viernes, 22 de enero de 2016

Paul S Brown: La Transgresora (III) - GALERÍA: Paul S Brown (1)





Tener verdaderamente algo que decir: todo se reduce a esto;
lo demás es pura verborrea, fuegos fatuos vendidos como soles,
en el mejor de los casos; en el peor: palabrería mortecina.
Tener algo que decir... y decirlo de forma auténtica,
ser capaz de hablar con voz propia, aunque no guste su timbre,
aunque tartamudee, sea altisonante o simple susurro.
Lo importante es dejar la voz hilvanada al tiempo,
bordada al devenir que ha sido testigo de nuestro pasar;
dejarla como prueba irrefutable de nuestra existencia.
Empleo decir voz como metáforas que pretenden alumbrar una idea capital:
atrevámonos a ser, y hagámoslo siendo nuestro propio relato,
o morir en el intento si es necesario: en ello nos va la vida.
Últimos pensamientos. Héctor amado.


La Transgresora

 III

La Coupole

.....El famoso bistrot, a esas horas —rebasada ya la una de la tarde—, se encontraba en pleno tráfago de camareros yendo y viniendo. Pese a no haber reservado, no tuvimos dificultad en disponer de una mesa interior, alejada de los ventanales, más propia para la intimidad y las confidencias; también más alejada del turisteo que día tras día se cita en los vetustos aunque renovados salones. No sé por qué razón, los turistas, cuando acuden a los restaurantes de los lugares que visitan —en este caso París—, suelen preferir la cercanía de las vistas al exterior, como si comer en el recoleto ámbito del interior, sin una ventana por la que asomarse a la calle, les supusiera una especie de aislamiento respecto del lugar en el que se hallan, considerando todos los interiores iguales, intercambiables e impersonales, o quizás dicha preferencia responda sólo a un más o menos consciente deseo de ver y ser visto, de estar en el escaparate, ¡Vaya usted a saber! La mente humana, en no pocas ocasiones, se muestra muy compleja, o lo aparenta al intentar huir de la sencillez o vulgaridad que incomoda.
.....Yo prefiero los interiores. Allí siempre ocurren cosas más interesantes. Aunque sólo sea porque uno está más pendiente de lo que sucede a su alrededor, además de estarlo a toda la liturgia que el ser servido a la mesa comporta.  Así como, ante todo, uno dispone de mayor recogimiento para concentrarse en la comida y la bebida, cuando éstas lo merecen. Y, por descontado, siempre es preferible un lugar más reservado y menos expuesto cuando la compañía requiere de toda nuestra atención, ya sea por cuestión de negocios o de amor.

.....Desaparecidos ya los clásicos —y sobados— terciopelos de bancadas y respaldos y los recargados marcos rococó de los espejos que durante muchos años adornaron las paredes de este templo de la contestación y la progresía, nos ubicamos en una mesa estratégicamente situada en un delicioso rincón desde el que divisábamos el gran salón con la cúpula que da nombre al local.
.....La oferta culinaria seguía siendo la propia de una brasería; nada que ver con sofisticadas propuestas vanguardistas, a lo sumo un toque de nouvelle cuisine casi exigido, aunque ya demodé; lo que los variopintos clientes demandan en un local así, vamos; en resumidas cuentas algo que a todos guste aunque a nadie entusiasme (para entusiasmar ya está el mítico espacio en sí). Algún guiño a la tradición, algún plato de esos que —aseguran los propietarios— consumía la clientela revolucionaria del XIX que se concitaba en sus salones, platos de nombre rimbombante y más rimbombante presentación, y, sobre todo, cocina de mercado, otrora llamada cocina internacional, que lo mismo sirve para un bistró que para un grand hotel. La calidad de la materia prima está fuera de toda duda, eso sí, lo mismo que es indudable lo abultado de la factura final, si uno se deja llevar por la emoción del momento.

