martes, 4 de febrero de 2014

Renée: un relato (des)concertante (III) - GALERÍA: Salvador Dalí (Surrealismo 3)






Renée
Un relato (des)concertante

(III)

8. It's You:  39:16
.....En casa me esperaba una sorpresa. En el salón estaban José luis y Pedro con otras tres personas, dos hombres y una mujer, jóvenes, hablando. Se volvieron para mirarme, ¿Qué pasa? Inquirí. ¿Es Carlos? Lo acaban de traer, contestó José Luis. Está en su habitación, en la cama. Estos son Miguel y Engracia, asistentes sociales, y Felipe, policía. Precisamente nos estaban contando lo sucedido. Parece ser que lo han rescatado esta madrugada; había caído al río desde el puente de piedra. Menos mal que en ocasiones hay un ángel de la guarda a pesar nuestro, por ahí vigilando. En este caso el ángel de la guarda era un indigente, un homeless que tiene por allí su guarida. Tras sacarlo del agua avisó a la Cruz Roja. Lo llevaron al hospital, donde ingresó inconsciente. Ha estado allí toda la mañana, hasta que ha despertado, y ha preguntado, desconcertado, que dónde estaba y qué había ocurrido. Parece que no recuerda nada de lo que pasó. Quiso levantarse de inmediato para volver a casa, pero lo han tenido en observación hasta después de comer. Dado que el homeless asegura que se tiró, que no se cayó accidentalmente; que precisamente estuvo observándolo porque parecía ir hablando solo, y pensó: este chico está peor que yo; que después, continúa, aquel joven se paró en medio del puente, miró hacia la corriente, se subió al pretil y dio un paso hacia adelante mientras decía en voz alta algo que él no llegó a entender; y que al verlo arrojarse al río no lo dudó un instante; que dejó su cubil construido con cartones y salió disparado en pos del desdichado (¡al fin podía hacer algo de provecho!, dice que pensó mientras corría, despojándose del chambergo).
.....Como sus constantes estaban bien no había razón para tenerlo allí ingresado. El Psicólogo no vio en él ningún riesgo, así es que no tuvo inconveniente en que se le diera el alta. No obstante, nos comentaban, tanto los asistentes como el policía, que estemos vigilantes. No es normal esa amnesia temporal que ha borrado de su mente lo ocurrido durante las horas previas a su... caída, por lo que no estaría de más mantenerlo en observación.
.....También han querido saber si habíamos observado en su comportamiento algo anormal estos últimos días, algo que hiciera sospechar... lo que ha pasado. Y ya les hemos dicho que no, que nada anormal, que sepamos. ¿Sabes tú algo más? Quizás vuestra mayor intimidad... Poco más puedo añadir a lo que hayáis podido contar vosotros, repuse yo. Carlos durante estos últimos días, y hasta el domingo por la tarde, estaba normal, como es él. No me consta que incubara ningún conflicto, ni que tuviese ningún problema que pudiera inducirlo a darse un tal baño. Los asistentes asintieron. Nos recomendaron que lo observáramos durante los próximos días, y, a ser posible, que no lo dejáramos durante mucho tiempo solo. Que le dedicáramos una discreta vigilancia, vamos. Les dimos las gracias y se marcharon. Nos quedamos los tres en silencio. Mirándonos, preguntándonos qué coño había pasado con Carlos.

