Tel je fus tu es, tel que je suis tu seras.
Richesse, honneur et pouvoir sont déporvus de valeur au moment de votre trépas.
Le Dit des Tres Vifs et des Tres Morts. Anónimo de probable origen bizantino u oriental.
Es la vida un continuo diálogo con la muerte;
quien esto niega, ni vive exprimiendo el jugo a la vida,
ni se prepara convenientemente para la muerte.
Aprender a vivir es aprender a morir:
en la escuela de la Vida, la Muerte es siempre la asignatura pendiente.
Le es duro al hombre conocer su funesto destino final,
pero es locura vivir como si se desconociese.
Ecuación de difícil resolución; complejo despejar las incógnitas
si uno no domina la fórmula ni el manejo de las variables.
Pero es bueno saber que la Vida sólo ofrece todo su esplendor
cuando la mortecina luz de la muerte la ilumina.
Tener esto presente es conocer la teoría de la cuestión fundamental;
mas es preciso ensayar de continuo su práctica
para vencer el miedo que paraliza y condiciona.
De las cosas de este mundo. Héctor Amado
Introducción
.....Aproximación y primeras reflexiones. ¿Tabú? ¿Tema intocable? Lagarto, lagarto. ¿Hay belleza en la innombrable? ¿Hermosura en la descarnada segadora? ¿Poesía en la carne corrupta o los huesos blanqueados? Pues... todo depende: depende de cómo se enfoque, de cómo se enfrente, de cómo se afronte. Hay muertes gloriosas y bellas, no por la muerte en sí, sino por su significado, por cuanto es abordada —y ninguneada— por el vivo de forma sublime, abnegada, altruista o heroica. Pero no me refiero a esta belleza, de carácter didáctico y ejemplar. Sino a la muerte per se, al acabamiento, a la aniquilación, al fin de todo fin. Objetos hermosísimos, esos mausoleos y otros monumentos funerarios que el hombre ha erigido para dotar de belleza lo que pudiera calificarse de más horroroso. Con ellos el hombre funda su esperanza y hace declaración de principios: por la belleza hacia Dios —o la inmortalidad, su más atractivo atributo—, cualquiera que sea, si es que alguno debe ser. Se realizan, así, homenajes a los muertos no porque estén muertos, porque se ensalce esta negativa fase de la existencia, sino por ensalzar a aquellos que fueron en vida. El monumento funerario es la memoria viva en pugna con la muerte; derrota de su afán aniquilador: aquí yace... Perviviendo para los anales en la memoria de las piedras y las letras.
.....Pero tampoco me refiero a esta belleza sobrevenida al hecho. Sino al hecho mismo, el hecho de morir. Nada de bello puede haber en ello, pero sí lo puede haber —y de hecho, pese al truculento tema, lo hay— en su representación. Otra manera de quitarle hierro al asunto: tomárselo a chirigota, a escarnio, a broma; ironizar sobre ello, someterlo a sátira, realizar sobre su truculencia una representación dramática que incluya el baile, la danza amenizada por muertos músicos que hacen sonar sus instrumentos de ultratumba para convocar a los vivos a su danzante tránsito hacia su condición de muertos.
.....Tiene la muerte un triple carácter, en lo ejemplar, para el hombre; tres características que irradian con todo la intensidad de las tinieblas sobre los vivos. La primera es que la muerte iguala a todos, pobres y ricos, grandes y chicos, eminentes y miserables, gordos y flacos, virtuosos y pecadores; es la gran niveladora, la muerte no conoce ni distingue preeminencias ni categorías, es universal. La segunda enseñanza es que toda forma terrenal es transitoria: todo pasa, aunque todo quede, lo propio del hombre, como forma terrenal, es pasar —que diría el sabio poeta—; se trata del ubi sunt? (literalmente: ¿dónde están... —aquellos que un día fueron?). Y la tercera característica, para consuelo de feos, y torpedo directamente dirigido a la línea de flotación de la Vanitas, es que toda belleza, toda hermosura, toda lozanía, todo vigor, son efímeros; la vanidad, el contemptus mundi, acabará siendo presa de la corrupción igualmente, de nada vale vanagloriarse por lo que, a fin de cuentas, está sujeto a decrepitud y desaparición. La única salvación para este desatino, y la única justificación para su Creador, es que éste haya dispuesto otra vida después de esta, duradera y compensadora, una especie de premio para chicos buenos, que tras pasar por este valle de lágrimas que es la vida terrena, habrán de gozar de la eterna gloria de los cielos (al lado de la plana mayor de los diversos Panteones divinos que en mundo son).
.....El culto a los muertos, la necesidad de un consuelo, se exacerba en épocas en que la Muerte está especialmente presente, se torna caprichosa, ubicua e impredecible. El tiempo de gran mortandad es el que proporciona la excusa para buscar ávidamente remedios a la angustia que supone vivir de forma perentoria. Y la Baja Edad Media fue una de esas épocas en la que confluyeron las circunstancias que hicieron posible la luctuosa tormenta perfecta: Europa desgarrada de norte a sur y de este a oeste por múltiples guerras (frecuentemente por motivos religiosos, para más inri), hambruna por alteraciones del clima y despoblamiento (causado por las mismas guerras, el mismo clima adverso y las enfermedades), y, además, consecuencia de las anteriores, por la peste que diezmó de forma radical las ciudades. En este escenario es donde surge la necesidad de una catarsis, una expiación, a veces por medio del flagelo y la penitencia, pero también, otras veces, por medio de la ironía y la burla. En este contexto es donde brota la planta funeraria de la Danza de la Muerte.
Crucero, Capilla y Osario del Cementerio de los Santos Inocentes de París |
.....El mayor problema con que se topa el vivo, es su propio acabamiento, su muerte. Es obvio, con ella todo termina... hasta los problemas. Por lo que el vivo prefiere vivir, sea cargado de problemas, que no hacerlo, por mucho que de ellos se sienta liberado. Pero ni en todas las épocas, ni todas las culturas, se han enfrentado al hecho de la muerte de la misma forma; aunque todos los individuos, de todas las épocas y de todas las culturas, sí sientan paraecido pavor ante la muerte.
