miércoles, 2 de octubre de 2013

Leyendo a Roberto Bolaño (y V) - GALERÍA: Amedeo Modigliani





Sobre El Tercer Reich

.....Y sí, por fin leí El Tercer Reich. Ésta mi primera tentativa (fallida) de aproximación a Bolaño, al fin ha consumado su objetivo. Vaya por delante una declaración de principios: tiene la Editorial Anagrama la mala costumbre de realizar, en las contraportadas de los libros que edita, una sinopsis de lo que uno va a encontrar entre sus páginas, algo que me recuerda al amigo plasta que te cuenta la película antes de verla; no me gusta, como a tantos, que me cuenten las películas por anticipado. Habrá quien lo agradezca, pero yo no; me parece una falta de respeto hacia el autor y su historia. Los libros (como las mujeres) quieren ser descubiertos, conquistados página a página (día a día). Al libro le gusta seducir al lector, es decir, al autor le gusta seducir al lector, irlo conquistando poco a poco, hasta que se rinde a sus pies, hasta que se entrega a la historia que, voluptuosa, ha sabido excitar su interés. ¡Para eso se escribe! Sobre todo novelas, y más aún los thrillers.

.....El Tercer Reich es una excelente novela escrita en forma de thriller. Si hubiera caído en la tentación de ojear la contraportada cuando la cogí, me habría enterado de la trama, del porqué del título, y quizá --sólo quizá-- no hubiera sentido defraudada ninguna expectativa. (Pero, en cambio, la magia del descubrimiento se habría esfumado: prevenirse, en gran medida, supone renunciar a la sorpresa, y eso es un atentado contra el espíritu de la lectura). Pero en aquel momento, en aquel primer momento de aproximación, no tuve ni la intuición ni la paciencia para sumergirme en su lectura, para intentar conocerla mejor. Me decepcioné ya en el comienzo y la dejé. Esto quiere decir que hay libros (como mujeres --u hombres) que necesitan del momento apropiado para ser abordados. Fuera de ese momento se muestran herméticos, inaccesibles; cuando, en realidad, lo más probable es que sea nuestra disposición la que no sea la adecuada. Un día, una chica, no nos dice nada, incluso nos resulta desagradable, pero otro día se nos puede mostrar irresistible ¿Cómo es eso? Nuestra disposición, nuestra perspectiva, el momento. Con los libros sucede algo parecido. Somos víctimas de nuestra disposición, y ésta, a su vez, lo es de nuestro ánimo, de las circunstancias vitales. Yo mismo (creo que no soy el único) tengo mis etapas: momentos para la filosofía, para el ensayo, para el pensamiento, y momentos para la ficción, para el thriller, para el misterio, o para lo fantástico, o para lo gastronómico, o para nada más que pasear o realizar ejercicio físico, o para la indolencia y el dolce far niente. Todo tiene su tiempo, y los libros, también.

.....Cuando abordé por primera vez El Tercer Reich aún no era su tiempo. Hubieron de transcurrir antes otras historias, hube de sumergirme en otros mares bolañanos, cruzar otros ríos bolañescos, conocer más a Bolaño, al Bolaño más original, al legendario Bolaño de prosa sorprendente e imaginación más sorprendente aún, antes de acercarme al Bolaño más convencional. Porque El Tercer Reich es una novela al uso, una muy buena, una excelente novela, escrita en los albores de su determinación prosística (pues, aunque editada en 2010, fue escrita en 1989). Una novela y un thriller en donde el misterio, la intriga, como en toda novela policíaca, está presente en todo momento. Incluso coquetea con lo fantástico, sin caer nunca en ello, como no sea esa fantasía que corre siempre por nuestras venas de soñadores y temerosos seres abandonados al azar de una vida que nos resulta tantas veces incomprensible y amenazadora. Y es esa sabia mezcla, esa bien coordinada fusión de estilos (sin perder en ningún momento el estilo coherente, el tono, la clave, que es amalgama de todos los demás, como una trenza se compone de varios cabos), la que hace el texto, cuando uno se sumerge en él (y para ello es preciso pasar de la octava y la vigésima página), atrayente y cautivador. 


