Introducción
.....Aprovechando la singularidad de un enfoque tan particular del fenómeno que rodea al término genérico, y siempre sugerente, tentación, como es, en su vertiente religiosa, la sufrida de forma harto alucinante por San Antonio Abad, en la serie que comienza con este post posaré atentamente la mirada sobre las circunstancias que rodean a dicho fenómeno. La tentación, lo tentador, será así el objetivo de las siguientes tres entradas. De lo general a lo singular, del concepto genérico a su aplicación al santón eremita, haré un recorrido, más sinuoso que recto, para intentar elucidar qué se halla realmente detrás de un impulso que tan pronto admite, en la minoría de los casos, una valoración positiva, como, en su mayor parte, la detenta negativa, dependiendo de la perspectiva que elijamos para contemplarlo.
.....Para Oscar Wilde, por ejemplo, el término tentación estaba cargado de posibilidad, posibilidad de disfrute, cuando decía irónicamente, él tan proclive a las frases irónicas y antológicas, aquello de: "la mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella", que completaba , a modo de justificación, con esta otra: "logro resistirlo todo, salvo la tentación". Con ello, aquel genial y controvertido escritor irlandés, nos proponía una visión positivista de la tentación.
.....Por contra, nuestro refranero ya apunta por dónde van los tiros, en cuanto al sentido que dicho término tiene para quien, piadoso, sigue los preceptos morales prescritos por la religión: "quien evita la tentación, evita el pecado", asociando ya otro término que indisolublemente irá unido como la cruz a la cara de la moneda: en el ámbito de lo religioso, tentación y pecado es un tándem que funciona como un denario, moneda que medirá la riqueza moral de su portador (pero en sentido inversamente proporcional: será más rico quien menos monedas de este tipo acumule).
.....El término tentación es lo que tiene: es uno de esos que pertenecen al género de los troncales: de él un profuso ramaje surgirá buscando el aire, el sol, la posibilidad de ser y de vivir.
.....Primero echaré un vistazo a las generalidades, la definición y las diversas acepciones que el término, en su uso que es quien otorga carta de naturaleza significativa, posee. Una vez definido su ámbito significativo y su alcance expreso --y expresivo--, podremos realizar una aproximación a su naturaleza, haciendo una serie de consideraciones acerca de su aplicación en diversos órdenes de la vida: será la Tentación en lo profano (objetivo del primer post). Posteriormente enfocaremos el término desde su perspectiva sagrada: será la Tentación en lo religioso (objetivo del segundo post). Para ya abordar el caso concreto que nos ocupa y ha dado pie al tema: Las tentaciones de San Antonio, un episodio legendario en la vida de este personaje histórico (al que se dedicará una breve semblanza biográfica), un episodio cargado de sugerencias y transversalidad, preñado de fértiles semillas que, como esas sagaces plantas que "disparan" cual cañones sus cargas de fecundidad, se esparcirán por el devenir del ser humano, dando lugar a múltiples recreaciones pictóricas, sí, pero también a otras literarias y, por qué no, a establecer analogías siempre oportunas con la contemporaneidad (sea ésta cual fuere: la de ahora mismo, la del siglo XIX o la del XVI).
.....Acercaremos aún más el objetivo y contemplaremos seguidamente una semilla aventada por la tradición y germinada, como excusa novelesca erudita, en el poderoso intelecto de un escritor de portentosa imaginación: Gustave Flaubert, quien dedicó al tema de La tentación de San Antonio una obra ya alabada en su día por aquel otro demiurgo de las letras que fue Jorge Luis Borges. Esa atención se extenderá a los comentarios críticos que Michel Foucault hace en el prólogo a la obra, comentarios muy jugosos sobre la entidad genérica de la tentación y la explícita de la obra de Flaubert.
.....Se cerrará la serie con una obra propia: un romance dedicado al patrón de los cerdos y los sepultureros.
.....La Galería contendrá la mayor parte de las obras pictóricas que a lo largo de seis siglos (del XV al XX) han tomado dicho episodio como motivo. Probablemente sea uno de los motivos más extensamente tratados por el arte gráfico. El tema da para ello, pues concede una gran libertad a la imaginación del artista, y aunque patrones haya pocos (Schongahuer, Hyeronimus Bosch, Grünewald, Bruegel el Viejo, Teniers) son muchas, en cambio, las versiones que se han realizado a partir de ellos. Algunos autores incluso han hecho de este tema un perpetuum mobile, sustanciado en numerosas y reiteradas, si distintas en matices, obras (el caso de David Teniers El Joven, es el más paradigmático, pero ahí están los de Wellens de Cock, Pieter Huys, Jan Mandijn, el mismo Bosco, Bruegel o Marten de Vos). Son casi 150 versiones, algunas de las cuales están duplicadas cuando el matiz del color lo ha exigido. No están todas las que son al no haber podido hallar, de algunas, una calidad suficiente, o tener impresa sobre la imagen la publicidad del sitio donde se alberga (por lo general evito adjuntar imágenes que lo publiciten), pero sí son todas las que están: las más importantes, las más célebres, las referenciales, ésas, están.