.....Tampoco está de más recordar aquí que el concepto religioso de la existencia le debe a la Muerte su razón de ser. La Religión es la mayor superstición de todas, la que intenta erigir una sólida estructura, véase templo salvífico, con la que proteger del vértigo que la muerte supone al hombre. La Cultura del hombre es inseparable de la actitud determinada ante el momento del tránsito. Incluso se achaca, a esta toma de conciencia del ser humano ante su mismo óbito y lo que eso significa, el momento de la hominización de la bestia que hasta ese momento no es consciente de su finitud. Cuando el incipiente ser humano es capaz de concebirse y percibirse desde la no-existencia, es cuando —se considera— ha entrado de lleno en otra categoría, en otra de especie: la del ser reflexivo, capaz de inteligencia superior (caracterizada por la autoconciencia). Pero con ella, con esa conciencia vigilante, perceptiva y sagaz, también adquiere la dimensión comparativa entre el estar vivo y el estar muerto, la predicción, la visión consciente de lo que irremediablemente ha de acaecer. Y es tal el vértigo que siente, que para no volverse loco, y llevar una existencia enajenada de lo efímero, se inventa y crea un consuelo, un solaz, una artimaña que le permita elucubrar otra vida más allá de la vida, otra existencia más allá de la muerte: crea la Religión, y, en ella, la superstición toma cartas de nobleza, se oficializa, y se convierte en dogma de fe (porque creer en un Dios clemente y creer en la vida eterna es lo mismo, precisa del mismo esfuerzo especulativo, que no es más que la necesidad de creer en lo que no existe para dar una oportunidad, ofrecer una salida, a la insoportable evidencia del fatal destino, que ése sí, inexcusablemente, existe).
.....Y, así, todas las culturas tienen su edificio religioso, sus teodiceas, sus mitologías, sus paraísos y sus infiernos. Y todas las culturas, para soportar la presión de la carga de los elevados muros de ese virtual edificio —religioso— que se levanta hacia lo alto (lejos de la tierra y su podredumbre), dispone de, más o menos airosos, más o menos macizos, arbotantes y contrafuertes de moral. Todo el edificio descansa sobre gruesos e inamovibles pilares que son los dogmas (indemostrables, y, por tanto, no sometidos al rigor de la especulación reflexiva, —so pena de castigo), y bajo el abrigo de su rígida techumbre los fieles se resguardan, y allí esperan su final, confiados en que no todo acabará con el último suspiro, sino que, al exhalarlo, ascenderán a un reino donde un Dios los acogerá, salvándolos de la aniquilación. Este esquema, con más o menos variaciones, se repite en todas las culturas, es la síntesis de todas las religiones: ofrecer una solución al problema de la aniquilación, dispensar un consuelo alternativo a la desesperación, y delimitar la senda que hace posible la salvación, es decir, el camino a seguir para poder ganarse el derecho a la solución.
.....En cuanto a lo que nos toca de cerca a las culturas occidentales, la Religión levantada en torno a la figura del originario Dios-Yavéh, y que tiene en la figura de Cristo su paradigma particular (el Cristianismo), la Muerte tiene una explicación simplista pero eficaz: en el principio (de la Creación) no existía el dolor ni la muerte, el ser humano vivía en armonía y concordia con la naturaleza y con su Creador, sin conocer el paso del tiempo ni sus consecuencias, en un locus amoeni donde tenía a su disposición cuanto podía necesitar; pero hete aquí que pecó (no me detendré ahora en los pormenores ni circunstancias concretas), perdió su situación privilegiada y fue expulsado de ese paraíso, condenado a partir de entonces a padecer dolor y sufrimiento, y, sobre todo, a morir. La Muerte fue, según el Cristianismo, consecuencia de un pecado original. Sus autores, Adán y Eva, condenaron a la especie humana a morir, los abocaron a la aniquilación. Luego ya hay un primer componente de culpa: el ser humano es culpable de su propia muerte. Pero como no todo podía quedar ahí, había que administrar una cura, una terapia sanadora, regeneradora, que le permitiera (al ser humano pecador) zafarse de ese cruel destino. Habría enmienda, pero para ello se debía ganar la opción: habría que cumplir una serie de preceptos y condiciones, estipulados en las Tablas de la Ley y toda su normativa accesoria. Quien no siguiera esta Ley ni su normativa no se salvaría, y estaría condenado, no ya a la aniquilación (con ser pavorosa), sino a un perpetuo padecimiento, sometido a todo tipo de torturas —preferentemente las relacionadas con los vicios morales del pecador— en un lugar más afrentoso que el limbo: el averno.
.
La Danza Macabra o Danza de la Muerte
.....Y es así, como se dijo al principio, que surge, allá, tras la cada vez menos neblinosa Edad Media, forzada y favorecida por unas circunstancias vitales cada vez más difíciles y adversas (guerras incesantes, devastadoras hambrunas y letales pestes), la manifestación de la danza macabra: una forma de acercarse al tema tabú por excelencia desde la ironía y la sátira, sin dejar de contemplar el sentimiento religioso, ni la preceptiva Ley.
.....Como nos dice Herbert González Zymla:
"La danza macabra es un género literario y figurativo muy popular al final de la Baja Edad Media que se proyectó a lo largo de las Edades Moderna y Contemporánea coincidiendo con periodos de graves crisis demográficas. Examinada en su conjunto, es una gran sátira social que contempla la Muerte como elemento unificador de toda la humanidad, con independencia de cualquier tipo de escala económica, estamento o grupo social. Aunque durante el siglo XIV esta idea fue fomentada esencialmente por las órdenes mendicantes, la universal validez del mensaje explica la fortuna iconográfica de la danza de la Muerte a lo largo de los siglos XV y XVI y su rápida expansión hasta convertirse en un tema recurrente en las artes plásticas, sermones, poesía y teatro de la Baja Edad Media y Primer Renacimiento. Es muy discutido saber si la danza macabra apareció antes en las artes plásticas o en las escénicas. Al no ser un tema doctrinal, sino alegórico, popular y vinculado a la literatura sapiencial, las formas de representarla son muy diversas, relacionándose siempre con los tópicos del ubi sunt, memento mori, vanitas vanitatum y mundus inversus."
Y más adelante:
"En principio, muestra un grupo de figuras, variable en su número, con una serie de vivos que bailan con muertos, emparejados e intercalándose. Cada imagen suele ir acompañada de textos rimados, escritos en latín o en lengua vernácula, muy fáciles de entender, en un lenguaje muy comunicativo, [habitualmente] dentro de filacterias. Imagen y texto construyen un doble código (iconográfico y literario) perfectamente integrado y complementario. Los textos son alusivos a la fugacidad de la vida, a la brevedad de los placeres e incluyen sentencias sapienciales y refranes populares que varían según las regiones. Cada una de las estrofas tenía la intención teórica de consolar a quienes las leían con la idea de que la Muerte era la única que trataba por igual a todos los humanos, pero la lectura de los epígrafes, al final, más que un consuelo, resultaba ser demoledora y contundente. Al ser representados los vivos junto a los muertos, se produce el contraste entre los cuerpos en mayor o menor plenitud de los vivos con los cuerpos en proceso de degradación o reducidos al esqueleto de los muertos. Los muertos arrastran a los vivos, como si los sacaran a bailar, y los vivos se resisten o se quedan petrificados ante una farándula de la que son, tristemente y a su pesar, protagonistas. Todos participan de un mismo y único baile en el que, con independencia de la edad, del estamento de
pertenencia, o de la categoría socioeconómica, el denominador común es que, por el hecho de estar vivos, la Muerte los tiene que llevar. Los artistas aprovecharon la ocasión para fijar las muy diferentes actitudes del vivo ante la Muerte: unas veces se queda petrificado, otras es arrastrado por la fuerza y obligado a moverse, frecuentemente llora y está triste, pero a veces aparece dialogando y bailando con agilidad, moviéndose al compás que le marca la Muerte, e incluso existen ejemplos hedonistas en los que vivo y muerto coquetean. Pocas veces hay serenidad y resignación. Es un verdadero catálogo de expresiones y gestos."
