sábado, 1 de febrero de 2014

Renée: un relato (des)concertante (II) - GALERÍA: Salvador Dalí (Surrealismo 2)




Renée
Un relato (des)concertante

(II)

5. My Foolish Friend:  21:57
.....Carlos era uno de esos tipos extrovertidos, dicharachero, falsamente seguros de sí mismos, que suelen basar su seguridad en una fachada inconsistente de superficialidades dependientes de las modas y en una distorsionada perspectiva de su propia valía, una de esas personas que suelen conciliar un ego inflado y una impermeable capacidad a las críticas, gentes que te miran compasivamente cuando les llevas la contraria, pues creen, sin albergar la más mínima duda, que el equivocado eres tú (porque no puede ser de otra manera). De forma consecuente podría decirse que su fisionomía coincidía con la de un guaperas: metro ochenta de autosatisfacción metrosexual convenientemente trabajada en el gimnasio, moreno de cabello y de piel, de ojos paradójicamente azules, nariz grande, labios gruesos y sensuales y mandíbula cuadrada a lo Robert Redford. Cuando estabas ante él enseguida te dabas cuenta de estar ante alguien encantado de conocerse. Rezumaba auto complacencia y distribuía compasión, como diciendo: lo siento chicos, que no podáis ser como yo. Dicho todo lo cual, he de añadir en su descargo, que su actitud no era la típica del engreído soberbio o adusto, del perdonavidas antipático; sino que era la simpatía personificada y la amistad en carne y hueso. Hasta tal punto hacía gala de seguridad (por más que fuese falsa, para quien supiere ver), que se sentía en la obligación de cubrir con su escudo protector a cuantos pertenecieran a su entorno. Siempre sospeché que el ligón de Carlos arrastraba, en el fondo, un insuperable complejo de inferioridad (surgida de una inseguridad existencial que latía en lo más profundo de su conciencia), y que su actitud ante la vida no era mas que una pose, una armadura defensiva; lo que, si era cierto, el papel representado, el disfraz con que ocultaba sus carencias le daba un relativo buen resultado.

.....Un histrión, eso era para mí el bueno de Carlos. Más de una vez, en alguna de esas conversaciones que se realizan, ya de retirada, bajo los vapores de una noche en que se han trasegado generosas dosis de alcohol, destilado sesudas disquisiciones y bailado al son de músicas interiores, caminando solos hacia casa, me habría guiñado el ojo al tiempo que me propinaba un cariñoso codazo, y me decía: no se te ocurra descubrirme cabroncete metafísico. Y seguidamente, como arrepintiéndose, me soltaba que pudiera ser que ni yo le conociera realmente; que todos representamos un papel en nuestra vida a caballo entre el que sentimos que somos y el que queremos ser para los otros (que al fin y al cabo son quienes nos devuelven la propia imagen), y que él se remitía a ser el que la mayoría esperaba ver en él, alguien que necesitaban, que les proporcionara bienestar, y que eso era lo que hacía... Yo me quedaba con la duda de si hablaba en serio, o era parte de su armadura, una parte acondicionada al interlocutor, al que sabía que no podía engañar. También he de reconocer que no pocas veces tuve la convicción de que Carlos era más inteligente de lo que aparentaba, alguien capaz de leer e interpretar perfectamente la vida, la vida que quería y debía llevar, adecuándose a ella como un guante. Buen estudiante, sin pasarse, sacaba los cursos con solvencia pero sin brillantez; y nunca perdonaba la cita con una chica (por especulativa que fuese) por las horas de estudio --las anfetaminas acudían en su ayuda, en esas ocasiones.

