miércoles, 1 de abril de 2015

PASSIO (I): Matthias Grünewald y La Pasión según San Juan BWV 245 de Johann Sebastian Bach




Presentación

Sobre la Pasión

.....Passio... Domini Nostri Jesu Christi. Semana Santa. Semana de Pasión. Celebración de la Pasión de Jesucristo. Época capital del año litúrgico cristiano, en que se recuerda los momentos finales de la vida de aquel que —según el credo de los creyentes—, con su sacrificio vino a redimir a la humanidad —él mismo hijo del hombre e hijo de Dios. Momentos en que se sustancia toda su doctrina, se la pone a prueba, alcanza su culminación. El círculo de la vida se cierra con la Pasión, que es dolor y sufrimiento extremos, y muerte... que se resolverá en resurrección, y ascensión y transfiguración, y vuelta al Padre, al origen, al Hacedor, y con ello justificación de todo el entramado doctrinal. En esta fase final del camino, que es padecimiento e injurias y martirio, la doctrina, como el acero de la mejor calidad, se templa, adquiere el alma que le es propia: muerte sobrevenida al dolor del cuerpo torturado —al que tanto teme el hombre— para vencer a la muerte que mata y alcanzar así la vida, la vida eterna... del que es consciente, o se convence, de que nunca nada muere, de que todo se reintegra, vuelve al Padre —o a la Madre.

.....Mas, ¿es para ello preciso someterse al suplicio de la Pasión? ¿Es necesaria esa horrible penitencia para dotar de verosimilitud a toda una perspectiva vital? ¿Tan poco crédito tiene la inteligencia, pongamos por caso, que ha de replegarse y plegarse a instancias de la aleatoria y acomodaticia fe? ¿Se alimenta esa fe  —toda fe— solamente del prodigio, de lo inverosímil, de lo excesivo? Por lo que parece, cuanto mayor es el prodigio más oronda y firme se hace la fe, más bien nutrida estará. Cuanto mayor el padecimiento de aquel que ha de ser Redentor, cuanto mayor su sacrificio, más fácilmente penetrará en las mentes y los corazones la veracidad de su doctrina (de su apuesta moral): la prueba fehaciente de su autenticidad estará garantizada con la sangre derramada, con el atroz dolor experimentado, con la iniquidad y la injusticia que sobre la víctima propiciatoria se ha ejercido. Su inmolación es el marchamo de garantía. Se dice: es imposible que no le sustente la razón cuando es la propia vida lo que pone en juego, y, por añadidura, según sus palabras, entregada por los demás, por los olvidados, los oprimidos, los pobres, los desheredados (después, eso sí, ya se apropiarán de su figura los opulentos, como no dándose por enterados que más fácil será que pase un camello por el ojo de una aguja a que ellos entren en el reino de los cielos... Entre nosotros, este dato, el que los poderosos se hayan confabulado siempre con la casta sacerdotal que surgiera en torno de una tal revolucionaria y popular doctrina, es motivo suficiente para sospechar de que ese legado, ahora ya tabulado, categorizado y jerarquizado, siga en puridad, con autenticidad, el original mensaje del sacrificado —antes bien no parece sino que han utilizado su innegable poder de sugestión y atracción para dominar a las masas, menos dadas a la reflexión o la crítica especulativa que a la superstición y a lo maravilloso: el hombre es débil sobre todo cuando se ve ante el decisivo trance de la muerte, y más vale eternidad asegurada, previo pago en especies morales (y de las otras), que angustia y zozobra, miedo y desesperación ante la inflexible incógnita del acabamiento).

