jueves, 28 de marzo de 2013

Spinoziana (2) - GALERÍA: Pintando la atmósfera: Pieter Janssens & Pieter de Hooch





El alma humana tiene un conocimiento adecuado de la eterna e infinita esencia de Dios
Ética, II, Prop XLVII. Baruch Spinoza

No hay en el alma ninguna voluntad absoluta o libre, sino que el alma
es determinada a querer esto o aquello por una causa,
que también es determinada por otra, y ésta a su vez por otra, y así hasta el infinito.
Ética, II, Prop XLVIII. Baruch Spinoza

Deus Sive Natura
.....Cuenta la Historia el devenir del ser humano, los hechos capitales que lo jalonan, pone nombre a los protagonistas, a los lugares y escenarios donde tuvieron lugar, aventura las causas probables que los determinaron y deduce los efectos que incidirán en la historia posterior. Se erige así el gran edificio de la civilización humana, mas... No cuenta la historia, en ocasiones, detalles esenciales de esos hechos, sin los que es difícil llegar a conprender fielmente su verdadera entidad. Se nos hurta información, y sucede que los hechos resultan así incomprensibles, equívocos o, simplemente, falseados. A veces son detalles en apariencia nimios, producto del acontecer íntimo de los protagonistas en ellos inmersos: sus miedos, sus esperanzas, sus creencias, sus debilidades o fortalezas más inconfesables, su superstición, su amor o su odio, sus aversiones o sus gustos. El porqué un ser humano se decide a actuar de una u otra forma depende, muchas veces, solamente de la buena o mala digestión de una cena, de un feliz recuerdo de la infancia, o, al contrario, de uno desagradable, del capricho o la intuición que bebe en fuentes desconocidas e inconscientes, de una sonrisa cruzada a tiempo (o a destiempo) en el camino, de una coincidencia, de una casualidad, o de una tirada de dados en el interín desasosegante de una noche de insomnio.
La historia que seguidamente se relatará pudo muy bien haber sucedido; es más, nadie puede, en rigor, probar que no sucediera tal y como se contará. Lo que acaece en el ámbito privado, y sin testigos, del propio universo mental y emocional sólo puede ser conocido por el interesado, que se convierte de esta forma en protagonista y escenario a un tiempo de ese acaecer. Pero siempre se podrá especular, en atención a lo que se conoce de los seres humanos (su vida pública, su praxis, complementada con su pensamiento expresado en obra, si la tuviere), a cerca de qué los ha llevado a tomar ciertas decisiones capitales en su vida, a dar ciertos pasos decisivos o a realizar sorprendentes hallazgos felicísimos (Newon y la manzana o Arquímedes en la bañera, por ejemplo).

.....El punto de partida puede ser un sueño o una ensoñación, que tanto da. En él (en ella), un hombre de aspecto delicado, casi enfermizo, está puliendo un trozo de material cristalino. Trabaja concienzudamente; parece absorto más que concentrado. No me lo imagino forzando sus ojos en la penumbra de una estancia mal iluminada, sino más bien dejándose inundar por una luz diáfana, tamizada quizá, pulida su fuerza, por un ventanal de cristal esmerilado, o matizada por una leve cortina de gasa de lino o algodón: ni el sol ni la luz intensa deben reflejarse en el material sobre el que trabaja, pues podría suponer el deslumbramiento. El hombre en cuestión, de cara ovalada, rasgos amables, ojos grandes y benevolentes, y dedos delgados y hábiles, está puliendo una lente. Es tallador de lentes ópticas; un buen y meticuloso tallador.
La lente sobre la cual lo hallamos trabajando le está suponiendo un reto especial. El material de base contiene más impurezas de las deseables, más le hubiera valido desecharlo; pero, a pesar de su frágil apariencia, este singular artesano, que también es pensador, posee una mente y un alma poderosas. El cristal le supone un reto, no un problema; y ante un reto así, su espíritu --indómito, rebelde, provisto de un inmenso caudal de confianza-- no se detiene, ni mira hacia otro lado, ni desprecia, sino que afronta, enfrenta, se esfuerza, pule, somete. Por un momento creyó que la estructura saltaría en mil pedazos, pero no lo hizo; su extrema habilidad, su gran capacidad para la compresión y la analogía lo salvaron del fracaso. Pero aún le queda lo más importante: lograr dotar de la transparencia adecuada un material que, pese a la buena labor llevada a cabo, se presenta, por naturaleza de sus moléculas impuras, velado por una vaga opacidad.

