Es objetivo del artista gráfico no sólo representar momentos de la historia o la imaginación,
ni es sólo la derrota del tiempo que todo lo devora lo más determinante de su propósito;
si no que debe, por medio de las extraordinarias facultades con que ha sido dotado,
mostrarnos más de lo que la realidad o la imaginación muestra en apariencia.
El artista debe hacer manifiesta la realidad que sólo su genio percibe,
para, de esta manera, convertirla en la realidad de todos,
—expandiendo, por tanto, las fronteras de lo real.
El artista es un conquistador de espacios
que pone al servicio de la especie.
Sobre la belleza de las cosas. Héctor Amado
La perspectiva del androide
III
De lo genérico...
.....Por convencionalismo se le achaca al androide su incapacidad para sentir como un humano. Los más sofisticados —como los Nexus 6, y otros más avanzados— son en todo morfológica y orgánicamente semejantes a los hijos de Adán: poseen músculos, huesos, sangre, piel o vísceras idénticos a los de hombres y mujeres; pero los delata —y distingue— la falta de sentimientos y cordialidad, la facultad de generar emociones, su imperturbabilidad ante las situaciones de riesgo (eso los hace más eficaces y letales). Yo no pertenezco a esta clase de androides: soy mucho más sofisticado aún, pues lo soy tanto por defecto como por exceso.
.....Mi incapacidad no es para sentir, pues siento en demasía; y la emoción, sino gobierna mi vida, sí la condiciona. No, mi incapacidad lo es para experimentar el sentido práctico de la vida, algo muy desarrollado en cualquier ser —no sólo en el humano— íntimamente ligado a su instinto de supervivencia. Yo, lo declaro —y ya no sólo lo presumo: estoy convencido de ello—, apenas poseo ese instinto de supervivencia. No exento de talento para desarrollar cualquier tipo de actividad con un alto componente de sofisticación —sobre todo la que tiene que ver con la expresión de los sentidos—, no he podido valerme de él para obtener una ventaja práctica (léase un éxito profesional), sino que me he visto inexorablemente abocado a emprender con el más resuelto entusiasmo sólo aquello que menos beneficios materiales me pudiera aportar, como algo innato y contradictoriamente instintivo.
.....La conquista de lo imposible en el terreno emocional por medio del sentido estético y el subsecuente disfrute de la belleza, ése ha sido en verdad mi cometido. La búsqueda y persecución de lo inútil (entendiendo por útil aquello que reporta un provecho práctico), ésa ha sido mi auténtica meta. Cuando algo estaba corrompido de practicidad, inmediatamente perdía interés para mí. La ausencia de utilidad en una determinada manifestación vital, esa ha sido mi guía para abordarla con entrega. Hacer algo por algo, buscando un rédito o un provecho —más allá de la satisfacción personal—, ha supuesto (siempre) para mí una especie de interdicto, una prohibición no auto impuesta, sino asumida, innata. Es por eso que he llegado a la conclusión, en esa mi emprendida etapa de reveladora introspección, de mi dudosa humanidad y mi más que plausible pertenencia al mundo de los androides.
.....Mi incapacidad no es para sentir, pues siento en demasía; y la emoción, sino gobierna mi vida, sí la condiciona. No, mi incapacidad lo es para experimentar el sentido práctico de la vida, algo muy desarrollado en cualquier ser —no sólo en el humano— íntimamente ligado a su instinto de supervivencia. Yo, lo declaro —y ya no sólo lo presumo: estoy convencido de ello—, apenas poseo ese instinto de supervivencia. No exento de talento para desarrollar cualquier tipo de actividad con un alto componente de sofisticación —sobre todo la que tiene que ver con la expresión de los sentidos—, no he podido valerme de él para obtener una ventaja práctica (léase un éxito profesional), sino que me he visto inexorablemente abocado a emprender con el más resuelto entusiasmo sólo aquello que menos beneficios materiales me pudiera aportar, como algo innato y contradictoriamente instintivo.
