jueves, 14 de enero de 2016

John Currin: La Transgresora (II) - GALERÍA: John Currin





A MODO DE AVISO
¿Qué es erotismo y qué pornografía?
¿hasta qué punto el arte puede difuminar la frontera entre uno y otra?
¿Se puede mirar sin prejuicios morales una obra de arte,
una en la que se represente de forma explícita la fisicidad del amor?
¿Alguien que no hubiera sido educado en la moralina rezumada de una religión,
sea la que fuere, fundada sobre el concepto de pecado y culpa,
incluso ante hechos tan connaturales como los que acaecen en el ámbito erótico-sexual,
sentiría vergüenza, azoramiento o aversión al contemplar su representación gráfica,
valga decir, reproducción artística? ¿No es el prejuicio puritano
el que nos hace sonrojar, volver la mirada o mirar —hipócritamente— de soslayo
una escena donde se representa/reproduce de forma explícita el juego amoroso?
Una mirada libre de estos prejuicios moralizantes, véase natural y pura,
¿se escandalizaría al contemplar estas escenas de amor explícito?
Es más, ¿Puede considerarse pecaminoso, o meramente de mal gusto,
representar aquello que se realiza con sumo gusto y por expresa voluntad de gozo?
¿Pueden ser los actos de amor culpables? ¿Lo puede ser su exhibición?
¿No probamos estar enfermos de desnaturalización al pensar/sentir de este modo?
Por otra parte, ¿hasta qué punto lo artístico puede ser excusa y coartada para la excepción?
¿Por qué extraño sortilegio el arte, ámbito de lo sagrado, transfigura la realidad
despojándola sin pudor, con sus divinos dedos, del rígido corsé de la moral? 
Oportunas preguntas que deberíamos contestarnos racionalmente,
sin prejuicios (si eso fuera posible), cuando nos disponemos a contemplar
tales explícitas representaciones, cuestionando convenciones e interdictos.
De la naturaleza amoral del arte. Héctor Amado

"Dans l'art, il n'y a pas d'immoralité.
L'art est toujours sacré."
Auguste Rodin.

La Transgresora

II

.....Era una de esas mañanas de verano tardío u otoño temprano, grises y húmedas, que han dado fama a París, con esa su característica tibieza mórbida y voluptuosa permeando el ambiente. La lluvia se dejaba caer a intervalos, como si el cielo, excitado por el erecto falo de hierro erigido por Eiffel, derramara de forma lúbrica y pulsátil el producto de su excitación sobre la ciudad más transgresora del mundo. El boulevard Clichy se mostraba brillante como la piel nimbada de sudor de una insaciable amante entregada al placer. Antaño, en aquellos Locos Veinte de principios del siglo pasado, en torno a la Place Pigalle se juntaba lo más canalla de la Cité Lumière, y, junto al hampa que controlaba los burdeles, el alcohol y el juego, se mezclaba lo más canalla del arte, o se encanallaba lo más artístico de París. Pintores, escritores, escultores, poetas y músicos se daban cita en los numerosos locales (Le Rat Mort, Le Pigall's, Le Monico o Le Tahiti) emboscados en las calles y plazas de este singular barrio parisino, a caballo entre el 9º y el 18º arrondisement. Eran los tiempos en que el Bricktop's concitaba lo más granado del panorama jazzístico mundial (por allí pasaron Duke Ellington, Louis Armstrong, Reinhardt y Grappelli o Cole Porter, entre otros muchos), y donde podía verse en sus mesas a Hemingway, Picasso o Steinbeck; Scott Fitzgerald y TS Elliot lo rendirían pleitesía. París en aquellos tiempos era una fiesta, y eso, aunque en el momento presente no sea ya más que parte de su historia, ha quedado fundido en la memoria de esas calles, entonces, ahora y siempre lascivamente húmedas.

