jueves, 15 de noviembre de 2012

Wassily Kandinsky y la Necesidad Interior (II)





...A la singular Sensibilidad de Wassily Kandinsky

...Esto lo veremos de modo más didáctico exponiendo un caso concreto --el que nos ocupa-- que supondría en los albores del siglo XX un cambio exponencial en la concepción artística (pictórica). Me refiero al cambio estratósférico que supuso el paso del arte figurativo (dependiente de los objetos; más o menos representacional, pero siempre imitativo de la naturaleza) al abstracto (en el que los objetos desaparecen para intentar expresar, directamente, conceptos intelectuales y/o emociones, no presentes en el ámbito físico de la naturaleza sino en el más abstracto de la imaginación y las emociones). Me refiero al singular caso de Wassily Kandinsky.
Precursor, formulador y primer exponente del arte abstracto, Kandinsky, además fue un teórico del arte. A él se debe un opúsculo capital en el Arte Nuevo (que allá en los inicios del siglo XX intentaba encontrar expresión sin terminar de conseguirlo plenamente, como si esa sensibilidad ya estimulada por el impresionismo, el expresionismo o el cubismo, no acabara de concretar el estilo que le era propio), me refiero a Über das Geistige in der Kunst (De lo Espiritual en el Arte), que viera la luz en 1912, tras dormir dos años en un cajón (como el mismo Kandinsky revelara), acaso esperando el momento más propicio. En esta obrita, si bien aún no declara abiertamente la proclamación del arte abstracto (concreto, lo llamará él), sí que enuncia principios básicos acerca de la teoría del color y la forma, y la composición, y las correspondencias entre uno y otra, y todo --toda esta teoría física-- en la consecución de un objetivo, que no pretende sino desvelar las connotaciones psíquicas que subyacen en el hecho pictórico, sus implicaciones emocionales, el valor lírico de las formas y los colores para transmitir alma al espectador. Porque, como el propio Kandinsky subraya una y otra vez, todo en la pintura, en la mano que pinta y en el ojo que observa lo pintado, obedece a un imperativo: el de la Necesidad Interior de todo alma por trascender la realidad; bien sea creando, bien recreando la obra de arte mediante la sensibilidad que la desvela. El arte abstracto, en consecuencia, no sería sino esa necesidad de plasmar en el lienzo, de forma pura y no mediatizada (es decir, sin la intervención de figuras intermediarias u objetos figurativos), las emociones, las formas informes con que esa Necesidad Interior  siente el hecho artístico (algo similar a lo que hicieran, con anterioridad en algunos casos, o simultáneamente en otros, en el terreno de la música, los serialistas y dodecafonsitas: Schöenberg, Alban Berg o, en menor medida, Stravinsky, y después Stockhausen, entre otros; o más parcialmente, los atonalistas como Scriabin).

...Bajo el título genérico de Wassily Kandinsky y la Necesidad Interior, me propongo hacer un recorrido por las diferentes etapas expresivo estilísticas del pintor, resaltando en todo momento el carácter lírico y trascendente de su obra. Algo que en principio parece tan arduo como asociar la abstracción formal y cromática a la emoción puede y debe hacerse posible; quizá sólo se necesite descodificar el lenguaje, revelar sus claves, preguntar sus porqués y esperar una respuesta suficientemente clara. Esto es lo que intentaré llevar a cabo, utilizando para ello, como alguien que pretende cruzar la tumultuosa corriente apoyándose en troncos que sobre ella flotan, las frases claves, los textos capitales, las ideas más reveladoras que Kandinsky despliega en su primera obra literaria: De lo Espiritual en el Arte. 


