viernes, 30 de julio de 2010

Homenaje a las Musas (Hommage aux Muses)



DEDICATORIA
A la Musa Musa, zéfiro de estro apasionado
A la Poetisa Beatriz, alta como una estrella
A la Muse Personne, Calíope insospechada
A la Musa Félicitè, bello arcano infinito
Y a todas aquellas Musas que se apiadan de los mortales...

INVOCACIÓN
¡Cantad, Musas, alabanzas
a los dioses por mi boca,
y de los hombres hazañas
que merezcan fama y glosa.
Pero cantadme, también,
esos hechos cotidianos
-el heroísmo de ser-
que merecen ser contados!
(A las musas, Héctor Amado)

PREÁMBULO
Este es el tercer post que subo dedicado expresamente a las Musas. Y por ello, porque es el tercero y el Tres es un número perfecto, este post estará dedicado a la perfección de las Musas. Me explico, una Musa es perfecta en sí misma, una Musa nunca yerra, yerra el artista, el ingenuo inspirado que se cree más autor de lo que es de su obra, marrando el tiro, y no consiguiendo sino un artefacto -quizás voluntarioso- cuando pretendía una obra de arte. No, yo estoy convencido de la intervención y protagonismo de las Musas en la inspiración humana, y de que éstas, si son bien escuchadas, siempre, siempre, sacan lo mejor de cada autor.

Hubo un tiempo -tiempos de creación de los mitos- en que los hombres estaban materialmente poseídos por el espíritu creador, al que llamaron Musa; el aedo era, así, una especie de medium del más allá, un condensador de la épica de la Historia, donde quedaban destiladas y fijadas, con caracteres sagrados, las hazañas de dioses y de hombres. Estos caracteres sagrados fueron los hexámetros dactílicos, fáciles de recordar cuando los largos poemas se transmitían oralmente -el aedo subsumido en el trance.

Pero hoy, como es un homenaje, una ofrenda, a tanta bendición que de ellas recibimos, he querido explicitar, y dejar bien claro, que esas Musas que antaño eran prolongación de los dioses, hoy, sin dejar de serlo, y porque el espíritu de los tiempos lo demanda para que sean creíbles, precisan de su encarnación en cuerpos mortales de mujer (y quizás de hombre, a modo de íncubos sublimados), que se verán, de esta forma, revestidos y engalanados de todas las virtudes propias de las Diosas del Parnaso, inclusive, su inmortalidad, pues una Musa-mujer, nunca muere, como producto que es del espíritu del ser humano: cuando una mujer muere siendo Musa, el aura divino se separa del cuerpo mortal y permanece unido indisolublemente al alma del artista inspirado por ella, primero, y en la obra de éste, cuando éste muere, después.
Así pues, homenaje a la Musa, es, que habita en toda mujer, y que yo dedico a las mías.

El homenaje será triple: Imágenes (selección de lo mejor que sobre las Musas, y bajo su inspìración, se ha pintado), Música (unas sublimes piezas de quien fue uno de los más amados por ellas -y mimado del blog-, dedicadas especialmente a quien sin ninguna duda será férvida Musa algún día de algún afortunado), y Texto (una selección de obras que sobre ellas escribieron quienes, por ellas favorecidos, agradecidos fueron).
Espero disfruten este largo recorrido que, no por largo, espero y deseo, sea menos ameno.


*
INTRODUCCIÓN
Las Musas. Esos seres mágicos, esas deidades, que los dioses tuvieron la necesidad de crear para cantar sus alabanzas y celebrar sus hazañas y su olímpico medrar.
Parece que, primero, atendiendo a tradición Beocia, fueron tres (Meletea/meditación, Mnemea/memoria y Aedea/canto o voz), pero resultaron insuficientes, porque el medrar de los dioses se hizo abundante y tumultuoso, efervescente como el vino al fermentar, y de ahí que tuvieran la necesidad de ampliar el cupo acogiéndose a la tradición Tracia que, más espléndidos que los beocios, disponían de un Parnaso con nueve musas.

Según esta tradición tracia, tras una sonada asamblea Olímpica a la que acudieron todos los dioses, se acordó que de nada les serviría toda esa eternidad e inmortalidad que tan divinamente gozaban en el Empíreo si no había nadie que lo cantara, que lo expresara en el eterno vaivén de la métrica canora, en el lenguaje infinito de los números convertidos en armonías sonoras, y sus divinos actos traducidos a bellos poemas, voz, palabra, ya por siempre repetida en los ecos de la historia. Y así fue como, con dedo acusador, todos señalaron a Zeus Tonante, el más poderoso entre ellos, el responsable de su linaje, para que transmitiendo ese su ilimitado poder se uniese a la mortal adecuada -que reuniese en sí las más excelsas cualidades, y apropiadas para el fin perseguido-, cosa que Zeus complacido (sabido es ya su afición al rapto de las mortales para satisfacer su desbordante concupiscencia) acató sin reparos.


