Presentación
.....Ya nos decía el rapsoda en la Advertencia de su romance (Las mujeres de Lucas Cranach d.Ä: (3) Lucrecia) que hay acciones singulares, realizadas por seres individuales, aparentemente insignificantes (o, cuando menos, lejos de la preeminencia lógica que cabe esperar, y que es tenida como necesaria, para llevar a cabo actos heroicos con efectos determinantes en la Historia), que se convierten, gracias a la voluntad insobornable y ejemplar de sus protagonistas, en verdaderas cargas de profundidad que acaban por producir auténticas convulsiones, terremotos que remueven los fundamentos de las hasta ese momento sólidas instituciones. En tiempos medievales, sin ir más lejos, sucedió con Juana de Arco; en nuestro predio, y en medida algo más modesta, acaecería con la valerosa combatividad de Agustina de Aragón; incluso Mariana Pineda podría incluirse en este catálogo de personajes a priori nada sospechosos de llevar a cabo acciones heroicas y ejemplares, capaces de, no sólo servir de estímulo para sus conciudadanos contemporáneos, sino también de modelo para los tiempos venideros (es extraño, todas las referencias aludidas son mujeres... ¡hum!). Lucrecia ocupa por méritos propios un lugar privilegiado en este catálogo de ciudadanos heroicos que con su actitud son capaces de, al igual que las estrellas, irradiar luz propia durante mucho tiempo después de su muerte, una luz que seguirá brillando y llegando a nosotros con la fuerza de lo coetáneo y actual.
.....Es, la acción de Lucrecia --como en aquella Advertencia se decía--, una acción prístina, diamantina, tan aguda como el acero que, de modo justiciero y taxativo, como una rúbrica de insobornable puño y alma, hundiría en su pecho la heroína. Una acción así no puede por menos que suscitar el sonrojo a los paños calientes que de continuo vemos cómo se aplican los próceres de nuestras sociedades justificando sus acciones menos edificantes. Y, claro, aquel magnífico e indubitable ejemplo, fue un detonante decisivo para acabar con una monarquía corrupta. Pero no ya por constituir una grave gota que derramara el agua del vaso, sino por la calidad de esa gota, por lo que tenía de ejemplar pureza su hontanar. Hay acciones en las que el pueblo, los ciudadanos, reconocen la excelencia de lo inmortal humano a lo que se aspira, y si esas acciones lo que muestran es cómo esa esencia de lo mejor que el ser humano puede dar es violada, mancillada, saqueada por la prepotencia y el poder injusto, entonces, el pueblo, los ciudadanos, como uno solo (voz a coro de lo más humano que late en todos los corazones), se alzarán en rebelión contra quien así es capaz de mancillar lo más sagrado de la Humanidad (algo podrían aportar a un respecto similar las figuras de Luis XVI de Francia, o el zar Nicolás II de todas las Rusias). Nada perdona menos la masa (esa masa que tan bien definiría como rebelde Ortega, o como trabajadora Jünger) que se vapuleen y maltraten sus iconos, sus ídolos, sus más queridas --o veneradas-- creencias; nada importa si esa creencia, en el caso de una determinada virtud, sea poco obedecida en lo cotidiano: el ídolo, lo es por lo que representa, por su ejemplaridad, no por su utilidad.
