viernes, 2 de mayo de 2014

El Manierismo Nórdico (III): Hans von Aachen - RELATO: El Preceptor del Rey (III)


    




El Preceptor del Rey
Un relato incidental

III

.....Con aquel último consejo que su tío Felipe II le diera ( "no confiar en nadie, escuchar a todo el mundo, tomar decisiones por sí solo."), Rodolfo llegó a Viena. Contaba diecinueve años de edad, era el heredero de un título que poco más que prestigio suponía (Emperador de Romanos), y de unos territorios que si sustanciosos (Austria, Hungría, Bohemia) no menos convulsos: la discrepancias religiosas, las intrigas de Francia y la amenaza de los turcos hacían de su futuro una tarea incierta. Para eso había pasado ocho años en Madrid, para adiestrarse en los deberes de un soberano, de un sobreano... católico. Pues esa era otra de las intenciones de Felipe y de María, su madre (y hermana del rey de España): colocar en el extremo Este del área de influencia de los Habsburgo a alguien capaz de llevar a cabo la contrarreforma necesaria para parar los pies a un protestantismo en auge, que tenía en Alemania, Países Bajos e Inglaterra, principalmente, su punta de lanza. Esta partida geopolítica de ajedrez había deparado, además, un movimiento que tenía todos los visos de un enroque: muerta Isabel de Valois, el Rey Felipe II se casaría con su sobrina Ana, hermana de Rodolfo (por lo que éste simultaneó su condición de sobrino con el de cuñado), y se realizaron movimientos (negociaciones) tendentes a casar al mismo heredero al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, con la Infanta Isabel, hija, a su vez, de Felipe. Todo quedaría, así, en casa. Felizmente (creo) las negociaciones no prosperaron, pese a la buena disposición inicial de Rodolfo al enlace (o eso, al menos, aparentó, bien aleccionado por su tío en el arte del encubrimiento de las verdaderas intenciones). Aquel que fuera mi pupilo durante ocho años, nunca llegaría a casarse, contribuyendo así a su aureola de excentricidad y misterio. 

.....Llegó el príncipe con tanta expectación como se le esperaba, pero pronto comprobaría que Viena no sería un lugar cómodo para él. Maximilano, su padre, era un hombre querido, respetado, valorado; diplomático de primera que concitaba el beneplácito de cuantos bandos estuvieran en litigio en un momento dado. Gran negociador y afable. Rodolfo, en cambio, venía con sus modales españoles, su querencia española, su seriedad española, su distanciamiento forjado sobre su delicado carácter en la rigidez de la Corte de Madrid. Lo que no era más que prudencia expectante se tomó como altivez y engreimiento. Además, prefería rodearse de asesores y amigos de ascendencia o simpatías españolas; gustaba incluso de hablar en castellano en su círculo, antes que hacerlo en alemán. Ya sabemos lo que esto puede suponer para un pueblo que desea ver a sus gobernantes como imagen de su patria, de ellos mismos. Algo así le sucedería a su abuelo Carlos (I de España, V de Alemania) cuando heredó la Corona que su madre, Juana la Loca, nunca se puedo ceñir. Podría decirse que la historia se repetía, si bien, a Rodolfo aún le quedaban por delante unos años antes de ceñirse la corona imperial. 

.....En Viena sintió, otrosí, el aliento de los otomanos a las puertas. Infatigables en su afán expansionista, tanto hacia el Este (la frontera con Persia siempre fue conflictiva) como hacia el Oeste. Ya tenía bajo su égida parte del Reino de Hungría, sobre la que cobraba un fuerte estipendio, en señal de impuesto por no ser invadida (impuesto que los turcos, con la intención de romper hostilidades, subieron al doble, y que Maximiliano, por evitar la guerra, aceptó pagar). Pero la realidad, pese a esa especie de equilibrio aparente, era que la amenaza turca no dejaba de sentirse presente. Con la frontera oriental a menos de 100 kilómetros de Viena, no puede decirse que la antigua capital imperial pudiera sentirse segura. Tenemos pues, cuando menos, una situación nada apacible para Rodolfo en Viena: amenaza externa (por los turcos) y amenaza interna (por la incomprensión de la corte vienesa y el pueblo austriaco en general). Cuando Maximiliano se preparaba para una invasión de Polonia (había heredado el trono del Reino, pero con fuerte contestación y decidida oposición por parte de la Corte de Varsovia) murió. Rodolfo accedió al trono. Olvido las conflictivas pretensiones dinásticas a la Corona polaca y, deseoso de encontrar algo más de paz, se dispuso a gobernar desde, si no el aislamiento (como tan bien le había enseñado a hacer su tío Felipe II, desde el Escorial), sí desde la distancia: distancia equidistante, tanto de las intrigas de la Corte tradicional vienesa, como de la amenaza turca. Aprovechando su título de soberano de Bohemia, trasladaría la capitalidad del Imperio a Praga, poniendo tierra de por medio, de esta forma, tanto respecto a los turcos como a las intrigas palaciegas.