.....Nosotros nos atuvimos a uno de los menús del día, compuesto por verduras pochées o crema Vichyssoise, carne de vacuno (filet mignon de charolais) braseada, postre (los célebres helados o bavarois de frutas), quesos y café. Todo ello regado con un solvente Crus Bourgeois del Médoc y un sencillo pero fino Barsac para los postres y el queso.
.....Durante la comida mi tutor me puso al día sobre Greta, separando el poco grano (la verdad contrastada por los siempre discretos amigos) de la mucha paja inventada (por un vulgo ávido de leyendas fantásticas). Entre éstas, como ya apunté anteriormente, las orgías dignas de los más alucinantes ritos órficos, en las que, junto al siempre agradecido, por morboso, exceso sexual, se daban rienda suelta a liturgias arcanas de invocación a dioses ya expulsados del imaginario colectivo (caso de Dioniso o Príapo), donde se escenificaban bacanales con sus ménades y sus sátiros danzando alocadamente en torno a un Baco representado por la misma Greta montada, no sobre un pollino, sino sobre los lomos de dos efebos haciendo las veces del Asno de Oro.

.....Mi amigo y tutor me habló de lo excepcional de un personaje como Greta, esa imagen con la que aparecemos ante los demás y que nos construimos día a día con nuestra actitud; pero más aún de lo excepcional de su naturaleza, de su carácter, de su forma de ser y de sentir la vida. Persona auténtica donde las hubiere, con ella no valía la pena fingir. Detectaba la impostura como una sensible alarma la presencia del humo delator de fuego. Y, cuando eso sucedía, el descubierto impostor era tratado con toda la displicencia y la soberbia propia de un dios griego en su trato con los míseros mortales.
.....Por la misma razón, cuando detectaba a un ser puro, franco, sincero, sin doblez, ante sí, lo acogía en su corazón como cuentan las leyendas que hacían aquellos mismos dioses griegos cuando se enamoraban de un mortal. Sí, Greta era de fácil enamorarse ante seres así, y lo mismo le daba el sexo que tuvieren —en eso, las habladurías acertaban: en la bisexualidad de Greta. Entre sus amigos, y amantes, se contaban hombres, mujeres... e indecisos. Podría decirse que Greta se enamoraba del ser que ante ella aparecía resplandeciente de impoluta autenticidad, no de su sexo. Para ella el sexo era un mero accidente en la configuración del ser. Lo importante era lo que se era, no la apariencia.

.....También me dijo, mientras avanzaba la comida y el vino iba calentándonos la sangre y la lengua, que la misma franqueza que Greta demandaba en los demás, era la que presidía sus relaciones, digamos, íntimas. Nunca se había tenido noticia de una pareja estable en su vida; no al menos desde que llegara a París procedente de Dinamarca, y de eso hacía ya casi diez años. Parece ser —me contó mi tutor acercándose a la mesa y bajando la voz de forma inconsciente (y gratuita por cuanto nadie podía escucharnos)— que cuando llegó, con poco más de veinte años y una considerable fortuna en su equipaje, ya había vivido lo suyo, pues la soltura con la que manejaba su vida era impropia de alguien joven y sin experiencia. Decían —y en esto no existían otras fuentes que las espúreas, pues de labios de Greta jamás se escuchó nada que tuviera relación con su pasado— que era una rica heredera de un viejo aristócrata prusiano con quien se habría casado por poderes, y que habría muerto en la cama, gozosa víctima de un deseo más vehemente de lo que pudo soportar su corazón. También decían, quienes puestos a dar pábulo a la fantasía son capaces de propagar todo tipo de infundios, que la estirpe de Greta procedía de la de aquellas postreras brujas que en los siglos XVI y XVII aún eran blanco negro de las gentes supersticiosas, y de aquellas otras interesadas en sacar partido a las luchas de religión. Sólo así —apostillaban los murmuradores— se podrían explicar las abominables prácticas que tenían lugar tras los muros de Villa Arcadia. Lo cierto es que nada ocurrió en tan discreta y hermosa Villa que reclamara la atención de las autoridades. Aun así, las murmuraciones gozaban de buena salud. Greta solía reírse con ellas, y se le ponía cara de Circe cuando intentaba imitar a aquel oscuro personaje que fuera la condesa húngara Erzsébet Bàthory (a quien, decía ella en tono de sorna, querían asimilarla).