.....La conquista de lo imposible en el terreno emocional por medio del sentido estético y el subsecuente disfrute de la belleza, ése ha sido en verdad mi cometido. La búsqueda y persecución de lo inútil (entendiendo por útil aquello que reporta un provecho práctico), ésa ha sido mi auténtica meta. Cuando algo estaba corrompido de practicidad, inmediatamente perdía interés para mí. La ausencia de utilidad en una determinada manifestación vital, esa ha sido mi guía para abordarla con entrega. Hacer algo por algo, buscando un rédito o un provecho —más allá de la satisfacción personal—, ha supuesto (siempre) para mí una especie de interdicto, una prohibición no auto impuesta, sino asumida, innata. Es por eso que he llegado a la conclusión, en esa mi emprendida etapa de reveladora introspección, de mi dudosa humanidad y mi más que plausible pertenencia al mundo de los androides.
.....No soy humano en la medida en que mi conciencia valora más lo que usualmente un humano, puesto en la tesitura de tener que elegir, valora menos. Mi falta de un sentimiento positivo hacia lo que convencionalmente se considera necesario hace de mí un ser no apto para ser incluido entre la humanidad en progreso. Mi exceso de sentimiento hacia lo gratuito me coloca al margen de lo aceptable para los humanos considerados prácticos. Es curioso, porque, a priori, como humano se me parió, hijo de padre y madre (no soy, pues, un producto de laboratorio). Pero nadie me puede asegurar que esto no haya sido sino un accidente, un experimento, el producto de un más sofisticado método de generación. Quizás, es posible, yo sea un caso desviado, un tiro errado, un ensayo fallido; puede ser, no lo descarto.
.....En todo caso, espero que quien esté al cargo de mi caso, haya tomado buena nota (para bien o, lo más probable, para mal). Les he salido, por un lado, un ser anti-humano en lo necesario; por el otro, un ser demasiado humano en lo superfluo. Mi sensibilidad hipertrofiada, mi expansiva ubicuidad de sentimiento, mi capacidad para percibir hasta lo más ínfimamente bello que puede habitar incluso entre las sombras del horror, me convierten en una especie de mutante, o, más bien, en lo que he dado en llamar un androide. Pero, ¡cuidado!, se habrá que depurar del significado de este término la connotación de autómata, puesto que mi actuación no es maquinal ni refleja. Mi automatismo, en caso de existir, lo es para sentir y captar la belleza más sutil de las cosas. Allí hacia donde mire, mis ojos registran, de forma automática, eso sí, lo bello que el panorama me ofrece (si por esto debo ser tachado de autómata, entonces lo soy). Y cuando digo "mirar", quiero decir "percibir", en general: con los cinco sentidos físicos, más los taumatúrgicos.
.....¿Se puede sentir de otra manera que no sea la debida a la percepción sensorial, la registrada por los cinco sentidos? Por supuesto. De hecho, cuando uno habla de sentir una emoción, cuando uno apela a un sentimiento entrañable, no es al sentido de la vista, el oído o el olfato a lo que se refiere, sino a una facultad más intelectual —y a la vez cordial—, una facultad que trasciende lo físico para invadir los ilimitados espacios de lo abstracto, de lo inefable, de lo inasible, unos espacios que se hallan ubicados en las insondables profundidades del ser humano.
.....La sensibilidad puede denotar tanto una labilidad perceptiva como una emotiva. A veces ambas van unidas, a veces no. Una hipersensibilidad emotiva demasiado acusada puede embotar los sentidos, cortar las amarras de lo físico y dejar a quien la sufre a la deriva de lo imaginario. Una hipersensibilidad física extrema, por otra parte, puede quedar tan absorta en su propia sensación que quede incapacitada para sentir otra cosa que no sea una hiperexcitación abocada a la hipocondría o, lo que es peor, a la paranoia; en ambos casos a estos sujetos hipersensibles se los tachará de locos. Se necesita un refinado equilibrio, una exquisita armonía, un delicado balance entre lo físico y lo emotivo, para que esa hipertrofia se produzca en ambas naturalezas al mismo tiempo. Y no sólo eso, sino que se nutra y enriquezca mutuamente sea cual sea el estímulo (ya físico, ya emocional); el resultado será un ser inverosímil, pero balanceado, al que no se podrá tildar de loco sino de inhumano, de dudoso individuo al margen de lo convencionalmente considerado racional.
