miércoles, 25 de febrero de 2015

El Eterno Femenino en la Escultura (IX) - GALERÍA: Escultura Criselefantina (2): Ferdinand Preiss


  



El Eterno Femenino en la Escultura

Reflexiones esculturales

Reflexión 6: Escultura criselefantina
Chiparus y Preiss: un estilo, dos miradas.

.....Los críticos del arte a veces se empeñan en poner etiquetas aglutinantes a lo que es diverso, algo que a todas luces es con frecuencia exagerado, si no irreal, cuando no incierto o inadecuado, máxime cuando no sólo no atañe al conjunto de la obra de un artista (si es que no se clasifica, a su vez, ese conjunto de una sola obra en diversas etapas o periodos —y aquí, sí, les puede asistir, en numerosas ocasiones, la suficiente razón), sino concerniendo a un grupo de ellos, simplemente atendiendo a su procedencia, Así, en la escultura criselefantina, ya se apuntaba en la reflexión 5ª del post anterior que para esa corriente crítica de pensamiento clasificador existían dos modos, estilos o expresiones del hecho artístico constitutivo de la impropiamente llamada escultura criselefantina (y digo impropiamente, por cuanto ya vimos en esa misma reflexión que el movimiento o estilo así denominado, perteneciente al Art Decó, prescinde casi siempre del oro en su factura, por lo que el sufijo girego criso sería impropio; y el término elefantino no siempre se corresponde con la realidad, al denominarse así criselefantinas— también las esculturas realizadas íntegramente en bronce (si bien, con acertado criterio, los más rigurosos y precisos las tienden a denominar con el genérico "bronces", a pesar de que, por abreviar, se las incluya en la obra criselefantina de su autor): una corriente o estilo francés, y otra/o germano; de las cuales, sus máximos exponentes podrían ser Demetre Chiparus, como representante galo, y Ferdinanz Preiss, por parte alemana. 

.....Pues bien, a poco que uno se fije, una vez contemplada la mayor parte de la obra de Chiparus, en el post anterior, y la de Preiss, en ésta, podrá comprobar que son más las similitudes que las diferencias, si se utiliza el criterio del estilo (detallismo artesanal en los acabados, fino labrado del marfil, esmerada combinación del color, variedad en la expresión de los cuerpos —aunque tendiendo siempre a reproducir, matizando, ciertos "modelos" exitosos—, temática); estableciéndose las diferencias más en el campo secundario de la mayor o menor adecuación a la realidad contemporánea o las actitudes corporales de las esculturas, o en una hasta cierto punto diferente utilización de los materiales, con mayor tendencia, por parte de Preiss, a utilizar el marfil (referido concretamente a las representaciones de cuerpos desnudos enteramente de este material). En el estilo son muy similares, si bien podría apuntarse un mayor perfeccionismo anatómico en Preiss que en Chiparus (la definición realista que Preiss imprime en los rasgos  de su escultura Necklace es más acusada que en cualquiera de las realizadas por Chiparus), y en éste una mayor creatividad expresiva y un talento más fantástico (la riqueza y fantasía de la vestimenta y complementos de las modelos en Chiparus no tiene parangón). Preiss expresa más y mejor el mundo alrededor, la cotidianeidad contemporánea (en sus versiones denominadas Gamine, o en SkaterGolfer, Bather Sunshade Girl, por ejemplo); Chiparus tiende a enfocarse más en la mitología, el mundo antiguo (Egipto sobre todo, a raíz del descubrimiento de la Tumba de Tutankamon por Hovard Carter y Lord Carnavon en 1922) y la danza (un completo muestrario de danzarinas tradicionales, tanto antiguas como modernas —Ballets Rusos de Diaghilev).

