La TENTACIÓN en el ÁMBITO RELIGIOSO
El pecado y su circunstancia
El pecado y su circunstancia
.....Solicitación al pecado inducida por el demonio, nos decía la tercera acepción de la definición de tentación recogida en el diccionario de la RAE. Y es que es en el ámbito de lo religioso donde la tentación adquiere toda su carga de multiversa sugerencia. Al no depender exclusivamente de la simple voluntad del tentado, al estar su origen afuera, en otra voluntad, la del Maligno, la del Ángel Caído, el sentido de la tentación y su alcance se amplifica, cobra densidad, se vuelve más complejo, adquiere mayor interés por lo taumatúrgico que se pone en juego. Se trata ya de dos voluntades en lucha: la del tentador (Satán) y la del tentado, su víctima. Esta complejidad es la que ha obligado, por ejemplo, a la Doctrina Cristiana a catalogar y sistematizar la tentación por la naturaleza del pecado al que incite (induzca). Sí, porque de pecado como objetivo de la tentación hablamos: caer en la tentación es pecar, dar con el alma en el caótico territorio de pecata mundi, región que está bajo el dominio del defenestrado Ángel de la Luz (Lucifer). Los pecados, las faltas, lo son porque el creyente, desoyendo los preceptos divinos (religiosos), se ha sometido al imperio de los vicios con que el Maligno lo tienta de continuo.
.....Pero, recapitulemos. Etimológicamente, pecado, en griego se dice hamartia, "el que yerra el blanco", por implicación, "el que se aparta de la actitud éticamente recta". En hebreo es jattá'th, "errar o apartarse del camino", "no alcanzar la meta (moral) establecida". Pecado en las religiones del libro, es un alejarse de la voluntad de Dios, un desviarse de las normas (preceptos) consagrados en la ley (de Dios), y que se recogen en las diversas doctrinas y libros sagrados. Pero al hombre, en esos libros, no se le reconoce la capacidad para pecar por sí mismo, por propia voluntad. De hecho el primer pecado, el Original, fue cometido por un bienaventurado hombre (mujer) instigado/engañado/inducido por el demonio, taimadamente disfrazado de serpiente. A partir de aquel primer pecado se abrió la veda, el hombre conoció el pecado, lo sufrió en su carne y se hizo mortal. [Habría de venir, siglos después, un redentor, enviado por el mismo Dios --su hijo--, para redimir al ser humano de esa su tendencia al pecado y darle una nueva oportunidad de salvación, para permitirle, otra vez, el acceso a la inmortalidad en su seno. Aunque la última palabra la tendría siempre el hombre: el maligno estaría ahí, al acecho, para tentarlo y apartarlo del camino salvífico].
.....El pecado, la caída, es posible por la existencia del demonio, de las oscuras fuerzas del Mal que siempre andan a la caza de almas; como si la existencia fuera un continuo disputar de Dios y de Satán por ver quién cosecha un mayor número de éstas. El hombre (la mujer) asiste a esta representación en calidad de protagonista necesario, que se ve envuelto en esta "lucha de poderes" hasta cierto punto inerme, pues sus decisiones parecen depender más de quienes detentan el poder (negativo o positivo) que de su albedrío (de hecho en todas las oraciones que el fiel eleva a su Dios, como un mantra, incluyen una petición de protección: líbranos de todo mal, Señor, y no nos dejes caer en la tentación. Así sea.
.....En la religión cristiana por tanto el pecado es cosa, cuanto menos, de dos: el que incita a él y el que en él cae; o de tres, si tenemos en cuenta las fuerzas benéficas a las que el tentado se encomienda para vencer dicho tentador trance (el mismo Dios, el Espíritu, Cristo, o cualquiera de los Ángeles y Santos). Multitud pues, como vemos, en torno a la tentación y su consecuencia afirmativa, el pecado.
.....Pero ¿de qué manera actúa el demonio, cómo se traduce ese su inducir? por una provocación o incitación del maligno a...
- acceder, obedecer o no obedecer,
- aceptar o no aceptar,
- hacer o dejar de hacer,
- decir o dejar de decir.
.....Es decir por fas o por nefas, por acción o por omisión, por tentación para obrar o para no hacerlo, para negar (la gracia de Dios, la sumisión a los preceptos, la obediencia a la doctrina) o para afirmar (la oferta del maligno, la ocasión del pecado, el abandono del camino recto).