.....Y es aquí cuando sucede. El sabio artesano aplica su destreza manual, la incipiente pero aún rudimentaria tecnología de que dispone, pero sabe que no será suficiente; necesita algo más. A la habilidad habrá de sumar la imaginación. Necesita distanciarse, contemplar el reto --que no problema-- desde una perspectiva más amplia. Su vida sencilla, frugal, morigerada, contribuye a su estado de continua meditación, a su disposición cercana al misticismo. Su mente funciona como un sofisticado mecanismo de precisión, un mecanismo del que desconoce la fuerza que lo impulsa pero a la que es capaz de controlar y dirigir. Sabe que ha de administrarse un periodo de más profunda introspección: pretende trascender el núcleo de la aún no conseguida lente, su íntima naturaleza, penetrar en su materia y hallar la solución adecuada que la convierta, ahora sí, en lente. Este proceso, que podría considerarse como el de fusión de dos almas pertenecientes a reinos diferentes (mineral y animal), es posible, su mente lo imagina, y si su mente lo imagina es porque existe, sólo precisa encontrar el modo, esta especie de transmigración de un alma en otro alma. Es en este proceso cuando se le revela la forma primigenia, la estructura fundamental, de una teoría que lleva tiempo queriendo expresar sin acabar de determinar la manera en la cual hacerlo: el modo geométrico, como el de un entramado cristalino, será el diseño. Pero le falta la gran intuición, le falta el fulcro, el pivote sobre el que todo girará, la causa sui, primera y generadora, y vendrá a él mientras medita sobre la lente, mientras accede a ella...

.....Es entonces cuando sueña --o imagina-- que ha encontrado la puerta, el modo por el que derrotar la opacidad que le impide al cristal ser lente. Y sueña --o imagina--, a medida que traspasa la pueta abierta que, la lente va adquiriendo su carácter translúcido... Entonces comienza a divisar una imagen a través de ella, es una imagen familiar, pero que antes permanecía borrosa, mera sombra, nada más. La imagen le sonríe desde el otro lado de la lente --él, ahora, se siente dentro de la lente, fusionado al cristal, observando desde su propia materia, ya transparente. Acaso su alma transmigrada sea el catalizador que halla resuelto la opacidad. Y a la vez que es testigo de esa sonrisa, también lo es de unos ojos que lo observan. Esos ojos, esa sonrisa, son los suyos y no lo son: son los suyos porque se ve a sí mismo en ellos, y no lo son porque además de a sí mismo percibe algo mucho más inmenso, más inconmensurable, sonriendo y mirando. Cuando la lente alcanza el grado requerido de pureza refractiva, capaz de acercar el punto más lejano y de revelar el más ínfimo, se da cuenta de que aquel que observa --en quien se reconoce-- y lo observado --en donde se descubre-- se funden en una sola cosa: agente y paciente, flecha y blanco, sujeto y objeto, origen y destino... Y, está convencido, la sonrisa que observa, los ojos que miran y son mirados, pertenecen a una misma y única sustancia. La llama Dios, pero también Naturaleza: Deus sive Natura. Se trata de la gran intuición, el fulcro esperado, el pivote necesario, la causa primera sobre la que girará su teoríaque cree tan cierta como si de una religión se tratara. Pero una religión en que lo religado se mostrará como nunca separado, siempre y en todo momento unido, sólo percibido como desgajado por la ignorancia, y la mala fe. En este sistema geométrico, cristalino, euclidiano, integrará la verdad que late en el universo: Deus sive Natura, todo es Uno, compuesto, y no dividido, por infinitos atributos, de los cuales el ser humano comparte dos: el pensamiento (o la conciencia) y la extensión (el mundo de la materia). Todo se reduce a esto. Lo Uno es un todo de atributos en continua modificación, en constante fluctuación, en eterno fluir, cíclico y, por tanto, deométricamente perfecto en sí mismo.

