miércoles, 19 de diciembre de 2012

El Polifemo de Góngora: La Belleza del Genio (I)





Deseo hacer algo, no para los muchos.
Luis de Góngora y Argote


Proemio
.....En buena hora veo llegado el turno de saldar una cuenta pendiente. Nada pendenciero, sí, todo gozoso. Si somos, los hombres, en cuanto individuos modelados en materia, hijos de nuestro tiempo, no es menos cierto que, en cuanto almas, nuestra paternidad no está tan sujeta a los designios de Cronos, sino que más se debe a afinidades intemporales, y, por tanto, podemos reclamarnos hijos de tantos padres como identificados con quienes se sincroniza nuestro latir. Uno, así, puede sentir que sus genes intelectuales y emotivos, cabe decir detentadores de la sensibilidad trascendente, provienen de diversos progenitores. Son las cosas del alma -y del espíritu: que no se atienen a una única ascendencia, que no se deben a este reduccionista modo de entender la transmisión de posibilidad. El alma, esa loca de la casa, es promiscua por naturaleza; es más, a ese término --promiscuo--, para considerar en su justa significación la utilidad que aquí nos procura, deberemos despojarlo de impurezas, de prejuicio e inclinación peyorativa. El alma es necesariamente promiscua. No serlo significaría el inmovilismo estatuario, la solidificación pétrea, la artificial esterilización, la reducción de lo trascendente (sede de las emociones) a materia intrascendente (sometida a lo necesario).

.....El alma va y viene: ¿nos define? ¿nos describe? ¿nos justifica? puede ser, pero la singular expresión fraguada en nuestra propia alma --y que detenta nuestro ser como individuos-- no es sino la mezcla aleatoria de los mismos mimbres intangibles de que están hechas todas las demás. El alma, subsumida en un cuerpo orgánico, en seguida reivindica territorios que escapan de los límites orgánicos. El alma se reconoce, se siente reflejo, tiene afinidades, en y con otras almas, muchas veces bastante alejadas de su tiempo: el alma reconoce, en aquello hacia lo que tiende, aquello a lo que aspira. Y no se trata de emulación  -que quizás-- sino de un reconocerse en un semejante vibrar. La emoción sentida por un alma (por el ser sentido como desgajado, ahogado de singularidad, aquejado de la herida que supone la individualidad) cuando descubre otro alma en la que reconoce rasgos, referencias, actitudes,... sensibilidad, semejantes a los que caracterizan la propia, o capaz de mitigar el vértigo de la existencia desgajada, es la del que encuentra un amigo, un cómplice, un hermano o un nuevo amor. Sentirse identificado es sentirse reconocido, es reivindicar la propia existencia, darle carta de naturaleza y curso legal: es constatar la realidad de lo que somos.

.....Es innegable el valor de la herencia genética, de esos caracteres que materialmente nos conforman, a los que debemos la apariencia y gran parte de la disposición para afrontar la vida. Pero no es menos cierto que tan importante --por no decir determinante-- es la influencia de la herencia cultural; y, aún más, lo es el influjo inconsciente que nos lleva a identificarnos con seres ya desaparecidos pero cuya propuesta vital --su obra, su pensamiento, su actitud, su vida-- la sentimos incardinada en nuestro propio ser, y, por tanto, en cierto modo, la sentimos una con nosotros mismos. Ésta es la herencia de la que uno, al final, se siente partícipe. Si la probabilidad de los seres para ser parece ilimitada --si no infinita--, el parentesco o los rasgos familiares que existen entre seres diferentes, en cambio, nos hablan de ciertas estructuras que se repiten, y sobre las que se levantan las diferencias y los matices propios de cada individuo. En esto se basa, sin ir más lejos todo tipo de asociaciones de intereses muy diversos, incluidos los partidos políticos, los clubes deportivos, las tendencias artísticas o, hasta cierto grado, las religiones (pues hay en esta faceta componentes de inevitabilidad espacio-temporal que uno no siempre domina). Aquí quería ir a parar (¡por fin! -se dirá).