.....Esperaba poder hablar con él antes de irme a la cita con Renée. ¿Le han dado algo para dormir? Les pregunté a mis compañeros, viendo que ya eran las siete y aún no despertaba. Parece que un ligero sedante. Se lo dieron de forma encubierta. No quería tomar nada, sosteniendo que a él no le pasaba nada, y que no se explicaba qué narices hacía en un hospital si él se encontraba perfectamente. Eso sí no pudo o no supo explicar cómo cayó al río, ni por qué. Incluso le parecía increíble que tal cosa hubiese sucedido. Lo achacó a que quizás se había pasado con la bebida.
.....Eran las ocho cuando se abrió la puerta de su habitación. Un Carlos desnudo y completamente amodorrado emergió de ella, como si lo hiciera de otro mundo, un mundo en dónde nosotros, a base de fantásticas elucubraciones, intentábamos ubicarlo. Tras saludarnos con la mano y pasar por el baño, preguntó por la hora. Joder, qué tarde es, dijo. ¿Tarde para qué? le pregunté yo. No sé, contestó, tarde, son las ocho y yo durmiendo. Nunca he estado en la cama a estas horas... no para dormir, quiero decir. Y aquí hizo una pícara mueca y guiñó un ojo. ¡Qué! Qué miráis, tan fijamente, soltó cuando observó seis escrutadores ojos clavados en él ¿tengo monos en la cara?. Cualquiera diría que soy Marilyn Monroe vestida de Chanel nº 5. Hombre sé que mi palmito también quita el hipo, pero no a los gañanes de mis compañeros de piso... Los tres reímos, más por soltar el nerviosismo y el envaramiento por sentirnos centinelas, que porque tuviéramos muchas ganas de reírle la gracieta. Aproveché para meterme con él en la habitación mientras se vestía. Quería comprobar por mí mismo qué grado de verdad había en esa supuesta amnesia. Mi conocimiento de lo que pasó antes de que cayera al río podría, tal vez, hallar por su parte otra respuesta que aportara nueva información que ayudase a explicarlo todo: qué fue lo que sucedió en casa de Renée que le obligó a irse precipitadamente y por qué reaccionó de aquella extraña manera, chapuzón incluido, él un tipo tan vitalista.

.....Noté que se ponía en guardia cuando vio que lo seguía al interior de la habitación. ¿Te han ordenado que me vigiles? Me dijo de forma seca. Me quedé cortado. Eso demostraba que lo de la amnesia era una farsa. Me alegré porque no quisiera mentirme, pero al mismo tiempo me entristecí al averiguar que había sido verdad, que había saltado. ¿Qué quieres?, le dije, soy tu amigo, estoy preocupado por ti. Quiero saber... ¡Saber, saber!, me interrumpió de forma enérgica. Quieres saber, el chico listo quiere saber, mi gran amigo quiere saber. ¿Qué quieres saber? ¿Quien soy yo en realidad? ¿Quieres que te diga que te he mentido, que os he mentido a todos, que soy un farsante, un impostor? ¿Quieres oír eso? Pues muy bien, ya lo has oído. Dijo todo esto atropelladamente, pero de seguido, seguro de lo que decía, como si le quemara en el interior y deseara aliviarse echándolo fuera. Se dejó caer, sentado, en la cama, con la camisa de la mano, mientras parecía buscar el modo de ponérsela. Era la confusión personificada, un pobre guiñapo de quien fuera. Parecía desinflado, arrugado, empequeñecido. Toda esa su fingida fachada de divertida prepotencia había desaparecido. Estoy hundido, me dijo después. No puedo fingir más, ya no. Después de lo que vi ayer, después de lo que contemplé ayer, me sería imposible. ¿Qué viste? le pregunté. Lo que soy, amigo mío, el que realmente soy. Recuerdas El Retrato de Dorian Grey, ¿verdad?, pues Oscar Wilde, estoy seguro, debió tener una visión de ello, debió pasar por una experiencia así. Porque lo que yo vi, como si me estuviese mirando a un espejo, era algo grotesco y horroroso, inefable, que me sumió en la desesperación, una desesperación inaguantable, insufrible, de la que quise escapar como el diablo me dio a entender. Tras decir esto, se quedó con la mirada perdida en algún punto entre su presente y un pasado indefinido. Me quedé estupefacto. Creí empezar a comprender, por más que mi mente cartesiana se negara a admitirlo.


