sábado, 30 de marzo de 2013

Spinoziana (3) - GALERÍA: Gerrit van Honthorst




Así, pues, la razón o causa por la que Dios, o sea, la Naturaleza, obra,
y la razón o causa por la que existe, son una sola y misma cosa.
Por consiguiente, como no existe para ningún fin,
tampoco obra con vistas a fin alguno, sino que,
así como no tiene ningún principio o fin para existir, 
tampoco los tiene para obrar. Y lo que se llama "causa final"
no es otra cosa que el apetito humano mismo, en cuanto considerado
como el principio o causa primera de alguna cosa. 
Ética, IV, Prefacio. Baruch Spinoza


Baruch Spinoza (1632-1677)


A la Ética de Spinoza

Talla el sabio la lente que precisa
para observar lo eterno que vislumbra
--los ojos, los del alma-- en la penumbra
de una intuición naciente e imprecisa.

Y mientras talla esboza una sonrisa,
pues su razón la imagen ya columbra
de lo eterno, en visión que lo deslumbra
por lo intensa, lo audaz y lo concisa.

Mas expresar lo visto no es tan fácil,
y el tallador el reto se propone
de pulir las aristas al lenguaje;

y lo logra, y cincela, etérea y grácil,
geométrica joya que supone
al pensamiento un épico homenaje.

*



El Tallador de Infinitos
Romance homenaje a Baruch Spinoza

I
El hombre
Hay un hombre que se empeña
en tallar su pensamiento;
lentes pule en su taller
con que ver el universo. 
Mientras pule también talla,
en recíproco concierto,
que las dos labores van
de la mano en el esfuerzo:
si con unas ver pretende
de los astros los secretos,
con el otro elucidar
de la vida sus misterios.
Es un hombre muy sencillo
con orgullo de hombre egregio
--que se guarda para sí
tras los límites del cuerpo.
Cuerpo grave y delicado,
desde muy joven enfermo
de una tisis que le obliga
a observar comedimiento.
Mas no rige la mesura
en lo que atañe al cerebro,
pues en él reina, insaciable,
la potencia y el exceso.
Un exceso que le exige
libertad para ejercerlo,
y el buen hombre se la da
sin poner reparo en ello:
no pretenderá la fama,
ni los vanos privilegios,
ni está dispuesto a correr
tras de los bienes terrenos;
su objetivo no se encuentra
en el reconocimiento,
no, al menos, mientras viva,
si acaso cuando haya muerto.
Renuncia pues a una vida
de público fundamento,
fundamentando su historia
en más privados sucesos:
los que acaecen sin tregua
en su propio entendimiento, 
al que talla mientras pule
lentes para ver objetos.
Miente quien dice que tiene
ojos tristes, serio el gesto
meláncólico el carácter,
o el aire de un ser patético;
ya que quienes lo conocen
dicen de él que es hombre bueno,
bendito como su nombre,
santo como su empeño.


II
Su obra
Y así erige su gran obra,
y así talla su gran sueño
donde caben infinitos
en el filo de un momento;
donde concibe lo Uno,
y, en lo Uno, el universo,
ese que escrutan la lentes
que sus manos bien pulieron,
junto a otros que no puede
concebir el intelecto,
pues que, siendo, al ser humano
le es negado el conocerlos.
Y concibe, ¡oh gran locura!
¡oh heroico atrevimiento!,
que ese Uno, que lo es Todo,
no es otro que el Dios Supremo:
una substancia infinita
--absoluta, no en su género--,
de infinitos atributos
que en su esencia son eternos,
cuyos modos criaturas
son, creadas en su seno:
Naturaleza que es Dios
replicándose sin término.
En su mente las esferas
que habitan el firmamento,
sólo son ínfima parte
de un infinito modelo,
modelo hecho de amor
en perpetuo movimiento,
en oleaje incesante
de infinitos floreciendo.

Y propone denunciar
tres engaños manifiestos:
la conciencia, la moral
y el trágico sentimiento
(esa tristeza vital
que hace al tirano y al siervo
y al falsario sacerdote,
y que es producto del miedo).

Delata, audaz, el judío,
el dictamen fraudulento
que separa cuerpo y alma,
declarándolos opuestos,
y que funda en la conciencia
sede de lo verdadero,
arrojando la materia
a las llamas del infierno.
Sostiene el sabio artesano,
con arduo razonamiento,
que consciente e inconsciente
brotan del mismo venero,
y que es la conciencia causa
de errores y desaciertos
cuando, sin tino, se opone
al cuerpo do tiene asiento,
que el pensar es sensación
y el sentir razonamiento
en la sustancia indistinta
que es sede de ambos sujetos.

Y dice que el Bien y el Mal
son subterfugios arteros,
productos de una moral
que quiere a los hombres presos;
que al hombre libre le basta,
para vivir con acierto,
saber evitar lo malo
y procurarse lo bueno;
y funda en la utilidad
el oportuno criterio
que malo y bueno distinga
sobre todo mandamiento:
lo que concuerda y compone
y enriquece y da provecho,
eso es lo conveniente,
lo adecuado, lo correcto;
mas aquello que disgrega,
lo que resta, lo funesto,
lo causante de impotencia,
de lo útil es reverso.
En el magma de infinitos,
de universos sempiternos,
vano es establecer
inamovibles preceptos,
moralinas circunscritas
al engaño de los credos
que pretenden someter
las conciencias a su imperio.