....."Ser hijo de su tiempo" no implica no poder sentirse hijo, o hermano, o primo, de un tiempo anterior (serlo de uno ulterior ya es más complicado, o atrevido), al menos de alguna de las facetas que ese tiempo pasado produjo: verbigracia la del arte. A pesar de la lógica sintonía con el tiempo en el cual nos toca vivir y la consecuente identificación con las referencias estéticas imperantes en cada momento histórico, uno puede sentir más afinidad por una manifestación artística ya periclitada que por lo contemporáneo -aquello llamado vulgarmente "moda"-; aunque también puede ocurrir --como es mi caso y el de tantos-- que uno sea capaz de fundir, o mezclar coloidalmente, rasgos del presente (incluso de ese presente que anuncia futuros) y de varios momentos (artistas, movimientos, obras, pensamientos) del pasado. Es así que cuando a alguien se le pregunta sobre sus gustos en tal o cual materia artística, del tenor de: ¿cuál es el libro, poeta, película, novela, etc., de predilección? Normalmente, la respuesta es trans-temporal, incluye propuestas diversas de diversas épocas, vividas o no. Son las afinidades intelectivas, emocionales, sentimentales, que salvando tiempo y espacio nos unen a otras almas de semejante sentir.

.....La cuenta gozosa que aquí he de saldar, Héctor ya la saldó anteriormente en otro lugar y momento. Pues, como no podía ser de otra manera, ambos (como en el caso de Cioran y los místicos) compartimos esta afinidad. Me refiero a la poética, y, más concretamente, a la que irradia nuestro mayor faro --que no ídolo, ya que la idolatría no es actitud de los lúcidos: Don Luis de Góngora y Argote. Sí, compartimos también otros autores por los que sentimos semejante afición y debilidad (entre ellos, y sobre todo: Lorca, Machado, Juan Ramón; pero también: Salinas o Cirlot; y entre los foráneos: Baudeliare, Rimbaud, Rilke, Pessoa, Basho o Li Bai) en diverso grado e intensidad --pues que Héctor es más romántico que yo, y, todo hay que decirlo, también más idealista, menos práctico por tanto--; pero es Don Luis quien nos sintoniza y sincroniza nuestras respectivas almas. Como decía: le llegó su hora en este blog. Y lo hace en volandas de su poema más perfecto y acabado (y mejor, con permiso de sus ciclópeas Soledades, y de su romance preferido: La Fábula de Píramo y Tisbe), que es tanto como decir uno de los poemas más acabados y perfectos de todos los tiempos, en cualquier cultura, y no sólo máximo exponente y cenit del Barroco. Se trata de la Fábula de Polifemo y Galatea, más conocida entre críticos y gongorinos como El Polifemo.
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Sobre el origen y antecedentes de El Polifemo de Góngora
.....Polifemo fue un cíclope, de la estirpe de la segunda generación de Gigantes (la primera generación la conformaron, en primera instancia, los vástagos de Urano y Gea, y fueron tres: Brontes, Estéropes y Arges, forjadores de armas, entre ellas los rayos de Zeus, el tridente de Poseidón o el arco y las flechas de Artemisa), hijo de Poseidón y la ninfa Toosa. Como tal, su apariencia era extremadamente robusta y temible, y poseía una característica distintiva a la que debía el nombre: poseía un único ojo circular en su frente. Esta raza de Cíclopes habitaba en Trinacria, la isla de los tres cabos: Sicilia. En ella se dedicaban al pastoreo, la vida bucólica y el amedrentamiento, saqueo y muerte de cuantos marinos arribaban a sus costas; perseguían ninfas y practicaban ciclópeas coyundas con ellas. Antes de toparse con el artero Odiseo, Polifemo anduvo enamoradiscado de una de estas ninfas, una nereida hija de Nereo y Doris, de singular belleza, piel blanquísima y seductora sensualidad. Tanto es así, que el horrendo monstruo a poco, por causa del amor, dulcifica su horripilante y tosca naturaleza, llegando a sentir como un vulgar humano sentimental. Tanto es así, que por mor de ese enamoramiento -por Galatea- llegó a entonar uno de los más emotivos cantos que nunca hayan salido de garganta alguna (humana o inhumana). Este es el tema que traspasando el tiempo ha llegado hasta nosotros.