.....Pero para conocer mejor el terreno concreto que pisamos, nada mejor que acercarnos a su origen, a sus sustrato, allí donde se hunden las raíces de la historia, de donde tomarán su alimento las radículas de la leyenda. En este caso la historia nos hecha una mano valiosísima, pues Lucrecia no es un mito, sino que fue un personaje indudablemente histórico. Al menos cuatro son las voces incuestionables en cuanto a su solvencia, no ya histórica sino profesional, que nos relatan el hecho acaecido en el año 509 a. C.. Ha sido fácil determinar la fecha, pues el acontecimiento histórico a que dio lugar no deja idem a dudas: el fin de la monarquía romana que con Rómulo (y Remo, tempranamente fallecido) dio comienzo, una monarquía de sangre etrusca, menos refinada y civilizada que la ya romana. Doscientos cuarenta y cinco años ininterrumpidos de reinado, siete monarcas, hasta que Lucio Tarquinio El Soberbio hubo de exiliarse para salvar la vida. Y fue Lucrecia quien con su inequívoco acto de apuesta por la virtud (una virtud cuya sombra se alargaba más allá del ámbito de su íntima castidad) provocó su caída, el fin de la dinastía tarquina y de la monarquía como sistema de gobierno. Comenzaba la era de la República, del Senado, de los cónsules elegidos por los representantes de los ciudadanos, comenzaba la era de los partidos (los que representaban a la plebe, a los ciudadanos de a pie, humildes y artesanos; y los que representaban a la aristocracia y la nobleza, a los patricios --desde entonces hasta ahora... poco o nada nuevo bajo el sol).
.....Serán cuatro los posts dedicados a la figura de esta tan singular mujer, cuyo solo gesto, definitivo y agudo como un pugio, sirvió para acabar con un poder tiránico y con un sistema de gobierno asociado a él. Este es el índice:
Post 1. Lucrecia (1) Presentación. Historicidad y Fuentes. GALERÍA: La Violación.
Post 2. Lucrecia (2) The Rape of Lucretia de William Shakespeare (I). GALERÍA: El Suicidio (I).
Post 3. Lucrecia (3) The Rape of Lucretia de William Shakespeare (II). GALERÍA: El Suicidio (II).
Post 4. Lucrecia (4) The Rape of Lucretia de William Shakespeare (III). GALERÍA: La Muerte.
Post 5. Lucrecia (5) Ecos y Resonancias: las huellas de Lucrecia. GALERÍA: Lucrecia en la Escultura.
.....La ambientación musical correrá a cargo de: Girolamo Frescobaldi: Canzoni para el 1º post; Capricci, Ricercari y Fiori, para el 2º; Madrigali y Arie, para el 5º; Tohmas Tallis para el 3º; y William Byrd para el 4º
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[Aquí el enlace al texto (en francés): Antigüedades Romanas, capítulos IV-IX]
[Aquí el enlace al texto: Biblioteca Histórica, de la página 83 a la 86]
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[Aquí el enlace al texto: Ab Urbe Condita (Historia de Roma desde su fundación), pag 47 y siguientes, capítulos 1,56 a 1,60]
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.....Es el texto de Ovidio coherente con su categoría de poeta, más colorista y sugestivo aún que el texto de Tito Livio. Ya no habla el historiador (sólo) sino el fabulador, el que pinta la realidad con los colores de la poesía, de aquello que la realidad no dice, pero que subyace a la acción aparente. De Ovidio, como hermano en las musas que fue, Shakespeare tomó la inspiración para recrear su magna --y superior, poéticamente, por más lírica y psicológica-- obra sobre Lucrecia, The Rape of Lucretia.
[Aquí el enlace al texto: Fastos, pag 77 y siguientes, versos 741-795]
.....Es, la acción de Lucrecia --como en aquella Advertencia se decía--, una acción prístina, diamantina, tan aguda como el acero que, de modo justiciero y taxativo, como una rúbrica de insobornable puño y alma, hundiría en su pecho la heroína. Una acción así no puede por menos que suscitar el sonrojo a los paños calientes que de continuo vemos cómo se aplican los próceres de nuestras sociedades justificando sus acciones menos edificantes. Y, claro, aquel magnífico e indubitable ejemplo, fue un detonante decisivo para acabar con una monarquía corrupta. Pero no ya por constituir una grave gota que derramara el agua del vaso, sino por la calidad de esa gota, por lo que tenía de ejemplar pureza su hontanar. Hay acciones en las que el pueblo, los ciudadanos, reconocen la excelencia de lo inmortal humano a lo que se aspira, y si esas acciones lo que muestran es cómo esa esencia de lo mejor que el ser humano puede dar es violada, mancillada, saqueada por la prepotencia y el poder injusto, entonces, el pueblo, los ciudadanos, como uno solo (voz a coro de lo más humano que late en todos los corazones), se alzarán en rebelión contra quien así es capaz de mancillar lo más sagrado de la Humanidad (algo podrían aportar a un respecto similar las figuras de Luis XVI de Francia, o el zar Nicolás II de todas las Rusias). Nada perdona menos la masa (esa masa que tan bien definiría como rebelde Ortega, o como trabajadora Jünger) que se vapuleen y maltraten sus iconos, sus ídolos, sus más queridas --o veneradas-- creencias; nada importa si esa creencia, en el caso de una determinada virtud, sea poco obedecida en lo cotidiano: el ídolo, lo es por lo que representa, por su ejemplaridad, no por su utilidad.
