miércoles, 15 de mayo de 2013

Pensamientos consentidos - GALERÍA: Chéri Herouard






Inspiración
El aroma de una idea
--corola de pensamientos--
penetra, intenso, en el alma,
y del alma sale luego
ya convertido en imagen,
ya siendo fruto, ya verbo.

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De decisiones e indecisiones.
.....Decidir es un acto de la voluntad, y como tal, está sujeto al sentido de culpabilidad. Se es culpable de haber elegido esto y no aquello, pero esa culpabilidad sólo se muestra, se hace presente, cuando el resultado de nuestra decisión supone un efecto o consecuencia adeversa, no querida o esperada, que nos señala con dedo acusador. Decidir supone, también, responsabilidad, es decir, asumir el efecto o consecuencia de nuestra elección. Porque decidir es elegir, aunque sea sólo elegir entre no hacer anda y la acción, sea esta la que fuere. Con cada decisión se abre un nuevo escenario de elección. Todo ello es la consecuencia de la existencia de una conciencia, una conciencia dinámica que supone voluntad, reflexión, capacidad --más o menos libre-- para elegir y decidir. La conciencia nos dota aparentemente de mayor libertad --ya no hemos de seguir ciega e ineludiblemente la llamada del instinto--, pero al mismo tiempo nos convierte en reos de nuestras decisiones; lo que no es más que trasladar lo inexorable desde el exterior del individuo hacia su interior. El centro se ha desplazado de una manera engañosamente autónoma.

.....Las decisiones casi nunca son claras y diáfanas, casi nunca ofrecen una seguridad incuestionable. Surgidas de un mar de indecisión, cuanto más se encuentra uno imbuído en la duda, la decisión es más inconsistente. Y la duda es prerrogativa de un intelecto poderoso: cuanto más poderoso más proclive a la duda, pues sólo de la duda surge el conocimiento, y el intelecto poderoso utiliza la duda para navegar los mares procelosos del conocimiento. Se deduce fácilmente, pues, que el intelecto, cuanto más agudo es, más se halla expuesto a la indecisión. Por contra, para salvar este inconveniente, ese mismo intelecto, dispone de mayores recursos, de mayor discernimiento, de mayor confianza, pues sabe que la duda lo alumbra, y aunque asume su responsbilidad, sabe que ésta sólo le obliga en la medida en que la duda puede hacerlo: de forma relativa. Nada hay más alejado para el intelecto que lo absoluto, y, al mismo tiempo, es un concepto --vertiginoso concepto-- que surge del propio intelecto, de la capacidad de abstracción, ya que en la realidad, en la vida cotidiana, visible, percpetible, lo absoluto no existe. Por eso, las verdades absolutas presentes en las religiones e ideologías extremas, han de hacer recaer su valor probatorio en la fe, nada hay, riguroso, que pueda probar un valor absoluto. Así pues, el ser inteligente, dotado de un lúcido intelecto, está expuesto a la duda en mayor medida que uno más simple, y por tanto, también, más sometido a la indecisión: sus decisiones, muchas veces, tienen el caprichoso carácter de lo aleatorio.

.....En la vida del ser humano pesan tanto, o más, las decisiones que las indecisiones. Las decisiones suponen el camino elegido, en las indecisiones se abandonan todas las demás probabilidades, se condenan a la inexistencia. En cierto modo, decidir es traicionarse. Si las decisiones suponen, indefectiblemente la asunción de una carga (de una cruz), las indecisiones no dejan de acompañarnos como un lastre, revelándonos nuestra naturaleza insegura, falible
.....Pero en ocasiones las decisiones son producto de la irreflexión. Cuando uno se encuentra a merced de un mar de dudas, un mar que, además, está sometido a una fuerte marejada, no queda más opción que trasladar el centro de decisión afuera, devolverlo al exterior, y entonces, en estas ocasiones, delegamos la decisión al instinto, a la irreflexión, a lo irracional, encomendándonos a lo que nos supera, y de lo que  nos consideramos, sino víctimas, sí subordinados. El azar suple, pues, a la decisión, el instinto a la razón; quizá, la intuición a la reflexión. En estas ocasiones nuestra racionalidad debe claudicar ante el reto de llegar a acuerdos con nosotros mismos, con nuestras perplejidades; de conciliar las indecisiones, de disolverlas pacíficamente en una certeza concertada, capaz de resolver el conflicto en su raíz: nuestra naturaleza contradictoria y dubitativa. 