...No es común descubrir en quien se presenta aparentemente revestido por una aureola de abstruso --por difícil-- y abstracto, es decir, volcado --creemos-- exclusivamente en el calculado reino de lo matemático, o en el informe reino de la imaginación alejada de objeto orgánico --valga decir, figura--, asociado por tanto a lo frío y alejado del calor de lo familiar (la figura reconocible, la imitatio naturae), descubrir, decía, a alguien lírico, pleno de emoción y espiritualidad. No es común, pero tampoco imposible. Porque ¿qué es lo que causa emoción? ¿dónde empieza y acaba lo poético?  ¿bajo qué apariencia, con qué expresión, el espíritu puede hacerse presente? Los conceptos no son estatuas de mármol esculpidas de una vez y para siempre, conservando idéntica forma e idéntico valor a través del tiempo. Los conceptos no hacen sino reflejar un estado interior que trata de definir lo que un determinado objeto representa, en un momento dado. Si el estado interior --el alma-- es dinámico (y definitivamente lo es en el hombre) no tiene sentido considerar los conceptos estatuarios e inconmovibles. Ya hemos visto, hablando de la sensibilidad en general, que lo que es factible de causar emoción depende tanto de aquello que lo causa como de quien lo recibe. En nuestro caso, depende del artista que crea la obra (su sensibilidad, su mundo interior, la concepción propia de su arte, de su estilo), que se postula como causante de emoción, por un lado; y, por otro, del espectador, a quien va dirigida. De esta conjugación de universos emotivos surge, o no, el reconocimiento y la sintonía, en un caso, o el desacuerdo y el rechazo, en el otro. La historia de la literatura, por otro lado, nos ha mostrado cómo el universo de lo poético hace equilibrios entre extremos que, a veces, poco tienen en común. En todo caso, la emoción causada por ese vibrar de lo poético se encuentra allí donde haya un alma capaz de sentirlo y alumbrarlo y, quizá, otro de percibirlo. El medio o la forma, es lo de menos.

...Por definición --se ha dicho también ya anteriormente-- cada época tiene unas referencias particulares, adecuadas a una interrelación de circunstancias (modo de vida, entorno social, evolución tecnológica, filosofía, etc...), cada época busca su propia expresión, y siempre, en su afán irreprimible de creatividad, buscará formas nuevas, un ir más allá. Solo que en determinadas ocasiones ese ir más allá no es una imperceptible modificación de matiz de lo que viene siendo una regla fraguada sobre fórmulas más o menos invariables, sino que supone un gran salto cualitativo. A finales del siglo XIX se estaba madurando ese salto (es posible que determinado, también, por el signo de los tiempos: la revolución industrial y el cambio de paradigma social, la muerte de Dios, el agotamiento de las formas expresivas basadas en lo figurativo, etc.). Wassily Kandinsky se vio en medio de esta finisecular vorágine cambiante. El Impresionismo ya había roto con la representación fiel de la realidad, con la imitación e idealización de la naturaleza a través de la perfección de la figura. Los impresionistas volvieron la mirada hacia sí: no se trataba de representar lo exterior, sino de captar y expresar la impresión que ese exterior causaba en el alma sensible; se trataba, no ya de idealizar, sino de estilizar lo exterior remitiéndolo a la impresión emocional causada, de ahí que se pierda detalle y se gane resalte. Las formas se deforman, se hipertrofian, sus proporciones varían dependiendo de la importancia subjetiva que el artista quiera darle, los colores se vuelven más vivos, incluso chillones,... impresión, mundo interior --el del artista-- que se vuelca otra vez hacia el exterior haciendo, así, expresa el alma del creador, y quién sabe, si la apariencia realmente emocional de las cosas. En todo caso es el alma de un tiempo el que late por medio de estos demiurgos, intérpretes privilegiados, y avanzados, del latir de una época; latir que si es adecuadamente revelado (reconocido) dará lugar a un estilo.

