miércoles, 26 de marzo de 2014

Venus y Adonis (III): en la Literatura Hispana - GALERÍA Venus y Adonis en la Escultura





Introducción
.....Varia es la literatura en castellano sobre el mito de Venus y Adonis, mas en ningún caso alcanza la altura lírica y sugerente del poema de Shakespeare, ni la magnificencia rímica y temática (incomparable e inclasificable) de la epopeya de Marino. Por más que el mismo Lope, la versión mejor resuelta en nuestro idioma, creyera que esta obrita suya estaba entre las cinco mejores obras dramáticas que escribiera (pues la concibió como drama poético, no como poema dramático), y siendo muchas las virtudes que en ella concitara, el poema del bardo es superior, líricamente, a ésta y a todas las demás.
.....En todos los casos, sin exclusión, la fuente es Ovidio: bien para emularle, bien para, tomado como punto de partida, realizar cada autor su personal reinterpretación del mito, llevando a cabo sus más o menos originales variantes, excursos y digresiones. Aquí, en el presente post, voy a presentar cinco citas (las de mejor factura) de entre las varias posibles, por orden de antigüedad serán: la mención que Garcilaso de la Vega realiza del mito en su Égloga III (1543); la Fábula de Adonis, Hipómenes y Atalanta (1553), de Diego Hurtado de Mendoza; un Romance de Adonis, anónimo, recogido en el Romancero General de Amberes (1557); otra fábula mitológica: Llanto de Venus por la muerte de Adonis (1582), de Juan de la Cueva; y, por fin, la obra dramática, en verso, de Lope: Venus y Adonis (1604).

.....Salvo Garcilaso que sólo lo menciona de pasada (apenas tres octavas reales), y el romance anónimo (que, como tal romance, es necesariamente sintético), donde, en los dos casos, el tema exclusiva o especialmente es la muerte de Adonis, en los otros tres casos (Hurtado de Mendoza, de la Cueva y Lope) se trata de poemas extensos que siguen el guión del sulmonesi (Ovidio): los de Hurtado de Mendoza y de la Cueva, realizados en octavas reales, constan de un número similar de versos: 824 endecasílabos, el poema del granadino; 888 endecasílabos, el del sevillano; el drama poético de Lope se va a 2252 versos, abundando los octosílabos y la silva (intercalando, como es preceptivo en esta estrofa, versos de siete y de once sílabas), dejando aquí y allá multitud de cabos sueltos en versos que, si libres, rítmicos en su liberalidad.
.....Por motivos de espacio, únicamente se ofrecerá íntegro el romance anónimo, y se citará con amplitud (más allá de las tres estrofas que lo contienen) el fragmento de la Égloga III donde se da cuenta de nuestro mito; del poema de Juan de la Cueva se trasladará el inicio (las primeras diecisiete estrofas, que son las que abarcan los amores y muerte de Adonis) y el final, con el epitafio que pone colofón a la obra; de Diego Hurtado de Mendoza sólo se ofrecerá el enlace al texto íntegro; de Lope se ofrecerá una calicata suficiente que nos dé una muestra de su drama-poema. En todos los casos, salvo en el romance anónimo que se ofrece íntegro, haciendo click en el título de la obra (resaltado en negrita azul) se puede enlazar con el texto original en su totalidad.

.....Líricamente, el dominio de la ottava rima importada de italia corresponde a Garcilaso, el primero de los soldados poetas aquí representados (pues que lo fueron así mismo, Diego Hurtado de Mendoza y Juan de la Cueva). Su estilo, más semejante al original petrarquista, sin florilegios ornamentales excesivos, aunque pueda resultar arcaico, es sin duda alguna el más bello y de más calidad. Diego Hurtado de Mendoza (de quien se sospecha sea el autor del Lazarillo de Tormes) compone su poema al hilo del de Ovidio, (como harán de la Cueva y Lope), introduciendo en la trama de nuestro mito el inserto del mito de Atalanta e Hipómenes, que ya el sulmonesi, en sus Metamorfosis, realizara. Sus octavas, sin poseer el atildado ritmo garcilasiano ni su perfecta arquitectura estructural, son solventes y bellas, mas de menor altura lírica que las de aquél, sus recursos poéticos, amplios, son eminentemente descriptivos, faltos de la suficiente emoción que se supone debe de tener un poema romántico-trágico como éste (y que en el Bardo se da con suficiencia).

.....Juan de la Cueva, voluntarioso y esforzado, realiza el poema de menos vuelo, pero introduce una variante muy original, que es suponer que el jabalí que dará muerte a Adonis, no es otro que el mismo dios de la Guerra, Ares (Marte), que decide vengarse de él por haberle arrebatado el amor de Afrodita (Venus); es decir, que Adonis morirá a manos de un rival amoroso, y no como consecuencia del infausto destino (ligado, como ya se ha apuntado, y sabemos, al cambio de estaciones, pues es Adonis representación del impulso de renovación primaveral de la naturaleza). Libertad ésta que le lleva al bueno de Juan de la Cueva a realizar una excursión temática por la mitología, trayendo a cuento a un tropel de dioses que en Ovidio ni se hacía alusión a ellos. Reparemos que el tema en sí de los amores y muerte de Adonis se resuelven en las diecisiete primeras estrofas; y el de su transformación en flor, y despedida de Venus, en las últimas seis, más el epitafio; por lo que tenemos, de las 111 estrofas, unas 25 estrofas ceñidas al tema ovidiano, y el resto es relleno original (a veces farragoso) y especulativo acerca de las intrigas y disquisiciones olímpicas sobre el albedrío de los dioses para tomar unas u otras decisiones. Además de a Ares/Marte, el sevillano da especial protagonismo en esta parte del poema a Momo, el dios del tiempo.