.....Lo cierto es que para cuando terminamos la comida (no pudimos evitar regalarnos con un aromático armagnac), la suma de sensaciones obtenidas de nuestra presencia en tan mítico local, del bien servido ágape, de los vapores etílicos y de la imaginación desinhibida, nos hallábamos en la mejor disposición para acudir a nuestra prometedora cita. Eran las tres de la tarde. Podríamos llegar a tiempo dando un paseo por el Boulevard de Montparnasse en dirección al Bois de Boulogne, donde nos esperaba nuestro destino: Villa Arcadia. Mi tutor me confesó que también era la primera vez que acudiría a Villa Arcadia, pues la amistad que le unía a Greta no pasaba de las relaciones formales entre una artista de intensa vida social, que frecuenta galerías de arte y puntos de encuentro artísticos, y un crítico académico bien relacionado y mejor considerado. No pudimos evitar hacer cábalas, obviamente. Y entre ellas la de que se hubiera encaprichado conmigo de alguna forma que no alcanzábamos a precisar. Fui objeto de alguna broma de mi tutor, un hombre de buen carácter, aunque d'habitude no dado al tono humorístico en su trato, por lo que deduje que se estaba estableciendo entre nosotros un nivel de relación que traspasaba lo estrictamente profesional.


Villa Arcadia
(I)


.....Situada de forma estratégica, rodeada de grandes arces y sicomoros, y encaramada en lo alto de una suave loma, al abrigo de miradas curiosas, el pequeño palacete de Villa Arcadia tenía, como un templo cristiano, la fachada principal orientada hacia el Oeste, frente a la gran masa verde del Bois de Boulogne, y como un templo cristiano poseía una especie de pórtico en su entrada. El estilo neoclásico imperaba en el extrañamente bello edificio, y digo extrañamente porque podían observarse aquí y allá detalles que lo dotaban de un eclecticismo desconcertante. Altos ventanales en la planta baja, anchos en la alta y lucernas redondas en el sotabanco; noble piedra en basamentos y entrepaños, que se imbricaba al ladrillo rojo en los lienzos y al mármol entreverado de las jambas y dinteles. Tan pronto se alternaban ventanales lisos con vidrieras dignas de una catedral, cornisas lisas con labrados yesos que en sus esquinas se remataban con gárgolas y grifos. Pero no se crea que todo este batiburrillo daba la impresión de algo confuso y aleatorio, sino que había mucho de calculado y medido en todo esta taracea arquitectónica. Uno quedaba impresionado por una invisible pero patente proporción, como una regla áurea codificada en formas y colores, en materiales y texturas, en líneas y volúmenes, en espacios y proyecciones. La finca abarcaba unas tres hectáreas de zona descuidadamente ajardinada, cercada por altos tapiales de piedra tapizada de musgo, líquenes y hiedra. Pequeñas zonas boscosas se alternaban con inculta pradería y algunos conglomerados rocosos que escondían —cuando uno se acercaba primero las escuchaba y después las veía— fuentes que milagrosamente manaban de lo alto de la roca viva dejándose caer y formando, de trecho en trecho, cascadas en miniatura.

.....Mientras nos mostraba todas estas maravillas, Greta —que momentos antes nos había recibido al pie de la cancela que daba entrada a la Villa— me dio la impresión de ser la titánida Calipso mostrando orgullosa —pero no envanecida— su isla fantástica a dos privilegiados mortales arrojados allí por la fragorosa urbe. Y lo cierto es que al traspasar las tapias del recinto parecía que uno entraba en otro mundo, como si una barrera invisible se alzara sobre los muros circundantes aislando celosamente el interior de la finca de ruidos e influencias exteriores. Las altas arboledas y los densos arbustos que jalonaban todo en derredor, por su parte interna, los tapiales contribuían, sin duda, a esta sensación de aislamiento. Pero mi impresión particular era que allí dentro el tiempo se detenía, suspendido su transcurrir en la emoción que a uno le embargaba mientras caminaba al lado de Greta, escuchando su sugestiva voz, dirigiendo la atención a tal o cual detalle del paisaje o de la casa por ella resaltado. Siguiendo con la analogía, yo me sentía —sentimiento que muy posiblemente era compartido por mi tutor— como un dichoso mortal visitando uno de esos mitológicos espacios asociados a las laderas del Parnaso o el Helicón, surcados por límpidas fuentes Hipocrenes. No me hubiera extrañado en absoluto si en cualquier momento hubiera visto surgir ante nosotros a un grupo de alborotadas y divertidas ninfas huir mentidamente presurosas de los lascivos hijos de Pan.

