martes, 11 de agosto de 2015

Bronwyn, la siempre renaciente: sobre un comentario de Clara Janés a la obra de Cirlot - GALERÍA: John Everett Millais





Presentación

.....Lúcido el breve ensayo de Clara Janés acerca de la compilación que con el nombre genérico de Bronwyn recoge los diversos poemarios escritos por Cirlot bajo la influencia de ese su Imposible Absoluto (encarnado en Rosemary Forsyth, protagonista del mismo nombre de la espléndida —aunque desapercibida— The War Lord (El Señor de la guerra, 1965. Franklin J. Schaffner). Por eso lo traigo hasta aquí, porque dentro del lugar que reservo para este mito brotado en el imaginario de quien es un casi desconocido de nuestra poesía —y, no obstante, poeta de largo aliento no asignado ni alineado con ninguna tendencia o generación, independiente por tanto a machamartillo—, me ha parecido oportuno hacer un hueco en él a este esclarecedor ensayo breve, en el que se habla de la figura de Bronwyn, y de la interpretación fundacional que sobre ella realiza Cirlot, en forma de poema incesante y poliédrico.
.....He aventado el estudio, eso sí, de las referencias particulares al poemario —poemas de Cirlot incluidos— que la autora incluye para ejemplificar la forma de expresión, el contenido y, sobre todo, el estilo. No se trataba de un somero e intrascendente copy/past al uso, sino un homenaje a un artículo acertado y conciso; merecedor de glosa y comentario.
.....Me limitaré, pues, a apostillar secuencialmente —en azul, para mejor distinguir lo que es nota o comentario propio— los diversos párrafos que conforman la estructura del documento original, a modo de prolija anotación de las opiniones/reflexiones de la autora —Clara Janés.

.....Me parece oportuno consignar aquí, por mor informativo, las obras que componen el llamado Ciclo Bronwyn, para que el lector de este artículo sepa de qué se habla, cunado se habla de esta magna obra de Juan Eduardo Cirlot: esos dieciséis libros (poemas surgentes) que el escritor compuso entre 1967 y 1971.

CICLO BRONWYN

Año
Libro
Dedicatoria
1967 Bronwyn I A la que renace de las aguas
1968 Bronwyn II A la que renace de las aguas
1968 Bronwyn III A la que renace de las aguas
1968 Bronwyn IV A la que renace de las aguas: a Bronwyn-Daena
1968 Bronwyn V A la que renace de las aguas
1968 Bronwyn VI A la que permanece conmigo bajo la superficie de las aguas
1969 Bronwyn VII A la que renace eternamente de las aguas
1969 Bronwyn VIII A la que renace de las aguas, Bronwyn-Daena
1969 Bronwyn, n Habla Bronwyn, con tu voz
1969 Bronwyn, z A la que renace de las aguas
1970 Bronwyn, x A la que renace de las aguas
1970 Bronwyn, y A la que renace de las aguas
1970 Bronwyn, permutaciones A la que renace de las aguas, Bronwyn-Shekinah
1970 Con Bronwyn A la que renace de las aguas, Bronwyn-Daena
1971 Bronwyn, w A la que renace de las aguas
1971 44 sonetos de amor A Bronwyn-Bhowany, promesa de muerte y renacimiento
1971 La Quête de Bronwyn A Bronwyn Daena-Diana





Bronwyn, la siempre renaciente
Comentario a La forma en génesis, de Clara Janés

(En negro los textos de Clara Janés, en azul mi reflexión sobre los mismos)