.....Dietrich Bonhoffer, pastor luterano, mártir de los nazis al final de la 2ª Guerra Mundial, acusado (falsamente) de conspiración contra Hitler (la conspiración que acabaría con el intento de magnicidio fallido del 20 de Julio de 1944 en la Wolfsschanze -La Guarida del Lobo), teólogo brillante que abogaba por un cristianismo sin religión ("Jesús nos llamó, no a una nueva religión, sino a una nueva vida"), nos dice que: los causantes de la tentación son: el diablo, la concupiscencia del hombre y el mismo Dios. El modo cómo Dios puede tentar al hombre a cometer pecado contra él mismo se me escapa, pero barrunto que sea más como prueba: tentación como modo de probar la lealtad y fidelidad a la autoritas del Ser Supremo; es decir, como añagaza para calibrar el temple del creyente.
.....También nos dice el teólogo germano (y héroe, pues lo que sí hizo fue fundar junto a otros la Iglesia Confesante, o Iglesia de la Confesión, que se oponía frontalmente a las políticas de Hitler y al antisemitismo, proponiendo la resistencia política contra la barbarie nazi) que la tentación provocada por Satanás se cumple de tres maneras distintas:
- induce a reconocer el pecado,
- hace sufrir a la carne,
- y da muerte al pecador.
.....Quien cree en Dios y en la existencia del demonio (por supuesto, en la de un cielo y un infierno, e incluso en la de un más tardío purgatorio), por fuerza se deja inducir por éste para reconocer cuándo peca, para sentirse pecador (acólito, por tanto ganado para la causa, del maligno); quien es capaz de sentir sobre sí la lacra del pecado, por fuerza deberá, así mismo, sufrir sobre su carne (su cuerpo material) sus consecuencias (aunque, en realidad, sea su conciencia quien admita esa existencia del pecado); y da muerte al pecador, en sentido figurado: muerte para la gracia de Dios, muerte para la vida en gracia (pues según la doctrina, sólo vive realmente quien vive en gracia de Dios). Está claro que Bonhoffer nos está hablando de remordimiento, de reconocimiento de la falta que excluye (de la bienaventuranza), al pecar, al ser reos y víctimas de la tentación.
.....Pero, recapitulemos. Etimológicamente, pecado, en griego se dice hamartia, "el que yerra el blanco", por implicación, "el que se aparta de la actitud éticamente recta". En hebreo es jattá'th, "errar o apartarse del camino", "no alcanzar la meta (moral) establecida". Pecado en las religiones del libro, es un alejarse de la voluntad de Dios, un desviarse de las normas (preceptos) consagrados en la ley (de Dios), y que se recogen en las diversas doctrinas y libros sagrados. Pero al hombre, en esos libros, no se le reconoce la capacidad para pecar por sí mismo, por propia voluntad. De hecho el primer pecado, el Original, fue cometido por un bienaventurado hombre (mujer) instigado/engañado/inducido por el demonio, taimadamente disfrazado de serpiente. A partir de aquel primer pecado se abrió la veda, el hombre conoció el pecado, lo sufrió en su carne y se hizo mortal. [Habría de venir, siglos después, un redentor, enviado por el mismo Dios --su hijo--, para redimir al ser humano de esa su tendencia al pecado y darle una nueva oportunidad de salvación, para permitirle, otra vez, el acceso a la inmortalidad en su seno. Aunque la última palabra la tendría siempre el hombre: el maligno estaría ahí, al acecho, para tentarlo y apartarlo del camino salvífico].
.....El pecado, la caída, es posible por la existencia del demonio, de las oscuras fuerzas del Mal que siempre andan a la caza de almas; como si la existencia fuera un continuo disputar de Dios y de Satán por ver quién cosecha un mayor número de éstas. El hombre (la mujer) asiste a esta representación en calidad de protagonista necesario, que se ve envuelto en esta "lucha de poderes" hasta cierto punto inerme, pues sus decisiones parecen depender más de quienes detentan el poder (negativo o positivo) que de su albedrío (de hecho en todas las oraciones que el fiel eleva a su Dios, como un mantra, incluyen una petición de protección: líbranos de todo mal, Señor, y no nos dejes caer en la tentación. Así sea.
.....En la religión cristiana por tanto el pecado es cosa, cuanto menos, de dos: el que incita a él y el que en él cae; o de tres, si tenemos en cuenta las fuerzas benéficas a las que el tentado se encomienda para vencer dicho tentador trance (el mismo Dios, el Espíritu, Cristo, o cualquiera de los Ángeles y Santos). Multitud pues, como vemos, en torno a la tentación y su consecuencia afirmativa, el pecado.
.....Pero ¿de qué manera actúa el demonio, cómo se traduce ese su inducir? por una provocación o incitación del maligno a...
- acceder, obedecer o no obedecer,
- aceptar o no aceptar,
- hacer o dejar de hacer,
- decir o dejar de decir.