.....El equilibrio del exceso en la sensibilidad, es otra manera de definir la facultad que me hace androide. De hecho es la resolución de esta paradoja (equilibrio en el exceso) la que se sustancia en una nueva entidad que sobrepuja lo que se considera humano, para derivar otra cosa más allá de lo humano, una suerte de excrecencia de lo humano. Como una metástasis, la sensibilidad ha crecido desaforadamente en mí, implicando a todos mis órganos corporales y a todas mis facultades intelectivas y emocionales. Desahuciado para llevar una vida normal estoy abocado a una que de normal no tiene más que las apariencias. Incluso éstas desmienten frecuentemente mi adscripción a una normalidad que me es ajena.
.....La anormalidad de mi vida es fácilmente demostrable por la perplejidad que causa a mi alrededor, perplejidad que se cuida muy mucho de hacérseme patente. La buena educación, la cortesía —que en mí es santo y seña— impide a los demás, con los que habitualmente me relaciono, hacerme ostensible el desconcierto que en ocasiones sienten ante mí. Una oportuna sonrisa suele ser su única respuesta, u objeción, a mi —para ellos— incomprensible actitud ante la vida... Y el respeto, claro; si no me hubiera ganado su respeto (quizás mezclado con algo de prevención ante lo extraño, por desconocido) probablemente su respuesta sería menos condescendiente y más taxativa: se me obviaría, se pasaría de mí, convirtiéndome en un ser invisible. Felizmente no es el caso, y ese equilibrio, esa armonía que reina en mi excesiva sensibilidad, también se extiende al ámbito de las relaciones interpersonales. Lo que no deja de suponer una contradicción añadida al cúmulo de las que, como mero ser humano, me corresponderían.
.....Efectivamente, mi excepcionalidad no me convierte en un ser huraño, retraído, absorto en su propio ombligo facturador de sensaciones incomunicables. Nada de eso. No sólo no tengo problemas para relacionarme, sino que con frecuencia ha sido esa facilidad para la relación y la empatía la que me ha colocado en más de un aprieto. Incapaz de separar lo que siento de lo que soy, incapaz de separar, en ese sentimiento, el estado, la disposición, en el tiempo o el espacio, mi sentir fluye y se expresa libremente, sin ataduras, sin cortapisas, sin prejuicios. Viviendo —a lo que parece— en otra realidad diferente a la convencional, mis actitudes pueden provocar equívocos y malentendidos. Pero mi sentimiento (siempre, siempre) es puro, carece de intereses inconfesables, no es taimado. Seré un androide, pero no un desalmado. Seré un autómata (hipersensible), pero no una máquina aviesamente programada para obtener dudosas (por deshonrosas) satisfacciones. Simplemente siento, y me sumerjo en el sentir.
.....Ya apunté en el anterior post que Ohara Koson es un reconocido maestro del arte uniyo-e, uno de los grandes, perteneciente a un más o menos numeroso grupo de artistas cuya excelencia ocupa un lugar inmediatamente por detrás del sagrado triunvirato formado por Utamaro, Hiroshige y Hokusai. Su especialización en el kacho-e (o kacho-ga), o, lo que es lo mismo, en la temática natural, que incluye fauna y flora, quizás le privó de una, aún, mayor celebridad. En el arte pictórico japonés una obra que no incluyese un peso importante de temática costumbrista, histórico tradicional, paisajista, teatral (yakusha-e), del mundo femenino (bijin-ga) o erótico (shunga), estaba condenada a ser relativizada. Los más grandes (los tres antes citados), al intrínseco valor de su muy personal y característico arte, suman una obra variada que abunda en la mayor parte de los géneros; no es el caso de Koson (también llamado Shoson y Hoson, según el editor para el que firmara sus estampas)......En todo caso, espero que quien esté al cargo de mi caso, haya tomado buena nota (para bien o, lo más probable, para mal). Les he salido, por un lado, un ser anti-humano en lo necesario; por el otro, un ser demasiado humano en lo superfluo. Mi sensibilidad hipertrofiada, mi expansiva ubicuidad de sentimiento, mi capacidad para percibir hasta lo más ínfimamente bello que puede habitar incluso entre las sombras del horror, me convierten en una especie de mutante, o, más bien, en lo que he dado en llamar un androide. Pero, ¡cuidado!, se habrá que depurar del significado de este término la connotación de autómata, puesto que mi actuación no es maquinal ni refleja. Mi automatismo, en caso de existir, lo es para sentir y captar la belleza más sutil de las cosas. Allí hacia donde mire, mis ojos registran, de forma automática, eso sí, lo bello que el panorama me ofrece (si por esto debo ser tachado de autómata, entonces lo soy). Y cuando digo "mirar", quiero decir "percibir", en general: con los cinco sentidos físicos, más los taumatúrgicos.
