sábado, 22 de junio de 2013

Leyendas del Sol (IV) - GALERÍA: Diego Ribera (2)





El Hijo del Sol
.....No lejos del lugar que ocupaba la historia del Quinto Sol, en realidad muy cerca, apenas un par de estantes por debajo, al Invitado le llamó la atención la más intensamente verde de todas las llamas de aquella zona, en que la que más la que menos presentaba, junto a los dorados o anaranjados, francos matices verdosos. En vez de llama incandescente, ésta, semejaba un frondoso árbol ardiente, lenguas de fuego el follaje. Al acercarse y mirar su núcleo surgente, el Invitado se dio cuenta de que era como el referido al Quinto Sol: más corazón pulsátil que capullo en flor, pero en vez de exhibir tonos  cárdenos, eran los suyos anaranjados, de oro viejo, oro fundido a fuerza de ser sometido a la abrasadora acción de miles de corazones fervientes. Cuando el capullo-corazón, al reflejo de la atención fija en él, abrió sus pétalos, un pájaro de fuego surgió --blancas y negras las plumas, cuello de coral encendido y pico de halcón-- portando en su garras lo que tenía toda la apariencia de ser un globo terráqueo, que al ser impactado por la vista se escindía cual núcleo atómico para revelar, en narrativa reacción en cadena, esta historia...


Introducción

.....Aunque la fama la tenga el Inca Garcilaso de la Vega, es Juan de Betanzos quien más fielmente recogiera la historia y vicisitudes del este pueblo andino, que junto a mayas y aztecas forman la trilogía de civilizaciones/culturas mesoamericanas más conocidas. Es, la menos conocida Suma y narraçion de los Yngas (1551-58), del escribano Betanzos, una crónica más fidedigna que los celebérrimos Comentarios Reales de los Incas (1609) e Historia General del Perú (1617), del primer mestizo biológico y espiritual de América (título dudoso por lo poco riguroso, aunque pueda ser admitido por su carga simbólica, pues al decir de Luis Alberto Sánchez, insigne historiador peruano, el Inca Garcilaso fue el primer mestizo de personalidad y ascendencia universales que parió América). A Betanzos se debe la primera crónica, realizada en el terreno, basada tanto en el relato de personajes protagonistas, como en transcripciones de previos anales y narraciones incaicaos en lengua quechua. Además, Betanzos, que sirvió como intérprete, traductor y asesor a Francisco de Pizarro, primero, a Gonzalo de Pizarro (hermano del anterior), después, y a Pedro de La Gasca, más tarde, debido a su dominio temprano de la lengua quechua y a su matrimonio con la hermana de Atahualpa, la ñusta Agelina Yupanqui, tuvo acceso a la nobleza incaica (Ayllus Panacas), y al relato privado de su historia y tradiciones tal y como se transmitían de generación en generación desde hacía trescientos años, desde que en el siglo XIII se instaurara el Curacazgo del Cuzco, hasta el siglo XVI en que el ya Imperio Incaico o Tahuantinsuyo sería abolido por los españoles, derrotado y ejecutado su último Inca (emperador) Túpac Amaru.

.....Más fiable y menos literaria que la del Inca Garcilaso, pues, en la crónica de Betanzos se respira ese aroma narrativo oral de un pueblo que vivía sus creencias profundamente integradas en el entorno natural, sin contaminaciones ni prejuicios culturales ajenos. La crónica se inicia con la Suma que es una relación de los gobernantes del Tahuantinsuyo incaico, y sus familiares constitutivos de las correspondientes Panacas (esta primera parte de la obra es un a modo de Índice, pero lo mismo pudiera haber figurado como Apéndice). Seguidamente, en el corpus central de la crónica, la narraçion, se recogen los relatos orales de los hechos que jalonan el gobierno de los Incas citados con anterioridad. Sin duda, el más destacado de todos ellos es la historia de Pachacútec, el primer emperador como tal, y no ya simple Curaca. ¿Cuál es la diferencia? Mientras el Curacazgo, que tenía como centro y capital la ciudad de Cuzco, era un espacio reducido y limitado a la zona habitada por la tribus cusqueñas, en el periodo del Tahuantinsuyo, propiamente Imperio Inca, llegó a abarcar una confederación de cuatro regiones (Tawantin Suyu), que desde los aledaños de Quito (Ecuador), como frontera norte, se extendió hasta el río Maule (ya en Chile), marcando la frontera sur. Hay en la narración de los hechos acaecidos en el origen y posterior gobierno de Pachacútec tanto material literario como pueda haberlo en la historia y leyendas en torno a la figura de Carlomagno. Y Betanzos nos lo transmite, a veces sólo lo insinúa (como no dando crédito al relato tradicional), con un lenguaje, si formalmente cortesano, accesible y coloquial. Esta es, sucinta, la historiada leyenda de Pachacútec, el Hijo del Sol. 


