martes, 29 de marzo de 2011

Primavera (1): Ofrenda



Tú querías que yo te dijera
el secreto de la primavera.
Idilio, Federico García Lorca

Ya viene la Primavera
lo ha dicho la estrella.
Ya la tú, J.R. Jiménez

De qué extraña manera,
a veces, la primavera
Héctor Amado

Este post y el siguiente quieren ser un canto a la Primavera, esa estación que llena de alegría -y, a veces, melancolía- nuestras vidas siguiendo los ritmos periódicos de una naturaleza a la que cada vez damos más la espalda pero a la que, a pesar nuestro, seguimos estando sometidos. Los rigores del invierno van quedando atrás: el tiempo del aislamiento, de la concentración, del abrigo, del calor del hogar, del frío que aletarga; de la nieve y las heladas, de los vientos boreales, de los campos silenciosos, de los jardines yertos,... A medida que el Céfiro va extendiendo su templado manto, la tierra toda se despereza, se estira, sale del letargo; el reloj de la vida vuelve a ponerse en marcha y todo parece festejarlo.

Junto a una naturaleza en exaltación de color, la naturaleza musical como expresión más elocuente de este "canto" a la vida que supone la llegada de un nuevo ciclo vital. Música ya patente en el mismo seno de Natura, así: los arroyos cantarines, donde antes la nieve callada; los trinos y gorjeos de las aves, en la fronda antes silenciosa; los sonidos galantes del cortejo, tras la silente hibernación; el fragor y el bullicio, en fin, de multiplicidad de seres respondiendo a la llamada del instinto,... todo es un resonar de vida en mil claves y tonalidades, todo es frenesí y efervescencia sonora.
También el ser humano atiende esta llamada de variadas maneras; entre ellas, con su genio musical, creando no pocas obras, a lo largo del tiempo, dedicadas a ensalzar o describir este periódico y feliz episodio, el más alegre y alborozado de cuantos, marcados por el reloj biológico, inciden inconscientemente en el alma humana. Decir primavera, es decir entusiasmo, júbilo, buen humor, sí, y, además, esperanza, promesa, expectación; todos estos sentimientos están presentes, hechos música, en la primavera del homo melodiosus.

En este primer post, que he titulado "OFRENDA", haré un recorrido temporal por estas manifestaciones musicales dedicadas a la Primavera, acompañadas por un poema que: o bien se corresponde con el texto de la obra propuesta, o bien es una composición de un poeta reconocido alusivo a la estación -los, por mí llamados, poemas amigos-. Comenzando por el barroco temprano de Monteverdi, siguiendo por el tardío -ya considerado neoclasicismo- de Vivaldi, el clasicismo de Haydn o Mozart, el neo-romanticismo de Beethoven, el romanticismo de Mendelssohn y acabando con el tardo romántico de Strauss, se irá desgranando este variado jardín melódico.
El segundo post, titulado CONSAGRACIÓN, estará dedicado enteramente a la obra homónima de Stravinski; puesto que la primavera también es danza, en ese segundo post ofreceré las más prestigiosas coreografías creadas para este revolucionario e influyente ballet: desde la original de Vaslav Nijinski a la ultimísima de Angelin Preljocaj, pasando por las celebérrimas de Maurice Bèjart o Pina Bausch, o la singular propuesta equina del Teatro Zíngaro de París, bajo la dirección orquestal de uno de los mejores intérpretes de la Consagración -así reconocido por el mismo Stravinski-, Pierre Boulez.

Con todos vosotros: la Primavera en todo su musical esplendor a través de las edades de la música.

OFRENDA A LA PRIMAVERA
Se viste la Primavera de música encantada, de colores y de flores, de sangre alterada. Baten fuerte en el cielo las nubes sus tambores, y en la tierra cantan dulces ruiseñores sus tonadas. Sopla, suave, el heraldo de la amable estación su susurrante canción de savia renovada; y es, su soplar, multicolor despertar de campos ateridos y deseos dormidos; y es, su tenor, alegre divulgador de sonidos que proclaman, enardecidos, el tiempo del amor.

-o-


Claudio Monteverdi
Zéfiro Torna (O. Rinuccini) Noveno Libro de Madrigales


Zefiro torna e di soavi accenti
l'aer fa grato e'il pié discioglie a l'onde
e, mormoranda tra le verdi fronde,
fa danzar al bel suon su'l prato i fiori.