.....¿Se puede sentir de otra manera que no sea la debida a la percepción sensorial, la registrada por los cinco sentidos? Por supuesto. De hecho, cuando uno habla de sentir una emoción, cuando uno apela a un sentimiento entrañable, no es al sentido de la vista, el oído o el olfato a lo que se refiere, sino a una facultad más intelectual —y a la vez cordial—, una facultad que trasciende lo físico para invadir los ilimitados espacios de lo abstracto, de lo inefable, de lo inasible, unos espacios que se hallan ubicados en las insondables profundidades del ser humano.
.....La sensibilidad puede denotar tanto una labilidad perceptiva como una emotiva. A veces ambas van unidas, a veces no. Una hipersensibilidad emotiva demasiado acusada puede embotar los sentidos, cortar las amarras de lo físico y dejar a quien la sufre a la deriva de lo imaginario. Una hipersensibilidad física extrema, por otra parte, puede quedar tan absorta en su propia sensación que quede incapacitada para sentir otra cosa que no sea una hiperexcitación abocada a la hipocondría o, lo que es peor, a la paranoia; en ambos casos a estos sujetos hipersensibles se los tachará de locos. Se necesita un refinado equilibrio, una exquisita armonía, un delicado balance entre lo físico y lo emotivo, para que esa hipertrofia se produzca en ambas naturalezas al mismo tiempo. Y no sólo eso, sino que se nutra y enriquezca mutuamente sea cual sea el estímulo (ya físico, ya emocional); el resultado será un ser inverosímil, pero balanceado, al que no se podrá tildar de loco sino de inhumano, de dudoso individuo al margen de lo convencionalmente considerado racional.
.....El equilibrio del exceso en la sensibilidad, es otra manera de definir la facultad que me hace androide. De hecho es la resolución de esta paradoja (equilibrio en el exceso) la que se sustancia en una nueva entidad que sobrepuja lo que se considera humano, para derivar otra cosa más allá de lo humano, una suerte de excrecencia de lo humano. Como una metástasis, la sensibilidad ha crecido desaforadamente en mí, implicando a todos mis órganos corporales y a todas mis facultades intelectivas y emocionales. Desahuciado para llevar una vida normal estoy abocado a una que de normal no tiene más que las apariencias. Incluso éstas desmienten frecuentemente mi adscripción a una normalidad que me es ajena.
.....La anormalidad de mi vida es fácilmente demostrable por la perplejidad que causa a mi alrededor, perplejidad que se cuida muy mucho de hacérseme patente. La buena educación, la cortesía —que en mí es santo y seña— impide a los demás, con los que habitualmente me relaciono, hacerme ostensible el desconcierto que en ocasiones sienten ante mí. Una oportuna sonrisa suele ser su única respuesta, u objeción, a mi —para ellos— incomprensible actitud ante la vida... Y el respeto, claro; si no me hubiera ganado su respeto (quizás mezclado con algo de prevención ante lo extraño, por desconocido) probablemente su respuesta sería menos condescendiente y más taxativa: se me obviaría, se pasaría de mí, convirtiéndome en un ser invisible. Felizmente no es el caso, y ese equilibrio, esa armonía que reina en mi excesiva sensibilidad, también se extiende al ámbito de las relaciones interpersonales. Lo que no deja de suponer una contradicción añadida al cúmulo de las que, como mero ser humano, me corresponderían.