.....Pero para conocer mejor el terreno concreto que pisamos, nada mejor que acercarnos a su origen, a sus sustrato, allí donde se hunden las raíces de la historia, de donde tomarán su alimento las radículas de la leyenda. En este caso la historia nos hecha una mano valiosísima, pues Lucrecia no es un mito, sino que fue un personaje indudablemente histórico. Al menos cuatro son las voces incuestionables en cuanto a su solvencia, no ya histórica sino profesional, que nos relatan el hecho acaecido en el año 509 a. C.. Ha sido fácil determinar la fecha, pues el acontecimiento histórico a que dio lugar no deja idem a dudas: el fin de la monarquía romana que con Rómulo (y Remo, tempranamente fallecido) dio comienzo, una monarquía de sangre etrusca, menos refinada y civilizada que la ya romana. Doscientos cuarenta y cinco años ininterrumpidos de reinado, siete monarcas, hasta que Lucio Tarquinio El Soberbio hubo de exiliarse para salvar la vida. Y fue Lucrecia quien con su inequívoco acto de apuesta por la virtud (una virtud cuya sombra se alargaba más allá del ámbito de su íntima castidad) provocó su caída, el fin de la dinastía tarquina y de la monarquía como sistema de gobierno. Comenzaba la era de la República, del Senado, de los cónsules elegidos por los representantes de los ciudadanos, comenzaba la era de los partidos (los que representaban a la plebe, a los ciudadanos de a pie, humildes y artesanos; y los que representaban a la aristocracia y la nobleza, a los patricios --desde entonces hasta ahora... poco o nada nuevo bajo el sol).
.....Serán cuatro los posts dedicados a la figura de esta tan singular mujer, cuyo solo gesto, definitivo y agudo como un pugio, sirvió para acabar con un poder tiránico y con un sistema de gobierno asociado a él. Este es el índice:
Post 1. Lucrecia (1) Presentación. Historicidad y Fuentes. GALERÍA: La Violación.
Post 2. Lucrecia (2) The Rape of Lucretia de William Shakespeare (I). GALERÍA: El Suicidio (I).
Post 3. Lucrecia (3) The Rape of Lucretia de William Shakespeare (II). GALERÍA: El Suicidio (II).
Post 4. Lucrecia (4) The Rape of Lucretia de William Shakespeare (III). GALERÍA: La Muerte.
Post 5. Lucrecia (5) Ecos y Resonancias: las huellas de Lucrecia. GALERÍA: Lucrecia en la Escultura.
.....La ambientación musical correrá a cargo de: Girolamo Frescobaldi: Canzoni para el 1º post; Capricci, Ricercari y Fiori, para el 2º; Madrigali y Arie, para el 5º; Tohmas Tallis para el 3º; y William Byrd para el 4º
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LOS HECHOS
.....Si consideramos el mundo como un gran teatro donde se representan infinidad de obras, unas trágicas, otras dramáticas, algunas cómicas, sainetes, entreactos, epopeyas, y cualquiera de las fórmulas que derivan de representar un hecho más o menos complejo, nada nos impide, y sí nos puede resultar de lo más conveniente, realizar este ejercicio de imaginación y considerar el episodio en el que Lucrecia es protagonista como una obra teatral, con su Prólogo, sus Actos y su Epílogo. De este modo nos será más fácil leer, comprender y recordar lo acontecido. El Prólogo y el Epilogo, aludirían al entorno, a las circunstancias, al ámbito espacial, temporal, social y cultural en que los hechos se desarrollan y sobre los que recaerá la influencia de la ejemplaridad del caso. En el Prólogo, describiendo las condiciones donde los protagonistas se moverán y situando la acción; en el Epílogo, dando cuenta de las consecuencias que las acciones de esos protagonistas tendrán. En los Actos desarrollando la acción propiamente dicha, que ya no pertenece al entorno, sino al ámbito privado, íntimo o personal de los protagonistas principales, especialmente, la que hace referencia y pivota en torno a Lucrecia, como sujeto de cada uno de los predicados. Serán tres: Acto I: La Violación; Acto II: El Suicidio; Acto III: La Muerte.