.....En ese momento, tras este sueño o ensoñación que se prolongó durante años, Baruch Spinoza se dispuso a escribir su Ética, a levantar uno de los edificios racionales especulativos más ambiciosos e intemporales del pensamiento humano.

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El Bienaventurado Spinoza
.....Pero ¿Y el hombre?. Sostiene Borges que, en el caso de Spinoza, es el hombre quien primero nos seduce, quien nos hace fijar la atención; que, a pesar de lo capital de su pensamiento, éste está expresado de manera tan alambicada, tan áuremente estructurada y abstrusa, tan góticamente entramado, que, aun abrazando sus tesis, ya traducidas al román paladino por espíritus más didácticos en términos accesibles, nos acogemos a lo incuestionable de sus manifistos detalles biográficos: su insobornable actitud, su amor a la libertad y a la verdad (sólo un espíritu auténticamente libre puede, en rigor, acceder a ella), su ascetismo, su carácter estoico, su benevolencia, su paciencia, su coherencia, su desprecio de la fama y la vanagloria, su superioridad ante la muerte...
.....Fue Spinoza uno de esos hombres que más subraya con el silencio, que más enfatiza con la discreción, que alzando la voz o pregonando a los cuatro vientos --más seguridad dará del íntimo convencimiento que de sus tesis tenga. Dicho lo cual, no hay que darse a engaño: su silencio es un dedo apuntador, una imagen muda pero nítida, un fragor de razonamiento luminoso. Su vida avala su pensamiento hasta el punto de dotarlo de una credibilidad, de una eficacia y utilidad, por encima de lo que por sí mismo el pensamiento podría suponer. De nuevo son los hechos más determinantes que las teorías.
.....Dice el dicho que obras son amores y no buenas razones; en Spinoza, probablemente más que en ningún otro filósofo, las obras fueron amores, pues quienes lo conocieron lo quisieron, y quienes después se acercaron a él, accediendo a su obra libres de prejuicios, lo encontraron igualmente el más amable (Bertrand Rusell, dixit) de entre todos los grandes filósofos; pero, además, en él se dan así mismo las buenas razones: un razonamiento poderoso, por más que fuera levantado, como todo edificio hecho para durar, mediante un sólido y complejo sistema estructural, asegurados sus fundamentos y muros de carga por medio de contrafuertes y arbotantes, las cúpulas y bóvedas por medio de firmes arboladuras, ojivas y arcos de medio punto; un edificio, en fin, basado en un sistema geométrico donde nada se deja al azar, y donde todo tiene su relación con el conjunto. Edificio sin fisuras, más no para el gusto de todos.

.....Quedémonos con el hombre, pues, con el personaje amable, silencioso, austero y bienaventurado. Acerquémonos a la circunstancia de sus últimos años, aquellos en los que anduvo enfrascado en la redacción de su opera magna, la Etica more geometrico demonstrata (Ética demostrada según el orden geométrico). Entonces residía en La Haya, donde se afincó tras abandonar su Amsterdam natal, buscando una cercanía con el más moderado y tolerante gobierno republicano de Jan de Witt, quien lo apoyaría sin reservas, patrocinando incluso la edición del "anónimo" Tractatus Theologicus Politicus. Una vez muerto éste, en 1673, cruelmente asesinado y profanado su cadáver, con la connivencia del estatúder de la Casa de Orange, Spinoza quedaría en situación, cuanto menos, delicada. No obstante los amigos republicanos moderados (pertenecientes a la poderosa clase comerciante holandesa), su absoluta discreción y una autoridad moral ganada a pulso por su insobornable integridad, lo mantuvieron al margen de las disputas políticas y el consecuente juego de venganzas y represalias. No es aventurado concluir que debiera a esa su proverbial moderación el haber sobrevivido con vida cinco años más a la muerte de su gran amigo y protector.

