Cuando el premio es la belleza,
¿Qué mortal teme a la muerte?
Acis (número 21). Acis and Galatea, G.F. Händel
No a las palomas concedió Cupido
No a las palomas concedió Cupido
juntar de sus dos picos los rubíes,
cuando al clavel el joven atrevido
las dos hojas le chupa carmesíes.
Estrofa 42. Fábula de Polifemo y Galatea. Luis de Góngora
El Polifemo de Góngora cabe Acis y Galatea de Händel
Un acercamiento (que no comparativa) profano
Sobre Acis y Galatea de G. F. Händel
.....La obra musical Acis y Galatea, de Georg Friedrich Händel, toma como punto de partida argumental el texto de las Metamorfosis de Ovidio (XIII). El compositor realizó tres versiones: 1ª) 1718, masque en un acto; 2ª) 1732, serenata en tres actos; 3ª) 1739, adaptación al inglés (texto de John Gay), pastoral o pequeña ópera en dos actos (actualmente la más representada).Fue estrenada en 1718, en Londres, presumiblemente bajo la dirección del mismo Händel.
Re-estrenada en 1731, en el Theatre Haymarket (en un montaje de Thomas Arne y John Fredrick Lampe). A partir de esta versión, Händel la reescribe (2ª y 3ª versión -definitiva).
En 1788 W. A. Mozart hizo un importante arreglo.
En el argumento de la obra se conserva el humor (presente en el texto de Ovidio) sin disminuir el pathos (trascendencia).
En cuanto al estilo musical
(De la versión en dos actos, que es la usualmente representada):
1º Acto: música elegante y sensual, alegre y jovial (canta las delicias de la vida y del amor, el ambiente rural y bucólico).2º Acto: música elegíaca, tono más melancólico y triste (Entra en escena Polifemo: canto de amor del cíclope; tragedia y muerte de Acis. Transformación de Acis en fuente).
En cuanto al desarrollo de la acción:
Acto I. Remembranza del paraíso original; atmósfera de Arcadia: pastores y ninfas gozan del placer de los simples; Sinfonía y Coro: "Oh the Pleasure of the Plains" (¡Oh, el placer de las llanuras!). Galatea, que ya está enamorada de Acis, intenta alejar a los pájaros que encienden su pasión (palomas en Góngora); Aria: "Hush ye pretty warbling quire" (¡Silencio! ¡Oh delicioso coro gorjeante!). Segido del Aria de Acis: Where shall I seek the charmin fair? (¿Dónde encontraré a la encantadora hada?). Damon aconseja a Acis, Aria: Stay, shepherd, stay (¡Detente, pastor, detente!), mientras los amantes se persiguen uno a otro; Aria de Acis: "Love in her eyes sits playing" (El amor juguetea en sus ojos). El acto se cierra con el preciosista Dúo "Happy We" (¡Seamos felices!), que representa la escena de amor despreocupado entre los amantes... Acto II. Ambiente elegíaco. El coro hace las veces del Coro griego en las tragedias = destino, que advierte y previene (voz en off); aquí avisa de lo efímero de la dicha, también de la proximidad de Polifemo, a los amantes, Coro: Wretched lovers! Fate has passed! (¡Desgraciados amantes! ¡El destino se cumple!); No joy shall last (Ninguna alegría perdura). Entrada de Polifemo, comienza con un Recitativo: I rage, I melt, I burn (Me enojo, Me deshago, Me quemo); Sigue el Aria: O Ruddier than the Cherry (Oh, más rojo que las cerezas), en que Polifemo hace gala de ternura propia de hombres. Admonición de Coridon a Polifemo, Aria: Would you gain the tender creature (Ganarías a la tierna criatura), aconsejando al cíclope mesura y cortesía en su trato a Galatea. Damon a Acis, Aria: Consider fond shepherd (considera querido pastor), en el que la conciencia del enamorado pastor le aconseja calibre bien sus fuerzas y la importancia del peligro que corre; Acis responde a la hostilidad -de Polifemo- con determinación, Aria: Love sounds th'alarm (el amor da la alarma), que es una declaración de intenciones en cuanto a la distorsión de la realidad que sufre todo enamorado, quien, embriagado de amor, cree poseer más poder del que realmente tiene.
Acis y galatea se prometen amor eterno entre sí; Duo: The Flocks Shall Leave the Mountains (Los rebaños abandonarán las montañas); entra Polifemo y el dúo se convierte en Trio, durante el transcurso del cual Polifemo acaba matando a Acis. Galatea se lamenta junto al coro, Aria: Must I my Acis Still bemoan? (¿Debo llorar por siempre a Acis?); el coro le recuerda su naturaleza divina, y que puede revertir la tragedia de Acis transformándolo en fuente. Aria de cierre de Galatea: Heart the seat of soft delight (Corazón, el asiento del dulce placer). Final con el coro celebrando la inmortalidad de Acis: Galatea dry thy tears, // Acis now a God appears! (¡Galatea, seca tus lágrimas, pues Acis aparece ahora semejante a un dios!).