.....La Pasión es necesaria, pues, como condición irrefutable de una doctrina que, por un lado, abunda en el miedo a la condenación; y, por otro, sustenta, con cuestionables argumentos, la posibilidad de una salvación, la que procura una tal prueba irrefutable: el que —según se sostiene en su mismo credo— el mismo Dios esté dispuesto a sacrificar a su propio hijo en aras de un acuerdo con la humanidad, por medio del cual, a cambio de un seguimiento de sus preceptos, el horrendo pecado original que privó a la humanidad del Paraíso le sea perdonado. Concepto y tesis realmente complicados, que sin una considerable cantidad de fe (o una absoluta dejadez de las propias funciones críticas) sería imposible asumir.
.....Partamos entonces del hecho incuestionable de que existe en el mundo occidental, cristiano, una tradición social, moral y litúrgica en torno a su religión mayoritaria: la Pasión no se discute. Es un simulacro reiterado necesario para la buena salud concelebrante de la gran masa que, en mayor o menor medida, cree en su necesidad. Con esta periódica celebración se renuevan los votos (lo mismo que sucede con otras fechas señaladas del calendario litúrgico, como la Navidad) en las creencias aceptadas e indiscutidas (para los creyentes). Aunque, en realidad, haya en ello hoy en día menos de fe y sentimiento piadoso que de ocasión para celebrar, o para romper la rutina de la cotidianeidad, o para concederse el regalo del paréntesis y la excepcionalidad. Eso es al fin y al cabo, desde el origen de los tiempos, lo que son todas cuantas celebraciones anuales se han realizado, bien sean alrededor del calendario laboral, del temporal o del moral. Las festividades creadas en torno a los equinoccios y solsticios que marcaban, además, las labores agrícolas, no tenían un menos poderoso motivo. El recordatorio y homenaje a la vida y milagros de quienes provocan, con su ejemplo, grandes cambios sociales, tampoco están menos motivadas. La costumbre, después, se erige en colaborador necesario y suficiente.
.....Mas la Pasión no es una celebración de júbilo, ni de acción de gracias. Antes bien lo es de duelo, de ignominia y de tristeza. Es, también, una exaltación del martirio, del dolor, de la renuncia, de la penitencia, de todo cuanto se puede poner en negativo de la vida. Y todo ello para obtener un perdón y una promesa de salvación que sólo la fe sustenta (una fe que parece ser suficiente remedio contra la angustia y la desesperanza).


Sobre su iconografía

.....El ser humano, desde hace dos mil años, se recrea en la representación de esta efemérides; y lo hace, de continuo, además, plasmando por medio del arte sus momentos más álgidos: una especie de secuencia iconográfica sobre los últimos días de Jesús, recogida en numerosas manifestaciones y múltiples formas por todas las bellas artes: arquitectura, artes escénicas, escultura, música, pintura, literatura, cine... Todas las expresiones del Arte están impregnadas con sus imágenes, con su influencia; han sido colaboradoras necesarias e imprescindibles para propagar el mensaje que la tal Pasión conlleva. El arte, por otra parte, gracias al tremendo poder evocador y mediático (social) de los mensajes inherentes a la Pasión, ha tenido en su temática e inspiración una copiosa fuente que ha regado de grandes creaciones el mundo occidental durante todo este tiempo.
.....La iconografía sobre la Pasión es extensa, y está marcada sobre todo por las escenas que determinan el Víacrucis (desde la condena a muerte del Cristo y su camino del Calvario con la Cruz acuestas hasta el momento de su resurrección), pero también por los momentos previos, tanto a su condena como a su tránsito hacia el Gólgota: la agonía del Monte de los Olivos, el Prendimiento, el Juicio ante Pilatos, el Escarnio, la Flagelación, la Imposición de la corona de espinas; todas ellas de un alto contenido simbólico, por lo que suponen de postura del hijo de Dios —y del hombre— ante un destino, cuanto menos, cruel.

.....La imagen más representada, obviamente es la crucifixión, icono, emblema y símbolo del cristianismo, por ser el último episodio del martirologio, el que sellaba la muerte física del Cristo hijo del hombre y daba paso al Cristo hijo de Dios. Tras la Crucifixión quizás sea la Pietá la obra más representada (el dolor de la madre ante el hijo muerto), la Resurrección y la Ascensión, en el aspecto positivo (y más mágico de toda la historia/leyenda), serían las escenas más frecuentadas. Cristo cargando con la Cruz camino del Calvario o la Flagelación, son episodios también muy del "gusto" de los pintores y sus patrocinadores (por lo que tiene de morboso e impactante para las mentes proclives al sentimiento de culpa y a la subsiguiente penitencia). No hemos de olvidar que en occidente el arte en general, pero la pintura en particular, ha estado muy condicionada por el hecho religioso (allí donde el arte se encuentra en su salsa: la representación de lo maravilloso, del prodigio, de ese mundo taumatúrgico que raya la ficción —si es que decididamente no lo es—, susceptible, por tanto, de recreación artística y de fecunda imaginería), y este condicionamiento a lo largo de dos mil años ha marcado profundamente gran parte de la temática pictórica.