.....La obra de Lope, hecha para ser representada en las tablas, goza de una fluidez y frescura que las anteriores no tienen. A pesar de proclamarse tragedia, poco de trágico encontramos, aun a pesar de la muerte de Adonis, en esta comedia de enredo (amoroso); pues por más que quiere, o amaga, Lope, en ponerse grave, menos nos lo creemos, y más incita a la sonrisa que al llanto. Su metro, menos grave, también lo permite. Utiliza un fraseo más cercano al habla, como es de rigor en la escena teatral; abundan los versos de arte menor (hasta ocho sílabas), y cuando utiliza el endecasílabo no lo acumula, o lo alterna, como en la silva, con versos cortos. Es común la imbricación de los personajes en un mismo verso (un personaje lo empieza y otro lo termina), lo que da un ritmo vivo de comedia, y resta gravedad discursiva al texto. Dividida la obra en tres actos, aunque sigue el índice ovidiano, lo rebasa y recrea su propio ámbito al más puro estilo sainetesco. Lope no pretende altura lírica, sino interés argumental; dotado de su proverbial facilidad para decir, y decirlo bien, en verso lo más cotidiano, la obra se lee (e imagino que se ve y escucha) con igual facilidad. Nos pinta y expone un escenario mitológico como un cuadro de Rubens u otro de Jordaens; los dioses y las ninfas vienen y van, se zancadillean, zascandilean, se envidian, se atropellan, y por medio, los mortales, tratados sin compasión, víctimas principales son. Lope, como de la Cueva, trastoca el protagonista de la muerte de Adonis, siempre embutido en la fiera apariencia del jabalí, que en su caso no será el el mismísimo rival amoroso, Ares/Marte, sino una de las Furias --Tesifonte-- bajo el mandato de un rival aún más poderoso, si cabe, al que este mortal de excepcional hermosura eclipsa en la tierra, provocando sus celos: Apolo.
.....Se trata del desparpajo de Lope en todo su esplendor. Mientras Shakespeare se remitía a los dos únicos protagonistas, Venus y Adonis, en un tour de force intimista, que se introduce y nos muestra los entresijos del sentimiento amoroso, Lope recrea un escenario, una taracea de personajes, una corrala parnasiana por donde el mundo alrededor, el mundo mitológico se entiende, transformado y asequible, cercano, se desarrolla y desenvuelve. Menos altura lírica que en el Bardo, sí, pero escena más caleidoscópica: drama personae al que nos asomamos como a una escena de la vida cotidiana. En esto Lope no tuvo rival (si acaso Calderón), y aquí, una vez más nos lo demuestra ( y esto lo dice un gongorino de pro).
...

De la Música
.....Sólo añadir un comentario sobre la obra musical que acompañará este post, que aparentemente, por el título, no parece tener mucha relación con el tema que nos ocupa. Dido y Eneas, de Henry Purcell, es una de las primeras óperas inglesas, considerada como una obra capital en el desarrollo operístico inglés. ¿Que tienen que ver la reina de Cartago y el general troyano fundador de Roma, con Venus y Adonis? Comencemos por las fuentes: Ovidio para el drama mitológico entre la diosa del amor y el dios de la belleza; Virgilio para el libreto sobre el que surge la partitura musical. Como vemos, fuentes ambas que, si diferentes, proceden del mismo hontanar: la tradición culta latina más clásica y excelsa. Sigamos, la ópera de Purcell toma como referencia, y así está comunmente admitido, un excelente precedente: la ópera Venus y Adonis, de John Blow (adjuntada en el post anterior). Ya vamos afinando. Ambas tienen una duración similar, poco menos de la hora, y la estructura compositiva también es similar. En cuanto al contenido, en ambas, la relación amorosa que acabará en drama (o tragedia), tiene a los dioses como veleidosos protagonistas, a Venus y Cupido como directores de escena, manejando los hilos que mueven las emociones humanas. Por fin, el resultado obtenido, el efecto producido en el espectador/oyente de una y otra ópera, es tan similar que uno no puede sino pensar que está asistiendo a un dèjà vu, al relato de la misma historia contada de otra manera, con otro tono, en otra clave.

.....La ópera de Purcell, Dido and Aeneas, es encantadora, una verdadera joyita, que cuanto más se escucha más gusta (parécese a esos besos que, a decir del Bardo, Venus le prometía a Adonis, no hechos para cansar ni para producir el hartazgo, sino para acrecentar la sed de ellos). Aquí ofreceré, en lista de reproducción, seis versiones, todas excelentes. Dos en vídeo y cuatro en audio. Las de vídeo corresponden a una espléndida representación vocal concertística, a cargo del Ricercar Consort & Collegium Vocale Gent, dirigido por Philippe Pierlot; y a otra excelente representación, en este caso operística, realizada no en teatro sino en escenarios reales de modo fílmico, llevada a cabo por el Collegium Musicum 90, dirigda por Richard Hickox. De las cuatro versiones en audio, tres son referenciales: Coro y Orquesta de la Academy of Ancient Music, dirigida por Christopher Hogwood; Les Arts Florisants, dirigidos por William Christie; y el Concentus Musicus Wien, dirigidos por Nikolaus Harnoncourt (en versión de 2010, no la mítica de 1982); la cuarta es una grabación histórica, de 1952, y una curiosidad: la gran soprano wagneriana Kirsten Flagstad --Dido-- y una joven Elisabeth Schwarkopf --Belinda-- juntas, en esta producción realizada en estudio con The Mermaid Singers and Orchestra, dirigidos por Geraint Jones.
.....[He de decir aquí, ya que he querido establecer una justificación musical de estas dos obras, que más difícil es sostener una justificación similar respecto al Nabucco de Falvetti que acompañó al primer post de la serie: ninguna relación temática, ni formal; ninguna cercanía compositiva. Ha sido, no más, una relación de tipo emocional, por un lado, y otra de tipo geográfico, por el otro; pues se trataba de acompañar textos de origen latino, textos que destilan el aroma de lo mediterráneo y sintonizan con el alma meridional que le es propio.]

-o-

VENUS Y ADONIS
En la Literatura Hispana

......

Garcilaso de la Vega
(1498/1503-1536)

Publicada por primera vez en 1543, como apéndice a las obras de Juan Boscán)
(Fragmento)


Haciendo del Tajo Helicón, Garcilaso va glosando sus riberas, pobladas de ninfas y pastores, de dioses y adoradores de Pan, contando sus historias como si fueran propias del río patrio. Entre ellas, de pasada, menciona el mito de Adonis, pues que en las nemorosas riberas del Tajo también hoza el jabalí, y a la llamada del corno de caza y al ladrido de los canes se bate y asaeta.

[...]
Cerca del Tajo en soledad amena
de verdes sauces hay una espesura,
toda de yedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido
alegrando la vista y el oído.

Con tanta mansedumbre el cristalino
Tajo en aquella parte caminaba,
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos de oro fino,
una ninfa del agua do moraba
la cabeza sacó, y el prado ameno
vido de flores y de sombra lleno.

Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
el suave olor de aquel florido suelo.
Las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo.
Secaba entonces el terreno aliento
el sol subido en la mitad del cielo.
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.

Habiendo contemplado una gran pieza
atentamente aquel lugar sombrío,
somorgujó de nuevo su cabeza,
y al fondo se dejó calar del río.
A sus hermanas a contar empieza
del verde sitio el agradable frío,
y que vayan las ruega y amonesta
allí con su labor a estar la siesta.