Y se eligió a Mnemósine: bella, pero no en exceso, copiosamente culta, dotada de las mayores virtudes como mujer mortal, incluida la de la sabiduría, deseable por misteriosa... Y Zeus que, como omnipotente, se podía permitir acortar a voluntad los plazos, se unió carnalmente con Mnemósine, que lo gozó divinamente, durante nueve noches -se podía permitir el pleno, porque era Zeus, y Hera, su mujer, no le hubiera permitido una más, pues la obligación se habría convertido en deleite y eso, Ella, tan diosa consorte, no lo hubiera consentido-; al cabo, nacieron las nueve musas engalanadas de donosura y bella voz, amables y siempre sonrientes, complacientes en el cantar; y estas fueron: Calíope, Clío, Euterpe, Polimnia, Melpómene, Talía, Terpsícore, Urania y Erato.

Su divino Padre y la Asamblea de Olímpicos les asignaron dos tareas preferentes: cantar y alabar deleitando, en coro polifónico junto a las Gracias, los hechos y hazañas de los dioses; y atender, en los tiempos libres, las cosas de los mortales, a los que podrían inspirar siempre que fuera por una buena causa: a mayor gloria de los Olímpicos (algo que como es bien sabido se les acabaría yendo de las manos a sus gloriosas deidades, pues las más de las veces el canto que las Musas inspiran no tiene más fin que la humanidad misma).


Para atender sus necesidades se les otorgó tres residencias: el mismo Olimpo, sede de los dioses, al que debían acudir asiduamente; el monte Helicón en las cercanías del Monte Olimpo (zona residencial, fuera de la Ciudadela de los Inmortales), donde, en las riberas del Hipocrene y el Aganipe, se solazaban y atendían a las peticiones que desde el Olimpo llegaban; y el Monte Parnaso, residencia para recibir a los Eximios Mortales, donde se les imponía el laurel sagrado del consagrado, ceremonia que presidía el mismo Apolo; allí se les obsequiaba con cráteras del divino mosto de la fuente Castalia que hacía brotar en ellos la inspiración.

Este fue su origen, su evolución ha corrido pareja a la del ser humano, ese torpe mortal, juguete de los inmortales en aquel lejano tiempo, que se volvió tan habilidoso en el pensar que pudo llegar a prescindir de la presencia de aquellos Imprescindibles: los dioses olímpicos y, por extensión, todos los demás.
Pero a esta evolución las Musas se han adaptado con igual habilidad, y pueden continuar insuflando el estro divino pero ahora, ya, a través de ojos mortales, de labios mortales, de cuerpos mortales -siempre bellos, siempre lo son para el inspirado-, expresión gozosa de una deidad encarnada: la Musa-mujer.
A ésta se rinde hoy homenaje aquí, a ésta le ofrezco esta ofrenda de tiempo, amor y esfuerzo sublimado. Va por las imprescindibles Musas, y su exultante encarnación.


*

Paul Claudel
Preciosa y extensa Oda del polifacético poeta francés, hermano de la escultora Camile Claudel. Aquí extraigo la parte final, la dedicada a la Musa Erato (la Musa que aletea en mi corazón y aquella que se encarna en todas vosotras, mis musas encarnadas). Al final está el enlace a la Oda entera, en francés y español.

¡Oh, amiga mía sobre el navío! (pues fue ese año
cuando comencé a ver el follaje descomponerse y comenzó el incendio del mundo,
para escapar en las estaciones la noche fresca me pareció una aurora, el otoño la primavera de una luz más fija,
la seguí como un ejército que se retira quemando todo tras de él, ¡Siempre
más adelante hasta el corazón del mar lúcido!)
¡Oh mi amiga! pues ya el mundo no estaba allí
para asignarnos nuestro sitio en la combinación de su movimiento multiplicado,
sino, desprendidos de la tierra, estábamos solos uno con el otro,
habitantes de esta negra migaja móvil, ahogados,
perdidos en el puro Espacio, allí donde el suelo mismo es la luz.
¡Y cada noche, detrás, en el sitio donde habíamos dejado la ribera, hacia el oeste,
íbamos a encontrar de nuevo la misma conflagración
nutrida de todo el presente atestado, la Troya del mundo real en llamas!
Y yo, como la mecha alumbrada de una mina bajo tierra,, este fuego secreto que me roe
¿No terminará por llamear en el viento? ¿Quién contendrá la gran llama humana?
Tú misma, amiga, tus largos cabellos rubios en el viento del mar,
no has sabido mantenerlos ceñidos sobre tu cabeza, ¡Se hunden! ¡los pesados mechones
ruedan sobre tus hombros, la gran cosa alegre
se retira, todo parte en el claro de la luna!
¿Y las estrellas no parecen cabezas luminosas de alfileres? ¿y todo el edificio del mundo no forma un esplendor tan frágil
Como una real cabellera de mujer lista a hundirse bajo el peine?
¡Oh mi amiga! ¡Oh musa en el viento del mar! ¡Oh idea cabelluda en la proa!
¡Oh queja! ¡Oh reivindicación!
¡Erato! ¡Me miras y leo una resolución en tus ojos!
¡Leo una respuesta, leo una pregunta en tus ojos! ¡Una respuesta y una pregunta en tus ojos!
¡El hurra que arde en ti por todos lados como el oro, como fuego en el forraje!
¡Una Respuesta en tus ojos! Una respuesta y una pregunta en tus ojos.


