miércoles, 23 de febrero de 2011

El Ángel Caído




El Ángel Caído

Posee, el Ángel Caído,
apariencia de hombre apuesto
que en su provecho reúne
bello rostro y cuerpo atlético
-torso fuerte, hombros anchos,
brazos firmes, muslos recios-,
manos diestras, pies veloces,
bermejo y fosco el cabello;
pero, también, en su espalda,
rasgo propio y pintoresco,
dos alas de negras plumas
le dan un aire siniestro.



Sus ojos semejan brasas:
dos ascuas de sangre y fuego,
que hacen de su mirada
revelador manifiesto
de seducción libertina,
de impúdico desenfreno;
quien bajo ellos gravite
víctima del embeleso,
quien no levante barreras
a su incitante deseo,
que dé por perdida el alma
y bien hallado su cuerpo.



Condenado por rebelde,
por artero y por soberbio,
quien del cielo arcángel fuera
-de los ángeles, primero-
el más querido de Dios,
del infierno es ahora dueño;
quien cultivara favores,
cosechando está tormentos;
quien foco fue del Saber
y luz del Conocimiento,
urdiendo está con tinieblas
breviarios para perplejos.




Como Legión conocido,
por las voces en tiberio
de los muchos que hay en él
habitando al mismo tiempo,
es: Belcebú y Belial,
Satán y Pedro Botero;
para el germano, Mefisto,
y Azazel, para el hebreo;
mas dos nombres, sobre todos,
destacan por ser más bellos:
Luzbel y Lucifer fulgen
como caídos luceros.



Portador de la Luz fuiste,
ahora lo eres del Misterio;
a Dios disputas el mundo
y al hombre el séptimo sello.
Si surgiste ser divino,
¿cómo viraste a maléfico?
Si ser puro, bueno y santo,
¿cómo un cambio tan extremo?
¿No será que de la historia
se nos hurtara el secreto:
ese que dice que el mal
lo lleva Dios en su seno?



El Ángel Caído no hizo
sino cumplir por decreto
una ley que le asignaba
la regencia del infierno.
Por ello fue el más capaz
elegido para el puesto:
aquel que mejor sabía
cómo gobernar tal reino;
alguien tan lleno de amor,
tan compasivo y honesto,
que cumpliera su misión
como Dios lo hubiera hecho.



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Pusieron Imágenes:
Alexandre Cabanel
El Ángel Caído (1868)
Gustave Doré
Ilustraciones/grabados para el Paraíso Perdido de John Milton

Y La Música:
Johann Sebastian Bach
Fragmentos de los Ocho Grandes Preludios Corales "Leipzig" (BWV 651-668)
para Órgano y Coro a Capella
Ton Koopman (órgano Christian Müller, Leeuwarden)
Amsterdam Baroque Choir

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