No perdió en esto mucho tiempo el ruego,
que las tres de ellas su labor tomaron
y en mirando de fuera, vieron luego
el prado, hacia el cual enderezaron.
El agua clara con lascivo juego
nadando dividieron y cortaron,
hasta que el blanco pie tocó mojado,
saliendo de la arena el verde prado.

Poniendo ya en lo enjuto las pisadas,
escurrieron del agua sus cabellos,
los cuales esparciendo, cobijadas
las hermosas espaldas fueron de ellos.
Luego sacando telas delicadas,
que en delgadeza competían con ellos,
en lo más escondido se metieron,
y a su labor atentas se pusieron.

Las telas eran hechas y tejidas
del oro que el felice Tajo envía,
apurado después de bien cernidas
las menudas arenas do se cría:
y de las verdes hojas reducidas
en estambre sutil, cual convenía
para seguir el delicado estilo
del oro ya tirado en rico hilo.

La delicada estambre era distinta
de los colores que antes le habían dado
con la fineza de la varia tinta
que se halla en las conchas del pescado.
Tanto artificio muestra en lo que pinta
y teje cada Ninfa en su labrado,
cuanto mostraron en sus tablas antes
el celebrado Apeles y Timantes.

Filódoce, que así de aquellas era
llamada la mayor, con diestra mano
tenía figurada la ribera
de Estrimón, de una parte el verde llano.
y de otra el monte de aspereza fiera,
pisado tarde o nunca de pie humano,
donde el amor movió con tanta gracia
la dolorosa lengua del de Tracia.

Estaba figurada la hermosa
Eurídice, en el blanco pie mordida
en la pequeña sierpe ponzoñosa
entre la hierba y flores escondida;
descolorida estaba como rosa
que ha sido fuera de sazón cogida,
y el ánima los ojos ya volviendo,
de su hermosa carne despidiendo.

Figurado se vía extensamente
el osado marido que bajaba
al triste reino de la oscura gente,
y la mujer perdida recobraba;
y cómo después de esto él, impaciente
por miralla de nuevo, la tornaba
a perder otra vez, y del tirano
se queja al monte solitario en vano.

Dinámene no menos artificio
mostraba en la labor que había tejido,
pintando a Apolo en el robusto oficio
de la silvestre caza embebecido.
Mudar luego le hace el ejercicio
la vengativa mano de Cupido.
que hizo a Apolo consumirse en lloro
después que le enclavó con punta de oro.

Dafne con el cabello suelto al viento,
sin perdonar al blanco pie corria
por áspero camino, tan sin tiento
que Apolo en la pintura parecía que,
porque ella templase el movimiento,
con menos ligereza la segura.
El va siguiendo, y ella huye
como quien siente al pecho el odioso plomo.

Mas a la fin los brazos le crecían,
y en sendos ramos vueltos se mostraban.
Y los cabellos. que vencer solían
al oro fino, en hojas se tornaban;
en torcidas raíces se extendían
los blancos pies, y en tierra se hincaban;
llora el amante, y busca el ser primero,
besando y abrazando aquel madero.

Climene, llena de destreza y maña,
el oro y las colores matizando
iba, de hayas una gran montaña,
de robles y de peñas variando;
un puerco entre ellas de braveza extraña,
estaba los colmillos aguzando
contra un mozo; no menos animoso,
con su venablo en mano, que hermoso.

Tras esto el puerco allí se vía herido
de aquel mancebo por su mal valiente,
y el mozo en tierra estaba ya tendido,
abierto el pecho del rabioso diente;
con el cabello de oro desparcido
barriendo el suelo miserablemente,
las rosas blancas por allí sembradas
tornaba con su sangre coloradas.

Adonis este se mostraba que era,
según se muestra Venus dolorida,
que viendo la herida abierta y fiera,
estaba sobre él casi amortecida.
Boca con boca coge la postrera
parte del aire que solía dar vida
al cuerpo, por quien ella en este suelo
aborrecido tuvo al alto cielo.
[...]
.
-o-o-


 ......

Diego Hurtado de Mendoza
(1503-1575)

Fábula de Adonis, Hipómenes y Atalanta
Edición princeps 1553


En la primera estrofa, este descendiente del Marqués de Santillana, nos adelanta sintéticamente el argumento, 


   El tierno pecho de cruel herida
por la dura salvaje fiera muerto;
la madre del amor toda afligida,
que con lágrimas baña al joven muerto;
y tú, virgen de Hipómenes vencida,
entre gloriosa duda y miedo cierto
seréis el argumento de esta historia
que presente hará vuestra memoria.
[…]

después procede a realizar su dedicatoria a Marina de Aragón, hija del Conde de Ribagorza, de quien se le cree enamorado. Son tres estrofas que paso a consignar por dar muestra de cómo se las gastaba en poeta en cuestiones de romanticismo (bastante comedido en lo efusivo, tirando de largo en lo lisonjero):
A ti, Doña Marina de Aragón,
a quien naturaleza estudiosa
de obra sin tener comparación,
hizo, sobrando a sí y a cualquier cosa,
hermosa sobre todas cuantas son,
y es lo menos que tienes ser hermosa,
a ti llamo que alargues tu favor
dando principio y fin a esta labor.

La honesta y clara lumbre de tus ojos,
que a todo humano tiene rendido;
la blanca mano llena de despojos
de almas y voluntades que has prendido;
las gracias en ti unidas a manojos,
tu grandeza y valor nunca vencido,
mas vencedor de humanos corazones,
enderecen y guíen mis razones.

Y porque con la voz más dulce y pura
y espíritu más alto que el humano,
pueda apartarme de la niebla escura,
despreciando el común vulgo profano,
tú, Señora, me sube en el altura
que no puede llevarme ajena mano,
y guía mis sentidos a ti modo,
pues no lo pueden todos hacer todo.

.....Seguidamente, comienza el poema propiamente dicho ateniéndose fielmente al guión ovidiano (casi de forma literal): relata el mito de Mirra y el nacimiento azaroso y coriáceo de Adonis, la conmoción que provoca su nacimiento, el enamoramiento de la diosa del Amor (aunque sin alcanzar románticas sensibilidades). Incluye así mismo, y con leal fidelidad a la fuente ovidianael mito de Atalanta e Hipómenes en el transcurso de la acción, cuando Venus le previene a Adonis que no cace fieras que acometen, que se contente con dar caza a las que huyen. En glosar el mito de Atalanta e Hipómenes se le va a don Diego la mitad de todo el poema, cuatrocientos versos, confirmando así el grado de proporcionada equidad del título. A diferencia de la versión del Bardo, y, sobre todo, de la de Juan de la Cueva, nada repara Hurtado de Mendoza en el lamento de la diosa, pues muerto Adonis en tres estrofas se despide. Es la versión menos romántica de todas (notóse en ella que el poeta, si soltero y enamorado, era más soldado y político que devoto amante del amor).
-o-o-


......