.....Efectivamente, mi excepcionalidad no me convierte en un ser huraño, retraído, absorto en su propio ombligo facturador de sensaciones incomunicables. Nada de eso. No sólo no tengo problemas para relacionarme, sino que con frecuencia ha sido esa facilidad para la relación y la empatía la que me ha colocado en más de un aprieto. Incapaz de separar lo que siento de lo que soy, incapaz de separar, en ese sentimiento, el estado, la disposición, en el tiempo o el espacio, mi sentir fluye y se expresa libremente, sin ataduras, sin cortapisas, sin prejuicios. Viviendo —a lo que parece— en otra realidad diferente a la convencional, mis actitudes pueden provocar equívocos y malentendidos. Pero mi sentimiento (siempre, siempre) es puro, carece de intereses inconfesables, no es taimado. Seré un androide, pero no un desalmado. Seré un autómata (hipersensible), pero no una máquina aviesamente programada para obtener dudosas (por deshonrosas) satisfacciones. Simplemente siento, y me sumerjo en el sentir.
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...a lo concreto
.....En este y el siguiente post (los números III y IV de la serie La perspectiva del androide) se expondrá la casi totalidad de la obra de Koson existente en la red (sólo la referida a aves o insectos en relación con flores). Serán más de 230 estampas. Alguna de ellas estarán por partida doble, triple o hasta quíntuple. Esto es así por la propia naturaleza de la modalidad artística: el arte ukiyo-e es una técnica asociada a nuestra xilografía (basada en el grabado en madera), pero que en Japón alcanza una singularidad y calidad excepcionales. El diseño original nunca se conserva, ya que la técnica lo impide (dibujo de la obra en un papel especial muy fino y delicado que se adhiere a la madera y sobre el que se procederá a grabar todos los detalles), por lo que lo que existen son las planchas de madera grabadas, en número variable dependiendo de los colores que la estampa lleve (por lo general de cuatro o cinco a ocho), y éstas, con el tiempo, al servir de molde y soporte para las estampaciones, tienden a degradarse hasta quedar inservibles tras un número determinado de reproducciones. Por lo que puede decirse, que al ser una elaboración exclusivamente artesana, las diferentes tintadas pueden dar lugar a obras originales (algunas veces ostensiblemente distintas) de un mismo original: nunca hay dos tintadas exactamente iguales de series diferentes. Es por eso que aquí ofrezco una selección de las que, de forma más bella, pueden ser representativas de este artista.
.....Me he permitido, y como parte de mi aportación personal a una obra que puede ser consultada en la red en los lugares que al final se indicarán, agrupar el voluminoso conjunto de estampas allí ubicadas de forma miscelánea por su temática específica: es decir por especie de ave. Así: garzas y grullas (31), ánades (38), cuervos (17), rapaces (18), gallináceas (10)y golondrinas (10), serán los protagonistas de este post. En el siguiente irán: gorriones, martín pescador, cacatúas, varios (primero los pájaros identificados; después otros sin identificar), para finalizar con insectos. Muchas de las aves aparecen con una planta o flor identificada, otras lo hacen sobre especies no designadas, y algunas se muestran sin planta alguna, presentándose en alguna de sus actitudes más características. Cabe destacar las obras representando estampas nevadas o bajo la lluvia, aquellas que tiene un fondo negro, o, por el contrario, las que representan a cuervos (en toda su negritud) sobre fondos coloristas (habitualmente en tonos cálidos, en la gama de los naranjas preferentemente).