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Frases, del libreto, para recordar
Ninguna alegría perdura
Coro, inicio Acto II. Acis and Galatea, G.F. Händel
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Cesa de perseguir la belleza pues el amor
Coro, inicio Acto II. Acis and Galatea, G.F. Händel
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Cesa de perseguir la belleza pues el amor
desprecia a quien gime sin cesar.
Los valientes consiguen sus objetivos
pues conquistan, sin deshacerse en lamentaciones.
Polifemo, a Galatea (18). Acis and Galatea, G.F. Händel
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Conquistando la belleza por la coacción
no disfrutaréis más que de la mitad del tesoro;
no poseeréis más que encantos sin corazón.
Damón, a Polifemo (19). Acis and Galatea, G.F. Händel
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Cuando el premio es la belleza,
¿Qué mortal teme a la muerte?
Acis (21). Acis and Galatea, G.F. Händel
Aproximación
.....No pretendo comparativas, pues que no puede haberlas más que para señalizar convenientemente, y delimitar, el terreno propio de cada cual. Ópera pastoral, o masque, o serenata, en Händel; poema mayor, en Góngora. Obra maestra absoluta de la poesía (cénit del barroco), y encantador entremés músico-vocal. No admite parangón: Fruta de la Pasión y Pera Williams; ambrosía y néctar. El texto, correcto, de John Gay, perfecto soporte sobre el que Händel monta su obra, apenas tiene aquí y allá alguna chispa, alguna cala en profundidad (no lo pretende, no es su cometido); en cambio, el poema de Don Luis, refulge cual firmamento, cala aquí y allá a cada paso (y cala, en muchas ocasiones, a gran profundidad). La emoción del Acis y Galatea viene de la mano de la música, de la armonía sonora de voces e instrumentos: de sonido, que cuenta la historia -de forma abstracta, como siempre hace el lenguaje musical- directamente a la sensibilidad, al corazón. No hay intelectualización de las ideas, ni de los conceptos: es lenguaje musical. En cambio, Góngora, debe de aportar la música en el ritmo con que las palabras se engarzan, se trenzan, se abrazan y expresan sentidos (sentidos que son percibidos intelectivamente como música celestial).Ciñéndonos al argumento, en él existen paralelismos y divergencias en las dos obras. La obra de Händel se ajusta al texto de Ovidio sin aportar nada nuevo (lo novedoso es la musicalización); en El Polifemo, aún basándose en la secuencia de la estructura en Ovidio (aunque no sólo en él), recrea la fábula, realiza un tour de force magistral y, sin ir más lejos, inventa (¿y cómo lo inventa!) toda la escena del enamoramiento de Galatea y Acis, y posterior relación amorosa. En ésta (sólo tratada de forma ligera en el libreto de la pastoral, y en alusiones menos explícitas) se llega a un grado de elegante sensualidad pocas veces alcanzado en la historia de la poesía (estrofas 39-42). Donde Ovidio crea imagen, Góngora la recrea, la sublima y multiplica; Händel, en cambio, la pondrá música (y, todo hay que decirlo, música deliciosa, muy acorde al tono pastoral del tema).
Seguidamente expondré una especie de catálogo de similitudes y diferencias, que a mi entender ambas obras tienen entre sí.
Similitudes:
- Ambiente arcádico. Canto de la simplicidad de la naturaleza. La era edénica (campiña inglesa - vega cordobesa)- Ambos cuestionan lo perdurable de la dicha (sentimiento trágico de la vida).
- Polifemo,en ambos, es lo irracional, la fuerza ignota del destino que se impone sobre la dicha de los hombres (sobre todo, pero también de los dioses).
- En ambos las consecuencias del amor son el abandono, por parte del pastor, de sus tareas cotidianas (los rebaños sueltos).
- Se hace notar la influencia de la fuente (Ovidio) en ambos; en términos, temas y secuencia.
- El ambiente que rodea la pasión de Galatea (los trinos de los pájaros en Händel vs los trinos de los ruiseñores o los arrullos de las palomas, en Góngora).
- Terminología: fuente cristalina vs cristal (fuente/piel Galatea).
- Damon en H, hace las veces de la fase descriptiva en Góngora (impacto de la belleza de Galatea en la isla: pastores, tritones). Más incisiva y alusiva en Góngora, que en Händel.
- Paralelismo de la escena de las palomas (11) en Händel, con los arrullos de las palomas sobre el nido de amor de Acis y Galatea, en Góngora (estrofas 40-41).
