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GRADIVA
Un Romance libremente basado en la
fantasía pompeyana homónima de Wilhelm Jensen
VII
El delirio se instala
Norberto sigue empeñado
en su delirio y sospecha
que en la hora meridiana
vuelve a la vida Pompeya,
convocados los espíritus
que en otro tiempo la pueblan.
No obstante, alberga la duda
y en los albergues rastrea,
la presencia de la joven
que antes se le apareciera.
En ninguno de los dos
que conoce a nadie encuentra
que a la bella aparecida
mucho o poco se parezca.
Bebe Norberto del vino
pisado en aquella tierra,
y en sus vapores sumido
su vértigo se acrecienta;
en su mente se le instala,
tenaz, una sola idea:
acudir al día siguiente,
en aquella hora hechicera,
al lugar en que Gradiva
con él hablara en su lengua.
El nuevo día despunta
sobre las ruinas desiertas:
con perfiles irreales
dibuja Apolo siluetas
y con netos claroscuros
de su radiante paleta
en las piedras milenarias
esboza sombras chinescas.
Todo es callado silencio
todo silente reserva,
todo respira quietud
donde bramó la tragedia.
Ya va entrando la mañana
y Norberto se despierta;
ha dormido poco y mal,
con sueños que no recuerda.
Siente ansiedad en su pecho,
pesadez en su cabeza;
sólo desayuna fruta
y dos vasos de agua fresca;
mientras desayuna mira
hacia su próxima su meta:
la casa de Meleagro,
donde el destino le espera.
Hacia allí, haciendo tiempo,
camina por una senda
lindera de la muralla
que a Pompeya ciñe y cierra;
a la vera del camino,
prendidas en su cuneta,
las corolas estrelladas
de albos asfódelos medran,
él con ellos hace un ramo
que juzga apropiada ofrenda,
ya que es flor del inframundo,
del Hades floral emblema.
Mientras espera la hora
deambulando, se da cuenta,
Norberto, de que ha perdido
todo interés por su ciencia,
de que su finalidad
se le ha vuelto vana y hueca,
que lo que absorbe su vida
ahora es saber qué materia,
qué contextura corpórea,
la aparecida detenta;
siente, bendita pasión,
que sus sentidos despiertan,
que el delirio de su mente
algo en su interior renueva.
VIII
Primeras revelaciones
Cuando al fin el sol en lo alto
señala la hora hechicera
y en casa de Meleagro,
expectante, se presenta
Norberto, entre las columnas,
sentada, a Gradiva encuentra.
Al verla, exclama afligido:
"¡Ójala viva estuvieras!",
sin poderse reprimir
ni el deseo, ni la pena.
Ella al ver las flores blancas
que en sus manos él sustenta,
ponderándolas, inquiere
si son motivo de ofrenda.
Y, aprovechando, prosigue
interesada la encuesta:
la joven quiere saber
de qué cree él conocerla.
Y entonces, desconcertado,
Norberto todo le cuenta:
la obsesión por sus estudios,
su dedicación y entrega
a la ciencia del pasado,
el hallazgo de la estela,
la figura sugerente
que esculpida está en la piedra,
el nombre con que la llama,
Gradiva, y cómo la sueña,
y cómo el sueño le guía
hasta traerlo a Pompeya,
y cómo, ya entre su calles,
a Gradiva, al fin, encuentra:
a ella, que está delante
con tan real apariencia.
La joven, queda, lo escucha,
y del delirio se entera;
siente en su pecho ternura
y en su alma complacencia.
Quiere ayudarlo a salir
de su obsesión con prudencia,
trasladarlo suavemente
del delirio a la certeza
de una realidad posible,
tan largamente pospuesta.
Ha de actuar con cuidado
con precaución y cautela,
sin que a Norberto exponga
al bochorno o la vergüenza,
o algo peor todavía:
que en el delirio se pierda.
"Zoe, es mi nombre", le dice,
lo que a ironía a él le suena,
pues significa "la vida",
para nombrar a una muerta.
Tras la plática, la joven
se despide y ya se aleja
con las flores de la mano
que ha pedido y él le entrega.
"Flores del olvido son,
para una olvidada, ofrenda".
Dice de forma enigmática
Gradiva, con cierta pena.
"Flores del olvido son,
para una olvidada, ofrenda".
Dice de forma enigmática
Gradiva, con cierta pena.
Allí se queda Norberto,
contento, con la promesa
de verse al día siguiente
a la misma hora hechicera,
en el mismo lugar donde
ya es costumbre que se vean.
Antes de marchar descubre
en el suelo una libreta
que Gradiva allí ha olvidado
con dibujos de Pompeya.
"¡Es extraño...!", reflexiona,
y se guarda la extrañeza
en el bolso, como si
se tratase de una prenda
que Gradiva haya dejado
como señal de su vuelta.
IX
El anciano. El Albergo del Sole
Presa del mismo vértigo
que el día anterior sintiera,
Norberto por el recinto
de Pompeya merodea.
Recorre lugares nuevos,
sigue inéditas veredas,
que lo llevan más allá
de la urbe descubierta.