.....A Colerus, uno de sus más fiables biógrafos, debemos detalles de la vida que llevó durante esta época. Él recogería la anécdota de las arañas que tanto se cita, y que diera lugar a un precioso y preciso relato escrito por el ruso Sigismund Krzyzanowski (quizá, como único reparo, debo apuntar que en él no se incida lo que se debiera en el porqué al amable, benevolente y pacifista Baruch le gustase contemplar una escena no carente de violencia y crueldad, centrándose únicamente --y con gran acierto, eso sí hay que reconocérselo-- en la dudosa superioridad del homínido dotado de conciencia, ante el inferior, mas infalible, instinto del animal). También recoge aquél otras anécdotas que nos ofrecen un más amplio retrato del Spinoza hombre: el cariño que suscitaba entre sus convecinos, la atención que siempre prodigaba a los niños y jóvenes en formación, sus buenas dotes de conversador, cuando, abrumado y fatigado por su labor artesanal e intelectiva, abandonaba su habitación alquilada para reunirse con sus caseros y charlar informalmente sobre las cosas más ordinarias o triviales, e incluso intrascendentes, pero también aconsejándoles en todo cuanto consejo le fuera demandado, como en el caso en que le pidieron opinión acerca de la religión que profesaban, y que él, tranquilizándolos, les dijo que no temieran, que estaban en buenas manos, que lo importante era estar en armonía con las propias creencias respetando las de los demás; otrosí, nos habla, el citado Colerus, de la frugalidad de este sabio judío réprobo, de la eficiencia con que administraba sus escasos recursos, de la grave felicidad que parecía destilar su apariencia frágil (consecuente con su pensamiento de que en el justo medio se halla la verdad --algo que lo acercaría, como en otras consideraciones más teológicas, al corpus budista. Ni apasionado ni indiferente, sino razonablemente seguro).

.....No nos dice, en cambio, Colerus nada acerca de cómo el filósofo vivía expresamente sus creencias en el día a día; nada acerca de cómo, un ser tan honesto consigo mismo, y con su pensamiento, y con la búsqueda de la verdad, imbricaba aquello que recoge en su Ética en la trama cotidiana de su vida. Pero no se necesita demasiada imaginación para, en relación a los datos que sí aporta el biógrafo, imaginarnos a un ser enfermo, delicado, en continua cercanía con la sombra de la muerte, destilando un pensamiento tan vitalista, tan positivo, tan contrario a la idea de acabamiento y de conformismo, tan autónomo y audaz, renunciando a todo consuelo (débil, servil, esclavo) ofrecido por una fe trascendente (tampoco creía Spinoza en los sobrenatural, pues para él, todo se da en la naturaleza). Eso sólo puede ser posible desde el más profundo convencimiento y vivencia de las propias ideas. Este sería su único rasgo de auténtico orgullo, un orgullo privado, íntimo, confiado en su potencialidadd, en su razón y en su intuición (que no es más que razón presentida). No es de extrañar que se le conociera en el barrio como el bienaventurado Spinoza, a modo de título, de letanía semejante a la que se utiliza al referirse a un ser supremo (Alá el misericordioso, Jehová el Todopoderoso, Zeus Tonante).

