viernes, 23 de agosto de 2013

La Conciencia Habitada (2) - GALERIA: Katsushika Hokusai





Sobre la Conciencia Habitada

1
.....Acercarse de puntillas a la conciencia, pillarla desprevenida, por sorpresa, pero sin que se entere, de forma agazapada, furtiva, y contemplar, al abrigo del descuido de sí mismo, el espectáculo que se nos ofrece: ante nuestros ojos --del alma--, allí, un batiburrillo tal de habitantes que peligra nuestro sigilo, pues es difícil contener un grito. No es que se trate sólo de la ingente multitud, sino de lo variopinto y diverso de su naturaleza, hasta extremos mareantes: lo extravagante al lado de lo tópico, lo feo al lado de lo bello, lo bueno al lado de lo malo, lo astronómico al lado de lo microscópico, lo celestial al lado de lo infernal, lo ordinario al lado de lo exclusivo, lo delicado al lado de lo vulgar... un marasmo o tótum revolútum de entidades más y menos dispares conviviendo en franca francachela y despreocupación (después, en el propio alma, será ella), ajenas a la turbación que su sola contemplación podría ocasionar a la ingenua y simple mirada emboscada (como puede ser el caso), acostumbrada a distinguir de forma maniquea extremos que racionalmente suelen ser excluyentes. Es en ese momento cuando se toma verdaderamente conciencia --se toma al asalto-- de lo que significa su posesión, y el vértigo que esa consciencia de una tal conciencia supone.

2
.....Entonces uno tiene dos opciones extremas: la locura o delirio, y la negación. O uno se da a vivir tal vorágine, sin trabas ni barreras, ajeno al prejuicio y la razón, de forma alocada o delirante; o uno la niega, apuesta por la razón y elige, ordena y dispone la parte de la conciencia más razonable, relegando la mayor parte de la misma (atisbada pero irrazonable) a una zona oscura --ficticia y artificial-- que denominará inconsciente.
.....Existe, no obstante, una tercera vía, una vía natural, que lo es --natural-- respecto a la doble condición o naturaleza humanas: la material, inmanente; y la espiritual, trascendente. Esta tercera vía es la que crea los mitos, genera las teodiceas, necesita e inventa los dioses; todo para conjurar la locura y el delirio, por un lado, y mantener en un delicado equilibrio a la razón, por otro. Esta tercera vía natural, es la que han seguido casi todas las culturas que en el mundo han sido, una vía de integración, difícil, pero integración al fin y al cabo. En ella --en la tercera vía-- la locura no es considerada como patología, sino como manifestación divina de una realidad clarividente; así como el racionalismo --que se ha ido imponiendo progresiva e imparablemente-- tampoco es considerado una desviación impía del alma, sino una caída (ya no transitoria) en la verdadera locura, la más humana, la que considera preferible renunciar a una naturaleza inabarcable en favor de otra constreñida a los estrechos márgenes delimitados por el ámbito de la razón (desplegada y soportada en y por la espléndida coartada que supone la ciencia).
.....Si uno se fija bien, a lo largo de la historia tenemos ejemplos ilustrativos de estas tres vías: la del delirio, la racionalista y la integradora; incluso cómo, al correr del tiempo, en los grandes periodos de cambio, las tres convivían, aunque no sin una tormentosa relación (Platón, en sus Diálogos, aún hace a Sócrates y sus contemporáneos, si no devotos, sí observadores de una piedad panteísta). Como la Historia es lineal y consecutiva, y todos sabemos que es la vía de la Razón la que ha acabado por prevalecer, las otras dos vías, de subsistir (que lo hacen), no son consideradas sino como meras anécdotas, anomalías de lo normal y normativo, tildándose a sus seguidores de extravagantes o heterodoxos, cuando no, si el radicalismo se expresa con enconada inflexibilidad e irredenta tozudez, de malditos o réprobos.
.....Mas, la conciencia sigue estando igual de habitada que siempre: el delirio está ahí, a la vuelta de la esquina de una razón que cada vez se muestra más incapaz de armonizar la vida --la vida que es, inabarcable-- con su racional marco referencial; la opción integradora también tiene su lugar en este mundo devoto de la ciencia  --de la Razón--, pero más como un producto del cansancio y la fatiga racionalista, de sus contradicciones insuperables a medida que crece su exclusivista ámbito (nada existe --reza su lema-- fuera de la razón y su área de influencia, demarcada por la ciencia), contradicciones que no hacen más que generar preguntas sin respuesta, de abrir lagunas de vacío en la existencia humana a las que las almas se asoman espantadas.