9. Living In Another World:  43:10
.....Lo animé como pude. Le dije que quizá fuese mejor así. Que tendría otra oportunidad para vivir de nuevo, ahora ya una vida más auténtica, más ceñida a su íntimo sentir, a su naturaleza; que la primera medida que uno ha de tomar para reencontrarse a sí mismo es reconocer lo que uno ha hecho mal, el camino equivocado que uno a tomado, que sólo así es posible dar un golpe de timón para orientar la proa hacia el que verdaderamente somos... no sé, todo ese argumentario psicológico que tan poco útil le es a quien sufre, pero que, aunque sólo sea por la molestia que nos tomamos para intentar ayudar, surte efecto, pues lo que pide a voz en grito quien padece una crisis de personalidad es afecto, comprensión, recobrar la auto estima que parece haberse evaporado de la conciencia. Y eso hice. Cenamos y lo dejé a buen recaudo con José Luis y Pedro. No les dije dónde iba. Preferí, por Carlos, contarles una mentira piadosa. Partí hacia mi cita con Renée sin saber muy bien lo que me esperaría, pero, fuese lo que fuese, dispuesto a encontrar una explicación a todo lo acontecido.

.....A esa hora, en El Sotabanco, comenzaba a dejarse caer una variopinta fauna compuesta por estudiantes, profesionales liberales, artistas locales y gente curiosa. Muchas veces, como en nuestro caso, era un punto de encuentro; su ubicación relativamente céntrica contribuía a ello, su buen ambiente para esperar o ser esperado, también. Cuando llegué, ella aún no había aparecido. No tardó en llegar. En su gesto (que escruté con atención) no descubrí ninguna señal especial, que revelara un estado anímico determinado, aunque es verdad que no exhibía su habitual sonrisa. Y era, precisamente, ese su gesto impasible, lo extraño. Parecía venir ensimismada, pensativa, aislada del mundo alrededor.
.....Cuando estuvo ante mí, lo primero que hizo fue hacerme lo que tenía toda la apariencia de un reproche. ¿Así es que has estado hablando con Carolina?, me dijo. Quiero decir, que has estado hablando con ella de mí. Vaya, pensé, empezamos bien. En vez de defenderme decidí pasar al ataque. Sí, así es, repliqué. Quería saber de ti desde otra perspectiva que no fuese la subjetiva. Debía saber de ti. ¿Debías? ¡Vaya! Exclamó con  ironía, ¿de repente me he vuelto fundamental para tu vida? ¿Tan necesario te es saber de mí, como para intentar sonsacar a mi amiga? ¿No te basta con lo que yo pueda decirte o mostrarte? ¿No te fías de mí? No es cuestión de desconfianza hacia ti, Renée (evité el duelo directo), sino hacia mí. Sabes que en lo concerniente a los demás suelo ser muy ingenuo y confiado. Simplemente, tomo mis precauciones para conmigo mismo. Digamos que yo siempre necesito hacer la prueba del nueve para confirmar mis intuiciones acerca de los otros. Y sí, contestando a tu ironía, en este momento, has entrado en mi vida, si no como un elefante en una cacharrería, sí como una ninfa en un estanque de aguas tranquilas. Ahora sí esbozó aquella bella sonrisa, tan seductora y tan suya. Proseguí. Además, está lo de Carlos. Ya ha vuelto a casa... Como no me parecía el lugar más adecuado para revelaciones íntimas, le dije, mirándola con gravedad a los ojos, que si podíamos ir a su casa. Me sostuvo con fijeza la mirada. Creí volver a ver aquel fulgor, allí, en lo profundo de sus pupilas; aunque es posible que sólo fuesen imaginaciones mías, no lo sé. Tras calibrar en silencio durante unos pocos, pero largos, segundos qué respuesta darme, dijo que mejor paseáramos un rato, que le apetecía pasear, pero no por el centro; que preferiría hacerlo por lugares más tranquilos. Me sugirió la senda que bordea la ribera derecha del río. Un sendero de tierra compactada utilizado habitualmente para realizar footing o pasear, que transcurre ceñido al trazado fluvial a lo largo de casi dos kilómetros, entre la zona urbanizada y la vegetación de ribera, donde predominan chopos y sauces sobre otros muchos arbustos. Más allá, buscando el cauce, el declive del terreno se hunde de forma abrupta en la silenciosa corriente. Acepté. Salimos del Sotabanco y fuimos en busca del Pisuerga.