Romancero General de Amberes
(1557)

Romance de Adonis

Anónimo
     
   A caza va el lindo Adonis,
       A caza como solía;
       Despedido se ha de Venus,
       Que a los cielos se subía.
       Sus canes le van siguiendo;
       Muestran muy gran alegría;
       Rico venablo en su mano,
       Labrado de atauxía,
       Hecho por el dios Vulcano
       Con extraña policía.
       Por un monte muy espeso,
       Que de Juno se dezía,
       Entra veloce el mancebo;
       Bien muestra su lozanía.
       No busca corzos ni gamos,
       Liebres, conejos que había;
       De las iracundas fieras
       Muy gran codicia tenía:
       Andando a un cabo y a otro,
       La caza se le ofrecía.
       Un puerco se ha levantado.
       Y viéndole que salía,
       Comiénzale de esguir
       Con esfuerzo y agonía;
       Los perros por otra parte,
       Cada qual, qual más podía.
       El puerco les haze cara,
       Y Adonis que assí lo vía,
       Pone mano a su venablo
       Y en el rostro le hería.
       Viéndose herido el puerco,
       Con gran rabia arremetía;
       Con rabia arremete a Adonis
       Que sin temor le atendía
       Con los ásperos colmillos
       En una ingle le hería;
       Muerto cae el lindo joven,
       Pie ni mano no bullía.
       Venus, quando vió que Adonis
       En tierra muerto yazía,
       Dexa de subir al cielo,
       Del camino se volvía.
       Por presto que da la vuelta,
       El triste espirado había;
       De pechos sobre el arena,
       Que de sangre la teñía,
       Envuelto en ella le halla,
       Que gran lástima ponía.
       Llora sobre el cuerpo muerto,
       De dolor se amortecía:
       Llamábase desdichada,
       Mil veces se maldezía.
       Al cielo dize cruel;
       Llama a la fortuna impía;
       Como mujer sin sentido,
       Sus blancos paños rompía;
       A las nimphas de las aguas
       Donde criado se había,
       Se queja del triste hado,
       Y a grandes voces dezía:
       —«Lloren todas las Deessas
       La grande desdicha mía,
       Y llore el húmido reyno,
       Neptuno y su compañia;
       Llore Mirra por su hijo
       Muy más que llorar solía.»
       Tanto llorara la Diosa,
       Tantos extremos hazía
        Encima del cuerpo yerto,
       Que a los Dioses conmovía.
       En la boca le besaba
       Y estas palabras dezía:
       —¡Oh Adonis, mi Adonis,
       Descanso del alma mía!
       La vida sin ti, mi bien,
       Yo, ¿para qué la querría?
       Salgan de mi los plazeres
       Que en verte tomar solía;
       La tristeza y el pesar
       Anden en mi compañía.
       Lloraré triste tu muerte
       En eterno noche y día
       Porque siempre se me acuerde
       Lo mucho que te quería.


-o-o-


Juan de la Cueva
(1543-1623)

En el volumen Obras Poéticas, Sevilla, 1582
(Fragmento)

Argumento
   Adonis fue hijo de Cínaras, rey de los cipros, habido incestuosamente en su hija Mirra, cual dice Ovidio en el décimo de sus Transformaciones. Siendo Adonis mancebo de mucha gentileza, se enamoró dél la diosa Venus, de la cual el dios Marte estaba aficionado, y conociendo que por los amores de Adonis era desfavorecido y menospreciado de la diosa Venus, se transformó en un jabalí, y andando Adonis cazando cual tenía de costumbre en el monte Idalio, le salió el jabalí en que Marte se había transformado y le dio una herida en la ingle de la cual Adonis murió luego. Viendo la Diosa Venus muerto a su querido, con triste llanto conmovió a Júpiter y a los demás dioses a bajar a consolar a Venus, que después de muchas lágrimas lo volvió en una flor roja llamada anémone.

Llanto de Venus en la muerte de Adonis
.
   El llanto acerbo y muerte dolorosa,
el sentimiento triste y desventura,
las congojas del alma temerosa
y el joven en injusta sepoltura;
la hija del gran Jove poderosa
que en flor volvió la forma y hermosura
de su querido y deseado amante,
me inspira Apolo que en su lira os cante.

   Si vuestro ingenio alto y ecelente
admitiere mi canto doloroso
y el llanto de la diosa más potente
que habita el cielo de inmortal reposo,
verá bajar a Jove presidente
del celeste consilio poderoso
a Neptuno dejar cetro y gobierno,
y al dios tartáreo del horrible Infierno.

   Con ese claro nombre que engrandesce
a nuestra Iberia, patria esclarecida,
por quien su inmortal gloria resplandesce
en la dorada edad restituida,
favoreced la Musa, que os ofresce
lo que puede, y va a ser favorecida
de vos, dándole el paso a la alta cumbre
del que los orbes dora con su lumbre.

   Oh luz sidérea, honor del rico ocaso,
a quien rodea la encendida zona,
sacro retor del coro de Parnaso,
poseedor de Hipocrene y Helicona
no me falte tu amparo en este paso,
porque mi canto del amor pregona;
pierde la antigua enemistad, pues tienes
la venganza del caso que mantienes.

   Si en fuego ardiente se abrasó tu pecho
por la hermosa hija de Peneo,
tú descubriste de su madre el lecho
manifestando su adulterio feo;
si a tu hija encendió en amor estrecho
del monstro fiero con bestial deseo
ahora a Venus puedes ver arderse
y sin remedio en llanto deshacerse.

   Habiendo Venus ahincadamente
a su querido Adonis persuadido,
que perdiese el furor y el brío ardiente
que en perseguir las fieras ha tenido,
creyendo que en el ánimo valiente
puede el consejo a la ocasión venido,
así la diosa al joven persuadía
y mil graves peligros le ponía.

   Determinada de partirse al cielo
entre sus brazos a su Adonis prende
y vuélvele a decir: «dulce consuelo,
por quien mi alma en vivo amor se enciende,
huye, y recela algún adverso duelo
y de seguir las fieras te defiende.
Mira que me fatiga un espantoso
estímulo, que turba mi reposo.