.....Por eso, cuando me desperté sobresaltado esa mañana, tras haber dormido, mal, dos horas escasas y no verlo en su habitación (donde debía estar durmiendo), la cama sin deshacer, sin mensajes en el contestador... sin llegar a inquietarme, mi intuición me previno de que algo no andaba bien. Era un tío, de acuerdo; pero un tío de costumbres relativamente regulares (contra lo que pudiera parecer), sobre todo en lo tocante a tenernos informados si algún día, de forma inesperada, no vendría a casa (lo que sin ser habitual, no dejaba de suceder con periodicidad). Pensé que quizá la ocasión habría sido tan inesperada que incluso lo sorprendió a él mismo, sin posibilidad de avisar. Era un tío, y ya sabemos que eso tranquiliza. Lo dejé estar, manteniendo mi atención en standby. José Luis y Pedro se encontraban a esas horas en la facultad. Si a mediodía Carlos no aparecía y mis compañeros de piso tampoco sabían nada de él, sería el momento para empezar a preocuparse.
.....Renée y lo sucedido la noche anterior volvieron con fuerza a mi mente desplazando la incipiente extrañeza (que no llegaba a inquietud todavía) ante la inexplicada ausencia de noticias de Carlos. Sentí deseos de llamarla por teléfono (me lo había facilitado la noche anterior. Para lo que necesites, me dijo), pues ahora, ya a la luz del día, mis temores se acrecentaron. Desaparecida la magia de la noche, disipado su manto protector que posterga las consecuencias y mitiga los efectos de los actos, esa sensación de peligro que entreví en torno a Renée cobró preeminencia. Donde antes de acostarme no existía sino una vaga sospecha, ahora, a medida que avanzaba la mañana, se iba materializando en sólida convicción.
.....No necesitaría realizar esa llamada. A la hora del ángelus sonó el teléfono. Era Renée.


6. Life is What You Make It:  26:39
.....A su "Puedes venir, por favor...", enunciado con voz que inequívocamente denotaba, si no angustia, sí algo parecido a la turbación, reaccioné de inmediato. Dejé lo que estaba haciendo (poner en orden unos apuntes para preparar un examen) y salí corriendo en dirección a su domicilio. Llegué veinte minutos más tarde. La encontré aparentemente tranquila. Durante los veinte minutos del trayecto hasta su casa, mi imaginación fue maquinando de forma desordenada diversas posibilidades, escenarios probables que me encontraría al llegar, y en todos ellos Renée, la segura Renée, la confiada Renée, la dominadora Renée, aparecía como víctima de una situación perturbadora, inimaginablemente insegura, increíblemente nerviosa, inauditamente desasosegada (elucubración quizás debida a la tendencia que todo ser humano ordinario tiene a derribar ídolos intocables). Pero no me la encontré así, o, si algo de aquello sentía (inseguridad, nerviosismo, desasosiego), lo disimulaba muy bien: control incluso en medio de la tempestad --pensé (el ídolo permanecía intocable). La turbación que me pareció detectar a través del aparato telefónico había desaparecido, o estaba tan mitigada que no afloraba ni a su semblante ni a su voz ni a su actitud. Me invitó a pasar y a sentarme en uno de los extremos del sofá del cuarto de estar; ella se sentó en el otro extremo. ¿Has visto a Carlos?, me espetó. Me dejó desconcertado. No me esperaba que ella, precisamente ella, en ese preciso momento, trajera a colación al amigo que unas pocas horas antes era el centro de mi interés. No, aún no lo he visto hoy; no ha dormido en casa, ni ha aparecido en toda la mañana. ¿Por qué lo preguntas?, repuse. Antes de contestar a eso, y para que puedas entender convenientemente la respuesta, creo que debes saber otras cosas, me dijo, cruzando las piernas en plan flor de loto y colocando las manos en el regazo. Su mirada, tras demorarse unos segundos en sus manos, se elevó y se clavó en la mía...