*


De la escritura
.....Existe en el hecho de escribir, no en el hecho mecánico sino en el creativo, un acto de rebeldía, un gesto de inconformismo. Escribo porque no me conformo con la finitud de las cosas, porque no creo en ella. Sobre todo en aquellas ocasiones en que las cosas, ciertas cosas, me causan una emoción que considero digna de ser preservada, transmitida. Presumo que también hay en ello una cierta tendencia exhibicionista, una intención de expresar algo íntimo, exteriorizarlo, y, exteriorizándolo, colocarlo en el mundo como señal de mi paso por él. 
.....Se escribe con el doble objetivo de desahogar y de perdurar. Ante la desolación que en mí causa que una intensa y feliz emoción se pierda o que una emoción agobiante me domine, intento o fijarla, o darle cauce y salida, con ello calmo mi angustia o mi desazón. Ante la inevitable pérdida del momento --del momento inolvidable-- reacciono, me rebelo y esgrimo la pluma contra el olvido: intento atrapar la sensación, la emoción, con palabras; si bien el intento, en gran medida, resultará vano: la palabra encuentra sus límites allí donde la emoción se abisma. Pero al menos hago pagar caro al olvido su amenaza: corre la tinta en la refriega que teñirá el blanco campo de batalla... mi rebeldía gana, gana en la medida --o a la medida-- de la destreza con que maneje mi arma: la palabra --ésa que, refiriéndose a la palabra poética, Celaya proclamara cargada de futuro-- forjada en letra impresa. Por el contrario, si busco arrojar lejos de mí lo que me agobia, enviarlo por vía expeditiva al reino del olvido, traduciré la emoción, que es sentimiento, a palabra, que es pensamiento, y así, por medio de este trasvase, la emoción se va disolviendo en la palabra a medida que ésta fluye, vaciándose de opresiva emoción mi alma.

.....Se escribe porque se necesita. Hay una relación directa y proporcional entre el hecho de escribir y la sensibilidad que en el individuo genera emoción. A veces la sensibilidad busca otras vías de expresión para de liberación de la emoción acumulada de manera incesante; lo que aquí digo sobre el escribir valdría --aunque no sería totalemtne equivalente-- para cualquiera de las manifestaciones artísticas. Y digo que no sería equivalente, porque hay en el código lingüistico algo tan íntimamente ligado en el hombre con el mundo que no tiene parangón en nigún otro código (ni en el visual, ni en el musical). Es más, el código lingüistico es quien puede dar cuenta de los otros códigos. Una imagen, un sonido, pueden ser sujetos preñados de significado, pueden provocar emoción, pero ese significado, esa emoción, sólo es percibida --y sólo se puede transmitir-- por medio de palabras. Las imágenes que en la mente se forman están hechas de palabras, son imágenes con más o menos alta definición, pero con definición. Evidente es esto cuando quiero expresar, compartir, la emoción experimentada. Puedo, sí, recrear el gesto con la que me fue suscitada (el beso, la caricia, el plato suculento, el excelnte vino), pero si he de dar cuenta de ella, no puedo sino hacerlo con palabras. El mismo hecho de imaginarlo, de imaginar mi emoción, de tratar de explicármela, es ya un ejercicio de traduccción a palabras lo que pertenece al reino de la sensación, del sentimiento.
.....Se escribe, pues, porque se necesita. Porque la emoción pide sentirse, sí, pero también pide ser compartida, aunque no más sea con una entidad virtual (un dios, un ídolo, una entelequia, un ser fingido). Es como si la emoción fuese una forma de energía, indestructible, que, una vez surgida,  buscase perpetuarse en el mundo que le es propio, e incluso traspasar ese mundo para explorar y pervivir en otros...


