martes, 22 de febrero de 2011

¿Qué cosa sea el amor?


¿Qué cosa sea el amor?

Cuando el Ángel Caído se dirigió a las Cosas
que pueblan el mundo,
lo hizo en modo interrogativo.
En el mismo momento de hacer la pregunta
las fuentes dejaron de correr
los vientos de soplar
los pájaros de cantar...
Se hizo un silencio tan grande, tan profundo,
como el que habita el fondo de los océanos,
o el inmenso espacio vacío interestelar;
todo calló;
no, más bien: todo escuchó...

"¿Que cosa sea el amor? "
Fue la pregunta que enmudeció al mundo,
y todo lo que corre, nada, vuela,
permanece, cambia o muere,
sopla, canta, bulle, gruñe, habla,
o se expresa con volúmenes y colores...
intentando dar cuenta de qué sea el amor,
sin conseguirlo,
sin atrapar su esencia, su ser,
su irrazonable razón;
todo, absolutamente todo,
se dispuso a escuchar la respuesta;
si es que había una,
si es que alguien podía tenerla,...



Mas todo lo que se escuchó fue una voz
que parecía provenir
de todos los sitios a la vez
y de ningún sitio en concreto:

"Hablad. Hablad todas las cosas,
manifestaos en vuestro ser,
haced patente vuestro palpitar;
una a una, todas a la vez,
dejad expresar la vida que late en vuestro interior.
Si escucháis atentamente,
oiréis la voz del amor desde cada una de vosotras:
a veces grita, a veces susurra, a veces canta,
pero siempre se deja sentir
si se escucha con atención.

Hablad. Hablad todas las cosas,
y oiréis la sinfonía del amor,
y la danza del amor,
y la canción del amor,
y el poema de amor
escrito en cada una de vosotras,
las cosas del mundo,
las manifestaciones del amor,
el mismo amor haciéndose y rehaciéndose
constantemente en un sin fin de ensayos,
porque el amor es el impulso vital,
es el ansia de ser y existir
que en un instante determinado
tomó consciencia de sí mismo.

Hay quien lo llama Dios,
y quien lo llama simplemente existencia;
quien solo contempla su lado romántico
y quien solo el religioso;
quien hace categorías con él
y quien lo considera mera locura;
quien en él ve una añagaza
de natura para perpetuarse
y quien lo sublima en fértil esterilidad.

Pero todos se equivocan
porque apenas se escuchan a sí mismos,
cuanto más la voz de los demás.
¡Es tan fácil obtener la respuesta!
Hablad. Hablad con vuestra propia voz,
y sabréis, si escucháis con atención,
qué cosa sea el amor"


Y las cosas todas permanecieron aún en silencio,
sin observarse entre sí abiertamente
sino de soslayo, como esperando,
una primera reacción,...
Hasta que se oyó el polifónico trino del ruiseñor,
que en sus melismas, arpegios y gorgoritos
parecía sentirse orgulloso de ser manifestación del amor.
A él le siguieron los sonidos aflautados
del viento en los cañaverales,
el chillar de las cigarras y el estrépito del trueno,
como si de una orquesta de cámara se tratase;
los arroyos de montaña, entonces, se dejaron oír
con sus matices de cristal líquido,
y las mansas corrientes inundaron de silencio
el silencio, ya, roto;
pero también el asno rebuznó, la vaca mugió,
el gallo cacareó y los perros ladraron;
las nubes pasaron arrastrando con parsimonia
su sonido de algodón lejano e inmenso;
hasta las piedras crujieron,
las hojas de los árboles sisearon,
y las abejas zumbaron libando
el sexo de las flores
que ofrecían sus abiertas corolas multicolores
exhibiendo impúdicamente el polen ...

Al poco, todo fue un tumulto de sonidos,
de acciones, de seres siendo.



Hasta que, por fin, se escuchó, tímido, un beso,
un beso de labios humanos sobre piel humana,
y el lene deslizarse de unas yemas de dedos
sobre el suave contorno de un seno,
y la densidad viscosa de las miradas con deseo,
y los alientos entrecortados y los gemidos placenteros,
y un chocar de piel contra piel
y un hender de turgencias las húmedas oquedades,
y un frenético frotarse de pétalos rosados,
y el desgarrador sonido de los espasmos
con vocación de plétora e infinito;

el perfume del amor, entonces, inundó el mundo,
y todas las cosas se amaron con deleite:
a sí mismas en su propia acción,
y entre sí por simpatía.
Una orgía de deseos satisfechos
recorrió, incontenible, la faz de la Tierra,
porque las Cosas ya sabían
que ellas mismas eran Amor,
y se amaron sin reparos, simplemente, siendo,
dejando patente su condición
de manifestación vital y amorosa.
No hubo ser que no se reflejara,
que no se reconociera en lo Otro,
que no copulara con el azar
para seguir existiendo...
Porque, qué cosa sea el amor,
acabó resultando ser: el mismo Ser, siendo.

El Ángel Caído sonrió
al ver el efecto de su pregunta
y desplegando sus negras alas
voló hacia el Séptimo Cielo.



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Imágenes
Alexander Cabanel
El Ángel Caído
Antonio Canova
Psique revivida por el beso de Cupido (1787 -detalles)
François-Éduard Picot
L'Amour et Psyqué (1819)

Música
Marvin Gaye
Inner City Blues
Troubled Man
Distant Lover
God Is LOve - Mercy, Mercy, Mercy (The Ecology)
My Love Is Waiting

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