[Revista Digital de Iconografía Medieval, Vol VI, nº 11. 2014, pag 23-51
Herbert González Zymla. Univ. Complutense de Madrid, Depto. Historia del Arte I (Medieval)]
Cementerio de los Santos Inocentes de París hacia 1550, en un grabado de finales del siglo XIX |
.....Fue la edición princeps, e incluye 17 escenas en las que se repite la misma composición: dos figuras representativas de vivos, acompañadas de sus respectivas parejas de muertos (en forma de esqueletos bailarines ) que los conducen en comitiva; cada pareja de vivos está formada por un representante eclesiástico (o asociado a él) y un representante laico más o menos equivalente en rango o categoría social; los diferentes cuadros siguen un orden progresivo jerárquico: tras una introducción del Autor, abren la comitiva el Papa y el Emperador, tras ellos, el Cardenal y el Rey, les siguen, el Patriarca y el Condestable, el Arzobispo y el Caballero (Barón), el Obispo y el Escudero, el Abad y el Magistrado, el Sabio (asociado al estamento eclesiástico) y el Burgués, el Canónigo y el Mercader, el Cartujo y el Sargento, el Monje y el Usurero (y éste con el Pobre), el Médico y el Amante, el Abogado y el Trovador, el Cura (de parroquia) y el Labrador, el Franciscano y el Niño, el Clérigo y el Eremita, y cierran la comitiva y la Danza, el Autor y el Rey Muerto. Sobre las representaciones iconográficas de cada cuadro figura un texto latino explicativo de cada tema, y bajo ellas un texto-poema, en francés arcaico y caracteres góticos, en el que dialogan cada muerto con su personaje vivo incautado, diálogo que ofrece una visión casi siempre satírica, burlesca, crítica o moralizante de cada personaje. Sólo el Franciscano, el Cartujo, el Niño y el Eremita, salen bien parados de estos diálogos (figuras bien paradas a las que habrá que incluir al peregrino de la 2ª edición, la de 1486).
.....Tras esta primera edición, y dado el inusitado éxito cosechado, Marchand realizó otra en 1486, a la que añadió seis cuadros/parejas más: los Cuatro Músicos Muertos, el Legado (papal) y el Duque, el Maestro de Escuela y el Hombre de Armas, el Procurador y el Carcelero, el Peregrino y el Pastor y el Alabardero y el Loco. Además incluye la leyenda de los Tres Vivos y los Tres Muertos (que se cree es el origen de toda la Danza en sí; existente ya en el siglo XIV, y procedente, se cree, de Oriente), y un diálogo entre el Alma y la Muerte.
.....Es esta doble versión de Guyot Marchand la que se presenta aquí, en una traducción de los textos por parte de Erika Mergruen ( de la Universidad de México) de la obra actualizada al francés moderno por Patrick Pollefeys (obra que podrá consultarse en la red, y de la que se ofrece enlace al final del post). Tanto la actualización-interpretación de Pollefeys, como la traducción de Mergruen son manifiestamente mejorables (atendiendo al original de Gerson). He intentado hacer realidad esa mejora acudiendo al no siempre fácilmente legible texto original; y digo que no es fácil ni legible su interpretación, tanto por los caracteres góticos con que está escrito, como por mi falta de especialización filológica en francés arcaico medieval. Simplemente me he limitado a realizar una lectura transversal ceñida al rigor en la interpretación, siempre coherente con el sentido de los textos originales. Especialmente ardua ha sido la labor de traducción íntegra de los cuadros añadidos en la edición de 1486, que no recoge Pollefeys. Además de completar los textos que éste omitía de la edición princeps (de los monólogos de los cuatro Músicos Muertos, sólo cita al primero, omitiendo los otros tres; y del diálogo final entre el Autor y el Rey Muerto sólo ofrece la mitad). Creo que salvo un par de fragmentos casi imposibles de traducir con precisa literalidad, en los que he tenido que echar mano de la imaginación, socorrida por el sentido común, en el resto he conseguido ceñirme más al original de lo que tanto Pollefeys como Mergruen han logrado. De todas formas reconozco y estimo la valiosa función referencial de estos dos textos.
.....En aras de la imprescindible veracidad y la deseable exactitud, he autenticado, completado y sintetizado o aumentado los datos de la espléndida y completa página danesa dodedans.com —que en todo momento me sirvió de guía—, y los de la página de Patrick Pollefeys, que sirven de base a la traducción del original, antes reseñado, con las diversas versiones/ediciones de las Danses Macabres que la Bibliothèque National de France (BnF) alberga en su edición digital (gallica, Bibliothèque Numérique). Así mismo he comparando y cotejando los facsímiles escaneados que ofrece la Wikipedia —que son los que aquí figuran—, con los documentos digitalizados alojados en gallica. He optado por las imágenes de la Wikipedia por ofrecer mayor accesibilidad de las copias de las páginas completas de los manuscritos originales, que contienen tanto las imágenes como el texto, y que coinciden con la versión archivada en gallica con el epígrafe: Illustrations de Danse Macabre [non identifie]; [anonyme], 1486.
.....Además he utilizado, entre otros documentos y sitios: un valioso artículo de Pierre Vaillant (historiador medievalista, autor de la reedición impresa (1969) de la edición princeps sita en Grenoble), albergado en la página web de Persee, Revues Scientifiques; y una edición de la Danse Macabre de Guyot Marchand, impresa por Le Petit Laurens en fecha indeterminada (pero siempre posterior a 1494), incunable ubicado en la Médiathèque François Mitterand, de Poitiers.
.....De todos ellos se ofrecerá enlace al final del post.
Pórtico del Osario del Cementerio de los Santos Innocentes, de París |
.
LA DANSE MACABRE
.
