ConSentido Propio: Principio y fin de la Pintura Flamenca: Rogier van der Weyden y Rembrandt van Rijn (I) - GALERÍA: Rogier van der Weyden (1): Retablos polípticos y trípticos.

Existe en todo afán taxonómico, en todo ordenamiento,

la fascinación del ser humano por controlar lo diverso,

por relacionar lo diferente, no más sea por su diferencia;

habida cuenta de que lo semejante, al ser evidente, se relaciona por sí mismo.

Nada cusa más temor al hombre que lo diferente y lo incontrolado.

La relación es, en definitiva, lo que el hombre busca cuando clasifica;

y, mediante la relación, la determinación de límites precisos

a partir de los cuales realizar la unión, a modo de puente, que salva las diferencias:

entre las cosas mismas y en relación con el mismo hombre.

De las cosas de este mundo. Héctor Amado

Introducción

.....Estos días (primera semana de Septiembre de 2014) la prensa se hace eco de una disputa entre el Museo del Prado (Madrid) y Patrimonio Nacional (España) acerca de la devolución de unas obras trasladadas desde los Museos Reales (Los Reales Sitios donde se ubicaban las obras de la antigua institución denominada Real Casa y Patrimonio de la Corona de España) a la pinacoteca aledaña al Retiro, en 1936, por el gobierno de la República para ser así salvaguardadas de las bombas. Parece ser que como Patrimonio está pronto a culminar la construcción de un museo propio, sito en el mismo Triángulo del Arte donde ya se ubican los más afamados museos de la capital del Reino, quiere poseer entre sus colecciones aquellas obras que le pertenecieron en su momento, desposeyendo para ello de ellas a las instituciones que actualmente las albergan. Es así como ya reclamara al Reina Sofía —sin éxito— El Guernica, y es así como la dirección de El Prado se niega a devolver las obras requeridas. Entre ellas se encuentran cuadros tan emblemáticos como El Jardín de las Delicias o la Mesa de los Siete Pecados Capitales, de Hyeronimus Bosch (El Bosco); El Lavatorio, de Tintoretto; o El Descendimiento, de Rogier van der Weyden. Y es precisamente con relación a éste último que se produce una de esas casualidades con que la vida nos suele regalar a menudo.

.....Precisamente cuando acometo la empresa de dedicar tiempo y espacio a esta figura señera de la pintura flamenca del siglo XV —periodo del gótico tardío y primer Renacimiento— tiene lugar esta disputa museística. Bien está que mi proyecto Rogier van der Weyden llevaba demorándoseme meses, pues desde antes de julio ya andaba sobrevolando mi intención. El lapso veraniego y su inducida apuesta por los relatos pseudo eróticos —en los textos— y las pin-ups —en el contenido gráfico—, y la subsecuente apuesta por una amplia incursión en la fotografía (dedicada, aunque no sólo, al desnudo femenino), retrasaron hasta hoy aquella intención mantenida en situación de stand by.
.....Ya traté en una anterior serie, hace ya año y medio (Marzo de 2013), la pintura flamenca en las figuras y las obras de cuatro de sus más eximios representantes. En aquella ocasión se dedicó una atención en profundidad, a modo de póker de ases, a Jan van Eyck, Hieronymus Bosch, Pieter Bruhegel el Viejo y Pieter Paul Rubens. Se dijo entonces que aquel póker, bien podría haberse compuesto con otros no menos eximios pintores de entre la docena larga de primeros artistas que los Países Bajos han dado al arte (más otro par de docenas de menor entidad, aunque de primer nivel). De entre esas ilustres alternativas a Roger van der Weyden, por cronología, le cabría el honor de ser el primero, excusando a Robert Campin (quien se tiene por su maestro e iniciador de la Primitiva Escuela Flamenca). Contemporáneo de Van Eyck (aunque ambos pintores nunca llegarían a conocerse), van del Weyden alcanzaría incluso más prestigio en su tiempo. Mientras aquél residiría en Brujas, éste lo haría en Bruselas. El estilo de van der Weyden, refractario a las nuevas tendencias renacentistas procedentes del sur, podría considerarse la culminación del gótico. Menos conceptual que Van Eyck, también menos intrincado, sus composiciones y representaciones humanas, paradójicamente, gozan de mayor expresividad emotiva, son más dramáticas, poseen más tensión dinámica que las del limbourgués (o las de su maestro Campin).