   Todas las horas que al descanso obligan
éste y otros cuidados me desvelan,
éste y otros me turban y fatigan
y las entrañas de pavor me yelan;
no fuerza en mis dolores no mitigan
cuidando (ay, gloria) un mal que te recelan
las sombras portentosas que me espantan
y las horribles aves que me cantan.

   Éste cesa, con sólo persuadirte
que el uso de la caza trabajosa
es peligroso, y pueden mal regirte
flacas fuerzas en lid tan rigurosa;
bien puedes a mi ruego reducirte
y admitir el consejo de tu diosa
que no te ofrece a cosas imposibles
que lo fueran a fuerzas invencibles.»

   Puso la bella vista en el hermoso
joven, enternecida y suspirando,
mostrando un sentimiento congojoso
el de su alma, en él sinificando.
Volvió a decille: «amor, vida, reposo;
que no sigas las fieras te demando.»
Y con estrecho abrazo se despide
y encima de su carro el aire mide.

   Ida Venus, Adonis da la vuelta
al monte Idalio, y cerca su aspereza
tiende las redes y los canes suelta
y espárcelos por toda la maleza;
el arboleda estaba tan revuelta
que mal ejercitaban la destreza;
al fin, tras de su aliento rastreando
fueron un bravo jabalí alterando.

   Las cerdas erizadas, hace cara
a los monteros que tras él venían,
y con fiera braveza se repara
a los perros, que apriesa lo seguían;
arrimándose a un roble, en él se ampara,
mas desde fuera recio lo herían,
cuál con saeta, cuál con dardo agudo
en el pecho que pone por escudo.

   El monte deja, y sale al verde prado
siguiéndolo los diestros cazadores;
Adonis, que algo estaba desviado,
acude presto oyendo los clamores;
no baja río tan desenfrenado
de ecelso monte, ni los voladores
rayos, que arroja Júpiter al suelo,
ni la errante cometa por el cielo,

   cuanto en presteza el joven se adelanta,
que el viento precedía en la soltura,
que sin tocar al suelo con la planta
al prado sale y deja la espesura;
ve estar la fiera de braveza tanta
que le admira mirarle la postura,
cómo desvía al uno, al otro acude,
cómo al que llega hiere y lo sacude.

   El animoso Adonis acomete
al jabalí, que así se defendía,
y con brioso ánimo le mete
el venablo con diestra lozanía;
herido, contra el joven arremete,
y el joven, sin mostrarle cobardía
le aguarda, mas la fiera embravecida
le dio en la ingle una mortal herida.

   Penetróle la llaga rigurosa
que la ingle le abrió de parte a parte,
por do la muerte oscura y dolorosa
en él vino a ocupar la mejor parte;
el alma suelta sale presurosa,
y con divorcio natural se parte
del cuerpo el alma que sin vida deja
en la tierra, a ser tierra, y dél se aleja.

   Habiendo el corvo diente del cerdoso
jabalí, dado muerte al joven tierno
que tendido en el suelo polvoroso
estaba ya entregado al sueño eterno,
la idalia diosa, que el camino airoso
iba subiendo a su lugar superno
descuidada del caso sucedido
aunque no del recelo en que ha vívido.

   Yendo su vía, vio que se volvían
los cisnes que del carro le tiraban,
los unos, que a una parte revolvían,
los otros, que al contrario caminaban,
que con horror las alas sacudían
y en lugar de cantar grasnidos daban;
la diosa entendió bien que estas señales
pronosticaban venideros males.

   Los ojos vuelve adonde la memoria
tiene ocupada, y corazón cativo,
do tiene todo su contento y gloria
por quien se arde en dulce fuego vivo,
viendo que en esta vida no hay vitoria
ni bien a quien no turbe el mal esquivo,
con el recelo desto, en un instante
la vista envía a procurar su amante.

   Tiende los ojos donde amor se anida,
mirando ahora el monte, ahora el prado,
investigando aquesto embebecida
traía la memoria y el cuidado,
cuando a su vista, en nada detenida,
se presentó sin alma el cuerpo amado;
revuelve con presteza sacudiendo
el carro aéreo, al suelo decendiendo.

   Ahora, oh Musas del febeo secreto,
podéis dar vuestro aliento al canto mío,
que ya me falta, y hallo mi sujeto
débil, si no aspiráis con nuevo brío;
pues espíritu humano es sin efeto
al fin que aspiro y de cantar confío,
sí no os parecen cosas peregrinas
llorar humano lágrimas divinas.

   Celebrará mi verso el tierno llanto
de la madre de Amor, de amor cativa,
los ardientes suspiros, el quebranto,
el sentimiento de la muerte esquiva;
haré saber con espedido canto,
siéndome concedida el agua viva
los que en el llanto citereo estuvieron
y quién y cuáles su dolor sintieron.

   Deja el ligero carro en que iba al cielo,
que le parece tardo y perezoso,
y con veloz presteza baja al suelo
que su cuidado no le da reposo;
ardiendo en vivo amor y desconsuelo,
viendo el triste suceso doloroso
pasa por montes, prados, prestamente,
que amor es natural ser impaciente.

   Bien descuidada del infausto duelo
que veo, y que la muerte rigurosa
tan presto me privara del consuelo
con que vivía mi alma tan gozosa;
mas, ¿quién se fía en cosas deste suelo?
¿Por qué me descuidé? ¡Ay, alevosa
enemiga del bien del alma mía,
fiera contra mi dulce compañía!

   A mí puedo culparme de tu suerte
pues tuve corazón para dejarte,
yo meresco el castigo acerbo y fuerte
si la Muerte en los dioses tiene parte.
Eternamente lloraré tu muerte,
jamás podré olvidarme de llamarte
Adonis mío, y este dulce nombre
quede por gloria mía y tu renombre.

   Ningún contento me será agradable,
todo me dará pena y descontento,
siempre viviré en llanto miserable
en memoria del duro acaecimiento;
en voz fúnebre y verso lamentable
repetirá mí alma en triste acento
tu dolorosa muerte, Adonis mío,
y cantada del Austro al Bóreas frío.

   Bien podrá Febo no mostrar su lumbre,
Júpiter de su imperio ser quitado,
Proserpina habitar la ecelsa cumbre
del cielo, entre los brazos de su amado
y no acabarse la inmortal costumbre
de ser de mí tu nombre celebrado,
ay bello Adonis, ay Adonis mío
pues de mi alma hubiste el señorío.»

   Esto diciendo la ericina diosa,
sobre el cuerpo del joven ya sin vida,
del intenso dolor y ansia penosa
quedó con un desmayo amortecida.
La voz fue por la selva sonorosa
por la ligera Eco repetida,
que las hermosas Dríadas la oyeron,
y a ella las Nereides acudieron.
[...]