.....Me consta que se dicen muchas cosas de mí por ahí. De mi pasado, me refiero. Sobre quien soy, el porqué de mi aparición súbita, a mitad de curso, sin facilitar ninguna información que la justificase. Se han inventado (o a mis oídos han llegado, al menos) las más peregrinas historias, algunas francamente divertidas. Mi carácter extrovertido, mi facilidad para el trato, mi naturalidad para ocupar posiciones dominantes en cualquier tipo de situación, han inducido un interés extra sobre mi persona; soy consciente de ello. Yo he dejado hacer, a sabiendas de darlo pábulo con mi silencio. Me divertía y me... convenía. Era una especie de foso que se cavaba entre los otros y yo, un foso que preservaba mi autonomía, mi privacidad y, en resumidas cuentas, que me aportaba seguridad. No, tampoco a ti, ahora, te voy a revelar toda la verdad sobre mí. Eso es algo que no puedo hacer, por más confianza que te tenga. Y no lo puedo hacer por... tu bien. Y tras decir esto, creí detectar en sus ojos (que tenía clavados en los míos) el intenso y oscilante brillo de un fuego interno, un fuego cuyo llamear se exteriorizaba a través de aquellos dos hermosos lucernarios. Me estremecí. Ella lo notó, y esbozó una sonrisa (lo que atemperó el fulgor de su mirada, un fulgor que hacía presentir algo salvaje y arcano). Sí debes de saber, no obstante, que mi vida no se remite a las apariencias, a lo que pueda sugerir mi actividad relacional. No, no es que lleve una doble vida (como en aquella Pasión de China Blue/Katheen Turner, o como un trasunto femenino del desdoblamiento de personalidad stevensoniano), no sólo es eso. Sino que mi vida tiene otras coordenadas a las convencionalmente admitidas, me muevo en otro plano, ocupo, digamos, otra dimensión. Como si la Renée que vierais los demás no fuese sino una proyección de mi ser, una especie de holograma de mi auténtica naturaleza. Ante mi gesto de incredulidad (la verdad es que no me esperaba aquello, no de ella), soltó una carcajada. Sabía que suscitaría tu perplejidad o tu incredulidad, contaba con ello, me dijo, deteniendo en seco la risa. Y prosiguió su alucinante (o alucinado) discurso. No es que pueda desaparecer o materializarme a voluntad, libre del obligado sometimiento al espacio y al tiempo. No es eso, tampoco es sólo eso. Es más bien una disposición. Pero una disposición que no sólo atañe a una determinada actitud o aptitud adoptada o aprendida, sino que es una disposición sustancial, orgánica y espiritual ante la vida. Se podría decir que en mi existencia la vida es lo que yo quiero que sea, y no me refiero sólo a que viva como me dé la gana, o a que interprete lo que existe de una manera personal, sino que la vida, en su totalidad y de modo genérico, está sujeta a mi voluntad, y mi voluntad es una facultad que nace directamente de mi ser espiritual, consciente, plenamente consciente de que su origen es el mismo núcleo de donde brota la vida.

.....A estas alturas de su fantástico monólogo me había perdido (la verdad, es que comenzaba a sentirme incómodo, por no decir contrariado) ¿Y qué tiene que ver todo eso con Carlos?, la interrumpí. Digamos, me contestó, que Carlos ha accedido a todo esto que te estoy contando de una forma súbita, y en cierto modo brusca... a su pesar. Digamos que Carlos se ha precipitado en un abismo, un abismo que él mismo ha abierto a sus pies. Ha sido víctima de su papel de donjuán, una  mascarada, por otra parte, equivocada. Me refiero a que, para ser un donjuán, un verdadero casanova, se ha de ser un hombre esencialmente práctico, materialista, sensorial, y Carlos, contrariamente a lo que hacía creer a la gente (incluido tú), era un ser frágil, inseguro, falto de confianza y profundamente atormentado por un complejo de inferioridad surgido de un nihilismo existencial que casaba mal con su cuerpo hermoso. Incapaz de sentir satisfacción o placer, lo fingía porque eso es lo que se esperaba de él, de un chico como él, de un cuerpo y un carácter como el suyo. ¿Cuándo comenzó ese tormento? ¿En qué momento descubrió esa desgarradura en su alma? Probablemente ya de niño. Es muy posible que naciera ya con ese estigma, un estigma que al crecer se iría agrandando al tiempo que lo hacía su cuerpo y su conciencia.
.....Yo, a todo esto, comencé a inquietarme por el hecho de que Renée hablara de Carlos en pasado, y se lo hice saber. Ah, sí ¿me he referido a él en pretérito? Bueno, es una forma de hablar, contestó. Pero no era una forma de hablar, aunque de ello me enteraría poco después. Acabó su perorata revelándome que Carlos quiso seducirla la noche en que me encontró en el garito de Charly. Habían estado por la tarde de fiesta, bailando y bebiendo con otros amigos. Después se quedaron solos y fueron a casa de Renée. Allí mi amigo quiso asaltar la fortaleza, y se dio de bruces con su realidad, consigo mismo, con el ser frágil que en realidad era (volvió a emplear el pasado), cuando ella, Renée, dejando traslucir todo su femenino esplendor, le reflejó su verdadera imagen. Carlos huyó de la casa espantado, como alma que lleva el diablo... quizás porque, en ese momento, era un alma que llevaba el diablo.