.....Su idea fija, que sentía más aún que su deber como gobernante, de crear un centro cultural sin igual en el orbe europeo, podría moldearse mejor desde una ciudad menos estricta y más maleable que Viena. Su intención era convertir a Praga en una segunda Florencia, y en cierto modo lo logró, aunque ello le costara, al final, el trono y aun la vida.
.....Ya antes, lo primero que hicimos en Viena fue elaborar un catálogo de artes liberales, artistas y sus obras. En este catálogo marcamos las prioridades y las posibilidades de adquisición: obras de artistas imprescindibles en toda colección que quisiera postularse a ser la mejor de mundo. Al lado de este catálogo se elaboró un listado de artistas ya consagrados o jóvenes artistas que estuvieran marcando el nuevo rumbo del arte, y que pudiesen estar dispuestos a formar parte de este nuevo centro cultural. Durante estos años de Viena, antes de acceder Rodolfo al trono, se pergeñó lo que quería que fuese Praga. Se tomó contacto con coleccionistas, artistas, alquimistas, inventores, filósofos, astrólogos, cabalistas, y todo intelectual que tuviera algo que aportar al devenir cultural de occidente, y que quisieran formar parte de un proyecto así. Llegado el momento, cuando al fin Rodolfo se convirtió en Emperador, se puso en marcha el sueño. Aunque Viena siguiera siendo el centro administrativo, la Corte basculó a Praga, el centro de decisiones. Rodolfo gobernaría a la española, pero sin la participación activa que Felipe, el rey prudente, había llevado a cabo. Delegó en validos las labores más abstrusas del gobierno, y él se dedicó a su gran obra. 

.....En un proyecto de esta magnitud, donde alguien poderoso decide erigirse mecenas de una idea que involucra tan gran abanico de materias y áreas, por fuerza habrá de encontrarse de todo. Muchos eran los intereses, mucho lo que bullía en la mente de Rodolfo, y ahora él detentaba el poder, disponía de los medios (que, como suele suceder, el poderoso tiende a considerar casi ilimitados). Lo cierto es que al lado de aciertos incontestables se producirían fracasos estrepitosos que contribuyeron a aumentar la animadversión incluso en su núcleo familiar.
.....El joven Emperador, imbuido de sueños, se rodearía de ciencia y de magia. Al lado de pintores, grabadores, mecánicos y matemáticos, se encontrarían astrólogos, alquimistas, cabalistas, inventores y todo tipo de gente, por muy extravagante que fuere, que tuviese algo que aportar a la interpretación del mundo. Arte, Ciencia, especulación, posibilidad... todo un batiburrillo que hizo de Praga el gran bazar cultural durante cuarenta años.
.....En arte, fue crisol del Manierismo del Norte, reuniendo en su núcleo a artistas como Bartholomeus Spranger, Hans von Aachen, Giuseppe Arcimboldo, Giambologna, Adrian de Vries y Aegidius Sadeler. Tanta fue su influencia en el desarrollo de este innovador estilo (cuya influencia habría que seguirla hasta el Impresionismo), que llegó a denominarse Manierismo Rodolfino al realizado en Praga. Además, otros artistas del movimiento, oriundos y afincados en los Países Bajos, como Hendrick Goltzius (el más grande grabador de la historia, por encima incluso de Durero), Joachim Wtewael y Abraham Bloemaert, colgarían sus obras en las paredes de los palacios de Praga. Otrosí, se estableció un puente con Italia, sobre todo con la Escuela Veneciana, y especialmente con Veronese, a quien se comisionaría para realizar varios encargos y ejercer de veedor para la colección rodolfina. También se adquirieron fondos de otros grandes maestros que figuraban en el catálogo elaborado; así, de Leonardo da Vinci, Holbein, Tiziano, Bruegel o Durero. 

.....Empero su afán coleccionista no se detuvo en lo convencional: pintura, escultura, artes decorativas; sino que fue más allá: todo tipo de objetos suntuarios: espadas, joyas (llegó a tener un grial de ágata, y un precioso salero de oro, marfil y esmalte, de Benvenutto Cellini) y mecanismos móviles: relojes y autómatas (afición que, como vimos, le venía de España). Pero más, llegó a reunir una gran bibliografía de libros miniados y raros, verdaderas joyas literarias y artísticas (también le intentarían colar algunos pufos, como ocurrió con el códice llamado Manuscrito Voynich, por el que pagó 600 ducados de oro, y que nadie ha llegado a descifrar, por más que se asegura que contiene secretos derivados de la misma ciencia de Hermética, secretos tan bien guardados en su ignota caligrafía y sus incomprensibles dibujos, que ha sido imposible descubrirlos). En todas estas artes el soberano quiso inmiscuirse, saber cómo se realizaban. Se presentaba, así, en los estudios de los pintores, a los que sugería temas o perspectivas, aprendió a grabar sobre marfil, a modelar sobre arcilla, a mezclar colores y plantear composiciones. Era un pozo sin fondo de curiosidad ávido por llenarse. 