(DANZA MACABRA/TOENTANZ/DANCE OF DEATH)
(DANZA MACABRA/TOENTANZ/DANCE OF DEATH)
Versión original
del
Cementerio de los Santos Inocentes de París
Guyot Marchand
(Libro con texto e ilustraciones publicado, en su 1ª versión, en 1485 —17 grabados, en negro—;
completada con los personajes añadidos en la 2ª versión, de 1486 —6 grabados, en azul)
(Libro con texto e ilustraciones publicado, en su 1ª versión, en 1485 —17 grabados, en negro—;
completada con los personajes añadidos en la 2ª versión, de 1486 —6 grabados, en azul)
1. El Autor
.
El Autor
|
|
Oh,
tú, criatura pensante
que
deseas la vida eterna
he
aquí una enseñanza digna de atención
para
terminar bien tu vida de mortal.
Se
intitula La Danza Macabra
que
cada uno aprenda a danzarla.
Es
natural para hombres y mujeres,
la
muerte no desprecia ni al grande ni al pequeño.
|
En
este espejo cada cual puede leer
que
es conveniente danzar así.
Sabio
es el que aquí se reconoce.
La
muerte conduce a los vivos:
verás
a los poderosos partir los primeros
que
no hay persona a la que la Muerte no venza;
Mas
es consolador saber
que
todo está hecho de la misma materia.
|
2. Los Muertos Músicos
.
Los
Muertos Músicos
|
|
Primer
Muerto
Vosotros
a quienes un destino común
hace
vivir en condiciones diversas,
todos
vosotros, tanto buenos como malos,
bailaréis
un día esta danza.
Vuestros
cuerpos por los gusanos serán devorados.
¡Ay,
observadnos, vednos!:
muertos,
podridos, tufantes, esqueléticos;
tal
como somos, así vosotros seréis.
Segundo
Muerto
Decidnos
por qué razones
vosotros
pensáis que no vais a morir,
cuando
la Muerte está en vuestras casas.
Hoy
uno, mañana otro, (seréis) requeridos
sin
que se os pueda socorrer.
Es
malo vivir sin pensar en ello
y
demasiado grande el peligro de perecer.
Forzoso
es que haya que bailar así.
|
Tercer
Muerto
Escuchad
lo que os digo:
jóvenes
y viejos, pequeños y grandes,
día a día, según el decir
de
los sabios, todos vais a morir;
pues
vuestros días van mermando
y
todos habréis fallecido,
aquellos
que vivís, antes de cien años.
Desgraciadamente
cien años pasan pronto.
Cuarto
Muerto
Antes
que hayan pasado cien años
todos
los vivos, como tú dices,
de
este mundo habrán pasado
al
Infierno o al Paraíso,
mi
Compañero; pero yo te digo:
pocos
serán los que se salven
al fallecer, no por nuestros dichos.
El
hecho es que será una ventura yaciente.
|
3. El Papa y el Emperador
.
La
Muerte
Vosotros
que vivís: aunque os inquiete,
cierto
es que todos vosotros bailaréis.
¿Mas
cuándo? ¡Eso sólo Dios lo sabe!
Reflexionad
sobre lo que entonces haréis.
Papa,
Vuestra Santidad, el primero vos seréis.
Por
vuestro título del más digno señor
seréis
honrado con esta consideración.
El
honor es el privilegio de los grandes soberanos.
El
Papa
¡Vaya! Necesario es que comande esta danza
el primero, pues soy Dios en la tierra.
He
poseído, al igual que san Pedro,
la
más alta dignidad en la Iglesia.
Mas
la Muerte me requiere como a todos.
Y
aunque no me preocupe morir aún
la
Muerte a todos declara la batalla.
¡Poco
vale el honor cuando es fugaz!
|
La
Muerte
Y
vos, quien no tiene en el mundo otro igual,
príncipe
y señor, gran emperador,
debéis
arrojar la manzana de oro,
armas,
cetro, corona y estandarte
ya
no os los permitiré ostentar.
Ya
no reinaréis;
disponer
de todo es mi costumbre.
Los
hijos de Adán han de morir.
El
emperador
No
sé ante quién apelar
contra
la muerte que así me requiere.
Me es preciso armarme de pico, de pala
y de mortaja, para mi desgracia.
Sobre todos he tenido grandeza mundana
y por
toda recompensa he de morir.
¿Qué
es el poder de los mortales?
Ni
siquiera los poderosos lo conservan.
|
4. El Cardenal y el Rey
.
La
Muerte
Parece
que estáis sorprendido,
Cardenal,
¡pero adelante,
sigamos
a los otros, todos unidos!
Vuestra
sorpresa de nada os servirá.
Vos
habéis vivido magníficamente,
colmados
de honores y comodidad,
Tomad
de buen grado la escapada,
que
vivir con honor nunca se olvida.
El
cardenal
Razón
tengo al asustarme
por
verme seguido tan de cerca:
la
Muerte me sale al paso.
Nunca
más ni de verde ni de gris vestiré;
con
gran desazón debo dejar
mi
sombrero rojo y mi suntuosa capa.
Yo
no había aprendido esto:
que
toda alegría termina en tristeza.
|
La
Muerte
Venid,
noble rey de coronada cabeza,
reconocido
por tu fuerza y tus proezas.
En
otro tiempo vivíais en medio
de
la pompa de la alta nobleza.
Pero
hoy toda grandeza
abandonaréis;
no estáis sólo.
Vuestra
riqueza de nada os servirá:
el
más rico no posee más que una mortaja.
El
rey
Jamás
aprendí a bailar
una
danza tan desenfrenada;
¡Ay!,
Se puede constatar y meditar
qué
valen el orgullo, la fuerza y el linaje.
La
muerte todo lo destruye, es su costumbre,
tanto
al grande como al pequeño,
Cuanto
menos presuma uno, más sabio será:
pues
al final sólo polvo seremos.
|
5. El Legado (del Papa) y el Duque
.
La
Muerte
Legado,
quedáis arrestado;
ya
no viajaréis, yo os confino;
teneos señor y aprestaos
para
morir, yo os certifico
que
la muerte hoy os desafía.
Eescuchad,
es vuestro destino.
Que
nadie confíe en una vida larga,
La
voluntad de Dios debe cumplirse.
El
Legado
Del
Papa me viene el poder,
que
ello no sea óbice
para
ir como Legado de Francia,
aunque
siéndolo de otra forma.
Pues
a morir voy: cuándo, cómo,
o en qué lugar, yo no lo sé.
Mi
Dios es quien lo sabe solamente:
la
Muerte sigue al hombre, paso a paso.
|
La
Muerte
Muy
noble duque, famoso sois
por
vuestras proezas
realizadas
allá donde os encontréis:
bellos
hechos de armas y de nobleza.
Mostrad
aquí vuestro arrojo
y
danzad para ganar la recompensa.
Aunque
a todo el mundo la muerte caza,
los
grandes a menudo son la primera presa.
El
Duque
La Muerte me acosa duramente,
y
no sé cómo defenderme;
Veo que la muerte, tanto al fuerte
como
al débil, siempre alcanza.