.....El mismo día que habría de ser el último para él desayunó con sus caseros, hablaron de los oficios sagrados a los que iban a asistir (era domingo), y se despidió de ellos como de costumbre. A la vuelta de éstos a la hostería que era su casa, lo encontraron muerto. Su rostro estaba sereno, sin muestras de dolor, de miedo o de angustia. Simplemente, la partícula divina que él encarnaba, se subsumió en el Uno --que es Todo-- del que procedía; mudó de estado, nada más. Él lo sabía, estaba convencido de ello, vivió con esa certidumbre al menos sus últimos veinte años. Cuando llegó el momento lo aceptó: cruzó la puerta, abandonó el atributo presente para fundirse en la suma de los atributos posibles. Volvió a la fuente de la que un día surgió: prístino, puro, translúcido como el más pulido cristal. Tenía cuarenta y cuatro años según el cómputo de este mundo sometido a la extensión y la duración. Su conciencia, forjada en el pensamiento de Dios, en cambio, no tenía edad; sigue sin tenerla, porque... sí, mientras yo aquí narro estas cosas, esa conciencia suya está abrazando a la mía, perviviendo en ella, fundida con ella, y también, amigo lector, como una mancha de aceite esencial, se extenderá por la tuya, cuando esto leas. Se cumplirá así, incuestionablemente, la genial intuición de este hombre divino al considerar que no hay más que una única sustancia con infinitos atributos modificándose infinitamente. Todo es Uno, Todo es Dios, Dios o la Naturaleza (de las cosas, de las posibilidades).

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GALERÍA

Pintando la atmósfera

Pieter Janssens Elinga
1623-1682
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 Perspective Box, 1660-80
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Perspective Box, 1660-80
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Interior with seated Figures, 
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Reading Woman,
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Room in a Dutch House
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Woman reading a Letter and a Woman sweeping, n.d.
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Woman reading a Letter and a Woman sweeping, n.d.
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Dutch Interior (attributed)
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Interior with Winding Stairs
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Elinga, Pieter Janssens - Dame met parelsnoer
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Pieter Janssens Elinga - Interior Scene
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 Elinga, Pieter Janssens - Interior_The Smoker
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Still Life with Dead Poultry and Fruit
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Still Life
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Still Life with Critrus Fruit
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Pieter de Hooch
1629-1684

DELFT


A Man with Dead Birds, and Other Figures, in a Stable
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Wooman Peeling Vegetables n the Back Room of a Dutch House, 1657
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The Visit, 1657
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The Visit, 1657 (detail)
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Soldiers Playing Carsds, 1657-58
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A Woman and Two Man in an Harbour, 1657-58
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Woman and Maid, 1657
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The Courtyard in a House in Delft, 1658
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Figures Drinking in a Courtyard, 1658
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Drinking in the Bower, 1658
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Paying the Hostess, 1658
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Card players in a Sunlit Room, 1658
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Young Woman Drinking, 1658
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A Woman with a Baby in Her Lap, and a Small Child, 1658
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A Woman Drinking with Two Man, 1658
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The Bedroom, 1658-60
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Portrait of a Family in a Courtyard in Delft, 1658-60
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A Woman Nursing an Infant with a Child and a Dog, 1658-60
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Mother Lacing Her Bodice beside a Cradle, 1659-60
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A Dutch Courtyard, 1659-60
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The Mother, 1660
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Woman and Maid in a Courtyard, 1660
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AMSTERDAM


Woman peeling Apples, 1663
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Interior with Figures, 1663-65
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The Cardplayers, 1663-65
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Woman reading a Letter
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Interior with a Young Couple, 1662-66
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Village House, 1665
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Village House, 1665 (detail)
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The Council Chamber in Amsterdam Town Hall, 1661-70
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At the Linen Closet, 1665
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Company Making Music, ¿?
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Couple with Parrot, 1668
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Woman with a Water Pitcher, and a Man by a Bed, 1667-70
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Paying the Hostess, 1670
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A Couple Playing Cards with a Serving Woman, 1670
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Cardplayers at a Table, 1670-74
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Shuckling Mother and Maid, 1670-75
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Musical Party in a Courtyard, 1677
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Musical Party in a Courtyard, 1677 (National Gallery)
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Pieter de Hooch - Teaching Child to Walk
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 Pieter de Hooch - Woman Hands over Moneyto Her Servant-1670

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