.....Filóxeno de Citera, en el siglo IV a.C sería quien primero tratase en un ditirambo el asunto del triángulo amoroso entre Galatea, Polifemo y el pastor Acis (según algunos autores, hijo de fauno y la náyade Simetis). Posteriormente sería el poeta griego siciliano Teócrito, en el 275 a.C, quien en dos poemas retomaría la jugosa historia. Virgilio, en el siglo I a.d.C., ya en la Roma Imperial, citaría al Polifemo homérico en su Eneida (con quien se encontraría Eneas tras la Guerra de Troya). Por fin sería el también latino Ovidio quien en el año 8 d.C, en sus Metamorfosis, volvería a hablar de los amores de la ninfa, el pastor y el cíclope; él establecería el canon sobre el que se basarían todos los que posteriormente lo trataron. Entre ellos el desventurado Luis Carrillo y Sotomayor, en su épica Fábula de Acis y Galatea --acertado trasunto de la obra ovidiana--, poco antes de que nuestro autor acometiese su empresa; y en Italia, así mismo contemporáneos a Góngora, los Pontano, Marino y Stigliani. Don Luis, probablemente, tendría conocimiento --y habría leído-- la obra de todos ellos; sobre todo la de Ovidio, a quien sigue en la secuencia (y a quien se dedicará un breve estudio en el 2º post de la serie), y Teócrito, por autoridad. De los demás no cabe pensar más que los consultara Don Luis por hacer algo más original, más propio, y, sobre todo, más elevado (cosa que logró con creces); habida cuenta de la existencia del excelente precedente que Luis Carillo dedicaría también, como Don Luis, al Conde de Niebla (no descarto una cierta inclinación agonística en el empeño por superarse a sí mismo de Don Luis, ante la elegancia e ingeniosidad de la obra del baenero Sotomayor, una obra que de no haber mediado una muerte prematura --murió sin cumplir los veinticinco años-- nos hubiese ofrecido aún más grandes satisfacciones. Creo más plausible esta positiva influencia --si es que alguna hubo o necesitara Don Luis-- de su paisano cordobés (o la del antequerano Espinosa, en lo referante a las Soledades), que la negativa que le brindaran sus acérrimos enemigos literarios, Lope y Quevedo, como acicate para su deslumbrante ascenso a alturas nunca antes holladas, cenit y súmmum del barroco, sustanciadas en este Polifemo, pero también en sus Soledades, Panegírico al Duque de Lerma o Fábula de Píramo y Tisbe; es decir, en sus poemas mayores compuestos entre 1612 y 1618.

.....Si en algo se caracterizó este áureo poeta (el más áureo de la áurea Edad literaria española) es en su afán por distinguirse, por sobrepujar, por ir más lejos (tanto, que corrió el riesgo cierto de no ser bien entendido. De hecho permaneció en el olvido más absurdo desde finales del siglo XVII hasta los albores del siglo XX; y hubo de ser un francés, Paul Verlaine, y un nicaragüense, Rubén Darío quienes lo reivindicaran --sin entenderlo completamente--, a los que se sumaría el mejicano Alfonso Reyes en el primer cuarto del siglo XX. La Generación del 27 (y sobre todo la impagable, erudita, didáctica y amena labor de exégesis de Dámaso Alonso; la colorista de García Lorca; y la de rendida admiración de Vicente Aleixandre, Jorge Guillén o Gerardo diego) se encargaría de poner las cosas en su justo lugar y devolver a Luis de Góngora y Argote al lugar que por méritos propios y sobrados le pertenece: el Olimpo de la Lírica). El Polifemo del llamado por Lope Cisne del Betis, Príncipe de la luz y de las Tinieblas por un excesivamente conservador Menédez Pelayo, es el ejemplo más elaborado, más sublime y más original de todos cuantos han abordado la figura de este monstruoso y desdichado ser; también es el más compasivo, otrosí el más psicológico, el más preciosista, el más elegantemente sensual y, también, por ende, el más emotivo.
En el terreno musical destaca sobre todo la extraordinaria ópera-oratorio Acis y Galatea, de Georg Friedrich Händel; en Francia, una pastoral heroica homónima de Jean-Baptiste Lully; y, en España, una curiosa zarzuela pastoral barroca de Antonio de Literes.
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Aperitivo: Tres calas en El Polifemo
.....Valga como adelanto la comparación entre los tres protagonistas: Polifemo, Galatea y Acis, en las dos estrofas con que son presentados. De entrada podremos comparar cómo el poeta pinta incomparablemente los rasgos de cada uno, y lo hace utilizando las palabras como auténticos colores llenos de matices, su estilo como fantástico diseño de trazo barroco, y su agudeza y erudición para poblar el cuadro de múltiples sentidos.


Polifemo:

7
Un monte era de miembros eminente
este que -de Neptuno hijo fiero-,
de un ojo ilustra el orbe de su frente,
émulo casi del mayor lucero:
cíclope a quien el pino más valiente
bastón le obedecía tan ligero,
y al grave peso junco tan delgado,
que un día era bastón y otro cayado.

