lunes, 26 de julio de 2010

Sobre las Musas (Sur les Muses)


Como producto de una conversación mantenida ayer en la sección de comentarios del anterior post, con la autodenominada Musa Personne, y para que todos los que por aquí pasearen sus ojos sepan y se enteren que este es un blog vivo, interactivo, y que merece la pena mojarse y entrar en liza porque ello se verá reflejado de una u otra manera en el contenido futuro del mismo, hoy voy a subir -por sorpresa- uno de los escritos ensayísticos de Héctor Amado que va pintiparado para lo que en esa conversación se debatió: la casuística y necesidad de las musas en la actividad creativa del artista -en este caso, poeta-.

Vuelvo a pedir disculpas a todos aquellos que no dominen la lengua de Voltaire o Carla Bruni -que tanto da ¿o no?-, e incluso los que tampoco anden finos con la de Shakespeare o Lady Gaga, pues en el post de hoy se adjunta un pequeño fragmento de un pensamiento de Robert Graves en su vernácula lengua (Graves es conocido en nuestro país, sobre todo, por la espléndida serie de tv. delos años ochenta: "Yo, Claudio" -magnífica novela histórica, por otra parte; también lo conocerán perfectamente los mallorquines, pues tuvo residencia en Deià, donde murió en 1985).
Tanto para unos como para otros, decirles que procuraré adjuntar una traducción en la sección comentarios del mismo post.
A última hora añado un fragmento de una entrevista, mantenida en 1981 con Graves, por la idoneidad con el tema que nos ocupa, y por sostener, el poeta-Musa, un juicio acerca del valor/concepto de la Musa muy cercano ala que yo sostengo y siento.

Decía nuestr@ amig@ Personne una cosa y la contraria: citando a Lamartine: que el poeta es víctima de su musa; y citando al mito de Sísifo: que la empresa del poeta es cargar con la ingente tarea de sacar adelante su obra pese a musas y diosas. Vamos, que el poeta no las necesita y a la vez es su víctima (¿en qué quedamos Muse Personne?. No, no se preocupe; que yo sé la respuesta porque la entiendo como si la hubiera parido... mi mente)).
Aquí viene en mi ayuda (ves, tiene Uvd razón, Muse Personne) Héctor Amado para elucidar algo este intrincado bosque de argumentos aparentemente paradójicos.
Es patente que Héctor lo escribió pensando en una Musa en particular que por aquel entonces le arrebataba a las más altas cotas de la irrealidad desde una insufrible y sensitiva realidad que lo mantenía en volandas todo el día. Pero, pese a todo, con una lucidez pasmosa, escribía cosas como estas, que siendo producto del amor, no estaban enroscadas a su tierno abrazo sino como afeite embellecedor -y preclaro, añadiría-.
Este puede ser un post complementario a uno anterior (De Musas y Aedos, 22 de Junio) al que remito a los curiosos; allí encontrarán, además, para su deleite, La Música para los Reales Fuegos de Artificio de Händel, en versión de Trevor Pinnock y su English Concert; ahora será La Música Acuática la que ilustre musicalmente este post.

Sin más preámbulo les dejo con el alambicado francés de Héctor Amado -por los dioses-.



"No Muse-poet grows conscious of the Muse except by experience of a woman in whom the Goddess is to some degree resident; just as no Apollonian poet can perform his proper function unless he lives under a monarchy or a quasi-monarchy. A Muse-poet falls in love, absolutely, and his true love is for him the embodiment of the Muse...
But the real, perpetually obsessed Muse-poet distinguishes between the Goddess as manifest in the supreme power, glory, wisdom and love of woman, and the individual woman whom the Goddess may make her instrument...
The Goddess abides; and perhaps he will again have knowledge of her through his experience of another woman..."
The White Goddess, Robert Graves.

[...] Su obra en prosa más importante es La Diosa Blanca, una historia del mito poético: "el lenguaje del mito poético... era un lenguaje mágico enlazado con las ceremonias religiosas populares en honor de la Diosa de la Luna, o Musa... y éste sigue siendo el lenguaje de la poesía `verdadera'... en el sentido de que es el original improbable, no un sustituto sintetizado". El poeta verdadero rinde culto a La Diosa Blanca, o diosa de la creación; la devoción absoluta y constante hacia ella es el único camino del poeta. El poeta "se enamora, absolutamente, y su amor verdadero es la encarnación de la Musa".

—Usted escribió una vez que "el poeta-Musa debe morir por la Diosa como el Rey Sagrado lo hizo cuando fue una víctima divina". A pesar de todo usted ha sobrevivido; ¿aún sostendría lo anterior?