.....En Preiss encontraremos, junto a una mayor sensualidad, más introspección en sus modelos (la serie Dreams Dreaming, es un claro ejemplo; Thoughts Coyness, otro; incluso las presentaciones de las figuras míticas: Phryne, Aphrodita o Iphigenia, no dejan de mostrar, pese a su indiscutible sensualidad, esa tendencia introspectiva); en Chiparus la expresividad se irradia, resplandece, se extiende desde las formas y los colores hacia el exterior (hacia el observador), nada induce a introducirse en la modelo, todo es una danza de gestos cautivantes que se sustancian en formas y colores cuyo último fin es crear belleza, una belleza meramente estética, que persigue el bienestar contemplativo del observador (las bailarinas EgipciaFeniciaExótica, de DelhiEncadenada, en Semiramis o en Antinea).  En Preiss, esa belleza es más vinculante e interactiva, más interrogante: requiere del espectador un interés indagatorio, y no un simple contemplar.
.....Ambos, por último, afrontan la femineidad desde una doble perspectiva: realista y voluptuosa, por un lado (toda la serie de Light than AirSummer, The Necklace Posing, por parte de Preiss; Sirian Dancer, Invocation, Cleopatra o Dancer with Scarf, por la de Chiparus), y algo más estilizada y longilínea, por otro (Expression, Stylised Nude, Breasting the Tape, en Preiss; Douga o Starfish, en Chiparus)

.....Por cuanto sostengo (ante quien sea menester) que en el caso, al menos, de los dos más eximios representantes de las dos corrientes determinadas, impropiamente, como francesa germanaestas diferencias de estilo no son tales, si no, antes bien, son las singularidades propias a dos artistas diferentes (se hará bien en tener en cuenta el origen rumano de Chiparus, por más que su formación la realizase en el país galo). Esa pretendida mayor atención al detalle y a la elaboración artesanal en perjuicio de la industrial (de los bronces, por ejemplo), atribuida por los críticos a la escuela francesa, en este caso vemos que se cumple aún con mayor rigor en el representante alemán (Preiss). Con esta conclusión determino, pues, que es errónea esa clasificación artificial, y que haríamos bien en limitarnos en observar y analizar las diferencias propias de cada talento o genio particular. 
.....Veremos en el próximo post, dedicado a un austriaco —de la escuela germana, pues, para los críticos taxonomistas—, Josef Lorenzl, que esa diferencia sí existe, pero acompañada de otras aún más singulares. Allí se hablará de ello con extensión, teniendo a la vista de la obra. Pero quedémonos con esto: no hay dos escuelas criselefantinas, sino una docena larga de excelentes artistas que realizan sus obras, principalmente, atendiendo a su forma de entender el hecho artístico, y, secundariamente, a una más o menos vaga influencia de su etapa formativa.
.....El concepto de espíritu de su tiempo, tan caro a los analistas de la historia del arte, es más predominante que la clasificación artificial y artificiosa en dos bandos netamente alineados a la hora de realizar un análisis de este movimiento: temática, estilística, inquietudes estéticas, expresividad, son criterios más decisivos que una mera cuestión de realización formal (artesanal versus industrial). Y, como hemos visto, entre un representante de la escuela francesa y otro de la escuela alemana, puede haber más semejanzas que entre dos de la misma (artificiosa) escuela (Preiss y LOrenzl, por ejemplo).


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Retratos escultóricos del Eterno Femenino


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La Mujer Criselefantina
(I)

