viernes, 19 de julio de 2013

Relatos de Julio 2013 (2): Especulaciones (III) - GALERÍA: Gustave Courbet (2)






Especulaciones
 III

El Hombre Lunar
.....Tesis: considero por mí probado que existe un tipo de individuo, a priori perteneciente a la especie humana, que no he dudado en llamar hombre lunar (por extensión, englobo en tal término a ambos sexos, obviamente. Y de aquí en adelante), en base a las singulares características de su constitución, personalidad y actitud ante la vida, el cual, en gran parte, sino en todo, es contrapuesto al que llamo, por contraposición, hombre solar, es decir: el hombre común y corriente, el ser humano convencional.

.....Así como hay diversos planos de la realidad [sic], o, si mejor se quiere, diversas realidades solapadas en esta aparente que conocemos, no una solo indivisa sino varias, quizá infinitas, yuxtapuestas unas a otras, independientes en su decurso, mas de alguna forma conectadas, de la misma manera, digo, no hay una unívoca manifestación (individuo o tipo de individuo) de los seres en cada una de las realidades, sino que cada ser puede encarnarse de una forma variable en cada una de las realidades en las que esté presente; lo que dicho de otro modo vendría a expresar que el ser -cada ser, o monada existencial- perfundiría los diferentes planos de la realidad multiversa, pero manifestándose en cada una de ellas con unas características propias, coherentes con las que rigen y determinan cada una de las realidades existentes. No habiendo así un solo tipo de individuo en cada ser, sino varios, tantos como realidades diferentes, que ocasionalmente puede ser atrapados por una realidad que no se corresponde con la ubicación precisa y adecuada de su ser a la realidad determinada que les es propia.
.....Es en el marco de esta realidad nuestra, la que nos acoge y que reconocemos, la realidad aceptada por todos (mas, sostengo: no única), donde se incluye el tipo que denomino hombre lunar. Y lo denomino así porque, siendo hombre y perteneciendo a la estirpe de los hombres, posee unas características singulares que lo asocian y emparentan especialmente con el ser que llamamos luna, con su luz y su carácter, con su misterio y su influencia. Es posible que este tipo, denominado lunar, no sea sino un transmigrado desde otra realidad que no es la aparente, la nuestra (o convencional para el común de los humanos), sino otra en la que las relaciones entre los seres, tal y como las conocemos en esta realidad, con respecto a ella, estén trastocadas o difieran ostensiblemente.

.....Así, el hombre lunar, por ejemplo, se caracteriza por desarrollar una mayor actividad durante la noche (especialmente dinámica, creativa y extrovertida en periodos de luna llena; y más soterrada, fantástica e incomprensible en los de luna nueva), adoptando por el día una especie de estado letárgico, en el que parece vivir de forma automática, como anuladas sus facultades de autonomía.
.....Está el hombre lunar especialmente predispuesto a la ensoñación. Lo onírico es su patria. Pareciera que ese aspecto taciturno con que a veces se muestra, no fuera sino un ensimismamiento, un estar subsumido en la nostalgia de la realidad de la que procede, del mundo al cual pertenece. Perplejo, no sabe cómo se ha colado en esta, la nuestra, donde predomina lo solar, el fuego, la hoguera, la luz deslumbrante que quema los ojos y las conciencias y que dota de ineludibles sombras a todas las cosas. Él está hecho de y para otra luz, más blanca y menos intensa, una luz pálida y argentina, una luz que revela cuerpos y figuras -pero que no proyecta sombras-, revelándolos nítidos y francos, hechos de noche transfigurada, de sueños donde todo es posible, y donde los límites solares se borran y pierden sentido.
.....Es el hombre lunar, realmente, un transfigurado, su figura parece estar traspasada por la misma luz por la que suspira. Una luz fría, cómplice de la noche y de la espesura, allí donde no llega el sol. Su intensidad es la del reflejo más que la de la radiación, y quizás esto se deba a que en el hombre lunar brilla la luz de otra realidad -aquella a la que pertenece-, al igual que la luz de la luna no es sino reflejo de la del sol. Aun así, si la luz que nos refleja el hombre lunar procede de otra realidad, esto no querría decir otra cosa que estaríamos ante la prueba fehaciente de la multiplicidad del Ser, de la existencia de universos inmersos en otras realidades, y de que los hombres -esos que en contraposición al lunar he denominado solares- cuando imaginan cosas que parecen no existir, cuando recrean ficciones, cuando se creen imbuidos o víctimas de lo fantástico, puede ser que no estén haciendo otra cosa que presentir esas otras realidades, a las cuales esas ficciones, esas fantasías o esas cosas aparentemente inexistentes pertenecen. Quizás la intuición no sea sino eso: una apertura a otras realidades que están aquí, imbricadas de alguna forma a ésta, aunque esa apertura esté como cubierta con alabastro: deja pasar la luz, pero no deja ver con claridad lo que hay al otro lado.