.....Yo iba a visitar por primera vez Le Musée de l'Erotisme, uno de esos lugares que sólo son posibles en ciudades que poseen una, más o menos declarada —o escondida—, alma libertina (como Berlín, New York o San Francisco) o una ingenuidad natural refractaria a toda moralina (como Tokio).
.....Allí la conocí. Allí conocí a Greta. El destino —si es que existe— no hubiera podido elegir mejor lugar para un tal encuentro. Yo por entonces era un joven doctorando preparando su tesis. Ella era ya todo un mito entre los círculos artísticos parisinos (valga decir culturales, pues su figura había inspirado varias obras literarias de la más diversa índole). Una leyenda viva, vamos, como lo fuera la Bella Otero, pero en culto.
.....Además de su espléndida anatomía, de su don de gentes y de su legendaria forma de vida, Greta había realizado solventes incursiones en el mundo de la pintura seria —aunque sobre todo era reconocida por la ilustración publicitaria y las tiras eróticas de ciertas revistas para adultos—; esculpía con la soltura, el talento y la audacia de una Camille Claudel, pero libre de su autodestructiva angustia; componía poemas que, más que a Safo, recordaban los procaces sonetos de Aretino o los lascifs de Alexandre de Vérineau; y escribía relatos con tal carga de erotismo que hubieran excitado a un Petronio, un Bocaccio o un Bataille (en los círculos especializados se la apodaba Baronesa de Brantôme, en alusión a Pierre de Bourdeille, Abad y Señor de Brantôme, un galante y mediocre escritor nacido en el Périgord, en el siglo XVI, cuya obra más obscena, Vida de las mujeres galantes, Greta había reescrito actualizándolo a los tiempos modernos).

.....Con esas credenciales, cómo no sentirse intimidado por aquella mujer cuando clavó sus ojos en los míos al ser presentados. Ella se encontraba en ese momento contemplando los desconcertantes esqueletos haciendo el amor del museo neoyorquino del sexo, obras que formaban parte de una exposición temporal del MEP (Musée de l'Erotisme de Paris) dedicada a otros museos eróticos del mundo. Imagínese la escena: yo, situado detrás del esqueleto correspondiente al hombre que, de rodillas, el cráneo echado hacia atrás, con los maxilares separados, está alcanzando el clímax mientras bate la parte delantera de su pelvis contra la parte trasera de la pelvis del esqueleto femenino, que, también de rodillas, experimenta el clímax al unísono; Greta, situada ante el esqueleto a cuatro patas de la mujer que abre la descarnada mandíbula en inequívoca señal orgásmica; el tutor de mi tesis, amigo mío y conocido suyo, se da cuenta de su presencia y la llama; ambos, entonces, levantamos los ojos de la escultura para mirarnos; rodeamos a un tiempo tan literal y realista representación de la petite mort y, ya vis a vis, somos presentados. Yo hago ademán de cogerle la mano al tiempo que adelanto la cara para darle el formal beso en las mejillas, pero ella, cogida mi mano, realiza una finta y me besa directamente en los labios (siento los suyos, cálidos y carnosos; y cómo los míos, tibios y finos, se hunden en su acolchada morbidez).

.....Tras despegar su boca de la mía, dice, a modo de justificación y declaración de intenciones, que no le gustan las formalidades, que prefiere una mayor y más franca intimidad. Añade —mientras esboza una arrebatadora sonrisa llena de picardía— que le gusta robar ese primer beso para calibrar quién tiene ante sí. Yo me quedo, no voy a decir estupefacto, pero sí descolocado. Tardo en reaccionar (soy eminentemente reflexivo, no me van los bote-prontos). Para cuando lo hago, ella ya está metida en conversación con mi tutor. No puedo dejar de mirarla a los ojos, a los labios, a las mejillas, al cuello, al cabello suelto que medio ensortijado le cae libremente sobre los hombros desnudos, a las largas y expresivas manos que subrayan con mesurados gestos sus palabras. Ella, tras un par de minutos —que a mí me han parecido eternos—, me mira de soslayo, se da cuenta de que ya he vuelto en mí, y sólo entonces vuelve a dirigirme la palabra. Su voz se derrama sobre mi conciencia como lo hace la lluvia de París: apenas soy capaz de poner atención al significado de sus palabras (como uno no repara en la fórmula cualitativa del agua cuando recibe sobre sí la lluvia parisina), pero, en cambio, sí percibo vívidamente la cálida sensualidad de su tono y timbre, su fluida y envolvente cadencia, su hipnótico poder de penetración; poco a poco esta fina lluvia de encadenados vocablos me va empapando, pero no me siento incómodo, sino complacido y hasta excitado.