- La ruptura de la fase álgida de la escena de amor entre Acis y Galatea: se interrumpe en ambos casos de forma similar por la Presencia de Polifemo.
- Semejante brusquedad en el desenlace.
- Tanto en Händel como en Góngora se nombra al pino, las cien cañas para hacer una flauta.
Diferencias:
- Dos actos, dos ámbitos, en Händel. Tres partes y un epílogo en Góngora (presentación, escena de amor, Canto de Polifemo, desenlace).- En Händel, es una pastoral más ligera; en G es un poema más amplio, completo, ambicioso y grave. De más altura lírica.
- En Händel, el texto al servicio de la música (que pone la parte lírica y emotiva); en Góngora el texto es la lírica, música y sentido, descripción y ensoñación.
- No hay presentación del escenario en Händel.
- en Händel se comienza directamente con el amor sentido entre ambos protagonistas (Acis y Galatea)
- en Händel hay dos caracteres más: Damón y Coridón.
- Polifemo en Händel es más superficial, más sintético, de carácter tragicómico, y está menos desarrollado (aunque tiene en su corta participación, mayor profundidad y altura en su deseo amoroso). En Góngora Polifemo es protagonista en igualdad de condiciones, o más aún que Acis, y tanto como Galatea.
- Corto e intenso canto en el Polifemo de Händel; largo, emotivo y romántico en el de Góngora.
- Consejos para el buen amor en Händel (Damon, 19), ausentes en Góngora.
- Acis se enfrenta a su destino y decide presentar batalla, en Händel; en Góngora sale huyendo, hacia la playa.
- En Händel la participación del Coro actúa de forma explicativa. En Góngora, al no existir coro, es la misma descripción quien relata, el poeta quien realiza esa función.
- El final en Händel es más descriptivo, más convencional, más explicativo y directo; en Góngora es más abrupto, más sugerente, más elíptico.
Sobre el Vídeo que se adjunta
.....Segunda versión del Acis y Galatea händeliano propuesto en este espacio. En este caso se trata de una original y bellísima puesta en escena con ballet (no pensada en su origen), que aporta todo el encanto de la coreografía de los cuerpos. Pero no son los protagonistas los que danzan sobre el escenario, sino una especie de proyecciones, ectoplasmas o espíritus dinámicos que traducen música y texto a movimiento. Cada protagonista (Galatea, Acis, Polifemo, Damon, Coridon, Coro) tiene su alma danzante que evoluciona en relación al papel representado por aquél. La coreografía es moderna y vistosa (para virtuosos contorsionistas) y los bailarines son fantásticos (se trata del prestigioso Royal Ballet del Opera House londinense). El conjunto es una joya barroca de largo aliento que acerca esta obra al concepto de obra total que andando el tiempo perseguiría Richard Wagner. Recomendabilísima en pantalla grande.
-o-o-
FÁBULA de POLIFEMO y GALATEA
Parte 2
Estrofas XXIII-XLII
En donde se presenta al tercer protagonista de la Fábula, el pastor Acis, y se describe, de manera elegantemente sensual, harto sublime, el súbito y recíproco enamoramiento, y posterior escena de amor, entre el afortunado hijo de fauno y ninfa y la más bella nereida, Galatea. Y en donde el poeta vierte su néctar más romántico, su miel más exquisita, apta para los paladares más sensitivos y exigentes; sin olvidar un guiño irónico a la equívoca naturaleza del vendado dios flechador.
En donde se presenta al tercer protagonista de la Fábula, el pastor Acis, y se describe, de manera elegantemente sensual, harto sublime, el súbito y recíproco enamoramiento, y posterior escena de amor, entre el afortunado hijo de fauno y ninfa y la más bella nereida, Galatea. Y en donde el poeta vierte su néctar más romántico, su miel más exquisita, apta para los paladares más sensitivos y exigentes; sin olvidar un guiño irónico a la equívoca naturaleza del vendado dios flechador.
23
La fugitiva ninfa en tanto, donde
hurta un laurel su tronco al Sol ardiente,
tantos jazmines cuanta yerba esconde
la nieve de sus miembros, da a una fuente.
Dulce se queja, dulce le responde
un ruiseñor a otro, y dulcemente
al sueño da sus ojos la armonía,
por no abrasar con tres soles el día.
