viernes, 27 de junio de 2014

Leda y el Cisne (II)





Romance de Leda

III
La seducción (2)

Leda, de la realidad,
toma ya plena consciencia,
encontrándose, a la vez,
tan feliz como perpleja:
abrazada se halla a un cisne
cuya cola hábil menea,
con furioso frenesí
en su zona más secreta,
mientras plumas, pico y patas
todo su cuerpo deleitan:
mil estímulos a un tiempo
que mil clímax representan,
toda ardiendo de placer,
flameando cual hoguera
que el gran cisne con fruición
tan ardientemente ceba.
Fragor de plumas y ayes
es la compartida entrega
que al compás del arrebato
gradüalmente prospera...
hasta que grito y graznido
al unísono se elevan
en un  dúo sincopado
resonando en la arboleda...
siente la reina su vientre
como surco en sementera:
inundado por simiente
que a preñarla irá directa.

Poco a poco los latidos
de la carne se atemperan
y a la piel ruborizada
la blancura ya regresa;
a las cumbres alcanzadas
sigue el tránsito a la vega
y al aliento entrecortado
la respiración serena.

El cisne, ya desahogado,
abandona la entrepierna
que ha sido fuente de gozo
y pozo de complacencia;
orgulloso yergue el cuello,
bate alas y alardea
de su amorosa pericia
y su erótica potencia;
para después, displicente,
darse ufano media vuelta
y volviendo a la corriente
abandonar allí a Leda.

Ésta que lo ve marchar
cree ver en su silueta
la apariencia familiar
de una imagen que, de piedra,
en el templo a Zeus, de Esparta,
al dios padre representa.
Es una visión fugaz,
como un aura entre la niebla,
pero tan clara y distinta
como extraña y manifiesta;
al cabo desaparece
tras las ramas de salguera
por el mismo sitio que antes
desde el sueño apareciera
aquel misterioso cisne...

Y así concluye la siesta
en que sueño y realidad
en la reina confluyeran.

IV
Leda y Tíndaro

Quiere el destino azaroso
que esa noche la pretenda
a la reina el real esposo
que en Lacedemonia reina;
pues tan seductora la halla
tan hermosa y hechicera,
que un impulso irresistible
se le impone por la fuerza
(la pasión que el dios sembró
floreció de tal manera
en el cuerpo de la esposa
que el deseo al rey despierta).
Y hete que aún no extinta
se reaviva aquí la hoguera,
no con plumas bien cebada
sino con leño de higuera,
fuertes brazos sarmentosos
y estopa de estirpe griega.
Toda la sangre de Esparta
porta Tíndaro en la venas,
toda acudirá al reclamo
de su poderosa verga,
que manejará tan diestro
como lanza en la refriega.
Campo de plumas demanda
esta amorosa contienda,
y en él Tíndaro acomete
con su bravura guerrera:
toma al asalto la plaza,
–que su esposa representa–
atacando sin cuartel
siguiendo antigua estrategia:
embistiendo los resquicios
que brinda la fortaleza,
penetrando por los huecos
donde no existe defensa,
ya entre pilares se hallen
ya en la atalaya se ofrezcan.
Toda la noche las armas
lascivamente resuenan,
no hay piedad en la batalla
y al placer no se da tregua:
si Tíndaro se hace dueño,
fugaz, de la ciudadela,
Leda al cabo ya lo envuelve
y con mimos lo rodea,
con caricias lo provoca
y con ansia lo doblega;
más el guerrero esforzado
el aliento recupera
y enarbolando su lanza
al punto vuelve a la brega,
penetrando con más furia
en la plaza que saltea,
sólo hallando en su camino
lubricada resistencia,
que si parece vencida
en realidad lo aparenta
para así mejor lograr
triunfadora al fin la meta:
la voluntad del guerrero
derramada en torrentera
fecundando las entrañas
de la victoriosa Leda.

V
Epílogo: las consecuencias

Lleva la reina en su vientre
el producto de dos siembras:
la de un dios en cisne vuelto
y la de hombre sin más vueltas,
que de forma harto fantástica
en dos huevos se condensa;
mucho es, pues, lo divino
que, por ave, allí se alberga,
tanto que la gestación
se realiza a su manera.
Dos gemelos cada huevo,
en cada uno macho y hembra,
dará, al cabo de su tiempo,
el parto que será puesta.
Cuatro vástagos famosos,
 cuatro héroes de leyenda,
que en la historia dejarán,
desigual, su huella impresa:
Cástor y Pólux –llamados
Dioscuros por ascendencia–,
la bella Helena de Troya
y la infausta Clitemnestra.
Todos ellos fundadores
de sagas y de tragedias,
semillas que pingües frutos
a las varias artes dieran,
y aun a la vida corriente,
si exprimidos, en esencia.

