere ante todo al sexo femenino, es en él donde alcanza su máxima expresión, si bien no desdeña el masculino cuando éste adolece de cierta ambigüedad sexual, y hasta el de las cosas humanas dotadas del toque de distinción necesario para pertenecer al club. Porque glamour puede tener también un ámbito arquitectónico, o, más exactamente, una arquitectura de interiores donde prevalezcan las leyes de esa sofisticación artística relacionada tan íntimamente con la moda (sea cual sea la época: ya que es posible calificar de glamouroso un ámbito pretérito al término mismo). El glamour, así, reitero, es una actitud, una disposición del ánimo y del entorno en que se desenvuelve: el glamour tiende a rodearse de glamour, donde se encuentra más a gusto es inmerso en un océano de glamourosidad; no hay peligro de que perezca por saturación, pues siempre le quedará el recurso de la nonchalance y el dolce far niente hasta hallar nuevo impulso.
.....Pero, decía, es en el sexo femenino y su circunstancia donde el glamour se explaya a gusto: glamourosas fueron las estrellas de Hollywood, no menos que las mujeres asistentes a aquellas fiestas de la nobleza en los felices años 20's del pasado siglo (o las celebradas por este selecto colectivo en cualquier año de cualquier siglo), o las de la edad dorada de la moda —los 50's— y las "aristocráticamente revolucionarias" de los 60's. El boom iconoclasta de los 60's, con la aparición del prêt-a-porter, con Twiggy como maestra de ceremonias, supuso una renovación del término, quizás menos elitista en lo económico, pero con mayor contenido artístico y vanguardista. El glamour de la Alta Costura (también floreciente, no obstante la revolución democratizadora de la moda) y del art nouveau derivó en glamour del pop-art. No menos glamouroso es Andy Warhol que Oscar de la Renta, Horst P. Horst o Richard Avedon que Helmut Newton. La mujer como asentamiento natural del glamour tiene una justificación obvia en el carácter eminentemente estético que ésta detenta.
.....Aunque, con el tiempo, ha habido una especie de corrupción del término, al considerar la fotografía glamour como la que tiene por objeto la sugerencia sexual, aunque, eso sí, dotada de iluminación, ambiente o complementos sofisticados. No entiendo, y en ningún momento así se ha empleado en este post, esta acepción del término, que yo asocio, antes bien, a la elegancia y el exceso... en la discrección de la intimidad que oculta, y no que, explícita, amaga con mostrar. El glamour, bien entendido, es lo menos íntimo y natural que se pueda imaginar, es un producto eminentemente artificioso, producto de la cultura humana y su afán de embellecimiento o enmascaramiento estético de la realidad, sea esta la realidad natural de los cuerpos. Si un desnudo tiene un toque de glamour (nunca podrá ser esencialmente glamouroso) lo será debido a la delicadeza de las formas, a lo discreto, si sugerente, de la composición, a lo alambicado o artístico del tema, pero nunca a lo explícito de la sensualidad ligada a las turgentes formas. El glamour de un desnudo siempre apelará al espíritu, precisa de una ideación, se una interpelación a lo más noble que la materia encarna: la estética (y ésta, por definición, es un factor de las facultades superiores del ser humano).
.....Horst P. Horst es un fotógrafo que convive con el glamour, que lo expresa en su obra, que lo recrea, y en varias direcciones además. Sobre todo es evidente en sus retratos de moda (Vogue, casi en exclusividad), pero aún lo muestra de forma más palmaria en los retratos de la alta sociedad y la sociedad más culturalmente representativa (artistas de cualquier ámbito, actrices y actores). Y cuando vemos a una de esas aristócratas retratadas rodeadas de exclusividad y lujo comprendemos inmediatamente qué cosa es el glamour más elitista; cuando vemos a esas actrices inmersas en su representación (vestidos, ambientes), identificamos inmediatamente qué cosa es el glamour más burgués; incluso en esas imágenes —de un Saul Leiter, por ejemplo— de la urbe recóndita y sus pobladores habituales, descubrimos qué cosa puede ser denominada glamour popular.
.....El glamour es distinción, sobre todas las cosas. Una distinción que causa fascinación, que supone una especie de hechizo o encantamiento; puede ser remilgado, melindroso o afectado (el término glam remite a este matiz) en el límite de su afectación; y, en el otro extremo, también puede resultar distante, tanto que cause prevención o reserva. Pero en su expresión más genuina el glamour siempre es un factor estético de influencia positiva, de agradable emotividad en la contemplación (y no digamos en la experiencia); sus radiantes vibraciones estéticas, su mensaje de refinado estilismo, tienden a masajear la percepción humana creando un deleite por simpatía (en esto se basa, sin ir más lejos, cierto cine que ofrece películas heroicas, llenas de encanto y glamour, en épocas de penuria, para levantar la moral de la población sumida en los problemas de la crisis de turno).
.....Ciñéndonos a nuestro circunstancial protagonista fotógrafo, Horst llevaba incorporado el glamour de seri en su naturaleza, era parte consustancial de su personalidad. Conocedor de qué cosa significaba el glamour —por latirle constantemente en las venas— reconocía inmediatamente el glamour que podía ofrecer cualquier objetivo (cosa, animal o persona). De hecho se cuenta que a él le importaba menos la moda concreta que sus modelos llevaban puesta que la expresividad de éstos. Elegante por naturaleza, no hizo sino observar su-mundo-alrededor con esos ojos que se sentían atraídos por las formas bellas y sofisticadas, y que él era capaz de reconocer o descubrir en casi todas las formas. Incluso cuando trabajaba por encargo, para Vogue, era su personalidad lo que brotaba en sus instantáneas (eso, por otra parte, era lo que se le valoraba, y, probablemente, por lo que se le pagaba). Cuando se colocaba ante una personalidad (perteneciera al mundo de la alta sociedad, del cine o del arte), era él quien ordenaba sujeto y objeto hasta obtener la perspectiva buscada (no la que quisieran ofrecer los retratados). Sabían que de de ello dependería que el resultado estuviera más o menos cercano a la obra de arte, y, por ende, estar más o menos dotado de la cualidad de permanencia, que ya sabemos es el pasaporte para la eternidad.
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.....La ambientación musical, en línea con lo realizado hasta ahora desde que dio comienzo el verano, tiene temática chillout; en este caso se trata de otra compilación-mix del sitio Keep It Underground, lugar que reúne una buena serie de registros de buen chillout, ambient, lounge, chill-folk, deep house y otros estilos, que se alejan del tópico cacofónico y facilón representado por el abuso de sintetizadores, el guitarreo aéreo, el saxo o la flauta exasperantes y la percusión de lata que acaba por provocar efectos mareantes, cuando no directamente hipnóticos cercanos a la estupidez.
GALERÍA
Horst P. Horst
1906-1999
MODA
BLANCO Y NEGRO
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Horst P. Horst - Helen Bennett in Spider Dress. 1939
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called ‘Milieu du Siècle’, 1949
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COLOR
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Jean is wearing a lemon yellow evening dress made to order at Henri Bendel
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and a gold necklace of her own design_Vogue, February 1, 1949
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RETRATOS VIP
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