INTRODUCCIÓN
En un reciente post anterior presentaba aquí un legajo de documentos que, bajo el título genérico de "Erbarme Dich, Mein Gott", Héctor Amado había escrito -allí, en su retiro parisino- al hilo de la escucha de ciertos pasajes de la obra del "Viejo Peluca" -como fue motejado por su hijo menor -, y que yo hallara entre su abundante y diversa producción.
Trataba ese post del documento que llevaba por título el genérico de toda la compilación, expresado más arriba, incluido un poema donde se daba cuenta del estado de agitación interior que nuestro amigo sentía durante la audición de ese conmovedor Aria de la Matthäus Passion.
Me pareció oportuno comenzar a dar cuenta de aquel hallazgo por dicho escrito, ya que expresaba de forma sucinta y clara esa turbación que en un alma sensible puede provocar la música cuando ésta va preñada, a su vez, de armoniosa y delicada sensibilidad, cabe decir, de calidad tan incuestionable que es capaz, en su matemática pureza, de tañer las fibras nerviosas de quien la escucha como si de un diapasón por simpatía se tratara.
Pues bien, hoy traigo aquí otro de aquellos documentos, pero con un registro algo diferente. Se trata de un estudio, reflexión y/o ensayo -que de todo ello hay, además de lirismo, obviamente- sobre una especie de disquisición comparativa entre dos fragmentos bien conocidos de la obra coral de Johann Sebastian Bach: el primer número musical de las Pasiones de San Mateo y San Juan. En ambos casos son dos introducciones corales que actuarán como carta de presentación de lo que posteriormente se va a desarrollar: un a modo de prólogo en el que se bosquejará el tono del discurso musical que, recitativo a recitativo, aria a aria y coro a coro, se desgranará con maestría y emoción rara vez igualada (después se comprobará que incluso tal reduccionista aserto es demasiado aventurado en una obra tan colorista y poliédrica como la del más insigne Thomaskantor de Leipzig).
Héctor sostiene allí que el Genio de Eisenach lo era, además de por su prolífica producción y el altísimo nivel de excelencia alcanzado en casi toda ella (por no decir toda), por la facilidad que tenía para trasladar los textos de las composiciones vocales -el clima al que esos textos remitían- a la partitura, al desarrollo musical, a la expresión etérea de sonidos tan precisos y adecuados al espíritu -y aún al corazón- de la letra; como si los textos mismos, transmutándose en sentido musical por obra y gracia del genial taumaturgo, cobraran vida sonora en el paisaje que describieran. Así lo calificaba Héctor: "Bach es el más excepcional músico pictórico que ha existido, un genio de la paleta musical capaz de componer cuadros milagrosamente armónicos, portentosamente expresivos, inigualablemente descriptivos. Ya fuera a base de audaces, precisas y sutiles pinceladas; ya por la equilibrada y original composición cromática; ya por el contrapuntístico claro-oscuro; ya por la distribución matemáticamente impecable de figuras musicales y tonalidades sonoras; ya por los paisajes fugados y los fondos continuos aportando perspectiva al conjunto; ya por la insultante facilidad del trazo más armónicamente difícil; su maestría analógica para transformar sonidos en experiencias, no solo emocionales sino visuales, ha sido insuperable".
Esta genial característica compositiva -decía nuestro entrañable bohemio- se podía comprobar en ese número introito de sus dos obras corales más extensas, representativas y representadas -con permiso de la celebérrima Misa en Si Menor: el "Herr, unsher Herrscher", de la Johannes Passion; y el "Kommt, ihr Töchter", de la Matthaus Passion.
EL PLAN
En su estudio comparativo, ilustrativo, deductivo y emotivo, Héctor, comienza presentándonos las obras y los fragmentos de las mismas utilizados como base para sus sensaciones, reflexiones, demostraciones y conclusiones; después, nos dará las claves que toma como referencia para fijar un marco dentro del cual ir estableciendo las comparaciones oportunas, extrayendo de las mismas todo el potencial esclarecedor de las emociones suscitadas por las diferentes audiciones; por último, nos colocará ante la emoción pura, desnuda ya de todo discurso, provocada por la percepción sonora: las formas plenas, los volúmenes rotundos, el temblor de la carne del alma al descubierto vibrando emocionada.
En el presente post, además de esta necesaria introducción, se exponen, pues, las obras -las Passionen- y los fragmentos objeto de la atención de Héctor. Como aperitivo, para hacer boca/oído, así mismo, un vídeo de una versión "neutra" de cada uno de estos fragmentos. Aconsejo escucharlos atenta y alternativamente para dejar que su mensaje sonoro, su capacidad para causar emoción, vaya actuando. Así, se comprenderá, se gozará y se aprovechará mejor el siguiente post dedicado a establecer las claves e interrelacionar, en base a ellas, las diferentes versiones que nos desvelarán entresijos de qué cosa sea la composición musical y el poder que sobre la emoción humana ejerce.
LAS OBRAS
los Fragmentos elegidos
Son, las Pasiones, obras de madurez artística incursas en una exuberante etapa prolífica: la soberbia Johannes Passion -BWV 244- fue compuesta por Bach durante el primer invierno de su llegada a Lepizig como Kantor de la Thomaskirche, en 1724, cuando el compositor contaba 42 años de edad y ocho hijos ya en su haber; la monumental Matthäus Passion -BWV 245-, tres años más tarde, en 1727, con 45 años y habiendo añadido a su extensa producción, además de otros cuatro hijos, tres ciclos completos de cantatas, el Magnificat -BWV 243a-, el Sanctus completo de su colosal Misa en Si menor -BWV 232-, la Partita nº 1 -BWV 825- y diversas obras instrumentales más. Caso proverbial de Creatividad Total, de Summum Generationis, de Ubique Fertilitas. (Acaso un motivo decisivo y concluyente para aquellos que defienden la constitución divina del Genio de Eisenach más allá de la retórica hiperbólica).