7. Mirror Man/Does Carolina Know.  31:03
.....Tras decirme que estaba preocupada por mi amigo, que lo estaba cuando apareció la otra noche por el garito donde me encontró, pero que no se atrevió en ese momento a concretarme nada, hasta no ver si podía confiar en mí (se lo agradecí con un tímido "gracias" hilvanado a su relato), me emplazó para esa misma noche, después de cenar, en El Sotabanco. Esperaba para entonces que Carlos hubiera dado señales de vida, y se encontrara bien. Nos despedimos. Salí de su casa con una sensación de irrealidad aún mayor de la que tenía cuando me acosté unas horas antes. Parecíame haber estado en un lugar fantástico, abducido en pleno día por el plano onírico de una realidad transformada. Era una sensación casi física. Inconscientemente me pellizqué los brazos. Mi sistema perceptivo funcionaba perfectamente, pero las sensaciones eran procesadas por la mente con un cierto retraso, como si los nervios encargados de transmitir las percepciones tuvieran que recorrer una distancia transoceánica hasta el cerebro. Me sentía como si me hubiese asomado a uno de esos abismos surrealistas donde el fondo consiste en una espiral dinámica que absorbe nuestra atención provocándonos una especie de mareo. ¿Qué tenía aquella mujer? ¿Qué era, realmente? ¿Se trataba de una facultad psíquica, una especie de mesmerismo inducido? La asocié, sin pretenderlo, aunque de forma consecuente con mis reflexiones, a una Lamia, a una Circe, a un hermoso súcubo, en fin, una de esas mujeres fatales capaz de trastornar los sentidos y la mente de los hombres, y para las que la belleza, la sensualidad y el inteligente encanto no son más que cebos, anzuelos para prender a sus presas.

.....Lo cierto que es que estar en presencia de Renée, cuando Renée estaba en ese estado, era como mirarse en un espejo, un espejo que reflejaba no la apariencia física sino el alma. ¿Se referiría a eso cuando habló de dejar traslucir todo su femenino esplendor? ¿Ese femenino esplendor poseía la facultad especular de mostrar la pura esencia de quien en él (en ella) se mirara? También se me vino a la mente ese aforismo popular que dice que la mujer que a uno le conviene  (se puede aplicar de forma recíproca al hombre, o a la pareja en general) es aquella que es capaz de sacar lo mejor de ti mismo, la que te hace sentirte bien. ¿No querrá decir esta sentencia, con toda esa carga de sabiduría pragmática que tiene lo popular, que la mujer conveniente es aquella capaz de revelarle a uno su mejor faceta?  La mujer (o el hombre) como espejo para los demás, como espejo de la vida, cuyo azogue estaría constituido por la misma sustancia con que está hecha la propia vida. Bonita imagen... como ejercicio analógico. Pero la realidad, la gris y terca realidad, no es tan poética. Por más que mis sensaciones no dejaban de ser las que eran. ¿De qué otro modo podría explicarlas si no era aludiendo a la poesía, a lo mágico, a lo fantástico?

.....Lo mejor en estos casos, en que uno no sabe a qué atenerse respecto a las propias sensaciones e impresiones con respecto a alguien, es pulsar la opinión de un tercero. ¿Y quien podría ilustrarme acerca de Renée, con la suficiente solvencia y franqueza, mejor que su más íntima amiga? Llamé y quedé con Carolina para esa misma tarde, a tomar café en El Conti (El Continental era un café de moda, siempre con buena música de jazz, soul, funk o ambient, que permitía la conversación sin interferir en ella. A primera hora de la tarde no acusaba la popularidad que lo volvía agobiante por las noches, por lo que era un lugar ideal para conversar, leer o simplemente mirar dejándose estimular sensiblemente por la música).
.....Mientras tanto, Carlos no apareció a mediodía tampoco. Ni José Luis ni Pedro sabían más que yo (de hecho sabían menos, pues no tenían conocimiento de mi conversación con Renée, ni de lo que en ella se dijo). Nos dimos el resto del día de plazo, pero ya con un incipiente grado de preocupación.
.....Carolina llegó, como siempre, esplendorosa, arremolinando a su paso miradas y llamando la atención; la verdad es que no podría pasar desapercibida ni disfrazada de hombre invisible en carnaval. Estaba en su ser el ser coqueta, pero ya he precisado anteriormente que lo era de una forma tan natural que resultaba un atractivo añadido, en vez de un defecto. Tras pedir ella un capuchino (ya sabes, le apuntó a Belinda --una eficiente camarera ecuatoriana de caderas ausentes--, con un toque de cacao sobre la espuma). Yo me pedí uno de sus espléndidos Illy, perfecto de temperatura y carga. La entré a trapo, directamente. Es la mejor forma de conocer la primera impresión que se tiene sobre cualquier tema en cuestión. Y la primera impresión dice muchas cosas que los matices y la reflexión posteriores pueden enmascarar...