.....La música nos vendrá servida por tres apuestas polifónicas: Gregorio Allegri (para este primer post), Orlando di Lasso (para el segundo) y Cristóbal de Morales (para el tercero).
....De Allegri se ofrecerá, además de una de las piezas más bellas de todo el acerbo vocal culto, una cumplida muestra de algunas de las otras obras (Misas, Motetes) que compuso. Si bien se dedicará una especial atención a la pieza antes citada, el Miserere Mei, Deus, adjuntando en la lista de reproducción, a parte de una inusual versión, con ornamentación barroca, que parece más arcaica que la normativa (es la que suena en primer lugar, incluida en el álbum que abre la lista), otras cinco versiones: la que cierra el citado álbum (interpretada, como la primera, por el grupo A SEI VOCI); la versión referencial de THE SIXTEEN, dirigidos por Harry Christophers; dos versiones de otro de los grupos vocales más prestigiosos, THE TALLIS SCHOLARS, una en vídeo y otra en audio; y, por fin, la versión de THE NEW COLLEGE de OXFORD.
.....La música nos vendrá servida por tres apuestas polifónicas: Gregorio Allegri (para este primer post), Orlando di Lasso (para el segundo) y Cristóbal de Morales (para el tercero).
....De Allegri se ofrecerá, además de una de las piezas más bellas de todo el acerbo vocal culto, una cumplida muestra de algunas de las otras obras (Misas, Motetes) que compuso. Si bien se dedicará una especial atención a la pieza antes citada, el Miserere Mei, Deus, adjuntando en la lista de reproducción, a parte de una inusual versión, con ornamentación barroca, que parece más arcaica que la normativa (es la que suena en primer lugar, incluida en el álbum que abre la lista), otras cinco versiones: la que cierra el citado álbum (interpretada, como la primera, por el grupo A SEI VOCI); la versión referencial de THE SIXTEEN, dirigidos por Harry Christophers; dos versiones de otro de los grupos vocales más prestigiosos, THE TALLIS SCHOLARS, una en vídeo y otra en audio; y, por fin, la versión de THE NEW COLLEGE de OXFORD.
GENERALIDADES
Una aproximación a la Tentación
Una aproximación a la Tentación
.....1. Definiciones. Tres son las acepciones que recoge el diccionario de la RAE sobre el término tentación, y cuatro que nos interesen (de las cinco que recoge la RAE) sobre el término tentador: las dos primeras, en ambos términos, se refieren al sentido profano del término, la tercera a su sentido religioso:
tentación.
(Del lat. temptatio, -onis)
1. f. Instigación o estímulo que induce el deseo de algo.
2. f. Persona, cosa o circunstancia que la provoca.
3. f. Rel. Solicitación al pecado inducida por el demonio.
tentador.
(Del lat. temptator, -oris)
1. adj. Que tienta. U. t. c. s.
2. adj. Que hace caer en la tentación. U. t. c. s.
3. adj. Apetecible, deseable.
4. m. Diablo (príncipe de los ángeles rebelados). El tentador.
.....1.1. Actualmente es el sentido profano del término el que ha terminado prevaleciendo, quitando filo a un significado esencialmente peyorativo en épocas pretéritas, de religiosidad preeminente. Con el tiempo el sentido religioso, obligado por las circunstancias y la secularización de la sociedad, se ha dulcificado un tanto, abandonando posturas extremas donde frecuentar la tentación o dejarse vencer por ella bien podría significar, como mínimo, severa penitencia, o, en los momentos más ardientes y convulsos de la fe, acabar muy posiblemente chamuscado. Hoy en día, incluso desde el ámbito doctrinal, tentación no deja de ser una inclinación venial a contravenir alguno de los preceptos que marca dicha doctrina; algo que, a lo sumo, supondrá un leve escozor en la conciencia culpable, fácilmente superable tras la pertinente confesión y penitencia.
.....1.2. La presencia del Maligno en la actualidad es más simbólica que real, sobre todo en esas tentaciones que atañen a la vida cotidiana de los fieles, en los países desarrollados del 1º Mundo. Pero antes, desde el advenimiento del cristianismo hasta el siglo pasado, es decir, durante casi dos mil años, las tentaciones eran estímulos inducidos directamente por las fuerzas del Mal (y quienes aún hoy lo crean, pertenecen más a círculos fundamentalistas que a una sociedad cada vez más secularizada).
.....2.3. La tentación, stricto sensu, es mucho más que una apetencia o un estado de gana ligado al capricho. Para que la tentación cobre pleno sentido, ese estímulo ha de poseer una entidad suficiente, un peso y gravedad sustancial capaz de modificar el estatus habitual de quien la padece. La tentación, su satisfacción, su vencimiento, la caída en ella, supone siempre un cambio ostensible en la vida del tentado y sucumbido. Quien cae en la tentación, quien se solaza en su lecho, quien a ella voluptuosamente se ayunta, experimenta una doble sensación: de satisfacción --por el ejercicio de liberalismo realizado y por el placer obtenido en ello--, y de culpabilidad --por haber sucumbido a un deseo que le ha hecho contravenir el orden existente en su conciencia alineada a una determinada conducta ética o moral. Esta dicotomía es, también, parte consustancial de la naturaleza bipolar de la tentación.