8
Negro el cabello, imitador undoso
de las obscuras aguas del Leteo,
al viento que le peina proceloso
vuela sin orden, pende sin aseo;
un torrente es su barba impetüoso
que -adusto hijo de este Pirineo-
su pecho inunda -o tarde o mal o en vano-
surcada aún de los dedos de su mano.
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Galatea:

13
Ninfa, de Doris hija la más bella,
adora, que vió el reino de la espuma.
Galatea es su nombre, y dulce en ella
el terno Venus de sus gracias suma.
Son una y otra luminosa estrella
lucientes ojos de su blanca pluma:
si roca de cristal no es de Neptuno,
pavón de Venus es, cisne de Juno.
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14
Purpúreas rosas sobre Galatea
la Alba entre lilios cándidos deshoja:
duda el Amor cuál más su color sea,
o púrpura nevada, o nieve roja.
De su frente la perla es, Eritrea,
émula vana. El Ciego Dios se enoja
y condenado su esplendor, la deja
prender en oro al nácar de su oreja.
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Acis:

24
Salamandria del Sol, vestido estrellas,
latiendo el can del cielo estaba, cuando,
-polvo el cabello, húmidas centellas,
si no ardientes aljófares sudando-
llegó Acis, y de ambas luces bellas
dulce Occidente viendo al sueño blando,
su boca dio y sus ojos, cuanto pudo,
al sonoro cristal, al cristal mudo.
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25
Era Acis un venablo de Cupido,
de un Fauno -medio hombre, medio fiera-,
en Simetis, hermosa ninfa habido;
gloria del mar, honor de su ribera.
El bello imán, el ídolo dormido,
que acero sigue, idólatra venera,
rico de cuanto el huerto ofrece pobre,
rinden las vacas y fomenta el robre.
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Plan de la propuesta
.....Dado que se consignará el poema completo, y dado que éste consta de 63 estrofas (octavas reales), el contenido será distribuido en tres posts (sin contar éste de Presentación e Introducción en el tema). Esta distribución no es aleatoria sino que sigue un criterio temático. Además, en cada post, en cada una de las tres partes en que se entregará el poema, se harán las precisiones oportunas para una mejor comprensión tanto del argumento como de lo que allí, con ese su estilo alambicado y brillante, pero también a veces encubridor de joyas ocultas a primera vista, se dice. Se hará pues una sinópsis y un análisis de cada estrofa, o de cada serie de ellas, pues Don Luis, en la secuencia del relato emplea un ritmo ternario (secuencias de tres estrofas para cada tema: dedicatoria, introducción de los personajes, ámbito), salvo para la original parte dedicada al encuentro, enamoramiento y consumación de los amores de Acis y Galatea, y el canto de Polifemo, a los que dedicará una mayor extensión, que en su momento se precisará. Concretando, estos son los contenidos de cada post:

.....Post 1: Proemio. Sobre el origen y antecedentes de El Polifemo de Góngora. Poema, Aperitivo: Tres calas en El Polifemo. Plan de la propuesta. Galería: Nereidas y Sirenas. Música: Acis y Galatea, curiosa zarzuela barroca de Antonio de Literes, compuesta en 1708.
.....Post 2: El Príncipe de la Luz y el Príncipe de las Tinieblas: Claridad y oscuridad en la poesía de GóngoraPoema: estrofas I-XXII. Dedicatoria al Conde de Niebla, Presentación de Polifemo y Galatea, Ámbito e impacto de Galatea en los seres. Sinópsis y comentarios. Galería: Náyades, Dríades, Hamadríades y otras ninfas. Música: Acis y Galatea, ópera pastoral-oratorio de Händel, compuesta y estrenada en Londres, en 1731 (versión operística, en formato audio).
.....Post 3: El Polifemo de Góngora cabe Acis y Galatea de Händel: un acercamiento, que no comparativa, profano. Poema: estrofas XXIII-XLII. Presentación de Acis, Enamoramiento de Acis y Galatea, Consumación del amor entre Acis y Galatea. Sinópsis y comentarios. Galería: Acis y Galatea. El Idilio de las Ninfas . Música: Acis y Galatea, ópera pastoral-oratorio de Händel, compuesta y estrenada en Londres, en 1731 (versión con ballet, en formato vídeo).
.....Post 4: Acis, Galatea y Polifemo en Las Metamorfosis de Ovidio, versus el tratamiento que de estos personajes realiza Góngora. Poema: estrofas XLIII-LXIII. Canto de Polifemo, Desenlace. Sinópsis y comentarios. Galería:  Polifemo. El Polifemo escultural. La Fontaine Médicis au Jardin du Luxembourg. Música: extractos de la pastoral heroica Acis y Galatea, de Jean-Baptiste Lully.