.....En esta serie de dos posts sobre la Pasión he elegido dos formas de expresión artística y tres autores, y los he puesto en relación para alumbrar así nuevos sentidos. Pintura y música son las artes elegidas; dos pintores y un músico, sus representantes. Rogier van der Weyden y Matthias Grünewald, por un lado; Johann Sebastian Bach, por el otro. Todos los cuadros que en los primeros nos acercan gráficamente la Passio, haciendo especial hincapié en sus dos recíprocas obras maestras: El Retablo de Isenheim y El Descendimiento; dos composiciones que del segundo nos la glosan musicalmente: la Pasión según San Mateo y la Pasión según San Juan, cada una asociada a uno de los autores. Según mi propio criterio, más emotivo que técnico o artístico, la de San Mateo puesta en relación con el pintor flamenco; la de San Juan, con el alemán. Si uno, el flamenco, es soberbio puente entre el Gótico y el Renacimiento (aún más que Jan Van Eyck); el otro, el alemán, está ya inmerso totalmente en el movimiento procedente de Italia, pero poseedor de un estilo tan propio y singular que igual traza puentes hacia el expresionismo que hacia una suerte de realismo barroco, casi caricaturesco.
.....En la asociación me he dejado guiar por mi sensibilidad y por la afinidad electiva que de ella ha resultado. Definitivamente, la más profunda y melódica Pasión según San Mateo se aviene mejor con esa maestría dulcificada que pese al dolor que allí expresa, lo expresa matizado, por las formas idealizadas, los colores vivos y las composiciones equilibradas de las obras de van der Weyden. En cambio la Pasión según San Juan, si menos ambiciosa en sus pretensiones musicales y descriptivas, si menos compleja en esencia, se muestra más trágica y directa en varios de sus pasajes —empezando por el inicio: Herr, unser Herrscher...!—, confabulándose mejor con el más descarnado y torturado, cromáticamente denso y abigarrado universo de Grünewald.
.....En este primer post de la serie, pues, Grünewald y La Pasión Según San Juan BWV 245 (en el seundo post le tocará el turno a van der Weyden y La Pasión según San Mateo BWV 244).




La Pasión según San Juan BWV 245
Johann Sebastian Bach

Masaaki Suzuki, The Bach Collegium Japan, and Soloists, 2000
Nikolaus Harnoncourt, Concentus Musicus Wien, King's College Choir Cambridge, 1970
John Eliot Gardiner, English Baroque Soloist and Monteverdi Choir, 2003
Itay Jedlin, Le concert Étranger, Le Festival d'Ambronay, 2014
Karl Richter, Münchener Bach Chor, Münchener Bach Orchester, 1964
Philippe Herreweghe, La Chapelle Royal, Collegium Vocale Gent, 1987
Ton Koopman, Symphonierorchester and Chor des Bayerischen Rudfunks, 2010






El pintor y su obra (1)



Matthias Grünewald
1460/70-1528

El Retablo de Isenheim
(The Altarpiece of Isenheim)
.....No se comprenderá totalmente la famosa, por truculenta, obra maestra de Matthias Grünewald, El Retablo de Insenheim, si no se conoce su génesis y el destinatario del encargo que le fue realizado y al que debe mucho de su representación: el convento de los antonianos (llamados así los monjes pertenecientes a la Orden de San Antonio Abad), en Isenheim, al sur de Colmar.

El ergotismo y San Antonio Abad
.....Los antonianos era una orden célebre fundamentalmente por curar el mal llamado popularmente Fuego de San Antón, una enfermedad provocada por una micotoxina presente en un hongo, el cornezuelo del centeno, que raramente infesta la avena, la cebada o el trigo. Durante toda la Edad Media este padecimiento causó estragos, sobre todo entre las clases populares (quienes tenían al centeno como alimento usual de su dieta, y cuyos hábitos higiénicos eran bastante precarios). La orden se fundó en el siglo XI (1095) por Gaston de Valloire, noble del Delfinado, y por su hijo Girondo, en agradecimiento por la cura milagrosa de este último, que padecía de ergotismo y fuera sanado —al parecer— gracias a las reliquias de San Antonio Abad. Los monjes antonianos vestían hábito negro con la letra Tau, en color azul, sobre el pecho; portaban así mismo un bordón cuyo extremo superior acababa en dicha letra.
.....La enfermedad, también denominada fuego sagrado, fuego del infierno o fiebre de San Antonio, era un envenenamiento de la sangre habitualmente de pronóstico fatal, que cursaba con quemazón en la piel, alucinaciones, convulsiones, contracción arterial, necrosis tisular y gangrena de las extremidades (era usual que quien sobrevivía lo hacía con mutilaciones o amputaciones en las extremidades). El efecto más aparente era el epidérmico: la piel tomaba coloración purpúrea en manchas irregulares y se llenaba de llagas y pústulas necrosadas; los pies y manos perdían su irrigación y acababan por necrosarse.
.....El único remedio que se conocía era realizar el Camino de Santiago y alojarse en alguno de los hospitales-monasterios que la orden tenía todo a lo largo de la vía sacra. Esto tenía una explicación sencilla y nada milagrosa, ya que al realizar el Camino el paciente cambiaba sus hábitos alimentarios y en los hospitales antonianos, los monjes, entre otros cuidados higiénicos, ofrecían una alimentación basada en trigo candeal (ajeno y refractario al mal).
.....El descubrimiento de la relación cornezuelo-ergotismo, realizada a finales del siglo XVI, privó a los antonianos de toda su ascendencia divina sobre la enfermedad, por lo que éstos, que llegaron a alcanzar un gran poder en el siglo XV, con la posesión de 370 hospitales y encomiendas, contando entre sus filas a más de diez mil monjes, perdieron todo el favor y razón de ser; además, tras la Reforma Protestante sus rentas bajaron ostensiblemente. En 1616 se realizó una reforma parcial de la orden, y en 1777, ya muy reducida, fue canónicamente asimilada a la Orden de Malta