*
Charles Baudelaire
Del poeta parnasiano par excellence, y simbolista después, del poèt maudit de las letras francesas, quien abriría el camino a Verlaine y Rimbaud, estos dos sonetos a las musas, con su particular visión simbolista/realista (hiperrealismo mágico, a veces) de las cosas.

La musa enferma

Mi Pobre musa, !ay! ¿qué tienes este día?
Pueblan tus vacuos ojos las visiones nocturnas
Y alternándose veo reflejarse en tu tez
La locura y el pánico, fríos y taciturnos.

¿El súcubo verdoso y el rosado diablillo
El miedo te han vertido, y el amor, de sus urnas?
¿Con su puño te hundieron las foscas pesadillas
En el fondo de algún fabuloso Minturno?

Quisiera que, exhalando un saludable olor,
Tu seno de ideas fuertes se viese frecuentado
Y tu cristiana sangre fluyese en olas rítmicas,

Como los sones múltiples de las sílabas viejas
Donde, reinan Por turno Febo, padre del canto,
Y el gran Pan, cuyo imperio se extiende por las mieses.

.......................................

La musa venal

Tú que amas los palacios, oh musa de mi vida,
¿Tendrás, cuando el Bóreas
², sea el dueño de Enero,
Mientras cae la nieve en tediosas veladas,
Para caldear tus pies violáceos, un tizón?

¿Reanimarás acaso tus espaldas marmóreas
En los nocturnos rayos que filtran los postigos?
¿Socorrerás tu bolsa y tu garganta exangües
Con el oro que esplende en la bóveda azul?

Debes, para ganar tu pan de cada noche,
Agitar como niño de coro el incensario
Y salmodiar
Te Deums en los que apenas crees,

Reiterando tus gracias, como hambriento payaso
Y tu risa velada por lágrimas secretas,
Para ver cómo estalla la vulgar carcajada.


***

Ilustraciones
Apolo y las Musas, Simon Vouet
La Musa Uranía y la Musa Calíope, Simon Vouet
La Reina de las Musas, Lorenzo Costa
El Festín de los Dioses, Henrik Van Balen
El Nacimiento de las Musas, Dominique Ingres
El Parnaso, Andrea Mantegna
Minerva y las Musas, Frans Floris
Minerva y las Musas, Jacques Stella

Música
Johann Sebastian Bach
Concierto para tres violines BWV 1064
Allegro - Largo - Allegro
Concierto para dos violines BWV 1043
Vivace - Largo ma non tanto - Allegro

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jueves, 29 de julio de 2010

La Sonrisa de una Tarde de Verano


Ayer, se suscitó en el foro del post Sobre las musas la cuestión de la procedencia o no de la risa en este blog, como refrescante respuesta a estas caniculares fechas que a todos los de este hemisferio nos tienen agobiados (hay otros amig@s que nos siguen que disfrutan de un tiempo menos benigno que el nuestro -cuestión de hemisferios, longitudes, períclitos, estaciones, rotaciones, traslaciones e insolaciones varias).

Bueno, he de decir, que tan refrescante puede ser un pai-pai como un beso -¿o no?-; una risotada como un baño... en el sudor del cuerpo deseado, a pesar de la caló -¿o no?-; una caricia como un chiste, unas ridículas bermudas hawaianas o la prístina piel al aire y al sol -¿o no?-; un gazpacho andaluz, bien fresquito, o una ración de cálida saliva bien servida por la compañera de refriegas amorosas -¿o no?-; una peli de Chaplin, Keaton o Monty Pithon que otra filmada en la cámara semi-oscura -o luminosa, tanto da- donde los protagonistas -nosotros, of course- luchan gozosamente a brazo partido por alcanzar la Joya ex Nihilo,...