.....Esta es, en forma esquemática, la historia. Pero ahora veamos en qué pilares se ha sustentado, cómo nos ha sido transmitida, quienes fueron sus valedores. Valedores, como ya he dicho, que tienen toda la solvencia en su quehacer historicista (la solvencia, al menos que permitía una República (ya Imperio) que, si bien gobernada por un César, estaba sometida al rigor de las leyes, entre las que no faltaban las que ordenaban la fiabilidad de la información, amén de la aquiescencia o la crítica de los coetáneos acreditados --prestos a someter al descrédito de los veleidosos y falaces). Los pilares son, como se ha apuntado, cuatro: un griego romanizado, y tres romanos, todos contemporáneos entre sí; uno de ellos de sobra conocido por otras obras más famosas que la que recogiera esta historia, se trata de Ovidio (Publio Ovidio Nasón), el poeta autor de las famosas Metamorfosis. Detengámonos ahora para conocer más de cerca a estos historiadores.
Prólogo
.....La Acción se sitúa en el 509 a. C., en la Roma monárquica, cuando reina quien será su último representante en el trono: Lucio Tarquinio El Soberbio, rey déspota y cruel que ha generado en torno suyo el descontento, tanto de patricios como de la plebe. Lucrecia, mujer romana perteneciente a la nobleza, es hija de un patricio ilustre (Espurio Lucrecio Tricipitino, a la sazón miembro del Senado y, nombrado por el mismo Tarquinio, Praefectus Urbi), está casada con un sobrino del rey Soberbio: Lucio Tarquino Colatino (de sangre real por tanto). Es Lucrecia mujer reconocida por sus coetáneos tanto por su belleza como por su ejemplar virtud. Tarquinio El Soberbio está en proceso de expansión de sus dominios, por las necesidades cada vez mayores de financiación, y en ese momento lleva a cabo el asedio a la ciudad de Ardea (de la gens de los rútulos). En ese contexto el ejército sitiador disfruta de mucho tiempo muerto, ratos de asueto que no faltan en los asedios prolongados, y en los que los asediadores se dedican a todo tipo de pasatiempos, en los que no faltan las francachelas y los festines bien regados con vino. Algunos nobles patricios se encuentra en la tienda de Sexto Tarquinio, hijo del rey, cuando, bajo los efectos de los vapores etílicos, se produce una discusión que deriva en apuesta por ver quién tiene la mujer más fiel y virtuosa. Con Sexto Tarquino se encuentra Colatino, Junio Bruto (primo de éste y sobrino del rey, que se hace pasar por loco para no seguir el destino de su madre y hermano, asesinados por El Soberbio) y otros. Deciden dejar el sitio por unas horas (pues Colatia y Roma no se encuentran lejos de Ardea) y comprobar cómo las esposas guardan las ausencias a sus maridos. Colatino, que ha alardeado, quizás en exceso, de la inmaculada virtud de Lucrecia, ha hecho crecer en Sexto (que es una digna astilla del palo de su padre, el soberbio rey) el interés por esa tan pura y casta mujer. Llegados a su destino, comprueban cómo la esposa de Sexto se lo pasa nada mal en medio un de banquete con visos de bacanal. Mientras que a Lucrecia la hayan hilando lana para tejer una túnica de abrigo para su esposo; junto a ella las criadas son estimuladas por su ama para que extremen su celo en la labor. Sexto, que ya venía prevenido por el lenguaraz de Colatino, queda prendado de la serena belleza de Lucrecia, más deseable cuanto más fiel y más pura. Después regresan a Ardea.