Dijo José Manuel Blecua que Cirlot, él solo, abre y cierra etapas de la poesía española contemporánea. Y ciertamente, aunque nos limitáramos al Ciclo Bronwyn hallaríamos tal fuerza de invención en lo que a forma respecta, que bastarían sus poemas para demostrarlo. Y es que los poemas de Bronwyn, impresionantes en todos sus aspectos, constituyen, en el campo de la forma, una creación que no tiene par en la poesía española.
.....Y no yerra Clara Janés al realizar tal aserto, pues que Cirlot realiza un gran despliegue formal para intentar captar ese surtidor inagotable que le inspira ese Imposible Absoluto en que se sustancia Bronwyn: la mujer, todas las mujeres —incluidas las imaginadas, sean diosas, entelequias o seres de voluptuosa carne y consistente hueso. ¿Cómo se capta un absoluto? ¿Cómo se accede a hacer posible lo imposible? Sólo mediante un supremo e infatigable ejercicio de imaginación. Puesto que a lo imposible no puede accederse, bueno será, al menos, circundarlo, delimitarlo, abordarlo por aproximación, y eso no se consigue desde la forma conocida —morada de lo posible—, sino que es preciso un nuevo lenguaje que transgrediendo toda norma —ya posible, por definición— vaya más allá para sondear lo aún inefable (lo por siempre inefable, al ser imposible). Este intento de tantear a oscuras, en los límites de lo desconocido (lo imposible), al menos nos dará el consuelo imaginario de estar coqueteando con él, y, al hacerlo, proveer la ilusión de que uno se instala en ello, se hace uno con lo imposible (poco importa que nadie entienda este nuevo lenguaje, salvo el intersado: está dirigido a Bronwyn, la única que importa). 
.....Ningún otro poeta español ( y hasta es posible que en el resto del mundo) ha ensayado un tal intento de diversidad formal —expresiva, conceptual— como Cirlot. No cabe sino imaginar que ha sido intencionado, previsto, pensado, meditado, decidido, realizado, con un único fin: intentar elucidar lo inefable que un inmenso y difuso sentimiento estaba suscitando en lo más profundo de su conciencia con la fuerza de un manantial aflorado por la ruptura de los estratos que lo contenían.

Cirlot definió la poesía como "sustitución de lo que el mundo no es" y como "polifonía", basándose para ello en la polivalencia simbólica de la imagen. En dicha polivalencia está su clave, como plurales son los caminos que recorre para aproximarse al objeto cantado y otorgarle una nueva realidad. En el libro que nos ocupa, Bronwyn, esa amadaimposible absoluto, que es el reverso de Ofelia, la Daena avéstica, la Daena-Diana, la Shekina, es decir, el rostro femenino de Dios, Sofía, la luna, o Bhowani promesa de muerte y renacimiento, es acechada y recreada desde muchos ángulos y no sólo a través de las palabras.
.....Sustitución de lo que el mundo no es... ¿seguro, señor Cirlot? ¿Estamos seguros de esa apreciación? ¿O es más bien lo contrario: la poesía completa el mundo cojitranco de la apariencia para abarcar la realidad en su justa dimensión? Pero se le entiende. Yo, al menos, lo entiendo demasiado bien: lo que se nos muestra como "no", como desconocido, como oculto, como negación ante la evidencia, es tan denso o más que lo mostrado como "sí", lo conocido, lo revelado, lo afirmativo en lo evidente. La poesía es la cara oculta de la realidad, lo que no significa que sea una ilusión, sino que muestra esa parte de la realidad que se reviste de misterio. Cirlot, intenta, como poeta, como poeta inconformista y poco convencional, delimitar intuyendo esa realidad oculta: eso que parece ser lo que el mundo no es, pero que sí existe en la realidad, desde el momento en que se imagina —pues el poeta conquista y funda, por medio de la palabra, los nuevos territorios que son ignotos para el común. 
.....Bronwyn es todas: Ofelia —a la inversa, o en negativo/positivo—, Daena, Diana, Shekina, Bowani (¿faltaría incluir a María, a Magdalena?): la siempre virgen, la siempre inalcanzable, la siempre deseada y deseable, la capaz de inducir en el hombre el espíritu de conquista, la capaz de dar muerte y hacer renacer de las cenizas, Fénix del sueño y el deseo inmaculado. Y Cirlot, que lo siente así, así intenta expresarlo, con palabras que rompen los sentidos —convencionales—, con formas antes impensadas, pero también con el lenguaje del trovador y del juglar, tan familiar. Y así la rima y la cadencia, así la métrica y el ritmo, así la aliteración y la prosopopeya, así la permutación y la combinatoria. Cirlot estalla como un castillo de fuegos de artificio en el que se alternan las palmeras con las espirales, las bombas doradas con la lluvia multicolor, el estruendo sin luz y la luz callada. Eso es lo que consigue Cirlot, y que tan pocos han apreciado, porque era bocado para muy pocos, sólo aquellos que dispusieran de paladar delicado e intuitivo.

