Y es que la poesía es admiración, perplejidad,
como la de un ser que hubiera caído del cielo
y se diera cuenta durante su propia caída, atónito.
Como alguien que conociera las cosas en el alma
y luchando por recordar este conocimiento,
se diera cuenta de que no era así como las conocía,
no bajo esta forma y esas condiciones,
y fuera incapaz de recordar más.
Diarios. Fernando Pessoa.
Apunte sobre Pessoa
.....La cita que encabeza este post, junto a las ya incluidas anteriormente (Reflexiones de un Deslumbrado I) y otro párrafo más -éste no citado- forman lo que parece una declaración de principios del poeta portugués más polémico del siglo pasado (quizá el más polémico y menos entendido de la literatura portuguesa), acerca de la poética en general y la interpretación que de ella en particular el escritor hace. Precediendo toda esta declaración de principios, una confesión que deja lugar a pocas dudas: "Soy un poeta impulsado por la filosofía, no un filósofo con cualidades poéticas." Para añadir seguidamente lo que firmarían muchos poetas que en el mundo han sido: "Me fascinaba observar la belleza de las cosas y dibujar lo imperceptible, lo minúsculo, que define el alma poética del universo." Definitivamente, no cabe duda de que este singular espécimen del universo literario luso estaba tocado por las musas (incluso si él las negare). El tiempo acabaría por justificar tanto el laurel que ciñó sus sienes, como el muérdago que ocasionalmente se le asomaba a la mirada.
Como no trato de plasmar ningún acontecer biográfico sino sencillamente una impresión al hilo de los párrafos citados, y que he denominado, quizá demasiado rimbombante e inexactamente, "declaración de principios acerca de una poética", concluyo este apunte aconsejando la lectura de la obra del fingidor por antonomasia; tanto sintió en él el tumulto de voces diversas que sembró su vida de "yoes" (no-yoes, los conceptuaría él, o "heterónimos"; oponiéndolos a su "ortónimo" o nombre real. Fueron principalmente tres: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro Campos) con los que poder justificar y dar cauce a su poliédrico sentir.
Lo que sigue trata de ser un homenaje y un gesto de alineación con sus postulados. Me declaro enteramente conforme con lo que el poeta dice a cerca de la poética del universo. Y para sumarme a su parecer no creo poder hacerlo de forma más adecuada que suscribirlo con el ejemplo; es decir: glosando poéticamente lo que él asevera, en los párrafos citados, en prosa. Que dios (y Pessoa) me perdone la audaz licencia, y mi terca inclinación a la rima y el octosílabo; también, otrosí, espero me perdone el popurrí desplegado en el sexto poema: taracea aleatoria de métrica y rítmica, quizá sentida expresión de la insólita danza que se pretende allí glosar.
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(Homenaje a un fingidor, en seis poemas)
1
La poesía de la Tierra nunca está muerta
(La poesía de la tierra nunca está muerta)
(La poesía de la tierra nunca está muerta)
Cómo habría de morir
la poesía de la Tierra,
si es su danza en el espacio
pura lírica de esferas.
Cómo habría de morir
si la muerte le es ajena:
si es poesía el mismo ritmo
con que late la existencia.
Cómo habría de morir
mientras transpire belleza,
mientras haya quien la cante,
mientras haya quien la sienta.
Cómo habría de morir
si hasta la muerte es poética
que, consumando la vida,
la vida otra vez recrea.
Nunca, nunca ha de morir
la poesía de la Tierra,
pues que la Tierra es poesía
siempre, siempre, dando vueltas.
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2
La Poesía está en todo
(La poesía está en todo, en la tierra y el mar, en el lago y en la ribera del río...)
(La poesía está en todo, en la tierra y el mar, en el lago y en la ribera del río...)
En la tierra y en el mar,
en los cauces y riberas,
en el aire y en las nubes,
lo poético se expresa.
Con espuma el mar lo escribe,
con surcos lo hace la tierra,
y con un rabo de nube
compone el aire el poema.
En todo está la poesía,
también en la urbe se encuentra:
en el ruido de la calle,
en la quietud de esta mesa,
en la pantalla que miro
en los dedos que teclean,
en los libros que reposan,
en la música que suena
y en las ventanas de enfrente,
acortinadas lucernas,
tras las que vive la gente,
y puede que algún poeta.
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3
El sentido profundo
(Mi sentido más profundo predomina en mí de tal modo sobre los cinco sentidos...)