.....Es decir por fas o por nefas, por acción o por omisión, por tentación para obrar o para no hacerlo, para negar (la gracia de Dios, la sumisión a los preceptos, la obediencia a la doctrina) o para afirmar (la oferta del maligno, la ocasión del pecado, el abandono del camino recto).
.....Dietrich Bonhoffer, pastor luterano, mártir de los nazis al final de la 2ª Guerra Mundial, acusado (falsamente) de conspiración contra Hitler (la conspiración que acabaría con el intento de magnicidio fallido del 20 de Julio de 1944 en la Wolfsschanze -La Guarida del Lobo), teólogo brillante que abogaba por un cristianismo sin religión ("Jesús nos llamó, no a una nueva religión, sino a una nueva vida"), nos dice que: los causantes de la tentación son: el diablo, la concupiscencia del hombre y el mismo Dios. El modo cómo Dios puede tentar al hombre a cometer pecado contra él mismo se me escapa, pero barrunto que sea más como prueba: tentación como modo de probar la lealtad y fidelidad a la autoritas del Ser Supremo; es decir, como añagaza para calibrar el temple del creyente.
.....También nos dice el teólogo germano (y héroe, pues lo que sí hizo fue fundar junto a otros la Iglesia Confesante, o Iglesia de la Confesión, que se oponía frontalmente a las políticas de Hitler y al antisemitismo, proponiendo la resistencia política contra la barbarie nazi) que la tentación provocada por Satanás se cumple de tres maneras distintas:
- induce a reconocer el pecado,
- hace sufrir a la carne,
- y da muerte al pecador.
.....Quien cree en Dios y en la existencia del demonio (por supuesto, en la de un cielo y un infierno, e incluso en la de un más tardío purgatorio), por fuerza se deja inducir por éste para reconocer cuándo peca, para sentirse pecador (acólito, por tanto ganado para la causa, del maligno); quien es capaz de sentir sobre sí la lacra del pecado, por fuerza deberá, así mismo, sufrir sobre su carne (su cuerpo material) sus consecuencias (aunque, en realidad, sea su conciencia quien admita esa existencia del pecado); y da muerte al pecador, en sentido figurado: muerte para la gracia de Dios, muerte para la vida en gracia (pues según la doctrina, sólo vive realmente quien vive en gracia de Dios). Está claro que Bonhoffer nos está hablando de remordimiento, de reconocimiento de la falta que excluye (de la bienaventuranza), al pecar, al ser reos y víctimas de la tentación.
Los Siete Pecados Capitales, Hyeronimus Bosch |
Los Siete Pecados Capitales
(Catalogando los vicios)
.....Se los llama así, Capitales, no por su mayor o menor importancia (que también, pues se admite hasta una gradación en su gravedad) sino porque son cabeza u origen, fuente, de otros más; es decir, son pecados (vicios) troncales, con múltiples ramificaciones derivadas.
.....Según Evagrio Póntico, de origen griego, que viviera entre los años 345 y 399, ocho son los vicios malvados, clasificados en dos categorías:
Cuatro vicios concupiscibles (o deseos de posesión):
....- Gula y Ebriedad (gastrimargia)
....- Avaricia (philarguria, amor hacia el oro)
....- Lujuria (porneia)
....- Vanagloria (kenodoxia)
Cuatro vicios irascibles (que ya no son deseos sino carencias, privaciones o frustraciones):
....- Ira (orgè, cólera irreflexiva, crueldad, violencia)
....- Tristeza (lupè)
....- Pereza (acedia, depresión profunda, desesperanza)
....- Orgullo (uperèphania)
.....En el siglo V, Juan Casiano (San), respetó esta lista pero reduciéndola a siete, refundiendo la vanagloria al vicio de soberbia.
.....El Papa Gregorio Magno (540-604) sería quien consignara de forma definitiva los Siete que actualmente se conocen, dándolos el siguiente orden:
1. Lujuria
2. Pereza
3. Gula
4. Ira
5. Envidia
6. Avaricia
7. Soberbia
.....Santo Tomás de Aquino (1225-1274) respetaría esta lista, pero en otro orden:
1. Vanagloria (orgullo, soberbia)
2. Avaricia
3. Glotonería
4. Lujuria
5. Pereza
6. Envidia
7. Ira
..Lo del orden es curioso, pues hasta hoy en día se habla de pecados más graves que otros, y hay quien disculpa antes los pecados de Avaricia, Envidia, Soberbia, que los de Lujuria o Ira (está claro que para todos el de Glotonería, es el pecado más humilde y perdonable; el de Pereza, me temo que pasa casi, casi, desapercibido, por más que debiera ser uno de los más censurables, ya que implica la negación de la acción, y, por tanto, la negación de la vida). Pero es curioso, sí, que tenga, entre los creyentes jerárquicos, peor prensa el pecado de contenido sexual que el de origen económico (ya sea aquél cometido por personas que a nadie ofenden en sus escarceos; y éste por delincuentes de guante blanco que provoque miseria y sufrimiento a muchos). Curiosa, sí, esta moral estratificada que suele acercar más el ascua al mero del poderoso que a la sardina del humilde. Estoy con Bonhoffer en lo referente a que Jesús vino a mostrarnos una nueva vida, y no una vieja religión con la fachada revocada.