Galatea nos introduce en el siguiente escenario. Un escenario idílico de ribereños laureles, de impostados jazmines y de cantos de ruiseñor (trasunto poético y vitalista del "et in Arcadia ego"). La acción -y nosotros subidos a su lomo- parece correr tras la bella ninfa --como todas las criaturas de la isla, medio embobadas por su belleza. Al fin damos con ella en un umbrío reducto, a la sombra de un laurel cuyos pies besa una fresca fuente (Laurel: árbol de Apolo, y por extensión de los poetas, con cuyas ramas se tejen coronas para ceñir las sienes de los consagrados; también, luego, en Roma, la de los emperadores romanos. Por extensión, atributo de la empresa victoriosa -¿hay que recordar que todo ello se debe a Dafne, quien huyendo del dios-sol prefirió convertirse en este árbol antes que en su amante?). El laurel, pues, erigiéndose aquí en protector contra los rayos de Apolo. En su sombra se tiende Galatea, pero no lo hace de cualquier manera; no así nos lo describe Góngora, pues que éste nos dice que su cuerpo (hecho todo de jazmines: por lo blanco y por lo fragante) escondió tanta hierba cuanta superficie cubrían sus níveos miembros. En la segunda mitad de la estrofa comienza la alusión al idilio en ciernes: dos ruiseñores templan sus trinos, dialogando melodiosos e invitando a la ensoñación, y en ella cae nuestra heroína, pues que con el dulce canto se adormece... ¿porque sí? no, ni mucho menos, se adormece porque Armonía quiere evitar que el día se abrase con la fuerza de tres soles, ya que al que luce en lo alto se le suman los bellos y estelares ojos de Galatea. (¡¡¡pura belleza engarzada a la melódica armonía!!!).
....
24
Salamandria del Sol, vestido estrellas,
latiendo el can del cielo estaba, cuando,
-polvo el cabello, húmidas centellas,
si no ardientes aljófares sudando-
llegó Acis, y de ambas luces bellas
dulce Occidente viendo al sueño blando,
su boca dio y sus ojos, cuanto pudo,
al sonoro cristal, al cristal mudo.
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25
Era Acis un venablo de Cupido,
de un Fauno -medio hombre, medio fiera-,
en Simetis, hermosa ninfa habido;
gloria del mar, honor de su ribera.
El bello imán, el ídolo dormido,
que acero sigue, idólatra venera,
rico de cuanto el huerto ofrece pobre,
rinden las vacas y fomenta el robre.
26
El celestial humor recién cuajado
que la almendra guardó, entre verde y seca,
en blanca mimbre se le puso al lado,
y un copo, en verdes juncos, de manteca;
en breve corcho, pero bien labrado,
un rubio hijo de una encina hueca
dulcísimo panal, a cuya cera
su néctar vinculó la primavera.
Y es en ese momento de canícula (el can alude a la constelación del mismo nombre, formada por dieciocho estrellas, cuya proyección celeste remeda la figura de un cánid, en cuya boca reluce la estrella más brillante del hemisferio norte: Sirio, llamada por los romanos, precisamente Canícula), cuando el sol estaba en su cenit --sobre la constelación del Can, que soporta el fuego del sol ardiente como una salamandría = salamandra-- que aparece Acis, con el cabello lleno de polvo y la piel nimbada de pequeñas perlas de sudor (húmidas centellas, sino ardientes aljófares). Contempla las luces bellas vueltas a Occidente (es decir, a Poniente; es decir: dadas al sueño, ocultas a la vista, los ojos, pues, cerrados; mas, aun así, presumiéndose bellos). Y ahora, puro juego malabar, truco magistral digno del mayor de los magos: en los dos últimos versos, cabalgándose, como enamorados entrelazados, una acción doble, una doble intención que se fusiona y se confunde en una sola: Acis da con su boca al agua de la fuente que es cristal sonoro, y con sus ojos al cristal mudo que es la piel y la figura entera de Galatea (¡¡¡¡¡!!!!!). Correlación soberbia de dos dualidades interconectadas: puede, Acis, perfectamente, imaginar que da sus labios al cristal mudo -Galatea-, en vez de al sonoro -fuente-, mientras bebe; ya que al beber y observar al mismo tiempo el cuerpo entregado al plácido sueño de la bella, puede imaginar que no es ya cristal mudo lo que mira sino fluido cristal sonoro para sus labios (fundiendo la mirada al tacto, co-fundiendo pues ambos sentidos).