.....2.4. La tentación busca siempre el placer, mediato o inmediato, del tentado: es su fin la satisfacción; y en esa búsqueda importa menos el qué pasará después (de sucumbir a ella) que el mientras de su disfrute. En muchas ocasiones, por este efecto contradictorio, el tentado, una vez disfrutado de lo que la tentación prometía, cae en un estado de postración, de culpabilidad, de remordimiento: ahora siente que lo prometido no suponía mayor ganancia que lo perdido al ceder: la autoestima, el dominio de sí; el caído en la tentación siente que ha sido un traidor (hacia sí mismo o hacia su fe), su voluntad débil, se considera poco menos que una marioneta en manos invisibles de fuerzas que no domina ni controla. Siente que ha sido víctima de un siempre amenazador caos, y se siente, por fin, él mismo sumido en un estado caótico, y más cuanto mayor sea la tentación a la que se ha sucumbido.
.....2.5. La tentación vemos, pues, que supone un contravenir las reglas: las de la propia conducta, las de la comunidad, las de la conciencia, las de la doctrina moral. Por eso digo que no sólo se refiere a una gana o capricho. Se habla en sentido figurado cuando se refiere a la tentación derivada y asociada al marketing de los bienes de consumo. Primero se crea la necesidad, después se la hace deseable, induciendo al individuo a su posesión, se le tienta para que adquiera ese bien que se promete venturoso. ¿Es por ello la publicidad una nueva manifestación de los poderes infernales? Si seguimos hablando en sentido figurado (e irónico) quizás podamos contestar afirmativamente. Pero la satisfacción de estas "pequeñas" tentaciones no suponen la transgresión de ningún interdicto, aunque sí supongan a veces, si el capricho ha sido desmedido (un mejor automóvil, una mejor casa), un cambio en la vida del caído en la tentación que habrá de trabajar más para poder costear su capricho (pues de eso, al fin y al cabo se trata, en estas tentaciones consumistas, profanas).
....2.6..La tentación, para serlo con toda propiedad, ha de suponer un cambio suficiente, al menos en la conciencia del individuo; un cambio que va más allá de la satisfacción de caprichos: ha de implicar la conciencia de sí, la ética ordenada del individuo; ha de suponer un giro brusco en la dirección correcta, un rodeo, una excursión fuera de la ruta macada, muchas veces por territorio desconocido, pues que no se sabe a priori qué encontraremos del otro lado de la caída en la tentación. A algunos este caer les ha supuesto la perdición, a otros, como efecto rebote, lo contrario, la salvación. Hay incluso quien es capaz de vivir a golpe de tentación, como si ésta le marcara el rumbo a seguir: para ello se necesita una conciencia especial, no sometida a moral estricta alguna, sino solo al arbitrio del azar y de la voluntad venturosa (y aventurera); aquí tentación cobraría el valor de intuición (Oscar Wilde quizá podría ser un ejemplo apropiado y logrado de un tal tipo de individuo). Hasta se podría decir que quien cede a las tentaciones como norma es un inmoralista (Marqués de Sade, Justine, Casanova).
.....2.7. Por otra parte, la tentación también posee un ámbito en lo imaginario, una naturaleza abstracta, pero cuya manifestación es sentida como real en la emoción y la sensación. Me refiero a la tentación surgida a rebufo de lo leído, visto u oído con que el arte se sustancia: literatura, poesía, pintura, escultura, arquitectura o música. La tentación como un producto de la excitación intelectual producida por mundos oníricos --o que provocan la ensoñación--, mucho más poderosos en ocasiones que los reales. De este tipo de tentaciones brotan los Quijotes que en el mundo han sido, los conquistadores de entelequias y los creadores de toda laya. En este caso no se trata de un impulso surgido de la represión, de un factor negativo, carencial, sino de uno positivo cuyo ansia persigue abrirse a lo posible entrevisto en lo imaginario de la obra leída/observada/escuchada. Es un espacio que se abre en la conciencia, un espacio que nos llama y nos atrae con fuerza, con toda la fuerza de la posibilidad. Para caer en esta tentación es necesario un cierto grado de locura, de exacerbación dionisíaca, de ebriedad posibilista. La realidad, a los individuos que padecen este tipo de tentaciones, les puede llegar a resultar roma, insulsa, falta de sustancia, e, incluso, si la locura padecida llega a extremos distorsionadores del código de valores, de veracidad (Alonso Quijano).