3
.....No sólo es preciso el coraje para decidirse a atisbar, con ojos puros (ojos del alma), la inmensidad sobrecogedora de la conciencia habitada, también se necesita fe... ¿Fe? Sí, esa capacidad o virtud para creer, sin comprobar, sin demostrar, sólo por el pálpito o la voluntad, en este caso, en uno mismo como un Todo-Parte de lo Uno. Sin esta perspectiva abarcadora, sin esta disposición para aceptar Lo Posible más allá de lo probable, y más allá de toda lógica racionalista, que supone considerarse parte y todo subsumido en ese algo inconmensurable y globalizador que es lo Uno, nunca se tendrá acceso --ni se deseará siquiera acceder-- a la contemplación de la conciencia habitada. Pero, resulta, que esta perspectiva, esta disposición, sólo es posible siendo testigo (¡vaya por Dios!) de la existencia de una conciencia habitada, admitiendo y asimilando, no ya su posibilidad, sino su realidad. O sea que estamos, en este nuestro intento racional de explicación y comprensión sobre lo que la conciencia habitada es e implica, ante una figura circular, es decir, sin principio ni fin, o, para mejor decir, cuyos principio y fin se confunden en cada uno de sus puntos intermedios... como la existencia misma, como Dios --si existiera--; en conclusión, estamos ante la mejor prueba de su certidumbre (aunque sea ésta una certidumbre indemostrable).
.....Ser testigo de la (propia) conciencia habitada es como mirar a Dios a la cara, como coquetear con el Misterio, como contemplar el origen sin origen con el que dio comienzo todo (cualquier momento de su tiempo circular), como visitar la sala de máquinas, el laboratorio y la factoría de la creación perpetua. Acceder a la verdad contenida en la existencia de la conciencia habitada es, sin ir más lejos, vencer y superar el concepto de muerte, pues quedará en aquélla, así desvelada, la condición del acabamiento como un mero agente de cambio dentro de la conciencia de todo lo que es, es decir, de la conciencia habitada; resultando ese momento, el más terrible y decisivo de cuantos vive el ser humano, sólo tránsito (su más genuina significación), sólo cambio de agujas, sólo apertura a la posibilidad, sólo encrucijada expectante,... sólo vida.

4
.....Ser consciente de la conciencia habitada es como asistir a un teatro en el que escenario y la galería se confunden, en el que el espectador es al mismo tiempo protagonista, donde no sólo se representa una obra, sino infinitas, y donde el telón nunca desciende, pues las obras se suceden sin solución de continuidad. Allí comedias, dramas y tragedias, allí risas y llantos, silencios y clamores. Es, la conciencia habitada, el gran teatro de la existencia, donde nada es lo que parece y lo que parece nada es; donde Dios, el gran histrión, representa todos los papeles --dividiéndose y multiplicándose ad nauseam en sus infinitas formas-- y encarna todas las manifestaciones, incluidas las que constituyen la escenografía del medio. No hay guión; al menos, no, escrito ni prefijado (niega por tanto todo determinismo o destino inexorable); todo es improvisación al albur de la voluntad de ser, interrelación establecida de forma multinivel entre las múltiples --¿infinitas?-- manifestaciones del Ser, persiguiendo un único fin: la conquista de Lo Posible. Dios haciéndose posible (o la potencia de la Nada por sacudirse la negación): tal es la conciencia habitada, en eso se sustancia, de ahí el vértigo a que aboca su contemplación.