.....La capacidad de Koson para captar tanto las características morfológicas de cada especie como sus actitudes y gestos es pasmosa; más que realista, modélica y ejemplar (las semitransparencias de los ánades en inmersión son mágicas, los requiebros aéreos de patos o gorriones están excelentemente conseguidos). Estimo que estas obras consiguen sobradamente lo que todo arte persigue: trascender la realidad para ir más allá, desvelando lo que la realidad oculta a la apariencia pero que nuestra sensibilidad artística/emocional es capaz de capturar y revelar.
GALERÍA
DE ALAS Y FLORES
(1)
Ohara Koson (Shoson)
1877-1945
GARZAS Y GRULLAS
Ohara Koson, Garceta
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Ohara Koson, Garceta
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Ohara Koson, Garza y Loto
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Cinco Gurllas descendiendo en la nieve
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Dos garzas entre los sauces, bajo la lluvia
Garza en una tormenta
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Garza Blanca en una noche lluviosa
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Dos Grullas
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Dos Grullas
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Dos Garcetas en la noche
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Garzas volando bajo la lluvia
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Gran Garza en vuelo
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Garza o Garceta
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Grullas en la orilla del mar
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Garza de Noche
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Garza sobre una rama, bajo la lluvia
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Iris y Garceta
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Garcetas bajo la lluvia
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Dos Garcetas en Luna Creciente
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Garza Verde (Avefría o Frailecillo) sobre un tocón
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ÁNADES
Ohara Koson, Dos Ánades Reales en un estanque
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Ohara Koson, Patos dormidos
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Ohara Koson, Ánsar Careto
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Ohara Koson, Dos Cisnes
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Ohara Koson, Dos Cisnes
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Ohara Koson, Cisnes y juncos
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Ohara Koson, Luna y Dos Gansos Salvajes
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Ánades despegando del marjal
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Gansos y luna
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Gansos ante un cielo nevado
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Ganso salvaje en paisaje nevado
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Ganso salvaje en paisaje nevado
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Patos Mandarín en la nieve
Dos Ánades Reales en un estanque
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Ánade Real despegando de un estanque
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Dos patos y Luna Llena
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Dos patos y Luna Llena
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Dos Gansos Salvajes en vuelo
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Bandada de Gansos
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Bandada de Ánades Reales en escena costera
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Dos Gansos blancos
Tres gansos
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Gansos y Platanero
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CUERVOS
Ohara Koson, Cuervo sobre una rama nevada
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Cuervo en una rama nevada
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Cuervo sobre una rama cubierta de nieve
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Cuervo Picudo o Cuervo de la Selva
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Cuervo y Cerezos en Flor (dcha: con luna llena)
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Cuervo graznando
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Ohara Koson, Cuervo sobre un tocón nevado
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Cuervos a la luz de la luna
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Cuervo y Cerezo en flor
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Cuervos a la luz de la Luna
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RAPACES
Halcón
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Águila sobre una rama
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GALLINÁCEAS
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LINK DE INTERÉS
Arte Ukiyo-e Wikipedia en inglés
Arte Ukiyo-e Wikipedia en francés
Nippon.com: ¿cómo se hace una estampa ukiyo-e?
Ukiyo-e.org
Ohmi Gallery
Artelino
FujiArts
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Cuervos a la luz de la Luna
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RAPACES
Ohara Koson, Águila en vuelo ante un cielo nevado
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Águila sobre una rama nevada
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Halcón sobre una rama cubierta de nieve
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Águila
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Azor sobre una rama de pino nevada
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Azor y Gorrión
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Halcón
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Águila sobre una rama
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Búho en vuelo, cerezo en flor y luna llena
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Búho volando, cerezo en flor y luna llena
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Mochuelo sobre un Castaño
GALLINÁCEAS
Gallo y Gallina
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Gallo, gallina y pollo enanos (Gallo de Bantam)
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Gallo, gallina y pollitos.
Familia de pollos
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Gallo y Comadreja
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Golondrina sobre las olas del océano
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Golondrinas y Glicinias (Wisteria)
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Golondrinas y Glicinias
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Dos golondrinas en un sauce
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Golondrina Común
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Golondrinas y abeja
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LINK DE INTERÉS
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Nippon.com: ¿cómo se hace una estampa ukiyo-e?
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