.....Greta-Calipso nos guiaba a mi tutor y a mí por este su terrenal cielo como lo hiciera Beatriz por aquel otro literario a Virgilio y Dante. Calipso y Beatriz, dos figuras legendarias, en cierto modo antagónicas, fundidas en un mismo ser. Ese cóctel irresistible que aúna sensualidad y castidad, limpidez y taumaturgia, virtuosa belleza y voluptuosa seducción, se daba en Greta con total naturalidad, sin fisuras, sin solución de continuidad.
.....El mundo exterior, el dejado atrás, incluyendo nuestro pequeño ágape en La Coupole, parecía alejarse a medida que nos acercábamos a la mansión. Para cuando traspasamos el umbral de aquel pórtico neoclásico que hacía las veces de puerta de entrada principal, nada que no fuera el momento presente permanecería en nuestra consciencia. Techos altos, columnatas con capiteles vegetales en dinteles y esquinas, molduras floreadas sobre los ventanales, papeles pintados estilo Imperio alternándose con frescos y tapices en paredes y bóvedas. La planta baja era señorial, pero cálida a un tiempo. En su ala derecha se abrían varios salones consecutivos, todos ellos amueblados de modo funcional y modernista, los sofás de cuero y chaise-longues repletos de cojines y almohadones multicolores de diversos tamaños en los que se alternaban las cretonas y adamascados con las sedas crudas y los cachemires. El ala izquierda, en cambio, estaba dedicada a la restauración: un comedor principal, presidido por una gran mesa de madera lacada en blanco marfil flanqueada por dos docenas de butacones con reposabrazos, y dos secundarios, a modo de reservados, con mesas más pequeñas de madera de nogal y sillas a juego, que bien podían servir de sala de juegos una vez finalizada su función restauradora.
.....
.....Al fondo de la entrada, en un lateral de la escalera que comunicaba con la primera planta, una puerta en trampantojo disimulaba el acceso a la bodega. Hacia allí nos condujo Greta tras haber dado un rápido vistazo a la planta baja. La disimulada puerta se abría, como no podía ser de otra manera, mediante un mecanismo escondido en una lámpara de hierro tipo aplique situada a su derecha, a la altura de la cabeza. Una cómoda escalera se hundía en las profundidades suavemente iluminadas del subsuelo conduciéndonos hasta un hall de techo abovedado cuyas paredes estaban llenas de estanterías con libros y archivadores. Allí —nos dijo Greta— se guardaba la memoria de todo cuanto entraba y salía (incluidos los visitantes). Varias cámaras, colocadas de forma discreta en lo alto de las molduras de madera de los estantes, controlaban todos los ángulos de la estancia como auscultadores ojos de cíclope. En esta especie de antesala había dos puertas: una conducía a la fenomenal bodega que —como comprobamos instantes después— se extendía más allá de los cimientos de la casa; la otra puerta, nos dijo, llevaba a su otro mundo, uno al que, quizás, accederíamos posteriormente.

.....Con la intriga ya instalada en nosotros, traspasamos la puerta que daba a la bodega. Una tenue luz alumbraba desde arriba los corredores que desde un espacio semicircular partían en tres direcciones: adelante, izquierda y derecha. Al frente, los vinos, destilados y licores Francia; a la Izquierda, los del resto de Europa; a la derecha, los procedentes del resto del mundo (América del Norte, del Sur, Sudáfrica y Australia). Greta nos informaría que allí podría encontrarse cualquier vino que mereciera la pena de cualquier parte del mundo. Ese merecer la pena era un criterio relativamente subjetivo, pues se había formado una red de veedores, que eran quienes se encargaban de seleccionar los diversos productos al gusto de nuestra bella anfitriona (que poseía un gusto excelente, además de exigente). Aquí también el lema era la autenticidad. Huía de la uniformidad y buscaba lo auténtico de cada zona, de cada elaboración, el terroir, la cuidada elaboración artesanal o limitada. Por eso tenía toda un sección (de las tres) dedicada a los franceses: ellos eran quienes más habían apostado por la excelencia basada en la singularidad y la idiosincrasia, además de hacerlo los primeros (si a elaboración moderna nos referimos). Según el último cómputo, el referente al año anterior, en los interminables nichos se albergaban 3.269 referencias, que muy probablemente se incrementarían al cerrar el presente año.  Cualquier vino relevante, cualquier destilado destacado, cualquier licor realmente artesanal y de calidad incuestionable, seguramente tenía allí su pertinente muestra y representación. De los mejores vinos, las mejores añadas; de los mejores destilados y licores las reservas más limitadas. Un verdadero tesoro enológico incomparable. Mientras caminábamos sin escucharnos los pasos, casi oyendo el pausado respirar de las botellas acostadas, mecidos por las palabras que en un susurro nos escanciaba Greta, uno comprendía perfectamente que se pudieran utilizar términos como sacristíacatedral o dormitorio, para referirse a estas cavas donde los excelsos vinos, seres orgánicamente vivos, desarrollan todo su potencial, convirtiéndose en ocasión para el asombro y el arrobo sensorial, preámbulo del espiritual.