.....Gusta el hombre lunar, en las noches calurosas del verano, pasearse por las playas solitarias, y exponer su cuerpo a la luz de la luna; su piel, extrañamente blanca y satinada, parece entonces destellar con reflejos plateados. Gusta, así mismo, bañarse en las aguas que, negras como el vacío, están revestidas por la luz viva de millones de estrellas. Gusta pasearse sobre el rielar de la luna en las olas, e incluso dicen haberlo visto subir por una escalinata de plata que desde el mar asciende hasta el faro de la noche (semejante a aquella que Jacob soñara, por la que ascendían y descendían criaturas angelicales), quizás, como si éste fuese puerta de acceso (puerta estelar) a la realidad que le es propia.
.....Gusta también el hombre lunar pasearse por campos, bosques y montes, en las noches de luna llena. Dicen que su visión está dotada de una sensibilidad y agudeza desconocidas e inasequibles para el hombre solar (quien, debido al continuo deslumbramiento, estaría incapacitado para ver a la sutil luz de las estrellas; situándose, por tanto, su umbral sensible muy por encima del de aquél, siendo así más grosero, más vasto, más impreciso). Por eso se dice que el hombre lunar es capaz de orientarse en la noche, no por la situación de los astros, sino por esa su -para nosotros- débil luz; aunque también hay quien sostiene que su capacidad de orientación, su visibilidad nocturna (allí donde nosotros, los individuos solares, no alcanzamos a divisar más que oscuridad y aprensión) se debe a un sentido radiestésico, a una especie de escucha activa, capaz de detectar los objetos para nosotros invisibles. Esto también sería una especie de maldición para ellos en nuestra realidad solar, hecha de grandes contrastes y poca sutileza. Por lo que padecerían, pues, como les ocurre a los canes con los ruidos excesivamente agudos o los estrépitos demasiado altisonantes, una cierta incomodidad con nuestro fragoroso vivir de crepitantes llamaradas, de incendiaria y horrísona confusión. Es por eso que se encuentran más cómodos durante la noche, más en su ámbito, el del silencio sonoro de las cosas que son y están sin anunciarse.