.....Ya era medianoche y el sendero, a esas horas, suele estar desierto. En el camino, Renée se interesó por Carlos. Le conté lo que sabía, lo ocurrido según la versión de los asistentes sociales y la policía: su caída en el río, su rescate, su ingreso en el Hospital, su amnesia, su vuelta a casa a primera hora de la tarde... De momento decidí no decirle nada acerca de la confesión de mi amigo, de su farsa, de su desesperación. No pareció mostrarse sorprendida. Me escuchó en silencio, mirando hacia adelante. No me estás contando toda la verdad, me dijo cuando acabé de hablar. Me paré en seco. La miré, ¿Cómo?. Que no me estás contando toda la verdad; me repitió, parándose y mirándome a su vez. Allí estaba, no eran imaginaciones mías: un llamear vivo, fulgurante, dinámico, como el de una estrella lejana de gran intensidad, habitando en sus ojos. Desvié la mirada y eché a andar de nuevo. No quise dejarme abducir por aquellos ojos con vida propia. No sé a qué te refieres, claro que te he contado la verdad, me defendí torpemente. Sí, repuso, pero no toda. Silencio durante varios pasos... hasta que lo rompí. ¿Qué sucedió, Renée? ¿Qué sucedió la noche del domingo al lunes en tu casa? Cuando apareciste por el garito de Charly estabas alterada, tú que no te alteras por nada. Y Carlos, en ese momento, andaba por ahí medio loco, quizá buscando su fin. Comprenderás que esto merece una explicación. Que debe haber una o varias razones que justifiquen los hechos. Y esa razón o razones deben tener su coartada en el lapso de tiempo transcurrido en tu casa. ¿Qué sucedió allí, Renée?

.....Ven, me dijo. Salimos de la senda principal para tomar otra accesoria que llevaba, descendiendo, directamente al río. Me quedé quieto, sin obedecerla. Vamos, me animó, ¿no me digas que tienes miedo?. ¿A dónde?, repuse sorprendido. A mi mundo, me respondió. ¿Como? ¿A qué mundo te refieres?, mi sorpresa se había tornado estrañeza. A mi mundo, repitió. Allí encontrarás las razones que buscas. ¿Se trata del mismo mundo que ha provocado a  mi amigo su actual estado, por casualidad?. Muy sagaz, e intuitivo. Ya sabía yo que podía confiar en ti. Efectivamente, me dijo, el mismo mundo. Solo que no tiene por qué causarte a ti el mismo efecto que a Carlos. Debes de temer únicamente si crees que guardas en ti algo temible, si no confías en ti, si no eres honesto contigo mismo. Se me hacía difícil creer lo que estaba sucediendo. No recordaba haber tomado nada que hubiera producido en mí un efecto alucinatorio. La curiosidad podía más que el temor. Le dije que adelante, que me llevara a ese mundo; que si por la dirección que tomábamos debía ir pensando en una zambullida, y, en ese caso, si era ella una náyade (esto lo dije, tanto por hacerme el gracioso, como por conjurar mi inquietud). Me tomó de la mano y comenzamos a descender. Alrededor todo eran sombras. Su mano era tibia, suave, firme. Comencé a sentir un calor que desde la mano que enlazaba a la suya me subía por el brazo hasta el hombro, para desde ahí expandirse por el pecho, y descender hacia el vientre y las piernas y elevarse hacia la cabeza. En cuatro pasos, ese calor interior se transformó en luz, una luz cada vez más intensa. El sendero, las sombras, Renée, todo desaparecía alrededor tragado por la luz. Dejé de sentir las piernas, no sabía si seguía caminando o simplemente flotaba. No experimentaba ninguna otra sensación que no fuera calor y luz...