Quiérese decir con este exordio que, aun admitiendo que la caló no ayuda a la concentración sesuda ni a la melancolía brumosa, no por ello debemos arrojarnos en manos del dolce farniente, por mucho que a ello se tienda, sin preocuparnos de que esa ligereza que la temperatura demanda -en este caso, en que la naturaleza del blog determina un contenido referente- debe de estar revestida, si de telas vaporosas, no de nylon o viscosa, sino de sedas primorosas. Por ello, querida Musa Talia Espúrea, ese vídeo que, graciosillo, me enviaste, a pesar de lo tendencioso, y lo vleidoso, y tras pasar por el tamiz de mi exquisito gusto, lo voy a subir, no sin reparos, que ya me hubiera gustado más inteligencia en el guión y más donosura en lo dictado.
Junto a él, y para enjugar su somera ramplonería, todo un ejemplo de lo que sería una sonrisa franca, que puesto que quien la induce es Franco -vade retro, no aquél- francamente al cuadrado es, que Battiato el nombre matiza y así ya bien lo exorciza de analogías perversas, que a los de este bendito país, sin querer nos vienen prestas, cuando ese noble concepto, adoptado de pueblos celtas, ante nuestros ojos se expone enseñando sus bélicas vergüenzas.

Es Franco Battiato uno de esos juglares del pueblo, ilustrado, que sólo se dan en sociedades maduras y abiertas, si honestas con su propia encarnadura, que sacan los colores a quienes gobiernan con su lengua mordaz, nada falaz, y con humor para que bien se entienda, a las veces; o con ternura para que bien se goce, con el roce, de quien se tiene a mano; o con solidaridad con el hermano que sufre la sinrazón de un poder sin compasión y ciego, si soberano.
Juglar pues, al que se escucha con una sonrisa en la cara y otra en el corazón, y otra más que llega al alma y allí se encarna con bendición.

Para abundar en el gesto de la cómica condición -sin llegar a la carcajada, sí al rire à raison de mi querida Muse Personne- acompaño video y canción con una composición de burlesca situación y frecuentada morisca trama, que tanta fama le diera a quien, cúspide del Barroco, el Barroco trascendiera, para meterse de lleno, si adornado sobremanera, con inteligencia desnuda, en esta época cimera donde el decir se vulgariza en loor de idólatras deidades, preñadas de vulgaridades y ordinarieces sin tasa (vean ustedes lo que pasa, cuando la lengua se descuida y, más, se descuida el alma).
De Don Luis traigo un romance poco conocido, si divertido, que hará las delicias de quien reírse quiera de su sombra, pues se nombra un sentimiento que a todos nos revuelca en nuestros lodos cuando dél cautivos estamos y padecemos sus agravios con desesperación, cuando no existe razón a razón de nuestro imaginario, pues el sujeto de la pasión, más que sujeto está libre y con el rabo se sacude nuestra romántica inspiración.
Triste pisa y afligido, es su primer verso; de título, pues, le sirva, ya que el autor no lo tituló, quién sabe si por desidia o porque no lo halló digno de recibir tal honor.

¡¡¡Pardon, pardon: noticias de última hora!!! Muse Personne nos ha enviado este otro vídeo que subo con la velocidad del rayo apolíneo hasta la cúspide del post.
¡Gracias Muse Personne! En nombre de todos los que, como yo, pasarán un buen rato con él.:




Romance de Don Luis de Góngora
(A mayor gloria de los espíritus satíricos)

Triste pisa y afligido
las arenas del Pisuerga
el ausente de su dama,
el desdichado Zulema,
moro alcaide y no vellido
amador con ajaqueca,
arrocinado de cara
y carigordo de piernas.
No lleva por la marlota
bordada cifra, ni empresa
en el campo de la adarga,
ni, en la banderilla, letra,
porque es, el moro, idiota
y no ha tenido poeta
de los sastres de este tiempo,
cuyas plumas son tiseras.



Los ojos tiene en el río,
cuyas ondas se lo llevan,
y él, envueltas en las ondas,
lleva sus lágrimas tiernas.
Tanto llora el hideputa
que, si el año de la seca
llorara en dos hazas mías,
acudiera a diez hanegas.
Los espacios que no llora
de memorias se alimenta,
porque le dan, las memorias,
lo que los ojos le niegan.


Piensos se da, de memorias,
rumiando glorias y penas,
como rábanos mi mula,
y una mona, berenjenas.
Contempla luego en Balaja,
la cual, mientras la contempla,
olas de imaginación
o se la traen o la llevan,
y ella se está merendando
duraznicos en su huerta,
y tirándose los cuescos
al que tal pasa por ella.


Ojos claros, cejas rubias,
al vivo, se le presentan,
lanzando rayos los ojos,
y flechas de amor, las cejas.
El moro, contemplativo,
a los de su dama vuela,
como, a los ojos del búho,
cernícalos de uñas prietas.
-"Ay, mora bella -le dice-,
no menos dulce que bella:
no estraguen tu condición
las condiciones de ausencia"-.
-"Ay, moro, más gemidor
que el eje de una carreta:
pues no soy tu mora yo,
no me quiebres la cabeza"-.