   Cesó el gran movedor de los Triones,
a la acidalia Venus consolando,
si consuelos consuelan las pasiones
de un alma que en amor se está abrasando;
la cual, condecendiendo a las razones
del que en hombres y en dioses tiene mando
se vuelve al joven ya entregado en muerte
y en una flor purpúrea lo convierte.

   Al punto, el prado pareció cubierto
de rojas amapolas producidas
de la sangre real del joven muerto
al nombre suyo desde allí ofrecidas,
porque sabiendo su misterio cierto
fuesen con reverencia conocidas,
trayendo su principio a la memoria
cual dio Venus al cuerpo nueva gloria.

   No quiso que la tierra poseyese
el cuerpo que su alma poseía,
ni que sus bellas carnes consumiese
así cual hace cuantas cosas cría;
y porque ufana dél no se atreviese
juntar otra titánea compañía,
que provocase a guerra el alto cielo
y de sangre tiñese el mortal suelo.

   Esto movió a la citérea diosa
volver en flor a su querido amante,
y moviendo la lengua gloriosa,
dice a las diosas que tenía delante:
«Oh ilustre compañía religiosa
y la demás terrestre circunstante:
yo os ruego que tengáis en la memoria
este día en que tuvo fin mí gloria.
[...]


   Esto diciendo, el carro se levanta
tirado de los cisnes sonorosos,
y con presteza tanto se adelanta
que precede los vientos presurosos.
Las diosas quedan en angustia tanta,
que vuelven a sus llantos dolorosos
y las ninfas renuevan sus querellas,
y el cielo hieren con las voces dellas.

   Ida Venus, las ninfas y las diosas
convocan a los faunos y pastores
que esparzan por el suelo frescas rosas,
do murieron de Venus los amores;
y dejando las lágrimas piadosas
suban la tierra en alto con sus flores,
haciendo un alto túmulo, y se escriba
este epitafio en una piedra viva:

Epitafio
   Aquí en este lugar la dura muerte
al bello Adonis despojó de vida,
que viviendo alcanzó tan alta suerte
que fuese Venus de su amor vencida.
Y en flor sin fruto ahora se convierte
al que le fue tal suerte concedida;
porque se entienda que el mortal contento
es frágil hoja que arrebata el viento.

-o-o-

......

Lope de Vega y Carpio
(1562-1635)

ADONIS y VENUS
(1604)


Tragedia de Lope de Vega Carpio dedicada al Excmo. Sr. 
D. Rodrigo de Silva, Duque de Pastrana.

.....La facilidad con la que el Fénix de los Ingenios traducía a verso cualquier tema, y, además, lo dramatizaba con igual facilidad, se muestra en esta deliciosa transcripción del mito ovidiano. Lope en ella pone mucho de sí, empezando por un nutrido casting de personajes, necesarios todos ellos para sustentar el edificio dramático-lírico levantando sobre el tema de los amores y tragedia de Venus y Adonis. Donde Ovidio menciona únicamente a los protagonistas principales (padre --Cíniras, rey de Chipre-- y madre --Mirra- de Adonis, en el mito de Mirra; Hipómenes y Atalanta, además de Venus, en el de Atalanta; Venus y Adonis, y Perséfone de pasada, en el tema central), Lope, sin llegar al exceso megalómano e inmarcesible de Marino, ni divagar por la imaginación de forma harto gratuita como de la Cueva, compone su sainete con veinte actores que van tejiendo una historia, como ya he dicho, de enredo amoroso entre el hombre más hermoso de cuantos hubiere nacidos de mortal, las ninfas que por él beben los vientos, los pastores que le envidian, Apolo que le envidia más como corresponde proporcionalmente a un dios de su categoría y Venus a la que le juega una mala pasada su díscolo hijo, Cupido, provocando su irremediable enamoramiento; además, una cohorte de cupidillos y amores, de pastores y ninfas. Como artistas invitados encontramos, realizando justificados cameos, a Narciso, Jacinto o Ganímedes, copero (y algo más...) del poderoso Júpiter.

Personajes: 

ADONIS
MENANDRO
TIMBREO
ATALANTA
CAMILA
ALBANIA
FRONDOSO
APOLO
VENUS
CUPIDO
HIPOMENES
NARCISO
JACINTO
GANIMEDES
TESIFONTE
TEBANDRO
NINFAS
PASTORES
CUPIDILLOS
MÚSICA

.....Seguidamente consignaré unos fragmentos, entresacados del texto, que darán una idea de la forma en cómo Lope enfoca su versión del tema. Así, sin menoscabo de que se pueda enlazar con la obra original, se podrá establecer en el mismo espacio una comparativa con los otros autores citados. Pido disculpas por la extensión que al final está adquiriendo este post, pero me parece necesario para cumplir el objetivo que me había marcado.

.....Comienza todo por un diálogo entre Venus y Cupido, el veleidoso niño vendado, al que a la postre, Lope achaca como culpable de estos infaustos amores, entre el bello Adonis y su madre, la sin par Venus:

VENUS
  Por estas márgenes hechas
De clavellinas y rosas,
Sin cuidado y sin sospechas
Podrás matar mariposas,
Cupido, con esas flechas.
  Blancas, pajizas, doradas,
Verdes, claras y moradas,
Con más ojos que un pavón.
Andan en esta ocasión,
Seguras de ser tiradas:
  Mátame algunas; que quiero
Entre rosas del tocado
Ponérmelas, porque espero
Aquel sangriento soldado,
Por cuyas hazañas muero.
  Parte, que en el traje humano
Quiero verle en esta selva,
Primero que Apolo indiano
Otra vez a verme vuelva,
Y yo en la red de Vulcano.

CUPIDO
  ¡Donaire, madre, tenéis!
¿Mariposas me decís
Que mate? Pues ¿no sabéis
Que muerta por mí vivís
De amor del Dios que queréis?
  ¡Linda caza á quien derriba
A la garza más altiva
Y al águila más real!

VENUS
Cuando el vuelo celestial
Subes de mi esfera arriba,
  Muestra el poder que engrandeces;
Mas cuando estás en el suelo,
Imita lo que pareces.

CUPIDO
Siendo primero que el cielo,
¿Nombre de niño me ofreces?
  ¿Háceslo para encubrir
Tus años?

VENUS
                   Si mariposas
No es caza que ha de servir
A tu gusto, entre estas rosas
Tórtolas siento gemir.
  Ellas y otros pajarillos
Te podrán entretener,
O destos verdes junquillos
Puedes a esta sombra hacer
Jaulas en que tengas grillos.