....El Tercer Reich es un juego de guerra (un wargame), de estrategia, uno de esos que inventara H.G. Wells, y que se lleva a cabo sobre un tablero (una especie de toporama, o diorama, en el que figura el teatro de operaciones), con fichas y dados, bajo unas reglas concretas, y en la que se recrean grandes batallas o guerras de la historia (o ficticias). Lo que permite, por supuesto, rehacer o enmendar los hechos históricos, atendiendo a la destreza de los jugadores. En el libro hay varios protagonistas, pero el principal, Udo, es campeón de su país (Alemania) en el juego El Tercer Reich. La trama se desarrolla en forma de diario y abarca el periodo de vacaciones que Udo y su novia (Ingeborg) disfrutarán en España, en la costa catalana (Blanes), en la misma localidad y hotel que ya ocupara éste, siendo apenas un adolescente, diez años antes, con sus padres. Allí, en la playa, alojados en otro hotel, se encontrarán con otra pareja alemana, de vacaciones como ellos, con la que entablan una relación parecida a la amistad; allí se volverá a encontrar Udo con la dueña del hotel, una joven y hermosa mujer entonces, que sigue siendo hermosa diez años después; allí se encontrará con otros protagonistas más, autóctonos, y sobre todo con uno muy especial, El Quemado, que tendrá un papel importante a lo largo de todo el libro. Las historias se cruzan, los hechos se suceden, se imbrican (se enredan como cerezas, que diría el general del Servicio de Inteligencia Militar al Capitán Willard, en Apocalypse Now, durante la entrevista en la que se lo elige como verdugo de Kurtz); al final las vacaciones se dilatan, parece que interminablemente, para Udo. Mientras se suceden los hechos que Udo consigna en el diario, se juega una partida de El Tercer Reich (Udo quiere aprovechar las vacaciones para preparar un congreso de wargames, a celebrar en París, y realizar un artículo técnico sobre originales innovaciones estratégicas).

.....En realidad, todos estos cabos no son sino excusas para desplegar otro juego más profundo: el de la vida, el de las relaciones humanas entre jóvenes (y no tan jóvenes), entre parejas, entre sexos, entre seres de distintas nacionalidades (la figura del extranjero que no lo es, o que al menos no ejerce de ello), al tiempo que se esboza una panorámica de un tipo de sociedad (la española, la vacacional, la turística, la del ocio), y su problemática carente de un verdadero fin en la vida. A ratos, uno puede encontrar en la trama ciertos rasgos comunes al realismo italiano de Visconti, o al de Pasolini, más que al de Fellini, a Bardem, más que a Berlanga. Pocas concesiones al humor. Tampoco las hay al dramatismo. Es una novela equilibrada en la que se juega continuamente (al tiempo que transcurre la partida) con las apariencias y con las expectativas del testigo que es el lector. Un clima de amenaza difusa, abstracta, indeterminada, es el mejor ingrediente con el cual el autor mantiene el interés: lo mantiene durante los diversos episodios decisivos intermedios (puntos de inflexión inesperados, a veces sorprendentes) y lo mantiene hasta el final. Siempre queda la duda de cuál ha sido en realidad lo verdadero (si es que tal cosa existe), o si la realidad (parece decirnos Bolaño con su libro) no es otra cosa que la suma de apariencia y de vida interior, de temores y de expectativas, si la realidad no sea la suma, o fusión, de algo que en realidad no está separado, de lo que no supone entidades diferentes sino una y compuesta entidad: lo de fuera  y lo de dentro, lo externo y lo interior, lo que uno ve y lo que uno siente, lo objetivo y lo subjetivo (incluyendo aquí a un invitado necesario: el lector o espectador).



