miércoles, 3 de septiembre de 2014

PARPADEOS DE ETERNIDAD (IV) - Eves whitout leaves: A Photographer's Trilogy (I): Horace Roye, La Elegancia al Desnudo





Horace Roye
La Elegancia al desnudo

.....Como en cualquier representación estética, el desnudo puede adolecer de vulgaridad, simpleza o crudeza, o, por el contrario, gozar de elegancia, gusto o gracia; puede sugerir ocultando, o mostrar sin tapujos; puede ser chabacano o artístico. En ambas vertientes, la presentacional y la representativa, admite un amplio gradiente de calidad, que es tanto como decir de arte y belleza en su expresión.
Horace Roye (nacido Horace Roye-Narbeth, en 1906, y muerto, con noventa y seis años, en 2002) hace de la elegancia principio regidor de su trabajo. Sus fotografías, ante todo, poseen refinamiento, tanto en la elección de las modelos, como en la representación escenográfica, preferentemente en ambientes naturales. Las poses son cuidadas, pero naturales; nada de impostura destilan sus instantáneas, que son, así, instantes de gran finura y distinción por el propio valor de estas dos condiciones: modelo y expresión. La modelo (las muchas modelos que utilizaría en sus obras) representa, desde esa elegante distinción inglesa, a la ninfa por antonomasia: ya sea ésta náyade, nereida, oréade o hamadríade, pobladora de ríos, mares, montañas o florestas. Y así la presenta: a medio sumergir en las aguas, o cercana a ellas, ya sean de ríos, estanques o calmos o furibundos mares; encaramada, recostada o sentada en las peñas; hermanándose con los árboles: su cuerpo bella rama o hermoso tronco.
.....Las poses son tan naturales que no parecen sino robadas a las mismas ninfas en su onírico existir, sorprendidas por el objetivo discreto. Gusta el fotógrafo, también, de los primeros planos del busto, cuando la doncella descansa o duerme, tendida sobre la hierba, el heno, la arena o la piedra; un brazo en ángulo levantado, la mano bajo la nuca, el seno alargando su sinuosa sensualidad; un seno siempre armonioso, proporcionado: por tamaño y forma, en el fiel de la proporción áurea; por fuerza sugerente, en la justa equidistancia entre la ensoñación y la voluptuosidad.

.....Evas sin hojas (Eves without leaves) dicen los ingleses a esta característica omisión del vello púbico. Este detalle acerca las representaciones al carácter escultórico. Y no es baladí, pues que este simple gesto es suficiente para dotar a la expresión fotográfica de toda la fuerza artística que la escultura posee. Quizás esta mínima —pero decisiva— intervención del artista sobre la imagen original, reste espontaneidad, quizás hurte identidad (en la semejanza), quizás escamotee realismo, pero, en compensación, exalta la belleza, eleva la materia sensual al ámbito de lo divino, del sueño, del arte: dota a la simple mimesis figurativa de un sentido nuevo y original, a la copia del natural la coloca en otra dimensión, ya no copia, sino entidad original así creada a partir de aquélla. Corporeidad intervenida por el genio creador para incorporarla al reino del arte. ¿Mutilación? Más bien intervención enriquecedora: algo se quita, pero esa carencia, pulida, marmórea, irradia el brillo diamantino de lo emboscado tras el resplandor.
.....Las mujeres fotografiadas, de esta forma, ya no aparecen como simples mujeres —desnudas— sino que adquieren el valor de arquetipos, a lo que contribuye la elegante estética dependiente de los factores antes aludidos (belleza de las modelos, naturalidad distinguida de la pose). Las modelos son bellas, sí, pero no irreales, no sublimemente distantes en su perfección, sino que lo son, precisamente, por su cercanía con lo real, con lo cotidiano; un real y un cotidiano que parecerían así emboscados en la normalidad, y que sólo el artista revela —ensalzando— por medio de su cámara, su intención y su facultad de elección y discernimiento.

