jueves, 28 de enero de 2016

Paul S Brown: La Transgresora (IV) - GALERÍA: Paul S Brown (2)





La Transgresora

IV

Cena en Villa Arcadia

.....Eran ya más de las seis cuando emergíamos de aquel universo poblado de brillantes estrellas enológicas y un ignoto agujero negro por descubrir. Arriba ya había movimiento. El resto de los invitados habían comenzado a llegar (pues no éramos los únicos aquella tarde, aunque sí los que disfrutáramos en esa ocasión del privilegio de una previa visita personalizada).
.....En el lapso de tiempo que Greta, mi tutor y yo permanecimos abajo, recorriendo las galerías de la bodega —actividad que nos ocupó casi una hora— había sido dispuesta la mesa grande del comedor. Una luz cálida inundaba el salón. Dos grandes lámparas arañas de cristal de Murano que pendían del techo esparcían su luz de forma uniforme sobre toda la mesa. Ésta estaba vestida con una impoluta mantelería de lino bordado, y sobre ella se desplegaba una fina vajilla de Limoges, una cubertería de plata de Christofle y una inconfundible cristalería Riedel, de copas de diferentes tamaños y formas adecuadas para cada tipo de vino que iba a ser servido.
.....Greta nos informó que a la cena asistirían diez invitados más, por lo que seríamos doce a la mesa, sin contar a nuestra anfitriona. Los dos últimos invitados llegaron mientras éramos presentados a los que ya se encontraban, entre mutuos saludos, formando corrillos en el vestíbulo. Un fámulo repartía aperitivos en una bandeja: champagne y cóctel amargo, para beber; y anacardos y nueces de macadamia, ligeramente salados y tostados unos y sabiamente confitadas en azúcar las otras, para picar. La composición de la mesa sería paritaria, seis hombres y seis mujeres; Greta deshacía la igualdad en favor del sexo femenino, aunque, en realidad, la paridad seguía garantizada a tenor de la conocida ambigüedad o bipolaridad de la dueña de la casa.

.....Según nos explicó Greta, el ágape estaba propuesto a la manera de los clásicos simposios griegos —pero a diferencia de aquéllos en los que sólo había presencia masculina, en esta ocasión, mixtos—, donde, además de disfrutar de la buena mesa, se llevaría a cabo la degustación de la palabra, no sólo en forma compartida, por medio de la conversación, sino presentada como exquisito plato narrativo, cuya materia prima fuera aportada por algún aspecto referente a la cena. Algo así como un cuentacuentos basado en lo gastronómico y sensorial. El proceso sería el siguiente: una vez servidos los postres, tres comensales elegidos al azar mediante sorteo deberían realizar un relato original e inédito sobre algún aspecto de lo acaecido durante el convivio: viandas y vinos servidos, menaje utilizado, temas surgidos en la conversación o cualquier circunstancia factible de ser dramatizada. Pero ahí no acababa todo, una vez los narradores hubieran finalizado sus relatos, los comensales, que además de escuchar podían tomar notas o hacer sugerencias, abandonarían la mesa para dirigirse al sótano, no para acceder a la bodega, sino para traspasar aquella otra puerta que permanecía misteriosamente cerrada y penetrar en el fantástico Universo de la Posibilidad. Allí tendría lugar la dramatización de los cuentos narrados, es decir, allí se les daría vida, siendo ellos, los comensales, los encargados de encarnar las situaciones y los personajes protagonistas de las tres narraciones. No existía ningún límite, ni en la narración ni, por descontado, en la dramatización. En el caso —inusual; tanto que nunca había ocurrido— en que algún comensal tuviera algún reparo en llevar a cabo esta dramatizada parte del programa, podría retirarse antes de acceder al sótano (por supuesto que si eso hubiese ocurrido alguna vez, dicho personaje nunca volvería a ser convocado). Se trataba, en cierto sentido, de un juego entre adultos responsables; pero, en realidad, era mucho más que eso: era una prerrogativa única por medio de la cual seis hombres y seis mujeres, convocados por una embajadora (y sacerdotisa) del arte (y el placer) accedían al mundo de los sueños posibles.

