No digas que fue un sueño:
si fuiste capaz de sentirlo, fue real.
Lo que ocurre es que la realidad, en ocasiones,
toma la forma de sueño para atender las necesidades del alma.
Soñar es la alternativa del ser humano cuando la vida se muestra adversa.
Citando a Hölderlin, en su Hiperion o el eremita en Grecia:
"El hombre es un dios cuando sueña, y un mendigo cuando reflexiona".
Es la ensoñación el puente que conduce a la divinidad que el hombre lleva consigo.
Ante la tragedia, la desesperación o la angustia no nos queda más que soñar...
...o vivir como si estuviéramos dormidos, soñando... sintiéndonos como dioses.
Últimos pensamientos. Héctor Amado
Lo que ocurre es que la realidad, en ocasiones,
toma la forma de sueño para atender las necesidades del alma.
Soñar es la alternativa del ser humano cuando la vida se muestra adversa.
Citando a Hölderlin, en su Hiperion o el eremita en Grecia:
"El hombre es un dios cuando sueña, y un mendigo cuando reflexiona".
Es la ensoñación el puente que conduce a la divinidad que el hombre lleva consigo.
Ante la tragedia, la desesperación o la angustia no nos queda más que soñar...
...o vivir como si estuviéramos dormidos, soñando... sintiéndonos como dioses.
Últimos pensamientos. Héctor Amado
Romance de Navidad 2015
|
A todos aquellos para los que la Navidad no llega a sus vidas
Jingle bells |
Jingle
bells, jingle bells,
se
acerca la Navidad,
resuenan las campanillas,
es
hora de imaginar.
Jingle
bells, jingle bells,
no
dejan de resonar
las
alegres campanillas
cuando
llega Navidad.
Córrase
un tupido velo
sobre
el mundo de verdad,
imaginemos
que es otro,
es
hora de imaginar.
Jingle
bells, jingle bells,
todo
es amor y bondad
en
el mundo de la dulce
y
esponjosa Navidad;
para
lo amargo y lo duro
no
es momento ni lugar,
tampoco
para el dolor,
las miserias o el penar.
Quince
días de evasión
de
la cruda realidad;
que
el que sufre ya no sufra:
¡estamos
en Navidad!
Jingle
bells, jingle bells.
¡Venga,
todos a soñar!
Dicen
que ha nacido un niño
en
un humilde portal;
también
dicen que ha venido
para
librarnos del mal,
mas...
dos mil años naciendo
y
aquí todo sigue igual.
Jingle
bells, jingle bells
¡Venga,
todos a bailar
al
son de las campanillas
que
algunos hacen sonar!
Echa
a un lado la conciencia
si
no te deja gozar,
envuélvete
en un paréntesis
de
esponjosa irrealidad;
aparca
todas las dudas
que
te puedan asaltar,
confía
en la tradición,
ten
responsabilidad;
canta,
ríe, baila, gasta,
sin
medida, sin parar,
es
tiempo para el exceso,
ya
mañana Dios dirá.
Porque
es Dios, dicen, quien nace
cada
año en Navidad,
un
dios, nos dicen, que viene
a
liberarnos del mal;
eso
dicen, mas lo cierto
es
que todo sigue igual:
tras
dos mil años naciendo
con
anual tenacidad,
en
el mundo no ha variado
la
proporción de maldad,
de
dolor y sufrimiento...
Pero,
eso, qué más da.
Jingle
bells, jingle bells
¡campanillas:
resonad!
pero hacedlo alto y fuerte,
vuestro son ha de tapar
esa
voz de la conciencia
que
se empeña en incordiar,
sugiriendo
que es mentira
esto
de la Navidad,
una
mentira piadosa,
condescendiente
quizás,
mas
mentira al fin y al cabo
que
no paran de contar.
Jingle
bells, jingle bells.
Fantasía
es falsedad,
mas
lo falso está, también,
comprendido
en la verdad;
Santa
Claus, Papá Noel,
Reyes
Magos, son, no más,
irreales
fantasías
que
conforman lo real,
lo
real del ser humano
que
es un continuo mezclar
aleve
imaginación
con
dura necesidad.
Campanillas
tintineantes,
sea
vuestro resonar
sortilegio
melodioso
de
la arcana Navidad;
sea
toque de rebato,
hechizadora
señal,
que
provoque en la conciencia
ese
estado singular,
por
el que la fantasía
—sita
en la credulidad—
se
adueña de la razón
haciéndola
divagar.