....2.8. Habría entonces una tentación de lo físico, y otra de lo imaginario; una que busca satisfacer una necesidad creada, perceptible, sensorial o emocional; y otra que persigue la satisfacción intelectual --y, en cierto sentido, espiritual--, aunque ésta suponga la intervención física de todo el individuo. En el primer caso tendríamos al Fausto, de Goethe (su amor por Margarita, el deseo de rejuvenecimiento); en el segundo al Quijote, de Cervantes (su deseo de recorrer los caminos desfaciendo entuertos, ateniéndose a una ley de Caballería ya obsoleta e imaginaria).
.....2.9. Dentro de lo imaginario entrarían los sueños, tanto los tenidos mientras se duerme, como los habidos en vigilia. Gran fábrica de tentaciones es lo onírico, pues aquí los límites a transgredir se multiplican hasta el infinito. La tentación en estos casos se traduce por el deseo de materializar lo imaginario, de hacer corresponder lo que pertenece al ámbito de lo especulativo a lo real. La decepción suele ser frecuente, pero también los descubrimientos de nuevos territorios. Sería una tentación positiva, transgresora pero por el ansia de crecimiento, no por el afán de contravenir lo establecido. Tras este tipo de tentación se encuentran los visionarios, los adelantados a su tiempo, quienes abren nuevos caminos
.....2.10. No siempre ceder a la tentación supone un demérito para la voluntad, o una debilidad en el auto-gobierno, por cuanto esta tentación puede exigirle a uno poner en juego toda la voluntad y la fuerza de que se dispone. A veces, ceder a la tentación supone colocar la vida en situación de peligro (cedo a la tentación de convertirme en héroe, de marchar a misiones, de probar en mi propio cuerpo una vacuna, de ser mártir de las propias convicciones). Esta tentación positiva, en cambio es, así mismo, transgresora, pues promete y obliga a un cambio, pone en juego a todo el ser, pero no por debilidad sino por fortaleza: el interdicto que persigue transgredir es el de la propia seguridad, es una tentación de raigambre noble.
.....2.11. Tampoco caer en la tentación supone necesariamente dar con los huesos de la conciencia en el caos, o padecer las incurias del desorden, esto es más bien consecuencia del sentido religioso del término, más que pertenecer al ámbito de lo profano. La culpabilidad, en cambio, sí es un sentimiento que puede aparecer en el ámbito de lo profano, cuando se ha sido vencido por la tentación, pero esa culpabilidad tiene más que ver con la autoestima que con la conciencia de haber contravenido ninguna ley (ni ética, ni moral). La transgresión aquí, sería de índole personal e íntima, respecto a la escala de valores propia. Y no es en el caos donde uno se siente, ni presa del desorden emocional, sino en una especie de cárcel de sí mismo, a donde uno es arrojado por la propia debilidad (al no haber podido resistir la tentación --cuando así se experimenta: de comer, de beber, de fumar, de....).
.....2.12. La tentación, por otra parte, puede actuar de escala por donde ascender hacia la propia posibilidad de auto-realización. Puede ser una ventana, una puerta, una grieta en el muro, por las que escapar de lo convencional para adentrarse en lo desconocido de nosotros mismos, allí donde aguarda nuestro ser auténtico, no mediatizado, condicionado o ahormado por normas de conducta, prejuicios o educación determinada. Aquí la tentación tendría un efecto salvífico.
.....2.13. La tentación puede erigirse en reto, acicate o estímulo que suponga auto exigencia, puesta en juego, riesgo de ganar o perderlo todo. Es la tentación de signo positivo: aceptación del reto, del peligro y del azar, abandonando la seguridad del resguardado puerto de lo "convencional". Por contra, la tentación de signo negativo sería aquella que estimula a no asumir riesgos, a permanecer impasible, a resistirse a la puesta en juego y a lanzarse a la aventura. El instinto de supervivencia siempre está dispuesto a actuar con una extensa batería de recursos en forma de imperiosa tentación tendente a preservar la integridad y buscar la seguridad: tentación de signo de negativo, paradójicamente, pues tiende al inmovilismo y al no hacer.
.....A pesar de la secularización de la sociedad (secularización que, dicho sea de paso, está forzando una reacción por parte del estamento religioso y de los fieles más fundamentalistas --véase el Tea Party en EEUU, o las derivas reaccionarias en nuestro país por parte del clero más recalcitrantemente conservador) la influencia de centurias de injerencia de los preceptos morales en las normas, e incluso en las leyes, civiles, se deja sentir en el inconsciente colectivo de las gentes, que siguen actuando condicionados, sea inconscientemente, por estas referencias interiorizadas. Habrán de transcurrir aún muchos lustros para que la huella de la religión deje de condicionar la actitud vital de las sociedades del ámbito cristiano (y un factor que habrá de contribuir decisivamente a ello será la globalización, la mezcla de culturas, además del desarrollo tecnológico y científico, lo que irá provocando una modificación del conocimiento a ellos inherente.
.....Un San Antonio Abad hoy sería impensable, aunque no será porque no pudiésemos realizar un ejercicio de imaginación y analogía adecuado.
tentación.
(Del lat. temptatio, -onis)
1. f. Instigación o estímulo que induce el deseo de algo.
2. f. Persona, cosa o circunstancia que la provoca.