.....El número de comensales —doce— no era aleatorio sino que respondía al tradicional panteón olímpico griego (con Greta, como comensal número trece, ejerciendo de titánica Mnemósine, madre de las Musas y, por ende, inspiradora de las artes). Y así, durante la velada, los convocados no utilizaríamos nuestro propio nombre sino el de uno de los doce dioses griegos del panteón, asignado por nuestra anfitriona. Dicha asignación tampoco era aleatoria sino que respondía a algún rasgo distintivo —fuera de la personalidad, de la profesión o de simple analogía física— que lo asociaría a uno u otro dios, siempre al infalible criterio, habitualmente celebrado, de Greta. La asignación personalizada figuraba en un sobre de papel de seda de color azul de Prusia colocado en la cabecera de cada asiento. En el exterior del sobre figuraba nuestro nombre, y en el interior, en una octavilla de Vitela, el que habríamos de representar durante la velada bajo una artística reproducción en relieve del dios en cuestión, con sus atributos.

Relieve Helenístico del siglo I a. C. representando a los doce dioses Olímpicos en Procesión

.....A mi tutor le había tocado en suerte el papel del alado Hermes (aunque mejor le hubiere ido el de Méntor, educador del hijo de Odiseo, Telémaco; pero Méntor no era ni divino, ni joven), dios de los oradores y del multiforme ingenio, mensajero olímpico y señor de los sueños. Y, la verdad, es que en el mundillo académico a mi tutor se le apreciaba y reconocía tanto por su impecable oratoria como por su aguda capacidad de análisis psicológico de las situaciones y las personas.
.....Zeus resultó ser un imponente tipo de casi dos metros de altura, posiblemente más de cien kilos de peso, luenga barba entrecana y edad indefinible; su voz, incluso en el tête à tête, sonaba profunda (como un wagneriano Wotan, más o menos). Era escultor de profesión, y uno lo podía imaginar fácilmente sacando las esquirlas al mármol con sus propias dedos como buriles, o labrando de igual forma los metales.
.....Hefesto, en cambio, parecía un Toulouse-Lautrec: pequeño y algo contrahecho de cuerpo pero muy apuesto de cara, con facciones armoniosas y ojos vivarachos que anunciaban una mente poderosa; parecía como si en su generación el derroche de apostura facial le hubiera supuesto el déficit en el resto de su anatomía. Su forja era la de la palabra, y de ella salían historias (esas armas cargadas de futuro, que diría Celaya de la poesía). Escritor de estilo agudo, directo y punzante, como el de un Truman Capote (y con su misma ambigüedad sexual), y conferenciante de cáustica retórica.
.....Poseidón era alto y algo obeso, de pelo oscuro y ojos que tan pronto mostraban tonalidad azul turquí como verde veronés (según pude comprobar, en atención no sólo de la luz ambiente sino de su estado de ánimo). Su profesión era la de fotógrafo free lance especializado en todo cuanto tuviera que ver con el mar, los océanos, sus pobladores y sus conquistadores. Había realizado espléndidos reportajes para National Geographic y publicado varios libros donde acercaba el maravilloso y en ocasiones inhóspito universo marino al gran público. Dado que media vida la pasaba en el mar se le achacaba naturaleza de tritón, por lo que nadie se hubiera sorprendido si su piel estuviera formada por escamas y en su sistema respiratorio dispusiera de alguna suerte de agallas que le permitirían surcar y sumergirse en las aguas como un pez.
.....Ares era pelirrojo en consonancia con un carácter fuerte y apasionado. De mediana estatura y complexión fuerte, sus poderosos hombros denotaban a alguien afecto al deporte, y en verdad lo era, y de forma multidisciplinar, pues había alternado el boxeo con el esquí, el atletismo y la equitación. Su profesión era la de arquitecto, y su estilo, híbrido, tendía puentes entre el neoclasicismo modernista de un Palladio y el estructuralismo funcional de un Mies van der Rohe.
.....A mí, por razones que ignoro (quizás mi tutor, en la conversación mantenida con Greta en el Museé de l'Erotisme, le habría revelado mi cualidad de poeta en ciernes), más allá del color pajizo de mi moderadamente larga cabellera ondulada y mi metro ochenta de atlética anatomía, se me asignó el de Apolo. No sabría decir si con ello me sentía más halagado que avergonzado.