(Mi sentido más profundo predomina en mí de tal modo sobre los cinco sentidos...)
Hay un sentido profundo
que a los sentidos enmienda,
de ellos se sirve, los usa
como un pintor su paleta:
con ellos pinta sus cuadros
de sensaciones que expresan,
con palabras fingidoras,
la verdad de la existencia.
Este sentido oceánico
que en el alma se aposenta
siente más profundamente
-y con más clara certeza-
la realidad que se oculta
tras la engañosa apariencia,
que la que registran, vaga,
los cinco que al cuerpo orientan.
Es un sentido incisivo
que en la realidad penetra,
quien, poético, delata
lo prosaico que hay en ella.
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que en la realidad penetra,
quien, poético, delata
lo prosaico que hay en ella.
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4
Los objetos prosaicos
(Para mi existe una riqueza en el significado de algo tan ridículo como
la llave de una puerta, un clavo en la pared, los bigotes de un gato)
Un clavo en la pared,
no es clavo en la pared;
la llave de una puerta
no es llave de una puerta;
los bigotes de un gato,
no son bigotes de gato.
Un clavo, una llave, unos bigotes de gato,
son ventanas donde el alma se asoma
y por las que ve historias,
circunstancias, situaciones...
universos de sentidos:
el cuadro descolgado,
la habitación infinita,
la fiera sin furia.
Las cosas no son sólo lo que parecen;
todas las cosas son vientres preñados,
todas tienen una genealogía,
a la que accede el alma
que, sensible, las observa.
Hasta el objeto más prosaico
está tejido con poesía,
pues no sabe la existencia
crear de otro modo
más que como lo hace un poeta:
sembrando mundos
en las cosas que crea.
Y, así, las cosas y los objetos,
no son cosas ni objetos,
sino poemas infinitos
preñados de sentidos.
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5
El olor del sándalo
(Existe, para mí, un sentido más profundo que el miedo de las personas en el olor del sándalo)
Estremecen los olores
más que los sonidos,
más que las imágenes,
más que las caricias;
entrañan un sentido más profundo,
más atávico y primario,
que establece su razón
en razones inauditas.
Es, el dulce olor del sándalo,
más que aroma, un universo
de voluptuosidad arcana
donde el alma se ensimisma;
es piélago de exótico hemisferio,
de fantasía obstinada,
de candor y de ilusión
que persiste y no declina;
es posibilidad de hechizo y sueño
que con alas prodigiosas
surca el alma imaginaria
de arboledas imprevistas;
es corriente penetrante
que fluye por los rincones
de una memoria encantada
por mil vidas ya vividas;
es polifónico cantar, delirio
de voces nemorosas;
es sortilegio que libera asombros
en andas de olorosa sinfonía;
es puerta interestelar,
es agujero negro de luz
por donde el alma penetra
en dimensiones infinitas;
es Oriente,
es aurora,
y es constelación
evocadora
de leyendas peregrinas.
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6
Danza de dos papeles sucios
(...en dos papeles sucios que, en un día de viento, dan vueltas y se persiguen calle abajo)
Inertes y desdeñados,
los dos papeles sucios en el suelo
son dos historias ignoradas,
apenas separados por el tedio:
uno acaso fuera heraldo,
orgulloso mensajero;
el otro, sólo gris y basto,
mera estraza de envolver.
Están gritando juntos su silencio,
esperando la escoba,
el basurero, el olvido al fin
de lo que un día fueron.
Pero el dios Eolo (yo mismo)
se compadece de ellos,
y los anima y acaricia
entre sus aleves dedos.
Después los levanta
y en curvas los mece
y en espirales los trenza:
los hace bailar
una danza de viento.
Y los papeles sucios
trazando van, ligeros,
figuras que parecen
filigranas tejidas por un sueño.
Allá van calle abajo,
bailando su danza de viento,
dos papeles sucios
a su condición ajenos.
Poesía en las arrugas,
en la suciedad, lo bello,
historias condenadas al olvido
rescatadas por el verso.
Dos papeles sucios son
estrellas de un firmamento,
a los ojos del que mira
a través de lo poético.
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GALERÍA
William-Adolphe Bouguereau
(1825-1905)
Flores de Baño
Woman with Shell (1885)
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After the Bath (1875)
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The Bather (1879)
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After the Bath (1875)
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Seated Nude (1884)
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Two Bathers (1884)
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Spring Breeze (1895)
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The Oreads (1902)
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