En una loma se topa
con un anciano que acecha
algo que apenas asoma
en una de sus laderas:
un entomólogo acaso,
o un buscador de quimeras,
piensa Norberto observando
al cazador que rececha.
El anciano, apercibido
de la observante presencia,
con un gesto le demanda
al observador cautela.
Éste detiene su paso,
y aún el aliento, mientras
el cazador, con su lazo
emboscado entre la hierba,
caza da a una lagartija
que en la trampa cae presa.
Se saludan e intercambian
cortesías, frases hechas,
fingiendo curiosidad
como pide la etiqueta.
El anciano trata al joven
como si le conociera,
y éste, que en ello repara,
a recordarlo no acierta;
aunque familiar su rostro
vagamente le parezca:
quizás huésped del hotel,
quizás de una conferencia,
pero no logra ubicarlo
de manera más concreta.
Se despiden, y Norberto
su deambular recupera.
Descubre, cerca, una casa
con apariencia de venta:
es el Albergo del Sole,
tercer hotel de Pompeya.
Habla con el hospedero
que, ocioso, ante él alardea,
de los tesoros hallados
en las parcelas anexas;
incluso estuvo presente
-el posadero comenta-
cuando hallaron abrazada
a la célebre pareja,
que presintiendo ya el fin
en un abrazo lo esperan;
allí mismo -él sostiene-
de metal un broche encuentra
al lado de la muchacha,
que probaría ser de ella.
y, diciéndolo, una fíbula
con pátina verdinegra
de una vitrina, ladino,
con toda intención le enseña.
Un Norberto predispuesto
adquiere la bagatela,
creyendo que aquel objeto
a Gradiva más le acerca.
Cuando abandona el albergue
cree ver en un alféizar
un ramillete de asfódelos
que como guiño interpreta,
señal de autenticidad
por la adquirida presea.
X
Los celos
Con el pasador, Norberto,
al fuego hecha más leña,
más pasión a su delirio
a su amor más vehemencia.
Sabiendo a quién pertenece
y el lugar donde lo encuentran
(cerca del templo de Apolo),
que es el lugar de la escena
donde en sueños a Gradiva
viera convertirse en piedra,
nada le impide pensar
que aquella Gradiva sea
quien, abrazada a su amante,
sepultaran las pavesas.
Sin quererlo, insidiosa,
toma cuerpo la sospecha
de que su amada Gradiva
un amado ya tuviera:
el mismo que ahora y por siempre
entre sus brazos la estrecha,
haciendo del breve gesto
imagen, de amor, eterna.
Y es así cómo a Norberto
los celos se le despiertan;
delirio sobre delirio,
suma al dislate otra pieza,
que vuelve aún más complejo
su virtual rompecabezas.
Ante tan necia locura
su cordura se revela
y desechando recelos
se impone su inteligencia.
Esa noche, en el hotel,
ve a una nueva pareja
de recién llegados, jóvenes,
que se dedican zalemas;
mas descubre con agrado
que éstas ya no le molestan,
que, al contrario, complacido,
con satisfacción, observa
cómo el amor, sin reparos,
tiernamente se demuestran.
Sin duda el amor que él siente
en los jóvenes proyecta,
y el placer que ellos se dan,
delegado, experimenta.
(Algo en su interior está
cambiando: la estratagema
de su inconsciente funciona
con la debida eficiencia).
(continuará)
-o-
GALERÍA
André Masson
1896-1987
1. PINTURA
.
Two Naked, 1924
.
Armour, 1925
.
Armour, 1925
.
The Star, 1925
.
Removal, 1932
.
Removal, 1932
.
Removal, 1933
.
The Horses of Diomedes, 1934
.
Ibdes in Aragon, 1935
.
Landscpae with miracles, 1935
.
Andalusian Reapers, 1935
.
Aube à Monserrat, 1935
.
Iconics Views of toledo, 1936
.
The Pianotaure, 1937
.
Le Viol or La Chute
.
Dark Forest, 1937
.
Bullfighting, 1937
.
Bullfighting, 1938 .
The Labyrinth, 1938
.
Pasiphae, 1938
.
Pasipahe (¿?)
.
Pasiphae
.
Minotaure
.
The Bottom of the Sea, 1938
.
Pygmalion, 1938
.
Pygmalion, 1938 (v 2)
.
In the Tower of Sleep, 1938
.
In the Tower of Sleep, 1938
.
The Metamorphosis of the Lovers, 1938
.
The Metamorphosis of the Lovers, 1938
.
The Painter and the Time, 1938
.
Le Fauteuil Louis XVI
.
The Workshop of Dedalus, 1939
.
Oedipus, 1939
.
Gradiva, 1939
.
Gradiva, 1939
.
Hotel des Automates, 1939-41
.
Portrait of the Poet Kleist, 1939
.
L'Homme Emblematique, 1939
.
The Metaphisical Wall, 1940
.
Goethe and the Metamorphosis of the Plants, 1940
.
The Street Singer, 1941
.
Yard Birds, 1941
.
Meditation on an Oak Leaf, 1942
.
Pasiphae, 1942
.
There is not World Ended, 1942
Couple in the Night, 1958
.
Games Centaurs, 1961
.
Nuit Fertile, 1962
.
The Vagabond, 1966
.