.....Por su parte, entre las féminas, Hestia (la Vesta romana) era una mujer atractiva, si ya no joven tampoco aún madura. Tenía un cuerpo bien formado y uno de esos rostros que no arrebatan pasiones pero sí pacifican el alma. Quizás no fuese virgen —como la diosa griega—, pero sí era reconocida, y admirada, por la fidelidad y lealtad en sus relaciones. Era una virtuosa violinista, técnicamente perfecta y dotada de una sensibilidad que podía considerarse epítome de lo femenino. Pero a Hestia también le correspondía el papel de Dioniso (al que la diosa cedió su puesto en el panteón, mientras ella se dedicaba a cuidar del sagrado fuego olímpico). Hay que aclarar el porqué de este doble papel: Hestia era un transexual, un alma de mujer nacida con órganos sexuales de varón. Quizás fuese esta dicotomía la que provocaba en ella/el una extraordinaria afición por la bebida (y el calificativo "extraordinario" tiene aquí su más concisa acepción, pues sólo libaba los caldos más excelentes). No obstante, jamás se vio borracha a la virtuosa violinista, aunque las farras de su alter ego masculino eran legendarias. La explicación habría que buscarla (a decir de los muñidores de leyendas urbanas) en el hecho de que probablemente disponía de dos hígados que alternaba según la personalidad dominante.
.....Hera estaba impecable en su asignación: de cabello castaño claro y profundos ojos verdes, alta y de anatomía rotunda, daba el perfil no sólo de la madre de los dioses, sino el de Brunhilde, la walkiria más eminente de la tetralogía wagneriana. Era una diseñadora de moda que en sus años de formación había adquirido sólidos principios pictóricos, de hecho había colgado alguna que otra exposición en diversas galerías de renombre, y cuadros suyos figuraban en colecciones permanentes de museos de provincias. En cuanto a la moda, sus creaciones se caracterizaban por aportar a la mujer un look libre, dominante y moderno (algo así como una mezcla entre Cocó Chanel y Vivienne Westwood).
.....Deméter era ligeramente gordita, de senos voluminosos y caderas anchas; de medidas proporcionadas no obstante. A su manera, atractiva y sugerente: la mirada viva, el gesto sonriente y un carácter afable la hacían parecer más hermosa que otras muchas consideradas superficialmente más bellas. Era escultora ceramista; la arcilla no tenía secretos para ella y sus obras eran generosamente valoradas y entusiastamente demandadas.
.....Con cierto aire varonil, debido a su constitución andrógina, Artemisa era rubia, delgada y alta; de piel blanca como la luna y facciones ligeramente duras subrayadas por una mirada acerada. Era la suya una extraña belleza que parecía emitir constantes señales de peligro, peligro debido a un magnetismo indescriptible por el que era fácil caer a sus pies, pero igualmente fácil, quizás por ese mismo motivo, padecer su desprecio. Era galerista, dueña de una de las más prestigiosas de París, y también escribía, de manera mordaz y despiadada, crítica artística para varias revistas del ramo.
.....Representaba el papel de Atenea una académica, historiadora del arte e influyente portavoz feminista en sus años juveniles. De aquellos años databa su título de campeona del mundo de ajedrez, en su categoría juvenil. Posteriormente abandonaría el campo de batalla de los escaques por el de los derechos civiles por la igualdad. Era una mujer muy hermosa que intentaba ocultar su belleza vistiendo ropa casual holgada por no resultar más femenina de lo que su batallador empeño le permitía. No obstante, ese intento de ocultamiento de su privilegiada anatomía conseguía el efecto contrario, pues dotada de un innegable y comunmente reconocido estilo, que los más elitistas llaman clase, las holgadas ropas no conseguían sino crear a su alrededor un halo de misterio por desvelar aún más deseable.
.....Por fin, Afrodita era una modelo exclusiva, una de esas calificadas como top model, que ocasionalmente había incursionado en el mundo del cine con éxito. Tan solicitada como poco prodigada, quizás porque ambas actividades —declarado sin ambages por ella misma— las realizaba para permitirse una vida más recogida y entregada al arte, alejada en consecuencia de los focos y las cámaras. En ese su recogimiento se dedicaba al estudio de la antroposofía y al coleccionismo de obras de arte, con la particularidad que su colección estaba formada por copias que ella misma realizaba de los originales que llamaban su atención y atraían su gusto, ya fuesen pinturas o esculturas; encomiable y ambiciosa labor que resolvía con verdadero talento (es posible que un profano no pudiera distinguir el original de la copia). Poseía un palacete en la Toscana cuyos salones estaban decorados con más de quinientas obras de diferentes estilos realizadas por su mano. Renacimiento, Barroco, Neoclasicismo, Romanticismo, Realismo, Impresionismo, Simbolismo, Expresionismo, Surrealismo, Abstracción e incluso Cubismo compartían espacio en la mansión solariega.


