Todo es nada
(5)
XIII
¿Puede la nada, si nada es, soñarse algo? ¿Puede soñar?
¿Es la nada despierta una nada absoluta, absolutamente nada,
sin capacidad de soñar siquiera, sin capacidad para nada?
¿Puede la nada cansarse de ser nada y contradecirse
y decidir ser algo, ser sueño que sueña ser?
Atenta contra la lógica del lenguaje todo este poema,
pues que lo llamado nada, para serlo, debe ser fiel
a su definición, si no dejaría de ser nada para ser algo,
otra cosa diferente, ya no nada. Pero ¿qué otro término podría
suplir la carga significativa de lo que aquí quiere decirse?
Un vacío enorme se abre a los pies de las palabras,
a los pies de los seres, de las cosas,... de todo;
y a ese vacío lo llamo nada, y lo doto de atributos,
que son los atributos de una nada raíz del ser.
que son los atributos de una nada raíz del ser.
Si todo está fundado sobre ese vacío que llamo nada,
erigido sobre él, cimentado sobre su radical nadidad,
es que todo se nutre de nada, es que todo es nada,
y sólo considerándolo así tiene sentido el sinsentido
al que tantas veces nos aboca la experiencia de la vida.
Sólo rompiendo las palabras, su significado estricto,
su infalibilidad, se puede intentar explicar lo inexplicable,
describir lo indescriptible, comprender lo incomprensible.
Sólo deshilachando el tupido lenguaje se podrá observar
lo que hay debajo de él, lo que oculta, lo que encubre.
Hacer mentir a las palabras para que revelen la verdad,
esa que se hurta al lenguaje convencional, el misterio,
y así revelar la realidad escondida tras las apariencias,
esa es la función de la poesía, ese es el objetivo del poeta.
Todo es nada, porque si no lo fuese rebosaría plenitud,
y la plenitud es culminación satisfecha, plétora de ser.
Algo que siente la carencia, no puede sino ser
familiar de la nada, la carencia absoluta, el no-ser.
Sólo desde el no-ser --la nada-- puede colegirse el vacío del ser,
pues el ser no puede ser a medias, si es lo es de una vez por todas,
sin fisuras, sin rendijas, sin rotos ni descosidos.
Si el ser humano siente (siempre ha sentido) ese vacío,
es que se encuentra más cerca de la nada que del ser,
por eso he llamado nada que sueña o imagina que es,
al simulacro en el que vivimos: la existencia.
Todo es nada, porque en nada queda todo cuanto es.
XIV
Acaso todo no sea otra cosa si no cascada de algos
en el río circular de la existencia: viene precipitado cada algo
desde otro algo, algo que dejó de ser él para ser otro,
que a su vez dejará de ser para precipitarse en el siguiente.
Y el algo que fue en nada queda, subsumido en la nada,
disuelto el algo que fue en la corriente del ser
que quiere serlo todo, y que deja tras de sí un rastro de nada:
los algos desaparecidos, las entidades finiquitadas.
Se concluye así que nada está llena de ser, de seres
que fueron algo y dejaron definitivamente de serlo.
Quién sabe si los algos, ya idos, que nada nutren,
en ella perviven de alguna manera inimaginable;
quién sabe si nada es cielo o infierno, o simplemente nada
llena de seres, de algos, ya convertidos en nada;
quién sabe si nada es empíreo, pureza impoluta,
toda luz blanquísima, o es toda oscuridad y negrura,
reino de la ausencia henchida de lo que fue,
de lo que nunca ha sido y de lo que jamás será;
y quién sabe si los algos, cuando dejan de serlo,
en nada se funden o, por el contrario, forjan nuevo ser.
Nada está ahí, siempre, al cabo de todo,
cruz imprescindible de la moneda de la existencia.
Todo es nada, la misma moneda, cara y cruz.
Todo es nada, el mismo escenario, luz y sombra.
Todo es nada, idéntica realidad, trenza de lo posible.
Todo es nada, idéntico origen, ser y no-ser.
El sueño como paradigma de la contradicción
de todo y de nada, del todo que es nada.
Sólo desde el sueño es posible expresar la paradoja,
sintiéndola resuelta, desentrañado su sentido, comprensible;
sólo en el sueño el lenguaje, fijador de realidades,
pierde su rigidez, volviéndose elástico, dúctil, moldeable;
sólo por el sueño, el algo que el hombre es
accede a la consciencia inconsciente donde nada habita,
sintiéndose en ella como en un seno materno...
¿No será ese el motivo por el que uno
vuelve del sueño como regenerado:
recargadas las baterías de nada, agotadas por el ser?
Todo es nada, una nada que sueña que es todo.
Eso es todo; es decir, nada... soñadora.
XV
Quizá, al cabo, sea mi nada lo que contemplo,
mi no-ser, mi impotencia para ser algo
distinto a lo que me siento. Imagen especular
de toda mi nada acaso sea el mundo
mirado desde el lugar donde no me encuentro.
Sí, puede ser mi nada el todo que percibo,
evanescente, inconsistente, holograma
de realidad furtiva, esquiva, huidiza,
poco más que espectro, poco menos que sueño.
También puede ser que me halle al cabo de otro mundo,
como a caballo entre mundos diferentes,
y aun contrarios: semi-todo, semi-nada;
medio aquí y medio allí; medio ser , medio no-ser.
Y sea este mi ser no siendo el culpable
de toda esta disquisición acerca del todo que nada es.
Una miopía o astigmatismo, una ceguera de nacimiento,
--mis ojos del alma enfermos-- sea quien me haga ver
la realidad como multiplicada, caleidoscópica:
miro y la realidad se me ofrece varia, cambiante,
solapada una en otra, contradiciéndose mutuamente,
pugna de realidades, todo alucinante y disparatado.
¿Qué si llego, tras esta mi propia experiencia,
a sentir que, en realidad, todo es nada?
¿Qué si llego a colegir que, en realidad, todo es sueño,
y, es más, que todo es sueño de nada?
Solo nada podría soñar un todo tan incomprensible,
tan sin razón de ser, tan controvertido y alucinado,
sólo lo que nada es puede imaginar un ser así,
tan falto de coherencia y consecuencia, tan equívoco.
Sí, puede estar en mis ojos el error, en mi mente,
sabemos de lo falible de la razón y sus atributos,
pero ¿y mi corazón?, ese órgano donde palpita la vida
y que de primera mano sabe lo que ésta es,
que es capaz de acertar allí donde razón yerra,
¿también está equivocado?, ¿él también desvaría?
Un pálpito sereno es quien me ha susurrado
todo cuanto hasta aquí se ha dicho. No la decepción,
no la rabia, no la frustración, no la impotencia
(aunque por modestia lo haya apuntado),
sino un pálpito cada vez más claro, de latir acercándose,
éste pálpito es quien me susurra, quien me dicta,
que realidad y sueño son la misma cosa,
que todo y nada son la misma cosa,
que ser y no-ser no siendo la misma cosa
en la misma cosa se funden: acaso, posibilidad.
Todo lo que antecede es la nada que siento,
y como sentida está expresada: de forma paradójica.
Si abstrusa la idea, si compleja o enrevesada,
o ridícula y demencial, cúlpese de ello a la realidad
que así, a través de los años, me la ha hecho presente.
Sonido de cadenas rotas, de muros que se derriban,
de cortinas que se rasgan, de ropajes arrancados;
sofocante sensación de libertad: todo es nada, nada más...
-o-o-
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-o-o-o-