.....En el otro extremo de la horquilla que la Pintura Flamenca abarca en la historia del arte (y en el otro extremo estilístico también) encontramos a Rembrandt Harmenszoon van Rijn, probablemente el más grande de todos los pintores holandeses (con permiso —cortésmente concedido— de Rubens) y epígono de la Escuela Flamenca (solamente Vermeer, por seis años, podría disputarle este postrero puesto entre los pintores más relevantes e influyentes).
.....Rembrandt lo sería todo, artísticamente hablando, en vida; pasando de una opulencia sobrevenida a la fama y el éxito, a la miseria y penuria económica de sus últimos años (poco menos que convertido en pintor maldito). También puede ser considerado Rembrandt culminación del Barroco holandés y heraldo de movimientos pictóricos aún, entonces, por venir: mucho hay en él de romanticismo y de impresionismo, mucho de simbolismo tenebrista y de realismo minimalista. No hay más que seguir la evolución de su estilo para constatar con qué anticipación pudo prever los derroteros que la pintura tomaría en los próximos doscientos años.
.....Alfa y omega, pues, de la Escuela Flamenca, Rogier van der Weyden y Rembrandt van Rijn nos dejarán en los siguientes cinco posts (dos dedicados a van der Weyden y tres a Rembrandt) la impronta de su genio en una impresionante obra plagada de algunos de los más excelsos momentos del arte pictórico de todos los tiempos.

Reseña biográfica

.....Rogier van der Weyden es, junto con Jan Van Eyck, la personalidad más importante de la primera mitad del siglo XV en los Países Bajos.
Nacido como Rogier de la Pasture, hijo de Henri de la Pasture, cuchillero, fue el primero y más sobresaliente de una familia de pintores, pues su hijo Pieter y su nieto Goswijn continuaron con su taller. Su carrera se ha reconstruido a través de similitudes estilísticas entre un conjunto de obras documentadas que han proporcionado noticias fiables sobre la ejecución de sus pinturas, ya que Rogier van der Weyden no firmó nunca ninguna de ellas.
Formado con Robert Campin a una edad avanzada (28 años, ya casado y con un hijo, lo que no deja de resultar extraño), está documentado su ingreso en el taller de éste en 1427, consiguiendo, en 1432, el grado de maestro (Maistre Rogier).
Entre 1432 y 1435 es probable que residiera en Lovaina, pues el Gremio de Ballesteros de esta ciudad le encarga (entre 1434 y 1435) la que será su gran obra maestra El Descendimiento, para la iglesia de Nuestra Señora Extramuros. Molanus (1553-1585) le llega a llamar "Pictor et cives lovaniensis", lo que confirmaría su estancia en esta ciudad.
En 1435 se estableció en Bruselas, donde fue nombrado pintor oficial de la ciudad al año siguiente, momento en que flamenquiza su nombre "de la Pasture" por "van der Weyden". Allí realizó, entre 1439 y 1441, uno de sus primeros encargos conocidos: cuatro tablas con las Justicias de Trajano y Herkenbald que decoraban emblemáticamente una sala del Ayuntamiento (destruidas en un incendio en 1695). De esta época es el Tríptico de Miraflores, encargo de Juan II de Castilla para dotarlo al real convento burgalés (Cartuja de Miraflores) recién fundado, lo que indicaría una internacionalización del artista, o lo que es lo mismo, que su prestigio ya traspasaba fronteras.
Aunque, a diferencia de Van Eyck, Van der Weyden no recibió un salario del duque de Borgoña, sí que realizó para él muchas obras, al igual que para determinados gobernantes de su tiempo. El único viaje del artista con referencias en fuentes literarias fue a Roma, en 1450, adonde acudió como peregrino con motivo del Año Santo, viaje que aprovechó para recoger algunas ideas compositivas (aunque parece ser que no quedó especialmente impresionado por los nuevos vientos renacentistas que por allí ya soplaban con fuerza).

.....Su estilo hereda el sentido plástico de las formas de su maestro Robert Campin, denotando un arte de notable expresividad emotiva, lejos del lenguaje conceptual de Jan Van Eyck. Los sentimientos humanos, como el dolor, la emoción o la tristeza, y las expresiones patéticas de sus figuras serán, junto a una impecable técnica, su gran aportación al arte flamenco del siglo XV. Artista afamado en vida, su obra tuvo una gran difusión, a lo que contribuyó un taller importante que realizaba versiones de sus obras.
De su primera época son: La Virgen y el Niño (Viena, Kunsthistorisches Museum), La Visitación (Leipzig Museum der Bildenden Kunste) y La Virgen y el Niño (Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza). Entre sus tablas más espectaculares se encuentran: El Descendimiento, del Museo Nacional del Prado, donde el artista utilizó oro para el fondo; el Tríptico de Miraflores, en la Gemäldegalerie de Berlín; el Tríptico Columba de la Alte Pinakothek de Múnich, con la maravillosa representación de La Adoración de los Magos en el panel central, y La Crucifixión del monasterio de El Escorial. De su faceta como retratista nos dejó excelentes cabezas, como las femeninas que se guardan en la National Gallery de Washington y la National Gallery de Londres, o las de Felipe el Bueno, Francesco d'Este o Antonio de Borgoña.
Muere en Bruselas, en 1464, siendo enterrado en la iglesia de Santa Gúdula de esta ciudad.

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GALERÍA