.....De esta batería de vicios/pecados se derivarían todos los demás. En todos estos (viciosos) ámbitos es susceptible la tentación. Como vemos, el ser humano, desde el punto de vista religioso (sobre todo de las religiones del Libro) está sometido continuamente a un escrutinio de solvencia y fidelidad a los preceptos de la moral de turno. Como si dijéramos, un sin vivir, teniendo que adecuar constantemente su vivir a dicha, más o menos (pero siempre), rígida moral. No es de extrañar que en los tiempos más oscurantistas de la fe, cualquiera podía ser inculpado de acólito del demonio, sólo era necesario poner en ello voluntad (la del inquisidor) e interés (político/religioso).
.....Y así vemos cómo los fieles creyentes de una determinada religión (sobre todo las del Libro, monoteístas) han de estar haciendo constantes equilibrios para no salirse de la senda marcada (y si se salen, realizando la pertinente penitencia previa contrición, volverán a instalarse, obedientes y sumisos, más o menos cómodamente en ella).
.....Se suele considerar al creyente capaz de resistirse a todas las tentaciones y vencer al maligno, una especie de héroe griego, que puede llegar a alcanzar, como Heracles o Perseo, la condición de semidiós: se le denominará Santo, y se le elevará a las gloriosas y bienaventuradas alturas donde mora Dios con su Corte de ángeles y justos.
.....Y así llegamos a la figura del Santo tentado, a la Tentación que templa Santos, y al caso que nos ocupa, el de un santo especialmente singular: San Antonio Abad.
.....Según Evagrio Póntico, de origen griego, que viviera entre los años 345 y 399, ocho son los vicios malvados, clasificados en dos categorías:
Cuatro vicios concupiscibles (o deseos de posesión):
....- Gula y Ebriedad (gastrimargia)
....- Avaricia (philarguria, amor hacia el oro)
....- Lujuria (porneia)
....- Vanagloria (kenodoxia)
Cuatro vicios irascibles (que ya no son deseos sino carencias, privaciones o frustraciones):
....- Ira (orgè, cólera irreflexiva, crueldad, violencia)
....- Tristeza (lupè)
....- Pereza (acedia, depresión profunda, desesperanza)
....- Orgullo (uperèphania)
.....En el siglo V, Juan Casiano (San), respetó esta lista pero reduciéndola a siete, refundiendo la vanagloria al vicio de soberbia.
.....El Papa Gregorio Magno (540-604) sería quien consignara de forma definitiva los Siete que actualmente se conocen, dándolos el siguiente orden:
1. Lujuria
2. Pereza
3. Gula
4. Ira
5. Envidia
6. Avaricia
7. Soberbia
.....Santo Tomás de Aquino (1225-1274) respetaría esta lista, pero en otro orden:
1. Vanagloria (orgullo, soberbia)
2. Avaricia
3. Glotonería
4. Lujuria
5. Pereza
6. Envidia
7. Ira
..Lo del orden es curioso, pues hasta hoy en día se habla de pecados más graves que otros, y hay quien disculpa antes los pecados de Avaricia, Envidia, Soberbia, que los de Lujuria o Ira (está claro que para todos el de Glotonería, es el pecado más humilde y perdonable; el de Pereza, me temo que pasa casi, casi, desapercibido, por más que debiera ser uno de los más censurables, ya que implica la negación de la acción, y, por tanto, la negación de la vida). Pero es curioso, sí, que tenga, entre los creyentes jerárquicos, peor prensa el pecado de contenido sexual que el de origen económico (ya sea aquél cometido por personas que a nadie ofenden en sus escarceos; y éste por delincuentes de guante blanco que provoque miseria y sufrimiento a muchos). Curiosa, sí, esta moral estratificada que suele acercar más el ascua al mero del poderoso que a la sardina del humilde. Estoy con Bonhoffer en lo referente a que Jesús vino a mostrarnos una nueva vida, y no una vieja religión con la fachada revocada.