ACTO I: La Violación
.....Desde el regreso, un ardor consume las entrañas de Sexto; un ardor que no le deja dormir y que le mantiene durante el día en excitadas visiones. Decide, entonces, el hijo del rey, llegarse subrepticiamente a casa de Colatino, su primo, para poseer a Lucrecia, de bueno o de mal grado. Llegado que es al hogar de la virtuosa, ésta, si sorprendida por su visita, lo atiende como el huésped que es, sin perder su compostura. Por la noche Sexto, cuando todos duermen, se llega a la habitación de Lucrecia portando la espada en la mano. La despierta y la conmina a entregarse. Ella se niega, aun temiendo por su vida. Entonces Sexto la amenaza con meter en su cama a un bello fámulo, previamente degollado, y degollarla a ella misma después, haciendo correr la voz de su adulterio y erigiéndose él en pertinente brazo justiciero. Ante la tesitura de morir deshonrada, y la ignominia que caería sobre su casa (padre y esposo incluidos), la atribulada Lucrecia cede y se entrega a la lujuria de Sexto Tarquinio.
ACTO II: El Suicidio
.....A la mañana siguiente, cuando Sexto, ahíto, se va, Lucrecia, consternada, escribe a su padre y esposo para que acudan urgentemente al hogar, y les ruega que vengan con testigos de cargo. Una vez presentados, encuentran a Lucrecia abatida y llorosa. Una vez calmada, sacando fuerzas de vergüenza (que no flaqueza), se calma y les relata lo acontecido. Los presentes no pueden creer lo que oyen, se alarman viendo la decisión y frialdad de Lucrecia, que les anuncia en su confesión, que ha decidido morir para subrayar su inocencia, para que así no quepa la menor duda de que su denuncia no tiene otro fin que la de buscar justicia y la de salvaguardar el propio honor y el de la familia, y, como ella misma dice: "para que ninguna mujer deshonrada encuentre en Lucrecia disculpa para seguir con vida". Intentan disuadirla de su fatal decisión, pero no lo consiguen pues entre los vestidos tiene preparado un puñal que se hunde en el corazón.
ACTO III: La Muerte
.....Junio Bruto, el hasta entonces tenido por tonto, se revela como el hombre inteligente, valiente y capaz que es, y ve llegado el momento de vengar, no sólo a su familia, sino todos los desmanes de Tarquinio El Soberbio. Realiza un juramento ante todos, que no tiene otro fin, a parte de reivindicar la virtuosa conducta de Lucrecia, que el de acabar con los tarquinos y la monarquía, para que nunca jamás el capricho de un autárquico y cruel gobernante esté por encima de la vida de los ciudadanos. Llevan el cadáver ensangrentado de Lucrecia hasta el Foro donde lo exhiben públicamente. Junio Bruto allí exhorta a los ciudadanos romanos a rebelarse contra su tiránico rey.
Epílogo
.....Lo consigue, y Tarquinio el Soberbio ha de exilarse de Roma. Se suprime la monarquía y se establece la República como forma de gobierno, devolviendo el poder al Senado. Él, Junio Bruto, y Colatino, serán los primeros cónsules de la nueva y republicana Roma. Poco después, Colatino deberá dejar el cargo, pues se proclama non grata a toda la estirpe de los tarquinos; quedará como cónsul único Junio Bruto, como vaticinara el oráculo de Delfos antes de tener lugar los hechos relatados
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LAS FUENTES
.....Estas cuatro fuentes, promocionadas en una época de esplendor romano, con un recién proclamado emperador, de nombre César Augusto --antes Octavio--, queriendo rescatar e impulsar el rigor costumbrista de lo mejor de la República, nos ofrecen, cuatro siglos después del momento de los hechos, cuatro versiones complementarias, pero idénticas en lo esencial. Éstos son: Dionisio de Halicarnaso, Diodoro Sículo (o Diodoro de Sicilia), Tito Livio y Publio Ovidio Nasón .