CUPIDO
  Quien los pone de prisión
Al más libre corazón,
¿Cazará grillos del campo?

VENUS
Palomas blancas, que al ampo
De la nieve iguales son,
  Por ser quien mi carro tira,
Te mandaba no tirar;
Ya te doy licencia.

CUPIDO
                            Admira
Que mandes ejecutar
Flechas de amor, armas de ira,
  En aves simples, señora;
Porque yo a las bravas tiro,
Donde la fiereza mora.

VENUS
Temerosas liebres miro
Por estos bosques agora;
  Tira alguna, y del pellejo,
Como Hércules, te viste.


CUPIDO
Agradézcote el consejo.
¡Niño finalmente hiciste
Al que es más que el tiempo viejo!
  Pues ¿no te acuerdas que a Apolo,
Que de haber muerto a Fitón
Se alababa, vencí solo?
¿Ignoras tú la opinión
Que tengo de polo a polo?
  ¿Es esta la vez primera
Que yo te venzo? ¡De mí
Te ríes de esa manera!

VENUS
Ya te conozco: |ay de mí!

CUPIDO
¡Así me tratas! Espera;
  Que antes de una hora verás
Si mariposas, palomas
o liebres venzo.

VENUS
                          Jamás
Mis tiernas palabras tomas
Como ellas son. ¿Dónde vas?
  Espera, Cupido, advierte....

 [vs 392-472]

.....En el siguiente fragmento se nos presenta a Adonis, con su declaración --misógina-- de intenciones; y Cupido se toma cumplida venganza del ninguneo con que lo ha tratado su madre, asaeteándola sin compasión.

ADONIS
Sin reparar en Venus ni en Camila.
  Selvas y bosques sombríos.
Adonde la primavera
Se baña en cristales fríos,
Y donde la luz primera
Dio vida a los ojos míos;
  Árbol divino sabeo,
Cárcel de mi triste madre,
Por quien agora me veo
Hijo y nieto de mi padre,
Y monstruo de su deseo:
  Sabed que en esta ocasión,
Sin estimar sus placeres,
Que siempre pesares son,
Aborrecer las mujeres
Tengo por justo blasón.
  Como en vuestras espesuras,
Bosques de mi tierna edad,
Paso las horas seguras,
Más precio mi libertad
Que todas sus hermosuras.
  Cansado de haber seguido
Un corcillo volador
Que dejo en el monte herido,
Para templar el calor,
A vuestra sombra he venido.
  Por eso, fuente serena,
Cuyas aguas cristalinas,
Espejos de Filomena,
Vuelven diamantes las chinas
Y perlas la blanca arena,
  Perdonad si os enturbiare;
Que quiero bañarme en vos
Mientras este sol pasare.


CUPIDO
(Aparte.)
Hoy veréis si Amor es Dios.
Ya tiro: Venus repare;
  Que aunque más mi madre sea,
La tengo de herir de amor.

VENUS
(Aparte.)
¿Qué puede ver quien te vea?
(Tira Cupido una flecha a Venus.)
¡Ay Dios, ¡qué extraño dolor!

[598-637]

.....Aquí, cuando ya Venus está solazándose con su bello amado, que se le ha dormido en el regazo mientras le contaba el mito de Atalanta (díganme si esto no es más jocoso que romántico o trágico), entona una canción dedicada a su hijo, Cupido, que más que una nana parece una canción protesta de denuncia:

Canta.
VENUS
  Rapacillo lisonjero,
El de los ojos vendados.
Si no aciertas cuando tiras,
¿Por qué te pintan con arco?
Niño, que engañas el tiempo.
Un viejo de tantos años,
¡Por qué le hurtaste las alas.
Pues que te vas tan despacio!
[…]

Canta.
VENUS
Tú fuiste incendio de Troya,
De España, Roma y Cartago;
Ni ha tenido imperio el mundo
De quien no fueses tirano.
Yo me estaba en mi sosiego.
De mi libertad gozando.
En la deidad de mi trono.
Sin pensamientos humanos.

[1849-1856;1869-1879]

.....De seguido, Adonis se despierta sobresaltado: ha tenido un sueño premonitorio, en el que se le ha colado, y sugerido, la intervención de Apolo en algo funesto para sí.

Adonis, que despierta, y Venus.
ADONIS
  ¡Válgame el cielo! ¿Qué es esto?

VENUS
¿Qué tienes, señor?

ADONIS
                                No sé.
VENUS
Pues habiéndote aquí puesto
Desde mis brazos en pie,
¿Te levantas descompuesto?

ADONIS
  La sangre de aquesta edad.
Como está ardiendo en las venas.
Finge con ferocidad
Campañas de guerras llenas,
Armas, sangre y novedad.
  Esto soñaba: no quieras
Que con privación tan grande
Intente algunas quimeras.

VENUS
¡Que el sueño en tus ojos ande
Con imágenes tan fieras!
  Yo le haré dar tal castigo,
Que no se burle contigo.
Mas ¿qué soñabas, mi bien?

ADONIS
Déjame.

VENUS
                 ¡Tanto desdén,
Querido señor, conmigo!

ADONIS
  Era todo fantasía.

VENUS
¿Qué tenías, prenda mía?
De tan mal sueño me advierte.

ADONIS
Corta vida y triste muerte,
Soñaba yo que tenía.

VENUS
  Pues ¿eso te da pasión?

ADONIS
Tanta y con tanta razón.
Que sólo en este recelo
Puede tener tu consuelo
Alegre mi corazón.

VENUS
  No creas lo que se ve
En ese lienzo imperfeto
De que el sueño pintor fue;
Pero advierte que el discreto
Tiene por madre a la fe.

ADONIS
  Por serlo desde este día.
Si por eso lo he de ser,
Al sueño y su fantasía
Te prometo no creer,
Mas a la fe, madre mía.

VENUS
  Eso está puesto en razón.
Vete a cazar.

ADONIS
                     Bien podré.
Sin que me cause pasión
Con su temor; que bien sé
Que los sueños, sueños son.

[1901-1945]

.....En el siguiente fragmento, de forma elíptica, uno de los personajes secundarios, el pastor Frondoso, en diálogo con una de las ninfas enamoradas del más bello, nos relata la muerte de Adonis:

Frondoso con Adonis en brazos.
FRONDOSO
Pastores desta selva,
Ayudadme a llorar
Tan mísera tragedia.

ALBANIA
¿Es muerto el bello Adonis?