3. f. Rel. Solicitación al pecado inducida por el demonio.
tentador.
(Del lat. temptator, -oris)
1. adj. Que tienta. U. t. c. s.
2. adj. Que hace caer en la tentación. U. t. c. s.
3. adj. Apetecible, deseable.
4. m. Diablo (príncipe de los ángeles rebelados). El tentador.
.....1.1. Actualmente es el sentido profano del término el que ha terminado prevaleciendo, quitando filo a un significado esencialmente peyorativo en épocas pretéritas, de religiosidad preeminente. Con el tiempo el sentido religioso, obligado por las circunstancias y la secularización de la sociedad, se ha dulcificado un tanto, abandonando posturas extremas donde frecuentar la tentación o dejarse vencer por ella bien podría significar, como mínimo, severa penitencia, o, en los momentos más ardientes y convulsos de la fe, acabar muy posiblemente chamuscado. Hoy en día, incluso desde el ámbito doctrinal, tentación no deja de ser una inclinación venial a contravenir alguno de los preceptos que marca dicha doctrina; algo que, a lo sumo, supondrá un leve escozor en la conciencia culpable, fácilmente superable tras la pertinente confesión y penitencia.
.....1.2. La presencia del Maligno en la actualidad es más simbólica que real, sobre todo en esas tentaciones que atañen a la vida cotidiana de los fieles, en los países desarrollados del 1º Mundo. Pero antes, desde el advenimiento del cristianismo hasta el siglo pasado, es decir, durante casi dos mil años, las tentaciones eran estímulos inducidos directamente por las fuerzas del Mal (y quienes aún hoy lo crean, pertenecen más a círculos fundamentalistas que a una sociedad cada vez más secularizada).
.....2. Consideraciones a la naturaleza de la tentación en el ámbito profano.
.....2.1. Desde un punto de vista secular, profano, que es la que se sigue de la primera acepción de la definición antes apuntada, la tentación es un fenómeno de origen psíquico por el que al ser humano le sobreviene un estímulo imperativo, a veces subconsciente, que se traduce en deseo o necesidad de algo, es decir, conducente a llenar una carencia o por simple ansia de satisfacción.
.....2.2. No pocas veces, en el origen y nacimiento de la tentación juega un importante papel la función de la represión: algo se vuelve tentador por el mero hecho de estar prohibido, como si la tentación fuere una planta que germinara y floreciera con facilidad en terrenos abonados con represión, casi casi inherente a ellos. Porque la tentación, ante todo, lo que busca es transgredir el interdicto, cruzar la frontera entre lo ordenado, lo normativo, la ley, y la libertad sin límites ni condicionamientos, aunque ello suponga sumirse en el caos......2.3. La tentación, stricto sensu, es mucho más que una apetencia o un estado de gana ligado al capricho. Para que la tentación cobre pleno sentido, ese estímulo ha de poseer una entidad suficiente, un peso y gravedad sustancial capaz de modificar el estatus habitual de quien la padece. La tentación, su satisfacción, su vencimiento, la caída en ella, supone siempre un cambio ostensible en la vida del tentado y sucumbido. Quien cae en la tentación, quien se solaza en su lecho, quien a ella voluptuosamente se ayunta, experimenta una doble sensación: de satisfacción --por el ejercicio de liberalismo realizado y por el placer obtenido en ello--, y de culpabilidad --por haber sucumbido a un deseo que le ha hecho contravenir el orden existente en su conciencia alineada a una determinada conducta ética o moral. Esta dicotomía es, también, parte consustancial de la naturaleza bipolar de la tentación.
.....2.4. La tentación busca siempre el placer, mediato o inmediato, del tentado: es su fin la satisfacción; y en esa búsqueda importa menos el qué pasará después (de sucumbir a ella) que el mientras de su disfrute. En muchas ocasiones, por este efecto contradictorio, el tentado, una vez disfrutado de lo que la tentación prometía, cae en un estado de postración, de culpabilidad, de remordimiento: ahora siente que lo prometido no suponía mayor ganancia que lo perdido al ceder: la autoestima, el dominio de sí; el caído en la tentación siente que ha sido un traidor (hacia sí mismo o hacia su fe), su voluntad débil, se considera poco menos que una marioneta en manos invisibles de fuerzas que no domina ni controla. Siente que ha sido víctima de un siempre amenazador caos, y se siente, por fin, él mismo sumido en un estado caótico, y más cuanto mayor sea la tentación a la que se ha sucumbido.
.....2.5. La tentación vemos, pues, que supone un contravenir las reglas: las de la propia conducta, las de la comunidad, las de la conciencia, las de la doctrina moral. Por eso digo que no sólo se refiere a una gana o capricho. Se habla en sentido figurado cuando se refiere a la tentación derivada y asociada al marketing de los bienes de consumo. Primero se crea la necesidad, después se la hace deseable, induciendo al individuo a su posesión, se le tienta para que adquiera ese bien que se promete venturoso. ¿Es por ello la publicidad una nueva manifestación de los poderes infernales? Si seguimos hablando en sentido figurado (e irónico) quizás podamos contestar afirmativamente. Pero la satisfacción de estas "pequeñas" tentaciones no suponen la transgresión de ningún interdicto, aunque sí supongan a veces, si el capricho ha sido desmedido (un mejor automóvil, una mejor casa), un cambio en la vida del caído en la tentación que habrá de trabajar más para poder costear su capricho (pues de eso, al fin y al cabo se trata, en estas tentaciones consumistas, profanas).