.....¿Qué me puedes decir acerca de Renée? ¿Cómo es? Me refiero a cómo es en la intimidad, cuando no tiene los focos sobre ella. No veas en mi pregunta un afán chismoso o producto de una morbosa curiosidad. Nada hay de eso. He estado hablando con ella últimamente y estoy algo desconcertado. Necesito la opinión de una tercera persona para contrastar mis impresiones y, a ser posible, determinar ciertas sensaciones que no logro explicarme, que no acierto a ubicar. Ella, al escuchar mi pregunta y justificación, mudó la sonrisa por un gesto grave, frunció el ceño, y me dijo, con un mohín, que vaya decepción, que creía que la cita era por ella, que esperaba una especie de declaración o algo así, después rió abierta y francamente, como siempre lo hacía (mi sexto sentido me dijo que  estaba dándose tiempo para hacerse a la situación, para calibrar qué respuesta merecía yo; lo que significaba que el factor sorpresa me habría fallado). Pues qué quieres que te diga, lo que yo sé no es más de lo que tú mismo habrás comprobado ya. Ya sabes que Renée es una mujer franca, la personificación de la sinceridad. Tiene sus cosas, como todo el mundo, pero, en general, es una persona admirable. ¿Sabes? Nunca he conocido a nadie como ella. Tan... tan... segura de sí misma, con tanta confianza en todo lo que lleva a cabo, su manera de moverse en la vida... parece como si ella la hubiera inventado, como si la conociera hasta sus más oscuros secretos. ¿Querrás creer que jamás la he visto desconcertada o preocupada? Sí ensimismada, incluso, a veces, muy sensible, tanto como para llegar a las lágrimas, unas lágrimas provocadas por sensaciones íntimas, suyas, propias. En esos momentos una siente que está a trillones de kilómetros de distancia de ella. Pero eso es todo lo más raro que de Renée puedo decir. Es una amiga fenomenal que ha hecho de mí otra persona, contagiándome parte de su seguridad y confianza, dándome valor. No puedo decir de ella sino cosas buenas. Creo que voy a serte de poca ayuda si esperar una perspectiva crítica a cerca de alguien que es mucho más que mi mejor amiga.

.....Ya veo ya, contesté. En realidad me esperaba una respuesta de este estilo. Intenté afrontarlo desde otra dirección, atacar desde otro flanco. ¿Sabes algo acerca de su relación con Carlos? le pregunté, a fuer de parecer indiscreto. ¿Su relación con Carlos? Que yo sepa no tiene más relación con él que la que puede tener contigo o cualquiera del grupo. Oh, sí, desde luego, Carlos intenta que haya algo más; si por él fuera... no será por ganas de acceder a ella de una manera más... íntima. Pero eso ya lo sabemos ambos ¿no?, y esbozó una irónica sonrisa que era más un desangelado gesto de triste constatación. ¿La has visto o habéis hablado hoy?, inquirí. No, no la veo desde ayer por la tarde. Estuvimos en grupo, de juerga, bebimos, bailamos, hablamos, reímos, ya sabes, lo de siempre. Yo les dejé pronto (tenía que levantarme temprano para preparar un examen), y allí se quedaron ellos. Sí puedo decirte que Carlos estuvo detrás de ella todo el tiempo. Ya sabes lo pesado que se pone cuando se le mete una chica entre ceja y ceja. A todo esto ¿Por qué me lo preguntas? ¿Qué pasa con Carlos? ¿Ha pasado algo entre ellos que yo no sepa?, y en su rostro se dibujó una mueca, algo forzada, de interrogación (nunca se le dio bien a Carolina mentir, y aquel forzado gesto bien podía indicar que no me estaba diciendo toda la verdad, que no me había contando todo lo que sabía. Me puse en guardia). Ese es el motivo por el cual ahora estoy contigo aquí, le contesté, cauto. Carlos no ha aparecido desde anoche. No sabemos nada de él. Parece ser que la última persona con la que estuvo fue Renée. Tras eso, nada. Se ha evaporado. Me cuidé de contarle nada más; ni mi encuentro con Renée en el garito de Charly, ni mi conversación de esa misma mañana. Hasta es posible que mi interlocutora tuviera conocimiento de ambos hechos. Estaba claro que tenía preparado su discurso. Consciente de que era inútil intentar sonsacarle nada más (nada totalmente verídico, no condicionado por su amistad con Renée, quiero decir), me despedí de ella y regresé a casa. Aquella visita no me había aportado nada nuevo sobre Renée y sí, en cambio, había servido para que mi inquietud por Carlos fuera en aumento.