I
.....La sanguinarias tribus Chancas amenazan la capital, Cuzco. Huiracocha Inca y su hijo preferido, y sucesor, Inca Urco, tras aceptar la rendición ante los emisarios enviados por los chancas han abandonado la ciudad a su suerte, han huido hacia la Amazonia perseguidos por el miedo. En la fortaleza está a punto de cundir el pánico, todos saben cómo las gastan los feroces guerreros chancas. Los notables están reunidos en asamblea. Se barajan tres opciones: dejar la ciudad desierta y huir al amparo de la noche por recónditos senderos que sólo ellos, los habitantes de Cuzco, conocen; entregar la ciudad de forma oficial asumiendo la rendición y sometimiento a la autoridad Chanca; o resistir, sacar fuerzas de flaqueza, reunir cuantos valientes y leales sea posible y enfrentarse al poderoso ejército invasor. Los generales guerreros discuten. Como guerreros que son, ninguno está dispuesto a dejar la ciudad al enemigo, pero mientras unos defienden una huida preventiva y un posterior ataque, cuando se reúna la suficiente capacidad ofensiva, otros, en cambio, opinan que nadie se unirá a ellos si abandonan su capital, su centro de poder y sus templos, creen que sería más difícil concitar en su ayuda a tribus que ahora permanecen a la expectativa, neutrales, esperando unirse al que más opciones tenga de vencer. En la asamblea también se hallan presentes delegados de algunas de estas tribus neutrales, que desean saber el estado de la situación, sobre todo tras la huida del Inca Huiracocha; si bien estas tribus están satisfechas con el gobierno inca, no quieren ser represaliadas por los Chancas, si acuden en ayuda de una metrópoli debilitada. La familiar figura de un noble joven se levanta, en la asamblea se hace el silencio: se trata del príncipe Cusi Yupanqui (más conocido después como Pachacútec), el hijo menor de Huiracocha, al que todos veneran: guerreros, sacerdotes y gentes del común, el que debió haber sido declarado sucesor al trono imperial, en vez del pusilánime y disipado Urco. Ha estado escuchando con atención a los generales, sus diferentes puntos de vista, sus diversas perspectivas y opciones.

.....El hijo menor del Inca Huiracocha ha escuchado sin mediar, sin interrumpir, sin dar su parecer, hasta ese momento. Ahora que está erguido todos los ojos se vuelven hacia él para escuchar sus palabras. En muchos de esos ojos, ojos de guerreros avezados, algunos ya casi ancianos, es posible detectar el brillo de la admiración; la actitud de Cusi Yupanqui, su personalidad, su carácter, y su valor, ya ampliamente demostradas a pesar de su juventud, le han granjeado no sólo la simpatía sino el respeto de todos. Y Cusi Yupanqui habla. Y habla con voz firme, serena y reflexiva. Primero alude a los dioses que siempre estuvieron de su lado y a los que el Inca siempre respetó (aquí, alguna mirada de soslayo parece cuestionar tal afirmación: de sobra es conocida la poco piadosa actitud del heredero Urco, y la débil actitud que con él mostró siempre su padre Huiracocha); y cita con reverencia a Wiracocha, el Dios supremo, y a su pájaro de fuego, el Dios del Sol Inti, y a la hermana de éste, Mama Quilla (la Luna), y a la madre Tierra, Pachamama, y hace expresa mención de los no menos importantes camaquen, dioses domésticos de todas las cosas, que animan a plantas y piedras, a ríos y a vientos, a lluvia y al fuego de los hogares. A todos muestra, el aún llamado Cusi Yupanqui, el debido respeto. Para después hablar de sus ancestros, de Manco Cápac y Mama Ocllo, origen y primeros gobernantes de la cultura inca del Cuzco que llegaron desde la Isla del Sol, en el Lago Titicaca, para poblar aquellas tierras y fundar la ciudad de Cuzco, su ciudad, ahora en peligro.