5
.....La conciencia habitada es la manifestación del Uno en todas las cosas, su resonancia multiplicada, el código genético de su estirpe (Vida), la huella de su trama, la réplica de su ser inmarcesible y eterno. Y ser consciente de ella es, por tanto, condición y pasaporte para la ascesis: la liberación del yo constreñido y limitado --limitante--, y, consecuentemente, la disposición para gozar de la posibilidad de un religarse con el Uno del que se procede y al que se pertenece. Desde este punto de vista todos somos hijos de Dios; es más, todos participamos de la divinidad, nos separa de la conciencia clara de esta evidencia el singular tamiz del yo, la grosera veladura de nuestra individualidad: sólo se es parte (aunque en verdad se sea réplica del Uno y continente de un Todo) cuando se tiene la creencia de ser una porción de un conjunto, y, como tal porción, provista de límites que la separan --de forma fronteriza-- de otras partes y porciones que forman un todo (que El Uno es). Esta concepción (o percepción), mediatizada por la individualidad, de ser doliente parte desgajada de un todo (que es uno), es lo que Bataille llamó la desgarradura (le déchirement), la herida original, y es precisamente la superación de este sentimiento de desgarro --de separación-- lo que supone la inmersión (tras su contemplación y asunción) en la conciencia habitada. Esta superación es lo que pretenden --y consiguen, caso de alcanzar el éxito-- todas las prácticas que abocan a la iluminación, cuya manifestación más controvertida y sugerente es el misticismo. Uno sólo puede sentirse re-ligado cuando trasciende la realidad aparente, ésta que se ha ido viendo sometida con el paso del tiempo al imperio de la razón. En las culturas integradoras (no digamos en las entregadas al delirio) todos los componentes de la sociedad vivían/viven, más o menos de forma habitual, coqueteando con un misticismo cotidiano, imbricado a su experiencia vital; dioses, mitos y cotidianeidad estaban (se perciben) fundidos, entre ellos no había (hay) solución de continuidad; la muestra más patente de esto es el animismo que acompaña a ciertas religiones como el Sintoismo; pero también es posible hallar esta huella en culturas más cercanas a occidente, en las religiones célticas, o incluso, por qué no, en cierta medida, en la edad de oro del periodo arcaico pre-helénico, aquel contemporáneo a la Guerra de Troya y al mundo homérico y hesiódico. Entonces, no sólo existía la consciencia de una conciencia habitada, sino que el mismo mundo, la vida misma, se manifestaba en todo su esplendor como un escenario real donde esa conciencia habitada moraba, desvelada y explícita en medio de los hombres, una especie de Arcadia libre del sentido trágico de la existencia (éste aparecería mucho después, y sería explicitado y formalizado por los grandes dramaturgos Esquilo, Sófocles y Eurípides).
.....¿Se podría decir, por tanto, que la evolución de la Humanidad ha sido una especie de proceso de constricción, de constreñimiento, una deriva de la ingente corriente existencial hacia un embudo racionalista? En parte, así es. Pero sólo en parte, pues esta deriva puede tener su lado compensador: cuanto más se avanza en el desarrollo de una inteligencia racionalista (sí, existe otra), más necesaria se hace, más indispensable, la existencia de una inteligencia emocional, que escape a los rígidos dictados del sistema racionalista. No de otra forma han surgido las teorías de cuerdas y del caos o la posibilidad de la existencia de multiversos. La Física se expande, como el universo, más allá de los límites racionales y comienza a colonizar espacios fantásticos que la razón no puede explicar. Es decir, que probablemente, este mundo tan racionalista, se encamine --felizmente-- hacia el descubrimiento urbi et orbe de que la conciencia no es individual, sino universal (multiversal, quizá), y que no es cosa (ventana intelectiva abierta hacia lo que es) de un sólo individuo, sino que está habitada por multitud, por legión; y de que el ojo que observa, y el alma que siente, es una y la misma cosa que lo observado y sentido, solo que... experimentado a través del alucinante ejercicio de imaginación divina que supone la vida, o sea, la perpetua pulsión de Dios, el Uno, por ser.
.....La conciencia habitada es, de otra forma, una fenomenal carcajada: la respuesta del Dios inasible a la grave y circunspecta alternativa racionalista que el ser humano ha tomado en el momento actual de la circunvolución que la vida da sobre sí misma, en virtud de la cual, éste, el ser humano, pretende explicar razonablemente qué es y cómo funciona la vida (y, por ende, la de los seres inmersos en ella, empezando por él mismo), utilizando para ello la compleja pero tosca y limitada herramienta que es la razón, sobre todo en su versión práctica (claro que la versión pura tampoco llegaría mucho más lejos, como no sea en forma interrogativa o abierta, y de la que no cabe, obviamente, esperar respuesta alguna plena de certidumbre).