.....De esta batería de vicios/pecados se derivarían todos los demás. En todos estos (viciosos) ámbitos es susceptible la tentación. Como vemos, el ser humano, desde el punto de vista religioso (sobre todo de las religiones del Libro) está sometido continuamente a un escrutinio de solvencia y fidelidad a los preceptos de la moral de turno. Como si dijéramos, un sin vivir, teniendo que adecuar constantemente su vivir a dicha, más o menos (pero siempre), rígida moral. No es de extrañar que en los tiempos más oscurantistas de la fe, cualquiera podía ser inculpado de acólito del demonio, sólo era necesario poner en ello voluntad (la del inquisidor) e interés (político/religioso).
.....Y así vemos cómo los fieles creyentes de una determinada religión (sobre todo las del Libro, monoteístas) han de estar haciendo constantes equilibrios para no salirse de la senda marcada (y si se salen, realizando la pertinente penitencia previa contrición, volverán a instalarse, obedientes y sumisos, más o menos cómodamente en ella).
.....Se suele considerar al creyente capaz de resistirse a todas las tentaciones y vencer al maligno, una especie de héroe griego, que puede llegar a alcanzar, como Heracles o Perseo, la condición de semidiós: se le denominará Santo, y se le elevará a las gloriosas y bienaventuradas alturas donde mora Dios con su Corte de ángeles y justos.
.....Y así llegamos a la figura del Santo tentado, a la Tentación que templa Santos, y al caso que nos ocupa, el de un santo especialmente singular: San Antonio Abad.
TABLA
de PECADOS CAPITALES, sus DEMONIOS
asociados
y
VIRTUDES correspondientes
|
||
PECADO CAPITAL
|
DEMONIO ASOCIADO
|
VIRTUD
|
Soberbia
|
Lucifer
|
Humildad
|
Avaricia
|
Mammon
|
Generosidad
|
Lujuria
|
Asmodeo
|
Castidad
|
Ira
|
Amon
|
Paciencia
|
Gula
|
Belcebú
|
Templanza
|
Envidia
|
Leviatán
|
Caridad
|
Pereza
|
Belfegor
|
Diligencia
|
...
SAN ANTONIO ABAD
(y su mundo de tentaciones)
.....Nacido en Heracleópolis Magna, Egipto, en 251, y muerto en 356, en el Monte Colzim, a orillas del Mar Rojo, donde se había retirado para realizar una vida ascética. Se le considera fundador del movimiento eremítico (aunque le quepa a Pablo de Tebas el honor de ser considerado primer ermitaño; a quien, por cierto, Antonio visitaría antes de morir, y por quien sería enterrado en tumba excavada por dos leones) y patrón de los cerdos (por extensión, protector de todos los animales, en este caso más conocido como San Antón), de los sepultureros y sanador de todo tipo de enfermos de la piel (sobre todo los afectados por el ergotismo, llamado apropiadamente Fuego de San Antón). Los monjes antonianos, con su cruz egipcia azul --Tau-- (distintivo y emblema de San Antonio), se harían famosos en la Edad Media por su dedicación al cuidado de afectados por la peste negra, lepra, sarna o enfermedades venéreas (además del ya citado fuego Sacro o culebrilla) en los varios monasterios que salpicaban el Camino de Santiago, hasta bien entrada la Edad Moderna.
.....Ya muy joven abandonó sus bienes, los donó a los pobres, y se retiró a una comunidad que realizaba vida ascética en la frontera con el desierto. Después, poco a poco, se fue internando en él hasta llegar a habitar en soledad en el laberinto de cuevas que allí, en los roquedales calcáreos, reciben las brisas del Mar Rojo; no sin antes, eso sí, de dejar diseminadas varias comunidades eremíticas a su paso. Abandonó por un breve periodo de tiempo este retiro para trasladarse a Alejandría, a petición de su obispo, Atanasio, y combatir el arrianismo, tras lo cual volvió a él. Es en esta soledad del desierto donde padecería las tentaciones que la iconografía recrearía profusamente, y la literatura aprovecharía como fuente temática. Moriría a los 105 años, en olor de santidad. Sus reliquias, contraviniendo sus deseos, fueron desenterradas de una tumba anónima y llevadas a Alejandría en el año 561, donde fueron veneradas hasta el siglo XII, en que fueron llevadas en un nuevo traslado a Constantinopla (y de allí acabarían su periplo en Francia).
.....Los Caballeros del Hospital de San Antonio, u Hospitalarios, orden creada en las postrimerías del siglo XI (1095), se pusieron bajo su advocación, y adoptaron como emblemas una túnica negra de sayal con capuchón y la cruz egipcia, que corresponde a la letra tau griega, de color azul, sobre el pecho. Su dedicación hospitalaria se enfocaría en el tratamiento de las enfermedades de la piel, en general, y del Fuego de San Antón (ergotismo), en particular. La orden de los Antonianos permanecería activa hasta finales del siglo XVIII e inicios del XIX, en que sería disuelta.
