Nuestro bachiano de pro, el pirenaico Gonzalo, sugirió la música y yo, solícito y cumplidor, aquí la subo acompañada de unos versillos de bienvenida y agradecimiento a nuestra musa: Brisa que no cesa.
Y cuando sientes tu alma,
de júbilo, bailar;
cuando tu corazón,
cantando, alegre está;
deja sonar la música,
que suene, celestial...
Y volverán las brisas
más cálidas y suaves
para traernos más
sentires sin pesares.
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