-"Recibe allá este suspiro
y este llanto de esta tierra,
donde el rey me ha desterrado,
y mis cuidados me entierran"-
-"Llore alto, moro amigo,
suspire recio y con fuerza,
que han de andar, llanto y suspiro,
más de noventa y seis leguas"-
En esto, ya salteado
de una varonil vergüenza,
a lavar el tierno rostro,
de su caballo se apea;
también se apea, el galán,
porque quiere en el arena
sembrar perejil guisado
para vuestras reverencias.

FIN


*
Permíteme Musa Personne, ma Muse, cette petite licence, un petit peu de tendresse, d'amour derrière le rire, de celui qui fut le roy du rire.



Te protegeré de los miedos, de las hipocondrias,
de los contratiempos que desde hoy encontrarás debido a tu naturaleza.

De las injusticias y los engaños de tu tiempo,
de los fracasos que atraerás por tu naturaleza.

Te levantaré de tus penas y de tus cambios de humor,
de las obsesiones de tus manías.

Superaré las corrientes gravitacionales, el espacio y la luz, para que no envejezcas.
Y te curarás de todas las enfermedades,
Porque eres un ser especial,
Y yo, cuidaré de ti.

Deambulaba por los campos de Tennessee (cómo llegué ahí, ¡quién sabe!).
¿No tienes flores blancas para mí?
Más rápidos que las águilas
mis sueños atraviesan el mar.

Sobre todo te llevaré el silencio y la paciencia.
Juntos iremos por los caminos que llevan a la esencia.
Los perfumes de amor emborracharán nuestros cuerpos,
La bonanza de agosto no calmará nuestros sentidos.
Tejeré tus cabellos como tramas de un canto.
Conozco las leyes del mundo, y te las donaré.

Superaré las corrientes gravitacionales, el espacio y la luz, para que no envejezcas.
Te salvaré de toda melancolía,
porque eres un ser especial y yo cuidaré de ti...

Yo sí, cuidaré de ti...

(Franco Battiato, traducción de Flavio)

***

Puso la Música
Franco Battiato
Centro di gravitá permanente
Voglio vederti danzare
Cucurrucucú, paloma
La stagione dell' amore
Nomadi
Il cielo in una stanza

Ilustró
Eustache Lesueur
Les Muses (Clio, Eutherpe, Thalia)

*
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miércoles, 28 de julio de 2010

Galanteries 3



Seguimos nuestro recorrido por los escritos de Héctor Amado. Hoy se trata de unos relatos mínimos y dos poemas.
En los relatos, Héctor, intentaba -al menos así me lo aseguró más de una vez, vaso de buen vino por medio, en algunos de los bistrot donde solíamos quedar para charlar de su obra-, intentaba, digo, siempre emitir un mensaje; mensaje que le aseguraba le había susurrado su Musa en sueños, o en esas extrañas ensoñaciones en las que se sumía frecuentemente durante aquella época. Me decía,
- Hoy he soñado con Ella, no la he podido ver -nunca la puede ver, nunca veo su rostro- pero sé que es ella porque la siento. Me ha susurrado...
Y me hablaba largo y tendido, con todo lujo de detalles de aquel onírico sueño. Lo curioso de todo esto es que: ¡no se lo estaba inventado! Aquella mirada perdida en algún lugar del espacio mientras me relataba lo sucedido, sus miradas fijas en mis ojos cuando de vez en vez salía de su ensimismamiento, era el de una persona que no finge: estaba viviendo lo que decía, creía en lo que decía.

Así pues, los relatos siempre hay que leerlos como portadores de mensajes.
En cambio los poemas, también, me decía, eran los propios latidos de su corazón que rebotando en su cerebro se vertían en significados que su mano consignaba en la hoja en blanco. Solía decirme:
-Desde que no está, mi corazón sangra... tinta negra.

De esta forma tenemos, relatos-mensajes y poemas-latidos.
A pesar de lo que pueda parecer. Todo este dolor, todo este sufrimiento, era jubiloso. Nunca creo recordar haberle visto triste. Siempre andaba como poseído por un estro fatal que le nimbaba de un gozo extraño... Solía reirse mucho, por cualquier detalle: el paso tambaleante de un pato, los graciosos brinquitos de los gorriones y estorninos, el movimiento balanceante de los altivos gallos al andar, una hoja seca que en otoño caía sobre la cabeza de un gato que daba un respingo como un resorte y salía maullando como alma que lleva el diablo,... cosas así. Nunca le vi reirse de la gente. Quería a la gente -cuando no les ignoraba, imbuido en sus pensamientos-. Sobre todo quería a las mujeres a las que no dejaba de mirar con esa mirada de sabio sátiro que tenía (era la cortesía personificada, eso sí; jamás una palabra inapropiada, un gesto, una mirada descarada; no, miraba como quien se asoma al mundo por primera vez y descubre un jardín lleno de bellas flores: las mujeres).