En la segunda estrofa se nos da la genealogía de Acis: el recién llegado es el resultado de un venablo de Cupido (es decir de un poderoso flechazo de amor -la connotación sexual es evidente-entre un fauno y una hermosa ninfa, Simetis). Mas no se nos revela la descripción física del mozo aún (la descripción se nos dará desde los ojos de Galatea), sino su galanura y su respeto... Al bello imán, al ídolo dormido, Acis sigue, atraído cual simple lima de acero, y a la vez -ya- venera como si se tratase de una deidad. Para seguidamente hacernos mención de la riqueza del pastor: rico de cuanto el huerto ofrece (frutos), rinden las vacas (los productos obtenidos con su leche), fomenta el robre (dorada miel de abejas). Es decir, una terna, que tendrá su correspondencia (alusión trimembre) en la estrofa siguiente:
El celestial humor recién cuajado, se refiere a la almendra entre cruda y seca (cuando está más dulce y más jugosa), y es celestial humor porque según la mitología: durante un sueño Zeus dejó caer su semen a la tierra, fecundándola y engendrando al hermafrodita Agdistis; los otros dioses castraron a éste, surgiendo un almendro de su miembro castrado (¡¡¡!!!). ¿Se puede sugerir más con menos?. Seguimos con la siguiente correspondencia: un copo -por lo blanco- de manteca (nívea mantequilla), sobre verdes juncos (trenzados, como era usual). Y, para finalizar la correlación, panal de rezumante miel cuyo néctar la primavera vinculó a la cera (¡¡¡!!!) (por expresiones como ésta, sus detractores lo denostaron; en expresiones como ésta, Góngora, ya anunciaba el siglo XX de la poesía).
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27
Caluroso, al arroyo da las manos,
y con ellas las ondas a su frente,
entre dos mirtos que -de espuma canos-,
dos verdes garzas son de la corriente.
Vagas cortinas de volantes vanos
corrió Favonio lisonjeramente,
a la del viento -cuando no sea cama
de frescas sombras- de menuda grama.
Tras dejar los presentes para Galatea -que duerme-, Acis se acerca a la fuente para refrescarse la frente, y lo hace entre dos mirtos (planta dedicada a Afrodita, que simboliza tanto la fidelidad como la fecundidad; se solía coronar a los esposo en los banquetes con coronas hechas con esta planta. Ovidio la menciona en sus Fastos, y dice que durante las festividades dedicadas a la Bona Dea, con sus ramas florecidas se solía azotar a las mujeres con el fin de aumentar su fertilidad. Botón de Mirto se denominó al clítoris por su parecido con las bayas de este arbusto. Pero, también, en la Mitología clásica aparece asociado a la Muerte, pues Dioniso debió dejar un mirto en el Hades para poder sacar de él a su madre, Semele. Para los cristianos, en cambio, es símbolo de virginidad, pureza y fidelidad).
La segunda parte de la estrofa comienza con una bellísima y sugerente aliteración ("Vagas cortinas de volantes vanos") en la que una suave brisa hace las veces de velo de morfeo en que se hunde Acis sobre la sombreada grama.
La segunda parte de la estrofa comienza con una bellísima y sugerente aliteración ("Vagas cortinas de volantes vanos") en la que una suave brisa hace las veces de velo de morfeo en que se hunde Acis sobre la sombreada grama.
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28
La ninfa, pues, la sonorosa plata
bullir sintió del arroyuelo apenas,
cuando, a los verdes márgenes ingrata,
seguir se hizo de sus azucenas.
Huyera... mas tan frío se desata
un temor perezoso por sus venas,
que a la precisa fuga, al presto vuelo
grillos de nieve fue, plumas de hielo.
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29
Fruta en mimbres halló, leche exprimida
en juncos, miel en corcho, mas sin dueño;
si bien al dueño debe, agradecida,
su deidad culta, venerado el sueño.
A la ausencia mil veces ofrecida,
este de cortesía no pequeño
indicio la dejó, aunque estatua helada,
más discursiva y menos alterada.
Galatea sale de su apacible sueño convocada por el sonido del agua con que Acis se humedece la frente y que retorna a su lecho tintineando como campanillas. Ahora, una de esas ingeniosísimas construcciones, agudeza soberbia, metáfora infinita: cuando a los verdes márgenes ingrata // seguir se hizo de sus azucenas (¡¡¡!!!). Es la piel de Galatea: nieve, lilio, cristal... azucena. Que al levantarse, Galatea, se hizo seguir de su piel de azucena, siendo, así, ingrata a la hierba que la acogido. Al despertar y darse cuenta de la ausente presencia quisiera huir, pero el temor (que atenaza, perezoso): a la precisa fuga fue grillos de nieve (¡¡¡!!!), y al presto vuelo, plumas de hielo (¡¡¡!!!). ¿Puede decirse más bello? ¿Más apropiado?
Pasado el primer susto -en la estrofa 29- repara, Galatea, en la ofrenda dejada a su vera. Mas no ve al dueño de la misma, aunque se da cuenta de que quien haya sido ha respetado su sueño (doble regalo: la ofrenda y el respeto a ella y su descanso). Y es este detalle lo que la deja, al tiempo que menos alterada, más discursiva, pero igualmente helada (quien haya sido, la ha sorprendido grata y curiosamente). Góngora aquí (que inventa toda esta parte del relato, ausente en la fábula ovidiana) hace gala de un acertado conocimiento galano del trato a la mujer para ganarse su confianza y su amor.