10. Give It Up:  51:12
.....Sentía a mi lado la presencia de Renée, pero no la veía. La sensación era semejante a la producida por la brisa: uno siente su acción, sabe de su presencia, experimenta su caricia, sin verla. Poco a poco, la luz que mi ser desprendía comenzó a mitigarse. Ya no bajábamos por ninguna oscura senda, sino que nos deslizábamos, a cámara lenta, por una especie de tobogán. Alrededor, lo que antes era vegetación y noche, ahora era penumbra dorada y formas luminiscentes, como si de lo orgánico quedara sólo su energía, desaparecida o transformada la materia, y de lo inorgánico sólo espacio inconsistente, levemente iluminado por una luz mate. Accedimos a una corriente iridiscente de energía en movimiento, una corriente donde debiera haber habido un río. Renée, la invisible presencia de Renée, me invitó a penetrar en aquella corriente. Así lo hice. Así lo hicimos. Tan pronto me sentía flotar como me sumergía en aquel fluido que no era ni viscoso ni húmedo. Desaparecida la necesidad de respirar, superfluo el inexistente cuerpo, no éramos sino conciencias dejándose llevar por una corriente de energía.

.....Tras un espacio y durante un tiempo indefinidos llegamos a un ensanchamiento del cauce que nos trasportaba, como si éste desembocara en una especie de mar alargado, a un lado y a otro. Costeando el mar brillaban las luces de lo que parecían numerosos puertos. Eran unas luces rojizas que se reflejaban en el rosáceo mar en el que flotábamos. Nos acercamos a uno de estos puertos. Un caudal de energía luminosa, en tonos rojizos, se vertía continuamente desde el puerto al mar, parecía alimentar de cromatismo al mar. El mar, por su parte, absorbía la radiación cárdena y, digiriéndola, la diluía en su inconsistente sustancia. Donde debiera haber diques y muros, línea costera portuaria en suma, había congregación de energía, volúmenes abstractos multidimensionales que compartían, trasfundiendo, su esencia con el mar y un cielo que era más cúpula que firmamento.

.....Renée me condujo hacia el interior; abandonamos, pues, aquel mar energético para adentrarnos en una región aún más alucinante. A nuestro alrededor se sucedían altas edificaciones etéreas sustentadas por esbeltas columnas de luz difusa y multicolor. Allí la materia era inmaterial, los suelos, muros y techos estaban formados por impresiones, por ideas correspondientes a las materias presentes en el mundo que habíamos abandonado. Uno podía desplazarse sin cuidado, ya que era imposible chocar con nada. Se podía pasar a través de las cosas o circundarlas: si lo primero, algo de la idea que constituía la cosa a través de la cual transitábamos se fundía con nosotros (o nosotros nos fundíamos con ella); si lo segundo, nuestra entidad y la suya permanecían íntegras, pero no incomunicadas o cerradas, pues bastaba tocarlas para formarse una entidad nueva constituida por la fusión de ambas. Todo parecía desierto. No había gente. Sólo ideas deambulando de un lado a otro. Y las había de todas las naturalezas imaginables. Al rato me di cuenta que quizá las ideas que sentía eran mis propias ideas manifiestas, inmaterializadas.