La banda sonora es extraordinaria -siempre lo es- pero, en este caso, tiene un feeling especial (al que no le guste este prodigio de la Naturaleza, y tan amado de los dioses que no pudieron prescindir de él en sus cielos llamándolo a su presencia cuando tenía poco más de treinta años, soy capaz de retirarle el saludo). Espero que disfruten como Héctor lo hacía cada vez que lo escuchaba.

Aquí les dejo con Jeff Buckley, Auguste Renoir, Tamara de Lempicka, Ito Shinsui y, como no, Héctor Amado. Salud!


*

Récits Mínimes

1
Bip-bip... bip-bip... La signal déchira le silence de la nuit. Le message avait arrivé avant le temps. Tous ceux yeux injectés de sang se tournèrent vers lui...

2
Pendant le dernière mois elle était nerveuse et irritable. Ce matin la discussion semblait plus forte que d'habitude.
Il était coupant de pain à ce moment; elle était, aux fortes paroles, lui chantant pouilles.
Elle lui reprochait son état et lui faisait coupable de tout. Il ne put plus supporter ses reproches... se jetta sur elle...
Elle sentit alors une douleur aiguë à son ventre et lança un cri épouvantable... lui, il la reçoit en ses bras...
Elle lui regardait dans les yeux sans pouvoir le voir, des battements sonnaient au loin... , la douleur le déchirait le ventre, elle sentit couler quelque chose de chaude sur ses cuisses, ses genoux se plièrent et tomba au sol. Elle resta couchée à ses pieds, inerte.
Lui, avec un sourire nerveux et les mains tremblants, à peine il réussit marquer le nombre d'urgence...
Deux heures plus tard des pleurs aigus arrivarent à ses oreilles...
Ça y est!

3
Maintenant ceux yeux enfantines pleins de curiosité regardaient vers le ciel sans y voir rien. Des minutes avant ceux mêmes yeux se levaient curieux vers le bruit sifflant qui s'approchait de plus en plus...
après, un court silence suivi d'un grand fracas...
la fillette sentit comment son corps flotait dans l'air tel que la fée clochette du conte... un second après le toit avait disparu...
le poudre et la fumée partout... le bleu du ciel se devinait là-haut...
la fillette ne sentait plus rien, le seul, un petit tambourinage qui s'éloignait...
les yeux bien ouverts...
la vie que se passe...
un tendre baiser d'obscurité se glissa sur ses lises joues...
le tambourin cessa...
les yeux ouverts comme des miroirs ovales seulement réfléchissaient l'intense bleu du ciel.

4
Jane danse sans souci. Ses bras se mouvent délicatement au rythme de la musique, de bas en haut, de haut en bas et aux cotés; au même temps sa tête fait subtiles et gracieux mouvements et ses hanches ondulent l'air; ses jolis pieds nus chaussés de fines sandales à cuir semblent flotter sur le sol. Tout est harmonie dans ses gestes.
La musique funky et soul sont ses favourites pour danser, aussi elles sont les plus appropriées pour sa délicatesse voluptueuse... et Elle le sait... Elle s'aime soi-même en dansant.
Elle est faite de musique, mais Elle ne le sait pas.
Elle est une partition musicale composée de chair et d'os, mais Elle ne le sait pas.
Le jour qu'Elle le découvre... la beauté de
sa musique sera plus puissante que le chant ensorcelant des syrènes.
Pendant ce temps Elle continuera dansant au rythme d'autres musiques.


*
Poèmes

Feminité

Un bouquet d'arums
Une femme orgueilleuse de soi
La volupté luxuriose de la forme créatrice
La volupté de la courbe
La luxure délicate de l'élegance
Les plis toujours suggestifs
Les tailles dressés vers la corolle
La corolle ouverte et offerte
La blancheur pure
La blancheur jaunie
La blancheur souillée pour le pollen doré
Ces pétales fermes
Ces pétales embrassés à soi mêmes
Ces pétales accolés aux droits espadices jaunes
Ces lèvres de velours blanc
Ce doux baiser à les yeux qui les regardent
Ce cadeau plein de mystère
Cette ampoule de verre sans mystère
Ce bouquet plein de suggestions

C'est la femme qui crie sa féminité
depuis la beauté évocatrice des formes.





*
Tribut

C'est un hommage,

aux feuilles mortes,
aux fleurs sèches,
aux regards perdus,
aux lèvres assoiffés,
aux soupirs évanouis,
aux larmes rétenues,
aux souffles étouffés,
aux cris noyés,
aux mots non dits,
aux pas non donnés,
aux caresses omises,
aux yeux absorbés,
aux baisers ahuris,
aux frissons ignorés,
aux rêves emprisonnés,
aux mains vides,
aux coeurs brissés,
aux attentes déçues,
aux désirs inaccomplis,
aux souvenirs oubliés,
aux gestes inaperçus,
aux excuses non demandés,
aux orgueils blessés,
aux amants abandonnés,
aux amoureux ebahis,
aux amours infinis,
aux passions enflammés,

C'est un hommage
à l'Espoir
d'un désespoir,
si profond
que le monde,
si certain
que ma péine
de ne pas pouvoir,
ravi, vous revoir.