Inghirlandato il crin Fillide e Clori
note temprando lor care e gioconde
e da monti e da valli ime e profonde
raddoppian l'armonia gli antri canori.

Sorge più vaga in ciel l'aurora, e'l sole,
sparge più luci d'or; più puro argento
fregia di Teti il bel ceruleo manto.

Sol io, per selve abbandonate e sole,
l'ardor di due belli occhi e'l mio tormento,
come vuol mia ventura, hor piango hor canto.


-o-o-


Antonio Vivaldi
Concerto nº 1 en Mi Mayor, Op 8, RV 269, La Primavera

Allegro
Giunt'è la Primavera e festosetti
La salutan gl'augei con lieto canto,
E i fonti allo Spirar de'zeffiretti
Con dolce mormorio Scorrono intanto;

Vengon' coprendo l'aer di nero amanto
E Lampi, e tuoni ad annunziarla eletti
Indi tacendo questi, gli Augelletti;
Tornan di nuovo al lor canoro incanto:

Largo
E quindi sul fiorito ameno prato
Al caro mormorio di fronde e piante
Dorme 'l Caprar col fido can a lato.

Allegro
Di pastoral Zampogna al suon festante
Danzan Ninfe e Pastor nel tetto amato
Di primavera all'apparir brillante.

Allegro
He aquí la festiva Primavera,
La saludan los pájaros con canto alegre.
Y las fuentes, con el soplo de los Zéfiros,
Brotan con dulce murmullo.

Vienen, cubriendo el aire con manto negro,
El trueno y el rayo, mensajeros del tiempo.
Al fin, la calma vuelve, los pajarillos
Reanudan su canto melodioso


Largo
Y sobre el prado florido y tierno,
Con el dulce murmullo de la fronda y las plantas,
Duerme el cabrero, con el perro fiel al lado.

Allegro
Al son festivo de la Zampoña pastoral
Danzan las ninfas y los pastores
Bajo el brillante firmamento de la primavera.


-o-o-


Joseph Haydn
Oratorio Las Estaciones, La Primavera H 21/3

La Primavera

Del espíritu olvida el hombre los pesares,
mas la primavera está en flor, y espléndidos todos los lugares,
el verde campo se extiende majestuoso,
donde discurre la hermosura del arroyo.

Las montañas de árboles se han cubierto,
y espléndido es el aire en el espacio abierto,
el vasto valle está en el mundo dilatado
y la torre y la casa en colinas apoyados.

Friedrich Hölderlin


-o-o-


W. Amadeus Mozart
Cuarteto para cuerdas Nº 14, en Sol, K 387 "Primavera"

Canción

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo)

Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.

¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
(No soy tanto.)

En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo.)

Nicolas Guillén


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L. Van Beethoven
Sonata para piano y violín Nº 5, en Fa, op 24 "Primavera"

La primavera besaba

La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
—recordé—, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!

Antonio Machado


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Félix Mendelssohn
Canción de la Primavera Op 62, nº 6, de las Romanzas sin Palabras

Hacia la Primavera

Sobre el mar que los cielos del ensueño retrata

alza mi torre azul su capitel de plata

que Eolo pulsa rara, dulcemente... Suspira

al pie la vaga ola su vaga serenata.

Y yo sueño en los cantos que duermen en mi lira,

cuando un ave vibrante, de plumaje escarlata,

en la ventana abierta se detiene y me mira:

-¿Qué haces? -dice. -¡Allá abajo, es primavera...! ¡Inspira


ansia de sol, de rosas, de caricias, de vida,
la mágica palabra! Vuela el ave encendida.
Yo bajo, desamarro mi yate marfileño...,

y corto mares hacia alegre primavera.
A mi espalda, en las olas, solitaria y austera
mi torre azul se yergue como un largo «Ave Ensueño»...

Delmira Agustini


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Johann Strauss
Frühlingsstimmen

Primavera

Abril, sin tu asistencia clara, fuera
Invierno de caídos esplendores;
mas aunque abril no te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás la primavera.

Eres la primavera verdadera;
rosa de los caminos interiores,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.

¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,
abrazados los dos, sea tu risa
el surtidor de nuestra sola fuente!

Mi corazón recojerá tu rosa,
sobre mis ojos se echará tu brisa,
tu luz se dormirá sobre mi frente…

Juan Ramón Jiménez


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Apéndice


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