Fin del Romance de Leda

-o-



ARGUMENTO Y REFLEXIÓN

.....Al contrario de lo que debería ser lo lógico, la paternidad de Leda está asegurada, mas no así su ascendencia materna. Acreditado está (¿!) que fue hija de Testio, y éste, a su vez, de Ares y Demonice (según unos), o de Agenor y Epicaste (según otros). Corría sangre de dioses por las venas de Leda, por tanto. La ascendencia materna, en cambio, es dudosa, aunque convencionalmente se le adjudica a la progenie de Eurythemis.
.....Casó Leda (mujer proverbialmente bella, como es costumbre en las heroínas elegidas por Zeus para sus devaneos amorosos) con Tíndaro o Tindáreo, rey de Esparta, cuya madre era ni más ni menos que una de las hijas de Perseo habida con Andrómeda, Gorgófone (en honor al matador de la Gorgona). Su padre, Ébalo, fue también rey de Esparta, de quien heredo trono.  Noble ascendencia la de esta mujer que le cupo el honor de ser pretendida y conseguida por el dios de dioses.
.....Ya sabemos del espíritu histriónico del olímpico, su afición al disfraz y al engaño, cuando salía de lujuriosa cacería. Pero no creamos que hay en ello un afán de mentiroso compulsivo, o una necesidad de ocultar su verdadera identidad. No lo necesitaba, siendo quien era... si no fuera porque, como sucede en todos los matrimonios, el suyo con Hera no era una balsa de aceite; además, Hera era mucha Hera: la esposa del dios de dioses, ¿qué cabría esperarse? ¿Que consintiera, así, sin más ni más, las periódicas aventuras de su esposo con cuanta quisque se le pusiera a tiro, sólo por lucir buen palmito? Nada de eso, y las broncas olímpicas estaban a la altura de sus contendientes. Lo peor de todo era que esas broncas acababan sufriéndolas los pobres mortales (las pobres mortales, por lo general, para ser más exactos).

.....El caso es que en esta ocasión, el disfraz elegido, la apariencia seleccionda, fue la de un cisne. Pero no un cisne cualquiera, no; uno esbelto y poderoso, gallardo, de aquellos que tiene pico anaranjado tirando a rojo, patas así mismo encendidas, cuello largo y bien conformado, con la sinuosa curva justa, plumón níveo, ora suave ora duro según la zona (suave como terciopelo en pecho y vientre, duro pero elástico en alas y cola), antifaz negro y sugerente, ojos del color del fuego... en fin, todo un cisne proporcional al dios que encarna. 
.....El cisne se hace el encontradizo, "¡qué casualidad! ¿tú por aquí?", en el momento de la siesta veraniega, que tiene por costumbre Leda tomar a solas (cuando no se le antoja al marido tomarla con ella), tras el baño refrescante, mostrando sus bellas formas desnudas, su blancura inmaculada, sólo matizada levemente por el róseo rubor de sus mejillas, sus labios y la areola de sus pechos.
.....¿Qué se puede esperar de un encuentro así? ¿Quién no ha tenido fantasías oníricas de las que hubiera gustado despertarse en plena acción? Pues eso es lo que le ocurrió a Leda. Lo que pasa es que el genio griego no da puntadas al aire, sino que enhebra con mucho sentido; no se conforma con crear situaciones fantásticas o alucinantes, no: ha de recrear un mito con ellas, darle un sentido con significado capaz de fluir a través de la cultura y del tiempo...

....El encuentro del dios con la reina acaba como acaba (tampoco Zeus es de los que falle el blanco, ni enhebre al aire: proverbial es su capacidad genésica). La cosa se complica cuando, a las pocas horas de este voluptuoso encuentro, tiene lugar otro, esta vez de la reina, Leda, con su esposo, y ocurre lo que tiene que ocurrir: "que qué bella te encuentro hoy", que si "tienes el rostro encendido y una mirada brillante como nunca...", que "pareces tocada especialmente por Afrodita" (caliente anduvo, aunque se equivocara de divinidad). Y pim, pan, pum, ya está liada; el bravo semental espartano es el que se enciende y toma a su esposa como nunca. Ésta, que no puede creer en su buena suerte ese día, no desperdicia nada de lo que se le ofrece, por si vienen mal dadas...
.....Así es que ahí tenemos a la doblemente premiada Leda, preñada por partida doble. Pero, como nada es como debe de ser en la mitología griega, la gestación tiene lugar atendiendo a la especie del progenitor de más alcurnia, Zeus, es decir, la de su encarnación como cisne, es decir, como un ave. Leda gestará dos huevos, en los que (colmo del rizo rizado) la ascendencia es cruzada: en cada huevo macho y hembra, y en cada huevo de un progenitor: uno humano, el otro divino. Helena (la de Troya) y Pólux, son inmortales, como su divino progenitor cisne/Zeus; Cástor y Clitemnestra heredarán la mortalidad de su padre humano, Tíndaro. Los Dioscuros, no obstante no ser univitelinos, se sienten más gemelos que con sus respectivas gemelas, y así pasarán a la cultura y a la astrología (los gemelos). Helena y Clitemnestra serán víctimas de un olvido de su padre, Tíndaro, que omitió realizar el preceptivo sacrificio a Afrodita en el día del nacimiento de sus hijas, y por ello tuvieron una vida de tragedia y llegando a ser un verdadero azote para los aqueos (incluidos los espartanos), no sólo por la guerra de Troya, provocada por Helena, y en la que morirían tantos héroes, sino para los vencedores de ésta, al asesinar Clitemnestra a Agamenón. Todo un novelón, vamos, que nada tiene que envidiar a cualquier serial televisivo actual (así sea transatlántico –tomando como referencia la Piel de Toro, que es desde donde esto se escribe).
.....Leyenda jugosa, morbosa y rijosa donde las haya, esta de Leda y el Cisne que dará mucho de sí en toda la cultura occidental posterior. 