.....Centrándonos en el episodio de la (o las) tentación (tentaciones) de San Antonio, deberemos precisar que nos es conocido gracias al relato que de él hicieran (San) Atanasio y (San) Jerónimo, ambos obispos contemporáneos suyos y padres de la Iglesia, recogido en sendas colecciones hagiográficas del siglo V: Conversaciones con los padres de Egipto, de Juan Cassiano; y La Vida de los padres, un complejo anecdotario anónimo. De ambas colecciones y de otros autores más bebería la Leyenda Dorada, del dominico, otrosí obispo de Génova, Santiago de la Vorágine, obra escrita el siglo XIII. Es La Leyenda Dorada un florilegio de vida y hechos de los santos hasta entonces conocidos (alrededor de 180), muy copiada en la Edad Media. De este relato surge la imaginería que los artistas góticos, renacentistas, barrocos, y cuantos les siguieron, emplearían para realizar sus representaciones gráficas. En éstas vemos cómo las tentaciones abarcan todo el espectro demoníaco: el Maligno enviaría a todas sus huestes a tentar al eremita, pues bien sabía él que ganándolo para su causa, asestaría un duro golpe a la fe (más o menos, pero en órdago aún más decisivo, lo que haría con Jesús en el desierto).
.....Es curioso cómo quien desea combatir y derrotar al demonio, cual caballero que sale en busca de dragones, lo busca y lo encuentra, no en fragorosos bosques, no en oscuros valles, no en abismos insondables ni en alturas impropias, sino en la inhóspita y vacía región del desierto: allí donde nada hay (salvo, parece ser, el demonio), y nada puede estorbar esa lucha contra quien, al contrario que el dragón, no se halla fuera sino dentro del héroe. Éste (convertido en santo para el cristianismo) ahí se las verá con toda suerte de tentaciones que desde el fondo de sí mismo tomarán la forma de alguien ajeno, extracorpóreo (pues lo contrario sería posesión infernal), El Maligno, quien a partir de la imaginación (su cultura, su conocimiento) del tentado irá devanando imágenes tentadoras, posibilidades apetecibles, opciones sugerentes, todas ellas conocidas, bien en la realidad, bien en su imaginario. Y he dicho bien: a partir de su conocimiento, de su cultura; pues el mundo se nos presenta a la luz de ésta y de aquél; aquello en lo que creemos es lo que conocemos o barruntamos, bien en la realidad material, bien en la imaginación intangible; de lo que se ignora nada se sigue, ni a favor ni en contra. Esto será importante para lo que se ha de exponer en el siguiente post.
.....Para entender convenientemente los episodios maravillosos que suponen las tentaciones, hay que tener en cuenta que en aquellos convulsos primeros siglos de cristianismo, a punto de ser elevado éste a la categoría de religión de estado por Teodosio, en 380, tras haber sido previamente reconocida su legalidad en el Edicto de Milán, promulgado por Constantino I (en el año 313, que ya es elegir año a prueba de supersticiones), los enemigos eran múltiples, los intereses espurios y oportunistas, y la confusión por dotar a un movimiento popular, semi-clandestino, más anárquico que estructurado, de un corpus estable debió ser mayúscula. Tras el Primer Concilio de Nicea (325), promovido ya por el Emperador romano, esta legalización y oficialización sentaría las bases de lo que la Iglesia acabaría siendo con el tiempo. La religión cristiana se iría conformando con el paso del tiempo a modo en que una escultura, golpe a golpe, esquirla a esquirla, va tomando forma. Pero en aquellos años, años en los que vivió nuestro Antonio Abad, hubo un esfuerzo sobrehumano por luchar contra el paganismo y el politeísmo presentes en el ámbito del Imperio, contra un Judaísmo excluyente y contra todas las doctrinas de origen oriental (zoroastrismo, maniqueísmo, esenios, etc), que podían poner en peligro una doctrina naciente, monoteísta y revolucionaria (la misma Iglesia resultante se encargaría de difuminar gran parte de ese sentido revolucionario que Cristo quiso darle, al convertirse en una institución de poder terrenal que controlaba a sus fieles por medio del miedo infernal y la promesa celestial). Antonio Abad contribuiría a este afianzamiento con su vida ejemplar y su lucha contra las tendencias heréticas (principalmente el arrianismo). Las tentaciones, pues, debieron ser enormes, pues el reto también lo era, y ya se sabe que todas las creencias religiosas precisan de unos sólidos cimientos a base de martirologio y santería, de ejemplaridad al fin y al cabo que suscite la emulación (por más que las jerarquías estén por otra labor menos exigente y más administrativa --para decirlo suave).
.....En el siguiente post se desarrollará la perspectiva literaria del santo eremita que tan buena materia prima donaría al arte, a la imaginación y a la creatividad.