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Katsushika Hokusai
1760-1849

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GHOST'S TALES SET (c 1831)



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Shunen (Haunted Revenge) (MFA)
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Sara-yashiki (The Plate-Mansion Ghost) (MFA)
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O-Iwa-san (The Ghost of O-iwa) (MFA)
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Kohada Koheiji (Ghost of Koheiji) (BM)
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Kohada Koheiji (Ghost of Koheiji) (MFA)
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Warai-Hannya (Laughin Demon)(BM)
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Warai-Hannya (Laughin Demon)(MFA)
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MFA: Museum of Fine Arts, Boston
BM: British Museum, London
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A TOUR OF THE WATERFALL OF THE PROVINCES

Kirifuri Waterfall on Mount Kurokami in Shimotsuke Province (MFA)
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Kirifuri Waterfall on Mount Kurokami in Shimotsuke Province (FAMSF)
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Amida-ga-Taki Waterfall on the Kiso Road (TNM)
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The Waterfall at Ono on the Kisokaido Road (MFA)
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The Waterfall at Ono on the Kisokaido Road (MET)
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Yoro Waterfall in Mino Province (MFA)
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The Waterfall at Yoshino where Yoshitsune washing His Horse (MFA)
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The Waterfall at Yoshino where Yoshitsune washing His Horse (MET)
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Roben Waterfall at Aoyama in Sagami Province (MET)
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Roben Waterfall at Aoyama in Sagami Province (MET, variant)
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Roben Waterfall at Aoyama in Sagami Province (MFA)
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The Kannon of the Pure Waterfall at Sakanoshita on the Tokaido Road (MFA)
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The Kannon of the Pure Waterfall at Sakanoshita on the Tokaido Road (MET)
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Aoigoaka Waterfall in Edo (MET)
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Aoigoaka Waterfall in Edo (MFA)
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Aoigoaka Waterfall in Edo (BM)
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MET: Metropolitan Museum of Art, New York
MFA: Museum of Fine Arts, Boston
FAMSF: Fine Arts Museums of San Francisco
TNM: Tokyo National Museum, Tokyo
BM: British Museum, London
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UNUSUAL VIEWS of CELEBRATED BRIDGES of PROVINCES (1832-33)

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Kintai Bridge in Suo Province (MET)
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Kintai Bridge in Suo Province (HUAM)
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Kintai Bridge in Suo Province (MFA)
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The Hanging-cloud Bridge at Mount Gyodo, near Ashikaga (MET, v 1)
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The Hanging-cloud Bridge at Mount Gyodo, near Ashikaga (MFA)
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The Hanging-cloud Bridge at Mount Gyodo, near Ashikaga (MET, v 2)
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Togetsu Bridge at Arashiyama in Yamashiro (MET)
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Togetsu Bridge at Arashiyama in Yamashiro (MFA)
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Yahagi Bridge at Okazaki on the Tokaido (MFA)
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Yahagi Bridge at Okazaki on the Tokaido (MET)
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Fukui Bridge in Echizen Province (MET)
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Fukui Bridge in Echizen Province (MFA)
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Fukui Bridge in Echizen Province (HUAM)
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The Arched Bridge at Kameido (MET)
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The Arched Bridge at Kameido (HUAM)
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The Arched Bridge at Kameido (MFA)
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Tenman Bridge at Settsu Province (MET)
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Tenman Bridge at Settsu Province (MFA)
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Tenman Bridge at Settsu Province (BM)
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Mount Tempo at Aji River in Settsu Province (HUAM)
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Mount Tempo at Aji River in Settsu Province (MFA)
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Mount Tempo at Aji River in Settsu Province (MET)
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Mount Tempo at Aji River in Settsu Province (FAMSF)
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Ancient View of the Yatsuhashi Bridge in Mikawa Province (MET)
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Ancient View of the Yatsuhashi Bridge in Mikawa Province (MFA, v 1))
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Ancient View of the Yatsuhashi Bridge in Mikawa Province (MFA, v 2)
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Old View of the Boat-bridge at Sano in Kozuke Province (MET)
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Old View of the Boat-bridge at Sano in Kozuke Province (MFA)
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The Suspension Bridge on the Border of Hida and Etchu Provinces (MET)
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The Suspension Bridge on the Border of Hida and Etchu Provinces (MFA)
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The Suspension Bridge on the Border of Hida and Etchu Provinces (BM)
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MET: Metropolitan Museum of Art, New York
MFA: Museum of Fine Arts, Boston
FAMSF: Fine Arts Museums of San Francisco
HUAM: Harvard University Art Museums
BM: British Museum, London
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