.....Despierto de mi inducido torpor cuando, desde esa voluptuosidad vocal que me acaricia los oídos y mece mi conciencia, me parece escuchar el tono interrogativo de una pregunta; como si de pronto, entre la suave llovizna, se hubiese levantado una ráfaga de viento sacándome del ensimismamiento.
—¿Les parece bien a las cinco de la tarde? —dijo Greta, mientras su persuasiva mirada reclamaba la aquiescencia en mis ojos y los de mi tutor. No esperaba otra respuesta que no fuese la afirmativa.
—¿Perdón? —llegué a balbucir, mientras sentía cómo el calor me subía a la cara.
.....Ella, sabedora de su dominio de la situación, estalló en una carcajada deliciosa. Testigo divertido de mi turbación, mi tutor resumió las palabras intercambiadas instantes antes entre Greta y él (esas que mi conciencia no alcanzó a entender por estar absorta en su sentir).
—Amigo mío, pareces salido de un trance. Comentábamos hace un momento (mientras tú te hallabas en vaya usted a saber que cielo) —dijo, divertido— que dado que estás preparando tu tesis doctoral sobre el papel del erotismo y la pornografía en el arte, y que Greta posee entre los muros de su casa, Villa Arcadia, una de las mejores colecciones de Europa de textos literarios, manifestaciones artísticas y otras curiosidades sobre el tema, no estaría de más hacerle una visita. Y yo le comentaba que me parecía una buena idea, una idea genial. ¿No te lo parece a ti?.
.....Efectivamente, yo salía de un estado de pseudo trance, pero, ante tal oferta, la ráfaga de viento interrogativa que me había sacado de mi arrobamiento, cobró intensidad alcanzando por momentos la categoría de vendaval (de emociones).
—Oh, sí, sí... de acuerdo, cómo no... genial idea, sí, genial... perfecto, perfecto... encantado y agradecido —aún no sé cómo, pero conseguí articular de modo coherente, si entrecortado y telegráfico, las palabras. Todo a mi alrededor había desaparecido: los lujuriosos esqueletos, los cuadros de procaces desnudos, las paredes tapizadas de ardiente rojo... Todo parecía haberse difuminado, subsumido en el aura luminoso que se formaba, a mis ojos, entorno a Greta como única fuente de energía, como sola entidad existencial. Mi tutor en este paisaje no aparecía sino como resonancia lejana de otra realidad, una que se iba desdibujando a medida que la realidad conformada por Greta lo dominaba todo.

.....No sabía cómo iba a pasar esas cinco horas que mediaban hasta la cita acordada, pero de lo que sí estaba seguro era que se me harían eternas. Por ello le sugerí a mi tutor, dado que esa misma mañana había recibido mi asignación mensual, que nos regaláramos una suculenta comida en La Coupole; así como para hacer boca ante lo que podía esperarnos después (el exceso ha de afrontarse desde el exceso, es uno de mis lemas). Nuestra disposición, y nuestra intención, era la de dos iniciados que fueran a realizar un ritual de purificación con el objetivo de prepararse en cuerpo y alma para una cita con los dioses (en este caso, con la diosa). Salimos del museo y nos encaminamos a la rive gauche del Sena, hacia el Boulevard Montparnasse, donde se halla el famoso restaurante, uno de los más vetustos y carismáticos de la ciudad, allí donde, en el periodo de entreguerras, se citaba el tout Paris artístico.

(Continuará)




GALERÍA

John Currin trabajando, en un retrato de su mujer, Rachel Feinstein,
en su estudio del distrito Flatiron en New York City  
©ANNIE LEIBOVITZ/CONTACT PRESS IMAGES

John Currin
(1962 -   )

.....John Currin está considerado el chico malo del mundo artístico americano. Controvertido, sobre todo, por haberse atrevido a utilizar la temática y estética porno en la pintura, también lo es por el tratamiento grotesco —casi caricaturesco— que da a su figurativismo. El cuerpo femenino, ante todo, es el objetivo de esta interpretación distorsionada de la realidad: senos, más que exuberantes, globulares; bocas, ojos y rasgos faciales más propios de caricaturas; vientres prominentes como culos; miembros longilíneos con dedos interminables y huesudos que imitan a un Greco y parodian tanto a un temprano renacentista como Crivelli como a un manierista como Parmigianino. Sexo explícito, pero cálido, entibiada la fría imagen fotográfica acostumbrada; intento de sublimar lo ordinario y sórdido; voluntad de poner en marco la emoción inherente a la sensación de placer,... Todo ello con enorme soltura técnica, por más que su autor confiese no alcanzar, a nivel técnico, el nivel medio de cualquier pintor del siglo XIX (o, cuanto menos, de uno flamenco del XVI, con quien se le relaciona, entre otras varias patentes influencias históricas: Lucas Cranach, Grünewald, Holbein, Baldung, Cornelis van Haarlem, Carracci, Boucher, Courbet, pero también, Rockwell, etc).