Dionisio de Halicarnaso (Halicarnaso, 60 a. C. - 7 a. C.), historiador, crítico literario y maestro de Retórica, de origen griego, afincado en Roma. En su monumental Ῥωμαική ἀρχαιολογία (Rhōmaikē arkhaiologia), o Antigüedades romanas en castellano, glosa la historia de la antigua roma desde el periodo mítico de su fundación hasta la Primera Guerra Púnica (264-241 a. C.). Estuvo compuesta por 20 libros, de los que sólo han sobrevivido los 9 primeros íntegros, el X y el XI casi completos, y los demás de forma fragmentaria.
.....En su Libro IV, Capítulo 15, nos narra sucintamente el episodio de Lucrecia. Es el suyo un relato más volcado a lo político y social, dando al episodio de Lucrecia la categoría de excusa para la rebelión contra Tarquinio, que ya se estaba gestando. De hecho, de los cuarenta y cinco párrafos numerados de este Capítulo 15, dedicados al fin del reinado de los tarquinos, los que tratan de la violación y muerte por suicidio de Lucrecia son del IV al IX, los tres primeros y el resto describen las vicisitudes del final del reinado de Tarquinio El Soberbio. Si bien reconoce tácitamente que fue esta infamia el detonante que prendió la mecha revolucionaria que acabaría con la defenestración de la monarquía, dedica mayor atención a los detalles más políticamente interesantes: ascendencias y linajes, discursos, juramentos y proclamaciones. Es el suyo, pues, un relato histórico sobre el gobierno de Roma y sus circunstancias, hecho en tercera persona, tratando el episodio de Lucrecia de una forma rigurosa, escueta, pero veraz, sin concesiones melodramáticas. Algunos de los episodios que en los otros tres coinciden, en él o están traslocados o, simplemente, están cambiados (los malos augurios que inquietan a Tarquino el Soberbio, la consulta al oráculo de Delfos -que él consigna después del suicidio de Lucrecia, y no antes, como en los otros tres). [Aquí el enlace al texto (en francés): Antigüedades Romanas, capítulos IV-IX]
Diodoro Sículo (o Diodoro de Sicilia) (Agira, Sicilia, siglo I a. C.), fue un historiador griego que escribió, entre otras obras, una Historia, denominada Biblioteca Histórica (Βιβλιοθήκη ἱστορική). esta ciclópea obra consta de 40 volúmenes, divididos en tres secciones: Primera Sección: Libros I-VI, narra la historia por regiones geográficas, Egipto, Mesopotamia, India, Grecia, etc.; Segunda Sección: Libros VII-XVII, cuenta la historia del mundo desde la Guerra de Troya (siglos XII-XIII a. C.) hasta la muerte de Alejandro Magno (333 a. C.); Tercera Sección: Libros XVII-XL, trata los acontecimientos acaecidos desde la muerte de Alejandro Magno hasta la conquista de las Galias por Julio César (60 a. C).
.....Los hechos concernientes a Lucrecia están consignados en el libro X, a los que dedica tres párrafos o capítulos (Violación y muerte de Lucrecia; El heroísmo de Lucrecia. Consecuencias de su violación; y Tarquinio el Soberbio y su sobrino Lucio Junio Bruto, si bien éste como colofón complementario para justificar la capital intervención de Bruto en los acontecimientos posteriores a la muerte de Lucrecia, es decir, su protagonismo en la revuelta que culminaría en el derrocamiento y destierro de Tarquinio, que supondría el fin de la monarquía romnana). Es Diodoro un historiador conciso, va a al grano, por lo que en el escaso espacio dedicado al suceso de marras, se limita a referir los hechos de forma escueta pero suficiente, sin recrearse en especulaciones dramáticas, pero sin olvidar los detalles esenciales.[Aquí el enlace al texto: Biblioteca Histórica, de la página 83 a la 86]
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Tito Livio (Padua, 59 a. C. - 17 d. C.) con 24 años se desplazó a Roma donde fue mentor y educador de quien sería futuro emperador, Claudio. Fue amigo personal del emperador Augusto, pero no su apologeta, conservando su independencia profesional como historiador. En la realización de su obra maneja diversas fuentes históricas, contrastando y conciliando los diferentes datos a los que tuvo acceso. Su obra magna es Ab urbe condita, también conocida como Las Décadas, ya que estaba compuesta por 142 libros, divididos en décadas, o grupos de 10 libros, de los cuales sólo han llegado a nosotros 35. En ella narra una Historia de Roma desde su fundación, desde la fundación, en 753 a. C. hasta el 9 a. C. (fecha de la muerte de Nerón Claudio Druso).