¿Qué
voy a hacer? Esperarla
pacientemente
y de buen grado
rendir cuentas ante Dios.
El alto rango no da garantías.
|
6. El Patriarca y el Condestable
.
La
Muerte
Patriarca,
no basta agachar la cabeza
para
quedar exento,
vuestra
amada Cruz de Lorena
justo
es que a otro pertenezca.
No
penséis más en honores,
nunca
seréis Papa en Roma;
ahora
os llaman a rendir cuentas,
las
absurdas esperanzas sólo engañan al hombre.
El
patriarca
Bien
veo que la gloria mundana
me
ha engañado: en verdad os digo
que
mis júbilos se han tornado tormento.
¿De
qué sirven los honores?
Pretender
la cima no es de sabios.
Un
alto cargo corrompe a tantos
y
sólo algunos logran verlo.
Cuanto
más alto se llegue más dura será la caída.
|
La
muerte
Gentil
condestable,
llevaros
a la danza es mi derecho
que
hasta los más fuertes —como Carlomagno—
son
tomados por la Muerte.
En
este duelo de nada os sirven
el
gesto feroz ni la armadura,
pues
de un solo golpe abato al más robusto.
Las
armas no protegen el asalto de la Muerte.
El
condestable
Aún
poseo el espíritu
para
asediar castillos y fortalezas,
forzando
su rendición,
obteniendo
riquezas y honores.
Mas
veo que todas estas proezas
serán
truncadas por la muerte, a mi pesar.
Todo
es lo mismo: dulzura y rudeza;
contra
la muerte no hay respuesta.
|
7. El Arzobispo y el Caballero (Barón)
.
La
muerte
De
nada sirve ser altivo,
Arzobispo,
acercaos.
¿Teméis
ser vencido?
De
ello no dudéis, seguidme.
¿Acaso
la muerte no está a lado del hombre
caminando
a su lado hombro con hombro?
Se
deben pagar las deudas,
rendir
cuentas al que os hospeda.
El
arzobispo
Ay,
no sé dónde posar la mirada
así
de grande es la zozobra
en
la que la muerte me sumerge.
¿A
dónde huir para escapar de ella?
Aquel
que cobra de esto conciencia
jamás
perderá la razón.
Nunca
más dormiré en cuartos suntuosos;
debo
morir, es la ley. Cuando
deba ser, será.
|
La
muerte
Vos,
que entre los grandes barones,
erais
famoso caballero,
olvidad
las trompetas y los clarines,
y
seguidme sin tardanza.
Entreteníais
a las damas
haciéndolas
bailar durante horas,
Es
preciso ahora cambiar de danza.
Lo
que uno hace, otro lo destruye.
El
caballero
Yo
adquirí mi reputación
con
hechos de armas que me dieron renombre.
Fui
apreciado por grandes y pequeños
así
como amado por las damas.
En
la corte de los grandes señores
jamás
fui calumniado.
Pero
de golpe me he quedado pasmado.
Bajo
el cielo, nada es eterno.
|
8. El Obispo y el Escudero (Señor)
.
La
muerte
Pronto
no poseeréis ya nada
de
los bienes de este mundo ni de la naturaleza,
Obispo:
eso se acabó para vos,
a
pesar de vuestra prelatura
vuestro
destino es incierto.
Es
preciso que rindáis cuentas de vuestros actos.
Dios
hará justicia con cada cual.
No
hay seguridad ni para el que sube demasiado alto.
El
obispo
Mi
corazón no puede regocijarse
ante
las nuevas que me trae la muerte.
Dios
querrá pedirme cuentas de todo
y
eso es lo que más me desasosiega.
El
mundo tampoco me reconforta;
él,
que al final de todo nos despoja.
Se
queda con todo, nada nos deja.
Todo
es efímero, salvo el mérito.
|
La
muerte
Aproximaos,
noble señor,
vos
que conocéis todos los pasos de la danza.
Ayer
portabais lanza y escudo,
y
hoy vuestros días llegan a su fin.
No
existe nada que no siga su curso.
Danzad,
seguid el ritmo.
No
podéis ser socorrido:
no
es posible huir de la Muerte.
El
escudero
Ya
que la muerte me tiene en sus ligaduras
permitidme
al menos decir unas palabras:
adiós
placer, adiós disfrute
adiós
mujeres, nunca más reiré.
Pensad
en el alma que aspira al reposo
y
no os preocupéis en demasía
de
vuestro cuerpo, que día a día envejece.
Todos
debemos morir, aunque ignoremos cuándo.
|
9. El Abad y el Magistrado
.
La
muerte
Abad,
venid ya. ¿Huís?
No
pongáis cara de espanto.
Seguir
a la muerte es conveniente
aunque
la odiéis.
Despediros
de la abadía
que
os volvió así de corpulento, así de obeso.
De
modo irrevocable y rápido os pudriréis:
los
más gordos se pudren primero.
El
abad
No
tengo ánimos
pero
debo franquear el umbral.
Ay,
que yo en mi vida
he
observado sin desmayo la regla de mi orden.
Guardaos
de poseer demasiado
Vosotros
que aún vivís
si
queréis morir como es debido.
Es
demasiado tarde pensarlo ante el óbito.
|
La
muerte
Magistrado,
que sabéis lo que es la justicia
y
sobre lo que conviene a grandes y pequeños
con
el fin de gobernar a todo tipo gentes,
¡venid
ahora a esta audiencia!
Yo
aquí os convoco de inmediato
para
rendir cuentas de vuestro actos
ante
el Gran Jurado que a todos juzga.
Cada
uno cargará con su propio fardo.
El
magistrado
¡Oh,
Dios! He aquí una ardua jornada;
yo
no me he prevenido contra este golpe.
La
suerte me ha dado la espalda.
Entre
los jueces fui respetado
y
he aquí que la muerte me hace tragar mi alegría,
ella,
quien me ha convocado sin previo aviso.
No
veo escapatoria,
contra
la muerte no hay apelación posible.
|
10. El Astrólogo (Sabio) y el Burgués
.
La
muerte
Hombre
sabio, ni vuestros estudios
sobre
los astros, ni todo vuestro conocimiento
podrán
detener a la muerte.
Nada
vale la astrología
contra
la genealogía*.
De
Adán, que fue el primer hombre,
viene
la muerte: esto lo enseña la teología.
Todos
debemos morir por culpa de una manzana.
El
sabio
Ni
mi ciencia ni mi rango
sabrá
cómo ayudarme.
Mi
único pesar, ahora,
es
el de morir en confusión.
En
definitiva,
no
sé más que lo descrito (anteriormente),
y
en ello vuelco mi razón.
Que
aquel que quiera morir bien, viva bien.
|
La
muerte
Burgués,
apuraos, no tardéis más
que
no poséis ni patrimonio ni riqueza alguna
que
pueda protegeros de la muerte.