....2.6..La tentación, para serlo con toda propiedad, ha de suponer un cambio suficiente, al menos en la conciencia del individuo; un cambio que va más allá de la satisfacción de caprichos: ha de implicar la conciencia de sí, la ética ordenada del individuo; ha de suponer un giro brusco en la dirección correcta, un rodeo, una excursión fuera de la ruta macada, muchas veces por territorio desconocido, pues que no se sabe a priori qué encontraremos del otro lado de la caída en la tentación. A algunos este caer les ha supuesto la perdición, a otros, como efecto rebote, lo contrario, la salvación. Hay incluso quien es capaz de vivir a golpe de tentación, como si ésta le marcara el rumbo a seguir: para ello se necesita una conciencia especial, no sometida a moral estricta alguna, sino solo al arbitrio del azar y de la voluntad venturosa (y aventurera); aquí tentación cobraría el valor de intuición (Oscar Wilde quizá podría ser un ejemplo apropiado y logrado de un tal tipo de individuo). Hasta se podría decir que quien cede a las tentaciones como norma es un inmoralista (Marqués de Sade, Justine, Casanova).
.....2.7. Por otra parte, la tentación también posee un ámbito en lo imaginario, una naturaleza abstracta, pero cuya manifestación es sentida como real en la emoción y la sensación. Me refiero a la tentación surgida a rebufo de lo leído, visto u oído con que el arte se sustancia: literatura, poesía, pintura, escultura, arquitectura o música. La tentación como un producto de la excitación intelectual producida por mundos oníricos --o que provocan la ensoñación--, mucho más poderosos en ocasiones que los reales. De este tipo de tentaciones brotan los Quijotes que en el mundo han sido, los conquistadores de entelequias y los creadores de toda laya. En este caso no se trata de un impulso surgido de la represión, de un factor negativo, carencial, sino de uno positivo cuyo ansia persigue abrirse a lo posible entrevisto en lo imaginario de la obra leída/observada/escuchada. Es un espacio que se abre en la conciencia, un espacio que nos llama y nos atrae con fuerza, con toda la fuerza de la posibilidad. Para caer en esta tentación es necesario un cierto grado de locura, de exacerbación dionisíaca, de ebriedad posibilista. La realidad, a los individuos que padecen este tipo de tentaciones, les puede llegar a resultar roma, insulsa, falta de sustancia, e, incluso, si la locura padecida llega a extremos distorsionadores del código de valores, de veracidad (Alonso Quijano).
....2.8. Habría entonces una tentación de lo físico, y otra de lo imaginario; una que busca satisfacer una necesidad creada, perceptible, sensorial o emocional; y otra que persigue la satisfacción intelectual --y, en cierto sentido, espiritual--, aunque ésta suponga la intervención física de todo el individuo. En el primer caso tendríamos al Fausto, de Goethe (su amor por Margarita, el deseo de rejuvenecimiento); en el segundo al Quijote, de Cervantes (su deseo de recorrer los caminos desfaciendo entuertos, ateniéndose a una ley de Caballería ya obsoleta e imaginaria).
.....2.9. Dentro de lo imaginario entrarían los sueños, tanto los tenidos mientras se duerme, como los habidos en vigilia. Gran fábrica de tentaciones es lo onírico, pues aquí los límites a transgredir se multiplican hasta el infinito. La tentación en estos casos se traduce por el deseo de materializar lo imaginario, de hacer corresponder lo que pertenece al ámbito de lo especulativo a lo real. La decepción suele ser frecuente, pero también los descubrimientos de nuevos territorios. Sería una tentación positiva, transgresora pero por el ansia de crecimiento, no por el afán de contravenir lo establecido. Tras este tipo de tentación se encuentran los visionarios, los adelantados a su tiempo, quienes abren nuevos caminos
.....2.10. No siempre ceder a la tentación supone un demérito para la voluntad, o una debilidad en el auto-gobierno, por cuanto esta tentación puede exigirle a uno poner en juego toda la voluntad y la fuerza de que se dispone. A veces, ceder a la tentación supone colocar la vida en situación de peligro (cedo a la tentación de convertirme en héroe, de marchar a misiones, de probar en mi propio cuerpo una vacuna, de ser mártir de las propias convicciones). Esta tentación positiva, en cambio es, así mismo, transgresora, pues promete y obliga a un cambio, pone en juego a todo el ser, pero no por debilidad sino por fortaleza: el interdicto que persigue transgredir es el de la propia seguridad, es una tentación de raigambre noble.