.....Áurea de día, Ivory de noche. A veces esta división no era tan clara y se entremezclaban ambas a cualquier hora, en cualquier circunstancia o momento de forma aleatoria, sin mediar causa objetiva alguna, lo cual podía resultar tremendamente engorroso si la disociación se producía en compañía de alguien.
.....Nunca supo cuándo, ni dónde, ni, mucho menos, por qué su personalidad cambiaba de forma tan radical. Simplemente sucedía, y Áurea o Ivory, sin solución de continuidad, se ausentaba dejando en su lugar a Ivory o Áurea. O, sí, intentó en numerosas ocasiones determinar qué era lo que en ella impulsaba el cambio, pero nunca pudo descubrirlo. Habiendo recorrido todo un rosario de psiquiatras, psicoanalistas e incluso mesmeristas, al final lo único que sacó en claro era que padecía uno de los casos más claros de TID, acróstico de Trastorno de Identidad Disociativa, registrados en los anales de la historia psico-clínica médica.
.....Se intentó hallar la causa, se buceó exhaustivamente en el periodo transcurrido desde su más tierna infancia hasta la adolescencia, tal y como la experiencia clínica recomienda ya que es ahí donde se encuentra la causa en el 90% de los casos comprobados del más conocido como trastorno de la personalidad, o doble identidad, o personalidad múltiple. Se sospechó de la intensa relación mantenida con su padre, un artista bohemio de origen francés, que tras la muerte de la madre en el parto se hizo cargo de la niña, y quien, tres meses después, siguiendo los pasos de Paul Gauguin y Jacques Brel, se trasladaría a Hiva'Oa, la más grande de las Islas Marquesas, en la Polinesia Francesa, donde Áurea viviría sus primeros cinco años inmersa en medio de una naturaleza exuberante, enmarcada por el azul del cielo y el turquesado mar. Allí crecería de forma casi paradisíaca: eran sus amigos los pájaros de vivos colores, las mariposas, los insectos, los árboles del Pan, las gotas de lluvia, los rayos del sol,... con quienes hablaba y a quienes hacía el relato de su rico universo interior. Algunos de los especialistas más morbosos sospecharon de que algo ocurriría en aquellas feraces selvas, apartadas del ojo cautelar de dios (o del de los custodios de su palabra, los fieles servidores de la Iglesia), algo ominoso y repulsivo para una civilización erigida sobre los pilares de la moral cristiana. Pero nunca pudieron hallar nada que diera sostén a esta mera (y retorcida) especulación.

.....Lo cierto es que Áurea (su padre le había puesto ese nombre porque ya al nacer lucía una sorprendente cabellera dorada a juego con una piel marfileña) no sentía su peculiaridad como un trastorno, y menos como una enfermedad, sino que lo había asumido como un rasgo de su carácter; uno muy singular, eso no lo podía negar, pero del que se sentía orgullosa (ella solía decir con ironía que le cabía tener más suerte de lo que es concedido al resto de los mortales, al poder vivir más de una vida a la vez).
.....Esbelta sin ser alta, extraordinariamente bien formada, de rostro hermoso y sugerente, sofisticado y ligeramente soñador cuando adquiría la personalidad de Áurea, y seductoramente salvaje cuando era Ivory quien se mostraba. Su larga cabellera rubia bastaba para indicar ante quien se la jugaba uno: suelta y a su caer, en mechones desordenados, en Ivory; recogida en moño o en coleta cuando Áurea; actuaba a modo de semáforo, en el que se pasaba del verde al rojo sin mediar el ámbar. Con Áurea uno podía sentirse a gusto, relajado, satisfecho, disfrutando de su brillante simpatía y serena hermosura. Con Ivory la relajación no existía; en una relación con ella podría acaecer la extenuación pero no la tranquilidad dichosa: un desfallecimiento siempre sediento, nunca satisfecho, porque Ivory daba tanto, colmaba de tal modo, y lo hacía con tal sorprendente naturalidad que dejaba la impresión de no haber rascado sino la superficie del placer y la dicha de que ella era capaz. Pozo, pues, inagotable, firmamento infinito, cada vez que uno estaba con ella era como estar con alguien perpetuamente renovado, en constante expansión.

.....Áurea concitaba en derredor a gente bien: burgueses acomodados que se creyeran con el derecho y la fortuna para poder satisfacer a una mujer sofisticada y culta como ella. Ivory espantaba a este tipo de hombres. Los espantaba en tanto en cuanto si lo que buscaban era una relación estable, formal, a futuro, pues algunos —pocos— de entre estos, que eran asiduos buscadores de compañías pasajeras, cuando descubrían que en realidad había dos personalidades tan extremas en aquella única mujer sentían, tras un primer momento de perplejidad, como si se les moviera el suelo bajo los pies, o como si hubieran hallado las Minas del Rey Salomón o la Piedra Filosofal. Otra cosa era que Áurea o Ivory se mostraran de acuerdo con esta apreciación. Por lo general, o una o la otra —o las dos— los apartaba de su lado. Cada una era coherente con su personalidad y demandaba en sus relaciones la autenticidad y franqueza que, a su modo de ver y sentir, les era debida. Ni la una ni la otra soportaban la doblez, y había que ser hombre muy decantado en su papel para poder obtener sus recíprocos favores. Daba igual si Áurea se las veía con un bohemio como su padre, si lo era con convicción; de hecho el dinero nunca constituyó para ella un problema, no lo necesitaba pues bien se lo ganaba como diseñadora free lance para instituciones artísticas y revistas de moda. Lo mismo ocurría si Ivory era pretendida por un bala perdida, mientras éste lo fuera sin encono, sin malicia y sin crueldad. Le encantaban sobre todo esos hombres marginados y marginales, de conciencia anarca, inconformistas avant la lettre y rebeldes con o sin causa; aunque no despreciaba a los crápulas desclasados y a los aristócratas a contracorriente.