FRONDOSO
Cual candida azucena
Del labrador pisada,
Inclina la cabeza;
Cual oriental jacinto
Cuando la noche llega,
Las olorosas hojas
Marchita, humilla y cierra.
Salió de aquestos robles.
Sobre quien ya descienda
De Júpiter tenante
La furibunda flecha.
Un jabalí cerdoso.
Que por la boca abierta,
En vez de blanca espuma.
Arrojaba centellas.
Yo vi donde tocaban
Arder la verde hierba,
Cual suelen los rastrojos
Que los pastores queman.
El animoso mozo.
 (El corazón me tiembla
Sólo en deciros esto)
Salió de aquella senda;
Y apenas el venablo
Afirmado en la tierra
Le puso al pecho, cuando
Por él al suyo se entra.
Los agudos colmillos,
¡Ay cielos! atraviesan
La carne delicada.

[2146-2179]

.....Y da fin a la tragedia con Venus haciendo propósitos graves de enmienda y retiro, que nadie cree, ni su hijo, ni los pastores, ni nadie que conozca el carácter de la diosa del Amor. Para ser una tragedia, el final resulta bastante irónico...

VENUS
  Ya que mi Adonis querido
Es muerto , y su roja sangre
Se ha vuelto en aquestas flores,
No es justo que de amor trate.
Yo me quiero recoger
Entre las monjas vestales.
No me busques más, Cupido.

CUPIDO
¿Vos monja? ¡Qué disparate!
Cuando yo fuere fraile, madre;
Madre, cuando yo fuere fraile.

MENANDRO
Sois para monja muy dama:
Cupido os conoce, y sabe
Que no lo podréis sufrir.

VENUS
Sí haré, que la causa es grande.

TIMBREO
Que vos os consolaréis.
Como las mujeres hacen;
Que lloran al primer día,
Y al segundo hacen donaire.

VENUS
No creáis que me consuele,
Ni que deje de encerrarme.

CUPIDO
Callad , madre: no creáis
Que dejaréis los galanes,
Las ventanas, los favores,
Las joyas , los ricos trajes ,
Los billetes y los celos.

VENUS
Nadie del mundo me trate.
Al templo de Vesta voy:
Allí no me busque nadie.
Monja quiero ser , y quiero
Que treinta rejas me guarden.

CUPIDO
Cuando yo fuere fraile , madre;
Madre, cuando yo fuere fraile.

VENUS
Ya para mí murió el mundo,
Galas, músicas y trajes.
Todo se acabó en Adonis,
Que muerto a mis ojos yace.
Con él se acabó mi vida,
Y comienzan mis pesares.

TIMBREO
Y aquí la tragicomedia
Del bello Adonis acabe.

[2213-2252]

-o-

.....Y con esto doy por finalizada esta incursión por el mito de Venus y Adonis. Densa y extensa me ha salido, me perdonen los espíritus breves, y los urgidos por las prisas de un mundo cada vez más acelerado. A algunos tirará para atrás al primer vistazo la desmesura esta propuesta, pero para aquel que no tenga esas urgencias (que, al fin, por mucho que se corra se ha de llegar al mismo tiempo al día final de la vida), podrá solazarse por esta floresta de mitológica vegetación, en la que esforzado genio se ha puesto en juego. Ello se llevarán en limpio: los buenos ratos pasados, y lo sabido que no será poco. A la postre, somos lo que percibimos y nuestra conciencia nos alumbra. Alumbrémosla pues. Sumamente agradecido a quien hasta aquí haya llegado. Con eso bien pagado soy.

-o-o-

GALERÍA

VENUS y ADONIS
en la Escultura

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Adonis. Marble, antique torso restored and completed by Duquesnoy (Flemish, 1597–1643)
.
Adonis Centocelle (Apollo probably with bow and arrow), mid-2nd century AD)
.
Filippo Parodi, 1680's
.
Adonis, 19th-century copy of a Greek bronze found at Pompeii, M. Amodio
.
Adonis, unknown artist
.
Adonis (front view), Richard Koenig, 1912
.
Adonis (back view), Richard Koenig, 1912
.
Adonis, Scipione Tadolluni, 1873
.
Adonis, Bertel Thorvaldsen
.
Adonis, Bertel Thorvaldsen
.
Adonis, Bertel Thorvaldsen
.
Adonis (plaster), Bertel Thorvaldsen
.
Venus and Adonis, Antonio Canova
.
Venus and Adonis, Antonio Canova
.
Venus and Adonis, Antonio Canova
.
Venus and Adonis, Antonio Canova
.
Venus and Adonis, Antonio Canova
.
Venus Crowning Adonis, Antonio Canova
.
Venus Crowning Adonis, Antonio Canova
.
The Adonis Baths, Pafos, Chipre
.
Jan-Pieter van Burscheit l'Ancien, vers 1700-1710
.
Venus and Adonis, Adrien de Vries 
.
Venus and Adonis, Adrien de Vries 
.
Venus and Adonis, Adrien de Vries (1556-1626)
.
Venus and Adonis, Giovanni Francesco Susini, 1620-30
.
Venus and Adonis, Francesco Fanelli, c 1650
.
Venus and Adonis, Francesco Fanelli (attributed), c 1650
.
Venus and Adonis, Frederick McMonnies, 1923
.
Venus and Adonis, Terracota relief, circa 1794
.
Venus and Adonis, Attributed to Matthus Donner, circa 1740 (bronze relief)
.
Venus and Adonis, Wooden carving, Southern Germany, c 1750's
.
Venus and Adonis, Wooden carving, Southern Germany, c 1750's
.
Venus and Adonis, Park of Linderhof Palace
.
Venus and Adonis, Park of Linderhof Palace
.
Sardonyx cameo depicting Venus and Adonis; Roman, beginning first century CE
.
The Death of Adonis, Giuseppe Mazzuoli
.
The Death of Adonis, Giuseppe Mazzuoli
.
The Death of Adonis, Giuseppe Mazzuoli
.
The Death of Adonis, Giuseppe Mazzuoli
.
The Death of Adonis (detail), Giuseppe Mazzuoli
.
Venus and Adonis,, Unknown artist, 1675 (Ivory carving)
.
Adonis mourned by Venus and Cupids, Massimiliano Soldani Benzi, about 1700
.
Adonis mourned by Venus and Cupids (detail), Massimiliano Soldani Benzi, about 1700
.
Adonis mourned by Venus and CupidsMassimiliano Soldani Benzi, about 1715-16
.
Adonis mourned by Venus and CupidsMassimiliano Soldani Benzi, about 1715-16
.
Dying AdonisUnknown artist, between  and  BC
.
The Death of Adonis, Auguste Rodin
.
-o-o-o-