.....Y, tras posar su mirada en los rostros de aquellos que antes que él habían tomado la palabra, sus más veteranos guerreros, sus generales, los delgados de las tribus vecinas, el sumo sacerdote del Templo del Sol, comenzó a glosar sus vidas: sus victorias, su valentía, su lealtad y su sabiduría. Y a cada uno le dedicó un elogio, sin pretenciosidad, hablando con franqueza y sinceridad (algo que ni su voz ni sus ojos desmentían), y a medida que el joven príncipe hablaba (apenas rayaba los veinte años de edad), con aquella voz inspirada por los mismos dioses, los corazones de los presentes, hasta ese momento afligidos, cuando no temerosos, se fueron inflamando, recobraron la confianza, se llenaron de vigor. Los delegados de las tribus vecinas se admiraban de que Huiracocha no hubiera proclamado a aquel, su hijo menor, heredero al trono del Inca, pues sin duda poseía todas las cualidades requeridas para ser un gran gobernante.
.....Tras este cumplido panegírico, quien sería conocido como Pachacútec cambió el tono de voz. El hasta ese momento joven sereno, firme y amable, mudó el gesto, sus ojos comenzaron a brillar con fuerza, tanta que una llama parecía arder en su interior. Todos creyeron ser testigos de una transformación; allí, delante de ellos, el joven precozmente sabio e inusitadamente mesurado se transformó en poderoso jaguar... Su voz, semejante a un rugido conminatorio, se dirigía ahora hacia sus enemigos, ora retando su ferocidad, ora desafiando la cruel fama que los precedía. Rugía, el futuro Pachacútec, como lo hubiera hecho un jaguar amenazado y rodeado por las feroces mandíbulas de los caimanes, o ante los ojos verticales, la lengua sibilante y el poderoso cilindro constrictor de la formidable anaconda. Y todos sintieron temor ante aquella voz que rugía, e instantes después, dándose cuenta que era la voz de quien se postulaba como su mismo jefe en la batalla, sintieron en sus corazones compasión por los enemigos, los despiadados chancas. Allí mismo fue aclamado como nuevo Inca, sucesor de Huiracocha, título que el no admitiría --así lo hizo saber-- hasta no haber derrotado a sus enemigos y obtenido el permiso de su huido padre, el Inca aún de oficio.


II
.....Los delegados de las tribus vecinas, hasta ese momento neutrales, tras la asamblea, retornaron a sus aldeas con una certidumbre. Una certidumbre, que, no obstante, debía ser confirmada con hechos. Ante los chancas no violarían su posición de neutralidad. Esperarían a ver cómo se desarrollaban las hostilidades, para comprobar en qué medida aquel joven era capaz de llevar a la práctica lo que tan convincentemente transmitía con su palabra y actitud. Sólo la etnia de los Canas se aliaría a los incas, mientras los Ayamarcas lo harían con los chancas. Los demás esperaron acontecimientos.
.....En Cuzco se prepararon para el asedio. La primera acometida chanca fue repelida con determinación y valor por los cuzqueños luchando incluso casa por casa. Las crónicas cuentan cómo una mujer combatió con tal denuedo que fue capaz de hacer retroceder a los enemigos que acosaban su barrio, o cómo los muchachos y muchachas, apenas adolescentes, acosaban a los temibles guerreros desde las azoteas arrojando contra ellos flechas y agudos tejos. Los chancas hubieron de retirarse. Esperaron a que se les unieran otras dos expediciones que guerreaban por los alrededores. Entonces, Uscovilca, el caudillo chanca, tras reunir un numeroso ejército retó a los incas a una batalla a campo abierto. El príncipe Cusi Yupanqui de forma sorprendente, y contra toda lógica, aceptó. Tras la primera victoria inca en el sitio de Cuzco, varias etnias que permanecieron expectantes, decidieron unirse a aquel valeroso y formidable guerrero. Aún así las fuerzas de la coalición inca eran notablemente inferiores.
.....La batalla tendría lugar en la llanura de Ichupampa. Haría falta algo más que valor y suerte para derrotar en campo abierto al temible contingente chanca. Y es cuando tuvo lugar el prodigio...