.....El episodio de Lucrecia está contenido en el Libro I, párrafos 56 a 60. Es su relato más detallado que el de Dionisio de Halicarnaso, más dramático, más teatral, más imaginativo y más descriptivo (no en vano sería la fuente preferida por la mayoría de aquellos que después glosarían de una u otra forma la figura de Lucrecia, incluyendo a Maquiavelo y a Shakespeare). Son debidas a su pluma algunas de las expresiones textuales más repetidas de Lucrecia ( "por mi parte, aunque me absuelvo de culpa, no me eximo de castigo"; "en adelante ninguna mujer deshonrada tomará a Lucrecia como ejemplo para seguir con vida"), y de Lucio Junio Bruto ("Por esta sangre tan casta antes del ultraje del hijo del rey, juro, y os pongo a vosotros, dioses, por testigos, que yo perseguiré a Lucio Tarquinio el Soberbio, a su criminal esposa y a toda su descendencia a sangre y fuego y con todos los medios que en adelante estén en mi mano, y no consentiré que ellos ni ningún otro reinen en Roma".). De prosa bella y descriptiva, su relato, siendo histórico, resulta más novelesco, más interesante de leer y seguir.[Aquí el enlace al texto: Ab Urbe Condita (Historia de Roma desde su fundación), pag 47 y siguientes, capítulos 1,56 a 1,60]
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Publio Ovidio Nasón (Sulmona, 43 a. C. - 17 d. C.). El poeta, autor de El Arte de Amar, Heroidas, Fastos o Las Metamorfosis, de rancia alcurnia y sólido abolengo, del que decía sentirse orgulloso, pasaría de la celebridad en vida al exilio, tras un enfrentamiento, no del todo claro, con César Augusto, en el año 9 d. C.. Acabaría sus días desterrado en Tomis (actual Constanza, en Rumania), a orillas del Mar Negro, doliéndose, como todo desterrado que se precie, del extrañamiento injusto a que se vio sometido.
.....Cita el suceso de Lucrecia en el Libro II de Fastos (obra compuesta antes del año 8 d. C., fecha de su destierro, y publicada en el 12 d. C.). Es Fastos una obra en la que se ilustra y glosa el calendario romano, se explica el origen de los nombres de los meses, se trata del origen de las fiestas, de algunos mitos, y se mechan acontecimientos históricos. La obra está compuesta en verso (dísticos elegíacos, como ya hiciera en Arte de Amar) y es su intención la didáctica. Se compone de seis libros, cada uno de ellos dedicado a uno de los seis primeros meses del año. Quedó incompleta, pues medió su destierro a mitad de su realización (comprende, por tanto, los meses de Enero a Junio). En este Libro II, entre los versos 741 y 795 (685-852, si se incluyen prólogo y epílogo de los hechos), Ovidio, con imaginación y lengua de poeta, nos narra magistralmente los hechos, que, por otra parte, toma a Tito Livio como referencia, si bien no al pie de la letra, pues hay leves, aunque no sustanciales, diferencias......Es el texto de Ovidio coherente con su categoría de poeta, más colorista y sugestivo aún que el texto de Tito Livio. Ya no habla el historiador (sólo) sino el fabulador, el que pinta la realidad con los colores de la poesía, de aquello que la realidad no dice, pero que subyace a la acción aparente. De Ovidio, como hermano en las musas que fue, Shakespeare tomó la inspiración para recrear su magna --y superior, poéticamente, por más lírica y psicológica-- obra sobre Lucrecia, The Rape of Lucretia.
