¿Cómo saber quién es uno,
cuando se siente la conciencia
habitada por tantos?
La Conciencia Habitada
1
Siento mundos a mi alrededor,
mundos contenidos en alientos,
en flores de jazmín, en galas de noche,
en ojos perdidos y en abrazos encontrados,
en el vuelo de un vilano
y en el de una mariposa;
siento cómo giran y se expanden,
cómo les nacen estrellas
y les mueren lunas,
cómo se adornan con nebulosas
y con dudas de colores;
siento pulsar la creación infinita
desde el núcleo de un grano de arena,
desde la superficie de una gota de agua,
desde la risa de un niño
y desde el llanto de un anciano
(o viceversa);
(o viceversa);
siento a Dios en un aroma,
en la esencia de las cosas
y en su sabor inabarcable,
en el tacto de un pétalo de rosa
y en el de una mejilla tersa
u otra arrugada;
u otra arrugada;
siento la Nada, que todo lo alumbra
---a pesar de los filósofos--,
la siento acechando detrás de cada no,
y la siento riendo precediendo a cada sí.
2
Siento mi conciencia habitada
por multitud de conciencias,
pero las siento como una sola conciencia
que hablara lenguas diferentes
y a la vez, superpuestas
y, no obstante, empastadas.
y, no obstante, empastadas.
Es coral de voces y soy yo,
es mi conciencia polifónica
cantando la canción de la vida.
Siento que soy tantos como cosas
habitan mi conciencia,
por eso nunca pude ser nada concreto
y fui muchas cosas sin concretar,
quise ser tantos como sentía
pero me fue imposible,
mas eso no lo sabía mi conciencia,
que no cree en imposibles
--porque imposible es una palabra
que no existe en mi conciencia.
He de creer a mi conciencia
porque sé que existo gracias a ella,
por eso desconfío de mi razón
que no sabe explicar mi sentir,
que no comprende mi conciencia
ni cómo funcionan allí las cosas.
Y si siento que soy todas las cosas
de que soy consciente,
es porque es verdad: las soy;
y nada me importan
las razones que la razón tenga
para juzgar lo contrario.
Confío, más que en la razón,
en mi conciencia y sus habitantes:
las cosas y los mundos que de ellos emanan,
y que siento como propios.
3
Tengo la conciencia habitada
por razones irracionales,
por locuras que giran como planetas
en torno a estrellas razonables,
por sueños convertidos en realidad
y por realidades improbables,
por lunas incandescentes
y por soles argentinos,
por sonrisas lacrimosas
y por llantos hilarantes,
por caricias como puños
y mordiscos como besos...
Pero también la habitan
otras muchas cosas más corrientes,
como el dolor incomprensible,
la crueldad injustificable,
o la injusticia innoble...
Oh, sí, y también hay allí llamas infernales,
ausencia de remordimientos
y violencia sin cuento.
Y todas esas cosas soy,
y a unas las dejo expresarse
y a otras les tapo la boca,
las sujeto por los pies
o les ato las manos.
4
Quise ser (ya no lo quiero)
todas las cosas que sentía
habitar en mi conciencia;
y supe, por experiencia,
que eso es imposible,
a pesar de que mi conciencia
no sepa nada de imposibilidades,
porque sobre mi conciencia
una voz, que reconozco como la mía,
me prevenía contra mi histriónica locura
--esa intención vana por serlo Todo--,
ya que, según me decía,
para serlo Todo, antes debía
dejar de ser yo,
y dejar de ser yo significaba
dejar de tener esta conciencia
tan espléndidamente habitada.
Así es que un día determiné
vivir en perpetua contradicción,
sintiendo que soy tantas cosas
como habitan mi conciencia,
pero sabiendo que sólo voy a ser
el que soy:
una conciencia habitada
que nunca será nada,
aunque...
una Nada en perpetuo alumbramiento.
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