*
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lunes, 26 de julio de 2010

Sobre las Musas (Sur les Muses)


Como producto de una conversación mantenida ayer en la sección de comentarios del anterior post, con la autodenominada Musa Personne, y para que todos los que por aquí pasearen sus ojos sepan y se enteren que este es un blog vivo, interactivo, y que merece la pena mojarse y entrar en liza porque ello se verá reflejado de una u otra manera en el contenido futuro del mismo, hoy voy a subir -por sorpresa- uno de los escritos ensayísticos de Héctor Amado que va pintiparado para lo que en esa conversación se debatió: la casuística y necesidad de las musas en la actividad creativa del artista -en este caso, poeta-.

Vuelvo a pedir disculpas a todos aquellos que no dominen la lengua de Voltaire o Carla Bruni -que tanto da ¿o no?-, e incluso los que tampoco anden finos con la de Shakespeare o Lady Gaga, pues en el post de hoy se adjunta un pequeño fragmento de un pensamiento de Robert Graves en su vernácula lengua (Graves es conocido en nuestro país, sobre todo, por la espléndida serie de tv. delos años ochenta: "Yo, Claudio" -magnífica novela histórica, por otra parte; también lo conocerán perfectamente los mallorquines, pues tuvo residencia en Deià, donde murió en 1985).
Tanto para unos como para otros, decirles que procuraré adjuntar una traducción en la sección comentarios del mismo post.
A última hora añado un fragmento de una entrevista, mantenida en 1981 con Graves, por la idoneidad con el tema que nos ocupa, y por sostener, el poeta-Musa, un juicio acerca del valor/concepto de la Musa muy cercano ala que yo sostengo y siento.

Decía nuestr@ amig@ Personne una cosa y la contraria: citando a Lamartine: que el poeta es víctima de su musa; y citando al mito de Sísifo: que la empresa del poeta es cargar con la ingente tarea de sacar adelante su obra pese a musas y diosas. Vamos, que el poeta no las necesita y a la vez es su víctima (¿en qué quedamos Muse Personne?. No, no se preocupe; que yo sé la respuesta porque la entiendo como si la hubiera parido... mi mente)).
Aquí viene en mi ayuda (ves, tiene Uvd razón, Muse Personne) Héctor Amado para elucidar algo este intrincado bosque de argumentos aparentemente paradójicos.
Es patente que Héctor lo escribió pensando en una Musa en particular que por aquel entonces le arrebataba a las más altas cotas de la irrealidad desde una insufrible y sensitiva realidad que lo mantenía en volandas todo el día. Pero, pese a todo, con una lucidez pasmosa, escribía cosas como estas, que siendo producto del amor, no estaban enroscadas a su tierno abrazo sino como afeite embellecedor -y preclaro, añadiría-.
Este puede ser un post complementario a uno anterior (De Musas y Aedos, 22 de Junio) al que remito a los curiosos; allí encontrarán, además, para su deleite, La Música para los Reales Fuegos de Artificio de Händel, en versión de Trevor Pinnock y su English Concert; ahora será La Música Acuática la que ilustre musicalmente este post.

Sin más preámbulo les dejo con el alambicado francés de Héctor Amado -por los dioses-.



"No Muse-poet grows conscious of the Muse except by experience of a woman in whom the Goddess is to some degree resident; just as no Apollonian poet can perform his proper function unless he lives under a monarchy or a quasi-monarchy. A Muse-poet falls in love, absolutely, and his true love is for him the embodiment of the Muse...
But the real, perpetually obsessed Muse-poet distinguishes between the Goddess as manifest in the supreme power, glory, wisdom and love of woman, and the individual woman whom the Goddess may make her instrument...
The Goddess abides; and perhaps he will again have knowledge of her through his experience of another woman..."
The White Goddess, Robert Graves.

[...] Su obra en prosa más importante es La Diosa Blanca, una historia del mito poético: "el lenguaje del mito poético... era un lenguaje mágico enlazado con las ceremonias religiosas populares en honor de la Diosa de la Luna, o Musa... y éste sigue siendo el lenguaje de la poesía `verdadera'... en el sentido de que es el original improbable, no un sustituto sintetizado". El poeta verdadero rinde culto a La Diosa Blanca, o diosa de la creación; la devoción absoluta y constante hacia ella es el único camino del poeta. El poeta "se enamora, absolutamente, y su amor verdadero es la encarnación de la Musa".

—Usted escribió una vez que "el poeta-Musa debe morir por la Diosa como el Rey Sagrado lo hizo cuando fue una víctima divina". A pesar de todo usted ha sobrevivido; ¿aún sostendría lo anterior?

