martes, 22 de diciembre de 2015

ROMANCE DE NAVIDAD 2015: Jingle Bells - GALERÍA: Ironía de la ignominia





No digas que fue un sueño:
si fuiste capaz de sentirlo, fue real.
Lo que ocurre es que la realidad, en ocasiones,
toma la forma de sueño para atender las necesidades del alma.
Soñar es la alternativa del ser humano cuando la vida se muestra adversa.
Citando a Hölderlin, en su Hiperion o el eremita en Grecia:
"El hombre es un dios cuando sueña, y un mendigo cuando reflexiona".
Es la ensoñación el puente que conduce a la divinidad que el hombre lleva consigo.
Ante la tragedia, la desesperación o la angustia no nos queda más que soñar...
...o vivir como si estuviéramos dormidos, soñando... sintiéndonos como dioses.
Últimos pensamientos. Héctor Amado

Romance de Navidad 2015
A todos aquellos para los que la Navidad no llega a sus vidas

Jingle bells
Jingle bells, jingle bells,
se acerca la Navidad,
resuenan las campanillas,
es hora de imaginar.
Jingle bells, jingle bells,
no dejan de resonar
las alegres campanillas
cuando llega Navidad.
Córrase un tupido velo
sobre el mundo de verdad,
imaginemos que es otro,
es hora de imaginar.

Jingle bells, jingle bells,
todo es amor y bondad
en el mundo de la dulce
y esponjosa Navidad;
para lo amargo y lo duro
no es momento ni lugar,
tampoco para el dolor,
las miserias o el penar.
Quince días de evasión
de la cruda realidad;
que el que sufre ya no sufra:
¡estamos en Navidad!

Jingle bells, jingle bells.
¡Venga, todos a soñar!
Dicen que ha nacido un niño
en un humilde portal;
también dicen que ha venido
para librarnos del mal,
mas... dos mil años naciendo
y aquí todo sigue igual.
Jingle bells, jingle bells
¡Venga, todos a bailar
al son de las campanillas
que algunos hacen sonar!

Echa a un lado la conciencia
si no te deja gozar,
envuélvete en un paréntesis
de esponjosa irrealidad;
aparca todas las dudas
que te puedan asaltar,
confía en la tradición,
ten responsabilidad;
canta, ríe, baila, gasta,
sin medida, sin parar,
es tiempo para el exceso,
ya mañana Dios dirá.

Porque es Dios, dicen, quien nace
cada año en Navidad,
un dios, nos dicen, que viene
a liberarnos del mal;
eso dicen, mas lo cierto
es que todo sigue igual:
tras dos mil años naciendo
con anual tenacidad,
en el mundo no ha variado
la proporción de maldad,
de dolor y sufrimiento...
Pero, eso, qué más da.


Jingle bells, jingle bells
¡campanillas: resonad!
pero hacedlo alto y fuerte,
vuestro son ha de tapar
esa voz de la conciencia
que se empeña en incordiar,
sugiriendo que es mentira
esto de la Navidad,
una mentira piadosa,
condescendiente quizás,
mas mentira al fin y al cabo
que no paran de contar.

Jingle bells, jingle bells.
Fantasía es falsedad,
mas lo falso está, también,
comprendido en la verdad;
Santa Claus, Papá Noel,
Reyes Magos, son, no más,
irreales fantasías
que conforman lo real,
lo real del ser humano
que es un continuo mezclar
aleve imaginación
con dura necesidad.

Campanillas tintineantes,
sea vuestro resonar
sortilegio melodioso
de la arcana Navidad;
sea toque de rebato,
hechizadora señal,
que provoque en la conciencia
ese estado singular,
por el que la fantasía
—sita en la credulidad—
se adueña de la razón
haciéndola divagar.

Jingle bells, jingle bells,
tintineo pertinaz
que se mete en la cabeza
con obstinado sonar;
soniquete para niños
que lo aplauden a rabiar,
que lo ríen y celebran
con su santa ingenuidad.
Jingle bells, jingle bells,
campanas de Navidad,
doblando por la inocencia
que no se quiere olvidar.


Cascabeles persistentes,
¿quién os hace así sonar?
¿Será la ilusión acaso?
¿Será la necesidad?
¿El anhelo de otro mundo
que quiera a este enmendar?
¿El deseo insatisfecho
de justicia y equidad?
Jingle bells, jingle bells,
por siempre habrán de sonar
en el corazón del hombre
campanas por Navidad...

...Y, con las campanas, cantos
de sirenas en un mar
de cordiales intenciones
y de apacibilidad;
mientras que en la tierra firme,
como siempre, seguirá
campeando la injusticia,
la violencia y la crueldad.
Jingle bells, jingle bells,
ya llega la Navidad,
echar a un lado las penas,
es hora de disfrutar...

...y creer en entelequias
que nos hagan olvidar
que el mal es algo inherente
a la pobre humanidad.
Jingle bells, jingle bells,
¡campanillas: resonad!
Pero hacedlo alto y fuerte
cual hipnótico huracán
de sonido tintineante,
machacón y pertinaz,
capaz de volvernos niños
una vez y otra vez más.

Jingle bells, jingle bells,
¡campanillas: relumbrad!
sonoroso y rutilante
vuestro eco brillará
en los ojos de los niños
cuando os oigan repicar;
y es ese fulgor sonoro,
ese sonido estelar,
el que irradiando del niño
al hombre deslumbrará,
haciéndole ver estrellas
incluso en la oscuridad.

Bien lo saben los que venden
ese mundo tan falaz
donde calza fantasía
zapatitos de cristal
y relumbran, chispeantes,
árboles de Navidad,
o se construyen belenes
alrededor de un portal,
en el que un niño sonríe
incitando a disfrutar.
Jingle bells, jingle bells.
¡Campanillas: tintinead!


Trineos surcando el éter,
camellos la eternidad,
distribuyendo regalos
en un mundo desigual:
para unos fantasía,
para otros realidad;
para aquéllos abundancia,
para éstos parvedad.
Que suenen las campanillas,
y resuenen sin parar:
hay que embotar la conciencia
para poder disfrutar.

El día en que nace Dios
—dicen— hay que celebrar
la esperanza renacida
que ha de derrotar al mal...
mas el mal nunca es vencido.
¡Campanillas, resonad!
Pero hacedlo alto y fuerte
que el lamento hay que acallar
de los que sufren y penan
pese al Niño del portal,
su sonrisa incitadora
y su mensaje de paz.

Jingle bells, jingle bells.
Tradición de Navidad:
lucecitas de colores
en carrusel musical.
Olvídese que en el mundo
muchos no pueden gozar
el nacimiento del Niño
símbolo de cristiandad:
excusa para unos pocos,
consuelo para otros más,
Jingle bells, jingle bells
¡consumid y festejad!,

¡que se atiborren las mesas
de rico y variado manjar!,
¡que fluya el vino tranquilo
y el espumoso champán!
¡que se levanten las copas
con las que poder brindar
por el prodigio inaudito
que acaece en Navidad:
ese extraño florecer
del brote sentimental
cuyo aroma a fantasía
nos infunde bienestar.

Jingle bells, jingle bells
¡Campanillas: repicad!
Hechizad los corazones
este año otra vez más;
haced que el mundo se llene
de armonía celestial,
poco importa si ficticia,
arbitraria y temporal.
Obrad vuestro sortilegio:
¡Vamos, fuerte: resonad!
¡Obnubilad la conciencia
con vuestro tintinear!




GALERÍA

IRONÍA de la IGNOMINIA
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El Portal de Belén

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