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GALERÍA

NEREIDAS Y SIRENAS
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Procession of Thetis - Bartolomeo di Giovanni (1490)
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The Sirens - Peter Paul Rubens (1622-26)
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The Sirens (detail) - Peter Paul Rubens (1622-26)
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The Triumph de Neptune and Amphitrite - Frans Francken (17th century)
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The Triumph de Neptune and Amphitrite - Frans Francken (17th century)
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The Triumph de Neptune and Amphitrite - Frans Francken (17th century)
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Neptune and Amphitrite - Sebastiano Ricci (1691-1694)
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Triumph of Amphitrite - Charles-Joseph Natoire (1730)
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The Triumph of Amphitrite - Jean-Hugue Taraval
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The Triumph of Amphitrite - Nicolas Poussin
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Andromeda Chained tio the Rock by the Nereids - Theodore Chasseriau (1840) 
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A Dance by the Sea - Charles-Aimable Lenoir
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The Fisherman and the Siren - Frederic Leighton (1857)
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The Wave and the Pearl - Paul-Jacques-Aimé Baudry (1862)
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The Siren - J.W. Waterhouse
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Ulysses and the sirens - John William Waterhouse (1891)
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Sketch for a Mermaid John William Waterhouse (1892)
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The Mermaid  - J. W. Waterhouse (1900)
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Las Nereidas - Joaquín Sorolla (1886)
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Las Nereidas (detalle) - Joaquín Sorolla (1886)
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Las Nereidas (detalle 2) - Joaquín Sorolla (1886)
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Las Nereidas (detalle 3) - Joaquín Sorolla (1886)
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The Siren - Edward Harmitage (1888)
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Les Océanides (Les Naïades de la Mer) - Gustave doré (1832-33)
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Les Océanides (Les Naïades de la Mer) (détail 1) - Gustave doré (1832-33)
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Les Océanides (Les Naïades de la Mer) (détail 2) - Gustave doré (1832-33)
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Playing in the Waves - Arnol Böcklin (1883)
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Das Spiel der Najaden - Arnold Böcklin (1886)
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Meerestille (Calm Sea) - Arnold Böcklin (1887)
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The Sea - Arnold Böcklin 
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The Mermaid's Rock - Edward Mattew Halle (1894)
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The Mermaid's Rock - Edward Mattew Halle (1894)
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The Sea Maiden - Arthur Hacker (1897)
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A Water Nymph - Léon Bazille Perrault (1898)
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La Perle - William-Adolphe Bouguereau
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Nereides - Gaston Bussière (1902)
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Nereides - Gaston Bussière (1902)
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The Siren - Edward John Poynter (1836-1919)
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Cave of the Storm Nymphs - Edward John Poynter (1903)
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The Sirens - Henrietta Rae (1903)
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The Sea Maiden - Herbert James Draper (1894)
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The Foam Sprite - Herbert James Draper (1895)
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Water baby - Herbert James Draper (1900)
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Sea Melodies - Herbert James Draper (1904)
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Sea Melodies (detail) - Herbert James Draper (1904)
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Ulysses and the Sirens - Herbert James Draper (1909)
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Flying Fish - Herbert James Draper (1910)
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Clyties of  the Mist - Herbert James Draper (1912)
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Clyties of  the Mist (detail) - Herbert James Draper (1912)
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Alcyone - Herbert James Draper (1915)
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The Capture - Herbert James Draper (s/f)
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The Sirens - George Owen Wynne Apperly (1915)
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The Call of the Sirens - Félix Ziem (1821-1911)
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Ulysses and the sirens - Léon Belly (1827-77)
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The Shepherdess - Edward Fredrick Brewtnall (1846-1902)
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Sirens Awaiting Their Prey - Adolphe La Lyre (1848-1933)
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La Chanson de la Mer - Adolphe La Lyre (1848-1933)
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Nereids - La Lyre (1848-1933)
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Naiade et Dauphin - Adolphe La Lyre (1848-1933)
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Concert of Nereids - Adolphe La Lyre (1848-1933)
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Le concert des Sirenes - Adolphe La Lyre (1848-1933)
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La Chute de la Sirene - Adolphe La Lyre (1848-1933)
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The Sirens - Charles William Wyllie (1853-1923)
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A Deep sea Fantasy - Charles Courtnay Curran (1929)
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