.....Cuerpos sutiles, cuerpos armoniosos, cuerpos de ensueño, cuerpos donde la atención se demora, y, demorándose, despliega alas con que surcar los cielos que las suaves curvas de las modelos diseñan. Cuerpos que desde la tierra, una tierra que bien hubieran podido cantar el trascendental naturalista Walt Whitman o el simbólico Yeats, se alzan como sueños hacia los cielos del entendimiento, hacia los espacios siderales de la emoción artística, hacia el universo oscuro —pero tan luminoso, a la vez— de la sensualidad abstracta, esa que, conmocionando las entrañas, las trasciende para cosquillear las partes más erógenas del alma.
.....¿Erotismo? Por supuesto que lo hay, y de la especie más selecta, de la más espiritual, la que funde lo bello con lo sensual y con lo intelectual. Quizás no se llegue al arrobamiento (los ángeles nunca lo sugieren, sino que lo acompañan), pero sí queda uno en disposición de acceder a él, precisamente, por su influencia, por la capacidad que ha poseído para provocar en nuestro interior un estado de bienestar creativo, abierto a la experiencia mística del hecho bello en sí; dependerá después de la sensibilidad de cada cual, de su momento anímico, el advenimiento de ese arrobamiento. Al fin y al cabo, el arte no pretende si no expresar lo que la realidad, por sí misma, no es capaz de expresar; y eso siempre se encuentra en los más remotos rincones, recodos y recovecos de una realidad, la material, que no es sino materia flotando en una realidad mucho más profunda, y ésta es, precisamente, en la que el arte se sumerge, y de la que extrae su razón de ser. Y el arrobamiento no es otra cosa que ese sintonizar con la realidad profunda que habitualmente no se muestra y que, no obstante, permanece subyacente en lo aparente. Es el estar ido de esta realidad aparente, sumergido en sus insondables profundidades, lo característico del arrobamiento extático: tanto el experimentado en el rapto místico, como en el arrebato estético.

.....Si no provocar el arrobamiento (que puede ser), reitero, la contemplación de las doncellas-ninfas de Roye, de esas Evas sin hojas, nos sitúa directamente en el umbral, nos instala inevitablemente en el dintel de su puerta de acceso. Y todo porque esa mirada —la suya, la del artista— a través de la que vemos lo que ella ha querido que veamos, es la mirada del místico voluptuoso, la del contemplativo sensual, la de quien no se conforma con lo real y trata de sacar a la superficie la belleza escondida en sus profundidades —que son, a la vez, las propias profundidades del alma. La mujer así propuesta ya no es una simple mujer, sujeto y objeto de sensualidad, sino que es un avatar o representación del ideal que aquélla encarna, predicado donde todos los verbos que aluden al placer caben —los de la carne y los del espíritu—, oración elíptica en donde todos los complementos, directos, indirectos y circunstanciales, imaginables orbitan. Las Evas sin hojas de Roye son mujeres normales sublimadas, trascendidas, auténticamente desnudas —despojadas de las vestiduras de normalidad con que normalmente aparecen—, desprovistas incluso de la herida abierta tras la expulsión del paraíso... Son Evas recuperadas, paradisíacas, provistas de toda la arcana ingenuidad perdida al transgredir el interdicto; Evas inmersas en ámbitos arcádicos, que nos miran, o nos presienten, o nos sueñan desde su universo cuadrangular de papel fotográfico que tiende a expandirse continuamente hacia el infinito de los ojos que lo contemplan.

.....Como vemos, poco que ver con las french postcard. Un lejano parecido con algunas de las realizaciones de Julian Mandel, pero, en lo esencial, poco más. No parecen, porque no buscan, la satisfacción fácil ni directa; es más, su principal función es la de generar una insatisfacción permanente... y un permanente regocijo suscitado por el coqueteo entre la mirada y la sugerencia, por el flirteo entre la percepción visual y la interpretación mental, por el romance entre la realidad aparente y la imaginada —esa, la profunda y abisal, sólo perceptible por el alma.
.....Interdicto de la materia en la instantánea ofrecida: no tocar, sólo imaginar; no sentir, sólo presentir; no examinar, sólo adivinar.