.....John Currin es un pintor talentoso, con una gran imaginación para traducir la creatividad previamente existente en expresión contemporánea personal; es decir: puede que no sea un genio creativo, que no sea capaz de crear situaciones o perspectivas nuevas (como un Rembrandt, un Picasso o un Dalí), pero sí posee el don de la singularidad: es capaz de pasar cualquier escena u obra que le emocione por el tamiz de su personalidad y recrearla, hacerla, si no nueva, exitosamente renovada. De hecho es uno de los autores vivos (y jóvenes) más cotizados. Se puede discutir acerca de la belleza consustancial en su obra (hay artistas más bellamente realistas, más solventemente imaginativos y más preciosamente figurativos), pero no creo que se pueda dudar del valor intrínseco de su propuesta, de su personal estilo, de su capacidad para hacer de lo trivial algo valioso.

.....Sus fuentes de inspiración, a parte de los maestros del Renacimiento y el Manierismo, del Rococó y el Realismo, del Post-Impresionismo y la Ilustración, son internet y las revistas de moda, donde encuentra escenas y escenarios, actitudes y comportamientos, tendencias y proyecciones.
.....Las páginas porno de la red —confesado por el mismo— le han brindado abundante material de reflexión estética —y no sólo. Él —dice a quien quiere escucharle—, siguiendo un irrefrenable impulso, intenta coger esas escenas fotográficas (o videográficas) habitualmente mecánicas y frías, para extraer de ellas el calor que indudablemente poseen cuando se experimentan en carne propia (en absoluto cuando se filman, y sólo remotamente cuando se observan). Su apuesta es, por medio del arte, dotar de sacralidad lo que está ubicado convencionalmente en el extremo opuesto de la consideración ética. Lo que para muchos puede ser obsceno, Currin pretende mostrar lo que encierra de sagrado (valga decir, lo que pertenece al ámbito de lo venerable, aquello que, por misterioso, pertenece al reino de lo inefable —algo en lo que yo creo). Que lo consiga o no es una cuestión meramente personal de quien contempla sus obras.
.....Loable intento el suyo este de sacar a la luz —sea la sacra luz del arte— lo que tradicionalmente era privativo de la oscuridad de las alcobas, la privacidad del tête-a-tête o la manifestación propia de (cuestionables) ámbitos pecaminosos y transgresores.

Enlaces recomendados:
Entrevista a John Currin en ART NEWS
Artículo en New Yorker: Lifting the Veil
John Currin en Gagosian Gallery
John Currin en la galería Sadie Coles

A la manera del RENACIMIENTO y el MANIERISMO

John Currin - The Go-See
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John Currin - The Go-See
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John Currin - Hoenymoon Nude, 1998
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John Currin - Hoenymoon Nude, 1998
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John Currin - Laughing Nude, 1998
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John Currin - Nice'n Easy, 1999
John Currin - Nude On A Table
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John Currin - The Old Fence, 1999
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John Currin - The pink tree
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John Currin - The Veil
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John Currin - Rachel and Butterflies
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John Currin - The Storm
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John Currin - The Storm
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John Currin - Rachel Sleeping
John Currin - The Old Fur
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John Currin - The Collaborator
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John Currin - The Collaborator
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John Currin - Dereal Rachel
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John Currin - Flora, 2010
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John Currin - Flora, 2010
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John Currin - Gold Nude
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John Currin - Lydian
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John Currin - Maenads, 2015
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John Currin - San Remo
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John Currin - San Remo
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John Currin - Tapestry
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DESNUDOS y FELPUDOS