Y que las pasiones tristes,
arguye el sensato hebreo,
son cadenas para el alma,
grilletes para su intento
de vivir con libertad
y plenitud de derechos:
los que concede la vida
y que son su privilegio.
Y propugna combatir
con el ánimo resuelto
a quien nos quiera imponer
la tristeza por decreto,
la penitencia y la culpa
y el triste remordimiento
--que es añadir aflicción
al imposible remedio--
Y dice que a las pasiones,
al proceder del exceso,
se las ha de proveer,
como al caballo, de freno,
no se desboquen y causen
más tristeza que contento;
y propone deleitarse
con el calor del afecto
antes que arder en la angustia
del deseo insatisfecho.
La alegría es, pues, su lema,
el lábaro de su credo:
lo que alegre al hombre hace
lo hace hombre más completo.


III
Conclusión
Hay un hombre que padece,
mientras talla, cruel silencio,
al que obliga la prudencia
pero también el desprecio
de todos cuantos profesan
dogmáticos embelecos:
adoradores del humo,
que expelen fuegos eternos.
La incomprensión y el temor
de los devotos del miedo
le disparan anatemas
impregnados de veneno:
materialista lo acusan,
e inmoralista funesto,
y en el inri de su cruz
lo motejan como ateo.
Él contesta con sonrisa
él responde sonriendo,
mientras talla, día a día,
con rigor, su pensamiento;
el silencio que aparenta
es fragor del intelecto
donde erige, portentoso,
en un modo geométrico,
un singular edificio
levantado con conceptos,
proposiciones y escolios,
demostraciones y acierto,
definiciones y axiomas
y lemas, con mucho ingenio.
El tallador de infinitos
talla, guardando silencio,
el infinito que en él
brilla armonioso y eterno;
un infinito que es Dios
irradiando su destello
en la talla singular
de este sefardita excelso.

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GALERÍA


Gerard (Gerrit) van Honthoorst
1590-1656

De lo sacro

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Susanna and the Elders, n.d.
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King David playing the Arp, 1611
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Samson and Delilah, c 1615
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The Liberation of St Peter, 1616-18
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The Moking of Christ, c 1616
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Christ in the Garden on Gethsemane (The Agony in the Garden), 1617
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The Moking of Christ, 1617
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Christ before de High Priest, 1617
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Christ before de High Priest, 1617 (detail)
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Christ crowned of Thorns, 1620

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Christ crowned of Thorns, 1620 (details)
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The Incredulity of St Thomas
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Adoration of the Child, 1620
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The Childhood of Christ, 1620
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The Adoration of the Sepherds, 1622
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The Prodigal Son, 1622
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The Denial of St Peter, 1622-24
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Saint Sebastian, 1623
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St Jerome, ¿?
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A lo Profano


Supper Party, 1619
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Supper Party, 1619 (details)
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The Dentist, 1622
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Musical Group on a Balcony, 1622
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The Merry Fiddler, 1623
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The Merry Fiddler, 1623
.
The Merry Fiddler, 1623
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Young Drinker, ¿?
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Old Woman Examining a Coin, 1623
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Old Woman with Empty Purse by Candlelight
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Merry Company, 1624
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Convival Fellow, 1624
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Lute Player, 1624
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Solon and Croesus, 1624
.
The Happy Violinist wit a Glass of Wine, 1624
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Woman Playing the Guitar, 1624
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Woman Playing a Lute, 1624
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The Violin Player, 1626
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A Young Woman playing a Viola da Gamba, c 1630
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Woman Tunning the Lute, 1620's
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Woman Tunning the Lute, 1620's
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Concert on a Balcony, 1624
.
The Concert, 1624

...
The Concert, 1624 (details)
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The Concert, 1624
.
Courtesan, 1625
.
Smiling Girl, 1620's
.
Concert, 1620's
.
Laughing Violinist, 1624
.
The Procuress, 1625
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Granida and Daifilo, 1625
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Allegorie de l'Amour, 1628
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Candle (Kohlenblasendes-Madchen-mit-Liebhaber), 1620's
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Diana Resting After The Hunt, With Shepherdesses And Two Greyhounds, A Landscape Beyond
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SteadFast Philosopher, 1620's
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A Still Life Of A Wanli Kraak Porcelain Bowl Of Citrus Fruit And Pomegranates On A Wooden Table
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A Still Life of a Vase of Carnations to the Left of a Basquet of Fruit 
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Retratos
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King Charles I, of England
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Charles (Stuart) II, King of England
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Charles (Stuart) II, King of England
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Gerard van Honthorst shows the drawings from his pupil Louise van Bohemen to Amalia van Solms
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Portrait of a Gentleman, 1631
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Stadholder Fredrick Hendrick, Prince of Orange, 1631
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Frederick V, Elector Palatine (1596-1632), as King of Bohemia, 1634
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Frederick V, King of Bohemia, c 1635
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Elizabeth,  Princess Palatine, 1630's
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Elizabeth,  Princess Palatine, 1630's
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Amalia von Solms-Braunfels (1602-1675), 1630's
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Prince Frederik Hendrik and his wife Amalia van Solms, 1637-38
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Portrait of a Gentleman said to be Prince Rupert of Rhine in a painted Oval Wearing a Cloak and Cravat
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Portrait of Luise Hollandine, in fact Louise Maria, Pfalzgräfin bei Rhein, 1642
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Portrait of Louise Hollandine, Princess Palatine, Second Daughter of Elizabeth (Stuart) of Bohemia, c 1650
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Frederick Hendrick, Prince of Orange with His Wife Amalia Holms and Their Three Youngest Daughters, 1647
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Wilhelm II, Prince of Orange with His Wife Maria Stuart, 1642
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Wilhelm II, Prince of Orange with His Wife Maria Stuart, 1642
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Portrait of William II, Prince of Orange, 1651
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Margareta Maria de Roodere and Her Parents, 1652
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