Jingle
bells, jingle bells,
tintineo
pertinaz
que
se mete en la cabeza
con
obstinado sonar;
soniquete
para niños
que
lo aplauden a rabiar,
que
lo ríen y celebran
con
su santa ingenuidad.
Jingle
bells, jingle bells,
campanas
de Navidad,
doblando
por la inocencia
que
no se quiere olvidar.
Cascabeles
persistentes,
¿quién
os hace así sonar?
¿Será
la ilusión acaso?
¿Será
la necesidad?
¿El
anhelo de otro mundo
que
quiera a este enmendar?
¿El
deseo insatisfecho
de
justicia y equidad?
Jingle
bells, jingle bells,
por
siempre habrán de sonar
en
el corazón del hombre
campanas
por Navidad...
...Y,
con las campanas, cantos
de
sirenas en un mar
de
cordiales intenciones
y
de apacibilidad;
mientras
que en la tierra firme,
como
siempre, seguirá
campeando
la injusticia,
la
violencia y la crueldad.
Jingle
bells, jingle bells,
ya
llega la Navidad,
echar
a un lado las penas,
es
hora de disfrutar...
...y
creer en entelequias
que
nos hagan olvidar
que
el mal es algo inherente
a
la pobre humanidad.
Jingle
bells, jingle bells,
¡campanillas:
resonad!
Pero
hacedlo alto y fuerte
cual hipnótico huracán
de
sonido tintineante,
machacón
y pertinaz,
capaz
de volvernos niños
una
vez y otra vez más.
Jingle
bells, jingle bells,
¡campanillas:
relumbrad!
sonoroso
y rutilante
vuestro
eco brillará
en
los ojos de los niños
cuando
os oigan repicar;
y
es ese fulgor sonoro,
ese
sonido estelar,
el
que irradiando del niño
al
hombre deslumbrará,
haciéndole
ver estrellas
incluso
en la oscuridad.
Bien
lo saben los que venden
ese
mundo tan falaz
donde
calza fantasía
zapatitos
de cristal
y
relumbran, chispeantes,
árboles
de Navidad,
o
se construyen belenes
alrededor
de un portal,
en
el que un niño sonríe
incitando
a disfrutar.
Jingle
bells, jingle bells.
¡Campanillas:
tintinead!
Trineos
surcando el éter,
camellos
la eternidad,
distribuyendo
regalos
en
un mundo desigual:
para
unos fantasía,
para
otros realidad;
para
aquéllos abundancia,
para
éstos parvedad.
Que
suenen las campanillas,
y
resuenen sin parar:
hay
que embotar la conciencia
para
poder disfrutar.
El
día en que nace Dios
—dicen—
hay que celebrar
la
esperanza renacida
que
ha de derrotar al mal...
mas
el mal nunca es vencido.
¡Campanillas,
resonad!
Pero
hacedlo alto y fuerte
que
el lamento hay que acallar
de
los que sufren y penan
pese
al Niño del portal,
su
sonrisa incitadora
y
su mensaje de paz.
Jingle
bells, jingle bells.
Tradición
de Navidad:
lucecitas
de colores
en
carrusel musical.
Olvídese
que en el mundo
muchos
no pueden gozar
el
nacimiento del Niño
símbolo
de cristiandad:
excusa
para unos pocos,
consuelo
para otros más,
Jingle
bells, jingle bells
¡consumid
y festejad!,
¡que
se atiborren las mesas
de
rico y variado manjar!,
¡que
fluya el vino tranquilo
y
el espumoso champán!
¡que
se levanten las copas
con
las que poder brindar
por
el prodigio inaudito
que
acaece en Navidad:
ese
extraño florecer
del
brote sentimental
cuyo
aroma a fantasía
nos
infunde bienestar.
Jingle
bells, jingle bells
¡Campanillas:
repicad!
Hechizad
los corazones
este
año otra vez más;
haced
que el mundo se llene
de
armonía celestial,
poco
importa si ficticia,
arbitraria
y temporal.
Obrad
vuestro sortilegio:
¡Vamos,
fuerte: resonad!
¡Obnubilad la conciencia
con vuestro tintinear!
|
GALERÍA
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¿Esperanza?
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