En lo poco que llevo dicho, queda ya patente la naturaleza, podríamos decir, palingenésica de Bronwyn, y es precisamente esta naturaleza lo que hace que el poeta busque, para recrearla, un verso que lleve en sí la continua autogénesis.
.....Colmo de la pretensión: un verso que lleve en sí la continua autogénesis... Sabedor de tal imposibilidad, Cirlot intentó al menos convertirse en fuente inagotable, siempre surgente. Consciente de que las palabras tienen su límite, y de que por más que uno intente hacerlas decir más de lo que pueden decir, nunca podrán conseguirlo, desencadena un diluvio de palabras, un diluvio en el que se alternan las gotas finas con las gruesas, lo torrencial con lo parsimonioso, el granizo y hasta la nieve, todo con el único fin de aproximarse a ese verso inexistente, imposible, que es, a fin de cuentas, el mismo ser abriéndose paso eternamente en la concatenación infinita de manifestaciones. Entelequia de todo poeta que no sea strictu sensu un charlatán. 

Por otro lado, el enigma que la envuelve debido, en parte, a lo fragmentario de su captación lleva a Cirlot al arriesgado camino de la ruptura  gramatical y sintáctica, que es a la vez apertura o posibilidadlo que llama poesía experimental, mientras el enigma intrínseco lo lanza al simbolismo fonético, en pos del lenguaje incomprensible pero nítido que mejor pueda revelarla. Este lenguaje, construido por los sonidos que integran la palabra Bronwyn, le permite desarrollar innumerables modos de nombrarla, es decir, le permite crear una oración o dikr que se ramifica indefinidamente. Junto a ella surgirán también las imágenes plásticas las variaciones fonovisuales, verdaderos mandalas que se diría destinados a la meditación. En la base de todos estos aspectos formales, se encuentran la analogía y el símbolo, y ambos apoyados en el aserto de la Tabula smaragdina: "Lo que está abajo es como lo que está arriba: lo que está arriba es como lo que está abajo".
.....Bronwyn, como Imposible Absoluto, no es simplemente "un" enigma: es la madre de todos los enigmas. El enigma superlativo, el que encierra todos los demás, porque es Shekina: la "parte" femenina de Dios (un Dios no personalista, cuanto menos paternalista; antes bien un Dios no subordinado a los atributos humanos pero que incluye todos los atributos posibles, pues lo incluye todo, al serlo todo). Este Dios femenino que sólo es accesible mediante el símbolo, mediante la analogía con lo semejante —pero no idéntico—, mediante la alusión al imaginario más íntimo e inconfesable del ser humano: aquél que barrunta el mundo oculto del inconsciente —que pertenece, precisamente, a esa realidad oculta que la poesía se esfuerza en desvelar. De aquí la oportuna cita del epigrama hermético: lo que está abajo como lo que está arriba; lo que está arriba como lo que está abajo, en el que se explicita la verdad subyacente a toda apariencia, que tiene su correspondencia con la parte que permanece bajo la superficie (como en un iceberg), y que el hombre, no obstante, intuye.