.....2.11. Tampoco caer en la tentación supone necesariamente dar con los huesos de la conciencia en el caos, o padecer las incurias del desorden, esto es más bien consecuencia del sentido religioso del término, más que pertenecer al ámbito de lo profano. La culpabilidad, en cambio, sí es un sentimiento que puede aparecer en el ámbito de lo profano, cuando se ha sido vencido por la tentación, pero esa culpabilidad tiene más que ver con la autoestima que con la conciencia de haber contravenido ninguna ley (ni ética, ni moral). La transgresión aquí, sería de índole personal e íntima, respecto a la escala de valores propia. Y no es en el caos donde uno se siente, ni presa del desorden emocional, sino en una especie de cárcel de sí mismo, a donde uno es arrojado por la propia debilidad (al no haber podido resistir la tentación --cuando así se experimenta: de comer, de beber, de fumar, de....).
.....2.12. La tentación, por otra parte, puede actuar de escala por donde ascender hacia la propia posibilidad de auto-realización. Puede ser una ventana, una puerta, una grieta en el muro, por las que escapar de lo convencional para adentrarse en lo desconocido de nosotros mismos, allí donde aguarda nuestro ser auténtico, no mediatizado, condicionado o ahormado por normas de conducta, prejuicios o educación determinada. Aquí la tentación tendría un efecto salvífico.
.....2.13. La tentación puede erigirse en reto, acicate o estímulo que suponga auto exigencia, puesta en juego, riesgo de ganar o perderlo todo. Es la tentación de signo positivo: aceptación del reto, del peligro y del azar, abandonando la seguridad del resguardado puerto de lo "convencional". Por contra, la tentación de signo negativo sería aquella que estimula a no asumir riesgos, a permanecer impasible, a resistirse a la puesta en juego y a lanzarse a la aventura. El instinto de supervivencia siempre está dispuesto a actuar con una extensa batería de recursos en forma de imperiosa tentación tendente a preservar la integridad y buscar la seguridad: tentación de signo de negativo, paradójicamente, pues tiende al inmovilismo y al no hacer.
A modo de Conclusión
.....Si bien la tentación que más nos interesa es la que más morbo posee, la que más carga polémica detenta, la que más discusión suscita, y esta es la que ha aportado al término un sentido más concreto, más sesgado, más negativo, me refiero, claro está, a la que se da en el ámbito religioso; pues ya no se trata de una instigación o estímulo difuso el que induce el deseo de algo, sino el representante de las fuerzas del mal, y su objetivo ya no se detiene en la satisfacción del tentado, sino que persigue la captación de su alma, su ganancia para la causa de Ángel Rebelde. Y aunque se tratará con suficiencia y pormenor en los siguientes posts, no quiero dejar de citarlo aquí, ya sea como presentación de lo que ha de venir. Simplemente decir que para muchos que no tienen conciencia de actuar ateniéndose a referencias morales, de orden religioso, el valor que detentan para ellos cierto tipo de tentaciones sigue estando contaminado por el sentido moral que la religión le lleva dando durante dos mil años (pues que ante todo me refiero a la cristiana, ámbito al que pertenezco y mejor conozco cuando hablo de religión)......A pesar de la secularización de la sociedad (secularización que, dicho sea de paso, está forzando una reacción por parte del estamento religioso y de los fieles más fundamentalistas --véase el Tea Party en EEUU, o las derivas reaccionarias en nuestro país por parte del clero más recalcitrantemente conservador) la influencia de centurias de injerencia de los preceptos morales en las normas, e incluso en las leyes, civiles, se deja sentir en el inconsciente colectivo de las gentes, que siguen actuando condicionados, sea inconscientemente, por estas referencias interiorizadas. Habrán de transcurrir aún muchos lustros para que la huella de la religión deje de condicionar la actitud vital de las sociedades del ámbito cristiano (y un factor que habrá de contribuir decisivamente a ello será la globalización, la mezcla de culturas, además del desarrollo tecnológico y científico, lo que irá provocando una modificación del conocimiento a ellos inherente.
.....Un San Antonio Abad hoy sería impensable, aunque no será porque no pudiésemos realizar un ejercicio de imaginación y analogía adecuado.