.....Llegamos a un espacio amplio, como un ágora, en cuyo centro se erigía una construcción plateada semejante a un obelisco, tenía los lados de su base tan pulidos como espejos. Acércate y mírate en cada una de sus cuatro caras especulares, me dijo, sin palabras, Renée. La obedecí. Me acerqué a uno de los lados. Ante mí apareció la imagen de un niño pequeño, poco más que un bebé. Estaba desnudito y tendido sobre un jergón de lana que parecía una nube de tormenta. El niño me miraba con el mismo interés con que yo lo miraba a él. Seguidamente abrió mucho sus dos enormes ojos verdes y se puso a reír, chocando sus manitas y agitando sus piececitos en el aire. Reía y reía sin poder parar. Yo, al mismo tiempo, me descubrí riendo a carcajadas, sin batir las mandíbulas, si no riendo con la conciencia, o la idea de ella...
.....Al rato cambié de lado, de espejo. En este otro lo que se asomó fue un chiquillo de unos seis años. Estaba desnudo y acurrucado en un rincón. Cuando se dio cuenta de que yo lo observaba, se levantó y se quedó mirándome. Era moreno y su flequillo le caía en cascada sobre la frente. Tenía, como el roro anterior, dos enormes ojos verdes; en su cuerpecito, extremadamente delgado, contrastaban unos genitales demasiado desarrollados para su edad. Al poco, se ruborizó, su ceño se frunció, su boca se combó hacia abajo y comenzó a llorar, al tiempo que con las manos intentaba cubrir una súbita e inaudita, por poderosa, erección. Parecía una especie de infantil caricatura fálica, un lloroso niño servidor de Pan a su pesar. Algo dentro de mí sollozaba; en realidad no sabría decir si la imagen que contemplaba no era quien imitaba mi llanto interior. Se trataba de un llanto silencioso pero desconsolado, incontenible, cuyas lágrimas yo sentía fundirse, en algún lugar de mi conciencia, con el lúbrico licor destilado por mi sexo excitado.
.....Opté por cambiar de lado. En esta tercera superficie de argentina evanescencia especular, había un incipiente adolescente de unos doce o trece años. Estaba sentado y ensimismado en sus pensamientos, la mirada perdida en un horizonte impreciso. De repente se inclinaba sobre lo que parecía una mesa y se ponía a escribir durante unos instantes, después detenía su mano y volvía a levantar el rostro y a perder la mirada en la lejanía. Este proceder se repitió varias veces. En una de las ocasiones, mientras escribía, dos lágrimas descendieron por sus mejillas hasta caer sobre aquello que escribía. En ese momento giró la cabeza y me vio. Estuvo largo rato con sus ojos fijos en los míos, sin moverse. Las lágrimas se le secaron. Después, retornó a leer lo escrito. Era un poema. Estaba emborronando uno de esos cuadernillos de media cuartilla con sentidos versos dedicados al amor. A un amor rubio, a un amor castaño, a un amor de ojos almendrados, a uno de ojos glaucos, a uno de cuerpo voluptuoso, a otro de cuerpo sutil y estilizado... Escribía, en fin, al amor. Y mi corazón sabía lo que había escrito, conocía lo que estaba escribiendo...
.....Miré, por último, en el cuarto espejo de bruñido acaso. En este no había nadie ni nada. Yo al menos no veía nada. Me quedé mirando un rato, pero nada apareció y nada logré ver. En mi pecho comencé a sentir un vacío tan grande como la nada agobiante que el espejo me reflejaba. Un vacío que crecía y crecía, y me ahogaba, cortándome una respiración que no sentía. Pero el ahogo sí, el ahogo era atroz, una tortura. Quise escapar, apartarme del espejo, pero no podía, algo me retenía allí, delante de él, algo tan enraizado como lo pueda ser una última esperanza. Pedí ayuda a Renée, dando un grito inaudible y desgarrador...
.....Sentí su abrazo, un cálido y maternal abrazo; y también su suave y tibia mano acariciar mi frente y mis mejillas. Abrí los ojos al fin. Se toparon con los de Renée. Ya está, ya está... me susurraba, mientras me acunaba como a un niño.