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30
No al Cíclope atribuye, no, la ofrenda,
no a Sátiro lascivo, ni a otro feo
morador de las selvas, cuya rienda
el sueño aflija que aflojó el deseo.
El niño dios, entonces, de la venda
ostentación gloriosa, alto trofeo
quiere que al árbol de su madre sea
el desdén hasta allí de Galatea.
31
Entre las ramas del que más se lava
en el arroyo, mirto levantado,
carcaj de cristal hizo, si no aljaba,
su blando pecho de un arpón dorado.
El monstro de rigor, la fiera brava,
mira la ofrenda ya con más cuidado,
y aun siente que a su dueño sea devoto,
confuso alcaide más, el verde soto.
Estamos ante otro de los pasajes más líricos de un paisaje sobremanera henchido de lirismo. Aquí comienza una cascada de líricas aguas cristalinas que hacen sonar ecos de moción a cada escalón por el que se precipitan. Va a comenzar el enamoramiento de Galatea, y comienza como debe de ser con un flechazo que ya comenzó a abrirse camino con el gesto de respeto de Acis hacia quien, indefensa yacía. Por eso no puede atribuir al Cíclope la ofrenda, ni a ningún fauno lascivo, que menos obedecería a su sueño que a su deseo. El niño dios aparece apostado entre el árbol de su madre -el mirto- bajo el que duerme Acis, y decide poner fin allí al desdén de Galatea por el amor.
Es en la siguiente estrofa que la dorada flecha surgida del arco del dios niño flechador alcance su objetivo: el blando pecho de Galatea, que se hace así carcaj de cristal (¡¡¡!!!). Mas no es una flecha cualquiera, no, es un arpón (imposible de arrancar, sin destrozar). Monstro de rigor, fiera brava, califica Góngora a Galatea -la, hasta aquí, desdeñosa- (¿!), cuando vuelve la vista cuidadosamente sobre la ofrenda, presume la ninfa que quien dejó aquéllo se esconde entre el verde soto (a quien compara el poeta con un confuso alcaide que lo tenga prisionero).
....
32
Llamárale, aunque muda; mas no sabe
el nombre articular que más querría,
ni le ha visto; si bien pincel süave
le ha bosquejado ya en su fantasía.
Al pie -no tanto ya del temor grave-
fía su intento; y, tímida, en la umbría
cama de campo y campo de batalla,
fingiendo sueño al cauto garzón halla.
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33
El bulto vió, y haciéndole dormido,
librada en un pie toda sobre él pende,
-urbana al sueño, bárbara al mentido
retórico silencio que no entiende-:
no el ave reina así el fragoso nido
corona inmóvil, mientras no desciende
-rayo con plumas- al milano pollo,
que la eminencia abriga de un escollo,
.
34
como la ninfa bella -compitiendo
con el garzón dormido en cortesía-
no sólo para, mas el dulce estruendo
del lento arroyo enmudecer querría.
A pesar luego de las ramas, viendo
colorido el bosquejo que ya había
en su imaginación Cupido hecho,
con el pincel que le clavó su pecho.
Galatea llama al desconocido que ya en su pecho, flecha de cupido, ha penetrado. Mas lo hace con grito mudo, más con el alma que a viva voz, pues desconoce el nombre de aquél que más querría conocer en ese momento. Si bien aún no le ha visto, ya en su imaginación, suave pincel, lo ha bosquejado. Superado el temor, Galatea decide ir en su busca, fiando al pie la pesquisa y adentrándose en la umbría cama de batalla que es la verde alfombra: allí lo halla dormido.
Y vio su rostro, asomándose, mientras pendía de un pie, el cuerpo suspenso, en equilibrio, no menos que su alma en vilo; haciéndole dormido respeta cortesmente el sueño, aunque sorprendida por el silencio que no entiende: Galatea semeja un milano o un halcón o un águila que desde el nido otea a su presa, para precipitarse sobre ella como un rayo de plumas (¡¡¡!!!) (¡qué maravilla de escena!, Ilustrada mejor que si se contemplara, pues se adivina en la construcción del poeta mucho más de lo que la imagen sugiere).
Y es tal el respeto que Galatea siente por el sueño de aquel a quien ya ama, que compite con él en cortesía, no solo parando su ruido, sino que aún querría detener la corriente del arroyo porque su sonido no molestase al garzón. Pero el cuitado ademán no le impide divisar entre las ramas a Acis, pudiendo así colorear el bosquejo que de él su fantasía realizara.
.35
De sitio mejorada, atenta mira,
en la disposición robusta, aquello
que, si por lo süave no la admira,
es fuerza que la admire por lo bello.
Del casi tramontado Sol aspira,
a los confusos rayos, su cabello:
flores su bozo es, cuyas colores,
como duerme la luz, niegan las flores.