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GALERÍA
LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO
Selección 1
1400's - 1550's
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St Anthony attaqued by Devils, Limbourg Brothers, 1408
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Saint Anthony the Hermit tortured by Devils, Stefano di Giovanni Sassetta, 1423
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St Anthony attaqued by Devils, Limbourg Brothers, 1408
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Master of 1445
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Saint Anthony Tormented by Demons, (Engraving) Martin Schongauer, 1470-75
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The temptation of Saint Anthony, studio of Domenico Ghirlandaio (1st attribution)
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The temptation of Saint Anthony (restored), Formerly attributed to Michelangelo, 1487-88
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The temptation of Saint Anthony (restored), Formerly attributed to Michelangelo, 1487-88
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Giovanni Pietro da Birago, 1490
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The Temptation of Saint Anthony (Lisboa), detail: La messe noire (Central panel of a triptych), Hyeronimus Bosch, 1495-1515
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Tríptico de La Tentación de San Antonio (Lisboa). Alas cerradas: El Prendimiento y Cristo con la Cruz a Cuestas
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Triptych The Temptation of Saint Anthony (Wings open. Lisboa), Hyeronimus Bosch, 1495-1515
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Triptych The Temptation of Saint Anthony (Wings open. Lisboa), Hyeronimus Bosch, 1495-1515
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Triptych The Temptation of Saint Anthony (Wings open), Hyeronimus Bosch, 1495-1515 (Brussels)
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Hyeronimus Bosch, 1500-1525
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Retablo del Altar de Isenheim (Políptico abierto), Matthias Grünewald, 1512-1516
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Retablo del Altar de Isenheim (Alas laterales, Políptico abierto), Matthias Grünewald, 1512-1516
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The Temptation of St Antohony (Poliptych Altarpiece Isenheim), Matthias Grünewald, 1512-1516
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The Temptation of St Antohony, details (Poliptych Altarpiece Isenheim), Matthias Grünewald, 1512-1516
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Lucas Cranach, 1506
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Lucas Cranach, 1520
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(detail). Lucas Cranach, 1520
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Niklaus Manuel, 1520
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Anonyme flamand (XVIe s.)
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Jan Wellens de Cock, c. 1520
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Jan Wellens de Cock, c. 1520
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Jan Wellens de Cock, c 1520
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Jan Wellens de Cock (1470-1521)
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Jan Wellens de Cock (1470-1521)
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Jan Wellens de Cock -Attributed- (1470-1521)
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Jan Wellens de Cock (1470-1521)
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Jan Wellens de Cock (1470-1521)
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Cornelis Massys, 1st half 16th Century
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Giovanni Pietro da Birago, 1490
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Joachim Patinir, 1515
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Saints Jerome, Christopher and Anthony (Temptation of), The Master of the Saints, 1510-1520
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The Temptation of Saint Anthony (Central panel of a triptych, Lisboa), Hyeronimus Bosch, 1495-1515
Joachim Patinir, 1515
.Saints Jerome, Christopher and Anthony (Temptation of), The Master of the Saints, 1510-1520
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The Temptation of Saint Anthony (Lisboa), detail: La messe noire (Central panel of a triptych), Hyeronimus Bosch, 1495-1515
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Tríptico de La Tentación de San Antonio (Lisboa). Alas cerradas: El Prendimiento y Cristo con la Cruz a Cuestas
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Triptych The Temptation of Saint Anthony (Wings open. Lisboa), Hyeronimus Bosch, 1495-1515
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Triptych The Temptation of Saint Anthony (Wings open. Lisboa), Hyeronimus Bosch, 1495-1515
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Triptych The Temptation of Saint Anthony (Wings open), Hyeronimus Bosch, 1495-1515 (Brussels)
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Hyeronimus Bosch, 1500-1525
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Hyeronimus Bosch (Prado), c 1500
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Hyeronimus Bosch (Rijks Museum), c 1550-1600
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Hyeronimus Bosch, 2st half of 16th Century
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Antohony with Monsters, follower of Hyeronimus Bosch, 1500-1525Hyeronimus Bosch (Prado), c 1500
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Hyeronimus Bosch (Rijks Museum), c 1550-1600
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Hieronymus Bosch, 2st half of 16th Century
.Hyeronimus Bosch, 2st half of 16th Century
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Retablo del Altar de Isenheim (Políptico abierto), Matthias Grünewald, 1512-1516
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Retablo del Altar de Isenheim (Alas laterales, Políptico abierto), Matthias Grünewald, 1512-1516
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The Temptation of St Antohony (Poliptych Altarpiece Isenheim), Matthias Grünewald, 1512-1516
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The Temptation of St Antohony, detail (Poliptych Altarpiece Isenheim), Matthias Grünewald, 1512-1516
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The Temptation of St Antohony, detail (Poliptych Altarpiece Isenheim), Matthias Grünewald, 1512-1516
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The Temptation of St Antohony, detail (Poliptych Altarpiece Isenheim), Matthias Grünewald, 1512-1516
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The Temptation of St Antohony, details (Poliptych Altarpiece Isenheim), Matthias Grünewald, 1512-1516
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Lucas Cranach, 1506
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Lucas Cranach, 1520
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(detail). Lucas Cranach, 1520
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Las tentaciones de san Antonio, Pieter Coecke van Aelst, c 1540
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Anonyme flamand (XVIe s.)
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Jan Wellens de Cock, c. 1520
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Jan Wellens de Cock, c. 1520
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Jan Wellens de Cock, c 1520
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Jan Wellens de Cock (1470-1521)
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Jan Wellens de Cock (1470-1521)
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Jan Wellens de Cock -Attributed- (1470-1521)
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Jan Wellens de Cock (1470-1521)
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Jan Wellens de Cock (1470-1521)
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Cornelis Massys, 1st half 16th Century
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Lucas van Leyden, 1530
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Anonymous, c 1550
Anonymous, c 1550
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