(continuará)



-o-


TALK TALK

Concierto de Salamanca


Traklisting:
1. Talk Talk:  00:27
2. Dum Dum Girl:  03:45
3. Call It the Nightboy:  07:29
4. Tomorrow Started:  14:08
5. My Foolish Friend:  21:57
6. Life is What You Make It:  26:39
7. Mirror Man/Does Carolina Know.  31:03
8. It's You:  39:16
9. Living In Another World:  43:10
10. Give It Up:  51:12
11. It's My Life:  56:45
12. (bis) Such a Shame:  01:05:40
13. (bis) Renée:  01:16:57

-o-

Comparativa Concierto de Salamanca
Versión Temas Grabados en Estudio (Discos Oficiales)


-o-o-

GALERÍA


Salvador Dalí
1904-1989

Surrealismo 3
1942-1950

.
Birth of a New World, 1942
.
Design for the Interior Decoration of a Stable-Library, 1942
.
The Sheep, 1942
.
Untitled - for the campaign against venereal disease, 1942
.
Study for the campaign against venereal disease: "Soldier Take Warning" 1942
.
Maquette of the scenery for "Labyrinth", 1942
.
Saint George and the Dragon, 1942
.
Study for the Set of "Labyrinth" - Fighting the Minotaur, 1942
.
Ruin with Head of Medusa and Landscape, 1942
.
Mural Painting for Helena Rubinstein (Panel 1), 1942
.
Decor for "Romeo et Julet", 1942
.
Juliet's Tomb, 1942
.
The Poetry of America - The Cosmic Athletes, 1943
.
Sueño causado por una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar. 1944
.
Geopoliticus Child Watching the Birth of the New Man, 1943
.
Frontispiece for "Hidden Faces" - I Am the Lady..., 1944
.
Study for the set of the ballet "Tristan Insane" (Act 1), 1944
.
"Tristan Insane": Costumes for the Spirits of Death, 1944
.
Tristan and Isolde, 1944
.
Costume for "Tristan Insane" - The Ship, 1943
.
Sentimental Colloquy (Study for a Ballet), 1944
.
My Wife, Naked, Looking at her own Body, 1945
.
The Eye - Design for "Spellbound", 1945
.
Melancholy, Atomic, Uranic Idyll, 1945
.
The Apotheosis of Homer, 1945
.
Melancholy, 1945
.
The Flames, They Call, 1945
.
Maternite aux Oiseaux, 1945
.
Giant Flying Demi-Tasse with Incomprehensible Appendage Five Meters Long, 1944-45
.
Napoleon's Nose, 1945
.
Resurrection of the Flesh, 1945
.
Resurrection of the Flesh, 1945
.
.....
Illustration for "The Autobiography of Benvenuto Cellini", 1945
.
Don Quixote and the Windmills, 1945
.
Fuente de leche manando en vano sobre tres zapatos, 1945
.
Metamorphose, 1946
.
Christmas (Noel), 1946
.
Untitled (Spanish Dances in a Landscape), 1946
.
The Temptation of Saint Anthony, 1946
.
Portrait of Picasso, 1947
.
The Three Sphinx of Bikini, 1947
.
Dematerialization near the Nose of Nero, 1947
.
Feather Equilibrium (Interatomic Balance of a Swan's Feather), 1947
.
The Impossible Model (drawing for "50 Secrets of Magic Craftsmanship"), 1947
.
Design for Destino, 1947
.
Design for Destino, 1947
.
The Elephants, 1948
.
Portrait of Mrs. Mary Sigall, 1948
.
Desnudo en el desierto (Bestial salvajes en el desierto), 1948
.
Leda Atomica, 1949
.
Leda Atomica, 1949
.
Study for Leda Atomica, 1947
.
The Madonna of Port Lligat, 1949 (first version)
.
The Madonna of Port Lligart, 1949 (First version)
.
The Madonna of Port Lligart, 1949 (second version)
.
The Madonna of Port Lligart, 1949 (second version) Detail
.
-o-o-o-