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Es la Johannes Passion la primera pasión puesta en música por Bach, si se exceptúa una compuesta en sus años de aprendizaje y desgraciadamente perdida. También es una obra contradictoria y compleja, quizás como su misma génesis y posteriores modificaciones: en su composición serían aprovechadas algunas ideas musicales presentes en obras anteriores; así como a los textos de los capítulos 18 y 19 del Evangelio según San Juan, en los que se basa, añadiría otros del Evangelio según San Mateo, en los recitativos y en algunos de los coros. Es, por tanto, una obra de laborioso montaje, que el Kantor de la Thomaskirche no fijaría definitivamente hasta 1749 -un año antes de su muerte.
Además de la original versión de 1724, existen versiones corregidas de 1725 (en que se cambió el coro de introducción y algunos arias), 1730 (textos de San Mateo en los recitativos) y finalmente 1740 (volviendo al original coro de 1724 -todo un acierto desde mi punto de vista).
La más representada hoy día es la original de 1724, estrenada en la Nikolaikirche de Leipzig, pues en la Thomaskirche, a la que estaba destinada durante aquella Semana Santa, se realizaban obras de restauración del órgano.
Tras el injustificable olvido de la obra de Bach a su muerte, en el siglo XIX sería Robert Schumann quien, haciendo su propio arreglo de la obra la, interpretaría de nuevo.
Se estructura en dos partes: la primera, desde el prendimiento de Jesús, tras la traición de Judas, hasta la triple negación de Pedro (recitativos tomados de Mateo, pues Juan no lo cita), consta de 14 números en los que Coros y Corales se alternan con Arias y Recitativos (siguiendo fielmente el texto del evangelista); la segunda, incluye los 26 números restantes, desde la presentación de Jesús ante Pilatos hasta su enterramiento, por José de Arimatea, tras su crucifixión y muerte, finalizando la obra con un coro y una coral en que las almas de los pecadores entonan un himno de alabanza a la gloria del Hijo de Dios, esperando su intercesión para librarlas de todo padecimiento.
El fragmento inicial elegido por Héctor para su estudio, el Coro "Herr, unsher Herrscher" (Señor, Soberano nuestro), sería cambiado por Bach en 1725, para ser reintroducido en su versión de 1730 y posteriores.
Monteverdi Choir / English Baroque Soloists
John Eliott Gardiner (JEG)
Royal Alber Hall Londres, 2008
Chor
Herr, unser Herrscher, dessen Ruhm
In allen Landen herrlich ist!
Zeig uns durch deine Passion,
Dass Du, der wahre Gottessohn,
Zu aller Zeit,
Auch in der größten Niedrigkeit,
Verherrlicht worden bist!
Coro
¡Señor, Soberano nuestro!
¡Tu Gloria reina en todos los pueblos!
¡Muéstranos, por tu Pasión,
que tú, el verdadero Hijo de Dios,
en todo tiempo,
hasta en las humillaciones
has sido glorificado!
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La monumental Matthaus Passion, estrenada el Viernes Santo de 1729 (15 de Abril). Está basada, por un lado, en los capítulos 26 y 27 del Evangelio según San Mateo, de la Biblia traducida por Lutero; y por otro lado, en la obra lírica del escritor Friedrich Henrici y en cantos corales luteranos dedicados a la pasión y muerte de Cristo.
Es considerada la obra cumbre de la música coral sacra (cumbre que también rozan tanto la Pasión según San Juan, c0mo, sobretodo, la Misa en Si Menor).
Consta de 68 números distribuidos en dos partes: la primera, los 29 primeros números, narra los hechos acaecidos desde el anuncio de Jesús a sus discípulos de su propio padecimiento en la cruz hasta su prendimiento; la segunda, los 39 números restantes, comprende desde la presentación de Jesús ante Caifás y Pilatos hasta el depósito de su cadáver en el sepulcro, ante el cual el coro final de almas elevan una plegaria deseando el dulce descanso de los restos del Hijo de Dios, y dejando patente su redentora condición para las angustiadas conciencias.
Aquí, también, Coros, Arias, Ariosos y Recitativos, se suceden desgranando un inmenso cúmulo de situaciones que dan lugar a una tensión emocional sostenida y mantenida sin baches durante los más de tres horas (a veces hasta cuatro) que dura la obra. Milagro solo explicado por la condición cuasi divina de uno de los mayores genios que haya dado la especie humana en su azarosa existencia.
Como toda la obra del prolífico y genial compositor alemán, una vez muerto éste, cayó en el olvido (pues se consideraba demasiado "operística" para su representación sacra y demasiado difícil para la moda de la época), hasta que Félix Mendelssohn, en 1829, la recuperara para su representación en versión abreviada con la SingAkademie de Berlin. A partir de este momento la producción bachiana ingresaría en las academías y se iniciaría una recuperación gradual de su interpretación y, por tanto, divulgación, hasta nuestros días.
El fragmento que abre la Obra, elegido por Héctor, es el celebérrimo "Kommt, ihr Töchter, helft mir klagen" (Venid, hijas, auxiliadme en el llanto).