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36
(En la rústica greña pace oculto
el áspid del intonso prado ameno,
antes que del peinado jardín culto
en el lascivo, regalado seno)
En lo viril desata de su bulto
lo más dulce el Amor de su veneno:
bébelo Galatea, y da otro paso,
por apurarle la ponzoña al vaso.
Y allí descubre la ninfa, cambiada la posición que le permite contemplarlo mejor, el cuerpo bien conformado de Acis, que si no la admira por lo suave, lo admira, por fuerza de su apuesta virilidad, por lo bello. Hurtándole al sol algún rayo que penetra a través de la floresta puede descubrir el brillo de su cabello, y un rostro que apenas florece (apenas imberbe), cuyos colores la sombra no deja distinguir.
Mas en la rústica greña natural del mancebo pace oculto el áspid (del amor) más que en los cabellos peinados. Lo viril de la apostura del pastor, que la nereida contempla, desata lo más dulce del veneno del Amor: lo beberá Galatea, ya decidida a apurar el vaso de un tal -dulcísimo- veneno.
37
Acis -aún más de aquello que dispensa
la brújula del sueño vigilante-,
alterada la ninfa esté, o suspensa,
Argos es siempre atento a su semblante,
lince penetrador de lo que piensa,
cíñalo bronce o múrelo diamante:
que en sus Paladïones Amor ciego,
sin romper muros, introduce fuego.
.
38
El sueño de sus miembros sacudido,
gallardo el joven la persona ostenta,
y al marfil luego de sus pies rendido
el coturno besar dorado intenta.
Menos ofende el rayo prevenido
al marinero, menos la tormenta
prevista le turbó, o prognosticada:
Galatea lo diga salteada.
Contrariamente a lo que cree Galatea, Acis no duerme sino que escruta (semi-dormido), vigilante, a través del fingido sueño, el semblante de Galatea, su interés, sus curiosos movimientos (esté alterada o suspensa -de un pie pendiente sobre él-, es decir: es consciente de cuanto Galatea hace, pues la espera...); y es tal su estar pendiente que semeja a Argos (Panoptes -todo ojos-, según la tradición; lo contrario de Polifemo, por tanto); a la vez que lince penetrador (agudo y perspicaz) de la mente de la ninfa (en cuanto observa por esos ojos a medio cerrar, y a medio abrir), ya lo ciña el bronce (como un escudo), ya lo impida un muro de diamante (duro, mas transparente -que el enamorado posee poder de penetración en la mente del amado). Y finaliza la estrofa con otra cabriola preñada de agudeza de Don Luis: "Que en sus Paladïones Amor ciego, // sin romper muros introduce fuego" (¡¡¡!!!), aludiendo al Caballo de Troya (Paladión), con el que los aqueos consiguieron introducirse en la sagrada e inexpugnable Ilion (mediante treta mañosa y artera), al introducirle los confiados (y engañados) troyanos derribando parte de la muralla para poderlo ingresar en la ciudad, y que, a la postre, fuera causa de su perdición. Galatea no es ya Helena, sino la mismísima Troya, en quien Amor introduce su fuego como si de un Paladión se tratase (¡Soberbio, el poeta!)
39
Más agradable, y menos zahareña
al mancebo levanta venturoso,
dulce ya concediéndole, y risueña,
paces no al sueño, treguas sí al reposo.
Lo cóncavo hacía de una peña
a un fresco sitïal dosel umbroso,
y verdes celosías unas yedras,
trepando troncos y abrazando piedras.
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40
Sobre una alfombra, que imitara en vano
el tirio sus matices -si bien era
de cuantas sedas ya hiló gusano
y artífice tejió la Primavera-
reclinados, al mirto más lozano
una y otra lasciva, si ligera,
paloma se caló, cuyos gemidos,
trompas de Amor, alteran sus oídos.
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41
El ronco arrullo al joven solicita;
mas, con desvíos Galatea süaves
a su audacia los términos limita,
y el aplauso al concento de las aves.
Entre las ondas y la fruta, imita
Acis al siempre ayuno en penas graves:
que, en tanta gloria, infierno son no breve
fugitivo cristal, pomos de nieve.
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42
No a las palomas concedió Cupido
juntar de sus dos picos los rubíes,
cuando al clavel el joven atrevido
las dos hojas le chupa carmesíes.
Cuantas produce Pafo, engendra Gnido,
negras vïolas, blancos alhelíes
llueven sobre el que Amor quiere que sea
tálamo de Acis y de Galatea.