...Kandinsky es consciente del tamaño que este cambio supone. Pero también lo es de que sólo se trata de un cambio relativo, parcial, una etapa de transición. El arte está pasando de un largo periodo de objetivación (imitación más o menos fiel de la naturaleza, es decir, organicidad de la figura erigida en protagonista --incluida la naturaleza humana--, mediante un más o menos marcado estilo de época y sensibilidad individual), a otro de subjetivación (que intenta obviar los condicionamientos externos, y hace bascular lo esencial del hecho artístico en la necesidad interior del artista, tendiendo cada vez más hacia la abstracción que el universo interior del ser humano supone). Donde antes no había más que un estilo (más o menos individualizado por el genio y la personalidad del artista), producto de una época determinada, surgen ahora multitud de estilos, se superponen y atropellan, porque lo que se produce con este cambio, además, es una liberación del artista para con el estilo oficial. Los pre-rafaelitas impregnan de simbolismo el academismo reinante, los simbolistas hacen lo propio, e inciden en un incipiente giro hacia lo abstracto, aparecen los impresionistas y hacen añicos las fórmulas y los cánones vigentes hasta entonces; después, los post-impresionistas buscarán un mayor alejamiento de lo exterior, se interioriza aún más la mirada, brota el fauvismo, el cubismo, el constructivismo, el expresionismo, la pintura se hace matemática, intuitiva, ya el exterior solo sirve de excusa, la obra de arte, cada vez más, se va prefigurando en el alma del artista, en el pálpito invisible de las cosas... Kandinsky lo ve, lo siente, y va figurando y fraguando, mediante una metódica labor de preparación del terreno, la gran revolución: lo abstracto, la ausencia de objeto en la obra de arte; quiere con ello llegar al núcleo del hecho pictórico, al sujeto íntimo de la forma y el color capaz de ejercer una influencia psíquica en el ser humano, es una labor de búsqueda de la integración en la desintegración. Al tiempo que la ciencia se introduce en la molécula y el átomo buscando el origen de la vida, el artista se sumerge y escudriña en la forma y el color, y sus relaciones, buscando el origen de aquello que causa emoción (incluso en las figuras orgánicas, a las que desnuda, despelleja y disecciona). Este estratosférico cambio que siente, alumbra y propone Kandinsky es el del investigador del alma humana, y responde, como él mismo no se cansa de repetir en su De lo Espiritual en el Arte, a la Necesidad Interior (que no es sino eco del signo de los tiempos).

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DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE
Wassily Kandinsky
Citas y fragmentos