En el Diccionario de Símbolos, Cirlot hace hincapié en que todo expresa y se relaciona, en que “ninguna forma de realidad es independiente”, en que “todo es serial”, y la serialidad es un fenómeno que “abarca lo mismo el mundo físico […] que el mundo espiritual". El objetivo de todo ello, dice, es penetrar en lo desconocido y “establecer, paradójicamente, la comunicación con lo incomunicable". Este es, en efecto, el objetivo de Cirlot: comunicar lo incomunicable y comunicarse con lo no susceptible de intercambiar comunicación: esa amada, imposible absoluto. Por ello, su deseo de alcanzarlo lo lanzará por el camino de las correspondencias ocultas y las más atrevidas experimentaciones. Para cantar a Bronwyn, “la que renace eternamente”, la “promesa de muerte y renacimiento”, Cirlot buscará el poema que la represente, es decir, que cumpla estas premisas. La música, siempre presente en su obra, hará el milagro, ya sea a través de los valores fónicos del lenguaje, las aliteraciones, la homofonía o la rima interna, recursos poéticos célticos admirados por él, ya revelándole el que le será a su descubrimiento poético fundamental, la permutación.
.....Concepto spinoziano éste que ve a toda realidad interrelacionada, toda manifestación singular o particular cabe deducirse, sea mineral, vegetal o animal, de ahí que el símbolo posea tanta fuerza, de ahí el porqué de toda imagen, de toda metáfora: vemos en ello la resonancia del Ser Supremo, ése que incluye todo y en el que está incluido todo, que Spinoza llamó Naturaleza, o sustancia, o Dios. Visto así, Bronwyn, el Imposible Absoluto, es la expresión de esa parte del Ser que está fuera del hombre —pero dentro de la naturaleza participada—, esa parte que nos religa al todo que todo es, es decir, a Dios, a la sustancia, a la Naturaleza, a la que el hombre tiende como su más querido e irrefrenable deseo (entendiendo aquí este término en el sentido que Spinoza le da: ese conato que todo ser tiene por persistir).
.....Cirlot, en la persecución del Imposible Absoluto —que Bronwyn supone—, utiliza un vehículo spinoziano, una concepción palingenésica del ser. Y por ello utiliza símbolos y todo aquello que le acerque a lo imposible de definir en su totalidad, que lo haga creer que alcanza a poseer el bien amado, Bronwyn. Inicia así una búsqueda incesante a través del reino de la palabra y de la significación, también auxiliado por el ritmo y la música con ésta puede expresarse, todo con la pretensión de que actúe como sortilegio, como invocación, o, al menos, como ilusión de que ello es posible: alcanzar con las yemas de los dedos, acariciar con la piel de las palabras, el cuerpo hecho alma de aquella que renace de las aguas.

Para Cirlot, como para Novalis, la poesía es "lo real absoluto", es decir, aquello que no es del dominio de la temporalidad, aquello a través de lo cual ésta se vence. Bronwyn, que encierra también la posibilidad poética, sale victoriosa de la temporalidad, por ello el vehículo adecuado para expresarla tendrá que vencerla y cruzar todos los niveles de realidad. Para lograrlo se necesita gran maestría y por ello en la obra de Cirlot nada es arbitrario, ni la imagen, ni la selección del material simbólico, ni la medida del verso, el vocabulario o las experiencias llevadas a cabo con las sílabas o las letras. Así, tras pasar por el crisol cirlotiano, la palabra, que como signo, es concreta, y por ende limitada, aparece en su ambigüedad y dotada, merced al simbolismo, de un fuerte poder de evocación hasta romper todas las barreras. Del mismo modo el verso, síntesis de una polifonía, y la estrofa, "polifonía de polifonías", arrancan las resonancias de una polivalencia vertical, que se actualiza como múltiples sugerencias estructuradas que se apoyan en un solo punto. Por otra parte, a través de la imagen, como dijo el profesor Giovanni Allegra, Cirlot "formula de inmediato toda la geografía interior de la visión". En resumen, en cada verso suyo se pueden desentrañar varios planos comprensibles por separado, teniendo en cuenta que lo importante es la unidad que, con las distintas voces, se consigue.
.....¿Y qué mejor para tender hacia lo Imposible absoluto que otro absoluto, aunque éste ya realidad posible —aunque inasible—, como es la poesía? La poesía, como Bronwyn, está más allá del tiempo, es inmune a él, con él juguetea, lo manipula, lo estira y lo encoge, lo recrea y lo destruye. En su ámbito —en el territorio poético— casi todo es posible, porque todo es dinámico, aun lo estatuario (pues siempre depende del ser singular que lo interprete; abierto a lo indefinido, y, por tanto, tendente a lo absoluto, sólo sea en un horizonte inalcanzable), y Cirlot, desde ese ámbito, asalta los cielos de su cielo pretendido, empleando para ello todo tipo de escalas y utensilios —poéticos—, y así las aliteraciones, las repeticiones, las variaciones, hasta llegar a las permutaciones. Elabora, diseña, dibuja, un mapa poético lleno de accidentes para ubicar en él lo inubicable: ilusión de voluntarioso esfuerzo que consigue, por ende, colocarlo a él, al lírico diseñador absolutista, en el mismo nivel atemporal que su sueño/objetivo. 
.....El verso definitivo. Ése es el sueño, esa la intención, esa la búsqueda incesante —a lo largo de dieciséis libros—, iniciando así una polifonía de multiverso timbre, de nueva producción, original u audaz como las hazañas de un caballero en una primigenia y ya olvidada saga o en otra aún no producida. Nada es gratuito en la búsqueda de ese verso, no hay palos al aire ni puntadas sin hilo, todo es una intrincada red de correspondencias, con la que Cirlot se pretende prender lo absoluto a sabiendas que pasará por su tamiz con la facilidad con que lo haría el agua... el agua de donde renace eternamente, mas sabiendo, también, que a su paso dejará en la anudada trama el deseado aroma de su imposibilidad. 
[...]