.....Topa Huanchiri era un viejo consejero de Cusi Yupanqui, también era el Huillac Uma (sumo sacerdote) del Coricancha o Templo del Sol. Dos días antes de la decisiva batalla, durante una de las ceremonias rituales, en el viaje inducido para recabar la ayuda de Inti (el Dios Sol), el Sumo Sacerdote tuvo una visión: en ella volaba a lomos del Pájaro de Fuego que es la encarnación de Inti cuando acompaña al dios supremo Wiracocha; la divina ave lo llevó hasta las cimas de los Andes, allí donde la nieve es perpetua y el sol relumbra en ella con la fuerza de mil estrellas; después descendieron otra vez a donde las peñas, libres ya de la nieve, se acumulan de forma caprichosa; Topa Huanchiri, deslumbrado por el intenso reflejo, creyó ver en las formaciones caprichosas figuras que semejaban animales diversos, incluso hombres; la visión acababa con él posado por el pájaro de fuego, Inti, en medio de una llanura rodeada de selva esmeralda, ante él bailaba de forma grotesca la encarnación del inframundo, un ser pavoroso con  cuerpo multiforme y mil bocas rezumantes de sangre; entonces, a su espalda, oyó un poderoso rugido: un enorme jaguar salía de la espesura y tras él una miríada de seres que se transformaban continuamente, cambiando de aspecto, trocando de apariencia, tan pronto hombres, tan pronto piedras, tan pronto árboles, tan pronto aves, la selva toda parecía bullir en pos del jaguar que avanzaba sin temor hacia aquel ser monstruoso de mil cabezas... Cuando volvió en sí, cuando regreso del viaje, a Topa Huanchiri, el sumo sacerdote, el consejero leal, no le quedó sino interpretar la visión.

.....Siguiendo las instrucciones del factótum del Coricancha, una parte del ejército inca se dedicó a simular guerreros formando cúmulos de piedra con forma humana, a los que se vistió como tales y se les proveyó de armas; así crearon un batallón de impertérritos guerreros cuya naturaleza de piedra era imposible discernir a la lejanía. A la hora de la batalla, los chancas, viendo tan numeroso ejército, creyeron que los incas habían recibido aún más refuerzos del padre de Cusi Yupanqui, y se mostraron indecisos y temerosos. Los incas aprovecharon este inicial desconcierto entre las filas de sus enemigos. Cuando el sol brillaba en todo lo alto, los chancas se batían en retirada. Cusi Yupanqui había librado a su pueblo de la derrota. Uscovilca, el caudillo chanca, fue capturado y posteriormente ofrendado en sacrificio ritual a Inti, el dios del Sol. A esta batalla se la conoció como La Batalla de Yahuarpampa (llanura de sangre).
[La leyenda dice, y lo que dice ayuda a comprender este sacrificio ritual, si no la sorprendente derrota de los chancas, que la victoria inca se lograría gracias a la providencial intervención de los dioses --unos lo atribuyen a Inti, otros a Pachamama, otros al mismo Wiracocha, y quien se lo adjudica a todos a un tiempo--, pues aquel ejército simulado de guerreros de piedra, una vez iniciada la batalla, conmovidos los dioses por el valor y la piedad de aquellos hombres --los incas--, y especialmente agradecidos con Cusi Yupanqui, decidieron insuflar vida en los simulacros líticos que se convirtieron así en duros e imbatibles guerreros, lo que provocaría el pavor entre los chancas, y su derrota definitiva. Esta asombroso hecho se conoce como La Leyenda de los guerreros Pururauca. También hay quien asegura que los simulacros no se formaron con montículos de piedra, sino con llamas, que ocasionaron el mismo efecto. Es muy posible que la verdad sólo la conocieran el sumo sacerdote, Topa Huanchiri, y, quizá, el príncipe Cusi Yupanqui, pero ellos nunca hablaron sobre el tema]