El Menú

.....Sentados ya a la mesa nos fue anunciado el menú por un apuesto Ganímedes de cabello negro, largo y cuidado, vestido de etiqueta. Más que leerlo lo declamó, como si las palabras y los conceptos con ellas enunciados desplegaran un íntimo ritmo. Melodía gastronómica, sinfonía coral de sensoriales reminiscencias donde las viandas se empastaban a los vinos mediante la pautada alquimia de las salsas. Con una voz digna de Orfeo el émulo copero de los dioses cantó:

Caviar de Esturión del Caspio
sobre Blinis de Trigo Sarraceno y Crema Agria.
Servido con:
Champagne Krug Clos du Mesnil 1996
AOC Champagne
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Suprema de Mero al Hinojo y Vieira Grillé con su Coral en Emulsión
Servido con:
Domaine de la Romanée Conti Grand Cru 1986
AOC Montrachet (Bourgogne)
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Lomo de Corzo con Salsa de Sotobosque
y su guarnición de Marrons y Amanitas en Confitura
Servido con:
Petrus 1989
AOC Pomerol (Bordeaux)
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Tarta Tatín Royal
y Bavarois de Chocolate Blanco con Crujientes de Macadamia
Servido con:
Château d'Yquem 1967
AOC Sauternes (Bordeaux)
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.....Ocurre con un menú así, cuando es presentado a comensales con gusto y sensibilidad, que su simple enunciado ya comienza a alimentar el espíritu, que paladea y degusta con delectación las sugerentes imágenes alusivas y emociones a ellas asociadas. Sin duda nos esperaba una gran velada. Por mi parte las expectativas iban creciendo a medida que Greta desplegaba todo su hechizo. Poseedora de una singular varita mágica, era capaz de llevar a cabo este tipo de experiencias con la naturalidad de un Hada Madrina. Pero no, no era un ser fantástico, sino un personaje de carne y hueso —por lo que yo había podido comprobar— empeñada en hacer de la vida terrenal un paraíso del buen gusto y el hedonismo.
.....La tarde-noche transcurrió en danza de sensaciones e impresiones encontradas, donde la excitada sensorialidad contribuía a la exaltación del bienestar espiritual de forma osmótica. Las conversaciones se elevaban, así mismo, sobre lo vulgar y revoloteaban en las alturas propias de las águilas. El cuerpo, sublimado por unos sentidos crecientemente complacidos, adquiría la consistencia aleve de la más pura sensación. Viandas exquisitas, perfectamente preparadas, se maridaban inmejorablemente a unos vinos soberbios, plenos de complejidad y matices a cual más sorprendente.

.....El ágape dio comienzo con un impresionante caviar de esturión de grano inusualmente grueso (el doble que un triple A de Beluga) y sutil que estallaba en la boca dejando en ella todo el sabor de un mar tan antiguo como el mundo y tan profundo como el sueño. Al tiempo, esas otras ínfimas esferas gaseosas del más aristocrático de los champagnes, cosquilleaban las papilas gustativas despertando su sensibilidad a los voluptuosos aromas impresos en las líquidas moléculas donde las petillantes burbujas dormían, disueltas, el más bello de los sueños: el sueño que hace soñar. El conjunto resultó un canto al mar y al aire, al sol y a la consagración de la primavera.
.....Siguió el mero, carnoso y suave, matizado por el ajustado matiz anisado del hinojo, entablando en la boca una marítima relación con la vieira emulsionada de coral, tal y como harían dos amantes marinos que compartieran sensuales experiencias y azarosas aventuras: se halagaban, se acariciaban, se complementaban, textura contra textura, haciendo saltar chispas a la concupiscencia gustativa. A todo esto, el maduro y magro —fantástico— chardonnay borgoñón ejercía de oportuno e insuperable lubricante, permitiendo con su glicérica y mantecosa constitución una sublime fusión de sabores y aromas en retrogusto.
.....De los mismos bosques sitos en las laderas del Parnaso parecía provenir el corzo servido a continuación. Corzo, sin duda, digno de haber sido cazado por la divina lanza de Diana o las no menos deíficas flechas de sus ninfas. La ternura de su sonrosada carne y la suavidad de su montaraz sabor revelaban su corta edad. Sacrificio imperdonable si no fuera por el elevado destino reservado a su carne: servir de ofrenda y contribuir a la felicidad de las mujeres y los hombres que en ese mismo instante lo hacían parte de su universo sensorial, que es tanto como decir parte de la historia. El estupendo e infalible Petrus tendía a los pies del bien asado corzo una roja alfombra de sensaciones telúricas, frutillos del bosque y especias tan exóticas y misteriosas como el Oriente desplegado en las Mil y Una Noches. La confitura de marrons y amanitas ejercieron la nada despreciable labor de música de cámara o fuegos de artificio acompañando la gastronómica escena.