Graves: Sí. Lo que ocurre con más frecuencia es que la Musa siente ya imposible sostener el amor de un poeta y se une por elección propia con un poeta postizo, aunque sepa que no es el verdadero poeta. Escoge a alguien con quien pueda jugar el papel de madre. Di todo el cuadro de eso en un poema que se llama "El impostor". El proceso vuelve a empezar cada vez que el amor muere, algo tan doloroso como la muerte real. Siempre hay un asesino alrededor, siempre hay un personaje "impostor". El rey o el poeta representan el crecimiento, el rival o doble representan la sequía.

—Pero seguramente los muchos años de servicio a la Musa tienen su recompensa.

Graves: Con el tiempo la recompensa va siendo encontrar a alguien que no sea "asesina". No quiero hablar sobre eso porque no quiero tentar a mi suerte.

—Por definición, su búsqueda de la Musa será siempre insatisfactoria. ¿Qué es lo que ella le ha dado?

Graves: Me ha traído cada vez más cerca hacia el centro del fuego, por así decir.

Entrevista a Robert Graves. Nexos 38, febrero de 1981


Well, well!
Ce pensée de celui qui est l'un des écrivans (et poètes) plus importants du XXième siècle m'est familier (do you know?). Je souscris complètement ce qu'il dit, mot à mot.
La déesse soi-même n'est rien sans son incarnation dans une femme.
Divinité puissante et bénigne à son origine, elle accorde la bonheur de la création artistique avec son ravissement [...], avec l'inspiration d'un amour au-delà des apparences, au-delà la chair, vers l'extase d'un joyeux mélange de volupté et dissolution.
L'heureux élu devient ainsi amoureux d'une déesse et d'une femme au même temps, mais d'une femme possédée par l'esprit de la déesse -elle est, la femme, elue aussi-.

La femme soi-même n'a pas le pouvoir d'inspirer. La femme a le pouvoir pour attirer l'homme d'une façon pratique, materielle, sexuelle, mais c'est une attraction qui pursuivre le plaisir immédiate ou la procréation, agréable, bien sur, mais limitée à la satisfaction exclusive de nos instincts. Toute l'imagination ou les fantaisies que l'amour seulement "charnelle" nous suscite ont comme objetif la satisfaction des dèsirs plus ou moins conscients de nos sens. (...et c'est très bon, n'est-ce pas?), mais tout cela ne sert pas pour créer l'oeuvre artistique (plus grande ou plus petite).



J'y parle d'une autre chose.
J'y parle de frissons, de ravissement, de lévitation, de déchirure, du néantissement, d'une sensualité douleureusement intense et joyeuse que seulement se satisfait avec cette sorte d'éjaculation qui est l'oeuvre d'art (quoi qu'elle en soit, litteraire, musicale, pictorique, etc.).
Les muses existent pour sauver l'homme de la malédiction du temps, du materiel, de son limitation, de son manque essentiel, de son boiterie substantiel: demi-animal et demi-dieu, l'homme est condamné à être témoin de sa condition mortelle possédant une âme immortelle. Comme ceux vieux demi-dieux de la mythologie grecque et romaine, l'homme (et la femme, s'il vous plait) lucide, c'est à dire, l'homme conscient de sa divinité réduite en esclavage, il sait qu'il va mourir (toute cette conscience de l'infini mourira!!!) mais au même temps dans son coeur bat l'élan qui le pousse au-delà les frontières du materiel, à imaginer vivement d'autres mondes, à les sentir.



Et cettes sensations d'infinitude les procurent les muses. Les neuf muses. Parmi lesquelles Erato, la muse aimable, est ma benefaitrice (et, en plus, un petit peu Talia , Euterpe, Terpsichore et Calliope, bien sûr). Las muses, aussi, peuvent-elles devenir succubes qui volent la volonté du malheureux possedé, en le sommettant aux atroces tortures de l'éloignement, l'absence, le mèpris ou l'incompréhension. Alors, ce magnifique pouvoir créateur devient destructive. Ainsi, le malheureux possedé succombe à l'énivrement du chaos, l'ivresse dyonisienne s'approprie de lui, déjà sans la benefactrice intervention du contrapoint appollinaire (qui apporte l'equilibre nécessaire) et la fin sera l'abandon de soi (il y a beaucoup d'exemples de cela: E. Allan Poe, Artaud, Hölderlin, Novalis, mais aussi, Virginia Wolf, Janis Joplin, etc.).
Veuillent les dieux de me liberer de la colère des muses!

Nunca fueron más proféticas estas últimas palabras ( y hace ya cuatro años que fueron escritas).





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La Música de las Musas fue...
Georg Friedrich Händel
Música Acuática (Water Music)
Suites 1, 2, 3
The Kings Consort. Dtor: Robert King

Ilustraciones de las Musas
Claude Manet
Déjeuner sur l'herbe
Musas del sarcófago (s II d.C)
Gustave Moreau
Hesiodo y la Musa
Hans Rottenhammer
Minerva y las Musas

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