.....El hombre. Rodolfo, el hombre, tenía una complexión más delicada que normal, que fue fortaleciendo con los años. De estatura mediana, tirando a bajo (no llegaba al metro setenta), su energía parecía subsumirse en su intelecto, en su imaginación. Su mandíbula prominente no era, en este caso, signo de fortaleza y pesadez, sino más bien de contrapunto. Con una líbido poderosa, parecía disponer, no obstante, de un caudal inagotable de autodominio. Tuvo amantes, muchas ocasionales, y una oficial: Catherina Strada, con la que tendría varios hijos, uno de ellos reconocido, que le proporcionaría más problemas que alegrías. Se intentó levantar el infundio de que era homosexual. Yo, que siempre estuve cerca de él, puedo confirmar que no lo fue. Rodolfo era, en cuanto a su sexualidad, un griego clásico. Lo que le interesaba del sexo era lo que podía proporcionarle de experiencia trans-sensorial. Por eso animaba a sus pintores a recrear escenas con alto contenido erótico, desnudos originales y potenciación de la carnalidad capaz de conmover el alma. Si en ello hay algo de enfermizo, yo no seré quien lo asevere. Más bien creo que era una actitud de búsqueda (a la que siempre fue propenso), búsqueda del nexo de unión entre cuerpo y espíritu (a contracorriente de sus creencias religiosas que eran fuertemente cristianas, católicas, pero no fundamentalistas). De todas formas nunca llegó a niveles patológicos. Era la discreción personificada, pero no encubierta de hipocresía (esto, tampoco se lo perdonaron nunca sus adversarios). Quiso personificar al gran mecenas renacentista (un Médici, un Gonzaga), y a fe mía que, en la medida de sus posibilidades, lo logró.  

-....Poseedor de una personalidad en extremo compleja, Rodolfo II tuvo que hacer equilibrios durante toda su vida entre su deber como gobernante y su derecho a hacer realidad sus sueños. Y entre estos sueños se encontraba el de trascender la materia, transmutar la apariencia, encontrar los hilos sueltos de la vida que condujesen a la trama fundamental, la respuesta a una pulsión que siempre latió con fuerza en él. De ahí su acercamiento a las ciencias ocultas y mistéricas, a la alquimia y a la astrología. Por eso reunió en su Arcadia particular a varios de los cerebros más eminentes de la época que sintetizaban en sí la ciencia y la magia, la especulación y el empirismo, la razón y la imaginación...


(continuará)

-o-o-

GALERÍA


Hans von Aachen
1552-1615
.

Alabaster Paintings
.
The Fall of Phaeton, c 1600
.
The Liberation of Andromeda, c 1600
.
The Unleashing of the Winds, c 1600
.
The Triumph of Cupid and Bacchus, c 1600
.
The Triumph of Cupid and Bacchus, c 1600
.-.

Mitological and Allegorical

Bacchus, Ceres and Amor, c 1600
.
Allegory of Peace, Art and Abundance, c 1602
.
Allegory of Peace, Art and Abundance, c 1602
.
Allegory: thre Triumph of the Truth, 1598
.
Pan and Selene
.
The Rape of Lucretia
.
Jupiter, Antiope and Amor
.
Jupiter Antiope and Amor
.
David and Bathseba, 1612
.
The Three Graces, 1604
.
The Three Graces, 1604 (¿?)
.
Diana and Her Nymphs at rest after the Hunt, c 1605
.
Allegory of the Return of the Golden Age under Saturn, c 1598
.
The Rape of Proserpine, c 1587
.
Palas Athena, Venus and Juno
.
The Judgement of Paris, 1588
.
The Judgement of Paris, 1588
.
The Amazement of the Gods, c 1600
.
Venus and Adonis with Hounds (Hans von Aachen and Workshop) , 1615
.
Venus, Bacchus and Cupid, 1595-1600
.
A Couple at a Guesthouse, 1596
.
Couple with a Mirror, 1596
.
A Courtesan with her Procuress
.
Maria Maximiliana, the Painter's Daughter, 1612
.
A Procuress with a Couple, c 1605
.
Scene with Procuress, c 1605
.
Saint Jeorge slaying the Dragon
.
Battle of Sissak, allegory on the Turkish wars 1603-1604
.
The Conquest of Stuhweissenburg, allegory on the Turkish Wars, 1603-1604
.
Allegory on the Declaration of the War of Constantinople
.
The Finding of the True Cross, 1589
.-.

Religious Paintings
.

The Annunciation, 1610
.
The adoration of the Kings
.

The Coronation of the Virgin, 159
.
The Rising of the Widows Sn of Niam
.
Martyrdom of St Sebastian
.

Portrait

.
Kaiser Rudolf II
.
Archdukess Anna, wife of Emperor Matthias
.
The Holy Emperor Matthias
.
-o-o-o-