Comienza el relato del súbito idilio en esta estrofa 39. Galatea, ya menos zahareña, ahora más agradable, levanta a Acis de su verde lecho concediéndole, con una significativa sonrisa, no ya paz al sueño (que antes le concediera), sino treguas al reposo, es decir: incitando a la acción. Y lo lleva y conduce hacia un sitial que la cóncava peña concede protegido por dosel umbroso formado por celosías de yedras que trepan por los troncos y abrazan a la piedras (intrincado y protegido, discreto y apropiado para lances de amor).
Y este umbrío campo de amor está tapizado por una alfombra de suave, tupida y variopinta vegetación que envidiara (su factura) la afamada fábrica textil de Tiro; mas con la hilatura que teje, como el más laborioso gusano de seda, la primavera. En esto que, apropiada banda sonora a tan álgido romántico momento, una pareja de palomos se caló en el mirto (otra vez, el símbolo de Venus) más lozano (es decir, más pasional, más juvenil, más potente); y el arrullo de sus lascivos gemidos suena en los oídos de los amantes como excitantes trompas que anuncien la próxima batalla -de amor.
Pero es propio que el reclamo que al macho enerva y excita, a la hembra, por mero juego que pretende avivar el fuego con que de placer arderá luego, le insta a postergar lo que de otro modo término tendrá, si gozoso, precoz, entrando en ese "no-pero-sí, pero-no-así, pero-ahora-ya, mas-como-si, fuese-jamás"... que es tan de gusto a las damas para dilatar -sabiamente- el goce cuando al fin se entregan. Y en la segunda parte de la estrofa (41), el poeta hace parecer la ansiedad de Acis, al lado de la fuente y bajo las ramas del dosel, con Galatea al alcance de la mano -que las de ésta postergan y limitan-, a la del mitológico Tántalo, a quien Zeus, por abusar de su confianza, castigara al Tártaro sometiéndolo a un suplicio constante: rodeado de agua y alimentos que no podía nunca alcanzar (pomas que pendían de las ramas sobre las aguas pero a los que le era imposible acceder, agua que se retiraba cuando intentaba de ella beber); acabando con ese magnífico: que, en tanta gloria, infierno no son breve, // fugitivo cristal, pomos de nieve (¡¡¡!!!) (una vez más Galatea es el cristal y la nieve, es decir: los brazos/la piel, y los senos/pomos.
En esta última estrofa de la escena de amor (42) las hostilidades se desatan, comienza la amorosa batalla, y lo hace de forma explícita, si elegante: No a las palomas concedió Cupido // juntar de sus dos picos los rubíes, // cuando al clavel el joven atrevido // las dos hojas le chupa carmesíes (¡¡¡!!!)... ¡Al fin, Acis, logra besar los labios de Galatea! Llueven flores sobre el tálamo, y no flores cualquiera, sino aquellas que se dan en dos ciudades consagradas al culto de Venus (Pafo y Gnido), si bien las negras violas pueden anunciar el futuro infausto que los blancos alhelíes no pueden conjurar. Magnífica secuencia que el mismo Dámaso (y no hay autoridad mayor) califica como. "el pasaje más sensual de toda la poesía española clásica". Huelgan más comentarios.
-o-o-
GALERÍA
GALATEA. ACIS Y GALATEA. EL IDILIO DE LAS NINFAS
GALATEA
The Nymph Galatea (fresco) ( 1512-14) - Raphael
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Trionfo di Galatea. Bottega dei Fontana (Maiolica) - Raphael Sanzio (1575-1600)
The Triumph of Galatea (1675-77) - Luca Giordano
Galatea (s XVII) - Louis Dorigny
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The Triumph of Galatea (1650) - Jacques Stella (Circle)
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Galatea - Govanni Francesco Barbieri (1656)
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The Triumph of Galatea (s XVII) - Eustache la Sueur
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Galatea of the Spheres (1952) - Salvador Dalí
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ACIS Y GALATEA
Acis and Galatea (s XVII) - Charles de la Fosse
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Acis et Galatée - Michel Corneille
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Acis and Galatea (1833) - Antoine Jean Gros
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Acis and Galatea - Nicolas Poussin
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Acis and Galatea - Nicolas Poussin
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Acis et Galatée surpris par Polypheme - Lucas Auger (2e quart 18ème siècle)
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Acis y Galatea se esconden de Polifemo - Edouard Zier (1877)
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EL IDILIO DE LAS NINFAS
A Satyr Mourning over a Nymph - Piero di Cosimo (1495)
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A Satyr Mourning over a Nymph (detail) - Piero di Cosimo (1495)
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Neptune and Amphitrite - Jacob de Geynll (16th century)
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The Fisherman and the Siren - Frederic Leighton (1857)
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Nymph and Satyr - Alexandre Cabanel (1860)
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Nymph and Satyr - Constantin Makowski (1863)
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Idylle - W. A. Bouguereau (1851)
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A Naiad - J.W. Waterhouse (1893)
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The Siren - J.W. Waterhouse