.....Físicamente, el hombre lunar, posee una constitución delicada, suelen ser invariablemente delgados y longuilíneos (aunque de forma excepcional se pueda dar el caso de algún incipiente obeso, pero siempre dentro del canon delicado); puede haberlos fibrosos o nervudos, pero nunca hasta el punto de resultar atléticos; ni demasiado grandes, ni menudos en exceso; sus ojos habitualmente presentan tonos claros: grises, verdes o azules, siendo raro el marrón en ellos; su extraordinaria flexibilidad hace que se muevan como si fluyeran. Cada movimiento en ellos, cada gesto, lleva la firma de su origen: la ausencia de gravedad, la ligereza, la liviandad. Sufren, sí, la gravitación que a todos nos aplasta contra el suelo, pero en ellos parece ser menos gravosa, menos irremediable. Sometidos a las leyes de esta realidad (que muy probablemente no sea la suya), en ellos ese sometimiento, lejos de ser fatalista, es contingente, no parecen padecerlo como una carga inevitable, sino como algo azaroso, aleatorio, algo así como una tirada de dados. Es por ello que exteriormente parecen despreocupados o ajenos al devenir de este mundo. Dan la sensación de estar aquí de paso, como de visita. Aunque haciendo honor a la verdad, nada más lejos de la realidad el que se muestren insensibles a lo que aquí acaece: esa su extrema sensibilidad perceptiva y sensorial se extiende así mismo al ámbito emocional, y por ello, todo cuanto viven, lo que a su alrededor sucede, en ellos incide de una forma más intensa, les ocasiona mayor turbación, les mueve más el ánimo. Son extraordinariamente susceptibles a los detalles, y las emociones fuertes, por el contrario, los embotan (lo que les hace parecer fríos ante las desgracias devastadoras). En ocasiones parecen escuchar los pensamientos e intenciones de los demás antes de que éstos los exterioricen. Necesitan pocos datos para crearse una opinión certera y adecuada a los hechos. Están dotados de una gran intuición y poder de penetración. En ellos la lucidez alcanza grados desconocidos entre los hombres solares: son capaces de discernir el polvo de la paja, incluso en plena noche del alma.

.....Pero también, por contra, en el marco de nuestra realidad solar, son frágiles y están aquejados de una extraña debilidad: no parecen hechos para un mundo de groseras apariencias; incapaces para admitir que ésta nuestra realidad solar sea la mejor de las realidades posibles, no pueden adaptarse a un estado de lucha continua, de competencia feroz por alcanzar un estatus o un nivel de vida que para él no tienen sentido, basado en el disfrute de bienes materiales, haciendo depender la felicidad de las cosas que se poseen y de la habilidad con que uno se desempeñe para poseerlas. Se puede asegurar, sin temor a equivocarnos, que en el hombre lunar está extraordinariamente desarrollado el sentido del escrúpulo, de la conciencia inmaterial de la existencia, de la preeminencia de lo ético -o moral en el más noble y menos sectario sentido de la palabra. Tan es así, que prefieren llegar a la indigencia antes que traicionar su forma de ser y de sentir. Si todos los seres humanos -pertenecientes a esta nuestra realidad solar- tienen tendencia al sueño, al anhelo, al deseo, como paso previo a la acción que los conduzca a la satisfacción (es , pues, una actitud ambiciosa), es en el hombre lunar donde este presupuesto a toda acción se convierte en razón central de sus existencia: no sueñan, anhelan o desean para lograr la consecución de una satisfacción (es decir, no son medios para lograr un fin, como en el caso de los hombres solares), sino que es ese mismo soñar, ese mismo anhelar, ese mismo desear, lo que en ellos conforma su satisfacción a medida que se va devanando (es decir: son el fin en sí mismos). Dicen, los que se lo han oído decir -entre ellos, yo mismo- que la satisfacción es la muerte del anhelo y el deseo, que la satisfacción es para individuos limitados, sujetos y reos de la materia, de las percepciones groseras; que quien es capaz de satisfacerse con un sueño, o un deseo, o un anhelo, es porque éstos eran suficientemente insignificantes; que, cuando se está dotado de una refinada sensibilidad, hay más goce y disfrute en el soñar, desear y anhelar, que en el conseguir; ellos parecen pensar que sus sueños, deseos y anhelos deben de ser proporcionales a su capacidad de sentir, y puesto que ésta no parece tener límites, sus sueños, anhelos y deseos tampoco deben de tenerlos. Lo que me reafirma en la tesis de que el hombre lunar no es de este mundo, no pertenece a esta nuestra realidad (que llamo solar), sino que son seres traslocados, aparecidos en nuestro mundo por un fallo recombinatorio en las relaciones inter-reales, en las asignaciones del ser a cada individuo que ha de representarlo en cada una de las realidades posibles. Imagino lo que pueda experimentar un hombre solar en una realidad lunar. Muy posiblemente se comportará como un disminuido sensorial y cognitivo, incapaz de ver lo que todos ven, de oír lo que todos oyen, de sentir y percibir lo que todos sienten y perciben, pero eso sí, dotado de una ausencia de escrúpulos y una dureza de corazón que quizá compensen su desventaja en un tal sutil mundo.