.....Es fácil tener en la mente a Kathleen Turner en La Pasión de China Blue, pero no era este el caso más adecuado; quizás pudiera servir para aproximarse a un estereotipo bastante convencional de lo que la doble personalidad acarrea, pero esto supondría quedar bastante alejado de la verdad. Sería más acertado tener presente a la espléndida Joanne Woodward en Las tres caras de Eva (trasunto de la real Chris Costner-Sizemore, uno de los casos de Trastorno de Identidad Disociativo más famosos de la historia reciente). Ya he dicho que tanto Áurea como Ivory se alternaban con total naturalidad, y ni la una ni la otra entraban en conflicto por su disociación; es más, ellas eran plenamente conscientes de esta situación, de su mutua y simultánea existencia, llegando a bromear sobre ello (de forma distinta, eso sí, si lo hacía una u otra). Simplemente acaecía la transformación a ojos vista, sin previo aviso y sin ningún trauma. Nada que ver con los gorjeos atosigantes del Dr Jekyll en trance de convertirse en Mr Hyde, nada que indicara el estado de abducción mediúmnico de una Sibila, nada de la mirada extraviada de Norman Bates (Anthony Perkins) en la hitchockiana Psicosis. Nada de eso. Era más bien como el efecto de un caleidoscopio: una imagen daba paso a otra de forma instantánea, sin apenas percibir el paso o la transición. Eso sí, adoptada la nueva personalidad, Áurea o Ivory se adecuaban a ella cambiando apariencia y actitud, del mismo modo en que cualquier chica cambia de peinado,vestido o complementos, según la ocasión. Lo que, pese a ser vivido por ella con total normalidad, no dejaba de acarrear ciertas incomodidades a los demás...

(continuará)



GALERÍA

ESCULTURA CRISELEFANTINA (2)

Fritz  Ferdinand PREISS
1892-1943

Spring Awakening

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Phryne

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Lighter than Air

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Spring Dancer

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Iphigenia

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Dreams

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Expression

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Posing

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Bat Dancer


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Powder Puff Girl


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Aphrodita


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Lighter than Air 2


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The Necklace


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The Diver


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Lighter than Air 3
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The Skater
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Summer

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Dreams 2

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Torch Dancer

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Dreaming (Dreams 3)

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Stylised Nude

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Con Brio 2
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Light than Air 4

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Cabaret Girl


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The Favourite

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Breasting the Tape
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Salome Dancing

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Spring Awakening 2

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Toilette

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Con Brio

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Coyness

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Russian Dancer

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Javelin Thrower

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Cabaret Girl

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Girl with Rose

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Cabaret Girl 2

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Bat Dancer 2

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Spring Sun

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Gamine

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Bat Dancer 3

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Light than Air 5

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Beach Ball

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Gamine 2


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Gamine 3


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Diana

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Ballerina


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Javellin Thrower


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Thoughts


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Necklace 2


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Thoughtful


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Reading


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Iphigenia 2


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Thoughts 2



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Ecstasy


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Dreaming


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Summer Dancer


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Con Brio 3


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Con Brio


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Dreams 4


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Vanity


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Tenderness


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ESCULTURAS VARIAS

Ferdinand Preiss
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Proserpina. F. Preiss
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Dancing Bather. Ferdinand Preiss
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Golfer in Swimming Costume. F. Preiss
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Coy Dancer. F. Preiss
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Judith. F. Preiss
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Youth. F. Preiss
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Youth. F Preiss
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A Contemplative Girl. F. Preiss
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Bather. F. Preiss
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Sunshade Girl. F. Preiss
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Girl on Wall. F. Preiss
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F. Preiss
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