Si
de los pingües bienes que os fueron otorgados
habéis
sacado provecho, habéis sido sabio.
Lo
que de otro viene, a otro se va.
Loco
es quien se mata a masar
sin
saber para quién amasa.
El
burgués
Me
duele abandonar tan pronto las rentas,
los
bienes, los impuestos y las ganancias;
pero
tú, muerte, desdeñas tanto al rico como al pobre,
está
en tu naturaleza.
Sabia
no es la criatura
que
ama demasiado los bienes que pertenecen
por
derecho al mundo.
Aquellos
que más tienen, más infelices mueren.
|
11. El Canónigo y el Mercader
.
.
La
muerte
Señor
canónigo, de la prebenda
ya
nada os será distribuido.
No
esperéis ni un solo centavo.
Consolaos
con esto:
por
toda retribución
debéis
morir de inmediato.
No
tendréis prórroga.
La
muerte suele llegar cuando menos se la espera.
El
canónigo
Eso
en nada me conforta.
Yo
fui prebendado por numerosas iglesias
pero
la muerte es más poderosa.
Ella
se lleva todo, es su manera de ser.
A
la muerte debo darle
mi
sobrepelliz blanco y mi capuchón de piel.
¿De
qué vale la gloria así envilecida?
Cada
quien debe aspirar a bien morir.
|
La
muerte
Mercader,
mirad lo que os digo:
habéis
recorrido varios países
A
pie o a caballo:
Nunca
más lo haréis,
he
aquí vuestra último negocio.
Es
obligado pasar por esto,
de
todo cuidado seréis dispensado.
Tal
codicia quien tiene bastante.
El
mercader
He
recorrido montes y valles
para
mercadear donde se pudiera.
He
andado, por mucho tiempo, a pie y a caballo
pero
ahora pierdo toda esperanza.
Con
ahínco adquirí bienes;
la
muerte me somete cuando todo poseo.
Es
conveniente ir por el camino de la moderación:
Quien
mucho abarca, poco aprieta.
|
12. El Maestro y el Soldado (Hombre de Armas)
.
.
La
Muerte
Hombres
diversos son queridos y apreciados
a
lo largo del tiempo, y en la religión.
los
cuales sin embargo proceden
de
gentes de baja condición.
La
doctrina y corrección
de
vuestro maestro así los ha formado,
mas
moriréis. Conclusión:
El
hombre siempre es derrotado por la muerte.
El
Maestro de Escuela
La Gramática es ciencia sin fábula,
frente a toda otra propuesta,
a
jóvenes juzgo convenientemente,
pues
sin ella, os aseguro,
que otras ciencias no tienen posibilidad
de acceder al entendimiento.
Así
lo quiere Dios y la Naturaleza.
Para
todo es necesario un principio.
|
La
Muerte
Ni
sobre corcel o palafrén,
soldado,
montaréis
más,
pues la muerte os ha cogido:
reparad
en cómo seréis.
El
mundo todos dejaréis,
no
esperéis manejar ya la lanza.
Miradme:
tal así seréis;
todos
reos de muerte son a ultranza
El
Soldado
Adiós
al servicio del rey
Se
acerca la noche, y de la mano
de
la muerte huyo, presa del desasosiego;
sin
respiro hasta el mañana.
A
esta danza por la mano
soy
conducido piadosamente,
la
muerte obliga a todo humano.
Morir
es necesario; no merece más comentario
|
13. El Cartujo y el Sargento
.
.
La
muerte
Andad,
mercader, no dilatéis,no me resistáis más.
Nada
os queda por obtener.
Uníos
también vos, cartujo,
hombre
de abstinencia:
soportadla
pacientemente,
lucíos
en la danza,
no
penséis en vivir más.
La
muerte vence a cualquiera.
El
cartujo
Tiempo
atrás, para el mundo, yo ya he muerto;
he
aquí el por qué mis deseos de vivir son menores
toda
vez que los hombres temen a la muerte
Cuando
mi carne sea vencida
pido
a Dios que mi alma liberada
vaya
al cielo después de fenecer.
Esta
vida es un vacío miserable.
Tal
vive ahora el que mañana no vivirá más.
|
La
muerte
Sargento,
que portáis la maza,
me
ha parecido que os rebeláis.
Sin
razón hacéis mala cara,
si
os parece injusto ¡decidlo!,
la
muerte os llama.
Quien
se rebela sólo ilusiones se hace.
Los
más fuertes son los primeros en ser vencidos.
No
hay adversario que a Ella pueda hacer frente.
El
sargento
A
mí, que soy oficial regio
¿cómo
osa la muerte golpearme?
Ayer
ejercía mi oficio
y
hoy ella me ha pillado.
No
sé por dónde huir,
por
todos lados he sido acorralado.
A
pesar mío me dejo atrapar.
Contrariado
muere quien no se resigna.
|
14. El Monje, el Usurero y el Pobre
.
.
La
muerte
Venid
por aquí, sargento.
No
os molestéis en defenderos;
no
atemorizaréis a nadie más.
Monje,
seguidle sin tardanza.
Decid
lo que pensáis si queréis ser escuchado:
Muy
pronto vuestra boca será cerrada.
El
hombre no es más que polvo y viento;
La
vida terrena es tan poca cosa.
El
monje
Yo
preferiría aún
seguir
en mi claustro y ejercer mi servicio:
es
un lugar santo donde se hace el bien.
Pero,
como un loco, en el pasado
yo
cometí numerosos pecados
de
los que no hice penitencia alguna.
¡Que
Dios sea misericordioso conmigo¡
No
todo el que danza es feliz.
|
La
muerte
Usurero
de espíritu maligno,
venid
rápido y miradme con atención.
La
usura os ha cegado de tal forma
que
ardéis en deseos por ganar más dinero.
Mas
por ello seréis castigado
porque
si Dios en su gloria
no
se apiada de vos, todo perderéis.
Peligroso
es jugarse todo a una sola tirada.
El
usurero
¿Tan
pronto debo morir?
Es
una pena, una gran tristeza.
No
pueden ayudarme
ni
mi oro, ni mi plata, ni mi haber.
Moriré,
la muerte se acerca,
cosa
que me disgusta sobremanera.
¿Por
qué esa mala costumbre?
Cuanto
más bellos los ojos, menos ven.
|
El
pobre
La
usura es un gran pecado
como
todos saben
y
este hombre, al que la muerte se acerca,
no
lo tiene en cuenta.
Este
mismo dinero que él cuenta sobre mi mano
me
lo presta todavía con usura.
Ello
le será tomado en cuenta.
No
será exonerado quien debe aún.
|
15. El Médico y el Amante
.
.