.....En esta obra Bolaño ya comienza a ser Bolaño: el Bolaño onírico, que siembra periódicamente de sueños el texto; el Bolaño culto, que realiza una exhibición de los frentes de la 2ª Guerra Mundial, y de los generales germanos que comandaron los Cuerpos de Ejército y las Divisiones más decisivas de las Fuerzas del Eje (incluyendo a las italianas); el Bolaño sintético y el analista, el que es capaz de describir un carácter con un calificativo, y el que disecciona una situación sin perderse en adornos retóricos; el Bolaño creador y fabulador de seres dionisíacos que son irracionales e inquietantes --a veces monstruosas y temibles-- fuerzas de la naturaleza (uno cree atisbar a Benno von Archimboldi --de 2666--, a Carlos Wieder/Alberto Ruiz-Tagle --de Estrella Distante-- o a Ramírez Hoffman --de La literatura nazi en América-- en El Quemado); y, sobre todo, el Bolaño de prosa impecable, fácil, clara, precisa, expresión de buena literatura. Todo ello redunda en la consecución del objetivo final: el goce estético, el placer de la lectura, la feliz ocasión de navegar por una historia verosímil y creíble que ayuda a comprender el mundo en el que vivimos; aunque quizá no sea ésta una ocasión tan feliz, pues ese ayudar a comprender no es precisamente un resultado positivo o halagüeño: no brinda luces de esperanza, no aclara, sino que enfoca zonas oscuras, o simplemente dirige el foco hacia el espacio exterior (o el interior insondable, que acaso sea lo mismo) allí donde las estrellas no son más que puntas de luz en medio de la inmensidad negra y vacía.
[Inquieta la chabola  de El Quemado como lo hace la guarida de Fafnir, el dragón que Sigfrido ha de matar, en la saga Volsunga. Una chabola que este tortuosamente deformado y siempre extraño personaje ha de armar y desarmar diariamente con los viejos (¿arcanos?) patines de madera que son su negocio. Pero, en este caso, Udo no es Sigfrido, aunque El Quemado sí tenga mucho de draconiano.] 

.....A El Tercer Reich le llegó su hora. La chica aparentemente insulsa y convencional, carente de interés, se reveló una seductora eficaz, insidiosa, capaz de transmitir el placer que uno busca en toda aventura soñada, e incluso, superando las expectativas más halagüeñas. Las apariencias, una vez más, engañan, y es el juego --en este caso-- lo que dota a la narración de parte de su más poderoso atractivo, de su más seductor encanto. Como si todo lector/amante estuviésemos deseando que el libro/mujer nos engañara, nos sorprendiera con lo inesperado, trascendiera el mundo de las apariencias para conducirnos a paraísos ocultos, paraísos que uno cree sólo existen en los sueños, paraísos que pueblan regiones prohibidas, más cercanas a lo infernal que a lo beatífico, pero que, aún así, uno no para de buscar en la realidad... Al fin y al cabo uno lee para transgredir la realidad, para cruzar impunemente la frontera que la separa de nuestros sueños. Bendito el libro que consigue este fin, y Bolaño ha escrito narraciones que lo cumplen más que sobradamente (pues es toda su obra un soñarse continuo de la realidad, un despertar de la realidad al sueño en que se funda): El Tercer Reich de una forma más clásica, Los Detectives Salvajes, Estrella Distante o 2666 de una forma innovadora y personalísima, lo que es siempre de agradecer.


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GALERÍA


Amedeo Modigliani
1884-1920

Desnudos
 1916-1919

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Seated Female Nude, 1916
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Seated Female Nude, 1916
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Reclining nude with Arms Folded under Her Head, 1916
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Nude on Sofa (Almaisa), 1916
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Seated Nude with Nacklace, 1917
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Seated Nude, 1917
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Seated Nude with a Shirt, 1917
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Seated Nude,1917
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Venus (Standing Nude), 1917
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Reclining Nude, 1917
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Reclining Nude, 1917
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Reclining nude with folded arms behind her head, 1917
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Reclining Nude, 1917
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Sleeping Nude with Arms Open (Red Nude), 1917
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Sleeping Nude with Arms Open (Red Nude), 1917
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Reclining Nude from the Back, 1917
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Reclining Nude, 1917
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Reclining Nude, 1917
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Recumbent Nude, 1917
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Reclining nude with Left Arm Resting on Forehead, 1917
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Reclining nude with Blue Cushion, 1917
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Nude, 1917
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Nude Looking over Her Right Shoulder, 1917
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Nude with Necklace, 1917
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Nude with Necklace, 1917
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Nude seating of a Sofa, 1917
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Nude seating of a Sofa, 1917
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Le Grand Nu (The Great Nude), 1917
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Le Grand Nu (The Great Nude), 1917
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Blonde Nude, 1917
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Standing Nude (Elvira), 1918
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Seated Nude, 1918
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Nude on Sofa, 1918
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Reclining nude with head resting on right arm, 1919
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Seated Nude
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Young Woman in a Shirt
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