Es curioso que Horace Roye irrumpiera en el mundo de la crítica y la consideración artística, y, por ende, en el de la opinión pública con inquietudes estéticas, en el mundo del arte en una palabra, por medio de una composición genial y controvertida, para muchos irreverente (todos aquellos que conforman la sociedad bienpensante), realizada y aparecida en 1938, en el North London Recorder, y en la que se ve a una modelo desnuda, provista de máscara antigás (como las utilizadas en las trincheras de la Primera Guerra Mundial), clavada a una cruz. Teniendo en cuenta el año de realización y publicación, muestra una gran capacidad predictiva, sobre lo que habría de ocurrir un año después. Si bien el sentido último de la foto no es el bélico ni el político, sino artístico: una crítica poco velada al tratamiento puritano que recibía el arte del desnudo, asfixiado y crucificado por la hipocresía social, sancionada y refrendada desde las magistraturas institucionales oficiales.
Pese al simbolismo de esta foto, titulada, premonitoriamente, Tomorrow's Crucifixion, Roye sería celebrado ante todo por sus series de maids —doncellas—, donde retrata, con gran elegancia y gusto, el cuerpo desnudo femenino. Utiliza para ello modelos de anatomías estilizadas y armoniosas, donde la sensualidad se funde con el ideal estético y la voluptuosidad con el placer intelectual que la delicadeza formal induce, situados en medio de ambientes naturales (campo, bosque, montaña, mar o río o lago) o rurales. La carga sugestiva respecto al universo mitológico conformado por el Nympheum es evidente.
.....Aquí se ofrecen, por una parte, sus singulares y originales libros (series) sobre muchachas de las cuatro naciones que conforman la Gran Bretaña: Gales, Irlanda, Inglaterra y Escocia; por otra, una serie de instantáneas sueltas pertenecientes a otros trabajos del fotógrafo, todas ellas poseen el sello inconfundible de su estilo elegante y delicadamente bello.

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PUBLICACIONES DEL AUTOR
(por orden cronológico)

Phyllis in Censorland. The Camera Studies Club.1942 and later edition 1956
Perfect Womanhood. George Routledge & Sons,London.1941

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The English Maid. George Routledge & Sons,London.1939
The Scottish Maid. George Routledge & Sons,London.1940

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The Irish Maid. George Routledge & Sons,London.1941
The Welsh Maid. George Routledge & Sons,London.1942

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Desirée. Chapman & Hall,London.1942
Phyllis Dixey Album-The Spotlight on Beauty Series no.3.The Camera Studies Club, Elstree

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Rhapsody in Colour. The Camera Studies Club, London.194
Maids. Elstree Publications,Elstree.1947

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Nude Ego. Hutchinson, London. 1955

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Arthur Ferrier's Lovelies. Photographs by Roye. Published by Chapman and Hall, London.1941
Eves Without Leaves (with Walter Bird and John Everard). C.Arthur Pearson,London,1940
More Eves Without Leaves (with Walter Bird and John Everard). The Camera Studies Club, Elstree. 1941
Curves and Colour (with Walter Bird and John Everard). The Camera Studies Club, London.1943
Eternal Eve (with Walter Bird and John Everard). Elstree Publications,London.1947
Canadian Beauty. The Camera Studies Club.1952
Glamour on Parade No.1, Posed by George Black's Lovelies. The Camera Studies Club,Elstree
Unique Editions, Nos. 1, 2, 3, and 4. Art Publications,London
Unique Verdict - the Story of an Unsuccessful Prosecution. Art Publications.1960
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GALERÍA


Horace Roye-Narbeth
1906-2002

(Vía altair y la petite melancolie)

EVES WITHOUT LEAVES (MAIDS)

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Book The Welsh Maid
Ed. George Routledge and Sons, London, 1942

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Book The Irish Maid
Ed. George Routledge and Sons, London, 1941

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Book The English Maid
Ed. George Routledge and Sons, London, 1939

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Book The Scottish Maid
Ed. George Routledge and Sons, London, 1941


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