El saber de Cirlot en materia de composición musical no basta para explicarnos el hallazgo, su conocimiento del símbolo y su mecanismo, así como de las ciencias esotéricas —de la Cábala de modo concreto—, desempeñaron también en ello un papel importante. La Cábala es la ciencia de la interpretación esotérica de los textos bíblicos, no sólo por medio de las letras sino por medio del número, dado que en el alfabeto hebreo cada letra tiene un valor numérico. Esto permite establecer nexos entre palabras diferentes cuya suma de letras da el mismo resultado (guemantria), hallar una palabra en otras distintas (notarikon) o permutar convencionalmente las letras señalando las correspondencias posibles entre ciertas palabras (temourah). Por todo ello en esta vía, la palabra tiene un verdadero carácter revelador, convirtiéndose, además, en intermediaria entre Dios y la finitud humana, pues según los cabalistas, lo nombrado adquiere la existencia, lo que no es nombrado no existe. Así el nexo entre el ser y la palabra, según la creencia hermética, se convierte en identidad.
.....Se sirve Cirlot de sus conocimientos, de sus inquietudes, de sus obsesiones, para obligar a la palabra a decir mucho más de lo que normalmente dice.. Y entre estos conocimientos se encuentra el difuso y confuso mundo de lo oculto, de lo hermético, de lo cabalístico. Todo vale con tal de intentar dar con la palabra que compondrá el verso anhelado. Busca y rebusca en el fondo del arcón, en su doble fondo, en sus intersticios, las palabras escondidas, las que contienen las analogías más reveladoras, los significados más poderosos, capaces de escalar los altos muros de lo absoluto. Se alía el poeta con fuerzas poderosísimas que sobrepasan hasta su misma capacidad de comprensión; escribe a su dictado, desde ese inconsciente que le susurra al corazón los secretos más íntimos del alma. Se atreve a abrir de par en par las puertas del misterio para que penetre su velada luz, una luz que es la misma que brilla con extraño fulgor en el fondo de las aguas cenagosas donde apareció Bronwyn.
[...]

"Cuando el amante se ha convertido en la substancia misma del amor—dice Henri Corbin (L'homme de lumière dans le sufisme iranien)— no hay contraposición de sujeto-objeto, de amante y amada. Esta es la metamorfosis del sujeto que formula la identidad neoplatónica del amor, el amante y la amada, y esta es la forma divina del amor”. En Cirlot no sólo se produce esa identidad de amor, amante y amada, sino que incluye también la de su expresión: el poema. Así, el poeta logra el objetivo del arte, la unión de forma y fondo y, con ello, la máxima aspiración: cumplir el dicho ya clásico de Archibald Mac Leish: "Un poema no debe querer decir/ sino ser".
.....Y en este no-vano intento, Cirlot consigue lo que anhela: mientras persigue a su presa, mientras conquista terreno a lo Imposible, mientras da caza a su deseado Absoluto, será uno con él, vivirá en sus mismas coordenadas. No será necesario ningún pacto mefistofélico, no habrá de vender su alma, sino, simplemente, fundirla a su objetivo, y así, mediante esa fusión en la realidad absoluta que es la poesía, participará de, al menos, la ilusión de estar disuelto en lo absoluto, en la sustancia que todo es (otra vez Spinoza), esa su parte desparticularizada hasta hacerse una con  el objetivo de su deseo: Bronwyn, Daena, Diana, Shekinah, Bhowany. Como dice muy bien Clara Janés: amor, amante, amada y su expresión se hacen uno y lo mismo, contenido en las palabras, atrapado en su red, asido en su arquitectura simbólica, fundido,  en fin, en su único e idéntico Ser.