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ENLACES SUGERIDOS

Rubén Dario
Blasón
El cisne en la sombra parece nieve (Leda)

Aldous Huxley
Leda (inglés)

Pierre Ronsard
La défloration de Leda (francés)

Paul Éluard
Leda (fragmento, español)

William Butler Yeats
Leda and the Swan (pags 36-37, ed. bilingüe español/inglés)

Ovidio
Las Metamorfosis. Libro VI. Aracne (sólo mención a Leda)

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GALERÍA

ICONOGRAFÍA DE LEDA

ESCULTURA
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Leda and the Swan. Late Roman sculpture after a Greek sculpture.
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Leda and the Swan, Anonimous (Roman 2nd century AD), after Timotheos (Greek, 370 BC)
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Leda and Swan, roman work 2nd century AD after greek work of the first half of the 4th century BC, by Timotheus
(Hermitage Museum)
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Leda and the Swan, c 1535, Florence (Victoria and Albert Museum)
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Bartolomeo Ammannati, c 1536
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Bartolomeo Ammannati, c 1536
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Leda and the Swan, School of Fontainebleau, middle 16th century
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Leda and the Swan, Jacques Sarazin, 1640-1650
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Leda and the Swan, follower of  Michelangelo, c 1550-75
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Leda and the Swan, Jacques Sarazin, 1640-1650
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Leda and the Swan, Michel Anguier, 1654
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Leda y Zeus (como un cisne), Museo del Prado
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Leda and Zeus, Getty Museum
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leda and Swan, Baroque Garden at Schloss Ludwigsburg
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Leda and the Swan, French, 1753-58
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Leda and the Swan, Giorgios Broutos, 19th century
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Jean-Jacques Feuchère, 1840-1850
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Leda and theSwan, August Clésinger, 1864
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Leda and theSwan, August Clésinger, 1864
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Leda and the Swan, August Clésinger
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Leda and the Swan, August Clésinger
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Leda and the Swan, Robert Cockle Lucas, 1850
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Leda y el Cisne, Jean Thierry
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Albert-Ernest Carrier-Belleuse
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Albert-Ernest Carrier-Belleuse, 1870 (MET)
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Albert-Ernest Carrier-Belleuse
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Anónimo (Gaylor Museum of India)
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Leda and the Swan (Bronze, two pieces), Johann Michael Bossard (1874-1950)
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Leda and the Swan (Bronce, two pieces), Johann Michael Bossard (1874-1950)
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Leda and the Swan (Bronze, two pieces), Johann Michael Bossard (1874-1950)
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Leda and the Swan, Palacio de Ajuda, Lisboa
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Leda et le Cygne, Jules Roulleau
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Leda et le Cygne, Jules Roulleau
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Leda fountain under the "Kaisertreppe" at Stift Altenbur
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Rudolph Tegners, 1916-1917
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Leda with the Swan, Kai Nielsen (1882-1924)
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Leda and the Swan, Per Ung, c 1930s
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Leda and the Swan, Per Ung, c 1930s
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Leda y el Cisne, Fernando Botero
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Leda and the Swan, Igor Zeinalov (1959- )
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Leda and the Swan, Igor Zeinalov (1959- )
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Leda and the Swan, Desire Maurice Ferrari, 1898
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Leda and the Swan, Desire Maurice Ferrari, 1898
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Leda and the Swan, Desire Maurice Ferrari, 1898
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Leda and the Swan, Desire Maurice Ferrari, 1898 
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Leda and the Swan, Desire Maurice Ferrari, 1898 
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Leda and the Swan, Poul Lemser (1925-1980)
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Leda and the Swan, Poul Lemser (1925-1980)
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Leda and the Swan, Lladró Porcelain
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Leda and the Swan, Lladró Porcelain
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Leda and the Swan (cristal de Murano), Lucio Bubacco
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Leda and the Swan (Stoneware), Gerit Grimm, 2012
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Leda and the Swan, talla en madera.
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Leda and the Swan, Marfil
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Relieve en Cera, finales del siglo XVI, Italia
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Leda and The Swan (Gold signed ring from Thessaly, 2nd century BC
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lampe à huile,l III siècle après JC
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Leda and the Swan, camafeo
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