La
muerte
Médico,
en toda vuestra orina
¿acaso
veis el remedio para libraros de esto?
Ayer
sabíais todo sobre medicina
para
poder recetar.
Ahora
la muerte os demanda:
Debéis
morir como todos.
Nada
podéis hacer.
Buen
médico es quien de la muerte puede sanarse.
El
médico
Hace
tiempo que al arte de la fisiología
he
dedicado toda mi atención
Poseía
de esta ciencia la práctica y la teoría
para
sanar enfermedades diversas.
Más
ya no sé lo que debo hacer:
ninguna
hierba ni raíz sirven
ni
ningún otro remedio que se recete.
No
existe medicina contra la muerte.
|
La
muerte
Bello
amante, cortés y galante
que
os jactáis de vuestra apostura,
estáis
aprendido: la muerte os agarra.
Partiréis
de este mundo con pena.
Vos
que tanto lo amasteis, lo que es una locura,
y
que tan poco habíais pensado en la muerte.
Muy
pronto cambiaréis de color;
la
belleza no es más que una máscara .
El
amante
Ay,
¿No hay entonces ninguna ayuda
contra
la muerte? Adiós amoríos:
Cuan
fugaz es la juventud.
Adiós
sombreros, ramos y galanteos;
adiós
amantes y doncellas.
Pensad
en mí a menudo
y
recordad, si queréis ser sabias,
que
la lluvia acaba con los vendavales.
|
16. El Abogado y el Trovador
.
.
La
muerte
Abogado,
sin hacer un gran proceso,
venid
a litigar vuestra causa.
Siempre
habéis sabido atraer a las personas,
no
hay novedad en ello.
Ningún
consejo podrá ayudaros.
Debéis
comparecer ante el Gran Jurado,
estáis
advertido de ello.
Bueno
es adelantarse a la Justicia.
El
abogado
Es
natural que se haga justicia,
pero
ahora no sé cómo defenderme.
Nadie
obtiene tregua ni trato de favor ante la muerte.
Nadie
puede apelar su sentencia.
Algunas
veces tomé los bienes del prójimo,
cuando
lo recuerdo por ello temo ser condenado.
El
día de la revancha ha de temerse.
Dios
pondrá justo precio a todo.
|
La
muerte
Trovador
que danzáis y sabéis vuestras notas
y
que tan bien os servís de ellas
para
alegrar a tontos y a tontas
¿qué
opináis, vamos bien?
Puesto
que os tengo, debéis enseñar
a
los otros un paso de danza.
Contradecirme
de nada os servirá:
El
maestro debe mostrar su talento
El
trovador
Ningún
deseo tengo de bailar así,
y
lo hago, es cierto, de mal talante
pues
no hay pena más ardua que la de morir.
He
puesto mi instrumento bajo el banco.
Nunca
más tocaré el salterio,
ni
danza alguna:
la
muerte me lo impide y debo obedecerla.
Una
danza tal, sin sentimientos.
|
17. El Cura y el Labrador
.
.
La
muerte
Avanzad,
cura, sin pensar en ello
siento
que estáis abandonado.
Habéis
estafado a vivos y muertos
pero
pronto seréis arrojado a los gusanos.
Ayer
fuisteis ordenado
para
ser espejo de otros y ejemplo para ellos.
Seréis
recompensado según vuestros actos;
Toda
acción tiene su precio.
El
cura
Lo
quiera o no debo rendirme;
no
existe hombre que la muerte no venza.
Ay,
nunca más recibiré de mis parroquianos
las
limosnas y las cuotas de sepelio.
Debo
presentarme ante el Juez y rendir,
con
gran dolor, cuentas de mis actos.
Temo
fallar (esta prueba).
Bienaventurado
sea el que recibe la gracia de Dios.
|
La
muerte
Labrador,
que habéis vivido siempre con penas,
carencias
y zozobra,
debéis
morir, es una certeza.
De
nada sirve cuestionar o recular.
Debéis
regocijaros con la muerte
ya
que ella os libera de vuestros sufrimientos.
Acercaos,
yo os espero.
Loco
aquél que cree vivir por siempre.
El
labrador
Muchas
veces deseé la muerte
pero
ahora de buena voluntad le huiría.
Preferiría
estar, con lluvia o vendaval,
en
los viñedos donde largamente aré;
y
le tomaría gusto infinito
pues
el miedo me hace perder la razón.
¿No
hay alguien que pueda librarse de este mal paso?
No
existe descanso alguno en este mundo.
|
18. El Procurador y el Carcelero
.
La
Muerte
Procurador,
acudid al tribunal
sin
tardanza, y estad advertido,
responder
de manera extensa o breve,
en
la forma que mejor os convenga;
ya
que estáis acusado
de
no haber siempre realizado
vuestro
oficio honestamente,
y
tal hecho exige enmienda.
El
procurador
Yo habría recibido mañana un soborno
De
un hombre que esperaba sentencia,
por consentir que fuera absuelto
mediante engaños en la audiencia.
Pero
no debo pensar en esto.
La
muerte me ha sorprendido con su zancadilla
Necesito
tomármelo con paciencia:
bien
carga derecho quien no tropieza.
|
La
Muerte
Con
cuidado, pena y trabajo
habéis
de guardar prisiones, carcelero.
A
menudo se os ha hecho despertar
cuando
dormíais o en pleno sueño.
Ya
no haréis más este trabajo
Venid
a danzar, aunque no os plazca,
allí,
a donde habéis de velar.
Es
necesario morir, cuando a Dios place.
El
carcelero
Yo
he tenido buenos prisioneros
de
los cuales he llegado a recibir
bolsas
llenas de dinero
por
dispensarlos y por haberlos
custodiado
bien, y cumplido mi deber
de
tratarlos lealmente.
Cuando
uno muere debe ser sincero.
Dios
sabe quien dice verdad y quien miente
|
19. El Peregrino y el Pastor
.
La
Muerte
Peregrino,
habéis ido
a
marchar en peregrinaje,
lo
que conlleva penas y fatigas
lejos
de vuestro aldea.
Este
es vuestro último viaje
que
buena sea la recompensa.
El
fin corona toda empresa:
según
se ejecute, será el pago.
El
peregrino
En
todo momento
viajar
era mi deseo
pero
he sido detenido por la muerte,
alabo
a Dios, se haga su voluntad,
y
le ruego que me conceda
confesar
todos mis pecados
para
que yazca mi alma en reposo
el
día que haya de dejar todo.
|
La
Muerte
Pastor,
danzad alegremente,
no
es cosa de fantasear,
Vuestras
ovejas están sin duda
ahora
en otro peligro,
pues
vos deberéis para abreviar
pasar
de todo; ya no podéis vivir.
El
estado del hombre puede cambiar pronto,
quien
muere de todo se libera (¿?).