GALERÍA


John Everett Millais
1829-1896

PANORÁMICA

ESCENAS DE GÉNERO, MITOLÓGICAS, HISTÓRICAS, LITERARIAS

John Everett Millais - Ophelia
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John Everett Millais - Ophelia
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John Everett Millais - Ophelia_drawing
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John Everett Millais - A Dream of the Past, Sir Isumbras at the Ford, 1857
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John Everett Millais - Apple Blossoms, 1856-1859_
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John Everett Millais - Apple Blossoms, 1856-1859_
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John Everett Millais - Cymon and Iphigenia, 1848-1851
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John Everett Millais - Cymon and Iphigenia, 1848-1851
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John Everett Millais - Isabella
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John Everett Millais - Joan of Arc
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John Everett Millais - A Winter's Tale
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John Everett Millais - An Idyll
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John Everett Millais - Christ in the House of His Parents (‘The Carpenter’s Shop’), 1849–50
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John Everett Millais - Ferdinand lured by Ariel, 1850
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John Everett Millais - Flowing to the Sea, 1871
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John Everett Millais - James Wyatt and His Granddaughter Mary, 1849
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John Everett Millais - Jephthah
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John Everett Millais - Lear And Cordelia, 1891
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John Everett Millais - Madeleine undressing (The Eve of Saint Agnes), 1863
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John Everett Millais - News From Home Greeting Card
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John Everett Millais - Non angli sed angeli
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John Everett Millais - North West Passage, 1874
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John Everett Millais - Pizarro Seizing the Inca of Peru
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John Everett Millais - Rosalind in the Forest of Arden (Shakespeare's As You Like It)
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John Everett Millais - Ruling Passion (1)
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John Everett Millais - Ruling Passion (2)
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John Everett Millais - Saint Stephen 1895
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John Everett Millais - Speak! Speak! 1895
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John Everett Millais - St Bartholomew’s Day, 1572, 1886 - copia
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John Everett Millais - The Boyhood of Raleigh 1870
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John Everett Millais - The Conjuror
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John Everett Millais - The Departure of the Crusaders
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John Everett Millais - The Enemy Sowing Tares (St Matthew XIII, 24–25)
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John Everett Millais - The Forerunner
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John Everett Millais - The Order of Release 1746, 1853
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John Everett Millais - The Ransom
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John Everett Millais - The rescue
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John Everett Millais - The Royalist
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John Everett Millais - The Tribe of Benjamin Seizing the Daughter of Shiloh
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John Everett Millais - The Vale of Rest 1858–9 (1)
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John Everett Millais - The Vale of Rest 1858–9 (2)
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John Everett Millais - The Wrestlers c.1840–1
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John Everett Millais - The Yeoman of the Guard 1876
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John Everett Millais - Victory O Lord
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John Everett Millais - Waiting
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LA MUJER


John Everett Millais - Mariana, 1851
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John Everett Millais - Swallow, Swallow
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John Everett Millais - A Disciple 1895
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John Everett Millais - A Jersey Lily, Portrait of Lillie Langtry, 1878
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John Everett Millais - A Widow's Mite
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John Everett Millais - Annie Miller
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John Everett Millais - Beauty
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John Everett Millais - Clarissa
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John Everett Millais - Esther
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John Everett Millais - Hearts are Trumps_Tate
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John Everett Millais - Louise Jopling .
John Everett Millais - Miss Anne Ryan
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John Everett Millais - Miss Eveleen Tennant, 1874_Tate
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John Everett Millais - Mrs Bischoffsheim 1873
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John Everett Millais - Mrs Joseph Chamberlain
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John Everett Millais - Portia
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John Everett Millais - Princess Elizabeth in Prison at St James’s
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John Everett Millais - Sir John Everett Pippa
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John Everett Millais - Stella
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John Everett Millais - Sweet Emma Morland
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John Everett Millais - The Bridesmaid
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John Everett Millais - The Good Resolve
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John Everett Millais - The Martyr of the Solway
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John Everett Millais - The Twins, Kate and Grace Hoare
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John Everett Millais - Vanessa, 1868
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John Everett Millais - Wandering Thoughts
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John Everett Millais - Wedding cards
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INFANCIA Y JUVENTUD