John Currin - Lemons and Lace, 2015
John Currin - Altar
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John Currin - Saltwater Nymph
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John Currin - Mademoiselle
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John Currin - The Reader, 2010
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John Currin - Nude in a Convex Mirror (Anna)
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John Currin - Pearls
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John Currin - Gold Coast
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John Currin - Good Bier
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John Currin - Gezellig, 2006
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John Currin - Purple Bra, 2006
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John Currin - After Courbet, 2008
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John Currin - Unknown title
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John Currin - Tolbrook, 2006
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John Currin - The Dane, 2006_
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John Currin - The Conservatory
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John-Currin - The Women of Franklin Street
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John Currin - G
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EROTISMO EXPLÍCITO

John Currin - Limoges
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John Currin - Kisers, 2006
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John Currin - Malmo
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John Currin - Reunion
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John Currin - Title Unknown
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John Currin - Napoli
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John Currin - Deauville
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John Currin - Copenhagen, 2006
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John Currin - Bruges
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John Currin - Kiev
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John Currin - Mechanicsburg 2008
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John Currin - Rita, Sue and Bob
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John Currin - Rotterdam, 2006
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John Currin - The Danes, 2006
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John Currin - Title  Unknown
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BOOBS

John Currin - Big Hands
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John Currin - Daughter and Mother
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John Currin - Daughter and Mother
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John Currin - Jaunty and Mame, 1997
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John Currin - The Bra Shop 2, 1997
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John Currin - The Magnificent Bosom, 1997
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John Currin - The Wizard
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John Currin - The Woman of Franklin Street
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John Currin - The Woman of Franklin Street
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John Currin - Twisting Girl, 1997
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John Currin - Twisting Girl, 1997
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John Currin - Wineglass
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John Currin - The Wizard
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RETRATOS

John Currin - Bea Arthur Naked, 1991
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John Currin - Bea Arthur Naked, 1991
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John Currin - Title unknown
John Currin - Anne-Charlotte, 1996
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John Currin - Bent Lady, 2003
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John Currin - Carol, 1996
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John Currin - Constance Towers
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John Currin - Heartless, 1997
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John Currin - Katty, 1996
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John Currin - Miss Fenwick
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John Currin - Mrs Omni, 1997
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John Currin - Patt, 1996
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John Currin - Ramona, 1994
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John Currin - Skinny Woman, 1992
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John Currin - The Cuddler, 2000
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John Currin - Anna
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John Currin - Blond Angel, 2001
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John Currin - Edwardian 2010
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John Currin - Helena, 2006
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John Currin - Minerva, 2000
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John Currin - Mrs Currin
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John Currin - Old Woman reading
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John Currin - Portrait of woman
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John Currin - Portrait of Woman reading
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John Currin - Portrait of Woman
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John Currin - Rachel in Fur, 2002
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John Currin - Rachel in the Garden
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John Currin - Red Head
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John Currin - Shrouded Woman, 2009
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John Currin - The Clairvoyant, 2001

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John Currin - The Moroccan, 2001
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John Currin - The Pillow
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John Currin - The Scream
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John Currin - Woman (detail)
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EN PAREJA

John Currin - Autumn Lovers, 1994
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John Currin - Entertaining Mr. Acker Bilk, 1995
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John Currin - Lovers In The Country, 1993
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John Currin - Fishermen
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John Currin - Lynette and Janette (The Magnificent Bosom)
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John Currin - Old Couple
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John Currin - Party_
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John Currin - Patch and Pearl
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John Currin - Patch and Pearl
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John Currin - The Dogwood Thieves, 2010
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John Currin - The Lovers
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John Currin - The teenagers
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MISCELÁNEA

John Currin - Titled Unknown
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John Currin - Sno-Bo
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John Currin - The Hobo, 1999
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John Currin - Bea Arthur Naked
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John Currin - Vassarette, 1996
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John Currin - Charlie Rose Guest 1998
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John Currin - Girl in Bed, 1993
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John Currin - Girl in Bed, I
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John Currin - Girl in Bed, II
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John Currin - NYC 1993
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John Currin - Girl on a Hill
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John Currin - Birthday, 1999
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John Currin - Buffet
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John Currin - Hot Pants, 2010
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John Currin - Lake Place
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John Currin - Rippowam 2006
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John Currin - Stamford After Brunch
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John Currin - Thanksgiving Day
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