—Hoy, para cenar (porque doy por supuesto que se quedarán a cenar), les he preparado una selección que espero sepan valorar y apreciar. Comenzaremos con Champagne, obviamente, un soberbio blanc de noirs; tras el que tomaremos un delicado y exclusivo chardonnay de Borgoña; continuaremos con un intenso y cardenalicio Pomerol; y finalizaremos con un voluptuoso Sauternes, ese milagro hecho vino por medio del cual la podredumbre adquiere carta de nobleza.
.....La voz de Greta sonó como la de un verdadero ángel anunciando la majestad de los cielos. ¿Cabría pedirse mayor placer que el disfrute sensorial de los mejores vinos junto al disfrute sensual que supone hacerlo al lado de una mujer en extremo hermosa y sugerente, al mismo tiempo que entendida?
.....Salimos de la bodega y nos dispusimos a subir de nuevo a la planta baja. Al abandonar el distribuidor, tanto mi tutor como yo no pudimos evitar echar una furtiva mirada a aquella otra puerta cerrada que parecía esconder secretos aún más extraordinarios que los ya descubiertos (todo secreto por descubrir, por el mero hecho de serlo, en un ámbito donde lo extraordinario cobra la categoría de normal, siempre poseerá a nuestros ojos la promesa de lo aún más extraordinario).

(continuará)



GALERÍA


Paul S Brown
(1967 -   )

DESNUDOS
(Figurativismo)

Paul S Brown - Slumber
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Paul S Brown - Somnium
Paul S Brown - title unknown
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Paul S Brown - Tiger
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Paul S Brown - Nude Lying on Her Side, 2010
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Paul S Brown - title unknown
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Paul S Brown - title unknown 
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Paul S Brown - White
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Paul S Brown - After William Bouguereau
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Paul S Brown - Pixie
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Paul S Brown - Reverie
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Paul S Brown - title unknown
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Paul S Brown - Ars Longa Vita Brevis, 2009
Paul S Brown - The Seasons alter, 2005
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Paul S Brown - title unknown
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BODEGONES
(Vino, queso, flavours)

Paul S Brown - Celebration
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Paul S Brown - Oister and Pearls
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Paul S Brown - Water Pears and Lavender
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Paul S Brown - Apiarist’s Rest
Paul S Brown - Cheese Board and Wine
Paul S Brown - Vintner's Gifts
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 Paul S Brown - Dordogne
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 Paul S Brown - Déjeuner
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 Paul S Brown - Dance of the Maenad
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 Paul S Brown - Martini
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 Paul S Brown - Martini (2)
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 Paul S Brown - Mediterranean Flavours
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 Paul S Brown - Cuisine
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 0_Cheese platter
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 1_Corkscrews
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Paul S Brown - Wine and Cheese 2
Paul S Brown - Wine and Cheese 3_Romanée Conti
Paul S Brown - Wine and Cheese 4_Chateau Palmer 2003
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 5_Petrus
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 6_Château Haut-Bailly (and Brie de Meaux)
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 7_The Three Ages
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 8_Champagne and Peaches
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 9_Chateau Palmer 2003
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 10_Los dos cuarenta y cinco
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 10_Los tres cuarenta y cinco
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Paul S Brown - Wine and Cheese 11_Porto Ferreira
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 12_Chateau Palmer 2003
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 13_Krug and Haut Brion
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 14_Sassicaia 1990
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