Graves: Sí. Lo que ocurre con más frecuencia es que la Musa siente ya imposible sostener el amor de un poeta y se une por elección propia con un poeta postizo, aunque sepa que no es el verdadero poeta. Escoge a alguien con quien pueda jugar el papel de madre. Di todo el cuadro de eso en un poema que se llama "El impostor". El proceso vuelve a empezar cada vez que el amor muere, algo tan doloroso como la muerte real. Siempre hay un asesino alrededor, siempre hay un personaje "impostor". El rey o el poeta representan el crecimiento, el rival o doble representan la sequía.

—Pero seguramente los muchos años de servicio a la Musa tienen su recompensa.

Graves: Con el tiempo la recompensa va siendo encontrar a alguien que no sea "asesina". No quiero hablar sobre eso porque no quiero tentar a mi suerte.

—Por definición, su búsqueda de la Musa será siempre insatisfactoria. ¿Qué es lo que ella le ha dado?

Graves: Me ha traído cada vez más cerca hacia el centro del fuego, por así decir.

Entrevista a Robert Graves. Nexos 38, febrero de 1981


Well, well!
Ce pensée de celui qui est l'un des écrivans (et poètes) plus importants du XXième siècle m'est familier (do you know?). Je souscris complètement ce qu'il dit, mot à mot.
La déesse soi-même n'est rien sans son incarnation dans une femme.
Divinité puissante et bénigne à son origine, elle accorde la bonheur de la création artistique avec son ravissement [...], avec l'inspiration d'un amour au-delà des apparences, au-delà la chair, vers l'extase d'un joyeux mélange de volupté et dissolution.
L'heureux élu devient ainsi amoureux d'une déesse et d'une femme au même temps, mais d'une femme possédée par l'esprit de la déesse -elle est, la femme, elue aussi-.

La femme soi-même n'a pas le pouvoir d'inspirer. La femme a le pouvoir pour attirer l'homme d'une façon pratique, materielle, sexuelle, mais c'est une attraction qui pursuivre le plaisir immédiate ou la procréation, agréable, bien sur, mais limitée à la satisfaction exclusive de nos instincts. Toute l'imagination ou les fantaisies que l'amour seulement "charnelle" nous suscite ont comme objetif la satisfaction des dèsirs plus ou moins conscients de nos sens. (...et c'est très bon, n'est-ce pas?), mais tout cela ne sert pas pour créer l'oeuvre artistique (plus grande ou plus petite).



J'y parle d'une autre chose.
J'y parle de frissons, de ravissement, de lévitation, de déchirure, du néantissement, d'une sensualité douleureusement intense et joyeuse que seulement se satisfait avec cette sorte d'éjaculation qui est l'oeuvre d'art (quoi qu'elle en soit, litteraire, musicale, pictorique, etc.).
Les muses existent pour sauver l'homme de la malédiction du temps, du materiel, de son limitation, de son manque essentiel, de son boiterie substantiel: demi-animal et demi-dieu, l'homme est condamné à être témoin de sa condition mortelle possédant une âme immortelle. Comme ceux vieux demi-dieux de la mythologie grecque et romaine, l'homme (et la femme, s'il vous plait) lucide, c'est à dire, l'homme conscient de sa divinité réduite en esclavage, il sait qu'il va mourir (toute cette conscience de l'infini mourira!!!) mais au même temps dans son coeur bat l'élan qui le pousse au-delà les frontières du materiel, à imaginer vivement d'autres mondes, à les sentir.



Et cettes sensations d'infinitude les procurent les muses. Les neuf muses. Parmi lesquelles Erato, la muse aimable, est ma benefaitrice (et, en plus, un petit peu Talia , Euterpe, Terpsichore et Calliope, bien sûr). Las muses, aussi, peuvent-elles devenir succubes qui volent la volonté du malheureux possedé, en le sommettant aux atroces tortures de l'éloignement, l'absence, le mèpris ou l'incompréhension. Alors, ce magnifique pouvoir créateur devient destructive. Ainsi, le malheureux possedé succombe à l'énivrement du chaos, l'ivresse dyonisienne s'approprie de lui, déjà sans la benefactrice intervention du contrapoint appollinaire (qui apporte l'equilibre nécessaire) et la fin sera l'abandon de soi (il y a beaucoup d'exemples de cela: E. Allan Poe, Artaud, Hölderlin, Novalis, mais aussi, Virginia Wolf, Janis Joplin, etc.).
Veuillent les dieux de me liberer de la colère des muses!

Nunca fueron más proféticas estas últimas palabras ( y hace ya cuatro años que fueron escritas).





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La Música de las Musas fue...
Georg Friedrich Händel
Música Acuática (Water Music)
Suites 1, 2, 3
The Kings Consort. Dtor: Robert King

Ilustraciones de las Musas
Claude Manet
Déjeuner sur l'herbe
Musas del sarcófago (s II d.C)
Gustave Moreau
Hesiodo y la Musa
Hans Rottenhammer
Minerva y las Musas

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