II. El Movimiento

La vida espiritual, representada esquemáticamente, es un gran triángulo agudo dividido en secciones desiguales, la menor y más aguda dirigida hacia arriba. Cuanto más hacia abajo, tanto más anchas, grandes, voluminosas y altas resultan las secciones del triángulo.
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El triángulo se mueve despacio, apenas perceptiblemente hacia adelante y hacia arriba; donde 'hoy' se halla el vértice más alto, estará 'mañana' la próxima sección. Es decir, lo que hoy es comprensible para el vértice más alto y resulta un disparate incomprensible al resto del triángulo, mañana será contenido razonable y sentido de la vida de la segunda sección.
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En el extremo del vértice más alto a veces se halla un solo hombre. Su contemplación gozosa es igual a su inconmensurable tristeza interior. Los que están más próximos a él no le comprenden, indignados lo llaman farsante o loco.
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En todas las secciones del triángulo hay artistas. Todo el que va más allá de los límites de su sección es un profeta para su entorno y ayuda al movimiento del reacio carro.
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Cuanto más grande sea la sección y cuando más bajo su nivel, tanto mayor será la masa que comprenda el discurso del artista. Naturalmente cada sección siente consciente o (la mayoría de las veces) inconscientemente hambre de pan espiritual. Este pan se lo dan sus artistas.
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Los periodos en que el arte no tiene un representante de altura , en que falta el pan transfigurado, son periodos de decadencia espiritual.
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En estos tiempos mudos y ciegos, los hombres dan una importancia exclusiva al éxito externo, se preocupan sólo de los bienes materiales y celebran como una gran proeza el progreso técnico que sólo sirve y sólo puede servir al cuerpo. Las fuerzas puramente espirituales son subestimadas en el mejor de los casos, o simplemente pasadas por alto.
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Los hambrientos y visionarios aislados son ridiculizados o tenidos por anormales. Las pocas almas que no se hunden en el sueño y sienten un oscuro deseo de vida espiritual, de saber y progreso, se lamentan desoladas en medio del grosero coro de materialismo. La noche espiritual se cierne más y más...
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Pero a pesar de toda la ceguera, a pesar del caos y de la carrera desaforada, el triángulo espiritual se mueve en la realidad, despacio, pero con seguridad y fuerza indómita, hacia adelante y hacia arriba.
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Moisés, invisible, baja de la montaña y ve la danza en torno al becerro de oro. Pero a pesar de todo trae una nueva sabiduría a los hombres.
El artista es el primero que oye sus palabras, imperceptibles para las masas, y sigue su llamada. Al principio inconscientemente y sin darse cuenta. Ya en la misma pregunta 'cómo' se halla el principio de su curación.
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Si además este "cómo" encierra la emoción anímica del artista y es capaz de irradiar su experiencia más sutil, el arte inicia el camino sobre el que más adelante encontrará infaliblemente el perdido "qué" , el 'qué' que constituirá el pan espiritual del despertar que se inicia.
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Este "qué" es el contenido que sólo el arte puede tener, y que sólo el arte puede expresar claramente por los medios que le son exclusivamente propios.
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GALERÍA


Wassily Kandinsky
1866-1944

2. EXPRESIONISMO (y Fauvismo)
Munich (1906-1912)
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Farewell (1903)
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The Singer (1903)
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The Golden Sail (1903)
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In the Forest (1904)
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Russian Beauty (1905)
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Arab Town (1905)
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Colorful Life (1907)
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Moonlight Night (1907)
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Les Corbeaux (1907)
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Autumn in Murnau (1908)
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Murnau Street with Woman (1908)
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Houses in Murnau on Obermarkt (1908)
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Murnau. A village street (1908)
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View of Murnau (1908)
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Murnau. Landscape with a Tower (1908)
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Riegsee. The Village Church (1908)
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Encounter (1908)
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Akhtyrka. Red Church (1908)
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Autumn Landscape with Boats (1908)
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Autumn in Bavaria (1908)
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Blue Mountain (1908)
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Munich-Schwabing with the Church of St. Ursula (1908)
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The Elephant (1908)
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White Sound (1908)
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Oriental (1909)
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Arabs I, Cemetery (1909)
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Bedroom in Aintmillerstrasse (1909)
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A Mountain (1909)
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Interior (My Dinning Room) (1909)
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Crinolines (1909)
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Group in Crinolines (1909)
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Murnau Garden (1909)
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Grüngasse in Murnau (1909)
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Houses at Murnau (1909)
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Horses (1909)
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Murnau View with Railway and Castle (1909)
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Murnau with Rainbow (1909)
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Picture with Archer (1909)
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Red Wall Destiny (1909)
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Winter Landscape (1909)
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Boat Trip (1910)
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Glass painting with the Sun (Small Pleasures) (1910)
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Landscpae with Factory Chimney (1910)
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Mountain Landscape with Church (1910)
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Murnau Garden (1910)
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Murnau with a Church (1910)
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The Cow (1910)
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Painter Wassily Kandinsky. Painting. Kochel Graveyard. 1910 year
Kochel Gaveyard (1910)
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All Saints Day I (1911)
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All Saints Day II (1911)

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All Saints Day (1911)
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Lyrical (1911)
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Romantic Landscape (1911)
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Nude (1911)
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A riding amazon (1911)
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Rider of the Apocalypse (1911)
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Angel of the Last Judgement (1911)
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Lady in Moscow (1912)
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