.....No se escribe sino con afán de eternidad. Es el escribir una sonda lanzada al infinito, una sonda cargada de emoción codificada en la palabra. "¿Hay alguien ahí afuera?" Parece decir el texto, y al decirlo confía, confía en encontrar otra alma en la que derramarse, en la que pervivir, en la que perpetuarse y realimentarse como emoción con vocación de eternidad.
.....Se escribe para derrotar al tiempo, para inocular en la palabra la emoción que no quiere perderse. La palabra es, así, vehículo transmisor de la emoción; mensaje en la botella. Toda palabra escrita lo es (y aun la palabra hablada que se emite cargada de emoción: busca perpetuarse en otras almas, hacerse perpetuum mobile, pervivir en el constante oleaje del mar de almas).
.....Se escribe para mitigar la angustia, para amortiguar el paso del tiempo --su acción de desgaste, su actividad parasitaria. Se escribe como profilaxis y como terapia, y al hacerlo, en lo escrito, la intención se convierte en el mismo remedio. Todo escrito, todo texto, artístico tiene vocación terapéutica, naturaleza de droga --narcótica, estimulante, sedante, alucinatoria... es su carga emotiva la que así actúa: la emoción está condensada en la palabra, aquilatada en la trama de las frases, en la urdimbre de los versos. No en todas las palabras, no en cualquier disposición de las mismas: la palabra ha de poder y saber crear su propio escenario, un ecenario donde la emoción pueda representar su papel. La palabra sin emoción es como un paisaje plano, anodino, un vacío --de sentido-- donde nada emotivo crece. Significado no es emoción, para que lo sea debe de ser significado con sentido capaz de estimular la sensibilidad.

.....Un significado sin emoción es un gen vacío. La emoción quiere fecundar, diseminarse, engendrar más emoción. La emoción extrema es la pasión. La pasión es insaciable, en el objetivo que busca no encuentra satisfacción, ésta siempre remite a la búsqueda, a la búsqueda perpetua y constante, y nunca satisfecha. La pasión --un texto inoculado con pasión, preñado de pasión-- es promiscuo e indiscriminado. La pasión es la vida alocada queriéndose a sí misma, manejando a los seres que se le rinden, pues es la más poderosa de todas las drogas.
.....Un texto tejido con pasión, fecundado con pasión, surgido de la fuente de la pasión, es un texto seminal, fecundante, es eyaculación de palabras en busca de úteros fecundos, de almas fértiles ávidas de cópulas textuales, deseosas de procrear emociones, de generar estremecimientos, de ser transportadas y embriagadas de placer significante. Hay mucho de orgásmico en el acto de escribir, lo mismo que lo hay en el de leer lo escrito. Juego, más que erótico, vital, en el que el escritor penetra las almas a su texto entregadas; las penetra una y otra vez: frase a frase, párrafo a párrafo, página apágina, arrancando a su amante lector estremecimientos e íntimos gemidos de placer. La palabra es, pues, símbolo fálico y seminal, espermático: causa placer y fecunda.
.....Un texto escrito con pasión, que lleva la pasión inoculada en sus genes significativos, es, también, ámbito voluptuoso, en el que la mente del lector penetra una y otra vez para gozarse en la placentera y cálida viscosidad de su estructura. Es la interpenetración hermafrodita de las almas.

.....Vida, todo vida, y na da más. Vida en pos de sí misma, vida que se desea, vida apasionada que nunca está satisfecha, y que en el hombre se expresa mediante la palabra. Es, la palabra, la vida revelada, la vida que se cuenta a sí misma en el ser vivo en el cual se derrama; es textura y presencia de la vida, es su carnalidad y aun su sensualidad encantada. Por la palabra, el hombre, toma posesión de la vida, y en ella funda su morada. Y así el mundo es reino de significados, de significantes codificados que la palabra descifra y que la palabra proclama.
.....¿Es la vida una emoción surgida de la nada? ¿Es la vida nada más que una nada emocionada?
.....Se escribe porque uno quiere explicarse lo que pasa, porque uno necesita recrearse --ser de nuevo-- en las palabras. Se escribe como se respira: por imperativo vital, por necesidad existencial, porque la vida está disuelta en la palabra.