.....Los Caballeros del Hospital de San Antonio, u Hospitalarios, orden creada en las postrimerías del siglo XI (1095), se pusieron bajo su advocación, y adoptaron como emblemas una túnica negra de sayal con capuchón y la cruz egipcia, que corresponde a la letra tau griega, de color azul, sobre el pecho. Su dedicación hospitalaria se enfocaría en el tratamiento de las enfermedades de la piel, en general, y del Fuego de San Antón (ergotismo), en particular. La orden de los Antonianos permanecería activa hasta finales del siglo XVIII e inicios del XIX, en que sería disuelta.
.....Centrándonos en el episodio de la (o las) tentación (tentaciones) de San Antonio, deberemos precisar que nos es conocido gracias al relato que de él hicieran (San) Atanasio y (San) Jerónimo, ambos obispos contemporáneos suyos y padres de la Iglesia, recogido en sendas colecciones hagiográficas del siglo V: Conversaciones con los padres de Egipto, de Juan Cassiano; y La Vida de los padres, un complejo anecdotario anónimo. De ambas colecciones y de otros autores más bebería la Leyenda Dorada, del dominico, otrosí obispo de Génova, Santiago de la Vorágine, obra escrita el siglo XIII. Es La Leyenda Dorada un florilegio de vida y hechos de los santos hasta entonces conocidos (alrededor de 180), muy copiada en la Edad Media. De este relato surge la imaginería que los artistas góticos, renacentistas, barrocos, y cuantos les siguieron, emplearían para realizar sus representaciones gráficas. En éstas vemos cómo las tentaciones abarcan todo el espectro demoníaco: el Maligno enviaría a todas sus huestes a tentar al eremita, pues bien sabía él que ganándolo para su causa, asestaría un duro golpe a la fe (más o menos, pero en órdago aún más decisivo, lo que haría con Jesús en el desierto).
.....Es curioso cómo quien desea combatir y derrotar al demonio, cual caballero que sale en busca de dragones, lo busca y lo encuentra, no en fragorosos bosques, no en oscuros valles, no en abismos insondables ni en alturas impropias, sino en la inhóspita y vacía región del desierto: allí donde nada hay (salvo, parece ser, el demonio), y nada puede estorbar esa lucha contra quien, al contrario que el dragón, no se halla fuera sino dentro del héroe. Éste (convertido en santo para el cristianismo) ahí se las verá con toda suerte de tentaciones que desde el fondo de sí mismo tomarán la forma de alguien ajeno, extracorpóreo (pues lo contrario sería posesión infernal), El Maligno, quien a partir de la imaginación (su cultura, su conocimiento) del tentado irá devanando imágenes tentadoras, posibilidades apetecibles, opciones sugerentes, todas ellas conocidas, bien en la realidad, bien en su imaginario. Y he dicho bien: a partir de su conocimiento, de su cultura; pues el mundo se nos presenta a la luz de ésta y de aquél; aquello en lo que creemos es lo que conocemos o barruntamos, bien en la realidad material, bien en la imaginación intangible; de lo que se ignora nada se sigue, ni a favor ni en contra. Esto será importante para lo que se ha de exponer en el siguiente post.
.....Para entender convenientemente los episodios maravillosos que suponen las tentaciones, hay que tener en cuenta que en aquellos convulsos primeros siglos de cristianismo, a punto de ser elevado éste a la categoría de religión de estado por Teodosio, en 380, tras haber sido previamente reconocida su legalidad en el Edicto de Milán, promulgado por Constantino I (en el año 313, que ya es elegir año a prueba de supersticiones), los enemigos eran múltiples, los intereses espurios y oportunistas, y la confusión por dotar a un movimiento popular, semi-clandestino, más anárquico que estructurado, de un corpus estable debió ser mayúscula. Tras el Primer Concilio de Nicea (325), promovido ya por el Emperador romano, esta legalización y oficialización sentaría las bases de lo que la Iglesia acabaría siendo con el tiempo. La religión cristiana se iría conformando con el paso del tiempo a modo en que una escultura, golpe a golpe, esquirla a esquirla, va tomando forma. Pero en aquellos años, años en los que vivió nuestro Antonio Abad, hubo un esfuerzo sobrehumano por luchar contra el paganismo y el politeísmo presentes en el ámbito del Imperio, contra un Judaísmo excluyente y contra todas las doctrinas de origen oriental (zoroastrismo, maniqueísmo, esenios, etc), que podían poner en peligro una doctrina naciente, monoteísta y revolucionaria (la misma Iglesia resultante se encargaría de difuminar gran parte de ese sentido revolucionario que Cristo quiso darle, al convertirse en una institución de poder terrenal que controlaba a sus fieles por medio del miedo infernal y la promesa celestial). Antonio Abad contribuiría a este afianzamiento con su vida ejemplar y su lucha contra las tendencias heréticas (principalmente el arrianismo). Las tentaciones, pues, debieron ser enormes, pues el reto también lo era, y ya se sabe que todas las creencias religiosas precisan de unos sólidos cimientos a base de martirologio y santería, de ejemplaridad al fin y al cabo que suscite la emulación (por más que las jerarquías estén por otra labor menos exigente y más administrativa --para decirlo suave).
