Andresillo es un chiquillo
con dos cielos en la cara,
y en los cielos firmamentos
llenos de extrañas galaxias.
Andrés va inventando historias
con dos luces y mucha ansia,
y es su narrar, balbuciente,
un huracán de palabras:
seres de todas clases
vuelan, caminan y nadan
por paisajes surrealistas
que el mismo Dalí envidiara.
Cuando cuenta, Andrés, te mira
y su intenso azul te baña,
aunque sientes que sus ojos
sólo ven su propia trama;
cuando inventa, Andrés, te mira
y es como si no mirara:
esos ojos azul cielo,
más que ojos, son dos cámaras
por donde proyecta historias
en su cerebro filmadas.
Y, tú ves, cuando le miras,
más que un niño, una pantalla
en donde se desarrollan
las aventuras que narra.
Andrés tiene alma de cine,
o el cine de un niño el alma.
Sigue, Andrés, imaginando,
mientras puedas, tus hazañas,
que, al crecer, en el olvido
quedarán todas tus fábulas.
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