El Retablo
.....Grünewald, que ya de por sí era un pintor crudo y descarnado, nada dado a suavizar o idealizar los motivos de sus cuadros, antes al contrario a veces raya lo lacerante y lo atroz en sus recreaciones, abordó el encargo con esas referencias, y desde esas referencias consiguió recrear en nueve paneles todo un universo donde lo imaginario se funde a lo fantástico, donde lo cruento y lo encarnizado presentes en la Crucifixión del políptico cerrado (primera vista) y en la Lamentación de la predela, sólo se ven contrarrestados —aunque de forma parcial— por un virtual y flamígero resquicio de luz (segunda vista) en la Anunciación, el Coro de Ángeles, la Virgen con el Niño y, sobre todo, en el Cristo Resucitado, Ascendido y Transfigurado (que en esta triple actitud lo representa magistralmente el pintor); para terminar en la tercera vista (la más interior) con un nuevo giro, en este caso hacia lo fantástico (escenas del encuentro entre los santos eremitas San Antonio Abad y San Pablo del Desierto y las alucinantes Tentaciones que, en forma de visiones, allí tuvo el primero).
.....En los vídeos que aquí se adjuntan se habla con detalle del uso del color en Grünewald, un uso que tiende a lo irisado (en ocasiones, incluso, recorre gradualmente toda la paleta del espectro cromático). El círculo en el que se enmarca la figura del Cristo ascendente, no es sino un arco iris completamente circular, indicando con ello el grado de perfección del hijo de Dios y lo que representa.
.....Obra maestra absoluta del arte occidental, el Retablo de Isenheim es todo un tratado sobre pintura, pero también es un modelo psicológico, donde están presentes las más sorprendentes manifestaciones y actitudes del ser humano en relación con ese su preguntarse acerca de su verdadera naturaleza, una naturaleza íntimamente ligada al dolor, a la esperanza, a la muerte y al anhelo de resurrección (valga decir inmortalidad).

Esquema gráfico de las tres vistas del Retablo


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Las tres vistas del Retablo en forma individualizada

Retablo de Isenheim: primera vista (retablo cerrado)
San Sebastián, Crucifixión y San Antonio Abad
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Retablo de Isenheim: segunda vista (los paneles de la crucifixión desplegados)
Anunciación, Coro de Ángeles, La Virgen con el Niño, La Resurrección
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Retablo de Isenheim: tercera vista (retablo completamente abierto)
Visita de San Antonio Abad a San Pablo el Eremita y Las Tentaciones de San Antonio, en los paneles laterales.
En el centro el altar original, atribuido a Nicolas de Haguenau, con las esculturas de San Antonio Abad flanqueado por San Agustín y San Jerónimo; y en la predela inferior: Cristo en posición central y los Doce Apóstoles a uno y otro lado.
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La Crucifixión del retablo de Isenheim

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Detalle del Cristo en la Cruz

Detalle de la mano derecha de Cristo en la Cruz
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Detalle de los pies de Cristo en la Cruz
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Personajes del lado derecho, en detalle; San Juan Evangelista, Virgen María y María Magdalena
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Personaje del lado izquierdo: San Juan Bautista

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El Retablo en vídeo

1
Palettes


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2
UNED


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3
Secuencia de Paneles


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Otros cuadros sobre la Pasión, de Matthias Grünewald

The Crucifixion, 1501
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The Crucifixion, 1502
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The Moking of Christ, 1503
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Carring of the Cross, 1523
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The Crucifixion of Christ, 1523-24
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Lamentation of Christ, 1523

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