[Aquí el enlace al texto: Fastos, pag 77 y siguientes, versos 741-795]
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GALERÍA
LUCRECIA: La Violación
LA VIOLACIÓN
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Scenes of the Life of Lucretia, lluminated Manuscript, c 1470
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Scenes of the Life of Lucretia (the Lucretia's suicide), lluminated Manuscript, c 1470
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Scenes of the Life of Lucretia (Her Dead Body Showed), lluminated Manuscript, c 1470
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Tarquin and Lucretia, Léon davent, c 1540
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Tarquin and Lucretia, Giorgio Ghisi, 1540
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Tarquinio tenta di violentare Lucrezia, Giulio Romano, c 1536
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Master Charles III of Durazzo, c 1400
.Scenes of the Life of Lucretia, lluminated Manuscript, c 1470
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Scenes of the Life of Lucretia (the Lucretia's suicide), lluminated Manuscript, c 1470
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Scenes of the Life of Lucretia (Her Dead Body Showed), lluminated Manuscript, c 1470
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Lucretia's Rape by Sextus Tarquiniue, and Her Suicide, Miniature of an Illuminated Album amicorum,
Manuscript on Paper (Southern Germany -perhaps Tubingen-, before 1561
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Lucretia's rape by Sextus Tarquinius, and her suicide. Manuscript Iluminated, before 1561
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Rape of Lucretia: Sextus Tarquin threatens her with a sword
The Hague, KB, 66 B 13 fol. 289r Boog: Chapter 1
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Lucrèce, Georg ou Jörg Pencz, (1500-1550)/Aldegrever, Heinrich (1502-1556/1561) .
Tarquin and Lucretia, Léon davent, c 1540
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Tarquin and Lucretia, Giorgio Ghisi, 1540
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Tarquinio tenta di violentare Lucrezia, Giulio Romano, c 1536
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Tarquinus and Lucretia, Hans Von Aachen, ca 1600
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The Rape of Lucretia (Tarquin and Lucretia), Tiziano, 1568-71
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Tarquin and Lucretia. Tiziano, 1570
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Tarquin and Lucretia. Tiziano, 1570-76
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The Rape of Lucretia. Alessandro Varotari (1588-1648)
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The Rape of Lucretia, Felice Ficherelli (1605-1660)
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The Rape of Lucretia, Antonio Bellucci (1654-1726)
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The Death of Lucretia, Vincent Sellaer (Attributed), 2nd half of the 16th Century
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The Rape of Lucretia. Alessandro Varotari (1588-1648)
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The Rape of Lucretia, Felice Ficherelli (1605-1660)
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The Rape of Lucretia, Antonio Bellucci (1654-1726)
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The Death of Lucretia, Vincent Sellaer (Attributed), 2nd half of the 16th Century
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Tarquin and Lucretia, Simon Vouet (1590-1649)
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Tarquin and Lucretia, Simon Vouet (1590-1649)
Rape of Lucretia. Giulio Cesare Procaccini, (1570-1625)
The Rape of Lucretia, Luca Giordano, 1663
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The Rape of Lucretia, Luca Giordano,17th Century
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Tarquin and Lucretia, Tiepolo c. 1750;
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Tarquin et Lucrèce, Anonyme, 18th Century
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Tarquin and Lucretia, Johann Peter Pilcher, 1792
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The Rape of Lucretia, Balthus, 1953
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The Rape of Lucretia, Luca Giordano,17th Century
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Tarquin and Lucretia, Tiepolo c. 1750;
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Tarquin et Lucrèce, Anonyme, 18th Century
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Tarquin and Lucretia, Johann Peter Pilcher, 1792
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The Rape of Lucretia, Balthus, 1953
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