lunes, 4 de junio de 2012

Jean-Léon Gérôme - Revelaciones y Encantamientos (3)




¿Qué es la evocación sino una revisión actualizada del pasado? 
¿Un iluminar, con luces de presente, paisajes y escenarios ya lejanos
cubiertos por la niebla que el tiempo levanta en las riberas del olvido?
Evocamos, quizá, para revivir lo que nunca se ha vivido...
o, tal vez, para vivirlo más consciente y justificadamente.
De todas formas, evocar es falsificar lo irrepetible.
Pensamientos impensables. Héctor Amado


De la infancia de Héctor Amado (3)

...Algo de aquel niño ensimismado, perplejo y deslumbrado en y ante la que más tarde reconocería como "consciencia de sí" (es decir: un darse cuenta de su entidad separada del mundo y, a un tiempo, engastada en él) permanecería latente en Héctor durante el resto de su vida; al fin y al cabo, en ningún lugar está escrito que el proceso de madurez haya de producirse necesariamente a base de "quemar" o eliminar los rasgos fundamentales del carácter de un individuo. Es más, es la pervivencia de ciertos rasgos, en detrimento de otros más accesorios o epidérmicos -adquiridos- lo que constituye finalmente eso que se ha dado en llamar "carácter" de un individuo, y que es algo así como la huella dactilar de su alma.
...Quizá sea bueno volver a recordar que aquel particular rasgo suyo -la exacerbada sensibilidad, tanto física como psíquica- debiera mucho (o fuera "causa de" -según dónde queramos establecer el origen del círculo) a ese "sentirse continuamente", ya fuera por medio del dolor, de la sensación en general, o de un aún demasiado difuso e imaginativo raciocinio que lo llevaba, por ejemplo, a caer en una suerte de enajenaciones letárgicas que bien podrían calificarse de arrebatos místicos (toda vez desprovisto el término de sus connotaciones expresamente religiosas, y ampliando su radio de acción y significación hasta englobar en él el más panteísta y pagano estado de: trance órfico, en el que la sensación de ausencia de la realidad, se combinaba con una fuerte sensación de disolución en el Todo; y todo ello desde una conciencia plena de su propio ser, que se convertía así en singular registro de lo plural).

...Estamos hablando del rasgo que más podría determinar el carácter de Héctor, su misticismo pagano, que ya pulsaba, y se manifestaba, además, libre de la rígida estructura que la educación y la socialización acabaría por atenazar y constreñir -aunque no suprimir- más tarde. Éstas (educación y socialización) están ahí para hacer que el individuo encaje en la comunidad, son escofinas, limas y lijas que pretenden, y consiguen con eficaz aplicación, pulir las tendencias individuales -e individualistas: egoístas por tanto- que todo humano posee. Pero estos mecanismos socializadores, generalmente, actúan con tal energía, con tal profundidad, con tal empeño de uniformización, imbuidos del espíritu de producto en serie, que el resultado -el individuo- queda tan desprovisto de sus imperfecciones (de sus aristas, rugosidades, y cuales características sobresalgan de lo socialmente admisible) que, al final, ya no podría hablarse de sujeto original, sino de algo parecido a una reproducción en cadena, un objeto, en fin, adecuado a las expectativas de una determinada comunidad. Objeto que, por otra parte, será mucho más fácil de controlar, manejar y dirigir. La Rebeldía, pues, fue una actitud que Héctor cultivaría precozmente. Una rebeldía callada, no vociferante (salvo ocasiones excepcionales). Una rebeldía esencial -y sobre todo- ante la norma, de la que bien pronto descubriría su función desbastadora.
...El cómo se forjara esta actitud rebelde, además de fundarse en lo más profundo de su ser, habría que buscarlo, otra vez, en sus primeros años. Años en los que una soledad sobrevenida a la ausencia de los padres durante las mañanas por motivos laborales; época en la que Héctor quedaba al cuidado de un abuelo casi inválido (omnipresente y estático, siempre sentado en su trono, tras sufrir una apoplejía que casi lo paralizó). Esta soledad lo obligó a reaccionar, a crear su propio universo y poblarlo de personajes que la realidad le hurtaba. También le obligó a convivir con la penumbra, con la oscuridad, con el silencio sólo quebrado por ruidos desconocidos y sospechosos (el sonido que todo caserón alberga como parte de su constantes vitales).

...Era aquélla una casa inmensa en estado de manifiesta decadencia, que antaño conociera mejores tiempos como casa de postas: poseía una sola planta a la calle y dos en torno a un corral interior, llena de diferentes y muy diversos ámbitos: portalón con largo y oscuro corredor; vivienda con alcobas y dependencias de atmósfera húmeda y densa; corral interior, empedrado con cantos rodados y una tortuosa parra encaramada a la galería superior; el desván, preñado de sonora evocación de lo caduco: cachivaches, utensilios deshechados, detritus de otro tiempo; la cuadra, que albergara piara de cerdos y caballerías, reconvertida en almacén de cosas inservibles y arrumbadas; la galería superior, abierta sobre el corral, zona de paso a la vivienda, ya deshabitada, antaño hospedería, y en estado casi ruinoso; y el inmenso sobrado que techaba la cuadra, lugar poblado de aire detenido y polvo de cien años, cuyo suelo de tarima degradada, en los vanos entre vigas, escondía trampas mortales por donde se colaban los pies... Aquí se fraguó y cobró vida el universo interior del Héctor niño. En sus tempranas soledades vagó por aquellos rincones y habitó sus escondrijos: solitario Odiseo viajó, sin saberlo, en busca de una Itaca presentida, de aventura en aventura, de isla en isla, conquistando límites, descubriendo posibilidades, erigiendo ciudades fabulosas, cruzando desiertos, mares y selvas, en pos de... sí mismo; huyendo, también, de sí mismo. Y en ese ir y venir del buscarse al eludirse iría construyendo, desde su misticismo pagano, desde su sensibilidad exacerbada, desde su rebeldía ante la norma, desde su timidez y su sensualidad, desde su naciente paradigma de caballero adalid de bellas Damas, una escala que, peldaño a peldaño, lo conduciría tortuosa pero inexorablemente hacia un destino del que, bien pronto, ya tuvo conocimiento...

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GALERÍA

Jean Léon- Gérôme
(1823-1904)

Escenas de la Historia y de la Vida

Diogenes
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