.....Para apoyar y probar esta tesis que nos habla de múltiples realidades, del ser que las penetra a todas, de su diversa manifestación en cada una de ellas, en fin, que dibuja el marco y escenario en el que representar y dar soporte verosímil a la existencia de mi especulación a cerca del hombre lunar, me sirvo del pensamiento y teorías tanto de autores clásicos como de otros más modernos -con especial relevancia del de Spinoza. Así, la teoría del Ser de Parménides, la atomista de Demócrito, las sugerentes de los elementos, el microcosmos y la relación de semejanza de Empédocles, la abstrusa y oscura especulación Cabalística, el valiente pensamiento de Giordano Bruno (sobre todo el desarrollado en sus obras: Del universo infinito y los mundos y Sobre la causa, el principio y el uno), incluso la audaz perspectiva -rayana en el panteísmo- de Meister Eckhart, y, por supuesto, sobre todas, conteniéndolas y estructurándolas a todas, las teorías de Baruch Spinoza, condensadas en su obra Ética demostrada según el orden geométrico.

[A lo que sigue un desarrollo secuencial de conceptos filosóficos tomados de unos y otros, cuyo resultado es un sólido edificio conceptual y posibilista, donde ese hombre lunar goza de tan plausible realidad como quien en ello especula o el lector que, escéptico, lo lee. Yo mismo, sin ir más lejos. ¿Puede ser todo una alegoría? ¿Puede ser una codificada guía de iniciación? Está claro que hay en esta especulación mucho de hermético, si así se quiere ver, mas también hay intuiciones poderosas y audaces que, sin ir más lejos, conectan con lo que hoy conocemos a cerca de la Teoría de Cuerdas, la del Caos Ordenado y la Fractalidad, o los multiversos que ya William James, en 1895, entreviera.]

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GALERÍA


Gustave Courbet
1819-1877

Échantillon 2

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The Bathers, 1857
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The Bathers, 1857
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The Bathers, 1857
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Valley of Ornans, 1858
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View of Ornans and Its Church Steeple, 1858
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Le Dame de Fanckort, 1858
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The German Huntsman, 1859
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The Fox in the Snow, 1860
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The Fox in the Snow, 1860
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The Village Girl with a Goatling, 1860
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Spring, Stags Fighting, 1860
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Woman with Stockings, 1861
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Bouquet of Flowers, 1862
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Sleeping nude Woman, 1862
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The Trellis (Young Woman Arranging Flowers), 1862
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Basquet of Flowers, 1863
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Horse in the Woods, 1863
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Rocks at Mouthier, 1862-62
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Cumbling Rocks, 1864
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Landscape Bald Rock in the Valley of Ornans, 1864
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The Oak of Flagey (Le chêne de Vercingetorix)
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Femme couchée, 1866
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The Sleepers, 1866
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The Sleepers, 1866
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L'Origin du Monde (El Origen del Mundo), 1866
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L'Origin du Monde, 1866
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Woman with parrot, 1866
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The Young Bather, 1866
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The Woman in the Waves (The Bather), 1868
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The Source (Bather at the Source), 1868
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Reclining Nude
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The Source
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Reclining Nude
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Bather Sleeping by a Brook
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Female Nude with a Dog (Portrait of Leontine Renaude)
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