Epílogo
.....Cusi Yupanqui, a partir de aquella victoria, sería llamado Pacha Kutiy Inca Yupanqui, que quiere decir Inca del cambio de rumbo de la tierra. Fue coronado con la mascapaicha por el Huillac Uma del Coricancha, su fiel, leal y decisivo Topa Huanchiri, proclamándose así 9º Cápac Inca y 1º Inca del Tahuantinsuyo (Imperio de las Cuatro Regiones, que él forjaría), reconocido como tal por su padre Huiracocha Inca, al que se llamaría para asistir a la proclamación. Quien pasara a la historia con el más célebre nombre de Pachacútec sería el verdadero creador del Imperio Inca, hombre sabio y capaz, que extendería los dominios e influencia de su etnia formando alianzas y estableciendo relaciones con innumerables pueblos a lo largo de los dos tercios de la franja occidental de América Austral, entre el Ecuador -al Norte-, Chile -al Sur-, los Andes -al Este- y el Océano Pacífico -al Oeste. Engrandecería la capital del imperio Cuzco, y levantaría numerosas llaqtas (aldeas), entre ellas la que sería una de sus residencias de descanso y retiro espiritual, la asombrosa Machu Picchu. Allí, en el extremo más alto del mundo habitado, erigiría un Templo al Sol, en agradecimiento y conmemoración de sus victorias y entronización; debajo de su subsuelo hizo construir un mausoleo que albergaría su momia por toda la eternidad. Eternidad que se vería interrumpida por la conquista española del Cuzco: la momia despareció y nadie sabe su paradero. Hay quien dice que instantes antes de arribar los españoles a la célebre cima del promontorio se vio salir del Templo del Sol un gran Pájaro de Fuego llevando entre sus garras la momia de Pachacútec, y volar en dirección al mismo sol que los acogería en su seno eterno... Pero no dejan de ser habladurías.


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GALERÍA
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Diego Ribera
1886-1957

Selección
1930-1956

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My Godfather's Sons (Portrait of Modesto and Jesus Sanchez), 1930
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Zapatah's Horse, 1930
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Emiliano Zapata, 1930-31
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Allegory of California, 1930-1931
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Sugar Cane, 1931
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The Flowered Canoe 1931
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Frozen Assets, 1931
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The Making of a Fresco, Showing The Building of a City, 1931
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Detroit Industry, South Wall, 1932-33
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Detroit Industry, North Wall, 1932-33
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Sleep, 1932 (Litograph)
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The Fruits of Labor, 1932
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The Flower Carrier, 1935
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Carnival of Mexican Life. Dictatorship, 1936
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Portrait of Lupe Marin, 1938
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Dancer Resting, 1939
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Portrait of Madesta and Inesita, 1939
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The Hands of Doctor Moore, 1939
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Pan American Unity, 1940

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Pan American Unity, 1940 (details)
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Flower Seller, 1941
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Portrait of Natasha Zakólkowa Gelman, 1943
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Portrait of Natasha Zakólkowa Gelman, 1943
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Calla Lily Vendor, 1943
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Calla's Carrier, 1943
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Nude with Flowers (Veiled Woman), 1943
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Nude with Calla Lilies, 1944
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The Flower Seller, 1943
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The Day of the Dead, 1944
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The Milliner. Potrait of Henri de Chatillon, 1944
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Portrait of Adalgisa Nery, 1945
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From the cycle:  Pre-Hispanic and Colonial Mexico:  The Great City of Tenochtitlan, 1945

(third mural on north wall.  Left half)

(third mural on north wall. Right half)
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Portrait of Cuca Bustamante, 1946
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Portrair of the Knight Family, 1946
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The Tenptations of Saint Antony, 1947
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Dream of a Sunday Afternoon in Alameda Park.  1947-48

Dream of a Sunday Afternoon in Alameda Park.  1947-48 (detail left)

Dream of a Sunday Afternoon in Alameda Park.  1947-48 (detail right)

Dream of a Sunday Afternoon in Alameda Park.  1947-48 (detail central)
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Portrait of Ruth Rivera, 1949
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The Huastec Civilisation, 1950  //  The Papermakers, 1950
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Totonac Civilization, 1950
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The Hands of Nature Offering Water, 1951
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Figure Symbolizing the African Race, 1951
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Figure Symbolizing the Asian Race, 1951
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Colonisation, 'The Great City of Tenochtitlan', 1945-1952
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Portrait of the Young Girl Elenita Carrillo Flores, 1952
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A History of Medicine, 1953
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Portrait of Sra. Dona Elena Flores de Carrillo, 1953
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The Painters Studio, 1954
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Portrait of María Dolores Olmedo, 1955
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Evening Twilight at Acapulco, 1956
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Sunset, 1956
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May Day Procession in Moscow, 1956
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The Hammock, 1956
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Indian Spinning, 1956
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Not Detected
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Not Detected
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Not Detected
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