(continuará)



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TALK TALK

Concierto de Salamanca


Traklisting:
1. Talk Talk:  00:27
2. Dum Dum Girl:  03:45
3. Call It the Nightboy:  07:29
4. Tomorrow Started:  14:08
5. My Foolish Friend:  21:57
6. Life is What You Make It:  26:39
7. Mirror Man/Does Carolina Know.  31:03
8. It's You:  39:16
9. Living In Another World:  43:10
10. Give It Up:  51:12
11. It's My Life:  56:45
12. (bis) Such a Shame:  01:05:40
13. (bis) Renée:  01:16:57

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Comparativa Concierto de Salamanca
Versión Temas Grabados en Estudio (Discos Oficiales)


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GALERÍA


Salvador Dalí
1904-1989

Surrealismo 2
1935-1940

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Face of Mae West Which May Be Used as an Apatment, 1935
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Woman with a Head of Roses, 1935
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The Horseman of Death, 1935
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Paranoiac Visage - The Postcard Transformed. 1935
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Paranoiac Critical Solitude, 1935
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The Dream places a Hand on a Man's Shoulder, 1936
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Singularities, 1936
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Three Young Surrealistic Women Holding in Their Arms the Skins of an Orchestra, 1936
.
Apparition of the Town of Delft, 1936
.
Surrealist Composition with Invisible Figures (second version of "Rocks of Llane"), 1936
.
The Pharmacist of Ampurdan in Search of Absolutely Nothing, 1936
.
The Anthropomorphic cabinet, 1936
.
Cover of "Minotaure" Magazine, 1936
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Night and Day Clothes, 1936
.
Spain, 1936
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The Burning Giraffe, 1936
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Soft Construction with Boiled Beans - Premonition of Civil War, 1936
.
Autumn Canibalism, 1936
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Le Chevalier de la Mort, 1937
.
Metamorphosis of Narcissus, 1937
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Swans Reflecting Elephants, 1937
.
Lectura de flores, 1937
.
Palladio's Corridor of Dramatic Surprise, 1938
,
Sleep, 1937
.
Impressions of Africa, 1938
.
Apparition of Face and Fruit Dish on a Beach, 1938
.
The Endless Enigma, 1938
.
Invisible Afgan with the Apparition on the Beach of the Face 
of Garcia Lorca in the Form of a Fruit Dish with Three Figs, 1938
.
The Sublime Moment, 1938
.
The Enigma of Hitler, 1938
.
Debris of an Automobile Giving Birth to a Blind Horse Biting a Telephone, 1938
.
Philosopher Illuminated by the Light of the Moon and the Setting Sun, 1938
.
Enchanted Beach with Three Fluid Graces, 1938
.
Gradiva, She Who Advances, 1939
.
Masked Meramid in Black, 1939
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Bacchanale, 1939
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Sirens and Graces - Set Design for Dali's "Bacchanale", 1939
.
Drawing for Bacchanale, 1939
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Shirley Temple, 1939
.
Baby Map of the World, 1939
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Freud's Perverse Polymorph (Bulgarian Child Eating a Rat), 1939
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Ballerina in a Death's Head, 1939
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The Face of War, 1940
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Self-portrait with Grilled Bacon, 1940
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Daddy Longlegs of the Evening... Hope!, 1940
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Family of Marsupial Centaurs, 1940
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Family of Marsupial Centaurs, 1940
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Group of Women Imitating the Gestures of a Schooner, 1940
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Old Age, Adolescence, Infancy (The Three Ages), 1940
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Slave Market with the Disappearing Bust of Voltaire, 1940
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Invisible Bust of Voltaire, 1940
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Traje de desnudo con cola de bacalao, 1941
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Honey is Sweeter than Blood, 1941
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