.....En el siguiente post se desarrollará la perspectiva literaria del santo eremita que tan buena materia prima donaría al arte, a la imaginación y a la creatividad.
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GALERÍA
LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO
Selección 2
1550's - 1700's
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Pieter Huys, 1547
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Pieter Huys, 1547
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Pieter Huys, 2nd half 16th century
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Pieter Huys, 1580
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Peter Huys (1519-1581)
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(Circle of) Peter Huys, 1580's
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Jan Mandijn (after Pieter Bruegel), 1550's
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Jan Mandijn, c 1550
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Jan Mandijn, c 1550
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Jan Mandijn (¿?)
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Jan Mandijn, 1555
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Jan Mandijn, 1550's
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Jan Mandijn, 1550's
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Jan Mandyn, Pieter Huys et leur atelier (Haarlem 1490 – Anvers 1550)
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Hyeronimus Bosch (after), 1561
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Lelio Orsi, 1570's
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Marten de Vos (1532-1603)
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Marten de Vos (1532-1603)
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Marten de Vos (detail) (1532-1603)
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Tintoretto, 1577
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Annibale Carracci, 1597-1598
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Pieter Huys, 1547
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Pieter Huys, 2nd half 16th century
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Pieter Huys, 1580
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Peter Huys (1519-1581)
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(Circle of) Peter Huys, 1580's
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Jan Mandijn (after Pieter Bruegel), 1550's
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Jan Mandijn, c 1550
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Jan Mandijn, c 1550
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Jan Mandijn (¿?)
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Jan Mandijn, 1555
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Jan Mandijn, 1550's
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Jan Mandijn, 1550's
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Jan Mandyn, Pieter Huys et leur atelier (Haarlem 1490 – Anvers 1550)
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Hyeronimus Bosch (after), 1561
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Lelio Orsi, 1570's.
Lelio Orsi, 1570's
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Marten de Vos (1532-1603)
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Marten de Vos (1532-1603)
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Marten de Vos (detail) (1532-1603)
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(School of) Marten de Vos (1532-1603)
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The Temptation of Saint Anthony, Marten de Vos, c. 1591-1594
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Marten de Vos, 1591-94 (reverse).
Tintoretto, 1577
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Annibale Carracci, 1597-1598
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The Temptation of Saint Anthony, Jacques Callot, 1634
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The Temptation of Saint Anthony, Jacques Callot, c 1617
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Salvator Rosa, 1645
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The Temptation of St. Anthony, Joos van Craesbeeck, 1650
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The Temptation of Saint Anthony, Jacques Callot, c 1617
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Abraham Blooteling, 17th century
.Salvator Rosa, 1645
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The Temptation of St. Anthony, Joos van Craesbeeck, 1650
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Jan Van de Venne, 1600-1650
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Cornelis Saftleven, 1st half 17th Century
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Cornelis Saftleven (attributed), 1st half 17th Century
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David Rijkaert III (The Younger), 1612-1661
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David Rijkaert III (The Younger), 1612-1661
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David Teniers Le Jeune,
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David Teniers Le Jeune,
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David Teniers El Joven, c 1640
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David Teniers El Joven, c 1665
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The Temptation of St Anthony, Cornelis Saftleven, 1629
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Cornelis Saftleven, 1st half 17th Century.
Cornelis Saftleven, 1st half 17th Century
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Cornelis Saftleven (attributed), 1st half 17th Century
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David Rijkaert III (The Younger), 1612-1661
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David Rijkaert III (The Younger), 1612-1661
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David Teniers Le Jeune,
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David Teniers Le Jeune,
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David Teniers El Joven, c 1640
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David Teniers El Joven, c 1665
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Las Tentaciones de San Antonio Abad, David Teniers El Joven
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David Teniers Le Jeune,
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David Teniers Le Jeune,
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Las Tentaciones de San Antonio Abad, David Teniers El Joven
David Teniers Le Jeune,
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David Teniers Le Jeune,
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Las Tentaciones de San Antonio Abad, David Teniers El Joven
Las Tentaciones de San Antonio Abad (v III), David Teniers El Joven
Temptation of St Anthony, David Teniers, 2nd half of the 17 Century
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