.....Calificada como Royal, la Tarta Tatín de manzanas reinetas —dignas éstas del Jardín de las Hespérides—, porque tanto las manzanas como el trigo candeal y la mantequilla cruda empleados en la elaboración del crujiente hojaldre procedían de dominios en otro tiempo pertenecientes a los Borbones desde los tiempos de Luis XIII. Exquisita de sabor, acidez y textura. El Bavarois de chocolate blanco proponía un contrapunto —a fruta y pasta— digno de una partita de Bach: los sabores de la fruta y los de la manteca de cacao expresando de forma armónica dos mundos diferentes y distantes, evocadores ambos de leyendas y mitologías, acompañados convenientemente de la crujiente pasta a modo de bajo continuo. Qué decir de ese majestuoso timbre con que se selló la cena, el mejor entre los mejores vinos dulces naturales del mundo, milagro surgido de la podredumbre más noble: el Châteu d'Yquem colmó sobradamente todas las expectativas, elevando manzanas, hojaldre y chocolate al inaccesible Reino de la Exclusividad, allí donde sólo los dioses pueden acceder —y sólo mediante invitación.

.....La cena (suena tan vulgar y limitado este término para definir la experiencia gastronómica vivida aquella noche...) había dado temas y motivos sobrados para lo que habría de venir. La segunda parte de la velada, aquella en que deberían improvisarse tres narraciones, estaba a punto de ser servida. Mientras se abría otra botella del espléndido Sauternes, se procedió al sorteo que designaría quiénes serían los autores de los relatos. Quien más quien menos, conscientes de esta contingencia, durante el tiempo en que nos dábamos a degustar, disfrutar y conversar, habíamos ido apuntando en el interín uno o varios temas de los que extraer ideas para la narración. Las trece octavillas con los divinos nombres de los comensales se introdujeron en una ensaladera de plata que después fue cubierta con un paño rojo escarlata. Nuestra anfitriona, Greta/Mnemósine, introdujo sus finas manos bajo el paño y sacó tres octavillas. Todos esperábamos el resultado con un interés más propio de un niño que de un adulto. El juego es el juego, y el juego siempre devuelve al adulto el mundo inmaculado de la infancia. Greta, con esa sonrisa suya capaz de desarmar al más fiero de los guerreros, leyó en voz alta el nombre de los elegidos...

(continuará)




GALERÍA


Paul S Brown
(1967 -   )

BODEGONES 2
(Vino, queso, flavours)

 Paul S Brown - Wine and Cheese 15_Champagne Krug 1961
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 16_Petrus 1989
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 17_Chateau Palmer 1996
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 18_Grand Vin de Chateau Latour, 1970
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 19_Château Latour
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 20_Château Mouton Rothschild 1982
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 21_Château d'Yquem
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 21_Château d'Yquem (2)
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 22_Magnum of Chateau Margaux 1989
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Paul S Brown - Wine and Cheese 23_Pauillac
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 24_Porto and Rochefort
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 26_Chateau Lafite Rothschild and small game hunt
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 26_Chateau Lafite
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 27_Chateau Lafite Rothschilds, 1945
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 28_La Tache and briquette de Coubon
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 29_Chateau Lafite 1945
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 30_Petrus 1959, Magnum
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 31_Chateau Latour, 1959
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 32_Chateau Lafite
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 33_Chateau Pichon de Longueville 1982
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 34_Saint Julien
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 35_Haut Brion and Bonde de Gatine and Cabecou de Gramat
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Paul S Brown - Wine and Cheese 36_Dom Perignon Vintage 2000, Caviar and Peaches
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Paul S Brown - Wine and Cheese 37_La Tâche_
Paul S Brown - Wine and Cheese 37_The Tasting Board
 Paul S Brown - Wine and Cheese 38_Du Vin du Pain et du Fromage
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 39_Le Casse-Croûte
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 40_Shropshire Blue and Goats Cheese
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 41_Cheese and Physalis Fruits
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 42_Delicate Flavours
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 43_Autumnal Goats Cheese
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 43_Wine Chateau Figeac
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 45_Domain de Chavalier
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 46_Pavillon Blanc Chateau Margaux
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 47_Jeroboam Bordeaux
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 48_Petrus
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Paul S Brown - Wine and Cheese 49_Stillton cheese and wine of Margaux
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 50_Royal (Chateau Lafite Rothschild and Porto Taylor 1967)
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Paul S Brown - Wine and Cheese 51_The Autor's Tale (Domaine de la Romanée Conti Monopole)
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 Paul S Brown - Wine and Cheese 52_Cheese platter (2)
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 Paul S Brown - A Punnet of Peaches
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 Paul S Brown - Saturn Peaches and Lavender
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 Paul S Brown - Marc de Bourgogne_A Pocket of Spoils
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 Paul S Brown - Pheasant and Cognac
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Paul S Brown - Whisky
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