John Everett Millais - A flood, 1870_
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John Everett Millais - A Souvenir of Velazquez
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John Everett Millais - Autumn Leaves 1
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John Everett Millais - Bright Eyes
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John Everett Millais - Bubbles, 1886 (2).
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John Everett Millais - Caller Herrin
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John Everett Millais - Cherry Ripe, 1879
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John Everett Millais - Cinderella (0)
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John Everett Millais - Ducklings_-_Google_Art_Project
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John Everett Millais - Leisure Hours, 1864
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John Everett Millais - Little Speedwell's Darling Blue, 1892
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John Everett Millais - Merry, 1893
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John Everett Millais - Message From the Sea
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John Everett Millais - My First Sermon, 1862-1863
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John Everett Millais - My second sermon
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John Everett Millais - Pomona, 1882
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John Everett Millais - PRA Sisters
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John Everett Millais - Puss in Boots
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John Everett Millais - Sleeping
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John Everett Millais - Sweetest eyes that were ever seen…, 1881
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John Everett Millais - The Blind Gir
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John Everett Millais - The Girlhood of St. Teresa, 1893
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John Everett Millais - The Honourable John Nevile Manners, 1896
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John Everett Millais - The Nest, 1887_
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John Everett Millais - The Princes in the Tower
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John Everett Millais - The Return of the Dove to the Ark, 1851
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John Everett Millais - The Woodman's Daughter, 1851
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John Everett Millais - Waking
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RETRATOS


John Everett Millais - Self-Portrait (1)
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John Everett Millais - Benjamin Disraeli, Earl of Beaconsfield
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John Everett Millais - Edward Robert Bulwer Lytton (1831–1891), 1st Earl Lytton
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John Everett Millais - Effie Millais, née Gray (1828–1897)
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John Everett Millais - James Fraser
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John Everett Millais - James Wyatt Junior (b.1812), Aged 65
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John Everett Millais - John Henry Newman
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John Everett Millais - Lord Ronald Sutherland Gower (1845–1916), Sculptor and Writer
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John Everett Millais - Luther Holden (1815–1905),
Surgeon at St Bartholomew's Hospital (1865–1881)
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John Everett Millais - Marquess of Salisbury (1830–1903),
Lord Warden of the Cinque Ports
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John Everett Millais - Mrs Coventry Patmore
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John Everett Millais - Mrs Isabella Elder (1828–1905)
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John Everett Millais - Mrs Leopold Reiss
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John Everett Millais - Picture of Health, Alice, the Artist's DaughterV
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John Everett Millais - Portrait of John Ruskin
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John Everett Millais - Portrait of Lord Alfred Tennyson
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John Everett Millais - Portrait of Mrs James Wyatt_Tate
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John Everett Millais - Principal John Caird (1820–1898)
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John Everett Millais - Sir Henry Thompson, Bt 1881
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John Everett Millais - Sir James Paget (1814–1899), Bt,
Lecturer and Surgeon at St Bartholomew's Hospital
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John Everett Millais - Thomas Carlyle
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John Everett Millais - Thomas Hyde Hills (1815–1891),
President of the Pharmaceutical Society (1873–1876)
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John Everett Millais - Wilkie Collins
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John Everett Millais - William Carr Standish
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John Everett Millais - William Ewart Gladstone (1809–98), Prime Minister
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John Everett Millais - William Ewart Gladstone
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PAISAJES

John Everett Millais - Blow, Blow Thou Winter Wind, 1892
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John Everett Millais - Chill-October, 1870
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John Everett Millais - Christmas-Eve
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John Everett Millais - Dew Drenched Furze, 1890
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John Everett Millais - Dew Drenched Furze, 1890
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John Everett Millais - flowing to the river, 1871
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John Everett Millais - Glen Birnam, 1891
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John Everett Millais - Landscape, Hampstead
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John Everett Millais - The Sound of Many Waters
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John Everett Millais - View Near Hampstead
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John Everett Millais - Winter Fuel, 1873
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