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DISCOGRAFÍA SELECTA

Maurice Ravel
Bolero
Daphnis et Chloe

Maya Plisétskaya: soberbio ejemplo de narración corporal y escritura gestual


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GALERÍA

Chéri Herouard
(1881-1961)

Mardi Gras, no te marches; haz crêpes y tendrás
(canción infantil francesa: Mardi Gras ne t'en va pas)
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La eterna mascarada - La mentira disfrazando la verdad
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El despertar de la naturaleza
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La bonita ladrona de frutas - Las cerezas del vecino
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7 de Abril de 1917
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1 de Julio de 1922
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Sueño de primavera - el 13º Trabajo de Hércules
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La carrera de los placeres - ¡No va más! (las apuestas están hechas)
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Las campanas de Pascua... traen la primavera
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Cuando el lobo es cogido... es la hora del pastor
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Las mensajeras de la primavera: la mimosa y la violeta
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En el cielo estrellado las manos de la Victoria...
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Les Crêpes
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Música profana: el galante ministril (ayudante del juglar)
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Febrero...
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Carrera de primavera
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6 de Junio de 1920
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Su Majestad El Amor: el único tirano qeu no abdicará nunca.
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El nuevo casco...
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El lenguaje de las flores. El Crisantemo: Melancolía
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La invitación al viaje... El reclamo del bosque - El reclamo del Océano
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En el rincón del bosque... Caballería Ligera
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Para hacer honor a tus atractivos, qué debo hacer, gentil Franchette:
¿Debo permanecer con el arma en guardia, o bien calar la bayoneta?
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Le souris coquin (el ratón pícaro)
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Los "poilus" están autorizados a cazar sin permiso
(Poilu = sobrenombre dado al soldado francés en la 1ª Guerra Mundial)
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El Amor guía al corazón hacia el Frente...
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Partir es... ¡correr un poco!
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La Inflación Fiduciaria
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La Gracia Soberana del Arte Francés sobrevivirá a todas las ruinas
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La pesadilla del carbón 
(uno de los causantes de la 1ª Guerra Mundial, por la dispua de las minas de Lorena y Alsacia entre Alemania y Francia)
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El alemán malvado, bárbaro, asesino, traidor y saqueador...
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Un sueño: las cenas de Nochebuena de los buenos Viejos Tiempos...
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Las Caperucitas Rojas y el lobo
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Entre dos batallas: el postre del capitán
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Máscaras de fiesta, Máscaras de guerra
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La guerra de encajes de otro tiempo: los encajes de la guerra de hoy (1914-1918)
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Del rayo de sol a la sección de peletería: o el más banal de los hechos de invierno
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El despertar de la naturaleza
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En la balanza de los amores, las gracias equivalen a los atavíos
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Todo artista en una sola lección: Pequeño tratado de la Pintura, en primicia y para todos
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Una Bella Durmiente en el bosque. ¡chist! ¡chist!: ¡es una parisina!...
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Los Abanicos
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Fauna y Flora de Otoño
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Las inconsecuencias de la Moda...
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Un Cosaco en los Bulevares: en 1816 y en 1916
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Las memorias de una camisa de lino
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Las Letanías de Parisette
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Su Majestad la Primavera... El Rey Sol
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Si las mujeres hicieran la Paz: el Congreso de las Naciones
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Lo que ha podido ver una estatua de Versalles
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El dueño de los corazones: 1620, El Hombre de Calidad; 1920, El Hombre de Cantidad
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El Baño de una Mujer de Calidad: 1422: ¡Atrás, villanos!; 1922: ¡Acudid caballeros!
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El amor en todos los niveles: El pudor no es nunca una cuestión de latitud, sino de altitud...
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La Evolución del Vestido a través de las Épocas: el Corsé
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Los Granaderos: del veterano Grognard, al joven Bleuet
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Lo que se habría visto si las mujeres hubieran sido soldados...
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La Leyenda de la Rosa de Francía
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Las sorpresas de la vida en el castillo: la Revista Nocturna
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Hagan su elección caballeros: sobre gustos y colores no discuten los doctores
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No hay buenos refranes para cabezas sin sentido:
La abuela dice en Abril: ¡no te descubras ni un hilo!; sin embargo dice en Julio: ¡Estella, haz lo que te plazca!
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De gustos y de colores, no discutamos nunca.
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Varios siglos de modas...
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Horas rosas y horas tristes
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