El
pastor
¡Ay!,
están en gran peligro
mis
ovejas en los campos pastando;
lobos
aviesos, para comerlas,
en
esta hora las rodean.
Es
preciso volver en su ayuda...
Los
lobos son malvados por naturaleza,
con
su aullido van y vienen.
A
todos los vivos la muerte corta el resuello.
|
20. El Franciscano y el Niño
.
La
muerte
Despejad
el camino: estáis en la sinrazón,
labrador.
Seguidle ahora, franciscano.
A
menudo habéis predicado acerca de la muerte:
Debéis
sorprenderos menos y aún menos alarmaros
que
no existe hombre tan fuerte
que la muerte no detenga,
por
lo que bueno es prepararse para morir.
La
muerte siempre acecha.
El
franciscano
¿Qué
es el vivir en este mundo?
Ningún
hombre está seguro de aquí permanecer.
Todo
es aquí vanidad,
que
la muerte viene y a todos arremete.
Mi
mendicidad no me tranquiliza en lo absoluto;
se
debe pagar la multa por nuestras malas acciones.
Dios
juzga rápidamente:
sabio
es el pecador que se enmienda.
|
La
muerte
Niño
pequeño, apenas nacido,
poco
placer tendrás en este mundo.
Como
los otros, serás invitado a la danza
pues
la muerte tiene poder sobre todos.
Desde
el día del nacimiento
todos
están consagrados a la muerte:
loco
aquél que no lo tenga presente.
Quien
más vive, más ha de sufrir.
El
niño
A,
a, a, aún no sé hablar;
soy
un niño pequeño y mi lengua está muda.
Ayer
he nacido y ya hoy debo partir.
No
he hecho mas que entrar y salir.
No
he cometido mal alguno, pero sudo de miedo.
Tomar
la muerte de buena gana es mejor:
Nada
altera los mandatos divinos.
El
joven muere al igual que el viejo.
|
21. El Clérigo y el Eremita
.
.
La
muerte
Consternado
clérigo,
¿creéis
escapar a la muerte reculando?
No
bulláis tanto.
Aquel
que sube alto
de
súbito ha de caer.
Venid
de buena gana, vayamos juntos,
ya
que es inútil rebelarse.
Dios
castiga cuando le parece.
El
clérigo
¿Es
necesario que un clérigo fervoroso
que
realiza su servicio con gusto,
pues
espera progresar en su magisterio,
deba
morir de repente? Es frustrante.
No
soy libre de elegir otro estado;
ahora
debo así danzar.
La
muerte me ha elegido;
esto
parece cosa de locos.
|
La
muerte
Joven
clérigo, no os rehuséis a danzar:
¡haced
acopio de valor!
No
estáis solo, levantaos,
para
tocarme, os conviene.
Venid
después, es mi voluntad,
hombre
de la ermita,
no
sintáis pena.
La
vida es una herencia incierta.
El
eremita
Para
una vida ardua y solitaria
la
muerte no concede aplazamiento.
Se
sabe y hay que aceptarlo en silencio.
Pido
a Dios me conceda su gracia
y
borre todos mis pecados.
Feliz
soy por todos los beneficios
con
los que él me ha bendecido.
Quien
no tiene bastante, no tiene nada.
|
La
muerte
Bien
dicho, así se responde
Nadie
se libra de la muerte.
Quien
mal vive, mal acaba.
Si
cada uno piensa en vivir bien,
Dios
todo sopesara en la balanza.
Bueno
es meditar en esto día y noche:
aunque
el saber no libere,
ni
nadie conozca
el
porvenir.
|
22. El Alabardero y el Loco
La Muerte
A las buenas gentes aldeanas
les coméis la volatería,
les bebéis el vino; les afrentáis
sin pagar dinero ni prenda.
Con vuestro sombrero de paja
Alabardero, venid rápido
y danzaréis, mal que bien,
como el primero y el último.
El Alabardero
Temo pasar el trance
de la Muerte, nada más verla.
Quien no la teme, no es sabio.
De nada me sirve la alabarda,
ni servirá una bombarda
si pretendiera defenderme.
Cada uno se protege a sí mismo;
Cuando la Muerte acosa, es preciso rendirse.
|
La Muerte
Si danzáis por costumbre
mi amigo loco, bien se advierte
que danzáis por más sabio.
A todos les conviene bailar,
las escrituras, si bien recuerdo,
dicen en un pasaje: quien bien lo interpreta;
el hombre olvida pronto
que cada cosa tiende a su fin.
El Loco
Ahora son todos buenos amigos
y danzan aquí de mutuo acuerdo,
Cuando muchos eran enemigos
cuando vivían, y desavenidos.
Pero la Muerte les ha puesto de acuerdo,
la cual dispone que todo sea uno,
sabios y locos: cuando Dios decide
que todos los muertos tengan un estado común
|
23. El rey Muerto y el Autor
El
rey muerto
|
|
Vosotros
que en estas imágenes
habéis
visto bailar a hombres de rangos diversos
pensad
en lo que es la naturaleza humana:
nada
más que carne para los gusanos.
Yo
soy la prueba de esto: yo que ahora yazgo,
ayer
era testa coronada.
Así
seréis todos, tanto los buenos como los malos,
gente
de todos los rangos: ofrenda para los gusanos.
|
Bueno
será pensar en ello día y noche,
pensarlo
será provechoso.
Tal
es hoy quien morirá mañana.
Pues
no hay nada más verdadero
que
morir, ni menos estable
que
la vida recibida; uno lo percibe
en
soledad, porque no es cosa de broma,
y
nadie lo cree hasta que le sucede.
|
El
autor
|
|
Nada
es el hombre para quien en el ser
reflexiona:
es viento, es cosa transitoria.
Cada
cual lo ve en esta danza.
Por
ello, a vosotros que miráis esta historia,
debéis
guardar memoria de todo esto.
En
ella se exhorta, a hombres y mujeres,
a
buscar la gloria del paraíso.
¡Bendito
aquel que llega a las puertas del cielo!
|
Mas
hay otros que no se ocupan
en
aprender cómo es el paraíso y el infierno:
¡ay,
esos tendrán calor!
En
las antiguas escrituras
los
santos lo muestran con bellas palabras.
Aprendedlo bien, vosotros que pasáis,
y
haced el bien: sólo eso debo deciros.
Las
buenas acciones valen mucho a los muertos.
|
Enlaces de Interés
dodedans.com: más que completa, exhaustiva página sobre las Danzas de la Muerte
lamortdanslart.com: página web de Patrick Pollefeys
gallica.bnf.fr: página web de la Bibliothèque National de France
bm-poitiers.fr: página web de la Mediathèque François Mitterand, de Poitiers
persee.fr: portal de las Revistas Científicas (Ciencias Sociales y Humanas)